Relato: Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojas



Relato: Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojas


CAZATESOROS:


SYDNEY Y LAS ZAPATILLAS ROJAS




Por Sigma



Tras el largo viaje de vuelta desde Europa Oriental, Sydney
Fox se encontraba exhausta, hab�a sido una b�squeda muy dif�cil y complicada, lo
�nico que quer�a ahora era tomar un largo ba�o de tina y luego dormir por dos
d�as seguidos.


-Bueno, ha valido la pena -pens� mientras dejaba las maletas
en su alcoba.


Encendi� su radio-despertador en una de sus estaciones de
m�sica favorita (una cl�sica), recogi� su bata y se encamino al cuarto de ba�o.


-Al fin conseguimos encontrar las legendarias "zapatillas
rojas" del cuento �sonri� para si al recordar la famosa historia: una vez que la
chica empez� a bailar con las zapatillas encantadas no pudo parar hasta que la
salv� su pr�ncipe. Una historia infantil m�s... se hab�a encontrado con
fen�menos sobrenaturales antes, pero esto era demasiado rid�culo.


Lentamente se desnud�: primero los ya sucios pantalones de
trabajo y las botas, qued�ndose solo en sus pantaletas tipo bikini, luego su
blusa, dejando sus morenos y redondos senos libres de toda prenda. Abri� la
llave del agua y esper� a que se calentara.


-Espero que Nigel se sienta mejor -susurr� para si; lo hab�a
llevado a su casa aprovechando que le quedaba de camino a su hogar, el pobre se
hab�a torcido un tobillo durante la b�squeda y necesitaba el descanso aun m�s
que ella.


Sydney escuch� un ruido en su habitaci�n, se puso la bata y
sali� cautelosamente, pero no parec�a haber nada fuera de lugar. Una de sus
maletas estaba ca�da de costado junto a la cama, seguramente se hab�a ca�do...


-�Uff, tengo que relajarme �pens� mientras sacud�a la cabeza
y volv�a al ba�o, en donde ya se acumulaba el vapor.


Equilibr� la temperatura y cuando la sinti� a su gusto
introdujo su bronceado y curvil�neo cuerpo en el agua, lentamente se enjabon� la
cabeza, sus esbeltos brazos, sus torneadas piernas, que aunque muy fuertes, no
se notaban musculosas sino bien formadas, femeninas.


Despu�s de lavar su vientre empez� con su busto, sus pezones
se endurecieron y ella se relaj� dej�ndose llevar por la sensaci�n, recargando
la cabeza totalmente hacia atr�s y cerrando los ojos.



Cuando sali� del ba�o, ya m�s relajada y descansada, se
recost� todav�a en bata en la cama; el cabello todav�a h�medo le ca�a sobre el
pecho como los hilos de una negra telara�a. Pero aun ten�a cosas por hacer antes
de poder ir a dormir, as� que se levant� y comenz� a secarse la cabeza frotando
vigorosamente la toalla en su cabeza. Mientras lo hacia se qued� mirando su
maleta de mano.


-Tengo que poner las zapatillas a buen recaudo hasta el lunes
que las lleve a la universidad �pens� algo preocupada. A pesar de no ser cosa de
magia se trataba sin duda de una prenda de gran valor pues parec�a provenir del
siglo XIV, siendo probablemente m�s antiguas, quiz� originarias del Medio
Oriente y pertenecientes a la nobleza.


-Las pondr� en la caja fuerte �decidi�- Al menos estar� m�s
tranquila.


Cuando termin� de secar su largo y sedoso cabello, abundante
y casi negro, lo pein� varias veces para evitar que se le enredara al dormir.
Despu�s deshizo el equipaje y finalmente se dirigi� a su maleta de mano para
tomar las zapatillas.


Se sent� de nuevo en la cama, en la radio hab�a terminado un
concierto de viol�n y los comentaristas estaban dando sus opiniones antes de la
publicidad.


Sydney sac� el paquete de tela roja que envolv�a la reliquia
que hab�an encontrado tan lejos de su lugar de origen y decidi� darle un vistazo
antes de guardarlas para asegurarse que de todo estaba bien.


Coloc� el paquete en la cama y lo desenvolvi� lentamente,
todo parec�a bien pero pens� que ser�a mejor observar detenidamente la reliquia.
En verdad eran preciosas, unas sandalias de suave piel color rojo obscuro, casi
vino; tres finas tiras de cuero que cruzar�an paralelas sobre el empeine del pie
mas otra que sostendr�a flojamente el tal�n de quien la usara, la plana suela
era muy delgada y parec�a bastante flexible, como si fueran m�s unas zapatillas
de ballet que sandalias.


-Es evidente que no son para la calle sino para estar en casa
�dedujo Sid- es incre�ble que un objeto tan fr�gil se haya conservado de manera
tan perfecta despu�s de tantos siglos, sin duda el tratamiento que le hayan dado
revolucionaria la industria de la piel actual.


A pesar de su sencillez, su acabado eran tan suave y
exquisito que se notaba que eran para mujer, eran demasiado finas para el pie de
un hombre, adem�s de peque�as.


-Mmmmm, me pregunto si...


Sydney las coloc� en el suelo y puso su pie desnudo a lado de
ellas, parec�an de su medida...


El rostro de Sid se ilumin� con una sonrisa traviesa.


-Bueno, �por qu� no? No le har�a da�o a nadie con probarme un
poco unas antiguas zapatillas de la nobleza de medio oriente �pens� divertida.


Con mucho cuidado se coloc� la del pie derecho, luego
extendi� su pierna poni�ndola totalmente recta y el pie en punta, tras moverla
un par de veces para ver como luc�a se puso la otra, extendi� ambas y miro como
las zapatillas estilizaban sus de por si bellas extremidades.


-�Vaya, en verdad se ven preciosas! Tendr� que copiar el
dise�o y mandar a hacer unas iguales para mi.


Se levant� y dio un par de pasos para sentirlas al caminar,
de inmediato not� lo c�modas que eran.


-Uff, es casi como ir descalza, como si llevara unas medias
�Si no fuera por la tira del tal�n se me podr�a salir el pie de ellas y casi no
me dar�a cuenta.


Aun antes de quit�rselas, Sid ya estaba pensando en
volv�rselas a poner antes de llevarlas a la universidad, justo entonces los
comentaristas de la radio terminaron de presentar la siguiente obra y comenz� la
melod�a: un veloz concierto para viol�n.


