Relato: Angela, mi prima Mi nombre es Carlos, tengo 20 años
y estoy en un Seminario Salesiano estudiando para algún día
ser sacerdote, no obstante el destino se encarga de señalizar a
cada uno el camino a seguir. Esta historia ocurrió hace 18 años
por lo cual ahora tengo 38 y por supuesto no soy sacerdote, estoy felizmente
casado con la chica de la cual sin saberlo concretamente siempre estuve
enamorado.
En las vacaciones estivales del
año 1979 con 20 años recién cumplidos y con unas notas
fenomenales en el 3º curso de sacerdocio, mis tíos Ángel
y Sofía me invitaron a pasar unos días con ellos en un chalet
que tenían en la playa, como premio a mi dedicación pero
también para que tratara de ayudar a mi prima Ángela en dos
asignaturas que se le habían atragantado, Matemáticas y Filosofía.
Tengo que aclarar que mis tíos me quieren casi tanto como mis padres,
Ángel y Sofía siempre se preocuparon por mí, no les
agradó en absoluto mi decisión de ingresar en el Seminario,
al igual que a mis padres, aunque todos respetaron mi decisión.
Ángela era una chica escultural,
tenia 17 años, 1,74 de estatura, rubia, guapísima, con unas
medidas que no quiero exagerar en absoluto pero rondarían los 93
- 60 - 90, de un carácter tremendamente alegre y siempre servicial
y amable, mientras otras chicas y chicos se burlaban de mí por mi
vocación ella me respetaba profundamente y siempre estaba a mi lado
para tratar de defenderme de los demás, hasta el punto que se dedicó
a mí absolutamente con el fin de que no me sintiera solo y desplazado,
la realidad es que ella no podía estar con otra persona que no fuese
yo, era mi sombra y le agradaba serlo, todo esto con el beneplácito
de mis tíos que estaban encantados de que Ángela estuviese
conmigo todo el tiempo, al vernos juntos se sentían felices. Planificamos
nuestro tiempo de modo que por la mañana después de desayunar
repasábamos durante dos horas las matemáticas y a las 11,30
nos íbamos a la playa hasta la hora de comer, éramos inseparables
y lo pasábamos divinamente (Aguantando las mofas de los demás
chicos que nos decían "El Curita y su Monjita") Nosotros
por supuesto ni nos molestábamos, total que al final nos dejaron
en paz y pudimos disfrutar plenamente de nuestra mutua compañía.
Después de comer como ninguno de los dos dormía la siesta
nos dedicábamos a la filosofía durante otras dos horas y
luego nos volvíamos de nuevo a la playa, nos bañábamos,
dábamos largos paseos, charlábamos de todo y lo pasábamos
divinamente, pero... algo estaba ocurriendo, ambos nos respetábamos
mutuamente, nuestras mutuas miradas eran siempre limpias, por nuestras
cabezas nunca pasó ni un solo mal pensamiento pero... algo empezaba
a cambiar, una tarde paseando y bastante alejados Ángela me cogió
de la mano, yo crucé mis dedos con los de ella, se los apreté
ligeramente y seguimos charlando y caminando casi sin mirarnos, de pronto
nos paramos, quedamos frente a frente mirándonos fijamente a los
ojos, ella se elevó sobre las puntas de sus pies y me besó
ligeramente en los labios, me puse rojo como la grana, ella bajó
los ojos y muy roja me pidió perdón yo entonces la atraje
hacia mí y la abracé diciéndole que no tenía
mayor importancia simplemente que me había cogido por sorpresa pero
cuando sus pechos entraron en contacto con mi pecho me produjo un escalofrío,
algo me estaba pasando a mí que no lograba entender, seguimos paseando
cogidos de la mano pero ya no nos atrevíamos casi a mirarnos, regresamos
y sin casi darnos cuenta nos encontramos cogidos de la mano delante de
mis tíos, mi tío Ángel exclamó...
¡Mira Sofía! El curita
y la monjita parecen novios... ¿Qué te parece?
Se habían enterado del mote
que los otros chicos nos habían puesto.
¿Que importancia tiene que
un chico y una chica que hacen tan buena pareja se cojan de la mano? Dijo
Sofía rápidamente.
Ángela y yo nos soltamos
la mano como si nos picara una serpiente, rojos como amapolas, mientras
Ángel y Sofía se morían de risa. Una tarde de sábado
Ángela me dijo que le apetecía muchísimo bailar...
