Relato: Chiquitin tiene un primo





Relato: Chiquitin tiene un primo


LAS AVENTURAS DE CHIQUITIN � CHIQUITIN TIENE UN PRIMO




"Papi, �puedo ver? �puedo ver al primo?"



"Ahora est�s castigado. Date la vuelta, te dije de cara a la
pared. Que no tenga que levantarme"



"�Y cu�ndo puedo verlo, Papi?"



"Cuando te portes bien"



"Papiiii, quiero ver al primo. Por favor. Ya llevo media hora
aqu�"



"Te faltan cinco minutos, jovencito. Si sigues mare�ndome te
voy a calentar el culo"



"�Pero despu�s puedo verlo, Papi?"



Papi dudaba de la respuesta. No quer�a ser demasiado severo.



"�Puedo Papi? �Puedo?"



"Esta bien, Chiquitin. Pero ahora, cara a la pared y manos en
la nuca"



"Vale, Papi. Gracias"



Una gran sonrisa ilumin� la cara de Chiquit�n mientras se
colocaba como un ni�o bueno en posici�n de castigo. El ni�o hab�a llegado a casa
con una nota de su profesor. Chiquit�n asist�a a una academia para jovencitos, y
el profe advert�a a Papi de lo poco trabajador que era su hijo; de no cambiar,
no podr�a graduarse ni obtener el t�tulo que necesitaba para entrar como
aprendiz en la empresa de su pap�. Y a punto de cumplir los 20 a�os, ya era hora
de que el muchacho empezara a trabajar.



Naturalmente, no lleg� a pasar un minuto entre el momento en
que Papi ley� la nota, el momento en el que agarr� con fuerza a Chiquit�n de la
oreja, y el momento en que empez� a bajar los pantaloncitos cortos del ni�o para
darle una azotaina. Al bajarle los calzoncillos, vio que ya hab�an hecho el
trabajo por �l: las nalgas de Chiquit�n estaban cruzadas de arriba abajo por
marcas delgadas de color rojo. El profesor era muy eficiente y un gran
partidario de utilizar la vara cuando sus alumnos eran holgazanes.



Papi se alegr� de ver que su ni�o estaba en buenas manos y
recib�a en clase la disciplina que necesitaba, pero por otra parte le daba rabia
que le hubieran quitado el placer de castigar a Chiquit�n �l mismo, uno de sus
tareas favoritas como pap�. Con la miel en los labios, tuvo que renunciar a
rega�adientes a los azotes; no obstante, sigui� bajando los calzoncillos del
ni�o hasta sac�rselos y dejarlo desnudo de cintura para abajo.



"Veo que te has llevado ya una buena zurra; si no, te pondr�a
yo el culo como un tomate. Pero hay que castigarte de todas formas; ponte all�
de cara a la pared y manos en la nuca, sin pantalones ni calzoncillos. Durante
media hora no quiero ni oirte. Venga"



Anim� el muchacho en su camino con un sonoro azote en su
enrojecido culito. Chiquit�n se coloc� en su sitio habitual de castigo en la
pared; a Papi le excit� ver las marcas de la vara en las nalgas desnudas, hasta
que el tel�fono lo distrajo.



Era su hermano; t�o Sergio, radiante, le contaba que el
encargado de la agencia de adopciones vendr�a esta tarde, y que por fin tendr�a
a su ni�ito en casa. Le dio a Papi la direcci�n de la agencia en internet, y el
link concreto de la p�gina de Misha, el ni�o que hab�a adoptado.



Papi lo felicit�; para su sorpresa, Sergio le pidi� a �l y a
Chiquit�n que fueran a pasar unos d�as en su casa para recibir al muchacho.
Aunque para el joven reci�n llegado podr�a ser chocante encontrarse entre tantos
desconocidos, no solo con su nuevo pap�, sino con su tio y su primo, la agencia
ve�a m�s f�cil la integraci�n de un jovencito cuando hab�a otros ni�os en la
familia.



