Relato: TIA CLARA TIA CLARA
Cuando esa tarde le� el listado de mis pacientes supe que no ser�a una tarde sencilla para m�, el nombre Gertrudis Zuversdick cerraba el listado, de inmediato supe que mi t�a me visitar�a, Zuversdick no era un apellido com�n, como Perez, o Gutierrez, cuantas personas podr�an tenerlo? Y si por si fuera poco, Gertrudis tampoco lo era, seguro deber�a ser mi t�a Clara, se hac�a llamar por su segundo nombre ya que odiaba que la llamen Gertrudis.
Reconozco que esa tarde estuve m�s que nervioso y que me cost� mantener mi concentraci�n y ser profesional en mi trabajo, creo haber atendido a mis pacientes sin prestarle mucha atenci�n, porque sus palabras no llegaban a mi cerebro ya que �l estaba muy concentrado recordando todo lo que alguna vez hab�a pasado.
Mis recuerdos me llevan a mi infancia, sol�a ir cada tanto a pasar el d�a de mi abuela y tambi�n me quedaba a dormir en su casa, habr� tenido seis o siete a�os. Mi abuela ya era viuda en ese entonces, y mi t�o, su hijo menor, hab�a decidido quedarse en la gran casa que ella dispon�a.
�l ya se hab�a casado con Gertrudis, o Clara, son mis primeras vivencias con esa mujer, ella ten�a unos veinte a�os y me trataba como si fuera su hijo, un hijo que nunca tuvo.
Solo la ve�a como a mi t�a, nada m�s, era un ni�o inocente y disfrutaba mucho cuando ella me refregaba la espalda en la ba�era, su esponja enjabonada daba un placer infinito.
Pero los a�os fueron pasando y yo fui creciendo, casi sin darme cuenta me hab�a sorprendido la pubertad y ya no solo era mi t�a, ahora empezaba a verla con ojos de un peque�o hombre. Era muy joven aun y no pod�a evitarlo, sab�a que era la mujer del hermano de mi padre, pero la tentaci�n era muy fuerte, Clara era una mujer de un sex appeal incre�ble, esas mujeres que transpiran sexo y provocaci�n por los poros, con una voz ronca que se me hac�a muy sensual y una forma de hablar particular, de cabellos enrulados, alta, delgada pero de proporciones justas, me masturbaba demasiado con su imagen y despu�s no pod�a evitar sentirme mal.
Una de las �ltimas noches que recuerdo en su casa fue bastante engorroso para m�, era tarde, estaba en el cuarto y ten�a el televisor a elevado volumen, yo no ten�a nada que hacer en la ma�ana siguiente, pero mi ti se levantaba temprano para ir a trabajar. Hac�a calor y solo estaba en slip, cuando de repente Clara irrumpi� en el cuarto visiblemente molesta por el ruido que hac�a, mis ojos se clavaron en su cuerpo, solo estaba en bombacha y corpi�o, alcanc� a divisar el dibujo de sus pezones bajo la tela casi transparente en la penumbra de la noche, era la primera vez que ve�a una mujer casi desnuda, me perd� en sus perfectas curvas y como su tanga escond�a su sexo.
Ella me increpaba, pero yo no la escuchaba, mi verga se par� de golpe y no pude evitarlo, me tap� con la s�bana, ella me mir� y por primera vez se dio cuenta que su sobrino hab�a crecido, a tal punto que se retir� caminando hacia atr�s sin darme oportunidad a ver sus hermosas nalgas.
La vida har�a lo suyo, los a�os pasaron y nos distanciamos, mi t�o muri� muy joven y ella se distanci� de nosotros, supe que form� una nueva vida con un tipo del ej�rcito, por mi parte yo estudi� ginecolog�a, me cas�, tengo un hijo y ac� me encuentro, con m�s de treinta a�os.
