Relato: Pruebita en la fiesta de bodas
PRUEBITA EN LA FIESTA DE BODAS
Mientras tiene una relaci�n sexual con un invitado, un chico
gay ve c�mo en plena fiesta de la boda de su hermana a �sta le hacen el amor, y
no precisamente su nuevo marido...
Despu�s de haber superado la honda impresi�n que me caus� el
hecho que voy a relatar aqu�, los a�os pasados desde ese momento me han cambiado
mi visi�n de las cosas y me han convertido en una persona m�s esc�ptica y m�s
indiferente a los juicios sobre lo que la gente hace dominada por sus pasiones.
Desde que estaba adolescente re��a y peleaba mucho con una de
mis hermanas, quien cuando estaba furiosa conmigo me echaba en cara mi
afeminamiento y me gritaba "�Camilita, mariquita!!!". Yo quedaba igualmente
furioso, hasta que mi otra hermana o mi mam� nos pon�an en orden. Yo realmente
no pod�a decirle nada a ella desde el d�a en que me sorprendi� completamente
ensimismado toc�ndole el pip� a un amiguito de mi colegio, con el que yo
manten�a jueguecitos sexuales desde que est�bamos muy chicos. A ambos nos
encantaba tocarnos, hasta que la hist�rica de mi hermana lo espant� y ya no
quiso volver m�s por casa.
Silvia tuvo varios novios, hasta conseguir a Fabrizzio, el
hijo del due�o de la panader�a italiana de nuestro barrio, por el cual ya
suspiraban todas las viejas de nuestro barrio (�y sus hijas!). En nuestra
ciudad, herencia hisp�nica, todo lo que sea extranjero tiene una aureola de
superioridad y se le trata como miembro de la realeza, as� sean descendientes de
un pinche de cocina o atracador de barrio de putas. Pero bueno, la verdad es que
Fabrizzio era todo un hombre, y en el momento en que supe que estaba saliendo
con mi hermana Silvia para mi fue todo un dolor. �Por qu�? Porque a esa edad, 16
a�os, en que me masturbaba compulsivamente, la imagen de Frabrizzio era una de
mis favoritas a la hora de homenajear su belleza entre mis manos y mi ya
desarrolladita verga...
Tres a�os despu�s, Silvia y Fabrizzio decidieron casarse. A
m� me pareci� apenas normal, pues a Fabrizzio el deseo por mi hermana lo iba a
llevar a la tumba si no le dejaban darle rienda suelta, lo cual era dif�cil en
mi casa, y menos en la suya, con su pap� italiano, exigente y conservador como
el que m�s. No obstante, pod�an darse sus desfogues, y fue as� como en m�s de
una ocasi�n pude o�r los ahogados gemidos de mi hermana, y luego,
autom�ticamente, ve�a salir a Fabrizzio apenas limpi�ndose el sudor y colorado
como un tomate. Me encantaba verlo con sus jeans apretados y con las se�as a�n
visibles de sus monumentales erecciones. Silvia, perspicaz como es, suspendi�
oportunamente sus insultos a m�, y a veces hasta llegaba a ser cari�osa conmigo,
o por lo menos lo intentaba.
Cuando la boda era inminente, un amigo con el que yo manten�a
relaciones en esos momentos, me dijo cuando est�bamos desnudos en su cama, que
le hab�an contado que mi hermana Silvia hab�a sido vista ya varias veces
entrando con su jefe en un edificio de apartamentos del centro de la ciudad. Yo
en esos momentos no prest� mayor atenci�n, concentrado como estaba en acariciar
el bello cuerpo de mi amigo y en lamer hasta cansarme sus labios rojos de
cereza. En semejante estado de excitaci�n sexual, en plena faena amorosa y
apret�ndole sus hermosas nalgas como si estuviese amasando pan, no estaba yo
como para ponerme a pensar qu� gestiones estar�a haciendo mi hermana con su jefe
en horas de trabajo, Yo quer�a apurar al m�ximo el gusto que mutuamente me daba
con mi amigo, y ese d�a nuestra sesi�n de sexo fue m�s que satisfactoria. Antes
de despedirnos, nos d�bamos besitos como dos nenas enamoradas, y nos hac�amos
mimos como dos loquitas de colegio.
