Relato: En el cine





Relato: En el cine

El d�a 22 de marzo de 2002 fue el d�a m�s delicioso de mi
vida; la secuela de esta jornada extraordinaria cambi� radicalmente mi vida.


Los primeros est�mulos fueron desconcertantes, hasta
angustiosos. Me parece indispensable hacer una breve semblanza de mi persona y
personalidad para que ustedes, amables lectores, tengan mejores elementos para
apreciar en sus justas dimensiones los acontecimientos, la experiencia vivida en
este memorable d�a.


Soy una mujer relativamente joven, apenas cumpliendo los 31
a�os. Tengo formaci�n profesional; me gradu� en Antropolog�a Social. Originaria
de una familia con caracter�sticas est�ndar, similar a las familias de nuestro
pa�s; mi educaci�n no difiere casi en nada de otras mujeres, es decir, fui
educada seg�n la m�s vieja tradici�n social. Por esto las normas me fueron
inculcadas, si no severamente, s� con la insistencia propia de este tipo
familiar. No obstante, haber cursado hasta los estudios superiores, me dio
cierta capacidad cr�tica y, por lo mismo, la posibilidad de eliminar de mi
inteligencia muchas de las absurdas prohibiciones. Tal vez por esto fue que me
embarac� luego de un t�rrido romance, y, aqu� la regresi�n, me cas� un poco
contra mi voluntad, y, lo peor, por dar salida al enojoso asunto de un embarazo
fuera de matrimonio.


Mi marido, un compa�ero de la prepa, completa el cuadro de
las familias tradicionales. De nuevo, y por mis posiciones cr�ticas, he logrado
"educar" al macho con la relatividad de esta afirmaci�n. Por cierto, esta
educaci�n solo ha tenido �xito en lo relativo al mutuo respeto, y la
conservaci�n de mi libertad de nuevo cuenta en forma relativa. No he logrado
ning�n avance en la esfera de la sexualidad, y en esto me parezco, m�s bien, mi
pareja se parece, �se parec�a?, al com�n denominador de las mujeres mexicanas
dentro del matrimonio. Y aqu� debo consignar otra de las caracter�sticas de las
mujeres de mi pa�s, la extendida insatisfacci�n sexual. Mi embarazo, dec�a, fue
producto de la incultura, y, por supuesto, de mi propia educaci�n donde las
medidas anticonceptivas no figuraban dentro de mi acerbo cultural, de ah� el
embarazo en la primera relaci�n sexual, siendo yo una jovencita de apenas 18
a�os. Mi hija acaba de cumplir los 14 a�os de edad. Por fortuna pude protegerme,
no me he vuelto a embarazar, y, tambi�n, no he logrado llegar a la plena
satisfacci�n sexual; mejor dicho, desde los acontecimientos fant�sticos aludidos
arriba, he llegado a la dicha de tener enorme placer sexual, la forma menos
esperada, ni en sue�os hab�a tenido la experiencia y el placer de la sexualidad.


El primer est�mulo se dio de una manera por dem�s sorpresiva
y sorprendente. Sorpresiva porque no lo esperaba; sorprendente por muchas
razones, primero por mis reacciones, en verdad asombrosas dadas mis posiciones,
las se�aladas arriba, segundo, por el tipo de est�mulo, tercero, por las
consecuencias en verdad ins�litas acaecidas unas horas despu�s del primer
est�mulo.


Primero. Mi jefa me llam� a su despacho. Este tipo de
llamados son frecuentes, rutinarios pues. El despacho tiene un corto pasillo de
acceso, y en un giro a la izquierda se ve el espacio completo. Entr�, cerr� la
puerta, di los tres pasos necesarios para el giro, y, �la sorpresa se inici�!
Recargada sobre el borde del escritorio estaba mi jefa �completamente desnuda!
Abr� la boca, deb� dar la impresi�n de est�pida. Fue inmensa mi sorpresa, estuve
a punto de caer al piso por completo anonadada, pasmada, casi aterrorizada. Ella
sonre�a, una de sus piernas semiflexionada a la manera de las modelos
profesionales; los brazos a los lados del cuerpo y las manos en el escritorio.
El rostro encendido, bello sin duda; el cuello esbelto, un tanto r�gido; los
senos, Dios, esos senos me deslumbraron... poco despu�s; la cintura estrecha
para resaltar las m�rbidas caderas, �stas hac�an suponer unas nalgas de f�bula,
y, carajo, el tri�ngulo piloso hermoso, pocos tienen esa belleza.


Debo decir, mi jefa tiene 32 a�os, por tanto es joven, bella
en realidad, y esa belleza nunca me hab�a sido perceptible. Incluso las palabras
iniciales de ella me fueron inaudibles, "... no te quedes ah� parada; ven,
ac�rcate", dec�a son una deslumbrante sonrisa, sonrisa de labios y ojos, y estos
fijos en los m�os. Tard� en hacer cumplir la orden a mis piernas para echar a
caminar en direcci�n a la desnudad aparici�n. Una parte de m� me indicaba salir
de all� de inmediato, y otra, al contrario, me induc�a a caminar para acercarme
a la divina aparici�n.


