A�O 1.926
Continu� foll�ndome y chup�ndole el co�o a Nere todas las
noches. Ten�a tanta leche suya en el est�mago que hasta engord�. Adem�s, de
repente, se me hab�a despertado un apetito de lobo y hasta Nela, la garrida y
fondona cocinera, estaba admirada de mi voracidad.
Nere dec�a que no pod�amos continuar as�, que me pondr�a
enfermo porque todos los d�as nos disfrut�bamos cuatro o cinco veces y otras
tantas por la noche. Dec�a que ella pod�a soportarlo, pero que los hombres no
�ramos iguales que las mujeres. La convenc� a fuerza de repetirle que no ten�a
ning�n desgaste puesto que no eyaculaba; pareci� quedar conforme con la
explicaci�n.
Cierto es que todos los excesos son perjudiciales, que si uno
se empacha con un manjar, por muy exquisito que est�, procurar� comer otra cosa,
variar de condumio, cambiar de sabor, aunque siga apeteci�ndote siempre tu plato
preferido, y eso era lo que me pasaba a mi. Por supuesto que yo no estaba harto
de Nere, ni mucho menos, al contrario, cada d�a estaba m�s enamorado de ella. El
s�lo hecho de desnudarla o de verle los muslos al subir las escaleras, de
extrujarle el sexo a escondidas, me pon�a el miembro como el remo de una
trainera. Pero, al mismo tiempo, deseaba algo m�s, necesitaba variar. Nere me
resultaba un suculento manjar como primer plato, pero a m� me faltaba el postre.
Megan estaba all�. Megan estaba cachond�sima. Megan era muy
guapa. Megan me apetec�a de postre y, durante tres a�os, la hab�a estado
observando por arriba y por abajo. Tambi�n ella observaba mis manejos aunque yo
no me diera cuenta hasta que finaliz� el proceso de acercamiento. Cada d�a me
fijaba m�s en ella, en su belleza y en su espl�ndido cuerpo de �nfora romana.
Notaba su excitante perfume cuando estaba a su lado, miraba sus esculturales
piernas y aprovecha el menor descuido suyo para mirarle los muslos y las bragas.
Se convirti� en un verdadero vicio mirar sus bragas e imaginar el sexo bajo la
tela.
Este voyerismo m�o que duraba ya casi tres a�os result�
fruct�fero cuando menos me lo esperaba. Fue durante una clase, mientras traduc�a
de pie a su lado un texto franc�s directamente al espa�ol. Ten�a el brazo
toc�ndole una teta, redonda y dura como pomelos verdes, y se me estaba empinando
la estaca con el roce.
No fui capaz de traducir bien la expresi�n francesa et
aujuord�hui je fait la grass matin�e, que es un modismo del lenguaje
que correctamente significa: y hoy se me han pegado las s�banas al cuerpo,
pero que yo traduje casi literalmente. Me dijo que no, y, para asombro m�o,
recib� un peque�o pellizco en el culo. Gir� la cabeza para mirarla y ten�a la
cara tan cerca de la m�a que, sin poder evitarlo, la bes� pas�ndole la lengua
por los labios. No se apart� y durante unos segundos intent� meterle la lengua
en la boca sin conseguirlo, porque mantuvo sus labios firmemente apretados.
Se levant� de repente frunciendo el entrecejo y cre� que iba
a darme una bofetada. Pero no, me envi� a mi asiento indic�ndome que siguiera
traduciendo el texto, y sali� de la habitaci�n. Resopl�, imaginando que iba a
dec�rselo a Nere. Tambi�n me equivoqu�, volvi� al poco rato con un libro bajo el
brazo. La mir� justo en el momento en que estaba de espaldas y cerraba la puerta
con llave, cosa que nunca hac�a. Recuerdo que pens�: << Algo est�s tramando, si
es lo que pienso no te defraudar� >>. Se sent�, enfrasc�ndose en la lectura sin
mirarme ni decirme media palabra.
