Con 25 a�os de edad estaba estudiando el �ltimo a�o de
Farmacia. Viv�a con mi madre. Mi abuela y tres hermanas menores que yo. Todas
sin excepci�n me trataban con admiraci�n y cari�o.

Mi consentida era mi hermanita Sonia quien ten�a once a�os.
Era muy afectuosa conmigo. Le encantaba estar siempre montada sobre m� dandome
besitos y mordisquitos.

Recuerdo una vez que se muri� una vecina y ante el temor a la
muerte, yo abrac� a Sonia y le d�je al oido. La persona que quiero mas en el
mundo es a ti. Mas que abuela, mas que mam� y mas que mis otras hermanas.

Ella se peg� mas a m� y not� que esto le proporcionaba una
gran satisfacci�n. Por mi mente jam�s pas� alguna idea morbosa con mis hermanas.
Yo me consideraba normal. Manten�a relaciones con mi novia desde hac�a dos a�os
y era la �nica con quien yo hab�a tirado. Estaba satisfecho, o.....eso cre�a yo.

Un d�a en que estaba acostado en el sof� de la sala. En
pantal�n corto y sin camisa leyendo la prensa deportiva, Sonia se recost� a mi
lado y comenz� a hacerme cari�o. No hab�a nada anormal en su conducta. De
pronto, para hacerme una maldad comenz� a mordisquearme las tetillas y se re�a
viendo mis pezoncitos erizados y parados. La sensaci�n divina que sent� hizo que
se me produjera una erecci�n. Disimuladamente sin que sonia se diera cuenta, la
aparte con cuidado y me puse boca abajo para que ella no notara mi bulto. Ella
como si nada, se encaram� sobre mi espalda, sent� su bollito tierno sobre mis
nalgas y el pene se me puso peor.

Entonces si me enseri� un poco y me puse a pensar en otra
cosa. Comenzando a quedarme dormido y caer en flaccidez. Sonia tambien dormit�
un rato sobre m� y nos despertamos cuando abuela entr� a la sala y nos llam� a
comer.

En varias ocasiones record� eso que me pas� y me avergonzaba
mi calentura que me produjo mi hermanita.

Pero Sonia cada vez que ten�a la oportunidad me las besaba,
mord�a y chupaba creyendo que con eso me causaba cosquillas y molestias. Yo la
empujaba y riendome me le escapaba. As� ca�mos en un juego que pudimos haber
detenido a tiempo.

Yo decid� a hablar con ella y explicarle que no me hiciera
mas eso, y que se jugar� de otra manera.

De nuevo estando en el sof� Sonia intent� chuparme las
tetillas. Entonces la agarr� con fuerza por la cabeza y la separ�. Estas bravo?
Me pregunt� asustada. Yo le d�je que no me hiciera mas eso. Pregunt� por qu�?
Inocentemente.

Le contest� que eso me excitaba y me causaba erecci�n. Solo
me d�jo:- Es que me encanta ver como te pones erizadito.

No lo hagas m�s por favor le d�je.

Tard� d�as tranquila y me ve�a con picard�a.

A mi me fascinaba esa mirada de putita que pon�a. Solo con
eso me lo hac�a parar. Pero tampoco pod�a prohibirle que me mirara as�.

Comenc� a preocuparme. Dios m�o estoy deseando a mi
hermanita. Qu� bolas tengo yo.

As� evitaba tenerla cerca cuando estabamos solos y me
convert� en un callejero que no quer�a llegar a casa para evitar la tentaci�n de
la carne.....prohibida.

Tres meses mas tarde, en el cumplea�os de la abuela, todo el
mundo se embriag� con vino. Sonia y yo fu�mos los �nicos que no bebimos. Como
hab�an t�os visitandonos, Sonia que no quer�a escuchar ronquidos de borrachos y
borrachas se apareci� con su almohada en mi cuarto.