Al estar a escasos cent�metros de ella, extendi� la mano,
toc� mi rostro sin dejar de sonre�r, haciendo leves, pero significativos
movimientos con los muslos aparentemente para destacar los m�rbidos pelitos de
la pucha espl�ndida; mi rostro se retrajo, ella frunci� el ce�o, pleg� la
sonrisa, y dijo: �No te gusta... lo que ves?, �soy tan horrible?, yo, a�n m�s
pasmada no pude apartar los ojos de los de ella, y no lo hac�a, luego pens�,
porque apartar mis ojos era inevitable ver el bello continente frente a m�; no
pude articular palabra, tampoco me retir�.


Entonces ella regres� la sonrisa a sus labios, la mano a mi
rostro, y dijo: Tal vez sea necesario mostrarte... otro lado, otro �ngulo de
visi�n, e inici� una lenta vuelta sobre los pies � tambi�n desnudos, no pude
mirar a otro lado, el asombroso desnudo era ineludible, se hac�a necesario
admirarlo, incluso degustarlo, eso pens� en el momento del regreso del frente de
ese maravilloso cuerpo; mis ojos se quedaron, sin orden y sin remedio, fijos en
la entrepierna fabulosa, llena de pelos negro azabache, en verdad delicioso,
pienso ahora, pero en aqu�l momento mi mente s�lo recib�a la orden de �ret�rate,
ret�rate!, y sin embargo mis piernas parec�an estar enterradas en el piso.


Y ella acerc� su rostro; adivinar el beso fue autom�tico, y
mi cara se dio la vuelta; y ella frunci� una vez m�s el ce�o, hasta los labios
se fruncieron, y dijo: �Te doy asco?, �no soy hermosa?, �por qu� no te relajas y
disfrutas de... del momento?, te aseguro, tendr�s un placer nunca imaginado, �no
quieres gozar?, vamos, debes decir algo, de lo contrario lo tomar�... sentir�
ofensivo tu silencio, y mis temblores se hicieron incontenibles, me cimbraba a
cien por hora, �Di algo!, casi grit� ella.


El instinto de conservaci�n es una maravilla, hasta me
sorprend� al escuchar mis palabras: No, no es eso... es, caramba, las inmensa...
sorpresa de... pues de lo... que est� sucediendo, y ella me interrumpi�:
Entonces, �te gusto?, �no quieres... caricias?, bueno, me fui al infierno en
cuanto qued� claro, por si hubiera a�n dudas, carajo, su intenci�n era
seducirme, quiz� abusando de su poder, era mi jefa la de la iniciativa. A la
velocidad del pensamiento, pensando m�s en sobrevivir, dije: No, se�ora, no...
piense en... mi rechazo, no..., pero, debe entender... caramba, a�n no digiero
la inmensa sorpresa. No quisiera incomodarla, pero..., Entiendo, entiendo...
�fui brutal?, tienes raz�n... no son formas... bueno, empecemos por tutearnos;
me choca eso de se�ora, nunca me vuelvas a decir as� y nunca vuelvas a hablarme
de usted, y..., �quieres tiempo para... pensarlo?, no olvides... no conoces el
placer hasta no haberlo probado. Por otro lado, y ateni�ndome a tu afirmaci�n de
no rechazo a mi... "ofrecimiento", toma tu tiempo para decidir..., en entendido,
si te niegas, sabr� que no es por rechazo, simplemente porque esto no es de
tu... agrado; por tanto, te aseguro... no habr� represalia alguna, insisto, por
eso debes estar tranquila, quiz� estoy corrigiendo mi brutalidad. �Me puedes
decir...?, y me llamo Silvia, no se te olvide.


Pens� con calma, rechazarla totalmente en ese momento era
para empacar mis pertenencias e irme a buscar trabajo, al menos esa fue mi
apreciaci�n de la situaci�n, y a la vez la explicaci�n a mi respuesta, aunque en
el fondo, entiendo ahora, la realidad fue... adem�s de intrigada, ya no
asombrada, solo intrigada, dec�a, adem�s de esto, una rara sensaci�n se hab�a
planteado en mi sensorio, indudablemente la excitaci�n, y... s�, innegable, la
gran tentaci�n de probar los prohibido. Dije: No sabes mi profundo
agradecimiento por tu... comprensi�n, Silvia, s�, s�, quisiera... un tiempo para
pensar... en esto.


Y s�, no es rechazo, es... bueno, debes suponer, nunca me he
imaginado en una... situaci�n as�... por esto te rogar�a disculpes mi...
aturdimiento, a la vez mi solicitud de... tiempo. Y ella: Ya lo dije, y las
disculpas deber�an ser para m�, no s� donde ten�a la cabeza cuando... pens�
en... bueno, en pedirte venir a mi oficina. Y no creas, entiendo tu...
diplom�tica respuesta... y eso, en lugar de molestarme, me agrad�, demuestra tu
inteligencia, esa misma ha sido parte de... del atractivo sentido por m�. S�, no
te asombres, hace meses mi... bueno, mi ser entero necesita de ti... Debes estar
totalmente convencida de mi... lesbianismo, pero, aunque no lo creas, nunca he
tenido un amor... con otra mujer; sin embargo esta ha sido una de mis fantas�as
m�s repetida en a�os y a�os... por esto con m�s raz�n te deseo; y este deseo se
incrementa por la idea de, entre las dos, ir descubriendo el amor... este amor
inusual, pues para ti tambi�n, as� lo veo, ser� tu primera experiencia... claro,
de ser aceptable para ti... mi propuesta y... mi deseo. Este largo discurso te
rogar�a no lo tomes como una muestra m�s de mi... prepotencia de jefe, para
nada, es el sentimiento de una mujer expresado a otra, y nada m�s.


