Mauro siempre hab�a deseado participar en una org�a. Aunque
�l era preferentemente pasivo y alucinaba foll�ndose mi culo (que es generoso y
peludo) , me coment� que quer�a ser follado mientras �l penetraba

Mauro y yo no ten�amos secretos, as� es que no eran pocas las
veces en que le hab�a comentado mi deseo incontenible de hacerlo con un negro.
Hac�a un par de semanas que coincid�a en el autob�s con un ejemplar de atributos
asombrosamente exuberantes. El me miraba tanto como yo a �l, con descaro, de
arriba abajo y sin disimulo alguno de nuestras ganas de irnos a follar cuanto
antes. Puesto que se bajaba una parada antes que yo, cuando el autob�s estaba
atestado pasaba por mi lado y con disimulo recostaba su miembro en mi nalga, yo
invariablemente la sacaba para sentir su calor, me indicaba con un adem�n a que
le siguiera, a lo cual siempre le respond�a con una expresi�n de resignaci�n.
Una vez en el anden me buscaba con la esperanza de que bajara. No me decidia.

A la ma�ana siguiente busqu� entre mi vestuario las ropas m�s
provocativas posibles. Escog� los tejanos que m�s marcaran mi trasero y mis
muslos esbeltos. Me puse una camiseta de tirantes que dejaban al descubierto
toda la musculatura de mis brazos y mi pecho. Cuando sub� al metro tem� no
encontrarle. Afortunadamente me equivoqu�. Pronto le vi. Al otro lado del vag�n.
Me acerqu� a �l, exhibi�ndome descaradamente. Me qued� de pie frente a �l.
Entonces vi que su atuendo era, si cabe, aun m�s provocativo que el m�o. Puesto
que era verano, llevaba tambi�n una camiseta de tirantes negra y de lycra que
marcaban sus pectorales de forma escandalosa. Pero lo que m�s me excito fue el
comprobar que bajo sus min�sculos pantalones de deporte no llevaba ropa
interior. Bajo los pantalones no solo se marcaba su enorme verga, sino unos
huevazos que deb�an estar repletos de una jugosa y sabros�sima leche, que pronto
seria mia. Sus desarrollados muslos negros quedaban al descubierto, aprisionados
por el ajustad�simo pantaloncito. M�s abajo, no dej� de disfrutar con la
anatom�a que mis ojos iban descubriendo. Una de las partes del cuerpo de un
hombre que m�s caliente me ponen son los pies. Y que pies ten�a el negrazo! Los
llevaba al descubierto, calzando unas chanclas de esas de dos tiras que puedes
verlos enteros. Mi polla se hinchaba por momentos. Su vista buscaba mi paquete
sin disimulo alguno. Llegamos a su parada. Como de costumbre baj�, pero sin la
esperanza de que yo fuera detr�s. Pero esta vez se equivocaba. Le segu� y
descubr� que su anatom�a aun no hab�a dejado de sorprenderme. Vaya culazo! Y
como lo mov�a el negro. Sab�a que le segu�a, estaba claro! Puesto que no llevaba
calzoncillos, la fina tela de su pantaloncito se met�a entre la raja de sus
nalgas, as� es que pod�an apreciarse en su plenitud las generosas nalgas
caracter�sticas en cualquier ejemplar de la mencionada raza. Se gir� al momento,
y gui��ndome un ojo dijo:

- �Te gusta mi culo, eh?

- Deber�an prohibir que las personas fueran provocando de esa
manera. Mira como me has puesto la polla- le dije mientras me la tocaba para que
apreciara la protuberancia.

- Eso tiene f�cil soluci�n. Vamos a echar un polvo antes de
que se me empine a mi tambi�n, lo cual puede ser peligroso, tengo una polla tan
grande que se me saldr�a por debajo del pantal�n, y eso no estar�a bien delante
de tanta gente, �no crees?

As� es que sin darme cuenta estaba en su casa. Caliente.
Sent�a una extra�a presi�n en mis huevos, que deb�an estar repletos de semen.
Hab�a segregado tanto l�quido preseminal en el metro que una mancha circular
cal� en mis pantalones.

Me condujo de la mano hacia un grande y c�modo sof�. Se sent�
y yo me arrodill�. Vamos, lev�ntate, voy a tener que darte unos azotes en el
culo por malo y perverso.

Me deshice de los tejanos y mi slip hall�base totalmente
mojado, con lo cual se transparentaba la punta rosada de mi tallo.

- Esto tambi�n est� bien rico - dec�a mientras degustaba los
borbotones de l�quido preseminal que rebosaba sobre mi slip.

- A partir de ahora esto no lo vas a necesitar, mi ni�o

Me quit� el slip y mi tranca sali�
embalada, apuntando firmemente hacia el techo.

- Mmmm, que cipot�n m�s rico-dec�a mientras lo manoseaba
desde el capullo hasta la base- pero te dije, que te iba a dar unos azotes por
golfo.

