Hace ya varios a�os, cuando solo ten�a 17, durante un verano
fui invitada a pasar un fin de semana largo con mi hermana mayor, Susana, y su
marido Carlos, en la casa que ellos tienen junto a lago de Sanabria, en la
provincia de Zamora. Trat�ndose de una temporada calurosa, no solo es posible
sino neceario andar liviano de ropas, por lo que solo puse en el bolso algo de
ropa interior, el bikini, y poco mas, y me desped� de mis padres, con quienes
viv�a en ese tiempo, cuando Su y su esposo me pasaron a buscar en su camioneta.
Viajamos juntos charlando todo el camino, hasta que al fin
llegamos llegamos a la casa. Enseguida nos instalamos y nos pusimos nuestros
trajes de ba�o, y como la casa esta construida en las orillas mismas del lago,
fuimos a nadar un poco para refrescarnos, mientras Carlos se encargaba de
ordenar un poco algunas cosas para el fin de semana.
Susana apereci� con su traje de ba�o, luciendo el hermoso
cuerpo que posee, cap�z de darle envidia a una modelo. Con sus entonces 27 a�os,
luc�a radiante y hermosa con su larga cabellera rubia cayendo sobre sus hombros.
No es de extra�ar que con semejante cuerpo lograra conquistar a un hombre tan
apuesto como Carlos. Alto, bronceado, y de muy buen cuerpo, s�lido como una
roca. Yo estaba muy encari�ada con ellos, y recuerdo como, a�os antes, cuando
era solo una chiquilla, le envidiaba a mi hermana el hombre con quien se cas�.
Susana abri� una botella de vino y me sirvi�, aunque sabe que
no estoy acostumbrada a tomar, y que en mi casa, con lo estrictos que son
nuestros padres, jam�s me lo hubieran permitido. Pero con ella pod�a mostrarme
de otra manera, puesto que siempre fue rebelde y dispuesta a vivir de una manera
mas libre, sin preocuparse por los prejuicios ni el que dir�n, y haciendo las
cosas a su modo.
Tomamos un poco de sol haciendo topless, si bien yo no me
animaba pues de un momento a otro pod�a pasar Carlos y verme, Susana me anim� a
hacerlo convenci�ndome que no hab�a que preocuparse por aquellas nimiedades.
La ma�ana siguiente la pas� en el lago, nadando y tomando
sol, mientras Susana y Carlos se encargaban de algunas cosas relacionadas con el
mantenimiento de su casa de veraneo. Insistieron en que no ayudara en nada y
simplemente me dedicara a pasarla bien, y no tuve otra salida que hacerles caso.
Al mediod�a, sub� al living y me sent� en el sof� junto a Susana, y nos quedamos
all� charlando. Su dirigi� nuestra conversaci�n hacia el sexo, cosa que era
bastante embarazosa para mi puesto que a los diecisiete a�os a�n continuaba
siendo virgen.
Ella me cont� como perdi� su virginidad cuando era
adolescente, y lo doloroso que hab�a sido para ella en aquel momento. Yo
recuerodo la noche en que sucedi�. Nuestros padres no estaban en la casa y de
pronto despert� por los gritos que ella daba, en la misma habitaci�n que
compart�amos y a la cual ella hab�a llevado a su novio a�n sabiendo que yo
dorm�a en la cama de al lado, para tener relaciones. Inmediatamente vino
corriendo la mucama, y en una situaci�n que para mi hab�a sido siempre muy
confusa, se llev� a mi hermana que ten�a las piernas cubiertas de sangre, en una
confusi�n de gritos y de l�grimas. El muchacho con quien ella hab�a debutado
hab�a sido extremadamente brusco, y no le di� a Susana ninguna oportunidad para
relajarse y prepararse. Estando ella ansiosa y asustada, su vagina estaba
completamente seca, y cuando el empuj� fuertemente, rasg� el himen con el primer
impulso. Recuerdo que aunque intent� dormir, durante horas escuchaba los gritos
y los llantos de Su, y al levantarme por la ma�ana a�n encontr� restos de sangre
en el piso.