Mir�ndola de reojo dej� caer el l�piz, como hago siempre que
quiero verle las bragas, y mientras lo recog�a, vi que se hab�a dejado la
faldilla por encima de las rodillas y ten�a los muslos bastante separados. El
coraz�n me salt� de emoci�n al comprobar que no llevaba bragas y no pude apartar
los ojos de su rizado co�o rubio oscuro. Aquello era una provocaci�n y me
demostraba que Megan hac�a mucho tiempo que se hab�a dado cuenta de que los
l�pices no se ca�an al suelo por casualidad. Por lo tanto, hab�a dejado que le
mirara los muslos y las bragas siempre que me apetec�a, y el objeto de su
permisividad me lo pon�a muy claro. Yo no necesitaba m�s que me dieran un dedo
para llevarme todo el brazo. Por otra parte era l�gico que una mujer joven como
ella, sometida a abstinencia forzosa varios a�os, ten�a que explotar alguna vez.
Levant� la cabeza y me mir� muy seria, le sonre� con toda
desverg�enza, pero no hizo ning�n comentario ni cambi� de postura. No sonri�,
pero tampoco dio muestras de enfado. Mi verga estaba ya como palo de baupr�s.
Aquello me anim� a seguir agachado mir�ndola abiertamente con todo descaro.
Ninguna reacci�n por su parte, de modo que, a gatas como un ni�o chico, me fui
aproximando en espera de ver qu� hac�a. Como no se movi�, mi atrevimiento
aument� considerablemente, pues era imposible que no percibiera mis manejos
aunque solo fuera de reojo.
Cuando estuve bajo la mesa, pude distinguir los gordezuelos
labios de su co�o cubiertos de rizos, y supe, sin lugar a dudas, que pod�a hacer
lo que me apeteciera. No me equivoqu�. Ni se movi� cuando mis manos se posaron
en sus magn�ficas rodillas y subieron acariciando los muslos hasta alcanzar su
co�o. Segu�a impert�rrita, como si yo no existiera.
Met� la cabeza entre la tibia carne nacarada de los muslos
lami�ndolos descaradamente. Los lam� hasta la conjunci�n de las ingles con el
precioso co�o rubio, deteni�ndome all� para mordisquearle los gordezuelos labios
de la vulva, lamerle la ingle sintiendo el cosquilleo que sus rizos produc�an en
mis labios. Sigui� inm�vil, como si la �ntima caricia de la boca no fuera con
ella. Excitado, sin poder abrir su sexo, tuve que empujar con fuerza mi cara
para conseguir que los separara.
Le abr� con los dedos el estuche y lo lam� de arriba abajo
hasta tocar el tapizado del sill�n. No pod�a llegar m�s abajo y segu� lamiendo
lo que alcanzaba. Muy despacio se fue deslizando hacia delante, separando al
tiempo los muslos de tal forma que todo su co�o abierto por mis dedos qued�
delante de mis ojos. Casi no ten�a olor, mejor dicho, ten�a un olor suave, de
pinocha, y un sabor semidulce, como el cava m�s o menos. Chup� la jugosa y
h�meda carne rosada, met� la lengua en la vagina lami�ndola por dentro, y volv�
sobre el congestionado bot�n del cl�toris. Cuando lo sorb� con fuerza pasando la
lengua sobre su dura carne, sus muslos tremolaron y o� su respiraci�n agitada.
Segu� chup�ndolo, aspir�ndolo con violencia y pasando la lengua por el duro
bot�n congestionado, consiguiendo que sus muslos se estremecieran una y otra
vez.
Segu� durante un buen rato lamiendo el precioso bot�n. Con mi
barbilla hundida en su vagina not� cuando �sta comenz� a aletear con el orgasmo
y entonces puse la boca en la entrada sorbiendo con fuerza el espeso licor de su
cl�max, oy�ndola gemir mientras sus manos me oprim�an la cabeza con furia contra
su sexo palpitante. Cuando se calm� segu� lami�ndola, volviendo sobre el
cl�toris, pero ella me lo impidi�, echando el sill�n hacia atr�s. Sigui�
sentada, esparrancada y mir�ndome. Me puse de pie. Vi que miraba mi abultada
bragueta. Me cogi� por la camisa tirando de m� y qued� entre sus muslos.
