Nunca antes del a�o pasado hab�a tenido sexo con alguien
mayor que yo, que tengo hoy 28 a�os. Estaba pasando por un per�odo de
replanteamientos a nivel personal, y por lo tanto por unos meses hab�a decidido
"frenar" un poco la mano con las relaciones sexuales. Un amigo lleg� un d�a con
una propuesta "sana" me dijo. La idea era ir a visitar abuelos a un geri�trico
(asilo) y pasar un rato con los viejitos que no reciben visitas muy a menudo.
Leerles alg�n libro, conversar un poco, pasear con ellos, era una idea extra�a,
pero acept� y fuimos juntos.
Una se�orita que trabajaba all� nos recibi� cordialmente y
nos dijo que hac�a falta m�s gente como nosotros. Nos condujo por un pasillo
hasta un patio estilo colonial donde descansaban los abuelos, y nos pidi� que
elijamos uno con el que compartir la tarde. Juan, mi amigo, se acerc� a una
abuelita de unos 65 a�os y de inmediato empezaron a conversar. Yo dud� y
finalmente me llam� la atenci�n un se�or de unos 65 a�os, flaco, calvo, que
estaba apoyado contra una pared mirando unos p�jaros en un �rbol cercano.
Me acerqu� a �l y de inmediato me di cuenta que no era
argentino, al saludarme con un apret�n de manos me dijo en un mal castellano que
era australiano y que hab�a llegado al pa�s a visitar a sus hijos que viv�an
ac�, pero que ellos hab�an decidido que �l viva en el asilo. Por dentro pens�
que hay gente que no sabe lo que significa no tener padres. En fin� nos sentamos
en un banco cercano y comenzamos a hablar. Me preguntaba sobre mi vida y yo
sobre la de �l. Pasaron un par de horas y lleg� el momento de irnos. Cuando lo
desped�a me dijo que si quer�a, �l pod�a ir a pasar esta noche en mi casa, si yo
hablaba con la enfermera seguramente le daban autorizaci�n para ello. Su mirada
me conmovi� y as� lo hice, entonces partimos junto a Juan hacia mi casa. Al
llegar Juan se despidi� de nosotros y se march�.
Robert y yo (as� se llamaba), preparamos juntos la cena y
conversamos mucho. El calor era realmente insoportable como suele ser en los
veranos de Buenos Aires, y le propuse a Robert sacarnos las camisas. Una vez en
cueros pude apreciar el excelente estado f�sico de ese hombre. Su abdomen era
muy firme y sus brazos fuertes. Durante la cena me coment� que hab�a trabajado
en la marina de su pa�s y que durante meses estaban embarcados sin tocar puerto.
Mi pregunta era obvia �c�mo hac�an para satisfacer sus necesidades sexuales en
esos meses? �l me coment� sin demasiadas vueltas que siempre hab�a alg�n
marinerito que ten�a la buena voluntad de chuparles la pija o entregarles el
culo a sus compa�eros. Las im�genes de esa situaci�n me estallaron en la cabeza
y por un momento imagin� ser ese muchacho samaritano.
De inmediato se me par� la pija. Robert me segu�a contando
cosas de sus viajes y volv�a a hacer hincapi� en el tema sexual. Supongo que
sospech� que el tema me interesaba. "� hab�a uno que todas las ma�anas pasaba
por los camarotes haci�ndole una mamada a cada uno de sus compa�eros m�s
cercanos�" y segu�a contando cosas as�. Cuando terminamos de cenar se puso de
pi� para llevar los platos a la pileta y pude ver entre sus piernas una terrible
bestia erecta que pujaba por reventar la cremallera de su pantal�n. R�pidamente
Robert se percat� que lo mir�, y toc�ndose la pija sobre el pantal�n me dijo "
disculpame�es que me trajo muy buenos recuerdos esta conversaci�n". Me imagino,
contest�. Y mir�ndome a los ojos me dijo "No te lo pod�s imaginar, son cosas que
ten�s que vivirlas". Dej� los platos sobre la mesada y par�ndose frente a m� se
baj� la cremallera y sac� su pene. Yo no lo pod�a creer, �nunca imagin� que esas
cosas no se achiquen con la edad!
Sin pensarlo demasiado me arrodill� frente a �l y empec� a
mamarle la verga. Era hermosa, bien venosa y gruesa, y de unos 22 cm. Me apoder�
de su pija y jugu� con su glande con la ayuda de mi golosa lengua. Chupaba esa
pija en toda su extensi�n mientras su due�o tomaba mi cabeza entre sus manos y
me cog�a la boca con desesperaci�n. Con mis manos tomaba sus test�culos y los
estiraba lami�ndolos de vez en cuando. Robert me tom� de los hombros y me puso
de pie, me dio vuelta y me apoy� su cuerpo haci�ndome sentir su pija bien dura
contra mi culo.
Me desabroch� el pantal�n y este cay� a mis pies. Robert me
baj� los calzoncillos y me tumb� sobre la mesa para que mi culo quede en la
posici�n justa. Me ensart� su lengua entre mis nalgas y comenz� a lamerme el
culo de una manera impresionante. Yo estirando un brazo segu�a masturb�ndolo y
eso a �l lo volv�a loco. Cuando me not� bien lubricado me apoy� la cabeza de su
pija en entrada de mi culo y poco a poco fue penetr�ndome hasta que sus huevos
chocaron contra m�. Me tom� por los hombros y me cogi� como un salvaje. Ten�a
una fuerza y una potencia impresionante para alguien de su edad. Sent�a mi culo
romperse ante el avance de su fortaleza y me dejaba hacer, puesto que la verdad
era que me estaba gustando mucho esa cogida.
Robert separaba mis nalgas con ambas manos para mirar como me
penetraba y facilitar a�n m�s el trabajo glorioso que estaba haciendo su verga.
Una mano pas� hacia delante se apoder� de mi pija y empez� a
masturbarme. Me mord�a la oreja, me dec�a "marinerito puto", y me clavaba a
fondo haci�ndome jadear como una perra. Cuando se estaba por venir sac� su pija
y se vaci� sobre mi espalda, y me refreg� su semen por todos lados. Yo estaba
por acabar y �l aument� los movimientos de su mano llev�ndome hasta un orgasmo
de lujo entre sus dedos.
Quedamos exhaustos, pero calientes. Le propuse irnos a duchar
y all� continuamos con los besos y las lamidas. La ducha fr�a no nos calm� para
nada y nuestra excitaci�n sigui� creciendo. Esa noche cogimos como locos. Al d�a
siguiente lo acompa�� al asilo y acordamos vernos al otro d�a. Al entrar la
enfermera me pregunt� sonriente �C�mo se port� el abuelo? �De diez, le dije, de
diez!
El Gato.-