Por fortuna en brev�simos segundo comprend� la desfachatez de
mi... planteamiento, por esto te ruego una vez m�s, me disculpes, �lo har�s?,
Asent� moviendo la cabeza, sin apartar los ojos de los bellos de ella, y
continu�. Entonces, no se diga m�s, espero el tiempo que te sea necesario...
para saber tu decisi�n, sea cual sea esta... pero, �podr�amos sellar este
pacto... con un beso?, l�nguida, con los ojos semicerrados, en pleno trance
sentimental, seguramente igual de caliente a un motor de autom�vil luego de
horas de marcha a pleno sol.


La propuesta del beso me sac� de onda. Y, de nuevo, casi con
los mismos argumentos anteriores, asent� con la cabeza, me era imposible
articular una palabra por varias razones, en primer t�rmino: mi puchita estaba
anegada. Y ella sonri�, suspir�, acarici� mi rostro con la mano delineando mis
labios con sus dedos, y luego fue acercando poco a poco su boca a la m�a hasta
posarla en mis labios. Quer�a se devorada... por el piso al sentir los c�lidos
labios; mi boca se mantuvo cerrada, ella suspendi� el contacto, me mir� con
cierta energ�a, y dijo: �Me vas a besar... o no?, caramba, a pesar de su
declaraci�n continuaba siendo la jefe, y, otra vez mis seudo argumentos
justificadores actuaron, y cuando la boca de ella regres� a mi boca, esta se
abri�, "sin mi voluntad", pens� al sentir la lengua penetr�ndome, y mi cuerpo se
estremeci�, aunque pasara desapercibido para ella, es posible.


El beso dur� enormidades... en ese momento, ahora siento ese
tiempo, el mismo de un suspiro. Ella jadeaba, mezclaba mi saliva con la de ella,
a m�s de jugar con mi lengua, y esta intent� �sin �xito! permanecer quieta,
absolutamente quieta. De cualquier forma, fui yo la del inicio del fin de ese
beso... maravilloso, el primero sentido de labios de otra mujer. Al suspenderse
el beso, me mir� con mayor languidez, arrobada y jadeante, �ya me imagino la
inundaci�n de su pucha! Alarmada, y con los muslos viscosos, sintiendo el
coraz�n queriendo salirse por mis ojos, excitada, tartamudeando, dije: �Puedo...
retirarme?, ella sonri� con cierta amargura, su mirada se hizo brillante y...
seductora, y dijo: La decisi�n es... tuya. Si te retiras... recuerda nuestro
compromiso; supongo cumplir�s, �no?, Ten la plena seguridad... Silvia, a�n para
decirte... el proyecto no es de mi agrado, volver� a verte en cuanto tenga
esa... decisi�n.


Eso espero, dijo sonriendo de nuevo con esa avasalladora boca
de labios sensuales. Me di la vuelta, y sal� de la oficina de marras. No s� la
de cosas hechas para soportar el paso del tiempo y poder retirarme de mis
obligaciones. En esa especie de remanso, no pude ocultar a m� misma la
excitaci�n sexual, si eso era, no pod�a continuar neg�ndolo indudablemente
producida por la secuencia escenogr�fica vivida en el despacho de mi jefa.


Al caminar rumbo a casa, mi mente era poco m�s que ca�tica, y
ese mismo caos imped�a el razonamiento; mis muslos sorprendentemente h�medos y
viscosos, producto esto de la todav�a presente excitaci�n sexual. Al llegar a
casa me puse al ajetreo de preparar los alimentos, para la hija, no para m�, no
deseaba sino aplacar, controlar el caos mental: amenazaba terminar con mi
lucidez. Comimos, mejor, comi� mi linda hijita. Sub� a mi rec�mara. Ah� mi mente
fue todav�a m�s in�til. En un intento de allegarme tranquilidad, pude pensar en
hacer algo para, al menos, distraer mi mente. Por esto decid� ir al cine. No
pod�a irme sola, no quer�a dejar solo al reto�o. La invit�; acept� de mil
amores. No sab�a el programa del cine cercano a casa, pero eso no importaba. La
hija no pregunt�, pero s� se cambi� de ropa: el uniforme escolar, por unas
graciosas y peque�as minifaldas. Nos fuimos al cine.