Chiquit�n deb�a ser, por lo tanto, un ejemplo de obediencia y
sumisi�n para que su primo aprendiera m�s r�pido a comportarse. Papi se
asegurar�a de que as� fuera. Y habr�a que empezar a tomar medidas ya mismo; al
o�r que su primito estaba al llegar, el joven abandon� su lugar de castigo para
atosigar a Papi con preguntas.



"Papiiii, �viene el primito? �Viene yaaaaaa?"



Ante tan buena noticia, Papi pensaba levantarle el castigo,
pero Chiquit�n se puso tan pesado que para que se callara tuvo que agarrarlo de
la cintura, propinarle cuatro o cinco azotes, y llevarlo de nuevo sollozante y
de la oreja de cara a la pared.



Con el peque�o ya calmado, Papi pudo sentarse tranquilamente
ante el ordenador y conectarse a ni�osdeleste.com, la web de la agencia de
adopciones. Traerse a un ni�o de los pa�ses del este era una opci�n cada vez m�s
practicada por los pap�s; los tr�mites duraban mucho menos que con un ni�o del
pa�s: T�o Sergio hab�a conseguido traerse a Misha en s�lo tres meses, mientras
que Papi hab�a tardado m�s de un a�o en conseguir a Chiquit�n. Adem�s, los ni�os
del este eran m�s d�ciles y f�ciles de educar. Y muy guapos, como comprob� Papi
al entrar en la web.



Montones de adolescentes en busca de pap� dirig�an sus
miradas, a veces inocentes, a veces p�caras, a Papi desde la pantalla del
ordenador. La agencia los catalogaba por muchos criterios; pa�s de origen, tipo
de cuerpo, m�s delgado o m�s atl�tico, edad, desde peque�os adolescentes de 16
a�os hasta ni�os ya m�s formados de veintitantos, y condiciones del contrato de
adopci�n. Papi puls� la condici�n de aceptar castigo corporal de sus pap�s; se
abri� una nueva pantalla de chicos sumisos, pero era dif�cil encontrar a Misha
entre ellos.



Papi tecle� el link directo hacia la p�gina de Misha, y el
muchacho lo mir� sonriente. Ten�a 18 a�os, era delgado, rubito, y con cara
angelical. Se defin�a como un ni�o obediente, que a veces pod�a ser travieso
tambi�n, aunque nada que no se pudiera remediar con una mano firme. Buscaba un
pap� cari�oso que le hiciera sentirse protegido. Entend�a que pap� a veces deb�a
castigarle y promet�a ser bueno.



Era f�cil de entender que t�o Sergio se hubiera quedado
prendado del ni�o. Viendo a tantos chicos guapos, a Papi le hab�an entrado ganas
de darle un hermanito a Chiquit�n, pero ahora su sobrino le parec�a especial y
diferente a todos los otros ni�os de la web. Papi vio todos sus fotos, por
supuesto tambi�n los desnudos; la agencia sab�a que poner fotos de los ni�os
desnuditos aumentaba las adopciones; a los pap�s les gustaba ver los culitos que
m�s tarde podr�an acariciar, y, en algunos casos, azotar.



T�o Sergio hab�a ido a visitar a Misha a su pa�s, un tr�mite
obligatorio para la adopci�n. Misha en persona era todav�a m�s dulce que en las
fotos, al parecer; se hab�a dejado sentar en las rodillas de su futuro pap�,
besar y acariciar. Adem�s de ser muy cari�oso, se hab�a mostrado muy comprensivo
cuando t�o Sergio le hab�a explicado, con ayuda de un int�rprete, que era
estricto y partidario de la mano dura, y que si lo adoptaba, le dar�a muchos
azotes para ense�arle a ser bueno. El int�rprete le hab�a propuesto poner al
peque�o sobre sus rodillas y darle su primera azotaina, para que se fuera
haciendo a la idea. T�o Sergio prob� la sumisi�n del ni�o mand�ndolo levantar y
desnud�ndolo delante del int�rprete. Aunque con cara muy seria y de
circunstancias, Misha se dej� hacer y se coloc� completamente desnudo sobre las
rodillas de su futuro pap�. Contento ante la obediencia del peque�o, t�o Sergio
no lo azot�; le dio un par de palmadas suaves, lo levant� y lo sent� de nuevo
desnudito sobre sus rodillas para abrazarlo fuerte.