Sidney se qued� un instante parada, le pareci� o�r, o m�s
bien percibir algo, era como una vibraci�n u ondulaci�n que parec�a venir de
piso de la habitaci�n. Pero al mirar hacia abajo sus ojos se abrieron como
platos por la sorpresa. �Su pie derecho taconeaba al ritmo de la m�sica sin que
ella lo hiciera concientemente!


El otro pie comenz� a subir y bajar el tal�n al ritmo;
entonces Sid decidi� que lo mejor era quitarse las zapatillas, quiso sentarse
entonces en la cama pero sus piernas no le obedec�an y sus caderas comenzaban a
girar con la m�sica, eso fue todo, decidida se inclin� para quit�rselas pero
justo entonces la m�sica aument� de volumen s�bitamente �y lleg� el caos!


Todo se volvi� borroso y Syd ya no pod�a controlar ninguna
parte de su cuerpo, estaba como atrapada en un cuerpo ajeno, se retorc�a y
giraba en consonancia con la m�sica, sus manos se levantaban muy en alto, su
espalda se arqueaba, daba saltitos, recargaba las manos en la pared mientras su
cintura se segu�a balanceando, o se arrodillaba mientras mov�a las caderas de un
lado a otro, adelante y atr�s o extend�a las piernas. En uno de estos pasos la
bata se deslizo de sus hombros y cayo al piso, con lo que la hermosa profesora
continu� bailando desnuda.


Se dio cuenta de que pod�a controlar su cuello y cabeza un
poco, con algo de esfuerzo volte� para ver sus piernas, las vio tensarse y
relajarse alternativamente antes de levantarse y seguir de manera totalmente
independiente a su voluntad.


Syd grit� por la sorpresa pero solo emiti� un suave gimoteo


-Nooooo... �Que demonios...esta pasando? �Las zapatillas en
verdad est�n encantadas! �susurr�.


Se sent�a casi sofocada por su veloz baile cuando se dio
cuenta de una rara sensaci�n que se empezaba a propagar desde sus pies, un calor
empezaba a subir desde la punta de sus pies por sus tobillos, sus pantorrillas,
sus rodillas y muslos hasta su entrepierna, en ese momento esa energ�a se
apoder� de la vagina de Sydney Fox.


Sinti� como su vulva se humedeci�, su cl�toris se endureci� y
aun contra su deseo empez� a excitarse sexualmente, la sensaci�n se extendi� de
su feminidad al resto de su cuerpo: sinti� mariposas en el estomago, sus senos
se volvieron muy sensibles y sus pezones estaban como piedras de una manera casi
dolorosa, pero segu�a siendo incre�blemente placentero, sus manos se sent�an
flotar, la boca se le hizo agua e inconscientemente se empez� a pasar la lengua
por los labios, de pronto se dio cuenta de que estaba perdiendo la noci�n de lo
que le pasaba debido al placer.


-Nooo...que...est�...pas�ndome �comenz� a jadear mientras
segu�a bailando a toda velocidad.


Cuando la m�sica alcanzo su etapa clim�tica una mano de Sid
se lanz� sobre sus senos y comenz� a acariciarlos. Su redondez inferior, la
parte superior, donde estar�a su escote, y sus pezones... tan sensibles que
cuando los apret� y retorci� se le escap� un indeseado gritito.


-�No, par...a...a...a...aaaaahh...! �su primer orgasmo la
golpe� como un l�tigo hecho de seda, pero la m�sica segu�a...


Su otra mano empez� a acariciarle entre las piernas, el
interior de los muslos, los labios, el cl�toris... Ya no saltaba ni sus piernas
se mov�an de su lugar, pero su cuerpo entero segu�a girando y balance�ndose
r�tmicamente. Un dedo empez� a entrar y salir de su vagina a ritmo con la
m�sica, luego dos, y tres.


-�Basta! -gimote� Sid tanto a las zapatillas como a si misma
por el traicionero placer que la invad�a y no pod�a controlar; su espalda se
arque�, su rostro se volvi� hacia el techo, su boca se abri� formando una "o" y
sus ojos se fueron hacia atr�s durante un instante.- �Ya...no ma...a...a...
aaaaaaahhh!


En una explosi�n final Sydney tuvo un segundo orgasmo aun m�s
poderoso que el anterior, justo en el instante que la m�sica terminaba de golpe.
Se desplom� como un t�tere sin hilos, con su cuerpo h�medo por el sudor y la
habitaci�n saturada por el fuerte aroma de su sexo.


Mientras se repon�a jadeando en el piso, Sydney not� que
paulatinamente recuperaba el control de su cuerpo y aunque estaba algo cansada,
en unos minutos se sent�a perfectamente y todo parec�a normal, comenz� a pensar
si habr�a sido presa de una enso�aci�n demasiado real, hasta que comenz� otra
melod�a...


Se sent�a todav�a algo aturdida por lo que tardo en darse
cuenta de que se estaba levantando involuntariamente, solo hasta que empez� a
dar peque�os saltos por la habitaci�n se dio cuenta de que estaba empezando todo
de nuevo.


-�Dios, no! �No de nuevo! -gimi� con sus brazos sobre la
cabeza y su pierna derecha extendida frente a ella. Empez� a sentir de nuevo el
calor invadi�ndola, pero esta vez estaba preparada.


Bast� el instante de un silencio dentro de la melod�a para
que se lanzara y se sacara una de las zapatillas tras bajar la correa del tal�n.
De inmediato se sinti� de nuevo en control y lo primero que hizo fue quitarse la
otra zapatilla, luego se sent� en la cama y mir� las extra�as prendas por un
rato.


-Esto es muy raro �decidi� al fin- lo mejor ser� que las
guarde en la caja fuerte y advierta sobre este fen�meno cuando las entregue en
la universidad, �aunque no se si me creer�n!


Las recogi� cautelosamente, dispuesta a soltarlas ante
cualquier cosa rara, pero todo segu�a normal, al parecer ten�an que estar
puestas para que el embrujo funcionara. Las envolvi� en la tela y las guardo en
la caja fuerte en el suelo del guardarropa. Al fin se puso un camis�n y se
recost�, pensando en lo que este fen�meno significar�a.


-Ser�a como una especie de castigo, o quiz� una prenda para
las esclavas de los nobles que las har�a un espect�culo de su agrado. En
cualquier caso ahora me parece algo siniestro.


Volte� a ver el reloj. Era m�s de media noche y se sent�a
agotada, cerro los ojos y de inmediato se qued� dormida.


Pero desde la ventana de la habitaci�n unos ojos semiocultos
hab�an estado observado todo lo ocurrido.



