Aqu� estoy yo de nuevo, Zoof�a. Tard� en mandar este relato
por estar ocupada despu�s del 21 de Septiembre con cosas del colegio y algunas
otras.
Antes de contar sobre mi tercera experiencia con el
Siberiano, quer�a hablar de algunas cosas que dije en los relatos anteriores
:
Primero, que las chicas de mi edad sol�an ( o suelen )
buscarse m�s de un amante ... No me refer�a a todas pero de cualquier modo no s�
si es exactamente as�.
Lo de que Tino me dejara embarazada ; a pesar de haber
le�do que una mujer nunca podr�a tener hijos de un perro ( por ejemplo ), si a
pesar de eso alguna vez sucediera ... Pues me encantar�a ser la afortunada ...
En realidad, �Qui�n no, despu�s de disfrutar as� una hora o m�s, de entrega
total ?
Con respecto a disfrutar, por m�s que yo pueda gemir, aullar
y volverme loca de salvaje placer, en ese momento somos dos ; y por lo
tanto quiero que mi amado Siberiano obtenga conmigo el mismo placer que �l me
hace sentir.
Otra cosa que pensaba decir es que cuando dorm� junto a Tino
en la alfombra, en realidad fuimos como cualquier otra pareja de perra y perro.
Pasando ahora s� a mi encuentro �ntimo m�s reciente con el
perro de mi vida - pues afortunadamente logr� tener otros dos -, en esta ocasi�n
me ayudaron el d�a de la primavera y el hecho de que mi padre hubiera ido a
trabajar. Por otra parte, al d�a siguiente llevar�amos toda la ropa al lavadero,
de modo que pod�amos estar los dos juntos en mi cama a la ma�ana y a la tarde.
As� que cuando �l ya hab�a terminado su desayuno - al igual
que yo, pensando en lo que estaba por hacer y mirando a Tino - sal� de la cocina
donde hab�a estado lavando los platos, sacando adem�s el dulce de leche que
hab�a comprado especialmente para esta ocasi�n.
Sacando la tapa le dej� lamer un poco para que me siguiera
hacia el cuarto y, en cuanto entramos, cerr� la puerta detr�s de �l.
Cuando el amor canino de mi vida salt� sobre mi cama, no s�
si invit�ndome a jugar o a unir nuestros cuerpos, yo me desnud� ante �l y para
�l, para volver a ser la perra de Tino.
Despu�s de saborear juntos el dulce de leche, ambos lamiendo
directamente pero por turno del vasito, estuvimos m�s de media hora d�ndonos
nuevos besos de lengua, en cinco largas y deliciosas etapas.
Como en nuestra primera relaci�n, bes� y lam� toda su boca
; esta vez, como aquella, ten�a la m�a casi llena de pelos suyos, de su
saliva y del dulce de leche que hab�amos comido juntos.
Habr�a seguido as�, pero quer�a que hici�ramos el amor lo
antes posible, de modo que sub� a la cama ( hab�a ido gateando ) y me ofrec� de
nuevo entera para que �l tambi�n pudiera disfrutar, como escrib� al principio.
Sabiendo que ni siquiera el sonido del tel�fono o los ruidos
de la calle podr�an molestarnos, le hablaba a mi adorado perro con el
pensamiento y con la voz cargada de excitaci�n apenas disimulada ... "Mi amoooor
..., est�s aqu� y tambi�n en mis sue�os. As�, mi tesorooo ... Tenemos que
amarnos as�, para siempre ... ( en ese momento, de tan unidos que sent�a
nuestros cuerpos, m�s bien parec�amos uno solo ; de su boca entreabierta
colgaba su lengua, dejando caer delgados pero largos chorros de saliva sobre mi
nuca ) ... Yo soy tuya, mi amor ..., aaaaaahhh ... ".
Creo que de ah� en adelante no pude decir nada m�s, ni pensar
en otra cosa que " Soy su perra, soy solamente suya " ; y si a causa de
mi amor por Tino, alguna fuerza extra�a me hubiera convertido en lo que dec�a
ser, ya me habr�a escapado junto a �l para vivir a su lado y darle muchos hijos
que lo llenaran de orgullo y felicidad.
Pero aunque nada de eso fuera posible, ah� est�bamos los dos,
completamente entregados el uno al otro. Y as� ocurri� tambi�n despu�s de la una
de la tarde ; luego de acabar con el vasito de dulce de leche, del cual
hab�amos dejado casi la mitad, a pesar de una que otra llamada telef�nica mi
dulce Tino y yo pudimos volver al lecho de enamorados que ten�a en mi cuarto,
s�lo para �l y para m�.
Esta vez su reacci�n al verme fue casi instant�nea ;
sabiendo que yo era su perra - la favorita de su grupo, supongo -, alcanz� el
nivel de excitaci�n apropiado y me someti� de inmediato, deliciosamente. Como si
estuviera siendo dominada sexualmente por un gran macho Alfa quien incluso me
mordiera ( como lo hacen en realidad los gatos ) para impedirme cualquier
movimiento, pero de quien yo ten�a que aceptar su furiosa pasi�n ... Y eso fue
exactamente lo que hice, para que �l pudiera sentirse un verdadero Perro Alfa al
lado de su hembra favorita, es decir, yo, que siempre har� lo posible para
satisfacer a mi peludito amante.