Relato: LAS AMIGUITAS Y EL VIEJO SEDUCTOR
El viejo, un hombre de unos setenta a�os, sentado en un banco bajo la sombra de un enorme �rbol, que le proteg�a del implacable sol de las tres de la tarde en un mes de mayo; atisbaba atento a un lado y otro del paseo del lago de la Casa de Campo. Miraba impaciente la aparici�n de una posible v�ctima. Sab�a como astuto depredador, que el calor y la hora, hac�an que el parque apenas estuviese transitado por gente, lo que propiciaba una posible aparici�n de una presa, que pudiese acorralarla y luego devorar. Ten�a experiencia en ese sentido. Varias hembras hab�an ca�do en sus redes hac�a pooco tiempo. Se acordaba de una joven turista americana, una rubia con una cara preciosa, que paseaba despistada viendo el agua del lago. La joven se apoy� en la barandilla del petril a observar las barcas y eso me sirvi� para acercarme a ella. La chica hablaba algo de espa�ol. Me dijo que quer�a visitar Madrid. Yo me ofrec� galante, gan�ndome su confianza. La americana acept� y la ense�� varios monumentos y las calles m�s importantes. Seg�n and�bamos le cog� suavemente la mano y ella no rehus�, pues estaba agradecida por hacerle de gu�a. Cuando eran las ocho de la tarde le propuse ir a conocer alguna discoteca y la llev� a una de parejas, que era muy oscura. All� bailamos, no se resist�a a que me apretase a su cuerpo. Tampoco se neg� a que la besase y met�a mi lengua en su boca y ella se puso a chupar mi lengua como si fuese un helado. Como buscaba pensi�n para pasar la noche, le ofrec� mi apartamento. Ya en mi casa, estuvo tres d�as, y no par� de follarla. Ella consinti� agradecida. Otra vez fue una viuda madurita, estaba sentada en un banco y me present�. Estuvo toda la tarde hablando de su difunto marido y llorando. Dec�a que no hac�a m�s que acordarse de �l; pero m�s tarde acab� con su boca en mi polla en mi apartamento y pasamos la noche juntos.
De repente, por la izquierda no muy lejos de m�, vi aparecer dos gacelas. Parec�an dos chicas muy ni�as. Una era rubita con melenita. Llevaba uniforme de colegio. Ten�a un polo blanco y una faldita plisada de cuadros rojos y negros, muy cortita y ense�aba todos sus muslitos, apenas tapaba su braguita. Las medias blancas le llegaban por debajo de las rodillas. Era una preciosidad. Al lado de ella iba otra chica, era morenita con una melenita larga. Llevaba un polo azul y una faldita gris que apenas tapaba su braguita. �Qu� muslitos m�s hermosos ten�a. Ten�a calcetines blancos. Las dos ni�as eran dos preciosidades. El coraz�n me dio un vuelco. Pasaron delante de mi y se pararon justo enfrente m�o. Se pusieron apoyadas en la barandilla a mirar el agua del lago. Yo detr�s me fije m�s detenidamente en ellas. Ten�an un cuerpo maravilloso. Sus lomos y sus culitos sobresal�an con su faldita y las piernas eran macizas, muy bien contorneadas. Pens� en lo increible que ser�a hacer sexo con esas ni�as, pero la idea me asustaba. Eran menores y me podr�a dar problemas con la ley. As� estaba hipnotizado contemplando sus cuerpos, cuando las ni�as se volvieron y se sentaron en un banco al lado del m�o. Se pusieron a jugar y se daban las manos una a otra. Yo las miraba disimuladamente, pero ellas parec�an no verme. Decid� jug�rmela y mire a mi alrededor, por si hab�a alguien observ�ndome. Me levant� y pas� al lado de ellas sonriendo y poniendo buena cara. Las mir� y ten�an las piernas abiertas y se les ve�a unas diminutas braguitas. La de la rubita era roja y la de la morenita era blanca. -�Hola, ni�as! -les dije, no muy alto para que nadie m�s que ellas me oyeran; pero las ni�as segu�an con sus juegos y no se fijaron en m�. Me retir� defraudado, sin irme muy lejos. Se levantaron del banco y salieron corriendo, con risas, a la fuente del paseo. All� se pusieron a beber y se mojaban una a otra, dando chillidos y riendo. Un coche pas� cerca e hizo sonar el claxon. Era un hombre joven. Las chicas le miraron y burlonas le hicieron un corte de mangas, ri�ndose. Las ni�as estaban empapadas. Se fueron corriendo al cesped y se sentaron. Yo, no muy lejos, las observaba atentamente. Una de ellas, la morenita se ech� boca abajo sobre el cesped y la rubita hizo lo mismo. Les estaba dando el sol de lleno. Yo no me atrev�a a acercarme, por si alguien me ve�a, le parec�a extra�o y avisaba a la polic�a. Pero mi deseo fue m�s fuerte y me aproxim� despacio a ellas. Me qued� a medio metro de ellas, de pie y las mir� detenidamente. Las falditas se les hab�a subido y ense�aban las braguitas. Se insinuaban unos culitos redonditos deliciosos. Las ni�as estaban muy coloradas por el calor y como adormiladas. Me qued� unos minutos contemplando su belleza. -Por favor, ni�as escuchen -les dije no muy alto.Parec�a que no me o�an. Insist�: -Ni�as me oyen -
Se volvi� la morenita y me dijo enfadada, -Pero, es que no le da veng�enza con lo mayor que es, queriendo ligar con nosotras - �V�yase o llamamos a un guardia!
