EL OSITO ARDIENTE
Generalmente los relatos que escribo son experiencias reales;
s�lo dos anteriores son ideados entre dos, pero esta ocasi�n es totalmente
ficticio, suponiendo que se hace realidad un encuentro con un osezno que, a
pesar de su juventud e inexperiencia tiene fantas�as er�ticas que en cada correo
que me escribe me deja temblando de excitaci�n.
A petici�n suya escribo este relato donde �l, Horacio, es
protagonista y yo coestrella:
Despu�s de intercambiar correos electr�nicos e identificarnos
plenamente concertamos una cita muy especial: cenar�amos en un restaurante bar
del Barrio Antiguo de la ciudad de Monterrey, tomar�amos algunas copas y nos
acabar�amos de identificar.
Fue all� donde, a media luz y al calor de los tragos nos
contamos nuestras realidades y fantas�as, fui conociendo sus intimidades,
situaciones que no me hab�a platicado donde me hablaba de sus inicios, es decir
de la breve edad a la que empez� a reconocerse como un ni�o "diferente", le
atra�an los juegos de ni�as, los ni�os le parec�an bruscos y desordenados, quiz�
alguna vez hizo el intento de verse al espejo con vestidos de ni�a, pero de
ning�n modo lleg� a pensar en travestirse, s�lo eran indicios de que no era un
ni�o como los que �l trataba y el que su padre ansiosamente hab�a esperado para
que fuera su orgullo.
Nunca se sinti� mal, al contrario, disfrutaba con sus juegos
tiernos y se dio cuenta tambi�n que a pesar de su fuerza f�sica sobre las ni�as,
era muy ordenado, estudioso y cari�oso con todos.
Algunas veces, espi� a los hombres de su familia cuando se
ba�aban o cambiaban de ropa y su peque�o pene se erectaba sin que �l supiera a
qu� se deb�a esa extra�a sensaci�n de cosquilleo al ver una verga mucho mayor
que la suya o un culo cubierto de pelos, pero lo que s� recuerda con morbo es
haber visto hombres gordos, peludos, flexionando su cuerpo y mostrando sendas
nalgas y un agujero oscuro o rosado cubierto de abundante vello. Cuando lleg� a
la preadolescencia su pu�etas (pajas) eran dedicadas a un culo enorme y abierto,
mostr�ndose.
Al adquirir la mayor�a de edad, su delirio era ir a lugares
donde pudiera desnudarse, fuera un gimnasio, un sauna o simplemente un vestidor
en alg�n balneario para exhibir su redondo culo y excitar a los hombres a
proponerle una cogida.
Justo al llegar a esta parte de las confidencias me pide que
nos vayamos a donde podamos estar solos, me dice que tiene una tremenda erecci�n
y yo le respondo tom�ndole la mano y poni�ndola sobre mi dura y gorda verga que
luchaba por salir de su prisi�n.
Cubrimos el consumo y salimos a toda velocidad a la
habitaci�n del hotel que yo hab�a reservado para la ocasi�n. De inmediato nos
desnudamos uno al otro, presas del nerviosismo, la emoci�n y la calentura.
Cuando estuvimos en bolas me pide que le muestre mi culo y le
obedezco flexion�ndome al frente, �l de inmediato empieza a lamer desde el
inicio de la zanja que formas mis nalgas, pasa por mi hoyo, va hasta mis huevos
y la cabezota de mi verga para regresar a mi agujero y entonces su lengua se da
gusto y siento peque�as penetraciones que acaban de excitarme.
Me levanto, me giro y �l se sienta al borde de una butaca, mi
verga queda entonces en todo su esplendor frente a su cara, �l la toma con una
mano y se golpea suavemente en la frente, los ojos, la nariz y los carrillos con
la cabeza de mi verga, saca su lengua, da una chupada tremenda, sube y baja mi
prepucio, lametea alrededor de la cabeza y luego engulle vorazmente toda mi
longitud y grosor hasta que siento tocar su garganta..... �l se retira levemente
para respirar y me pide que le meta los dedos en el culo, que le meta algo
mientras me mama la verga....
Yo como alienado ensalivo abundantemente dos de mis gruesos y
largos dedos, los llevo hasta su orificio anal y siento un calor quemante, qu�
muchacho para tener el culo caliente, mis dedos son casi succionados por ese
agujero deseoso de verga..... �l gime, sigue mamando mi verga y le pido que pare
porque de lo contrario le enviar� trallazos de mecos hasta el es�fago, estoy muy
caliente.
Horacio se retira de mi verga, los dos sudamos copiosamente,
me pide que me eche sobre mi espalda y �l con una habilidad incre�ble monta
sobre m� y se desliza suavemente, llevando el control de la penetraci�n. En un
momento dado, mis huevos chocan con sus nalgas, indicador de que est� bien
ensartado, yo le pido que se mueva con fuerza, �l entra y sale, sube y baja, de
pronto, siento que exploto en mecos y mi muchacho caliente, sin tocarse siquiera
la verga deja salir disparados verdaderos chorros de leche caliente que inundan
mi peludo pecho y algunas gotas incluso llegan a mis labios.
A lo que acabo de describir es a lo que yo llamo una
espectacular cogida.
S�lo espero que pronto pueda ser real. Servido, muchacho.