Pocos d�as antes de la boda, llegaron con el vestido de novia
a casa. El dise�ador era un conocido costurero de la ciudad, pero lo que result�
nuevo fue el ayudante que trajo: un querub�n de mejillas sonrosadas y un poco
gordito. Yo lo mir� de arriba a abajo sin ning�n disimulo, y �l se turb� un
poco, inclinando su cabeza t�midamente haci�ndose el que buscaba algo. Ten�a un
buen culo redondo, y una hermosa sonrisa. Luego de los ires y venires y de la
funci�n de las mujeres, que parec�an cotorras (incluyendo al dise�ador), me
percat� de que el ayudante se hab�a ausentado, seguramente para ir al ba�o. Yo
me apresur�, y efectivamente, lo alcanc� cuando sal�a del cuarto de ba�o y
llegu� corriendo y pr�cticamente lo volv�a a meter all� de sopet�n. �l se
sorprendi� un poco, pero yo lo tom� como si fu�ramos a bailar un bolero, y
habl�ndole muy cerca de su rostro de adolescente le pregunt� c�mo se llamaba. �l
estaba algo intimidado, y ladeando un poco su cara me contest� que se llamaba
Danny. "Oh, Danny, me gusta mucho ese nombre, as� como me gustas t�..." Eso lo
turb� a�n m�s, pero fue el notar que yo ten�a una monumental erecci�n lo que lo
puso m�s nervioso, "Ehhhh, mira, ehhh, creo que tengo que ir a ayudar....". "Oh,
no tengas prisa, creo que podr�amos charlar un rato tu y yo, mira, me gustar�a
estar contigo....". En eso, un grito del dise�ador desde la sala, llam�ndole,
hizo que saliera casi huyendo, a pesar de que yo lo ten�a bien acoyundado casi
contra la pared. Yo qued� con las ganas de seguir apret�ndolo, casi encima de
�l, pero ya me aliviar�a con unas dos o tres pajas.
Cuando ya estaban saliendo, mi madre pregunt� cuando traer�an
el modelo de corona para med�rselo a la novia. Para mi sorpresa (���y
emoci�n!!!) el silencioso Danny se apresur� a contestar: "Oh, ya est� lista,
creo que Camilo podr�a pasar por ella ma�ana... si quiere". "Oh, claro que ir�,
claro, ma�ana estar� all�". Tuve ganas de gui�arle un ojo y sacar la lengua y
pas�rmela por los dientes pero no lo hice porque all� estaban todos, y mi madre
no sab�a (eso cre�a) mi afici�n por los chicos.
Al otro d�a llegu� al taller del dise�ador, donde estaba
Danny solo, sin camisa y con su torso desnudo, y ni siquiera tuvimos tiempo de
saludarnos porque se abalanz� sobre m� y me dio un beso tan largo y tan ansioso
que qued� sin respiro. Nos desnudamos desesperadamente, y comimos nuestros
cuerpos durante dos gloriosas horas, donde nos lamimos de arriba abajo y nos
mordisqueamos como can�bales desesperados. Yo estaba como loco mordisque�ndole
sus rosadas mejillas de querub�n, cuando dijo que me ten�a una sorpresa. Sali�
un momento, y apareci� en el momento en que son� una marcha nupcial: ���apareci�
por la puerta con el vestido de novia de mi hermana puesto!!! A m� me temblaron
las piernas, no esperaba tal cosa, y el coraz�n me lat�a a mil pulsaciones por
segundo. No daba cr�dito a lo que estaba viendo, y sent� tal emoci�n que tuve
que sentarme. �l vino a m� caminando como una novia, y al llegar a m� abri� su
boca y me dio un beso como nunca me lo hab�an dado en mi vida. Yo a punto estuve
de arrancarle su lengua, y empec� a buscar por debajo del vestido, a tocarle los
muslos, ���y ten�a el ligero puesto!!! Aqu� perd� el sentido, y nos volvimos dos
locas desaforadas, sobretodo cuando �l se subi� el vestido por detr�s y se puso
en cuclillas para que yo disfrutara de su culo, ah� se movi� y chill� como una
marrana. Ohhh, c�mo disfrutamos. Sal� de all� con la cabeza retumb�ndome como si
llevara dos tambores africanos dentro, y con la verga palpitando y brincando al
ritmo de los latidos del coraz�n.