Sin decir palabra me desabroch� el cintur�n y mi pantal�n
cay� arrugado a mis pies. Tambi�n me baj� los calzoncillos y mi tieso m�stil
qued� ante sus ojos. La erecci�n me llegaba al ombligo y entonces fue cuando
coment� admirada:
-- Vaya... a�n ha crecido m�s, no me extra�a que tu hermana
se encuentre tan satisfecha, se ve que lo disfruta a placer.
-- Eso es mentira � coment�, asombrado del comentario.
--�Mentira? - pregunt� sonriendo - � Est�s diciendo que
miento? � Y qui�n entra todas las noches en su habitaci�n? Yo no, por supuesto.
-- Yo no... ella no... - me estaba enredando yo solo
Movi� la cabeza despacio en sentido afirmativo. Sus bellos
ojos azules no me perd�an de vista. Y se levant� cogi�ndome la verga con toda la
mano y arrastr�ndome hasta el sof� de la biblioteca. Se tumb� de espaldas
conmigo encima. Ten�a unas ganas de foll�rmela que no pod�a aguantarme. Se
levant� la faldilla hasta la cintura y mi verga qued� aprisionada entre su
vientre y el m�o.
--�No era esto lo que deseabas hace tanto tiempo? - pregunt�
acarici�ndome las nalgas.
-- Si, Megan, era esto - respond� bes�ndola furiosamente y
meti�ndole la lengua en la boca hasta la garganta. Separ� los muslos y mi verga
roz� su vulva.
--�Qu� esperas, guapito?
Cog� la verga con la mano levantando las nalgas y le abr� la
caliente vulva con el congestionado capullo. Ella se movi� haci�ndolo resbalar
hasta la entrada de la vagina. El grueso glande se abri� paso quedando enterrado
hasta el reborde de la vara. Me mord� los labios de placer. Hac�a mucho tiempo
que la deseaba, pero nunca hubiera imaginado que podr�a foll�rmela tan
f�cilmente.
-- �Oh, Dios! - exclam� presionando la verga que se desliz�
despacio hasta la mitad - que cachonda est�s.
-- Oh, si... guapito... tu tambi�n lo est�s... anda, sigue
clav�ndola, guapito, � o piensas quedarte as�?
-- No, preciosa, te la meter� hasta los huevos, pero quiero
saborearte con tiempo.
Comenc� a clav�rsela despacio, haci�ndole notar cada
mil�metro de polla que la penetraba, mientras ella me besaba y lam�a la cara
como si fuera un caramelo de feria. Finalmente me hund� dentro de ella hasta los
test�culos. Estaba caliente como un horno, tan caliente como el de Nere. Le
rode� el cuello con los brazos y la bes� meti�ndole la lengua en la boca. Me la
chup� tan fuerte que me hizo da�o. Luego se separ� para comentar:
-- Tienes un pene que muchos hombres mayores quisieran tener,
es un buen tronco, pero no te muevas, no quiero que te corras y me dejes en
blanco.
-- Puedo follarte hasta que te canses - coment� muy ufano.
-- Vaya lenguaje, � es el que te ense�a tu hermana cuando lo
hac�is?
-- No, ella dice hacer el amor - me hubiera cortado la
lengua, pero ya no ten�a remedio. Se ri� de buena gana, y cerr� su boca sobre la
m�a sorbi�ndome los labios con tanta fuerza que de nuevo me hizo da�o. C�mo
logr� meter su lengua dentro de mi boca no lo s�, pero experiment� un placer
may�sculo. Dej� de sorberme los labios.