A cuatro patas, y con mi culo en pompa esper� sus azotes.

Comenz� a darme sonoros�simas palmadas en las nalgas mientras
dec�a con un marcado y sensual tono:

- Como me ponen los culos peludos de los blancos. Te voy a
meter la lengua hasta el fondo

As� hizo a continuaci�n. Yo segu�a a cuatro patas, posici�n
que hac�a sentirme como una aut�ntico vicioso, lo cual me pon�a a mil, mientras
sent�a como su lengua lam�a la peluda raja de mi culazo. De tanto en tanto se
deten�a su lengua en la entrada y sent�a como la introduc�a.

- Ahhhhhhhhh - gem� de placer

- C�mo me gusta tu culo, cabr�n. Veo que t� tambi�n
disfrutas. Pero esto no ha hecho nada m�s que empezar, vamos date la vuelta,
tengo algo que te va a gustar.

Vaya si me gust�. Jam�s hab�a visto en mi vida cipot�n de
dimensiones tan magn�nimas. Aun llevaba puestos los pantaloncitos, y como me
hab�a amenazado en el autob�s, su capullo brillante y grueso, puesto que no
cab�a en el pantal�n, se sal�a por debajo.

- Vamos, a que esperas, m�tetelo en la boca, ver�s que
sabroso.

Me acerqu� a su muslo por donde aparec�a la magn�fica
herramienta y me la met� en la boca, degust�ndola, sabore�ndola. Oh dios, que
indescriptible el sabor de la polla de un negrazo como aquel! Su capullo estaba
viscoso, impregnado de los l�quidos que sus enormes huevos desprend�an. Oh
aquello era realmente sabor a polla! Pero necesitaba m�s.

Ley� mi pensamiento y se desprendi� por completo de los
pantalones, golpe�ndome as� su descomunal falo en mi cara. Pens� que por su
tama�o pesar�a tanto que no se mantendr�a tiesa ni dura. Incre�blemente estaba
equivocado. Se manten�a empinada y se tambaleaba, como si estuviera viva. Sus
cojones no eran menos espectaculares. Bien oscuros y sin pelo alguno le colgaban
como a un caballo. Pod�a oler la leche blanca y espesa que conten�an. Pens� que
deb�an contener litros de exquisito esperma. Agarr� con fuerza mi cabeza con una
mano y con la otra gui� su verga hacia mi boca.

- Vamos traga, traga, quiero que te la metas entera.

Eso, evidentemente era imposible, pero me la met� hasta la
garganta. No hab�a dicho que adem�s de larga era gruesa, muy gruesa y sus venas
se marcaban mucho, as� es que deb�a abrir la boca todo lo que pod�a para
met�rmela.

- Me gusta ver la cara de vicioso que pon�s cuando me la
chup�s, vamos, traga, traga, que rica, eh? Como te gusta, chupa, chupa, lo haces
muy bien, como me gusta ahhhhhh...-.

Sus palabras se acompasaban con mis movimientos de succi�n
que eran desesperados, realmente incontrolados.

- Vamos ahora hazme una buena mamada de huevos-.

Sus deseos eran �rdenes. Apenas me cab�an los dos en la boca.
Primero me introduc�a uno, luego el otro. El solo imaginar que estaban repletos
de esa leche que tanto me gusta, provocaban espasmos en mis cojones, as� es que
pensaba que me iba a correr de un momento a otro. Me contuve. Todav�a no. Estaba
disfrutando como nunca. A�n quedaba lo mejor.

- Venga ahora te toca comerte mi el culo. Ponte boca arriba,
me voy a sentar en tu cara y te lo voy a restregar todo.

As� es que separo sus nalgas y se sent� sobre mi cara y
comenz� a refregarme aquel culazo negro que se hallaba h�medo de sudor y
brillaba. Mi lengua lo chupaba entero y relam�a con vicio su raja que estaba
sembrada de peque�os pelos rizados. Que sabor a macho! Como se adentraba mi
lengua en su agujero y que delicioso manjar! Al ser sus pelotas tan grandes, se
refregaban as� mismo por mi cara y mi nariz llegando un intenso olor. Mi lengua
no daba abasto lamiendo la raja de su culo y sus cojones que me golpeaban
mientras el se dejo caer y en un 69 de pel�cula, succionaba mi polla que iba a
reventar al sentir la intensa mamada que sus gruesos y carnosos labios me
regalaban. Puesto que vio que a punto estaba de correrme, se levant�.

- �Quieres que te culee eh? Est�s deseando que te abra el
culo en canal y sentir mi poderosa herramienta dentro, a que s�, verdad?

- Si, si, si- respond�a gimiendo mientras mi lengua recorr�a
su polla y sus huevos desesperadamente. Sent�a un turbador calor en mi culo, que
esperaba ansioso ser penetrado.