Papi record� enternecido el relato de t�o Sergio, no muy
diferente de su primer encuentro con Chiquit�n antes de adoptarlo. Ante
recuerdos tan bonitos, no pudo menos que levantarle al ni�o su castigo; lo sent�
desnudo de cintura para abajo sobre sus rodillas y lo abraz� muy fuerte, muy
fuerte, como a �l le gustaba. Chiquit�n, muy contento, llen� a su pap� de
besitos en la cara, los labios y el cuello, antes de ponerse como loco a ver las
fotos de su primito.




**********************************************************************



Cuando llegaron a casa del t�o Sergio, Chiquit�n y su Papi
solamente tuvieron tiempo de saludar antes de que llamara a la puerta el
encargado de la agencia de adopciones. El se�or Fradkov era un hombre de la edad
de Papi y el t�o Sergio, sonriente y de aspecto afable, que hablaba
correctamente aunque con un marcado acento extranjero. Lo acompa�aba un
representante de asuntos sociales, que tra�a cogido de la mano a Misha. El
muchacho, medroso aunque con expresi�n contenta, encandil� enseguida a toda su
nueva familia. T�o Sergio lo estrech� cari�osamente entre sus brazos y le dio
multitud de besos en las mejillas, antes de presentarle a su nuevo t�o y su
nuevo primo, que le dispensaron una bienvenida igual de calurosa. El encargado
de asuntos sociales se march� discretamente puesto que su funci�n hab�a ya
acabado, dejando al se�or Fradkov solo con la feliz familia.



T�o Sergio, radiante de alegr�a de tener por fin a su ni�o en
casa, rode� los hombros del peque�o en un abrazo protector, mientras hac�a
comentarios destacando lo guapo que era y lo bien que le sentaban los
pantaloncitos muy cortos que vest�a, aunque desaprobando el vello en los muslos
de Misha. El se�or Fradkov ri� aprobando los comentarios del nuevo pap�, antes
de dar unas aclaraciones:



"Misha todav�a no habla su idioma, no entiende m�s que unas
pocas palabras. Una de sus primeras labores educativas como pap� ser�
ense��rselo. Como ya le coment� cuando vino a nuestro pa�s, es un ni�o dulce
pero un poco vago y mimoso. Necesita mano dura, y lo mejor ser� que le marque
los l�mites muy pronto, ya desde hoy mismo. No tenga miedo de castigarlo en mi
presencia, m�s bien al contrario. Yo tengo la obligaci�n de quedarme hasta que
compruebe que el ni�o obedece a su nuevo pap� y est� dominado y bajo control.
Pero usted procure olvidar que yo estoy aqu�; no intervendr� salvo que lo vea
necesario, y no ejercer� de traductor entre usted y su hijo. El muchacho debe
acostumbrarse desde ahora a que le hablen en su nuevo idioma"



"Muy bien" T�o Sergio no quitaba los ojos de su ni�o; le
acarici� el trasero, bien marcado por los pantalones cortos, mientras le
hablaba: "Misha, est�s en casa"



El jovencito miraba alternativamente a su pap� y al se�or
Fradkov, con expresi�n un poco confusa, puesto que no entend�a nada de lo que
los adultos dec�an. T�o Sergio le dirigi� una amplia sonrisa, para darle
confianza, mientras le preguntaba, ayud�ndose de gestos, si quer�a algo de
beber.



El peque�o no parec�a tener hambre ni sed. "Muy bien,
entonces te daremos un buen ba�o. Lo necesitar�s despu�s de un largo viaje"



Papi propuso ba�ar a los dos ni�os juntos; de esta forma,
para obedecer a los mayores, Misha s�lo tendr�a que imitar lo que hiciera
Chiquit�n. T�o Sergio y el se�or Fradkov encontraron excelente la idea.