-- Claro, entiendo que tu hermana te deje hacer lo que
quieras, eres demasiado guapo y encima tienes un miembro como un caballo,
querido m�o � Qu� te pasa? - pregunt� cuando comenc� a temblar.
-- Me estoy corriendo... ahora... ahora... -- volv� a meterle
la lengua y ella me apret� las nalgas con tanta fuerza que los labios de su
vulva se incrustaron en mi carne moj�ndola con su tibia humedad.
--�Lo has disfrutado, eh?
-- Si - le susurr� al o�do.
-- Ya sab�a yo que durar�as poco, En fin...
-- No lo creas - cort� r�pido.
Comenc� bombearla despacio, entrando y saliendo con toda la
lentitud posible para que disfrutara como lo hac�a Nere al notar en cada entrada
la dureza de mi polla. Me chup� el l�bulo de la oreja tan suavemente que me hizo
cosquillas.
-- Quien lo dir�a. � Cuantas veces la haces disfrutar en una
noche?
-- Seis o siete - susurr� chup�ndole el l�bulo como ella me
lo hab�a hecho a m�.
-- �No es posible! - se asombr� - est�s de broma � verdad,
guapito?
-- Ya lo ver�s. � Te gusta, eh? - coment� cuando empez� a
temblar.
Notaba el temblor en sus muslos, que pronto pasaron a la
vagina. Su co�o me sorb�a la verga hacia dentro como una ventosa, la aspiraba
con fuerza como si temiera quedarse sin ella.
-- M�s deprisa, m�s deprisa Toni, cari�o, m�s fuerte, as�,
as�, as�, c�rrete, por favor, c�rrete dentro de m�, as�, cari�o, as�, que sienta
temblar tu hermosa polla, si, si, si...
Cuando se calentaba era tan mal hablada como yo. Me apret�
contra ella como una loca cuando de nuevo not� los saltos de mi miembro dentro
de su palpitante vaina. Acab� de correrme y ella a�n segu�a lanzando esperma
sobre la punta de mi verga y esa caricia me resultaba tan deliciosa que a�n se
me puso m�s tiesa. Antes de que acabara de correrse ya estaba bombe�ndola de
nuevo.
-- Para, para un momento, por favor - respiraba a bocanadas -
Es incre�ble, hay que verlo para creerlo.
--�Quieres que lo hagamos otra vez?
Mir� su reloj antes de responder:
-- �Qui�n lo dir�a en un ni�o de ocho a�os!
Tuve que aguantarme durante un buen rato hasta que comenz� a
gemir. Esta vez cre� que me desmontaba. Me apretaba la verga con tal fuerza que
a no tenerla tan grande y tan apretada en su co�o, me la hubiera expulsado con
la fuerza de sus m�sculos vaginales y eso, fue para mi una sorpresa. Me cogi� la
lengua aspir�ndola hasta la garganta, mientras sus manos apretaban mis nalgas
con una fuerza descomunal. Estaba tan clavado en ella que toda su vulva la
notaba en mi imberbe pubis como una deliciosa y h�meda ventosa. Se corri� a
borbotones, bramando como una loca. Tuve que taparle la boca con la m�a y
comenc� a correrme dentro de ella mientras le sacaba una preciosa teta para
mam�rsela con frenes�.
-- Uf, que barbaridad de ni�o este - respiraba a bocanadas -
lo necesitaba, cr�eme.
-- Si, se ve que lo necesitas, Megan - coment� bes�ndola
suavemente
-- Si querido, lo necesitaba y mucho.
--�Quieres que volvamos a corrernos, preciosa?
--�Es que nunca se te baja?
-- Claro que se me baja, pero a�n falta mucho.
--�Cu�nto?
-- Por lo menos otras tres veces.
-- Eso habr� que verlo - coment� mirando de nuevo el reloj de
pared
Cuando not� que iniciaba de nuevo el vaiv�n de met�rsela y
sac�rsela coment�.
-- No, se est� haciendo tarde.