La experiencia fue tan traum�tica para ella que no volvi� a
tener relaciones sexuales hasta despu�s de haberse casado con Carlos. Y fue
hasta entonces que, seg�n ella, no hab�a podido disfrutar del sexo en toda su
vida. Gracias a Carlos, que hab�a sido con ella sumamente paciente, y realmente
la hab�a ayudado a relajarse para disfrutar del sexo, hab�a podido alcanzar la
plenitud en la cama y a participar activamente cuando hac�an el amor. Me cont�
tambi�n que juntos ten�an una relaci�n plena de vida y sexo, y la pasaban
maravillosamente.
Yo me sent�a bastante inc�moda con los rumbos que la
conversaci�n hab�a tomado, pero Susana continu�. Ella me dijo que no quer�a que
yo sufriera tal experiencia y que sab�a que si yo era preparada correctamente no
tendria problemas para amar y gozar del sexo. Entonces fue cuando me shocke� al
decirme que ella y Carlos hab�an acordado emprender mi iniciaci�n en el sexo. Se
levant� y tomando mi mano me dijo �ven conmigo, hermanita, que no tienes de que
temer�.
Tirando de mi mu�eca, comenz� a llevarme hacia mi dormitorio.
Por supuesto que yo me resist�, gritando le dije que no, pidi�ndole una y otra
vez que por favor parara, pero en medio de tropezones y caidas logr� llevarme
hasta mi cuarto.
Asustada como estaba, mir� a Susana a los ojos y le ped� que
no me hiciera da�o, y ella me mir� con la expresi�n mas comprensiva y
tranquilizadora del mundo, dici�ndome que lo que ibamos a hacer era lo mas
maravilloso del mundo y que no ten�a que estar asustada. Estando las dos de pi�,
Susana, en medio de caricas, me desat� la parte superior de mi bikini, dejando
mis pechos al descubierto. Ella los mir� y me dijo que ten�a un cuerpo hermoso.
Puso sus brazos alrededor m�o y me abraz� acerc�ndome a su cuerpo, pidi�ndome
que no gritara y que todo iba a ser maravilloso. Luego sent� sus dedos dentro
del el�stico de mis bragas, haciendo que estas se deslicen sobre mis nalgas y
haci�ndolas caer por debajo de mis tobillos. Tom�ndome de la mano me hizo
caminar por encima de mis ropas, y mirando mi cuerpo desnudo, otra vez me dijo
que bonito era. Por fin me llev� hasta el cuarto de ba�o y me limpi� las
lagrimas y los rasgu�os, y me condujo a trav�s del pasillo hasta su dormitorio.
Cuando entramos en el cuarto vi a Carlos recostado sobre la
cama, sin duda esperando nuestra llegada. Del gran respaldar de la cama
matrimonial colgaba una bolsa para enemas parcialmente llena. Al verla
retroced�, pues recordaba algunos enemas que mi madre me hab�a administrado
cuando era mas chica, por prescripci�n medica. No era un recuerdo fel�z. Luego
de aquellas veces en que tuve que recibirlo hac�a ya algunos a�os, no hab�a
tenido necesidad de volver a recibir un enema, y realmente esperaba nunca mas
tener que recibir uno. Igualmente, Susana me llev� hasta al lado de la cama.
Ella me dijo que un enema me ayudar�a a relajarme. Me explic� que si era
administrado correctamente pod�a ser una una experiencia extremadamente
agradable para una mujer, capaz de intensificar el placer del sexo y hasta de
provocar un orgasmo por si mismo. Carlos me dijo entonces que me administrar�an
una serie de enemas. Cada uno contendria progresivamente m�s l�quido y mi
posici�n variar�a cada vez. El resultado ser�a un intestino limpio a fondo y
vac�o, y ellos me relajar�an totalmente para hacerme mas receptiva a los enemas.
Entonces Su se sent� en un costado de la cama y Carlos me
hizo recostar sobre el colch�n, poniendo mi cabeza sobre el regazo de Su. Luego
me hizo poner las piernas para arriba, adoptando una posici�n fetal, con mi
pierna derecha levemente por encima de la izquierda. Esto, me explic�, era la
posici�n cl�sica usada en hospitales. A pesar de la confianza que ellos me
estaban dando, la verg�enza me abrumaba y cerr� mis ojos con firmeza. Carlos
levant� mi nalga derecha y yo sent�a que lentamente frotaba algo suave en mi
ano. Su me dijo que no pensara en ninguna otra cosa que no fueran las
sensaciones que sent�a y me dijo nuevamente que no estuviera asustada.