Sydney dorm�a c�modamente sobre un costado, las mantas se
hab�an movido durante la calurosa noche y sus piernas, todav�a brillosas por el
sudor, reflejaban suavemente la luz de la luna.


La profesora no pudo escuchar un suave siseo entrando por la
puerta de su casa, ni percibir el dulz�n aroma qu�mico que invadi� el aire a su
alrededor, pronto su sue�o se hizo mucho m�s profundo...y artificial. Un sonido
de pisadas se acercaba a su habitaci�n.



Syd despert� relajada y recuperada, se gir� suavemente entre
las mantas y vio en la ventana la potente luz, �parec�a ser casi medio d�a!


-Deb� estar m�s cansada de lo que cre�a �pens�. �Pero al
tratar de levantarse se encontr� con que no pod�a mover los brazos! Volteo y se
arque� lo que pudo para ver lo que pasaba, los ten�a inmovilizados detr�s de su
espalda, ambos antebrazos, desde el codo hasta la mu�eca, unidos por un complejo
entramado de cintas y correas.


-�Qu� es esto? �dijo. Pero al despertar por completo se dio
cuenta de que ya no estaba en su casa, se trataba de una alcoba inmensa toda
adornada con sat�n y seda gris. Al mirarse se dio cuenta de que tambi�n su ropa
era distinta, le hab�an puesto un brasier de seda negro, una tanga a juego,
medias negras con el�stico a la altura del muslo y unas zapatillas negras de
charol cerradas, con gruesas correas en los tobillos y tacones de aguja de diez
cent�metros.


Tras levantarse dio algunos pasos tentativos en los tacones,
pues no acostumbraba a usarlos tan altos y aunque se tambaleaba ligeramente no
tuvo problema alguno. Al asomarse por la ventana no vio m�s que campos verdes
hasta donde alcanzaba la vista.


-Vaya, debo estar en mitad del campo �refunfu�o.


Se acerc� a la ancha puerta de roble, pero estaba cerrada con
llave.


-�Maldita sea! �exasperada dio un pisot�n en el piso
alfombrado. Aunque intent� forzar la cerradura sab�a que era dif�cil con las
manos libres, pero atada como estaba era imposible.


Escuch� pasos acerc�ndose por el pasillo as� que de inmediato
se ocult� a un lado del umbral; la manija gir� y Syd vio como la puerta se
mov�a. Entr� un hombre con un pasamonta�as sobre la cabeza y una bandeja con
comida que de inmediato puso en una mesita junto a la puerta. Pero al no ver a
la chica en la cama y girar la cabeza busc�ndola recibi� en el estomago una
potente patada que lo hizo doblarse seguida de un puntapi� en el costado que lo
derrib�. Sydney corri�, o m�s bien lo intent�, lo que hizo fue trotar dando
pasitos mientras se bamboleaba curiosamente. Tal era uno de los motivos por los
que le hab�an puesto las altas zapatillas puntiagudas, adem�s de la manera en
que estilizaban y embellec�an sus piernas.


Pero en cuanto sali� al pasillo Syd escuch� un corto pitido
seguido de una potente m�sica, parec�a un vals, y de inmediato Sydney se qued�
congelada un instante en donde estaba, �antes de empezar a bailar sobre las
puntas de los pies! �Era el caos!


-�Qu�? �No puede ser, no de nuevo!


Ya no controlaba su cuerpo. Se mov�a por el pasillo dando
giros, sobre una pierna, sobre otra o sobre las dos, daba saltos con las piernas
totalmente abiertas, ca�a de rodillas y sacud�a la cabeza de un lado al otro. El
calor del deseo comenz� a subir de sus pies hacia todo su cuerpo. La bella
profesora empez� a sudar.


-Que l�stima profesora Fox, �pens� que ser�a tan f�cil? �Dijo
una voz frente a ella. En medio del caos del baile Sid pudo levantar la mirada y
vio al enmascarado parado ante ella observ�ndola. Estaba preocupada pero no
pod�a sino seguir bailando ante el desconocido.


De pronto el enmascarado se le acerc�, la tom� de la cintura
y empez� a llevarla en el baile, sin poder evitarlo su cuerpo se movi� bajo la
gu�a del extra�o, sigui�ndolo. Totalmente sorprendida, Sydney logro mirar hacia
sus pies sin comprender lo que ocurr�a.


-No lo ha entendido �verdad profesora? para hacerlo m�s
interesante yo a�ad� los zapatos de tac�n, pero las zapatillas rojas son tan
finas y delgadas que las lleva puestas debajo �le aclar� el enmascarado- as� no
se las podr� quitar f�cilmente, pero para asegurarme le he atado las manos.


Al decir esto el enmascarado baj� la mano que ten�a en la
cintura de Sid y se apoder� de la redondez de su nalga, le dio un par de
apretones y la oprimi� contra su cuerpo posesivamente.


-Usted y yo nos vamos a divertir mucho mi querida profesora.


El contacto con su ahora sensible cuerpo hizo que la
indeseada excitaci�n creciera exponencialmente. Sus hombros se fueron hacia
atr�s y sus senos se aplastaron contra el jersey del enmascarado, sus pezones se
frotaron enloquecedoramente contra la seda del sost�n.


-Uuuunnnhh �gimi� Sid- �qui�n...eres? �logr� articular
mientras cerraba los ojos y lanzaba la cabeza hacia atr�s, exponiendo su
garganta.


-Ah, puedes hablar a pesar de las zapatillas, muy bien. Esto
lo har� todo m�s interesante; en su momento sabr�s mi nombre, pero por ahora
ll�mame X �dijo mientras su mano volv�a a bajar para acariciar los tersos y
bailarines muslos de la mujer.


Aunque Sydney no estaba acostumbrada a tan altos tacones,
bailaba con una seguridad y habilidad incre�bles, surgidas sin duda de la magia
de las zapatillas rojas.


X se apart� un poco y pas� lentamente sus manos por los
costados de la profesora, pero reuniendo toda su voluntad Sid consigui�
apartarse de �l saltando al ritmo de la m�sica.


-Muy bien profesora, tiene voluntad de hierro, pero no le
servir� de nada �dijo X a la vez que sacando un peque�o control remoto oprim�a
un bot�n. La m�sica aument� de volumen claramente.


A Sydney todo le dio vueltas y la vista se le nubl�, se
sent�a confundida, no sab�a si seguir resisti�ndose, o a que se resist�a, estaba
perdida bailando mientras su excitaci�n segu�a aumentando incontrolablemente.