Y, por fin, lleg� la fiesta. La ceremonia, llanto y beso de
los novios, fotos, arroz, etc. Ya desde la misma iglesia, uno de los compa�eros
de universidad de mi hermana no me quitaba el ojo de encima. Era conocido como
Combi, por su gusto por las hamburguesas, y aunque estaba con su mujer, no
disimulaba las ganas de estar conmigo. La oportunidad se present� en la fiesta,
antes de la cena, cuando todos los invitados van por ah� conversando con la otra
gente. Combi lleg� adonde yo estaba y sin mayores pre�mbulo me dijo que nos
fu�ramos para una de las habitaciones de la casa donde se celebraba la fiesta
(propiedad de uno de mis ricos t�os). No me hice de rogar, y en menos de un plis
pl�s all� estaba.
Combi estaba realmente ansioso, y le temblaban las manos
mientras me tocaba por debajo de la camisa. Estaba en verdad guap�simo, y no
tard� en comenzar a besarlo. En esas est�bamos cuando empezamos a o�r ruidos
ahogados, que nos dimos cuenta que proven�an de detr�s de la puerta cerrada del
amplio vestidor que estaba antes de entrar al ba�o, que era una peque�a
habitaci�n. Los gemidos eran inconfundibles, y tuvimos que disimular la risa al
ver que no �ramos los �nicos a los que nos hab�an asaltado las urgencias del
deseo sexual en plena fiesta. Pero cu�l no ser�a mi sorpresa al darme cuenta que
esos gemidos eran inconfundibles: eran los de mi hermana Silvia, ���la novia que
acababa de casarse!!! �Pero c�mo, si su marido est� atendiendo a los invitados
afuera??? El coraz�n me dio tal vuelco que los o�dos empezaron a pitarme. Combi
segu�a acarici�ndome jadeante de deseo, pero le ped� que parara justo cuando
met�a su larga lengua en mi boca. "�por qu� no quieres, amor m�o, no ves que
estoy como loco?". "Ohhh, Combi, espera, espera, creo que s� qui�n hay all�
adentro...". "No me importa qui�n haya, d�jame que te chupe, ven, por favor...
me estoy mojando ya en los pantalones, no me puedes detener as�!". Mientras, los
gemidos de adentro eran cada vez m�s fuertes, y era notorio que los que all�
estaban lo hac�an con una fogosidad tal que lo acuciante del tiempo hac�a a�n
m�s intenso.
No tardaron en llegar al cl�max, y apenas estaban silenciando sus
gemidos y suspiros, detuve a Combi en�rgicamente y le ped� que nos hici�ramos
detr�s de la mampara. Tres minutos despu�s, ajust�ndose el vestido de novia y
componi�ndose todos sus ropajes y el peinado, la novia sali� intentando mantener
el paso compuesto, con la cabeza alta y con sus mejillas rojo bermell�n por la
agitada faena que acababa de terminar. Dos minutos despu�s, sali� el airoso
caballero, arrogante y altivo tras semejante proeza: ���cogerse a una novia el
d�a de su boda!!!. �Qui�n era? Oh, se�ores, Don Rafael de Santhworkshire, su
jefe, el due�o de la empresa donde mi hermanita Silvia prestaba sus servicios, y
quien andaba loco detr�s de ella desde el momento mismo en que ella pis� la
alfombrada oficina de representaciones del augusto y envarado caballero... Rojo
como un tomate y con una sonrisa de satisfacci�n que no le cab�a en el rostro,
sali� a pavonearse por entre los dem�s invitados que aplaud�an la belleza de la
novia y el vestido blanco virginal de su inocencia...
(Mi hermana estaba realmente preciosa. Me hubiera gustado
poder haber sido m�s cari�oso con ella el d�a de su boda, pero nuestra relaci�n
era apenas la justa. Debo decir, aqu� como confesi�n, que una vez tuve en mis
manos el �lbum de fotos de la boda saqu� dos para m� en que sale ella radiante,
con su rostro m�s bello que nunca. Hermanita: me he pajeado varias veces mirando
tus fotos, y creo que te deb�a ese homenaje desde hace varios a�os).
Combi lo vio todo, y qued� tan mudo como yo. No atinaba a
decir palabra. �Mierda! fue lo �nico que atin� a decir, mientras me miraba
aterrado. Yo acarici� su rostro, le sonre� coqueto, y le di un beso tan suave
como largo... "Me gustas mucho", le dije, y nos metimos al mismo cuarto vestidor
hacer el amor...
Por: Elmass Amman�Herado
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Relato: Pruebita en la fiesta de bodas
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