Pod�amos ir caminando; en los primeros pasos por la baqueta,
mi ni�a se colg� de mi brazo, acarici� mi rostro, bes� una de mis mejillas, y
dijo: Gracias mamacita por la invitaci�n... no sal�amos juntas desde hace mucho
tiempo, �no es padre andar juntas?, y volvi� a besar mi mejilla, y apret� su
cuerpo a mi brazo, y, Dios m�o, sent� el seno de mi ni�a presionado sobre mi
brazo. Tal vez mi exquisita sensibilidad despu�s de ver aquel hermoso cuerpo
desnudo y de sentir por primera vez un beso de mujer, me hizo sentir m�s all� de
lo l�gico el seno de mi peque�a. Plant� mis ojos al frente en un intento por
desentenderme de la �dulce! sensaci�n de seno en mi brazo, sin embargo las
sensaciones no solo no desparecieron, se hicieron m�s evidentes y acuciante, y
m�s al sentir a la ni�a hacer movimientos un tanto inusuales en la marcha con la
intenci�n de �ella! de rozar el seno en mi brazo. Un suspiro sali� de mi pecho,
y los muslos los sent� m�s acuosos.


Ella caminaba sin dejar de hablar, diciendo redundante la
dicha de salir juntas, y su seno m�s se apretaba contra mi brazo. No s� si ella
pasaba por algo especial, hizo algo incre�ble, al menos en otras circunstancias
m�as y tal vez de ella, retir� una de las manos sujeta a mi brazo y coloc� la
mano en mi cintura, pero sin dejar de frotar su seno en mi brazo, el otro brazo
continuaba sujetando el m�o. Estuve a punto de indicarle el regreso, sin embargo
pens� en la frustraci�n de la ni�a, quiz� continuando con mi esfuerzo seudo
justificativo de mi actitud "tolerante". Con el alma en vilo compr� los boletos,
y entramos al cine.


Busqu� una fila "poblada" para sentarnos; las primeras filas
estaban desiertas. �temerosa de la continuaci�n del asedio de la peque�a?, al
hacer esta pregunta surgi� otra, �realmente es un asedio, o es solo mi
imaginaci�n exaltada, lo mismo mi sensibilidad er�tica?, nos sentamos, a mi lado
una mujer, del lado de ella una butaca vac�a. La pel�cula estaba en su inicio.
Ni siquiera vi el t�tulo de la cinta. Luego de los cr�ditos, por poco grit�
empavorecida: una mano de mi reto�o se pos� c�lida en mi muslo, precisamente en
la zona descubierta por la falda; record�: dej� las medias en el piso de mi
rec�mara en el momento de salir. Volte� a verla, ella me ve�a en directo, ajena
por completo a la pantalla, sonre�a alegre, con ojos centelleantes, casi vuelta
de lado hac�a m�.


No par� en eso, la mano libre vino a acariciar mi rostro, y
luego se pos� en el hombro del lado opuesto y quedamos pr�cticamente abrazadas,
con una de las manos de ella en mi muslo. Si por la ma�ana estuve pasmada, en la
oscuridad del cine mi mente estaba en blanco, m�s all� del blanco, sin siquiera
una r�faga de pensamiento indicando acciones para "contrarrestar" los millones
de sensaciones en mi cuerpo, y todav�a m�s al sentir la mano en el muslo iniciar
un lento y suave recorrido por la superficie tersa y desnuda de mi piel.


Quer�a decir o hacer algo, no me fue posible, y, caramba, si
la mano de abajo estaba activa, la de arriba no pod�a quedarse atr�s y empez� a
recorrer la piel de mi hombro y mi cuello, ascendiendo hasta mi oreja, para
luego, apret�ndose ella contra el brazo de la butaca, intentar bajar esa mano al
escote, por cierto, escote bastante amplio. Bueno, el caso es poco para
describir mi estado emocional y mental de los escasos segundos transcurridos
desde el instante de sentir la primera mano en mi muslo. Si acaso pude hacer
ligeros movimientos de mi cabeza negando, vi�ndola con extra�eza, hasta sent�
emitir una se�al de enojo, y ella respondi� con una mirada cari�osa, una sonrisa
divina, y una caricia muy cercana a mis labios, y su cabeza movi�ndose en el
sentido afirmativo. Caray, estaba poco menos que lela, paralizada por completo.


Cuando la mano del muslos se atrevi� a subir m�s all� del
reborde de la falda, mi coraz�n dio de brincos, �lo mismos hizo mi vagina!, y mi
garganta emiti� un d�bil gemido sin precisar la calidad de tal gemido:
�excitaci�n extrema?, �sufrimiento?, �placer?, y la otra mano ya ara�aba la
falda de la monta�a, el seno izquierdo. La mano del muslos, sin oposici�n
alguna, poco a poco subi� y subi� hasta llegar a la encrucijada de los muslos,
y, para acabar de sentir la necesidad de morirme, �los muslos iniciaron una
lenta apertura!, �v�a libre para la mano?, me pregunt� presa por el pavor de la
culpabilidad de la enorme trasgresi�n permitida y casi aplaudida. La vi, me vio,
yo con el ce�o fruncido y la vagina expulsando l�quidos, ella con mirada
l�nguida, sin duda expresi�n de su enorme excitaci�n, segu�a afirmando con su
cabeza. Los dedos de la mano tocaron a la puerta de mi pucha enardecida y,
caray, fue el colmo.