As� pues, Papi empez� a desnudar a Chiquit�n; Misha se
extra�� un poco, y m�s cuando t�o Sergio empez� a hacer lo mismo con �l y le
quit� el jersey. Cuando su nuevo pap� empez� a desabotonarle la camisa, el
peque�o se asust� y empez� a resistirse.



"Misha, tranquilo, s� bueno y estate quieto. Mira a tu primo"



Pero a Misha empezaba a asustarle que le hablaran en un
idioma extra�o y le desnudaran. Tuvo el impulso de echar a correr, aunque la
mano fuerte de t�o Sergio lo impidi�.



"Jovencito, �d�nde vas?"



El ni�o forceje� con t�o Sergio, que vio llegado el momento
de estrenarse como pap�. Moviendo la cabeza en se�al de desaprobaci�n, se sent�
en una silla, agarr� con fuerza al muchacho, y lo coloc� boca abajo sobre sus
rodillas para darle a su hijo sus primeros azotes.



"Ni�o malo, PLAS, ni�o malo, PLAS, ni�o malo, PLAS"



La reacci�n de Misha era comprensible dadas las
circunstancias, por lo que t�o Sergio no peg� demasiado fuerte; solo quer�a que
el ni�o comprendiera que lo que hac�a no estaba bien. Le dio tres o cuatro
azotes flojos m�s sobre la parte trasera de sus pantaloncitos, y a continuaci�n
le acarici� el trasero cari�osamente antes de poner al ni�o de nuevo en pie.



Misha se llev� las manos a las nalgas con expresi�n de
fastidio. T�o Sergio le dio una palmada suave en las manos y se las coloc�
cruzadas detr�s de la nuca, mientras le desabotonaba la camisa. Tras la camisa,
t�o Sergio le quit� los zapatos y calcetines. La estupefacci�n, y tambi�n podr�a
decirse que el miedo, se iba dibujando en la cara de Misha, al ver que Papi
estaba ya baj�ndole los calzoncillos a Chiquit�n. Sobre todo al ver las tenues
pero perceptibles marcas de la vara en sus nalgas. El peque�o empez� a sacudir
todo su cuerpo con expresi�n de rechazo cuando t�o Sergio le baj� los
pantalones.



"Misha, quieto"



"Miiisha, quieto, si no ya sabes lo que pasa"



Al ir a bajarle los calzoncillos, la �nica prenda que
separaba al ni�o de la desnudez total, Misha hizo un nuevo intento de escapar.
Con agilidad, t�o Sergio lo captur� enseguida y lo llev� cogido de una oreja
hasta la silla, en la que le esperaba un nuevo castigo.



Para su segunda azotaina, el peque�o parec�a ya conocer la
rutina y se resign� sin oponer mucha resistencia mientras t�o Sergio lo colocaba
boca abajo sobre sus rodillas. S� hubo protestas cuando su pap� le baj� los
calzoncillos y el bonito culo de Misha apareci� a la vista de los presentes. T�o
Sergio aplac� r�pidamente las protestas descargando el primer azote.



El se�or Fradkov contempl� con admiraci�n, y tambi�n con
excitaci�n, lo r�pido que hab�a entrado t�o Sergio en su papel de pap�, y pens�
en el informe tan favorable que iba a redactar para la agencia de adopciones.
T�o Sergio azotaba a Misha con toda la naturalidad de un padre que llevara toda
la vida haci�ndolo; lo suficientemente fuerte para hacerse respetar, pero
teniendo en cuenta tambi�n la poca experiencia del joven, cuyas hermosas nalgas
iban adquiriendo un tono rosado, que con el paso de los minutos y los azotes se
ir�a convirtiendo en un rojo intenso. Viendo la manera experta en que castigaba
a su hijo, t�o Sergio, adem�s de disfrutar de una forma natural dando azotes,
deb�a de tener experiencia en la disciplina de muchachos.