Luego de repasar mis d�as con ella, lleg� el momento del encuentro, ca�a la tarde y se terminaban mis pacientes, ella estaba en unos de los sillones de espera casi sentada sobre una pierna, con la otra cruzada y su trasero notoriamente elevado hacia un costado, una pollera negra dejaba ver sus rodillas y apenas un poco de sus muslos, un amplio sweater crema cubr�a su torso, distra�da de mi presencia, leyendo una revista, su cabello estaba m�s corto y lacio, te�ido en un tono miel. Que bien le hab�an ca�do los a�os! Sus caderas estaban m�s anchas y ten�a m�s porte de mujer. Fui a su encuentro, nos saludamos con un beso y un abrazo, le dije que me esperara hasta que atendiera un par de pacientes que a�n me quedaban.
Llegado el momento la hice pasar, asegur�ndome antes que mi secretaria se retirara para tener la intimidad necesaria. Hablamos de muchas cosas, recordamos viejos momentos, pero lo central del tema era que ella buscaba un examen ginecol�gico, me pareci� no ser el indicado, pero ella insisti� para que proceda, yo sab�a lo era probable que pase, pero Clara se me hac�a irresistible, no pod�a decirle que no.
Complet� su ficha, antecedentes, todo el trabajo de rutina, incluso deber�a practicarle un papanicolaou, prepar� el esp�culo, los guantes descartables, mi trabajo rutinario.
Hab�a llegado el momento, estaba nervioso, era mi t�a, pero era una mujer, una mujer que siempre me hab�a fascinado, la invit� a pasar a la camilla para palpar sus senos, ella se sent� en la punta de la misma y con mucha naturalidad sac� su sweater y luego su sost�n, sus pechos luc�an hermosos, acerqu� mis manos a ellos, temblorosas, sudadas, las cobij� como un pu�ado de algod�n, sus pezones se endurecieron, ella me mir� y con fr�a tranquilidad me dijo con esa vos ronca que tanto me excitaba:
- Tranquilo sobrino, no me digas que te pongo nervioso�
Sonre� y ella prosigui�:
- Las vueltas de la vida, pensar que te tuve en brazos, cambi� tus pa�ales, y ahora� ahora estoy en tus manos�
Las gotas de transpiraci�n poblaban mi frente, le indiqu� que necesitaba revisarla abajo, que se desnudara en el ba�o y tomara una bata mientras yo encend�a el aire acondicionado. Pero Clara parec�a dispuesta a forzar la situaci�n, mientras estaba cerca del acondicionador de aire la observaba de reojo como al costado de la camilla se sacaba su ajustada pollera meneando de lado a lado sus caderas para lograr que la prenda cediese, luego sac� su tanga qued�ndose completamente desnuda haciendo o�do sordo a lo que le hab�a indicado para sentarse en la camilla con sus piernas abiertas esper�ndome, no dije nada, pero me costaba tragar saliva, fui a su lado, hab�a dejado las prendas en el piso por lo que me tom� el trabajo de acomodar su pollera y la tanga sobre una silla, por cierto, era del tama�o del de una ni�a, no de una se�ora de casi cincuenta a�os�
Me coloqu� los guantes y fui sobre su frente, sus muslos luc�an trabajados, su vientre chato atra�a mi vista, trat� de ser profesional y comenc� a hacerle tacto, ella me miraba fijamente con una sonrisa, me tard� m�s de lo aconsejado, no pod�a creer encontrarme en esa situaci�n, Clara comenz� a recordar mi juventud, los d�as que me ba�aba y como me secaba luego de la ducha, mi verga estaba tiesa bajo la ropa, como esa noche de verano, en su casa, fui a su lado para hacer una anotaci�n, me descuid�, entonces sent� su mano apretando mi sexo y exclam�:
- Sobrino! como creciste!
Supe que las cartas estaban echadas, ella hab�a venido por m�, no todo era casualidad, sigui� acariciando mi pantal�n bajo el cual mi pija estaba dura, saqu� los guantes y volv� a enterrarle dos dedos en su concha, ahora no como m�dico, ahora como hombre.