Sinti� un brazo rode�ndola por detr�s de su espalda para
despu�s pegarla a su cuerpo, siguiendo el ritmo de la m�sica comenz� a bailar
con el extra�o que le empez� a murmurar en el o�do.


-�Le gusta el baile profesora? �le pregunto para despu�s
morderle el l�bulo de la oreja, mientras Sid sent�a su erecci�n a trav�s de su
ropa de seda y los pantalones de �l.


-�Oooooohh...si...me encanta! �respondi� en un gemido
involuntario, olvid�ndose de todo menos las sensaciones que la invad�an, sus
caderas se mov�an delante y atr�s frot�ndose contra la entrepierna de su
compa�ero de baile. Quer�a tocarse y no pod�a, pero mientras �l lo hiciera por
ella, nada m�s le importaba...


-Bien profesora, �seguimos? Quiz� quiera descansar... �dijo
sonriendo el hombre tras ella, pero estaba tan perdida en el trance pasional que
no soport� la idea de detenerse en ese momento.


-Nooo...sigue...sigue �le contest� susurrando con voz ronca.
Mientras ella segu�a moviendo sus caderas r�tmicamente contra las de �l, sinti�
como unas manos ajenas a las suyas le acariciaban los senos sobre el sost�n en
peque�os c�rculos.


-Seguir� si me dice que le gusta �dijo deteni�ndose y
apart�ndose de ella.


Con la piel h�meda del sudor, las caderas movi�ndose en
c�rculos, los hombros hac�a atr�s y los ojos entrecerrados Sydney susurr�:


-Me gusta, no pares.


-Otra vez profesora.


-Me gusta...


-Otra vez, m�s fuerte.


-�Me gusta!


-Grite profesora.


-�Me gustaaaaaaa! �grit� al fin Sydney arqueando desesperada
su cuerpo, abriendo las piernas en comp�s para al final derrumbarse de rodillas.
La m�sica se hab�a detenido en mitad del grito pero su mente estaba
recuper�ndose de la confusi�n y del descontrol de su cuerpo.


-�Qu� me ha...hecho? �Qu�...es esto? �jade� cansada y con sus
cabellos cayendo sobre la mitad de su rostro.


Unos brazos la levantaron y la llevaron cargando hasta la
habitaci�n donde la depositaron suavemente en la cama. All� X sac� unos gruesos
brazaletes de piel unidos a cadenas y se los coloc� en los esbeltos tobillos
inmoviliz�ndolos.


-Creo que te mereces una explicaci�n, llevo a�os estudiando
ciencias ocultas y conozco la leyenda de las zapatillas, pero las verdaderas,
las que encontraste, eran una prenda de un antiguo imperio oriental para
esclavizar a chicas de harem e incluso a princesas que no colaboraban, no solo
las obligaba a bailar sino que las volv�a sexualmente accesibles, excit�ndolas,
hipersensibilizando su cuerpo y nublando su sentido com�n, pero m�s aun,
mientras estaban atrapadas en el trance que el baile provocaba, las chicas
pod�an ser f�cilmente sugestionadas en diversas cuestiones, como sus gustos, su
comportamiento e incluso sus sentimientos, solo se necesitaba tiempo. Como usted
pronto sabr�.


-No se atrever�...


Sidney comenz� a tirar lentamente de las cadenas de sus
tobillos, probando su resistencia, mientras tensaba los m�sculos de sus brazos y
abr�a y cerraba los pu�os.


-Si que me atrever� profesora, en cuanto supe por mis
contactos que usted las hab�a encontrado, pens� en conseguirlas, rob�ndoselas
por supuesto, como una reliquia de lo oculto para mi colecci�n, pero al
descubrir que funcionaban y ver lo bella que era usted, decid� emular a los
grandes se�ores de la antig�edad, empezando mi propio harem moderno,
combin�ndolo con mi ingenio y tecnolog�a. Usted ser� mi primera esclava
profesora Fox.


-�No lo conseguir�! Escapar� y mis colaboradores me
encontraran.


-No lo creo, ver�, usted esta bastante lejos de su ciudad en
un peque�o rancho de mi propiedad, puede gritar lo que quiera pues nadie le
escuchar�, de hecho quiero o�rla gritar, aunque no de dolor...


-�Est� loco!


-Eso ya se ver�, pero por ahora le dar� de comer. Y si no
quiere debilitarse ser� mejor que lo acepte.


Sydney le mir� con odio pero abri� la boca cuando el hombre
le acerc� la cuchara con comida.



Al despertar al d�a siguiente, Sydney se encontr� libre de
las zapatillas pero encadenada de los pies y con sus manos esposadas tras la
espalda, llevaba una pijama de seda c�moda, minutos despu�s X entro en la
habitaci�n.


-Hola profesora, �empezamos el nuevo d�a?


Sid volteo su rostro lejos del enmascarado sin hablar. Este
encadeno sus pies juntos y la solt� de la cama, la llevo al ba�o y la ayudo a
realizar sus necesidades, Sid se sent�a humillada, incluso la meti� en la ba�era
y le dio una ducha, siempre comport�ndose con la frialdad de un medico. Tras
secarla la llev� de vuelta a la habitaci�n, donde la recost� y le puso las
zapatillas rojas.


-Muy bien, hoy te pondr�s esto, �que te parece? �le dijo
mientras le mostraba las ropas que colgaban de un gancho.


-�Sue�as X! Lo dejar� hecho pedazos antes de permitir que me
lo pongas �respondi� indignada Sydney.


-�En verdad? Veamos profesora �se burl� X mientras oprim�a un
bot�n del mando. Un melodioso tono agudo invadi� la habitaci�n, el cuerpo de Sid
se tens� sin control y perdi� la noci�n de todo...


Minutos despu�s se recuperaba para encontrarse con que ten�a
puestas las ropas que le hab�an mostrado: un corset blanco que le daba a su
cuerpo las curvas de un reloj de arena, resaltando y estrechando su cintura, a
la vez que sus medias copas levantaban y separaban sus senos, del corset sal�an
ligas que sosten�an unas medias blancas de seda a la altura de sus muslos, el
ajuar se completaba con unas pantaletas de encaje muy estilizadas que resaltaban
sus nalgas, en los pies y sobre las zapatillas rojas le hab�a puesto unos
zapatos de ballet rosas atados con tiras que entrecruz�ndose sub�an por sus
pantorrillas, terminando en un doble nudo.


Sydney yac�a boca abajo, sus manos estaban atadas fuertemente
con una manga de cuero que un�a su mu�eca derecha con el codo izquierdo y la
mu�eca izquierda con el codo derecho, X estaba apretando las tiras del corset de
varillas, forzando sus pezones a rozarse contra el interior de terciopelo de las
copas y oblig�ndola a sacar sus pechos.