El hombre pens� que seguramente la experiencia le vendr�a de
cuidar de su sobrino; sentado desnudito sobre las rodillas de su pap�, Chiquit�n
contemplaba el castigo con una sonrisa tierna de admiraci�n a su t�o, y al mismo
tiempo de comprensi�n hacia el ni�o azotado. Papi le acariciaba con dulzura las
piernecitas mientras alababa tambi�n en su interior la autoridad de su hermano a
la hora de imponer disciplina.



Muchos azotes despu�s, el culito de Misha descansaba,
caliente y colorado, sobre las rodillas de t�o Sergio, que lo acariciaba
mientras el muchacho sollozaba. No habr�a ya m�s intentos de rebeli�n; t�o
Sergio levant� cuidadosamente al ni�o de su regazo, y lo abraz�. A pesar de los
azotes, el jovencito se apret� con fuerza contra su pap�; hab�a entendido que
deb�a obedecer, y se dirigi� sin rechistar, desnudo y con el culito rojo, hacia
el cuarto de ba�o. Chiquit�n se levant� tambi�n de las rodillas de su papi, y
los dos jovencitos fueron cogidos de la mano de sus pap�s, desnudos y
obedientes, hacia la ba�era.



T�o Sergio los coloc� a los dos de pie en la ba�era y jug� a
remojarlos con el agua templada. Chiquit�n y Misha rieron contentos, y Misha ya
no parec�a tan cohibido como hac�a un rato. Hasta se habr�a olvidado de la
azotaina que acababa de recibir si no fuera porque t�o Sergio dirig�a a veces un
chorro de agua caliente hacia sus nalgas todav�a escocidas; el muchacho pon�a
entonces cara de dolor y se frotaba el culete con las manos mientras Chiquit�n y
los adultos se re�an.



Pero lleg� la hora de ponerse serios, y pasar a la limpieza
de los peque�os. T�o Sergio cogi� un gran cepillo lleno de agua jabonosa y
empez� a frotar con energ�a a Chiquit�n. El muchacho, que se hab�a puesto mimoso
tras los jueguecitos con el agua, empez� a quejarse de la severidad del
cepillado y a arquear y doblar el cuerpo para intentar zafarse. T�o Sergio lo
agarr� de la colita para que no se moviera, pero el resultado fue que las quejas
del muchacho se redoblaron, y Chiquit�n acabo resbalando y empujando a Misha.
Los dos ni�os estuvieron a punto de caer de bruces fuera de la ba�era, y t�o
Sergio acab� empapado.



Chiquit�n pidi� perdon, pero la expresi�n de t�o Sergio dej�
claro que no iba a pasar por alto esa irresponsabilidad de su sobrino. Tras
soltar el cepillo, atrajo al peque�o hacia s�, le hizo inclinarse, y empez� a
darle una merecida zurra en el culete mojado.



En solo un par de minutos, Chiquit�n hab�a pasado de la risa
y el juego al quejido y al escozor en el culete. Los azotes de la pesada mano de
t�o Sergio picaban el doble sobre las nalgas mojadas; t�o Sergio oblig� al
muchacho a inclinarse m�s para colocar el culito bien en pompa, poniendo el ano
y los genitales de Chiquit�n perfectamente a la vista, tanto a la suya como a la
de Papi y el se�or Fradkov, que contemplaban el justo castigo del muchacho con
aprobaci�n.



La azotaina prosegu�a ante los ojos at�nitos de Misha, que se
acariciaba las nalgas ante la terrible posibilidad de que su nuevo pap� la
emprendiera a continuaci�n con �l. Chiquit�n se quejaba cada vez con m�s fuerza;
aunque era consciente de su comportamiento travieso y sab�a que se merec�a una
zurra, los azotes sobre el culete mojado y todav�a no completamente repuesto de
la vara, eran un castigo severo, hasta para un ni�o acostumbrado a la mano dura
de Papi.