-- Pues d�jame que te chupe el co�o. Te har� disfrutar
enseguida - y se la saqu� metiendo la cabeza entre sus muslos sin esperar su
autorizaci�n. Ten�a casi una rosquilla de esperma blanquecina y espesa rodeando
la entrada de su vagina, la sorb� aspirando toda la que le hab�a quedado dentro.
Cuando puse la boca sobre su cl�toris y lo sorb� con fuerza, resping�
agarr�ndose a mis cabellos. No tard� ni dos minutos en comenzar a correrse y de
nuevo met� la lengua en su vagina aspirando con ansia toda su emisi�n, que fue
muy abundante. Ten�a un sabor parecido al de Nere, pero algo menos amargo. Gem�a
de placer mientras se retorc�a bajo mis caricias y casi me ahogaba al presionar
mi cabeza fuertemente contra su sexo rezumante.
-- Uf, ni�o, �es incre�ble! Pero no puedo m�s. Basta, basta,
lev�ntate por favor.
Me puse de pie, visti�ndome mientras comentaba:
-- Supongo que no se lo dir�s a Nere.
-- Tienes miedo de que se lo diga, � verdad?.
-- No, ninguno, ser�a una pena que lo hicieras, porque te
despedir�a y ya no podr�amos follar nunca m�s.
-- Eres muy astuto jovencito. No te preocupes por m�, eres t�
el que tiene que mantener la boca cerrada si quieres que esto contin�e.
-- Si que quiero. Ma�ana, durante las clases disponemos de
tres horas, podemos corrernos cinco o seis veces.
--�Y si aparece t� Nere?
-- Cerraremos la puerta.
-- Se me ocurre algo mejor.
--�El qu�?
-- Es una sorpresa. Ya lo sabr�s, cari�o.
-- � De verdad soy tu cari�o?
-- Claro, guap�simo. � No soy el tuyo?
-- Tambi�n. Est�s cachond�sima, Megan.
-- Hasta luego, granuja. No veremos a la hora de cenar.
-- Adi�s.
As� acab� aquella tarde y me las promet� muy felices. En vez
de una mujer tendr�a dos, una por la noche y otra por el d�a. No pod�a prever lo
que iba a pasar y de haberlo previsto, no hubiera podido evitarlo. Cen� entre
las dos mujeres que me estaba follando. Megan, que es la �nica de la servidumbre
que come en nuestra mesa, se comportaba como si nada hubiera ocurrido. Mi
hermana todav�a disimulaba mejor que ella. Con su carita de �ngel y sus
preciosos ojos verdes llenos de ingenuidad parec�a la imagen de la inocencia y
daba la impresi�n, para el que no estuviera en el ajo, de no haber roto nunca un
plato. Yo, que sab�a lo mucho que le gustaba follar y que le chupara el
hirviente co�ito, me re�a interiormente pensando si estar�a tan modosita si
supiera lo ocurrido entre Megan y yo. Seguro que la despedir�a y no podr�a
volver a foll�rmela ni chuparle el co�o y tragarme su delicioso licor. Tambi�n
yo deb�a disimular, pero no pod�a detener mis pensamientos por mucho que lo
intentara.
Se me ocurri� una idea que casi hace desternillarme. Tuve que
contenerme porque se hubieran podido enfadar tanto una como la otra,
interpretando mal mi risa. Me imaginaba a m� mismo bajo la mesa, pasando de una
a la otra despu�s de lamerles el co�o y hacerlas gemir de placer. A las dos les
gustaba, aunque Megan, que ten�a cuatro a�os m�s que Nere y quiz� por eso su
leche no era tan espesa, resultaba una nueva experiencia que no estaba dispuesto
a perder.
Bueno, pens�, as� no voy a rebajar mi erecci�n. Tem�a por las
preguntas de Nere a la hora del ba�o. Pero encontr� la soluci�n y dej� de
preocuparme. Disimulaba la hinchada verga como siempre aprision�ndola bajo el
cintur�n, era la forma en que menos se me notaba.