-Maldito...seas �fue todo lo que dijo Sid mientras se
retorc�a y sent�a que le faltaba el aire. X la levanto y le puso una falda de
gasa que apenas llegaba a la mitad de sus muslos.


-Me las pagar�s, antes o despu�s te har� pagar por esto
�gru�� la mujer mirando a X con odio.


-Me gusta su esp�ritu profesora, solo tengo que encaminarlo y
ser� una amante excelente.


-�Jam�s�


-Ya veremos, ahora no se mueva �se inclin� sobre ella con un
paquete de maquillaje para mujer. Ella volte� su cara al otro lado.


-Profesora, qu�dese quieta o la har� bailar toda la noche
hasta que se le revienten las piernas �le amenaz� X sonriente.


Con la mano X la oblig� a mirar al frente, expertamente le
pint� una sombra de ojos rosada, oprimiendo con el pulgar y el �ndice en las
mejillas la oblig� a hacer con los labios el gesto de un beso, entonces le pint�
los labios en un color rojo intenso con mucho cuidado.


Despu�s arroj� a Sidney sobre la cama, le quit� las cadenas
de los pies y sali� de la habitaci�n para volver con un tripi� y una c�mara de
video.


-�Lista para bailar de nuevo profesora? �dijo mientras
acomodaba el equipo para captar buena parte de la habitaci�n.


-�No se atreva a filmarme! �grit� Sid incorpor�ndose.


-Ah, ya veo que si est� lista �respondi� mientras encend�a la
c�mara- �Sabe? el baile de las zapatillas varia de acuerdo a la m�sica, en
especial bas�ndose en los recuerdos subconscientes del portador, y usted es muy
culta �verdad?


-No, no me haga esto.


-�Le gusta el ballet doctora? �encendi� la m�sica con su
control remoto.


Una r�pida melod�a de m�sica cl�sica son� por toda la
habitaci�n a un volumen alto, Sid sinti� la conocida vibraci�n subiendo desde el
suelo por sus piernas, no pudo evitar mirar hacia abajo al sentir movimiento,
sus pies estaban levant�ndose lentamente, cada vez m�s rectos y tiesos, ante su
sorpresa estaba parada de puntitas con las blancas piernas perfectamente rectas,
entonces empez� a dar pasitos r�tmicos.


Giraba sobre las puntas, en un pie, en otro, dio un par de
saltos cortos, se detuvo junto a la cama y subi� uno de los pies todav�a en
punta, su rostro se volteo hacia arriba y continu� movi�ndose. El calor ya
comenzaba a invadirla.


-No por favor...


Las manos de X se posaron en su cintura y comenzaron a
guiarla en su baile, Sid intento resistirse.


-D�jeme...


-Creo que necesitamos m�s volumen...


-Nooooo...


Todo se volvi� borroso para ella. Solo quer�a bailar y
tocarse. De las manos que estaban en su cintura una baj� a su muslo y el otro
subi� para acariciar la piel que brillaba sobre su escote.


-Aaaaa, no, no, no �el cuerpo de Sid estaba de nuevo en
llamas, sus pezones duros eran acariciados por el interior del corset, las
pantaletas que casi se met�an entre sus nalgas le acariciaban en todo momento la
sensible entrepierna.


-Mire profesora �le susurraron al o�do- m�rese en el espejo,
mire que bellas son sus piernas, �no son preciosas?


Ella estaba confundida.


-�C�mo? Yo, no...


-Si, lo son, m�relas.


Sydney no pudo evitar mirar el espejo, su mirada era so�adora
con sus p�rpados entrecerrados, sus labios brillantes y entreabiertos, un escote
enorme y precioso en el que sus senos parec�an prisioneros que quisieran
escapar, su peque�a cintura exagerada por el corset, hacia que sus caderas
parecieran m�s grandes. �Pero sus piernas! se ve�an tan torneadas y suaves,
contrastaban en su blancura con lo bronceado de la piel de sus muslos que se
notaba entre las medias y la pantaleta, tan exquisitas, tan...


-...fuertes, �verdad profesora?


-�C�mo? Pero... -Sidney no sabia ya si esas ideas ven�an de
ella o de lo que X le susurraba mientras mov�an sus caderas pegadas al un�sono,
estaba tan confundida...tan excitada...tan sonriente.


Se vio a si misma sonre�r, una sonrisa satisfecha al ver sus
piernas formando un cuatro, sus hermosas piernas, �la excitaban tanto!...


-...tanto! �verdad profesora? �la m�sica hab�a alcanzada su
momento clim�tico.


-Yo... �Sid sent�a besos en su cuello y una erecci�n contra
su vientre.


-�Verdad? -X la gir� e inclin� contra la mesita dobl�ndola
por la cintura.


-No... �ella sinti� que le bajaban las pantaletas f�cilmente
pues era lo �ltimo que le hab�an puesto al vestirla.


-��Verdad?! �X le introdujo dos dedos en la vagina, sus
piernas no se mov�an pero su cintura y caderas bailaban en c�rculos con �l,
estaba ya muy h�meda y algo de liquido le escurr�a por el muslo. En ese momento
X empez� a darle unas suaves nalgadas al ritmo de la m�sica.


-�Aaaaahhh! �gimi� Sid.


-�D�galo profesora! �X le sac� el seno de corset y empez� a
pellizcarle el pez�n.


En respuesta las piernas de Sydney se tensaron y abrieron en
"v" al m�ximo posible, poni�ndose de puntitas mientras gritaba:


-�Si! �Si! �Mis piernas me excitan! �son preciosaaaaauuuu...
�el orgasmo fue tan intenso que Sid se enderez�. La m�sica termin� y la
profesora cay� sobre la mesita jadeante y aturdida.




Sydney despert� relajada y con una sonrisa, pero al recordar
donde estaba el gesto se desvaneci� de sus labios, de inmediato intent�
levantarse y se encontr� con que no ten�a encadenados los pies, lo cual la
anim�, empez� a explorar de nuevo la habitaci�n, las �nicas puertas que pudo
abrir fueron las del ba�o y el guardarropa, no pudo encontrar nada �til en el
primero y en el segundo se encontr� con ropa tan llamativa y atrevida que se
sonroj�; decidi� mejor sentarse en la silla del tocador para pensar que hacer.