Cuando la extremidad del inyector me toc�, mi ano estaba
firmemente cerrado. Carlos giraba el inyector hacia adelante y hacia atr�s
mientras presionaba y al fin se deliz� lentamente en mi interior. Sent�a como
entraba en cada mil�metro, pero en ning�n momento me lastim�. Al poco tiempo
pude sentir como el agua entraba barriendo en mi interior, y un temblor me
recorri� el cuerpo. Sent�a como el inyector resbalaba dentro m�o, y para mi
sorpresa, se sent�a muy bueno y encontr� placer en esta situaci�n. Carlos movi�
ligeramente el inyector adentro y afuera, hacia adelante y hacia atr�s. Nunca
hab�a sentido algo similar en mi vida. Mientras Carlos mov�a el inyector en mi
ano, un temblor acompa�ado de sonidos provenientes de mi interior se hizo
sentir, acompa�ado de un calor intenso en mi parte posterior y en mi recto mas
bajo. Susana me dijo que me relajara, y el calor se extendi� por todo mi cuerpo
a medida que Carlos segu�a manipulando el inyector. Me relaj� a�n mas,
disfrutando de la primer aplicaci�n apropiada que recibia de un enema.
Tom� solamente unos minutos para que la soluci�n del cuarto
de gal�n que me hab�an introducido se incorporara a mi cuerpo. Carlos hab�a
cerrado el paso de l�quido por el tubo, y lentamente hab�a quitado el inyector.
Puesto que a�n no me sent�a preparada para que un hombre vea absolutamente toda
mi intimidad, Su me acompa�� al cuarto de ba�o. Me tocaba suavemente la cola con
una mano, y con la otra frotaba suavemente mi est�mago. Se sent�a maravilloso.
Ella me explic� que la forma en la que expeliera la soluci�n del enema era tan
importante como la forma en que lo hab�a recibido. Deb�a conservar en mi
interior el l�quido hasta que la presi�n realmente se acumulara, y reci�n
despu�s relajarme y dejarla salir, sin forzar jam�s la expulsi�n.
Seg�n ella, mas adelante podr�a mantener el liquido durante
mas tiempo, y luego, seg�n me fuera acostumbrando, podr�a mantenerlo en mi
interior estando completamente relajada. Pronto sent� la necesidad de expulsarlo
y me sent� en el retrete, dejando que un torrente de agua caliente y heces
estallara fuera de mi ano. La sensaci�n era absolutamente exquisita y yo dej�
escapar un peque�o gemido de placer, al tiempo que mi cuerpo se estremecia. Su
me ayud� a limpiarme, y me acompa�� al cuarto donde Carlos nos estaba esperando.
Fuimos al living y sentados en el sof� hablamos un rato sobre enemas y como
deb�an ser tomados. Yo sent�a una sensaci�n exquisita en todo mi cuerpo, una
sensaci�n de calor que me abarcaba por completo. Susana describi� varias
posiciones que intentar�amos m�s adelante, y como deb�an ser administradas. Me
sent� completamente relajada, y mis inhibiciones frente a ellos se hab�an
disipado casi por completo. Despu�s de un rato Carlos se fua hacia el cuarto y
yo sab�a que �l iba a preparar mi siguiente enema. Aunque me avergonzaba
admitirlo, no pod�a dejar de mirarlo.
Al poco rato Susana me condujo de nuevo hacia su cuarto,
donde Carlos nos esperaba. La bolsa del enema estaba llena esta vez hasta la
mitad, la vez pasada hab�a sido solo un cuarto. Otra vez adopt� la posici�n
fetal que me hab�an ense�ado, apoyando mi cabeza en el regazo de Su. Cuando
carlos me toc� para aplicarme el lubricante me sent� estremecer nuevamente. El
hab�a untado sus manos en la jalea lubricante y acariciaba mi ano y mi vagina.