Cuando lleg� la hora de retirarnos a nuestras habitaciones,
nada m�s cerrar la puerta, puse en practica lo que hab�a pensado. Le met� a Nere
la mano por debajo de la falda. Tampoco llevaba bragas y le apret� el co�o con
fuerza, hundiendo un dedo en la h�meda y tierna carne de la vulva.
-- No, d�jame, cari�o. Ya habr� tiempo.
Y por Dios que lo hubo, porque antes de llegar al cuarto de
ba�o ya la hab�a desnudado sin ninguna oposici�n por su parte. Comenc� a lamerle
las tetas y los pezones mientras me desnudaba.
-- Est�s ardoroso, �eh? - coment� cuando nos metimos en la
ba�era.
Ella misma se la meti� dentro en la posici�n de siempre,
mientras segu�a lami�ndole los erguidos pezones. Su vagina empez� a orde�arme
mientras me rascaba suavemente la espalda con las u�as. Era una caricia que me
pon�a m�s caliente que los Altos Hornos de Vizcaya. Comenz� a gemir al notar
como empezaba a saltar en su caliente co�o mi verga congestionada. Se corri� con
los ojos cerrados, mientras yo, junt�ndole las tetas con las manos, le chupaba
los dos pezones al mismo tiempo. Ten�a unas tetas divinas y sabros�simas y eso
me hizo pensar en las de Megan. Me corr� al instante al pensar en ella.
-- Dios m�o... ha sido largu�simo, cari�o. No puedo
aguantarme, me corro cada vez que siento como te late dentro de m�. Creo que
cada d�a te aumenta de tama�o.
-- Claro, cada d�a soy mayor � o no?
No contest�, limit�ndose a besarme y meterme la lengua
chupando la m�a con ardor creciente, comenzaba a correrse y se detuvo, quer�a
alargarlo.
-- Alg�n d�a te cansar�s de m� - coment� de pronto mir�ndome
con ojos l�nguidos.
-- Eso no ocurrir� nunca - y le met� la lengua en la boca
mientras pensaba " no ocurrir� mientras folles tan bien como ahora " - porque
cada d�a te quiero m�s y te encuentro m�s hermosa y cachonda. � Me dejas que te
lo chupe ahora?
--�Debajo del agua? Est�s loco. Te ahogar�as. No, no me la
saques, quiero sentirte otra vez antes de irnos a la cama. Luego tendr�s todo el
tiempo que quieras.
Le lam� todo el contorno de las tetas despacio para ponerla a
tono otra vez, acabando por succionarle una teta mientras le acariciaba la punta
del otro pez�n riz�ndolo con los dedos. Su vagina comenz� a mu�irme otra vez la
dura verga y supe que comenzaba a correrse cuando sent� como palpitaba la
entrada de su vaina sobre la dura ra�z de mi verga y hund�a la dulzura de su
lengua hasta lo m�s profundo de mi boca. No pude aguantarme y, de nuevo, nos
corrimos juntos aunque, como siempre, a ella le dur� m�s que a m�.
Como todas las noches se sent� desnuda delante del espejo de
su tocador para cepillarse su larga cabellera rubia. La miraba desde la cama,
con mi verga tiesa como un garrote y se me ocurri� que bien pod�a cepill�rselo
yo. As� que me levant� y me puse detr�s de ella, con mi dura verga apoyada en su
espalda. Me mir� sonriendo cuando le quit� el cepillo y comenc� a cepillarla
despacio de arriba abajo en lentas pasadas, haciendo tal y como ella lo hac�a.
De pronto se dio la vuelta y se meti� en la boca toda la verga. Sentir sus
labios sobre la piel de mi pubis y la punta del capullo dentro de su garganta me
produjo un placer inmenso. Comenz� a lamer la barra de carne sac�ndola hasta el
capullo y su lengua me hizo estremecer cuando acarici� el frenillo del prepucio.