"Aaaau, uuuuuuuh, ayyyy, t�o Sergio nooo, perd�n, aaaaay"



"Ni�o travieso. Muuy travieso. Ya te ense�ar� yo a jugar en
la ba�era"



Cuando el culito de Chiquit�n alcanz� un tono rojo tomate y
el peque�o pensaba que ya nada pod�a empeorar, t�o Sergio le demostr� lo
equivocado que estaba cogiendo el gran cepillo y empezando a azotarle con �l.
Efectivamente, nuevas cotas de escozor en el trasero eran todav�a alcanzables
para nuestro amiguito.



"Aaaaaaay, el cepillo nooooooooooo"



Papi se sent�a a la vez divertido y muy excitado por la
visi�n de las nalgas casi escarlatas de Chiquit�n ofrecidas para el castigo.
Pens� acertadamente que t�o Sergio estaba d�ndole a su sobrino un escarmiento
para que el aterrorizado Misha tomara buena nota y no se moviera cuando le
tocara el turno de ba�o.



Y as� fue. Cuando por fin el cepillo dej� de caer sobre el
culete de un sollozante y tierno Chiquit�n, t�o Sergio pudo seguir con el
enjabonado y aclarado del ni�o sin nuevos problemas. Y la misma falta de
incidencias se produjo con Misha; muy prudente ante la gran azotaina que acababa
de presenciar, el jovencito ni se inmut� cuando t�o Sergio lo enjabon�, ni
siquiera a la hora de lavar los genitales del peque�o, con los que su padre se
detuvo un buen rato. A continuaci�n, ante un lev�simo gesto de su pap�, Misha se
dio la vuelta y se inclin� d�cilmente para permitir el aseo de su trasero, que
incluy� una delicada penetraci�n digital por parte de t�o Sergio en el ano del
peque�o. Un t�mido ay, que son� cuando el joven not� el dedo enjabonado en su
interior, fue la �nica protesta que se oy� en un momento tan dif�cil como el
primer ba�o de un ni�o reci�n adoptado. El se�or Fradkov pocas veces se hab�a
encontrado con pap�s primerizos tan expertos.



Finalizado el ba�o, t�o Sergio ayud� a los peque�os a salir
de la ba�era y los sec� cari�osamente. Con el culito todav�a inmensamente rojo,
Chiquit�n recuper� la sonrisa con los mimos de su t�o al secarlo. Tambi�n Misha,
limpito y m�s guapo aun que antes, se ve�a contento y sonriente. Mientras lo
secaba, t�o Sergio dese� afeitarle el vello p�bico y de las piernas lo antes
posible; pero eran ya bastantes cambios en la vida del joven para un solo d�a, y
tambi�n hab�a que dejar algo para hacer al d�a siguiente. Sent� a Misha sobre
sus rodillas y acarici� su cuerpecito desnudo de adolescente.



"Muy bien, jovencito. Ahora a cenar y a la cama"



Visto el dominio de la situaci�n que hab�a demostrado el t�o
Sergio, el se�or Fradkov decidi� dar su misi�n por finalizada. Solo restaba por
cumplir con las formalidades legales y hacerle su regalo al nuevo pap�.



"De acuerdo; creo que ha llegado el momento de dejar a la
familia sola. Creo que va a ser usted un excelente pap� para Misha" Abri� el
malet�n que tra�a consigo. "Ser pap� es una tarea dura, no obstante, y tengo
aqu� algunos instrumentos que pueden serle �tiles; es un regalo de la agencia de
adopciones"



El se�or Fradkov comenz� a extraer art�culos del malet�n. El
primero era una zapatilla.



"Esta zapatilla tiene una suela especial, dura y resistente;
naturalmente puede ser calzada, pero est� especialmente dise�ada como
instrumento de castigo. Vea que suela; se pueden dar unas palizas estupendas con
ella" El se�or Fradkov, tras palpar la suela, le pas� la zapatilla al t�o Sergio
que la observ� con detenimiento y aprobaci�n.