Solo entonces se fij� en lo que le hab�an puesto: un sost�n
de encaje rojo obscuro con varillas que realzaba su escote, unas pantaletas de
corte franc�s a juego y unas medias rojas sostenidas por un liguero que Sid
llevaba ajustado a la cintura, tras dar un suspiro ante el humillante conjunto,
se reclin� en el respaldo y recarg� la cabeza hacia atr�s para despejar su
mente.


Distra�damente cruz� las piernas a la altura de las rodillas.


-Mmmm, que suaves son estas medias �susurr� Sydney- son casi
como una caricia constante.


Durante un instante se distrajo pensando en ello y
mir�ndolas.


-Se sienten tan sedosas �impulsivamente levant� una pierna
bien derecha y la observ� detenidamente- mmmm, si, cuando escape tendr� que
empezar a usar m�s a menudo de estas, hacen que mis piernas luzcan tan torneadas
y suaves.


Sin darse cuenta observ� fijamente el contraste de la piel de
sus muslos con el rojo de la ropa.


-Mis piernas se ven tan exquisitas y fuertes �pens� Sid a la
vez se pasaba distra�damente la lengua por los labios.


Inconscientemente empez� a frotar una pierna con otra,
disfrutando la suavidad de las medias rojas que X le hab�a puesto la noche
anterior; mientras se imaginaba sus pies en unos elevados tacones (rojos claro),
empez� a morderse el labio inferior y a entrecerrar los ojos pensando en como
luc�an sus pantorrillas y muslos con minifalda. Frotaba sus muslos tratando as�
de acariciarse la entrepierna, su respiraci�n se aceler�.


El graznido de un ave en la distancia la saco de su
enso�aci�n. Con los ojos y la boca bien abiertos por la sorpresa, Sid se dio
cuenta de lo que estaba haciendo, se detuvo y sacudi� la cabeza incr�dula.


-X esta alterando mi comportamiento, estoy segura �vagamente,
como en una neblina, recordaba que desde hacia d�as el enmascarado le dec�a algo
sobre sus piernas, entonces se dio cuenta de que su pantaleta estaba
humedeci�ndose en la entrepierna.


-�Dios, tengo que hacer algo y pronto!



Y de hecho hizo algo, pero no precisamente lo que esperaba.


Sydney bailaba un ritmo tropical y cadencioso vestida con una
corta falda de paja y un par de medios cocos como sost�n, su cuerpo se ondulaba
sensualmente, en sus pies llevaba las zapatillas rojas y encima unas sandalias
negras de tac�n de 10 cent�metros, formadas por una serie de tiras
entrecruzadas. Llevaba las manos atadas y fijadas tras la nuca con un complicado
sistema de correas, estaba calculado para que pareciera como si ella las hubiera
puesto ah� para destacar sus pechos y su cuerpo entero estaba cubierto por una
brillante capa de aceite que reluc�a ante la suave luz de la habitaci�n. X la
observaba sin perder detalle mientras Sydney comenzaba a sacudir las caderas de
manera salvaje y veloz.


La profesora llevaba varios minutos perdida en el trance del
baile, en ese momento X se le acerc�, le pas� la mano por la cintura y comenz� a
bailar con ella. Pronto de lo �nico que Sid era consciente era de sus cuerpos
pegados y de su creciente excitaci�n.


-�Uuuunnnnhh! -gimi� suavemente.


Finalmente X se sent� en el brazo de un sill�n y atrajo a la
profesora, colocando su pierna entre las de ella, con lo que cada movimiento de
su cintura acariciaba su cl�toris. Pronto estaba jadeando, mientras el ritmo de
a m�sica iba en aumento y para colmo el encapuchado hab�a empezado a acariciarle
el vientre, los costados, las nalgas, sus manos desataron el bikini de cocos y
comenz� a acariciarle los senos en peque�os c�rculos.


-�Noooo! Por favor, no m�s... �la cabeza de Sydney giraba
sobre el cuello.


-Bien, me detendr� si t� aceptas el nombre con el que te
bautizar�, �qu� dices? �le dijo X sin dejar de acariciarla y de retorcerle los
pezones.


-No... no lo... har� �respondi� ella desafiante.


-�Ah, no?


X tom� a Sid de la cintura, la levanto y la llev� hasta un
muro donde enganch� las ataduras en su nuca a un enorme y grueso garfio
inmoviliz�ndola. Puso sus manos en los muslos morenos y brillantes, comenz� a
abrirlos. Sid se retorci� y consigui� cerrarlos.


-�M�s volumen? �dijo X mientras oprim�a un bot�n.


-�Por favor, nooo!


Los muslos de Sydney Fox se abrieron como por encanto, el
encapuchado la ayud� e introdujo en su vagina un enorme consolador vibratorio,
poco a poco hasta que estuvo en su sitio, finalmente le coloco un par de
pantaletas de encaje negro para mantenerlo en su lugar.


X sac� otro control remoto y oprimi� un bot�n, con lo que el
consolador comenz� a vibrar despiadadamente, Sid sacud�a la cabeza de lado a
lado mientras sus caderas sub�an y bajaban saboreando el nuevo placer.


-�D�jeme! �susurr� d�bilmente.


-Le encanta esto �verdad? Su cuerpo excitado por una m�quina,
no tener control sobre su placer �No?


-Aaaahh, por favor...


Las caderas de Sydney segu�an movi�ndose al ritmo de los
tambores.


-Vamos, adm�talo mi dulce profesora �dijo, reforzando sus
palabras con caricias en los senos de Sid.


-Yo...


-Vamos... �le anim� X.


-Si...me encanta...


-Otra vez.


-Me encanta.


-Otra vez.


-�Me encanta!


-Muy bien, ahora le dir� su nuevo nombre �los tambores
alcanzaron su momento clim�tico.


-�Por favor, no!


-A partir de ahora te llamar�s Piernas, Piernas Foxy, �te
gusta?


-No, no


-Oh si �el encapuchado aument� el nivel de vibraci�n del
consolador con el control remoto.


-Aaaarrgggghh �Sid se mordi� el labio y su cuerpo se sacud�a
fren�ticamente mientras la m�sica le ensordec�a.


-�Qui�n eres? �le pregunt� de nuevo mientras la acariciaba.


-Soy Sydney Fox.


-�Qui�n eres? �pregunto de nuevo y empez� a chuparle los
pezones.


-Soy...Sydney...Fox...nnnnggh.


-�Qui�n...? �X le baj� las pantaletas y tomando la base del
consolador comenz� a meterlo y sacarlo de ella r�pidamente al ritmo de la
m�sica.


-Aaaah...soy Syyd..ney...Fo...xyyy �satisfecho con el avance,
X le volvi� a meter el consolador para luego ponerle otra vez las pantaletas.