Algo deb�a hacer so pena de, en efecto, morir de culpa.
Cuando mis o�dos escuchar mi balbuceante �por qu�?, m�s me escandalice de m�
misma: pregunt� previendo una llamada de atenci�n de los vecinos; mi hija
parec�a no tener en cuenta a los presentes, �no le importaba ser vista y hasta
reconvenida?, pregunta no formulada, sin respuesta dada por m�. Ella retrajo la
mano del escote para acercarse m�s con su rostro a mi rostro, y, muy cerca de mi
o�do, dijo: Te quiero mucho mamacita. �Sientes ricas mis... cari�itos?, en
susurros titubeantes, con jadeos de excitaci�n sexual claramente identificables.
Lela, segu�, y lela dije: �Te van a ver!, carajo, pens� al emitir esta frase, no
es posible, parezco estar dando mi anuencia para la continuaci�n de las
�caricias!, dijo mi audaz reto�o. Y esa fue la decodificaci�n de ella, la mano
regres� al escote para hundirse m�s hacia la c�spide de la monta�a, para
alcanzar el pe��n de los placeres, y, Dios m�o, la mano ya no tocaba a las
puertas de la vulva, se introduc�a entre el borde del calz�n y... �los pelos!,
no pude reprimir el saltito dado al sentir a uno de los dedos, �el �ndice?,
haciendo esfuerzos por abrir los labios vellosos. La vi, ahora s� con una mirada
llena de reproche. Ella respondi� con una mirada m�s cari�osa, francamente
amorosa..., �caray!, la sent� amorosa en el sentido del �amor carnal!, entonces,
sin razonamiento, actu�.


Discreta, pero decidida, jal� la mano de los hombros y cerr�
los muslos apresando la mano investigadora de mi intimidad, acerqu� mi boca a su
o�do, y dije: �Por qu� mi ni�a, por qu�?, y ella acarici� mi rostro con la mano
reprimida, mientras mi mano iba a sacar a la otra de las profundidades, me ve�a
extra�ada, con igual o m�s reproche, y dijo: �Te quiero, te quiero!, �no te
gustan mis caricias? porque para m�... esta es la mejor de las formas de decirte
mi enorme cari�o por ti, y..., Nada, nada... esto no se vale, dije
interrumpi�ndola, pero ella frunci� los labios en un pucherito, y dijo: Es...
que quiero hacerte sentir muy rico, rico, rico, me qued� bamboleando, las
palabras de mi ni�a eran indicativo de la plena conciencia �sexual! de mi
bodoque. Estuve al punto del desmayo. Aquello pensado como algo inocente y s�,
s�, producto de la expresi�n del amor filial, para ella era no solo ese amor,
sino tambi�n la idea �del placer sexual!, expresada en esas intencionales
caricias. Jade�, ahora no por la excitaci�n, sino por la tremenda impresi�n de
saber, de constatar las implicaciones sexuales en las caricias hechas por ella
en mi cuerpo... �y mi cuerpo rebosaba excitaci�n!.


Cubr� mi cara con las manos en el momento del comienzo de las
protestas vecinales. �Imposible continuar all�!, y, siguiendo en mi pasmo
mental, jal� la mano conservada en la m�a luego de sacarla de la selva pilosa,
me levant� oblig�ndola a hacer lo mismo. D�cil me sigui�. Salimos de la fila y
caminamos por el pasillo. En esos brev�simos instantes mi ca�tica mente enviaba
mensajes entrecruzados, unos diciendo ir a casa para, Dios m�o, en la calma y
soledad de la misma �dar culminaci�n a lo iniciado en la oscuridad e
indiscreci�n del cine!, la otra dec�a: �Eres una depravada!, y otra m�s
diciendo: En casa no es posible, ah� debe estar ya, el marido!, por otro lado,
las viscosidades de mi pucha y muslos, eran avasalladoras no pod�a desentenderme
de esa preciosa y placentera viscosidad indicativa de mi febril excitaci�n
sexual, y, para mi enorme sorpresa, sin tener clara conciencia, al ver las filas
desiertas de la parte trasera del cine, resolv�... �meterme en una de esas filas
para continuar con las caricias interrumpidas!


Me sent�, ella tan o m�s sorprendida, me ve�a interrogante,
asustada incluso. Yo, jadeando por m�ltiples razones, la enfrent� y dije: Dime
peque�a, antes, �ya hab�as... acariciado a alguien... en la forma que lo estabas
haciendo... conmigo?, me vio consternada, con una de sus manos alisando su lindo
pelo, trag� saliva, dijo: No mamacita... a nadie he acariciado... as�; Entonces,
dije, �de donde aprendiste a... hacer esas caricias?, mi alma estaba en la
cuerda floja, se ca�a casi irremediablemente al abismo. Su mirada pareci�
tranquilizarse, y dijo: Pues... la verdad mis amigas y compa�eras de la escuela
han dicho..., bueno, dicen: el amor se debe hacer sentir con... estas caricias,
por eso, y tambi�n, caray mamacita, no puedo echarte mentiras, yo... me he
acariciado as� y..., la verdad, he sentido bien padre, bien lindo, a veces hasta
grito de gusto... cuando mis deditos andan... bueno, entre mis... pelitos de
all�... abajo, y por eso, digo, pens�, a mi mam� la quiero much�simo y... nunca
le he dicho mi cari�o... en la forma dicha por mis amigas, y... tambi�n pens�
en... agradecerte tu invitaci�n, digo, de venir juntas al cine... por eso...
pos... empec� a hacerte cari�itos.