-Perdonen, pero es que se van a poner malas con el calor -
-Y a usted que le importa -respondi� la rubita.
-Es que tengo unas nietecitas como ustedes -les solt� el anzuelo. Ya me iba, cuando la morenita dijo:
-Espere no se vaya. �Es verdad que tiene nietas como nosotras?
-Si -les asegur�. Hab�an picado el anzuelo. Me aproxim� m�s a ellas y me sonrieron. Nos presentamos ellas dijeron llamarse: Lorena, la rubita y Sandra, la morenita. La rubita era de Madrid y la morena era dominicana. Yo me present� como profesor jubilado: D. Luis.
-Como ya nos conocemos, pod�amos dejar de coger tanto calor y tomar un refresco en el bar de aquellas caseta -
Las ni�as se miraron, pregunt�ndose con los ojos, indecisas pero al final aceptaron. Fuimos al bar y busqu� la mesa m�s retirada. All� nos sentamos y llam� al mozo: -Jarra grande de cerveza, para mi y dos naranjas para las ni�as -
Les pregunt� qu� hac�an a estas horas y con este calor en el parque. Me dijeron que no hab�an ido al colegio. Quer�an disfrutar de la tarde en el lago. Les dije que no deb�an faltar a clase. Comenzamos a beber. Se me iban los ojos hacia los pechitos de las ni�as, pero deb�a saber disimular.
-�Parecen muy j�venes? �Qu� a�os tienen?
-Sandra tiene nueve y yo diez.
Me dio un vuelco el coraz�n. Ten�a en mi mesa dos ni�as de nueve y diez a�os. Deb�a actuar con precauci�n y cautela. Sobre todo no asustarlas y que alguien interviniese.
-�Quieren probar la naranja con un poquito de cerveza? -les dije zalamero.
-Bueno, si es solo un poquito -dijo la morenita.
Les ech� cerveza en sus vasos repetidas veces. Yo apenas beb�. Las ni�as parec�a que estaban alegres y hablaban sin parar.
-�Salen con chicos?
-No, porque los que son de nuestra edad no nos gustan y los mayores no nos hacen caso-respondi� la rubita.
Me puse serio y las mir� f�jamente: -No han practicado sexo nunca.
Ellas se pusieron coloradas y se miraron avergonzadas por mi pregunta.
-No, ya veo que no - pens� Dios mio, dos ni�as v�rgenes, sin desflorar.
Acabada la bebida, fui a la barra a pagar. El camarero un chico de unos diecis�is a�os me dijo, maliciosamente: -�Qu� nietas m�s preciosas tiene usted!
-�Calla, golfo, que son muy ni�as para ti!
volvi a la mesa con dos helados para las ni�as.
-Gracias, pero no ten�a que haberse molestado -dijo la morenita.
-Adem�s ya nos vamos a ir -indic� la rubita.
-Pero si estamos empezando a conocernos. Lo estamos pasando tan bien. No ten�is confianza en m�.
-No es eso, pero es que... -dijo Lorena
Ve�a que si no las convenc�a, se ir�an.