Ella empez� a gemir por los movimientos que hac�a en su interior, hab�a estudiado en detalle que hacer y c�mo hacerlo con una mujer, su respiraci�n empezaba a entrecortarse y buscaba con mi tacto acariciar su intimidad, mis dedos se iban impregnando con su miel, estaba tibia, mi mano libre apret� con fuerza uno de sus pechos y mis dedos retorcieron con dulzura su pez�n, mi t�a estaba entregada sobre la camilla, completamente desnuda, las curvas pose�das de esa mujer llenaban mi vista, que decir, sus pechos, su cintura, sus caderas, sus piernas, solo ten�a puestos sus zapatos charolados que brillaban en el lugar.
Pronto tom� el control de la situaci�n, se baj� de la camilla y me empuj� sobre ella sutilmente, a�n ten�a mi paquete en su mano, sent�a su aliento en mi rostro mientras se la arreglaba para pasar al contacto directo, mi verga al fin fue liberada y sus suaves manos llegaron a ella, comenz� a masturbarme, lentamente, sent�a mi glande desnudo y mis test�culos aprisionados entre sus dedos, lentamente fue bajando y su rostro se fue perdiendo de mi campo visual, lo deseaba, como lo deseaba�
Clara al fin se arrodill� a mis pies, bes� mi pija, una, dos, tres veces, su aliento c�lido me invad�a, sac� la lengua y mi cabeza llena de sangre fue rodeada un y otra vez, pareci� comerla, sus labios rodearon mi glande por completo dejando el cuerpo afuera, ahora su lengua jugaba en la base de mi pija haci�ndome enloquecer mientras sus manos segu�an en el juego lento pero constante se excitaci�n.
Al fin, poco a poco trat� de engullirlo, su boca avanz� todo lo que pudo hasta enterr�rselo bien profundo, apret� los ojos muy fuerte y exclam� de placer, mi t�a Clara�
Mientras ella lam�a mi verga en mi mente reviv�a una y otra vez toda mi vida, mi historia con esa mujer, mis fantas�as, mis ocultos deseos, su imagen de perra, aun no pod�a creer que en ese momento, casi como ca�do del cielo, estaba teniendo sexo con ella, una situaci�n que tantas veces hab�a imaginado pero jam�s so�� que se hiciera realidad, y menos ahora, despu�s de tanto tiempo de no saber de ella�
Clara se incorpor� sin dejar de masturbarme con una mano, vino por mi boca para sellar sus labios con los m�os, nuestros besos se llenaron de pasi�n, su aliento ol�a a m�, su sabor sab�a a m�, mis brazos recorrieron su cuerpo, mis manos acariciaron sus gl�teos, sus piernas, ella refregaba su concha contra mi verga dura, la temperatura subi� en la habitaci�n, tom� sus cabellos y los tir� con fuerza hacia abajo oblig�ndola a arquear su cabeza hacia atr�s de manera de dejar expuesta su delicada garganta a la cual acced� como un vampiro, para llenarla de besos, de tenues mordiscos, ella bufaba, bramaba en mis brazos, me inclin� un poco m�s para besar sus oscuros pezones, para morderlos, para tomarlos entre mis manos, iba a uno, luego al otro, sin cesar�
Lo que hab�a empezado t�midamente poco a poco se hac�a violento, sub�a el voltaje, Clara me tom� ahora a m� por los cabellos y con furia aplast� mi rostro entre sus tetas, comenz� a insultarme y a obligarme a com�rselas, a su violencia respond� con un fuerte chirlo en uno de sus cachetes, el ruido cort� sordamente el aire y ella pareci� derretirse, por lo que repet� la acci�n una y otra vez, hasta que no pudo m�s�
Mi t�a gir� sobre su s� misma apoyando de golpe y con fuerza su generoso culo contra mi sexo, para hamacarse y refregarse, la rod� nuevamente, una mano a sus tetas, la otra directo a su pubis, a su cl�toris, ella gir� la cabeza buscando que sus labios llegaran a los m�os, para exclamar
- Dale hijo de puta, estoy caliente, c�geme toda, haceme de todo, dale!