Mi consternaci�n menguaba a medida que la ni�a iba explicando
su actitud, y, Dios m�o, al mismo tiempo mi tremenda excitaci�n amortajaba mi
cuerpo, se me hac�a urgente desparecer esa mortaja por cualquier mecanismo,
�incluido en esto, la continuaci�n de las caricias interrumpidas!, �la
pel�cula?, carajo, ni pensaba en ella. La fila... desierta. En un postrero
intento por desechar las necesidades imperiosas desprendidas de la enorme
excitaci�n sexual dentro de mi cuerpo y, carajo, �de mi alma!, dije: �No crees
malo... acariciarme as�, como lo has estado haciendo?, sin titubeo, y de
inmediato su respuesta: No, para nada, �por qu� habr�a de ser malo decirte que
te quiero con caricias... bueno, donde sean esas caricias?, insist�: Y si yo te
acariciara de la misma forma... �no ser�a malo?, Ay, mamacita, �por qu� habr�a
de ser malo?, al contrario, ser�a bien rico... si tu me dices tu amor... con
esas caricias, te aseguro... me ir� al cielo si as� me dices cu�nto me amas, y
mi mente, otra vez, se fue al carajo.


Jadeando cual corredor indio, tom�ndola con las dos manos por
la cabeza, la jal� para besarla. Ella acus� la sorpresa de la acci�n, pero gimi�
placentera, aunque su boca permaneci� cerrada tal vez por la sorpresa o, �no
sab�a besar?, esta idea, r�faga en el pensamiento obnubilado, me hizo re�r, y
dije: �Nunca te hab�an besado?, Pos no mamacita, �qui�n?, Las caricias con besos
son la mejor expresi�n para decirle a otra persona � aqu� pens� en el sexo de la
otra persona, pero no me import� continuar el silogismo � el amor sentido por
ella. Y... mira, para mejor sentir el beso... es necesario abrir la boca para...
dejar entrar la lengua a... la otra boca, al estar hablando pens� en algo
terrible, ahora era yo la inductora franca del acercamiento �sexual!, ella
sonri�, y esa sonrisa borr� mi reflexi�n moralista, y, sin m�s, volv� a
acercarme al rostro y la boca de ella, y ella, sonriendo, entreabri� los labios
en espera de la lengua prometida.


Y. Dios m�o, fue un beso inenarrable, en verdad amoroso y
pasional, con ella respondiendo a plenitud, haciendo a su lengua saltar y
maromear con la m�a, yo jadeaba mi placer por el beso, adem�s de la inmensa
excitaci�n en v�as de ser satisfecha, y s�, ella no pod�a perder la iniciativa,
sus dos manos se fueron a mis chichis, las acariciaron sobre la ropa, pero solo
moment�neamente porque enseguida botaron los botones y, carajo, sacaron las dos
chichis para solazarse en la caricia en mis senos, y apret� el beso, y ella
apret� mis pezones, y yo, envidiosa, adem�s de desear intensamente saber el
sabor de una caricia en las chichis de otra mujer, dej� a mi boca y mi lengua
jugando con la de mi ni�a, para ir a tomar las dos chichitas y acariciarlas a
dos manos, imitando a las otras manos, y ella jade� y apret� m�s el beso, y m�s
los pezones, y, carajo, mi pucha pegaba de brincos en tanto febriles
estremecimientos recorr�an mi cuerpo, presagio de mi inminente orgasmo, esas
sensaciones fueron claramente identificadas as�, precursoras de mi orgasmo, as�
sent�a siempre en el momento de la culminaci�n de mis placenteras
masturbaciones. Y una de las manos ajenas dej� la chichi y baj� rauda a mis
muslos desnudos casi a totalidad, al sentarme si no pensaba, menos me iba a
preocupar por situar la falda en las posiciones correctas, por eso la manita
tibia pudo sin interferencias acariciar los muslos, y estos se abrieron
invitando a esa mano con sus dedos a ir a donde minutos antes hab�an estado, y