-�Qui�n...? �mientras las caderas de Sydney sub�an y bajaban
con el ritmo de la m�sica, el encapuchado tomo sus piernas, las separ� y las
estir� levant�ndolas para que ella las viera.


-Mire, �recuerda quien es ahora?


Las piernas de la profesora reluc�an por el aceite y el
sudor, exquisitamente estilizadas en los tacones altos, sus ojos entrecerrados
se quedaron fijos en las hermosas extremidades. Sid empez� a repetir frases
tratando de mantener el control de su mente, pero sus piernas la distra�an y X
le susurraba ideas que alteraban lo que ella dec�a.


-Soy Sydney Foxy, son mis piernas, soy Sydney Foxy, son mis
piernas, soy Sydney Foxy, son mis piernas, soy...Piernas Foxy, soy de...Sydney,
soy Piernas Foxy...


-�Qui�n eres? �la pregunta le golpe� con el estruendoso fin
de la m�sica y un igualmente estruendoso orgasmo...


-�Soy Piernas Foxy! �Soy Piernas Foxy! �jade� Sydney con los
ojos cerrados, desplom�ndose y quedando colgada del garfio que sosten�a sus
ataduras, mientras, X le acariciaba suavemente las piernas.



-�Maldita sea! �gru�� Sid- no puede ser, no recuerdo mi
nombre, �oh Dios!


Llevaba varios d�as confundi�ndose de nombre entre el "nuevo"
que X le puso y el suyo, pero ese d�a ya no pod�a recordar el verdadero, lo
�nico que ven�a a su mente era el rid�culo apodo de "Piernas Foxy". El cual
odiaba, no solo por ser tan sexista y humillante sino por que, muy en el fondo
de su ser, ahora disfrutaba cuando X le llamaba as�.


Llevaba varios d�as sin que X le encadenara los pies,
simplemente le pon�a las zapatillas rojas y encima unas incre�blemente suaves
mallas negras que llegaban algo m�s arriba de sus rodillas, se ajustaban como
una segunda piel a su cuerpo y eran sorprendentemente el�sticas y resistentes.
En el pasillo hab�a un sensor de movimiento que tocaba m�sica en cuanto
detectaba algo, as� que "Piernas" no pod�a salir del cuarto que adem�s ten�a en
las ventanas barrotes reforzados.


-Basta �pens� Piernas- aprovechar� que aun es de noche para
buscar una manera de escapar.


Se levant� y se puso las "c�modas" zapatillas para casa, con
tacones de 5 cm de alto, que hab�a junto a la cama.


-Una se�orita no puede estar jam�s en casa sin unas
zapatillas decentes �pens� Piernas frunciendo de inmediato las cejas, aunque
brevemente, dudando ante esa l�gica. Pero no ten�a tiempo para pensar en sus
piernas, de hecho trataba de evitarlo en lo posible, pues tan pronto lo hac�a
comenzaba a excitarse con solo verlas y terminaba pasando horas tratando de
acariciarse y frotarse contra las suaves sabanas de la cama.


Mientras caminaba con cuidado, se detuvo un momento frente al
espejo de cuerpo entero que hab�a frente a ella.


-Mmmm, mis piernas est�n preciosas �susurr� mientras empezaba
a posar para si misma. Adem�s de las mallas llevaba unas pantaletas estilizadas
de seda y una batita negra, semitransparente y con encaje que dejaban ver
f�cilmente sus bellos senos.


-Guau, tambi�n lucen bellas mis tetas �de nuevo Piernas dud�
ante esa manera de referirse a su cuerpo, pero no recordaba otra forma de
referirse a esos morenos y exquisitos globos de carne, adem�s de otras
definiciones que consideraba vulgares.


Entonces vio sobre la mesa junto a la puerta un mando a
distancia, �parec�a el que X usaba para controlarla con m�sica! R�pidamente se
acerc� y se inclin� para observarlo, tenia solo diez teclas con n�meros del 1 al
9 y un bot�n rojo, �quiz� con este pudiera desactivar el sensor o la m�sica del
pasillo!


Con sus manos de nuevo unidas a lo largo del antebrazo por
unos gruesos brazaletes de metal forrado con suave tela, a Piernas le costo algo
de trabajo oprimir varios botones de n�meros pero sin obtener resultado, al
final decidi� probar con el bot�n rojo.


Piernas Foxy se enderez� de inmediato, algo hab�a cobrado
vida en su entrepierna, algo c�lido y vibrante; entonces lo entendi�.


-�En alg�n momento X me puso un consolador en el co�o! �otra
palabra que no le parec�a correcta, pero era la �nica que recordaba- �y el mando
lo activa!


En efecto la vibraci�n c�lida se extend�a de su sexo a todo
su cuerpo lentamente.


-�No! Debo escapar �Piernas trat� de apagarlo con el mando
oprimiendo de nuevo el bot�n rojo, pero no funcionaba, la vibraci�n no solo
segu�a sino que aumentaba.


-�No, no ahora! �sin poder evitarlo se dej� caer en la cama y
comenz� all� a retorcerse. Cada vez la m�sica era menos necesaria para
excitarla, bastaba ya con unas cuantas caricias e incluso recuerdos para que se
pusiera a cien por hora.


-�Tengo que pensar! -Para hacerle todo m�s complicado, X
hab�a colocado un enorme espejo en el techo sobre la cama, Piernas pod�a verse
perfectamente, sus deliciosas extremidades enfundadas en negro se estiraban y
encog�an sensualmente, sus caderas se mov�an en c�rculos, sus senos luc�an mas
apetitosos, su cabello enredado le daba un aire salvaje y su boca entreabierta
parec�a una rica fruta para morderla.


-�Tengo...que...resistir! �susurr� tratando de controlarse,
pero la vibraci�n del consolador era cada vez m�s poderosa. De repente, a la
mente de Piernas llego su reflejo en el espejo y no pudo evitarlo ya.


-�Aaaah...aaah...aaaaaaahhh! �grit� al fin sin control.


Se qued� all� recostada, mientras, el consolador se hab�a
apagado.


En su c�mara, X observaba a Sid en un monitor y sonre�a
mientras manejaba otro mando.


Minutos despu�s, Piernas sinti� que el consolador volv�a a
vibrar, pero esta vez lo hacia al ritmo de una m�sica lenta y sensual, sin poder
evitarlo se levant� y comenz� a bailar por la habitaci�n. En un altavoz se
escuchaba la voz de X:


-Piernas es sexy...piernas adora los tacones altos...piernas
se viste para excitar...piernas siempre usa medias...piernas usa solo lencer�a
sexy....-las sugestiones segu�an y segu�an mientras que piernas estaba en trance
y apenas se daba cuenta de que las aceptaba y absorb�a. La vibraci�n en su
vagina aument� y tambi�n el volumen de la m�sica y la voz.