"Lo mismo puede decirse de esta regla; muy efectiva para
utilizar con el muchacho colocado sobre sus rodillas ..... pero si prefiere los
azotes con el culito inclinado sobre la mesa, esta vara es de primera clase. Una
buena azotaina con esto, y tendr� a Misha obediente y sumiso durante varios
d�as"



T�o Sergio mir� sonriente a Misha; la expresi�n tan seria del
ni�o, que se llev� ambas manos a las nalgas con consternaci�n, evidenciaba que
comprend�a perfectamente para que serv�an aquellos instrumentos.



"Y he aqu� un peque�o l�tigo compuesto por varias ramas;
seguro que ahora le parecer� un castigo un poco excesivo. Pero los ni�os a veces
se portan mal, e incluso los mejor educados necesitan una lecci�n especial que
recuerden durante alg�n tiempo. Aunque no lo crea, acabar� d�ndoles buen y
frecuente uso a todos y cada uno de estos instrumentos. Sobre todo, se dar�
cuenta de cuanto los necesita el culete de Misha y del excelente resultado que
dan"



T�o Sergio agradeci� efusivamente la generosidad de la
agencia.



"Ah, se me olvidaba algo importante" El se�or Fradkov sac�
varios metros de cuerda enrollada. "Durante los primeros d�as, tendr� que atar a
Misha en muchas ocasiones, sobre todo a la hora de dormir. Es imprescindible,
puesto que por momentos tendr� deseos de escapar; los intentos de fuga son
completamente naturales en las adopciones, especialmente antes o despu�s de una
buena zurra en el culo. Cuando ocurran, hay que castigarlos severamente, pero no
darles mayor importancia"



Tras dar la mano a t�o Sergio y a Papi y besar a los ni�os,
el se�or Fradkov se march� contento y orgulloso de la familia que hab�a
conseguido para Misha.



Esa noche, t�o Sergio durmi� por primera vez con su hijito.
Al ir a atar su cuerpo desnudito a la cama, el peque�o intent� forcejear. Desde
el cuarto contiguo, Papi y Chiquit�n escucharon la azotaina que t�o Sergio se
vio obligado a aplicar al peque�o para hacerlo entrar en raz�n. Sin dejarse
amilanar por las abundantes l�grimas que corr�an por la cara de Misha ni por el
vivo tono rojo que los azotes hab�an dejado en sus nalgas, t�o Sergio lig� con
fuerza los dos brazos y las dos piernas del joven a las esquinas de la cama, y,
una vez bien sujeto, comenz� a acariciar todo su cuerpo con suavidad.



T�o Sergio puso un especial �nfasis en la colita del ni�o,
que empez� a crecer ante las caricias de su pap�. Misha fue pasando
progresivamente del llanto a la tranquilidad, y de la tranquilidad al placer,
hasta lograr un orgasmo de una intensidad que sorprendi� a ambos. Como ocurre
con muchos otros ni�os, el placer de Misha se ve�a aumentado por la sensaci�n de
ser sometido y castigado.



Aliviado y tranquilo, el peque�o se durmi� dulcemente rodeado
por los brazos de su pap�. T�o Sergio acarici� los cabellos del muchacho dormido
pensando que su sue�o se hab�a hecho por fin realidad. Al d�a siguiente,
comenzar�a la nueva vida de Misha; los pantalones cortos ya estaban preparados,
as� como la cuchilla para el afeitado del vello, y los instrumentos de castigo,
necesarios para las lecciones de espa�ol que �l mismo le impartir�a. T�o Sergio
imagin� la dulce escena del bonito culo desnudo de Misha inclinado sobre la mesa
durante las clases; el cuaderno, los pantaloncitos cortos por las rodillas, las
marcas de la vara en las nalgas, los genitales asomando .... El nuevo pap� se
durmi� con una sonrisa en los labios, la de quien tiene la seguridad de que sus
deseos se van a cumplir muy pronto.


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Relato: Chiquitin tiene un primo
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