S�, ese era el destino de esos dedos, seguro la propietaria
de tales deditos hab�a decidido ese destino, sin embargo batallaron con el borde
de las pantaletas, y yo sent� la enorme necesidad de expeditar el camino, por
eso, adem�s de abrir al m�ximo los muslos, mis manos ya sin pudores ni recatos
hicieron lo necesario para sacarme los calzones por los tobillos, luego me sent�
deseando hasta ego�stamente la penetraci�n de los dedos, y lo digo as�, porque
mis caricias se suspendieron para arrellanarme en el asiento haciendo que mis
nalgas se apoyaran en el borde mismo de la butaca, y, claro, mis muslos abiertos
a plenitud, claro, la mano acarici� rico mis pelambre bastante mojado, y ella
suspir� al tiempo enviaba su boca a besarme, meti� su lengua, y, la mano libre
acarici� mis chichis una por una, caricia leve, suave, a lo largo y ancho de mis
preciosas chichitas, aplast�ndolas contra las costillas y apretando de cuando en
cuando los pezones, caricias que yo deseaba fuera permanente, y, Dios m�o la
rica sensaci�n de sentir los dedos penetrando mi pucha bien encenegada,
recorr�an la raja encharcada de una exquisita forma, y se estacionaron en los
lugares precisos, record�, ella hab�a mencionado sus masturbaciones, entonces s�
sab�a donde acariciar, y all� donde es necesario acarici� para detonar el gran
orgasmo en marcha casi desde la visi�n fant�stica del desnudo de mi jefa, hice
un esfuerzo sobrehumano para no gritar a pulm�n abierto mi orgasmo desconocido,
al menos en esa magnitud, hasta mis nalgas se movieron, y, agradecida, sent� el
apret�n de la boca ajena primero, y luego esa misma boca lami� mis chichis, mam�
mis pezones, y, caray, yo en la gloria del placer nunca imaginado, mis nalgas se
mov�an ahora s� incontrolables, del cine y la gente presente, qui�n se iba a
acordar. Y vino la c�spide del placer cuando esos deditos pensados inocentes, se
metieron a mi vagina e iniciaron, carajo, de no creerse, un mete y saca
fabuloso, y m�s fabulosos los orgasmo repetidos salidos de esa riqu�sima
caricia, porque, adem�s, y demostrando una sabidur�a incre�ble, el dedo pulgar
continuaba acariciando en forma deliciosa mi cl�toris supersensible.


Cre� no poder contener por m�s tiempo los gritos pugnando por
salir al aire, y detuve la mano encajada en mi linda puchita, hasta entonces
pude ver la cabeza inclinada mamando mis chichitas, y, caray, me dije, soy una
tremenda ego�sta, solo recibo caricias, y no doy ninguna, por eso me enderec�,
con cuidado arranqu� la boca pegada a mis chichis, ella me vio con mirada
l�nguida, excitada a mil, y yo la bes�, y luego del beso dije: Gracias mi ni�a,
gracias por... decirme tu inmenso amor con tan bellas y placenteras caricias, y
ella nada dec�a, pero una de sus manos estaba en una de mis chichis, y la otra
acariciaba su propia chichita,


Tom� la manita que hab�a estado dentro de mi pucha, y la bes�
agradecida, y al hacerlo detect� dos cosas, los primorosos y excitantes olores
de mi propia pucha, y, carajo, el sabor de los jugos, pr�diga la puchita los
derramaba, y lo mismo ba�aba los dedos, y por eso dese�, sin importarme el
ego�smo sentido, chupar esos deditos, y lo hice, y ese deseo y esa acci�n me
llevaba a otros deseos, esto es, saber el sabor de los jugos en la puchita de
ella, jugos seguramente presentes en la puchita no acariciada todav�a, y del
deseo pas� a la acci�n, no sin antes echar un vistazo al estado de la sala
oscura, nadie por los alrededores y los otros metidos en la pel�cula.


Entonces volv� al beso m�s apasionada, con jadeos marcados,
con deseos en ascenso, y ella, dichosa, se dejaba hacer no sin ella misma hacer
las caricias posibles en especial en mis senos, lo m�s cercano y accesible, y
mis manos desabotonaron la blusita escolar para sacar al aire los soberbios
senos adolescentes y ella suspir� gozosa, me ve�a agradecida, y m�s cuando mis
manos replicaron las caricias recibidas en mis divinas chichitas, las acarici�
apretando los pezoncitos, escuch�ndola gemir de placer, y ya encarrerada me met�
un senito completo a la boca para mamarlo y con esto otro orgasmo se deton� en
m� y, Dios, el primero en ella, el orgasmo la oblig� a emitir grititos de
placer, en tanto mis manos andaban en la parte baja intentando llegar a la
anhelada puchita, y el calz�n, siempre el calz�n impidi�ndome arribar a donde me
era indispensable llegar, por eso, sin reflexi�n, tir� de la tela, y esta se
rompi� y ya con esto mi mano acarici� el suave terciopelo de la puchita pensado
imberbe a�n, pero no fue as� estaba densamente poblada de pelitos deliciosos, y,
carajo, nunca pens� sentir placer al acariciar pelos de pucha, pues al hacerlo
con los m�os hab�a placer pero no tanto como el exquisito sentido en ese momento
con pelos ajenos, adem�s tiernos, suaves, deliciosos, y ella adopt� la misma
posici�n y actitud asumida por m� momentos antes, esto es, se recarg� sobre el
respaldo, coloc� las nalguitas en la orilla del asiento, abri� al m�ximo los
muslos, preciosos por cierto, y, carajo, percib� los deliciosos olores salidos
de tan hermosa puchita aunque la visi�n era precaria dada la oscuridad reinante,
y mi mano acarici� a lo largo y ancho de tan espl�ndida y rica panochita, y mis
sensaciones fueron incre�bles, nunca pens� gozar tanto tocando, acariciando una
pucha ajena, vamos ni siquiera pensaba en la posibilidad de acariciar una, y
menos, carajo, que esa primera puchita acariciada por m� fuera de la mi hermosa
hija, pero ya mi mano estaba mojada, as� de intenso era el escurrimiento del
lindo conejito, y mis dedos, ansiosos, abrieron los dulces labios llenos de
pelitos, y se introdujeron a donde ya era imprescindible llegar, al sentir esa
excitante humedad, mi boca se fue a mamar las chichis moment�neamente
abandonadas, y ella, mi preciosa ni�a, inici� un movimiento sorprendente con sus
nalguitas, al mismo tiempo gem�a, sollozaba de placer, y con pocas caricias ella
estaba emitiendo grititos, reflejo de su maravilloso orgasmo, orgasmo que ba��
mi mano, no digamos mis dedos que casi se ahogan con tan colosal emisi�n de
sabrosos l�quidos, y digo sabrosos porque mis dedos insumisos se fueron a mi
boca y esta los lami� casi en �xtasis placentero, carajo, no daba cr�dito, yo,
all�, casi encuerada, con mi hija despatarrada en el asiento, con los pelitos y
las chichitas al aire, suspirando, jadeando gimiendo su placer; a�n as� yo
deseaba experimentar m�s y m�s cosas, por eso, y estimulada por el delicioso
sabor de los jugos recogidos por mis dedos, pens� en sorber directamente de la
preciosidad de puchita esos jugos del placer, y por eso, luego de otra mirada de
reconocimiento al entorno, me sent� en el piso, no sin sorpresa y sobresalto de
mi adorable reto�o, emociones moment�neas puesto que luego vio y descubri�
cu�les eran mis intenciones, alcanc� a verla sonre�r, segura de recibir en
instantes la visita de mi boca �vida de los jugos de panocha.