-�Quer�is montar en las barcas por el lago?
-Si, si, eso si -respondieron las dos.
-Y vamos a hablarnos de usted, que somos amigos �Verdad?
-Bueno -respondieron un poco atolondradas.
Subimos a la barca y yo comenc� a remar. Las dos ni�as estaban enfrente de mi chupando los helados. Yo me corr�a de gusto viendolas como met�an los helados en sus boquitas y lo succionaban. Les ca�a la vainilla por la barbilla, por sus labios. �magin� que era mi polla soltando semen en sus boquitas. Para verles sus braguitas comenc� a mover la barca, de un lado a otro. Las ni�as se re�an, pero empec� a ver que se pon�an blancas. Se deb�an estar mareando. Bajamos de la barca. Las ni�as estaban p�lidas.
-Nos vamos a nuestra casa -me dijeron.
-Pero como vais a ir a vuestra casa mareadas. Vuestras madres os castigar�n por no haber ido al colegio. Mi casa est� muy cerca de aqu�. Est�is descansando un rato hasta que se os pase el mareo y luego os vais. �No ten�is miedo de m�? Adem�s tengo videos musicales de Justin Bieber.
Se miraron confusas, pero acabaron aceptando. Fueron conmigo hasta mi coche. Yo miraba por si alguien lo observaba. Hab�a suerte, no hab�a nadie a estas horas.
Antes llam� por el m�vil a mis dos amigos de faena y les cont� lo que les llevaba.
-Llamo a mis dos nietecitas -les dije para disimular.
Las ni�as dudaban subir al coche, pero ante mi insistencia subieron.
Durante el trayecto iba pensando en que deb�a de actuar con mucho tacto con las ni�as, para que no se pusieran a llorar y gritar asustadas. Ten�a que lograr que entrasen en mi apartamento, confiadas.
En el portal no me encontr� con nadie. Hab�a suerte. Abr� la puerta de mi casa e invit� a Lorena y Sandra, a pasar.
-Pasad, no teng�is miedo.
Se sentaron en el sill�n. Estaban confusas. Un poco recelosas. Ten�a que tranquilizarlas.
-Voy a bajar la persiana de la ventana, para que no entre calor.
Encend� una l�mpara, y qued� el salon en penumbra.
-�Quereis beber algo, para que se os pase el sofoco?
Aceptaron y les prepar� una cola a�adiendo ron.
-Est� muy fuerte -dijeron, cuando lo probaron
-Es para que os pong�is bien.
Les puse los videos de m�sica y las ni�as empezaban a animarse.
Yo sentado al lado de ellas, miraba sus cuerpos: sus pechitos, sus muslos, pero no me atrev�a todav�a a dar el paso de tocarlas. A�n era pronto. Son� el timbre y fui a abrir. Era mis amigotes. Mis compa�eros de fechor�as. Ten�an la misma edad, que yo. Dos viejos m�s. Las ni�as cuando les vieron se asustaron.
-Nos vamos a nuestra casa.
-Pero si es muy pronto. Son dos buenos amigos m�os. No ten�is que tener ning�n miedo. Os voy a preparar m�s bebida.
Mis amigos besaron cari�osamente en la mejilla a las ni�as y pusieron a Sandra, la morenita, sentada en medio de ellos. Yo me puse al lado de la rubita, Lorena.
Beb�amos y o�amos la m�sica. Habl�bamos a las ni�as y ellas contestaban riendo t�midamente.
-Ya se ha acabado la m�sica. �Quer�is ver un video, como hacen sexo un hombre con una ni�a como vosotras? As� aprender�is y sabr�is hacerlo mejor que vuestras amiguitas del colegio, con los chicos.
Las ni�as no se atrevieron a decir nada. Estaban asustadas y cohibidas. Pero no se atrev�an a levantarse y salir corriendo de la casa. Puse un video. Las ni�as miraban asombradas como una �i�a de sus edad m�s o menos, era penetrada por un hombre mucho mayor que ellas.