¿Te atreverías a venir
conmigo Carlos? ¿Serías tan amable de acompañarme?
Yo me la quedé mirando pensativo
y muy desconcertado, no sabía qué hacer, por un lado sabía
que no debía hacerlo por otro lado una fuerza brutal me empujaba
a decirla que sí, pero...
¿Por qué no vas con
tus amigas? Ellas se alejaron de mí y además si no es contigo
no voy con nadie, no quiero estar con nadie, sabes que sólo quiero
estar contigo de no ser así prefiero quedarme en casa.
La tía Sofía había
escuchado la conversación e intervino en el tema...
Mira Carlitos, no va a pasar nada
por el hecho de que os divirtáis un poco, yo no veo que tenga mayor
importancia el hecho de que salgáis a bailar un rato. Pero... Tía,
es que no sé bailar. No te preocupes... Dice Sofía riéndose,
verás como pronto te enseña Ángela, en eso es una
experta.
Y como se suele decir cuando algo
nos conviene... Dulcemente me dejé convencer, secretamente yo me
moría de ganas de ir con ella. Nos dirigimos a una disco y al entrar
las amigas y amigos de Ángela quedaron muy sorprendidos, no esperaban
vernos a nosotros por allí, inmediatamente nos rodearon y nos acoplaron
al grupo (Al final todos resultaron ser buenos chicos) No obstante las
chicas miraban a Ángela con algo de envidia, y los chicos a mí
también, la cuestión es que Ángela y yo hacemos una
pareja formidable, yo mido 1,81 de alto, soy delgado pero atlético
y muy moreno. Ángela vestía un top bastante ajustado que
hacía resaltar sus tremendas tetas y una faldita blanca que sin
ser una mini dejaba ver una buena parte de sus hermosas piernas, calzaba
unos zapatos que por añadidura hacían resaltar más
todavía su adorable figura. Yo empecé a fijarme cómo
eran los bailes y al poco rato ya estaba acoplado al grupo como uno más,
la complicación llegó al cabo de una hora aproximadamente,
las luces de la disco bajaron de intensidad y la música de ser bulliciosa
y rápida se convirtió en lenta y romántica, Ángela
me cogió de la mano y me fue arrastrando hacia un rincón,
yo no podía ni quería pensar en nada, tenía la mente
en blanco y me dejé hacer, ella pasó sus brazos por mi cuello
y se pegó totalmente a mí, comenzamos a movernos, sentía
la presión de sus duros pechos sobre mi pecho, y el calor de su
pubis sobre el mío, creo que por vez primera en mi vida algo comenzó
a despertarse que no fuera considerado como normal, quiero decir que como
cualquier chico de mi edad, tenía erecciones sobre todo por las
mañanas, pero nunca jamás le había dado la menor importancia,
ni siquiera jamás tuve el menor pensamiento pecaminoso, esta vez
era diferente, mi erección era dolorosa, mi cabeza hervía
y me era imposible controlar mis pensamientos, Ángela elevó
su cabecita y me miró con sus ojazos que brillaban de una forma
intensa y su boca como si fuera un imán atrajo la mía, ambos
nos fundimos en un beso terriblemente apasionado, mi pene apuntaba hacia
delante de una forma exagerada y ella en un movimiento hábil de
caderas lo alojó entre sus muslos, sin pensarlo, por pura inercia,
nuestros cuerpos comenzaron a realizar el movimiento del coito, en ese
momento se encendió una luz en mi subconsciente, la separé
de mí y muy serio le dije que lo que estábamos haciendo estaba
mal que yo no podía permitírmelo y ella empezó a llorar,
salimos fuera, eran las 10 de la noche y habíamos quedado estar
en casa a las 11,30. Ángela seguía llorando, yo estaba muy
desconcertado, decidimos de mutuo acuerdo dar un paseo por la playa para
hablar de lo que nos estaba pasando, en cuanto nos dirigimos a la playa
Ángela se aferró a mi mano, yo no me quise soltar porque
realmente me agradaba su contacto, llegamos a un lugar tranquilo donde
el suelo estaba tapizado con una fina capa de hierba y decidimos sentarnos.