Nunca hab�a experimentado antes un est�mulo tan placentero, y pronto mi propia
lubricaci�n goteaba por mis piernas. Suspir� cuando sent� que el inyector
entraba nuevamente en mi cuerpo, y mi mirada se encontr� con la sonrisa de
Susana, que acariciaba mis cabellos. O� que Carlos hab�a liberado el l�quido de
la bolsa, y el calor comenz� otra vez a llenarme. Pocos minutos mas tarde,
cuando ya el liquido de la bolsa hab�a pasado hasta la mitad a mi interior,
Carlos par� el flujo del l�quido y quit� el inyector. Su me indic� que rodara
sobre mi estomago, quedando boca abajo, y separando mis piernas levemente. En la
nueva posici�n empuj� mis caderas hacia arriba sin que me indicaran nada, dando
nuevamente acceso a Carlos a mi culo, pues deseaba nuevamente sentir que el
inyector se insertaba en mi ano nuevamente. Cuando Carlos lo hubo introducido
nuevamente, comenz� a masajearme el culo, mientras Su me dec�a suavemente que
solo pensara en lo que estaba sintiendo y dejara que el calor se apoderara de
m�. era maravilloso. Carlos quit� el inyector cuando la bolsa se hubo vaciado
por completo. Pronto sent� la necesidad de expulsar nuevamente el liquido y Su
me acompa�� nuevamente al tocador. Una vez que estuve sentada en el retrete ella
me pregunt� si podr�a controlar el l�quido en mi interior y le contest� que
podr�a. Ella me di� un beso cari�oso en la mejilla y sali� del ba�o, y unos
minutos mas tarde comenc� a expeler mi segundo enema.
Los jugos todav�a flu�an de mi vagina mientras expel�a la
soluci�n. Sin pensarlo deslic� mi mano entre mis piernas y comenc� a
masturbarme. Hab�a hecho esto varias veces antes, pero nunca hab�a tenido el
co�o tan mojado. Frotaba mi cl�toris hinchado mientras el agua caliente sal�a de
mi cuerpo, y sent� como me estremec�a de placer mientras esto ocurr�a. Luego de
llegar al orgasmo, tuve que realizarme el doble de limpieza que la vez anterior,
pues tuve que limpiarme de mis propios flujos que habian cubierto por completo
mis muslos internos. Me qued� all� sentada por unos minutos, reponiendome de las
sensaciones tan intensas. Sent�a a�n una peque�a verguenza por haber quedado tan
expuesta ante Carlos, y haber conseguido tanto placer mediante algo que alguna
vez hab�a sido para m� tan desagradable.
Cuando volv� al living Su y Carlos me esperaban. Sab�a que se
hab�an dado cuenta de que me hab�a masturbado, igualmente me acerqu� a Su y le
dije al oido, aunque sin duda Carlos tambi�n escuchaba, que hab�a llegado al
orgasmo mientras expel�a el enema. Ella me sonri� con conocimiento y me di� un
abrazo fuerte. Carlos pregunt� c�mo me sent�a y le dije que me sentia muy bien
pero ten�a un peque�o dolor de est�mago. �l me dijo que ese era un dolor normal
despu�s de recibir un enema. Los calambres pronto se fueron y me sent�a
nuevamente exitada y relajada totalmente. Mientras charlabamos sobre enemas, no
pod�a sino pensar cu�nto Su me amaba y cuidada de m� para prepararme para lo que
sab�a deb�a llegar alguna vez. Una media hora m�s tarde Carlos volvi� al cuarto
a preparar mi enema siguiente. Ahora aguardaba ansiosamente el tratamiento y
cuando Carlos llam� a Su y nosotras volvimos al dormitorio, ella no tuvo que
conducirme. Pens� que estaba lista para recibir el enema pero cuando entr� el
cuarto me sorprendi nuevamente.
En el respaldo de la cama colgaban dos bolsas de liquido para
el enema, y las mangueras que sal�an de ellas estaban unidas. Una conten�a un
cuarto de litro y la otra medio litro. Le dije a Su que ser�a demasiado y que
sab�a que no podr�a recibir tanto. Ella me dijo que mis interiores se habr�an
ampliado, pero pod�a ser que no sea capaz de recibir tres cuartos de gal�n
todav�a; sin embargo, necesitaba tomar tanto como sea posible para que el enema
trabaje profundamente en mis intestinos. Esto era necesario para darme una
limpieza cuidadosa. Su me dijo que me colocar�an en tres posiciones esta vez.
