El hotel, de tres plantas, una verdadera preciosidad, estaba
construido sobre una peque�a loma frente al mar. La habitaci�n, con una inmensa
cama en el centro, tenia una decoraci�n muy agradable y desde la terraza se
abr�a una impresionante vista al mar.

Deshicimos el poco equipaje que llev�bamos y salimos a la
terraza. Apoyados en la barandilla contemplamos el mar y un cielo tachonado de
estrellas, sobre el que lucia una luminosa luna.

Nos miramos fijamente y antes de darnos cuenta est�bamos
fundidos en un apasionado beso que nos hizo vibrar de deseo. Sin embargo, tras
aquel maravilloso adelanto, decidimos salir a cenar.

Entramos en un peque�o restaurante, acomod�ndonos, el uno
frente al otro, en una apartada mesa. El beso nos hab�a sentado muy bien y
durante la cena no paramos de acariciarnos con la mirada. Tu llevabas un vestido
escotado que, seg�n la postura que adoptaras, dejaba a la vista parte del encaje
de tu blanco sujetador y el inicio de unos senos que se promet�an maravillosos.
Sobre la tela se marcaban tus turgentes pezones, lo que me ten�a muy excitado.

Cenamos algo de marisco y pescado, lo t�pico de la zona,
acompa��ndolo con una botella de vino de la regi�n. Despu�s de una corta
sobremesa en la que nos tomamos un caf�, regresamos a la habitaci�n.

Pedimos de beber al servicio de habitaciones y con una copa
en la mano nos sentamos en la terraza a sentir la serenidad del mar y el sosiego
del silencio roto, solamente, por el rumor de las olas.

Yo te cog� de la mano y tras bes�rtela busque tu boca, que
tu me cediste entre abierta. Nos besamos profundamente, lo dejamos nos miramos a
los ojos y volvimos a besarnos con mas pasi�n.

Tu le diste un trago a tu copa y tras dejarla sobre la mesa
te levantaste, regresando diez minutos mas tarde con el camis�n blanco
transparente. De cintura para arriba ibas al descubierto dejando a la vista unos
maravillosos senos coronados por una difuminada aureola y unos turgentes pezones
que se marcaban impetuosamente sobre la tela. La parte de abajo la llevabas
cubierta con la braga de encaje blanco que adem�s de dejar a la vista tu
primoroso ombligo dejaba traslucir tu bien dibujado bello pubico sobre tu
pronunciado pubis.

Sonre�ste, quiz� por que no pude disimular la sorpresa y
excitaci�n que me produjo verte as�, y tras posar fugazmente tus labios sobre
los m�os, momento en el que pude notar tu delicado perfume, te volviste a
sentar.

Te mire apasionadamente a los ojos y tu me alargaste la mano,
invit�ndome a que te conociera �ntimamente. Me incorpore y tras arrodillarme
frente a ti avance mi boca entre abierta en busca de la tuya, unidos en
profundo beso en el que no par�bamos de entrelazar nuestras lenguas,
busque con mis manos tus pechos los cuales comenc� a sobar delicadamente. Tu
echaste la cabeza hacia atr�s y con tus manos llevaste mi cabeza hacia tus senos
los cuales comenc� a besar pasando la lengua a lo largo de tu marcada hendidura
para luego llevarla a tus deliciosos pezones de los que comenc� a absorber con
verdadero deleite

Cuando tu respiraci�n comenz� a acelerase deje tus senos y
comenc� a recorrer con mi boca el resto de tu cuerpo, hund� la lengua en tu
ombligo y luego pose los labios sobre la braga sintiendo en ellos el bello de tu
pubis, el cual bese repetidas veces.