¡Ángela! Lo que hemos
iniciado no puede continuar, yo voy a ser sacerdote, no niego que me agradas
muchísimo y desde luego te quiero, pero nuestras vidas son distintas
y yo me debo a mi vocación. ¡Te quiero con toda mi alma Carlos!
¡Nunca podré separarme de ti! (Decía Ángela
llorando desconsoladamente) Estoy enamorada de ti desde los doce años,
intenté por todos los medios olvidarte cuando decidiste ingresar
en el Seminario, pero me es imposible, cada vez te quiero más. Pero...
Te das cuenta cariño que nos haremos daño mutuamente. ¡¡¡No!!!
¡Sólo sé que te quiero! Mi corazón se rompería
en pedazos si te alejaras nuevamente de mí.
Y dicho eso se abrazó a mí
con desesperación, yo no pude ni quise separarla y ella al no sentirse
rechazada acercó su boca a la mía, cerré los ojos
y dejé que me besara, ella con su lengua forzó mis labios
y me obligó a abrir mi boca, introdujo su lengua y comenzó
a jugar con la mía, se mezclaron nuestras salivas, su mano derecha
acariciaba suavemente mi pecho y la fue bajando muy despacio hasta que
osadamente acarició mi pene sobre el pantalón, yo me estremecí
no sé si de placer o miedo o las dos cosas al mismo tiempo pero
fui incapaz de impedírselo, al mismo tiempo sentí un tremendo
impulso de acariciarla a ella y mi mano derecha que estaba apoyada sobre
su cintura subió y acarició dulcemente uno de sus pechos,
estaba durísimo y muy suave, mi cabeza era un torbellino, cuando
me quise dar cuenta tenía su top levantado y acariciaba sus pechos
sobre el sujetador, ella con un hábil movimiento lo soltó
y sus pechos quedaron desnudos en mis manos, acerqué mi cabeza a
ellos y mi boca se apoderó de sus pezones estaba tan embelesado
en esta dulce labor que no me enteré que Ángela tenía
mi pene en el exterior del pantalón y me lo estaba acariciando suavemente,
jamás en mi vida había percibido unas sensaciones tan agradables
y placenteras, fue ahí donde se terminaron todas mis defensas si
es que todavía quedaba alguna, mi otra mano buscó y acarició
sus muslos, ella abrió sus piernas permitiendo a mi mano el total
acceso a su vagina sobre sus braguitas, me sorprendió lo mojadas
que las tenía, ella bajó su mano y las apartó a un
lado para que yo acariciase su rajita directamente, mi dedo percibió
un bultito duro y lo oprimí ligeramente, ella mientras con una mano
seguía acariciando mi pene con la otra sujetó la mía
para que siguiera acariciando aquella dureza que ella tenía, de
pronto los dos al mismo tiempo comenzamos a gemir y a estremecernos, de
mi pene comenzaron a salir unos tremendos chorros de semen y al mismo tiempo
percibí como de su vagina salía un líquido viscoso,
los dos tuvimos un orgasmo simultáneo y fabuloso, nos abrazamos
y besamos con verdadero amor, arreglamos nuestras ropas y nos dirigimos
a casa, según entramos y a toda velocidad cada uno se dirigió
a su cuarto, nos cambiamos rápidamente de ropa (La que teníamos
puesta no estaba presentable en absoluto, estábamos los dos chorreados
de semen) En cuanto bajamos Sofía se nos quedó mirando detenidamente
y sin querer los dos nos pusimos colorados, como si Sofía leyera
nuestros pensamientos...
¿Que tal lo pasasteis parejita?
No sé él porque tengo la sensación de que lo pasasteis
muy bien ¿Me equivoco? No mamá, realmente lo pasamos divinamente,
es más, Carlos aprendió a bailar rápidamente. Y más
que aprenderá. Dijo Sofía con una sonrisita maliciosa. Cuando
se empieza a bailar ya no es posible parar.
Nosotros no sabíamos a que
se refería concretamente. Después de cenar Sofía y
Luis estuvieron cuchicheando entre ellos durante un buen rato cuando les
pareció se dijeron a nosotros para decirnos que al otro día
tenían que ir a Madrid por lo cual nos quedaríamos todo el
día solos, los dos nos miraron fijamente y en sus labios bailaba
una sonrisa muy enigmática...
Esperamos que os portéis
bien y... Ángela tú estudia y cuida a tu primo ¿De
acuerdo?