Pero ella misma tomar�a mi verga para acomod�rsela en el hueco h�medo, la sent� penetrar por completo, entera, hasta el fondo, ella pareci� tener un espasmo y empez� a machacar con furia reculando contra mi cuerpo, sus nalgas rebotaban una y otra vez y sus carnes parec�an olas de mar, apretaba m�s y m�s, buscando la penetraci�n m�s profunda, aunque ya no tuviera m�s nada para enterrar, mis dedos ayudados se dejaban guiar por los suyos para masajear su hinchado cl�toris, sus gemidos se fueron transformando en peque�os gritos y sus insultos fueron subiendo de tono, me incitaba a que la golpeara�
Me fui perdiendo en su locura, la gir� y la levant� en el aire, con sus piernas abiertas apoy�ndose en mis brazos, ella se tom� de mi cuello para mantener el equilibrio y se la volv� a enterrar, Clara se balanceaba r�tmicamente sobre m�, estaba todo transpirado, trataba de besarla pero ella parec�a en trance, con sus ojos en blanco y su rostro apuntando al techo.
Luego de unos minutos mis piernas comenzaron a sentir el esfuerzo de la fatiga, la tir� otra vez sobre la camilla, su espalda arrinconada contra la pared, su cl�toris empez� a explotar en orgasmos mientras no dejaba de cogerla, sus tetas saltaban rebotando en cada embate, sent� el dolor de sus afiladas u�as clav�ndose en mi espalda, esto me hizo detenerme, que le dir�a a mi esposa? maldita perra ninf�mana�
Disimul� la situaci�n, la hice recostar sobre la camilla boca abajo, una pierna recogida sobre la misma, la otra en el piso, manteni�ndose con el pie, con un perfecto acceso a su concha, me acomod� y otra vez estaba adentro, con mis manos abr�a sus nalgas, mi vista se centraba en mi verga entrando y saliendo y en su esf�nter dilatado que evidenciaba su uso, ella volv�a a gritar y ahora met�a y sacaba un dedo en su culo, llen�ndolo con saliva, luego sum� un segundo dedo y mientras la segu�a cogiendo ella disfrutaba por el otro hueco, me insultaba, me maldec�a.
Mi vista encontr� de casualidad el esp�culo que no hab�a usado, lo alcanc� casi sin esfuerzo, saque los dedos de su culo y puse la punta, su reacci�n fue la esperada, pareci� relajarse y me dijo:
- Dale hijo de puta, r�mpeme toda, dale! reventame!
Introduje el aparato hasta el fondo en su culo y lentamente empec� a abrirlo, ella solo dec�a:
- M�s! Dale, m�s� m�s� no pares, no pares�
Su esf�nter se fue dilatando poco a poco hasta llegar a la m�xima abertura del esp�culo, ten�a un primer plano de sus intestinos, era demasiado para m�, me sent�a venir, al fin saque la verga de su caliente concha y manteni�ndola firme apunt� por la apertura del objeto que manten�a su cr�ter abierto, la satisfacci�n que sent� al acabarle es indescriptible, mis chorros de semen saltaron uno tras otros entrando por el orificio trasero, vi como mi l�quido blanco y pegajoso se escurr�a lentamente hasta perderse de mi vista en el interior de sus intestinos, hasta la �ltima gota�
Me retir� satisfecho y exhausto, con tranquilidad saqu� el especulo del culo de mi t�a, le di unos masajes a su estirado esf�nter y comenc� a volver a la realidad, a meditar en todo lo sucedido.
Clara parec�a una mujer satisfecha, se visti� como si nada hubiera ocurrido, de pronto me di cuenta que ten�a demasiadas preguntas para hacerle, evidentemente el hecho que me visitara no hab�a sido casual, porque su sobrino pol�tico? que hab�a de su esposo? y de toda nuestra historia?
Cuando ella se dio cuenta que se vendr�a un interrogatorio de mi parte solo sonri� y puso su mano en mi boca, como para que no hablara, solo me mir� a los ojos y me dijo
- Pedir� un turno para la semana pr�xima, volver�, entonces hablaremos�
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Relato: TIA CLARA
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