-�Nooooo!



Piernas se levant� de la cama de un salto y tras ponerse sus
tacones de casa se fue al ba�o, despu�s de una ducha se arregl� r�pidamente, si
quer�a escapar deb�a lucir bien, escogi� el traje m�s sexy que encontr� y se lo
puso de inmediato.


Era una vestido de doncella francesa, negro con un peque�o
delantal blanco, y tan corto que apenas ocultaba el borde de sus medias negras
que casi llegaban a la entrepierna donde se conectaban a un liguero, todo
rematado con volantes de encaje blanco. Un movimiento demasiado veloz dejar�a a
la vista su tanga negra y si se inclinaba demasiado sus pechos, reforzados y
levantados por un sost�n de varillas, que luc�an tanto en su enorme escote
cuadrado, amenazaban con salirse. Se recogi� el cabello en una cola de caballo y
se puso unas zapatillas de charol con tac�n de aguja de 10 cent�metros y al
final una peque�a cofia blanca en la cabeza.


Se mir� en el espejo y pos� unos minutos para si misma, se
inclinaba ense�ando el escote, se mandaba besos o se pon�a de perfil parando las
nalgas.


-Mmmm... creo que tengo algo de tiempo para jugar un poco
antes de escapar �Piernas se recost� para comenzar a acariciarse con una mano
los senos y con otra entre las piernas, mientras se miraba en el espejo del
techo, disfrutando de las sensaciones y fantaseando con su propio cuerpo que
exudaba sensualidad por cada poro de su morena piel.


-Aaaahhh...si...si...eso es �estaba disfrutando tan
intensamente que no le importaba el hecho de que casi estaba gritando.


-�Me encanta!... �Si, si, si! �su cuerpo se arqueo con el
veloz orgasmo que alcanz�. Lo disfrut� y quer�a m�s...pero ten�a que escapar.


Se levant� y cautelosamente se acerc� a la puerta dando
cortos pasos debido a la altura de sus tacones, la abri� lentamente y se asom�
al exterior. Todo parec�a tranquilo, pero Piernas decidi� no arriesgarse y
manteniendo el equilibrio como pudo se desliz� despacio pegada a la pared
tratando de acercarse al final del pasillo, pero era muy dif�cil, a cada paso la
sensaci�n de las medias en sus piernas la acariciaban, y en las paredes hab�a
una gran cantidad de espejos en los que al verse se sent�a inmensamente sexy.


All� estaba, al final del pasillo se encontraba la �nica otra
puerta que hab�a visto en el edificio, si pudiera llegar a ella antes de ser
descubierta...


Poco a poco se acerc�, hasta que al fin estaba en la salida,
de repente escuch� ruidos en el altavoz por lo que se apresur� a entrar, pero se
qued� congelada al hacerlo, se trataba de una alcoba adornada de color vino con
una gran cama de bordes redondeados y un escritorio cubierto de aparatos de alta
tecnolog�a. M�s all� hab�a otra puerta, seguramente conectada con una salida, se
acerco de inmediato a ella, se trataba de una simple puerta de doble hoja y
manijas doradas, Piernas sab�a que no ten�a seguro, pero... no pod�a abrirla,
era como si no supiera su funcionamiento, como si se encontrara ante un objeto
extraterrestre incomprensible, sab�a que pod�a salir por ella pero no pod�a, eso
la desesperaba... y la excitaba.


-�Pero que me pasa! �susurr�- no puedo disfrutar ser dominada
y controlada...


-�Ah no? �dijo una voz conocida tras ella.


Una mano tomo a Piernas por el cuello y la arroj� con
violencia hac�a la cama, al caer alcanz� a poner las manos y una rodilla sobre
el colch�n, iba a levantarse pero una voz imposible de desobedecer le orden�:


-No te muevas Piernas.


-�Dios! Tengo que resistir �pens�.


Pero perdi� su concentraci�n al comenzar a escucharse en la
habitaci�n una m�sica r�tmica y sensual, Piernas sinti� que se debilitaba su ya
da�ada voluntad.


Unas diestras manos le bajaron la tanga y levantaron su corta
falda, dejando al descubierto sus suaves y perfumadas nalgas. De inmediato
Piernas sinti� el aire fresco acariciando su entrepierna, sus pezones se
endurecieron y sensibilizaron y el calor comenz� a invadir su cuerpo.


-�Basta! �gru�o, tanto para X como para si misma... �Estaba
disfrutando el ataque!


Antes de darse cuenta Piernas estaba siguiendo el ritmo de su
atacante que era casi el mismo que el de la m�sica que la dominaba.


-R�ndete a mi Piernas, ahora me perteneces -le susurr� X al
o�do al momento de penetrarla por detr�s, mientras sus manos acariciaban todo su
cuerpo: sus pechos, su cuello, sus caderas.


-Nnnnggh...nnnngh...nnnngh...no...por...nnngh...favor.


-�Ya no tienes escape, Piernas, me perteneces en cuerpo y
alma! �Dilo para mi! �gru�� X mientras le daba varias nalgadas al ritmo de sus
r�pidas embestidas- me necesitas para tu placer, ya no puedes escapar aunque
pudieras.


-Aaaaahh...si...soy tuya...aaaahhh �grito Piernas al fin al
alcanzar un forzado orgasmo y perdiendo el sentido ante tanto gozo.


X se levanto de la cama y recost� a Piernas para despu�s
cubrirla amorosamente con una colcha antes de quitarle sus zapatillas, sus
bellos pies enmediados ten�an las u�as pintadas de negro, pero no llevaba las
zapatillas rojas...


En una iluminada vitrina de la habitaci�n se encontraban
expuestas las zapatillas rojas, reluc�an perfectas y llevaban varios d�as all�.
Ya no eran necesarias para controlar a Piernas, Syd hab�a sido finalmente domada
y convertida en una concubina excitable, t�mida pero inmensamente sensual.


X le dio a su esclava un beso en la mejilla y sali� de la
habitaci�n apagando la luz. En la semipenumbra se escuchaba una lenta melod�a,
mientras Piernas deslizaba sus piernas sobre la sedosa cama al ritmo de la
m�sica...



FIN




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Relato: Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojas
Leida: 20199veces
Tiempo de lectura: 31minuto/s





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