Se miraron atemorizadas. Luis ofreci� a Lorena m�s bebida. Lorena not� como la mano izquierda del viejo se posaba suavemente sobre su muslo y la mano derecha la pasaba por sus hombros. La abrazaba cari�osamente. Lorena no se atrev�a a oponer resistencia. Adem�s la estaba entrando sue�o. Mir� a su amiga Sandra y vio, que estaba como adormilada. Los dos hombres la estaban desnudando uno sujetaba sus brazos, mientras el otro le sub�a la camiseta, dejando visibles sus peque�os redonditos senos. Intentaba oponerse, pero no ten�a fuerzas. Luego a continuaci�n de quitarle el polo, el hombre le baj� la faldita despacio y quedando solo con su braguita. Mi amiga intentaba resistirse, pero parec�a como atontada. Entre los dos hombres la echaron en la alfombra del suelo. Yo not� que la mano de Luis hab�a llegado hasta mi braguita y por encima acariciaba mi sexo. Intent� separar su mano de mi braga, pero la fuerza del viejo me lo imped�a. Con su otra mano volvi� mi cara hacia �l y aproxim� la suya comenzando a besarme la cara. Intent� retirarme, pero ten�a sue�o. Not� como la lengua del viejo entraba en mi boca y me besaba groseramente. Cuando me quise dar cuenta, mi braguita estaba en el suelo y el viejo met�a mi mano en mi sexo. Me produjo un escalofr�o. Me hizo beber m�s y vagamente vi como echaba en la bebida algo que pon�a zolpiden. Con sus manos me tocaba mi conchita y mis tetitas. Mir�, como en sue�os a mi amiga y vi que los otros viejos estaban desnudos. Uno met�a su polla en la boca de mi amiga y el otro se la met�a en su vagina. Mi amiga apenas se mov�a. Parec�a drogada. No paraban de follarla, mi amiga gem�a d�bilmente. Me di cuenta que Luis, el viejo que estaba conmigo, me hab�a subido y me hab�a puesto sentada encima de �l, en el sill�n. Ya no llevaba camiseta. Estaba desnuda completamente. Sent� que algo grueso y duro entraba en el peque�o orificio de mi vagina. Sent� dolor. �Ayyy! -suspir�. El viejo me besaba la boca y tocaba mis tetas con fuerza, mientras met�a su polla una y otra vez en mi interior. Mir� a mi amiga, Sandra y vi con los hombres hab�an cambiado de posici�n. El que antes la follaba ahora se la met�a por la boca y el otro la met�a la polla en su pucha violentamente. Mi amiga no se mov�a, solo se quejaba.
Not� que algo en el interior de mi vagina me llenaba. Era el viejo que se hab�a corrido dentro de m�. Se separ� de m�, y fue hacia mi amiga. Los otros dos viejos vinieron a mi y un viejo se ech� al suelo, boca arriba, y a mi me echaron encima de �l. Not� con dolor que me introduc�a su verga, mientras el otro viejo se pon�a detr�s de mi y me la met�a forzando por el orificio de mi culito. �Qu� dolor1 �Ayyyyyyyyyyyyyy! No paraban de follarme salvajemente.
Vi como a mi amiga Luis, el otro viejo se la estaba follando sin parar. Sent�a n�useas. Empec� a sentir como la bebida y lo que nos hab�an echado algo estaba haciendo en nuestro cerebro, pues mi amiga y yo nos pusimos muy activas, como locas y quisimos participar en la org�a de sexo y placer con aquellos tres viejos y empezamos muy activas a chupar sus pollas y a movernos mucho mientras eramos penetradas por ellos. Sent�amos mucho gusto y est�bamos disfrutando con la violaci�n de los tres viejos. Nos corrimos seis veces con ellos. Los viejos no paraban de echar su semen sobre nuestro cuerpo, nuestra cara, la boca. Hasta que nos quedamos dormidas exhaustas.
Me despert� sobresaltada y vi que estaba echada sobre el cesped y mi amiga estaba al lado m�o. Est�bamos las dos vestidas. Nos hab�amos quedado dormidas y yo hab�a tenido una pesadilla. Hab�a sido un sue�o. Menos mal. Despert� a mi amiga. Cuando nos dirig�amos hacia casa, me fije en el color de mi falda. No era mi falda. Mir� a mi amiga y ella llevaba puesta mi falda. �penas recordaba lo que hab�a pasado. No me acordaba de la cara de los viejos que nos hab�an violado. Mi amiga Sandra apenas recordaba. No dir�amos nada a nuestras madres, ser�a mejor. Har�amos como que hab�a sido un sue�o, que no hab�a pasado.