Segu� recorriendo con mi boca tus muslos y tras besarte uno a
uno los lunares de tus piernas, regrese al bulto que se te formaba en la braga
devor�ndotelo con verdadero deleite y pensando que, en breve, me lo iba a llevar
a la boca sin barreras. Te aparte la braga y comenc� a pasarte la lengua por la
ingle para luego dirigirla hacia tu sedoso bello en busca de tu hendidura
mordi�ndote muy suavemente en tus henchidos labios vaginales. Luego met� los
dedos entorno a braga y te desembarace de ella, era la primera vez que te ve�a
desnuda y pasee mi mirada por tu cuerpo lenta y descaradamente. Luego me incline
muy despacio, hacia tu sexo y tras separarte los sonrosados labios con los dedos
pos� mi boca en su interior, t� diste un respingo y tras dejar escapar un
profundo suspiro me sujetaste de la cabeza al tiempo que empujabas hacia delante
tus redondeadas caderas, lo que multiplico mi frenes�. Mientras te exploraba con
mi lengua, hasta el ultimo rinc�n, lleve las manos hasta tus nalgas y comenc�
sob�rtelas para luego empujarlas hacia m� y llenarme la boca, aun m�s, con
tu sexo. Te introduje varias veces la lengua en la vagina, tan profundo como
pude, para luego comenzar a pas�rtela por tu perceptible cl�toris, el cual
chupaba, engull�a y frotaba con autentico delirio.

Mientras que con voz entrecortada me dec�as que no me
detuviera comenzaste a sobarte los pechos apasionadamente estir�ndote, de tanto
en tanto, de tus turgentes pezones. De repente comenzaste a temblar y una oleada
de calor lleg� a mi boca inund�ndose de tus jugos, entonces clave la lengua en
tu vagina sin descuidar tu cl�toris, que no dejaba de frotar con mi dedo pulgar.
De repente dejaste de temblar, y al tiempo que exhalabas un profundo
gemido, una catarata de tu n�ctar sali� de tu vagina que al llenar completamente
mi boca resbalo a lo largo de tus muslos.

Me miraste con una sonrisa satisfecha, y con el rostro
transpirando sexualidad me dijiste que me incorporara. Tras recorrer varias
veces con tu mano el contorno de mi abultad�sima verga, me bajaste el pantal�n
liber�ndola de la tremenda presi�n a la que estaba sometida.

Me la cogiste entre tus manos, mas gorda y dura que nunca, y
sabandomela pausadamente, desde la cabeza hasta la base te la introdujiste en la
boca, despu�s de pasar los labios varias veces a lo largo de ella y pas�rtela de
un carrillo a otro te la sacaste comenzando a besar su cabeza rojiza y
brillante. Despu�s y mientras me administrabas un fenomenal masaje en los
test�culos te la volviste a meter en la boca profundamente, administr�ndome una
soberbia mamada.

Estaba caliente desde que te hab�as subido al coche y despu�s
de lo ocurrido mi verga no pudo aguantar m�s, comenzando a palpitar, tu, muy
sabiamente, comenzantes a sobarme por la hendidura de las nalgas hasta dar con
el ano donde te entretuviste pasando el dedo con fricci�n. Aquello fue
definitivo y ya a punto de correrme te ped� las tetas para hacerlo, te la
sacaste de la boca, la llevaste a tus pechos y tras ponerla en tu hendidura te
los sobastes ardorosamente. Unos instantes despu�s una oleada de calor inund� mi
verga desde la base hasta la cabeza momento en el que tu me la presionaste
suavemente al tiempo que me dabas un fogoso masaje en los test�culos, unas
d�cimas de segundo mas tarde aliviaste la presi�n saltando un enorme chorro de
leche parte del cual llego a tus mejillas derram�ndose el resto a lo largo de
tus relajados senos.

Segu�amos muy calientes y sin mediar palabra nos fuimos a la
cama, tu ya ibas sin ropa interior por lo que pude admirar, por primera vez, tu
espl�ndido trasero lo que aumento, aun m�s, mi excitaci�n. Me imaginaba con que
placer te restregar�a mi verga por tus muslos, por la hendidura de las nalgas y
por el circulito del ano.