Vest�a una franela que le llegaba hasta la mitad de los
muslos, y su pelo suelto ca�a sobre su espalda hasta el nacimiento de sus
nalgas. Qu� preciosa era mi muchachita. C�mo la quer�a.

Se meti� bajo mis s�banas y se qued� inmediatamente rendida
por el sue�o. Yo no pude dormir m�s. Me puse triste y comenc� a llorar
desconsoladamente ahogando el ruido con la cobija entre mis dientes. Empape mi
almohada con mis l�grimas.

Estudie la posibilidad de irme de la casa. Pero no me
alcanzaba el dinero. Quer�a hablar con alguien que me aconsejara, pero me daba
tanta pena que no me atrev�a a buscar ayuda m�dica siqui�trica.

Comenc� a perder peso y ponerme ojeroso. Les dec�a a todos
que eran los examenes que me ten�an as�.

Una tarde pensando sobre mi cama con los ojos cerrados,
siento que alguien se coloca a mi lado, era Sonia. Recost� su cabezita sobre mi
pecho y me plante� que no encontraba la forma de realizar un trabajo escolar,
estaba preocupada.

Me puse a ayudarla con dicho trabajo y nos agarr� la
madrugada solos en el cuarto. Ella estaba dormida en mi cama. Yo me fui a dar un
ba�o para ver si enfriaba mi verga. Me puse a masturbarme, al ratico de haber
comenzado, se abri� la puerta del ba�o y Sonia me encontr� en plena acci�n.
Asustada cerr� la puerta y se fue a dormir a su cuarto.

Yo no pude seguir exprimiendome y pensaba qu� decirle al d�a
siguiente si llegaba a preguntarme sobre lo que hab�a visto.

Pero no pregunt� nada, ni cont� nada a nadie. Sigui�
trat�ndome igual.

Ya no aguant� mas. Me estaba volviendo loco. Una noche
atrevidamente en interiores me deslic� a su lado la abrac� suavemente. Ella
medio dormida me abraz� y mont� una de sus piernas sobre m�. Sent�a necesidad de
comermela. Acariciaba sus nalguitas en forma delicada, sobe su espalda. Jugu�
con su cabellera. Intent� meter mi mano bajo sus pantaletas, pero ella me
detuvo. Asustado me incorpor� y me fui a mi cuarto, todo est� acabado para m�,
pens�. Dios quiero morirme.

Y comenc� a pensar la forma en que ten�a que quitarme la
vida.

Sonia entr� en ese momento a mi cuarto. Me consigui�
llorando.

Se sent� a mi lado y me d�jo que ella no iba contar lo
ocurrido a nadie.

Y que hiciera con ella lo que fuese aunque a ella no le
gustara ella ser�a una tumba.

La bes� en su boquita y le confes� que la amaba ciegamente.
Que me ten�a loco. Qu� no pod�a vivir sin ella. Que quer�a matarme. Ella
silenciosamente se recost� de mis piernas.

Con el coraz�n apunto de reventar y la verga rebozandose de
semen. Empec� a acariciarla toda. Ella est�tica cerraba sus ojitos. Boca abajo
la puse y me le mont� encima, La amaba tanto que no quer�a hacerle da�o. Me fui
hasta sus nalgas y las bese. Con mis dedos acariciaba bajo los bordes de su
pantaleta, Ella estaba erizada. Baje cuidadosamente esa pantaleta de algod�n y
se la dej� en la mitad de los muslos. Me desnud� y coloqu� mi pene entre sus
nalgas. Con mi otra mano frotaba suavemente su conchita de escasos vellos.

En momentos comenc� una eyaculaci�n prolongada entre sus
nalgas. Sent� que me vaci� durante medio minuto.

La mano que acariciaba su vulva se llen� de un torrente de
semen que bajaba desde el nacimiento de su culito. Unt� con ese semen su vulva y
su pubis. Luego de estar as� un rato, la sequ� con mis interiores y ella se
retir� hacia su habitaci�n.

No me d� cuenta que a ella le hab�a desagradado esa relaci�n.