Segu� pein�ndola a�n m�s despacio, mientras ella segu�a lami�ndola con fruici�n.
Le gustaba sentir en la boca como me palpitaba cuando me corr�a. Quise
contenerme para prolongar el deleite de la mamada, pero su sabia lengua y su
mano acariciando mi escroto me arrastraron a un orgasmo incontenible.
Levant� los ojos risue�os hacia m� cuando not� mi r�gida
picha latiendo incontenible dentro de su boca y comenz� a sorberla con tanta
fuerza que tuve que apoyarme en su cabeza para poder aguantar de pie las
sacudidas de gusto que me produc�a despu�s de correrme. Como mi tranca segu�a
dura ella sigui� mam�ndome sin querer soltarme. La caricia de su lengua me hac�a
temblar violentamente al presionarla arriba y abajo contra la base del frenillo
mientras me sosten�a contra ella con una mano en mi nalga y la otra acariciando
el escroto. Aquella caricia tan prolongada despu�s de haberme corrido acab�
haciendo que casi perdiera el sentido derrumb�ndome sobre ella medio desmayado.
Me abraz� por la cintura y, arrodillada en la moqueta, con la polla en su boca,
me llev� hasta la cama. Me coloc� boca abajo sobre ella con mi cabeza entre sus
muslos y sigui� mam�ndome con frenes�. Separ� los muslos y le abr� el peque�o
co�o con los dedos para hundir mi boca en su tierna y h�meda carne rosada.
Me apoder� del cl�toris, sorbi�ndolo con todas mis fuerzas
mientras lo rozaba violentamente con la lengua, gru�� de placer retorci�ndose
como una lagartija y adelantando su pelvis hacia mi cara, frotando todo su co�o
contra mi boca. Cuando comenz� a correrse hice lo que siempre hac�a, tap� su
vagina con mi boca abierta recibiendo en la lengua su espeso y caliente licor,
hasta que dej� de salir, luego sorb� la vagina logrando extraer las �ltimas
gotas de su prolongado orgasmo.
Y as� seguimos m�s de dos horas, durante las cuales me corr�
cuatro veces en su boca y ella me dio su abundante leche en seis ocasiones,
hasta que se gir� de espaldas dici�ndome que ya no pod�a m�s. Segu�a con la
verga tiesa y se me ocurri� colocarla boca abajo sobre las s�banas separ�ndole
los muslos y oblig�ndole a levantar su precioso culo. Se la met� en el co�o
hasta los huevos al estilo perro mientras mis manos le amasaban las tetas y le
pellizcaba los pezones erguidos como peque�os champi�ones. Supe que volver�a a
gozar en aquella posici�n, con la punta de la polla tan hundida en su co�o que
le rozaba la c�rvix del �tero. Yo quer�a correrme tantas veces como ella, pero
cuando mi verga comenz� a palpitar violentamente dentro de su hirviente vaina,
ella comenz� a culear con el principio de un nuevo orgasmo mientras los m�sculos
de su estuche amasaban toda la barra de carne con violentas contracciones.
Comenc� a correrme cuando not� la algodonosa y h�meda caricia de su leche
golpeando mi capullo.
Bramaba de placer y respir�bamos los dos a bocanadas con la
violencia del orgasmo. Cuando su co�o dej� de palpitar se dej� caer sobre las
s�banas con mi verga dentro de su vagina, respirando como yo a bocanadas. Nos
dormimos en aquella posici�n, aunque amanecimos separados.
Y as� acab� otro a�o. Ten�a dos muchachas de lujo a mi
disposici�n. Ya comprendo que relatar siempre lo mismo puede resultar
reiterativo, pero es que por aquel entonces, y durante muchos a�os m�s, yo no
pensaba m�s que en el sexo de las mujeres. No pod�a mirar a ninguna f�mina de la
casa sin imagin�rmela desnuda, con la vulva abierta, gimiendo de placer.