Nos tumbamos en la cama y nos besamos profundamente. Met� mi
lengua en tu boca sintiendo la tuya caliente, sent� tus dientes y tu paladar,
bese tus ojos y lam� tus p�rpados mientras mis manos recorr�an tu cuerpo
acariciando tus muslos y tu vientre. Pase mi mano por tu marcado pubis y tras
entretenerme con el bello introduje mis dedos en tu interior.

Te mordisque en los l�bulos de las orejas y despu�s de
besarte en el cuello, segu� por tus clav�culas y tu pecho hasta llegar a tus
senos, recorri�ndolos con mis labios y mi lengua cent�metro a cent�metro
par�ndome, de tanto en tanto, en tus sobresalientes pezones, duros como
garbanzos, de los que absorb�a con enorme deleite.

Segu� bajando y despu�s de enroscar mi lengua en tu ombligo y
gozar de �l durante un buen rato, llegue a tu vientre y a tu pubis, abri�ndome
paso con la lengua entre tu bello hasta clavarla en tu fascinante sexo. Mientras
tanto tu me administrabas un febril masaje en la verga el cual me provocaba una
erecci�n casi dolorosa, de tanto en tanto, me pasabas la palma de la mano sobre
la sonrosada cabeza lo que me transportaba mas all� del placer.

Despu�s de llegar con mi lengua a lo m�s rec�ndito de tu sexo
busque el cl�toris y comenc� a pasar y enroscar mi lengua en �l, al rato y como
si hubiera cobrado vida propia emergi� por completo vibrante, entonces pase mis
piernas a ambos lados de tu cintura y comenc� a lamerlo. Tu, me cogiste de la
verga y comenzaste a restregarla por tus senos y tus pezones para luego
pas�rtela por la cara y las mejillas hasta introduc�rtela en la boca
engull�ndola, una y otra vez, aplic�ndome, al mismo tiempo, un concienzudo
masaje en el culo.

Yo hab�a seguido con mi lengua la l�nea de tu sexo hasta
llegar al ano del que disfrute durante un largo rato. Tus jugos lo ten�an
totalmente lubricado y te introduje suavemente mi dedo �ndice mientras que con
mi lengua exploraba los alrededores.

Luego y aun con el dedo introducido all�, regrese con mi
lengua a tu enardecido cl�toris, pas�ndola una y otra vez hasta sentir como mi
boca se inundaba de tu espesa y maravillosa secreci�n a la vez que exhalabas un
profundo suspiro.

So�aba con chapotear mi verga en los jugos de tu sexo y te
ped� que me dejaras penetrarte, dici�ndome que te lo hiciera desde atr�s.

A continuaci�n te pusiste de rodillas sobre la cama
ofreci�ndome tu sonrosado y brillante sexo, en ese momento me hubiera gustado
poder abrirte las piernas y meterme entero. Sin embargo, me contente con
introducirte mi verga que al contacto con tu vagina engordo brutalmente.

Te agarre de los senos y comenc� a mover mis caderas
lentamente disfrutando hasta la saciedad de cada mil�metro de ti, de tanto en
tanto dejaba resbalar mis manos hasta tus duros pezones los cuales estiraba
suavemente. Poco a poco fuimos aumentando el ritmo y tras agarrarte de tus
torneadas caderas follamos como si nos fuera la vida en ello.

De repente sent� como si me vaciara por dentro, sintiendo
como una oleada de calor inundaba mi sexo y tras soltar suspiro ronco de alivio,
broto, como un disparo, un chorro de esperma caliente, que inundo tu ardiente
vagina. Yo segu� bombe�ndote y al cabo de unos instantes exhalaste un brutal
gemido y tus jugos se mezclaron con los m�os. Cuando saque mi verga, aun tiesa,
unas c�lidas gotas de esperma mezclada con tu n�ctar comenzaron a resbalar por
tus muslos.

Te diste la vuelta y tras mirarme con una sonrisa de
satisfacci�n me pediste que te besara. Lo hice y tras pasar mi brazo por tus
pechos dormimos placidamente hasta el d�a siguiente.

Lo que paso el d�a siguiente lo contare m�s adelante.