Me puse nuevamente boca abajo levantando mis caderas y
entreg�ndole por completo mi cola a Carlos, que pronto comenz� no solo a
lubricarme el ano dandome masajes con la jalea lubricante, sino que tambi�n
desliz� un dedo en mi interior, introduci�ndome la jalea en el culo. Por un
momento sent� que la tensi�n volv�a pero Su me acariciaba la espalda y de a poco
me fui relajando nuevamente,dejando que el dedo de Carlos se deslizara por mi
recto. Realmente sent�a placer al notar como su dedo giraba en mi interior
introduci�ndome la jalea hasta el fondo. Estas sensaciones por anticipado
hicieron que mis jugos volvieran a fluir otra vez.
Cuando Carlos volvi� a introducirme el inyector note
nuevamente el calor del liquido que entraba en mis intestinos. Relajada, goc�
sintiendo como la soluci�n del enema pasaba de la bolsa a mi interior. Al llegar
a la mitad, Carlos cort� el liquido que flu�a, y Su me indic� que girara y me
pusiera boca arriba, en posici�n fetal como la primera vez. El inyector se
desliz� suavemente por mi ano, el agua comenz� a fluir nuevamente y sent� de
nuevo como mi vagina comenzaba a gotear otra vez, hasta que la bolsa se vaci� y
Carlos quit� el inyector de mi ano.
Entoces Su me hizo levantar las piernas para arriba,
separ�ndolas, mientras Carlos me insert� nuevamente el inyector en el ano,
dejando que el agua de la segunda bolsa entrara en m�. luego de esto su me hizo
apoyal las piernas en la cama, con las rodillas flexionadas hacia arriba, as�
Carlos pod�a continuar manipulando el inyector. Pod�a ver el bolso contraerse
lentamente mientras que el agua flu�a en mi cuerpo, penetrando en mi recto y
limpiando mis intestinos. Pronto la presi�n se hizo notar y repidamente le grit�
a Carlos que ya no podr�a recibir mas y le ped� que parara. El apret� mas fuerte
el inyector contra mi ano y me indic� que arqueara mis caderas lo mas posible, y
luego doblara mi cuerpo hacia adelante. Con estos dos movimientos que repet�
reiteradas veces pude aguantar un poco mas, pero sent�a que ya no hab�a lugar en
mi cuerp para tanto y le dije que no podr�a resistir, y entonces �l par� el
enema y sac� el inyector. La presi�n era intensa y Susana me acompa��
rapidamente al cuarto de ba�o. Me sent�a pesada y notaba como mi vientre se
hab�a inchado. Una vez en el ba�o sent�a que esta vez no podr�a retener el enema
como las veces anteriores, y me sent� en el retrete y comenc� a expulsar el
l�quido caliente a torrentes, mientras sudaba y mi cuerpo se estremec�a en
varios espasmos. A pesar de eso me sent�a sumamente exitada por el est�mulo
sexual de este tercer enema, y mis muslos estuvieron cubiertos nuevamente con el
liquido que ca�a a chorros de mi vagina. Su me sonri� y me dej� sola para que
expulsara el enema.
Luego de largo rato de estar sentada en el retrete sintiendo
como el agua se escurr�a por mis intestinos, finalmente me volv�a a limpiar y
volv� al living, donde Susana y Carlos me estaban esperando. Les dije que a�n
sent�a l�quido en mi interior y ellos me respondieron que era normal y que
pronto terminar�a de expulsarlo. Su le dijo a Carlos que ella tambi�n queria
recibir un enema, pero �l le respondi� que hab�a recibido uno hac�a muy pocos
d�as, y como ella insiti� al fin �l accedi� a aplicarle uno. Adem�s, ella
observ� que yo estar�a drenando a�n por un rato y que luego ambas podriamos
tomar el aceite caliente. No entend� de que hablaba y ella tampoco se explic�.
Se levantaron y se dirigieron a su cuarto, los hubiera seguido pero sent� el
impulso de expeler y volv� a ba�o. Cuando estaba acabando vino Su, y me pregunt�
si quer�a ver como Carlos le aplicaba un enema. Aunque me daba un poco de
verguenza, ella me dijo que ya que hab�a visto como me aplicaban a mi tres
enemas, no deb�a tener verguenza en ver como se lo aplicaban a ella.
Continuara...