Nuevamente me puse en la salvaje posici�n de perrito. Sent�
como me escup�a y el calor de su saliva adentr�ndose en mi agujero insaciable. A
continuaci�n iba metiendo sus dedos uno a uno. Despu�s de dos en dos. No pod�a
m�s, le ped�a polla:

- Vamos, a que esperas met�mela hasta los huevos de una vez!

Casi instintivamente mi culo giraba haciendo c�rculos
impaciente por recibir sus embestidas.

- F�llame, f�llame, a que esperas. Que caliente estoy, dios
m�o, que caliente estoy, como la deseo.

Cierto. Jam�s macho alguno me puso tan caliente. Hasta el
punto de olvidar el da�o que su falo podr�a originarme.

- No quiero hacerte da�o, mi vida, vamos a ir agrandando este
agujerito, no seas impaciente.

Lubric� mi culo y posteriormente extrajo un consolador de
medidas casi tan generosas como sus genitales.

Entonces me lo introdujo. Hasta el fondo. Me doli� solo al
principio. Pronto llegaron oleadas de placer. Que maestr�a la del negro a la
hora de consolar mi precioso culo, que manera de mover el aparato dentro de mi
ano. De nuevo los espasmos. Pero ahora m�s que nunca deb�a contenerme. Ya estaba
preparado.

Extrajo el consolador y lo lami� con lujuria. Entonces separo
sus nalgas y se lo introdujo totalmente.

- Lo has dejado calentito eh?-dec�a entre gemidos y con los
ojos en blanco-ahora s� voy a cogerte. Ahora ya no te doler�. Te he dilatado
bien el agujerito-.

Sent� el golpeteo de su barra caliente en mis nalgas,
mientras sus dedos re revolv�an en mi ano, luego.........ohhhhhhhhhhh, su
capullo en mi ano abriendose paso. Sentia un corrientazo y como se iba
adentrando. Le rogu� que me la metiera entera. Le supliqu� que me follara sin
compasi�n.

- La quiero toda dentro. Toda. Ahhhhhh Mmmmmm as�, as�.

Sent� que hab�a hecho caso a mis s�plica. Primero sus
movimientos fueron lentos. Pero poco a poco comenz� a cabalgarme, sin compasi�n
como le hab�a pedido. A mis o�dos llegaban sus gemidos y el ruido de los golpes
de sus huevos en mis nalgas.

- As�, as�, f�llame, f�llame - gritaba mientras unas de sus
manos orde�aba mi polla que en ning�n momento hab�a perdido su esbeltez.

- Toma, toma, te gusta eh? Toma, toma, por el culo, toma,
toma te gusta que te folle as� eh?

- Si, si, uahoooooooo que rico, no pares sigueeeeeeeeee

El negro seguia bombeando su descomunal tranca, sentia mi ano
partirse, pero aquello era demasiado hermoso, reculaba pengando mas mis nalgas a
sus huevos, como me cogia aquel macho.

- voy acorrerme, voy a correrme..! El placer era
indescriptible

Entonces sac� su polla de golpe de mi culo y not� un escozor
caliente y agradable. Me di la vuelta esperando su leche.

Me aferre con mis dos manos a su grueso y humedo tallo y en
un segundo un chorro blanco, cremoso y espeso sali� disparado hacia mi cara.
Aquello si que era una corrida. Abr� la boca para recibirla, quer�a trag�rmela
toda. De su miembro hirviente no dejaba de salir leche a borbotes. Sus cojonazos
estaban bien repletos. En mi boca no cab�a m�s leche y ya comenzaba a resbalar
por las comisuras de mis labios y a gotear en el sof�. Comenc� a tragar para
recibir m�s.

- Vamos tr�gatela toda. Est� muy rica.

Era blanca e incre�blemente espesa. Deliciosa. Mamaba aquella
negra belleza con fuerza succionando hasta la ultima gota de su caliente y rico
semen.

Cuando se hubo vaciado me pidi� la m�a. Le ped� que se diera
la vuelta para correrme en su culo. Eyacul� sin toc�rmela, solo con el contacto
de sus nalgas y saboreando todav�a el sabor de la leche que hab�a quedado en mis
labios.

Nos abrazamos, desnudos, brillantes por el sudor del ajetreo.

- Espero volver a verte en el autob�s. Entonces te follar�s
t� mi culazo negro. A mi tambi�n me gusta que me den verga y tu te mandas una
cosota.

- Har� todo lo que me digas. Jam�s he disfrutado tanto
follando.

Cierto. Creo que todo blanco deber�a probar como m�nimo una
vez de acostarse con un hombre de color. Dif�cil me ha sido expresar todo lo que
sent� con palabras. Lo mismo le dije a mi Mauro, que me respondi� de la
siguiente manera:

- La pr�xima vez que le veas tr�elo a casa. Si es verdad que
sus medidas son las que me cuentas, impaciente estoy de tenerla en mi culo y
tragarme su espesa leche.

As� es que con frecuencia participa el negrazo en nuestros
juegos sexuales.