Al siguiente día me desperté
tarde, bajé a la cocina y allí estaba Ángela sola
y con sólo un camisoncito transparente que no le tapaba absolutamente
nada, debajo tenía puestas unas braguitas muy finas que dejaban
entrever su monte de Venus, sus pechos se veían preciosos, grandes,
duros, apuntando como obuses hacia delante y con los pezones erectos. Ella
en cuanto me vio se colgó de mi cuello besándome apasionadamente
por todos lados.
Papá y mamá hace una
hora que se marcharon, que te parece si nos ponemos a estudiar.
Yo un poco sorprendido dije...
Como tú quieras. Pero hoy
estudiaremos anatomía ¿Te parece? Creo que tenemos que terminar
la lección que iniciamos ayer, hay algunos párrafos que no
entendí muy bien.
Cuando dijo eso estaba colorada,
preciosa, yo ya no pensaba en el Sacerdocio ni en nada, en mi cabeza solo
retumbaba una palabra... Ángela, Ángela, ¡Quiero poseerte!
Mi pene se había puesto a mil, la cogí en mis brazos y dirigí
mis pasos a la habitación de mis tíos, en cuanto llegamos
nos dejamos caer sobre la cama, yo le quité el camisón y
ella a mi un pantalón de tenis que tenía puesto y con él
los calzoncillos, ella pasó su mano dulcemente a lo largo de mi
pene y estaba como hipnotizada mirándolo fijamente, entonces de
pronto bajó su cabeza y comenzó a darle besitos en la punta,
yo estaba desconcertado y no sabía qué hacer, cerré
los ojos y me abandoné a esas sensaciones tan agradables, empecé
a sentir una sensación intensa de placer abrí los ojos y
con asombro vi cómo mi pene entraba y salía de la boca de
Ángela, ella me lo estaba chupando como si fuera un caramelo yo
no estaba acostumbrado a esas sensaciones y sin poder evitarlo ni poder
avisarla empecé a soltar chorros de semen que fueron a parar directamente
a lo más profundo de su garganta, ella con los ojos cerrados se
lo tragó absolutamente todo, sin pensarlo la atraje hacia mí
y la besé, en mi boca noté una sensación extraña,
algo viscoso y salado, eran los restos de mi semen que todavía quedaban
en su boca, eso me enardeció terriblemente, mis manos abarcaron
sus hermosos pechos acariciando con las yema de los dedos sus erguidos
y duros pezones, mi boca se apoderó de ellos chupando como un recién
nacido, las sensaciones que sentíamos eran totalmente nuevas y maravillosas,
mi boca lengua y manos fueron recorriendo suavemente su terso vientre,
le quité las braguitas, me quedé extasiado viendo su vagina,
era la primera que miraba en mi vida, el aroma que de ella se desprendía
era embriagador, maravilloso, su vaginita tenía los labios gordezuelos,
perfectamente delineados y cerraditos como protegiendo la virginidad que
irremediablemente se perdería en unos minutos, mis dedos recorrieron
suavemente su rajita, ella tenía los ojos cerrados y gemía
quedamente, como de un imán se tratara mi boca se cerró sobre
sus labios vaginales, mi lengua inició un recorrido de abajo arriba,
penetrando dulcemente en su interior ella elevó sus piernas y las
cerró sobre mi cabeza incrustándome materialmente su coñito
en mi boca, la punta de mi lengua entró en contacto con el granito
que mis dedos habían localizado el día anterior y comencé
a chupárselo suavemente, fue entonces que Ángela comenzó
a dar grititos y a mover sus caderas, sus manos cogieron mi cabeza y lanzó
un grito, de pronto de su interior comenzó a brotar un verdadero
manantial de flujos, aflojó la presión de sus piernas y manos
(Me estaba ahogando) Me la quedé mirando, ella abrió los
ojos, me miró...
- Ven querido mío, quiero
que me hagas tuya para siempre.