Por desgracia solo alcanc� a succionar los preciosos olores
de la puchita candente y jugosa, porque en ese momento alguien entr� a la sala,
me alarm� y, con rapidez inusitada, volv� a mi asiento arregl�ndome la ropa,
viendo desencajada a mi reto�o hacer lo mismo.


Al momento de pasar el intruso y bruto interruptor, tuve
ahora, una explosi�n en la conciencia: los urgentes y r�pidos movimiento
realizados pusieron de relieve lo clandestino de nuestro feliz desatino, y,
carajo, lo "incorrecto" de mis acciones. Afortunadamente solo fue un instante de
reacci�n moral est�pida, y ceso en el momento mismo de recibir un nuevo y
sensacional beso de mi angelical ni�ita, adem�s de sentir sus dedos hurgando de
nuevo entre mis espl�ndidos pelitos de la pucha.


De todas formas pens�, esto no est� bien, y no me refer�a a
las acciones, sino al hecho de estarlas realizando en medio de tan altos
riesgos, riesgos que podr�an ser casi fatales para mi adorada chamaquita, m�s
sab�a que yo en materia del placer sexual, entonces, la bes� con ternura, con
mucho amor, y le dije: Mi ni�a, aqu� ya no... podemos seguir; corremos mucho
peligro, �por qu� no continuamos en casa?, y ella, ri� hasta con estruendo, y
luego, en susurros, muy cerca de mi o�do, dijo: �Eres fabulosa mamacita!, desde
hac�a a�os quer�a decirte... que nos fu�ramos a la casa.


Pues s�, repliqu�, solo que all�, est� tu padre y... no s� si
podremos continuar, dije con un poco de frustraci�n, pero ella sigui�: Ya es de
noche, mamacita..., pap� no tarda en dormirse, y entonces... bueno, hasta puedes
ir a mi rec�mara y all� seguimos, �no?, �verdad que s� quieres mamacita?, Claro,
claro, lo deseo intensamente, �est�s contenta?, Ay, mamacita... con el amor que
me has dado, �c�mo no estar supercontenta?,


Y nos fuimos a casa. Y en la forma prevista me fui a la
rec�mara de mi reto�o. Ella fue la del m�gico pretexto, delante del padre, dijo:
Oye mam�, �quieres dormir conmigo?, me siento mal, y con miedo, a lo mejor me
pongo m�s mala en la noche y, pues... si duermes conmigo, me ayudas en caso de
ocuparlo, �no? Sin consulta al consorte acept� luego de expresar mi falsa
preocupaci�n. En realidad no dormimos investigando y descubriendo m�s y m�s
hermosas formas de darnos mutuamente placer, de estos descubrimiento el que se
lleva las palmas es el fabuloso 69, mi audaz chiquilla lo puso en pr�ctica
cuando yo le estaba lamiendo ricamente la puchita, y ella deseaba solazarse en
el placer de mamar mi pucha, algo ya experimentado casi en las primeras de
cambio en esa inerrable noche de inmenso placer, yo inici� la etapa de mamadas,
ya ten�a la intenci�n en el cine y lo iba a hacer, la llegada del intruso lo
impidi�. En fin, si es de su inter�s saber los detalles de esta colosal noche de
cogida y placer entre mi hija y yo, d�ganlo y con gusto se los relato.


Desde entonces nos amamos en cuerpo y alma... aunque el viejo
siga all�, hemos encontrado las formas y los tiempos para satisfacer
cotidianamente, varias horas, nuestros deseos, y nuestras cositas tengan las
caricias de la otra, siempre con inmenso amor y placer.


Y... al d�a siguiente de esa bella "funci�n de cine", la
vi..., pero esto se los contar� en otra ocasi�n.


Linda


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Relato: En el cine
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