Sonia cambi� su conducta conmigo. Comenz� a rehuirme, a
evitarme. Dej� de besarme y de hacerme cari�o. Eso me mat� el �nimo. Yo estaba
sufriendo mucho.

Un d�a llegu� ebrio a mi casa, yo no tomaba. Vi a Sonia y
ella me observ� con l�stima, eso me doli� mucho m�s. En ese instante lleg� mi
novia a visitarme, la tom� por una mano y la met� dentro de mi cuarto. Abr� la
ventana del fondo al patio y me dispuse a follarme a ni novia con crueldad con
la esperanza que Sonia se asomara por esa ventana y nos viera.

Y as� ocurri�. Por el espejo vi su cabecita asomada en los
instantes en que le daba huevo con frenes� a mi novia. La ten�a de rodillas
sobre la cama, con mis manos asiendo sus hombros y mi pene ahondando en su co�o
con fuerza de 80 kilos y 25 cent�metros de babor.

A la noche siguiente Sonia se introdujo totalmente desnuda
bajo mis s�banas. Me volv� furibundo comiendomela a besos. Devor� sus
pezoncitos. Y sembr� mi lengua entre su raja olorosa a orine y flujos vaginales.
Gem�a casi en silencio. La coloqu� boca abajo y limpie su ano con mi lengua, me
trague el olor a cobre. No sab�a lo que hac�a. Saqu� de la mesa de noche un tubo
de vaselina embadurne mi verga y su co�ito.

Levante sus rodillas hasta sus hombros. Inmovilizada de esa
manera me dispuse a darle la estocada desvirgadora mas divina de mi vida.

Le d�je que se colocara la punta en el huequito de la vagina.

As� lo hizo. Ya sent�a la conchita h�meda y caliente
atrapando la punta gruesa roja.

Me elev� sin despegar el pene y lanc� esos 80 kilos sobre su
pelvis. En segundos el choque de mi verga contra el cuello de su utero la hizo
dar un grito que tape con mi mano. Me mordi� los dedos.

Su cuca qued� abierta como una granada, atrapando una masa
gruesa y dura que vibraba con vida dentro de su ser.

La culi� duro y la llene de leche.

Paso varios d�as sangrando. Y estuve aterrorizado. Ella
p�lida me ten�a miedo.

Sin embargo sus tejidos nobles se repusieron a los diez d�as.

Era mi esclava voluntariamente. Saciaba mis instintos
silenciosa y resignadamente por complacerme. Pero ve�a dolor y tristeza en su
mirada.

Esto comenz� a preocuparme.

Me sent� solo como un s�dico. Luego de pensar toda la noche .
Tom� una bolsa donde coloqu� algo de ropa, agarr� mis papeles de identificaci�n
y decid� dejar mi hogar.

Dejar a mi familia.

Diez a�os despu�s regres� a casa.

Sonia iba cumplir 22 a�os, ten�a una ni�a de dos a�os y viv�a
con su marido en esa casa.

Abuela y mam� hab�an muerto y yo no lo sab�a. Todas mis
hermanas estaban casadas.

Solo Sonia viv�a a�n en la casa vieja.

Me abraz� cuando me vi� y se qued� llorando temblando en mis
brazos.

En voz baja me d�jo que me quer�a y que perdonaba todo lo que
yo le hab�a hecho.

Que no me volviera a ir mas nunca.

Hasta mi llegada dur� el matrimonio de Sonia.

No tard� ella en meterse por las noches en mi cama y
ofrecerseme como la putita de antes.

Ahora si la notaba avara. Cabalgando sobre mi verga y
diciendome hermosas palabras de amor.

Esa primera noche en que tiramos, me ofreci� su culo a�n
virgen para que se lo rompiera.

No la defraud� la clav� con fiereza y as� entre dolor y
placer convulsion� con su primer orgasmo que llegaba a disfrutar conmigo desde
que la inici� en el sexo.

Hoy nos amamos con pasi�n y tenemos juramento que solo la
muerte puede separarnos.