Me coloqué sobre ella con
la intención de penetrarla pero mis movimientos eran torpes, no
sabía muy bien qué es lo que tenía que hacer, ella
alargó su mano, cogió mi pene y lo encajó en la entrada
de su cavernita yo comencé a empujar suavemente y como el interior
de su vagina estaba perfectamente lubricado este comenzó a deslizarse
por su interior hasta que se topó con una especie de barrera en
ese momento ella elevó sus caderas cruzó sus piernas sobre
mi culo y presionó fuertemente, lanzó un gritito y mi pene
siguió avanzando hasta el mismísimo fondo de su vagina, los
dos nos quedamos quietecitos unos segundos mirándonos fijamente,
con amor, con un tremendo cariño, acerqué mi boca a la suya,
nuestras lenguas se juntaron y nuestros cuerpos al unísono iniciaron
el movimiento del coito de la forma más natural, como verdaderos
veteranos, nuestros movimientos eran rítmicos y acompasados, pronto
nuestros cuerpos comenzaron a tensarse yo percibía pequeñas
descargas eléctricas a lo largo de mi espina dorsal, ella clavó
sus uñas en mi espalda, entonces yo recibí como una descarga
eléctrica y ambos lanzamos un grito formidable, tuvimos un orgasmo
muy difícil de explicar pero si maravilloso, me dejé caer
de lado y nos abrazamos, de pronto yo comencé a llorar, había
roto todos mis principios éticos y morales, ella aferrada a mí
me acariciaba suavemente sin decir nada, su boca sorbía mis lágrimas
y después de un rato me dijo...
Cariño, estoy enamorada de
ti desde que cumplí los doce años, cuando decidiste entrar
en el seminario me pasé noches enteras llorando con desesperación,
mas tarde me resigné a darte por perdido y traté de respetar
tu decisión, mientras estuviste lejos de mí no sentía
nada, al estar cerca de nuevo no me fue posible resistirlo mi corazón
sangraba por abrazarte y tenerte, por fin ambos nos hemos tenido, te quiero
tanto que si te arrepientes de haberme poseído trataré de
soportarlo como pueda pero respetaré tu decisión.
En ese momento ella era la que lloraba,
le acaricié dulcemente su carita, besé sus ojazos y su boquita,
mí pene se puso como una barra de hierro nuevamente, todos los remordimientos
y tabúes desaparecieron de golpe y para que no quedara duda alguna
me coloqué de nuevo sobre ella y volvimos a hacer el amor de una
forma maravillosa, los dos estábamos radiantes de felicidad, salimos
de la cama, nos metimos juntos al baño, creíamos estar solos
por lo que la puerta estaba abierta de par en par, nosotros dentro de la
bañera jugando como chiquillos. Ángela estaba de frente a
la puerta y lanzó un grito... yo sorprendido y asustado miré
hacia la puerta, Ángel y Sofía nos estaban mirando, para
mi sorpresa ambos estaban muy sonrientes, Sofía se acercó
y dijo...
Termináis de bañaros
os vestís y bajáis, después hablaremos... ¿De
acuerdo?
Nosotros un poco asustados y muy
desconcertados por la actitud de ellos hicimos lo que nos mandaron, bajamos
y ellos nos ordenaron a los dos que nos sentáramos, en cuanto lo
hicimos, habló Ángel...
No pretendemos preocuparos, yo solo
quiero deciros lo feliz que me siento viendo juntos a la pareja que más
quiero en esta vida, deseo para vosotros la mayor de las felicidades y
desde este momento contáis con mi plena bendición. Creo que
Sofía también tiene algo que deciros... ¡Carlitos!
Me ha sangrado el corazón escuchando el llanto de Ángela
durante muchas noches y quiero que conozcas toda la verdad, el que estés
aquí con nosotros no es una casualidad, lo tramamos un poco entre
tus padres y nosotros para que estuvieseis juntos Ángela y tú,
cuando hace unos días llegasteis cogidos de la mano nuestro corazón
saltó de alegría, pero fue anoche cuando realmente se nos
confirmó un hecho, nos dimos cuenta que estabas enamorado de nuestra
hija fue por lo que tramamos lo del viaje a Madrid con la idea de que os
quedaseis solos y que consumarais vuestro amor... ¡Mamá! ¿No
nos estaríais espiando verdad? No hija, realmente acabamos de llegar
a casa y justo en el mejor momento. Bien Carlos ¿Qué tienes
decidido? Vosotros lo dijisteis todo, estoy locamente enamorado de Ángela,
la quiero con locura, si vosotros no tenéis inconveniente cuando
llegue el momento nos casaremos. Ángela se colgó de mi cuello,
nos besamos con un tremendo cariño y ...
FIN
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Relato: Angela, mi prima
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