Relato: Kitty, perdida en la selva (II)





Relato: Kitty, perdida en la selva (II)

Disculpas por la tardanza y gracias a todos los que me escribieron.


Como he relatado en anteriores oportunidades me dicen Kitty,
ya tengo 19 a�os y un cuerpo bastante lindo seg�n dicen; 1.60, piel de durazno y
tetas grandes. Cabellera rubia de nacimiento y larga hasta un poco m�s debajo de
los hombros (creci� en este tiempo) .


Seg�n les relataba hace semanas hab�a tenido este accidente
a�reo que estaba transform�ndose lentamente en una placentera aventura mas all�
de parecerse a una tragedia. La �ltima vez que tuvimos nuestro contacto
epistolar (entre Uds. y yo) no les hab�a descrito con demasiado detalle la
hermosura de este paisaje salido de cuentos de hadas.


M�s all� de ser como aquellos lugares tropicales
inexplorables por el hombre y aislados de todo lo humano, les puedo contar que
era de vegetaci�n exuberante, hab�an animales de todo tipo incluso algunos no
conocidos por ning�n zo�logo, el clima era h�medo pero con pocas lluvias, cosa
bastante rara para estas latitudes.


Volviendo a lo que nos interesa, nos agarraban a las dos
(Elizabeth y a mi) casi todos los d�as al atardecer; mis fuerzas me abandonaban
y a mi conchita la ten�a demasiado excitada de tantos embates en los que se
manten�a mojada la mayor parte de aquellos d�as.


Observ� con sorpresa que aquellas diosas notaron mi debilidad
con cierta precisi�n de medico dot�ndome de los mas cari�osos cuidados que pueda
tener una mujer. Me tomaron as� como estaba desnuda entre sus brazos y me
llevaron a una choza que era mas grande que las otras. All� me depositaron
cuidadosamente entre hermosas pieles, y pude observar que de la oscuridad que
reinaba se acercaba una mujer muy gorda pero extremadamente hermosa y gentil, a
pesar de sus 150 kilos (imagino). Lleg� hasta mi mir�ndome con dulzura y se
sent� justo frente a mi; deb�a ser muy fuerte esta mujer porque me tom� entre
sus brazos como si nada y me llev� a su regazo, la imagen era bizarra y a la vez
caliente, se pod�a ver a dos mujeres desnudas, una muy entrada en carnes y a
otra muy peque�a en sus brazos y con la cabeza metida entre esas enormes tetas
bien tostadas por el sol.


La gran debilidad que mi cuerpo ten�a no evitaba sentir el
roce su piel aterciopelada y tibia, apret�ndome contra su pecho pude ver como
tom�ndome la cabeza con una mano hizo que esta se acercara a su teta derecha,
tom� el enorme pez�n entre sus dedos y me lo meti� en la boca. Ahora y s�lo
ahora comprend�a este ritual despojado de toda maldad, ella era la madre de
todas las mujeres mas j�venes de la tribu y entonces como hipnotizada por esa
tremenda teta comenc� a succionar lentamente mientras ella me cantaba canciones
al o�do y con la otra mano libre me incrustaba sus dedos muy gordos dentro de mi
conchita. De vez en cuando se me escapaba una mordida sobre su hinchado pez�n y
es entonces cuando ella sacaba su mano de mi raja y me daba peque�os sonoros
golpecitos o chas chas, a los cuales yo respond�a con orgasmos a�n mas fuertes y
sonoros.


Esto se prolog� por un d�a entero, (ahora en este mismo
instante recuerdo esa leche medio �cida pero dulce como ninguna), despu�s de
haberme saciado con sus enormes ubres el sue�o me invadi� como cuando no duermes
varios d�as seguidos y de pronto no dejas de dormir por otros d�as m�s.
Acurrucada en sus brazos descanse como si fuese un bebe peque�o.


Poco me tomo acostumbrarme a estas extra�as situaciones de la
vida donde realmente no sabes muy bien que hacer. All� en medio de aquella
barrera verde y calma es donde posaba mis ojos esperando que alguien se apiade
de nosotras.


D�as despu�s de haber conocido a la madre, me indicaron una
ma�ana que caminara hacia la carpa de Elizabeth, grande fue mi asombro cuando al
entrar vi como dos mujeres estaban poseyendo a mi amiga la azafata.


Una de ellas mir� de reojo como mi rostro se desfiguraba ante
tama�a visi�n, gui��ndome el ojo y retornando a lo que estaba haciendo la mujer
aumento el ritmo de la cogida que le propinaba a mi amiga con un dildo como los
que yo ya hab�a conocido, los gritos con mezcla de gran excitaci�n y a la vez
desesperaci�n llenaban la choza. La otra mujer (abajo) llenaba c�modamente el
otro agujerito de Elizabeth pero esta llevaba un ritmo lento y cadencioso.


Pod�a notar como Elizabeth llevaba el ritmo de ambas (parec�a
disfrutarlo, pero no pod�a controlarlo a la vez) , sus caderas cobraban vida
propia por aquellos orgasmos sin cadenas a los que era sometida, mientras tanto
yo me estaba calentando y observaba cuidadosamente el sudor de sus cuerpos y
escuchaba el sonido entrecortado de sus respiraciones..


Mirando la escena estaba yo toc�ndome y frot�ndome el
cl�toris que estaba hinchado como un min�sculo falo de color rosado cuando sent�
por detr�s un golpe certero nockeandome instant�neamente. Al despertar me vi
encerrada en un lugar que era como una jaula hecha de ca�as de una especie bamb�
muy resistente.


En el centro de esta jaula me encontraba yo, pero notaba que
el lugar era sumamente resbaloso y c�lido, algo as� como un suelo gelatinoso,
bastante, a decir verdad ya que aquella sustancia se met�a entre los cachetes de
mi culo como si fuese un gel. Me recordaba aquellos lugares donde se libran
luchas entre mujeres en rings de gelatina o barro.


Mir� para todos los costados tratando de encontrar una puerta
o algo si pero la �nica abertura era el techo de la jaula que se encontraba a
unos 10 metros de este gran lugar. Mi suerte no pod�a ser peor, me asustaba la
idea de morir de hambre en un lugar as� desprovisto de todo y de todos.


Cuando pensaba en estas cosas escuche como un ave de gran
tama�o al parecer volaba cerca de donde yo me encontraba atrapada, mire hacia el
cielo viendo como una figura de gran porte descend�a lentamente planeando. Muy
pronto pude ver que todas aquellas historias medievales eran mas que
justificadas, era una arp�a!, una mujer extremadamente hermosa como de 1,80 de
altura con alas, una especie de cola de le�n, las alas como de 1 metro de
envergadura y pelo rubio platinado.


Corr� asustada hacia lo que parec�a ser un nido gigantesco
lleno de plumas blancas ubicado a un extremo de aquella jaula. La mujer ya de
pie dio dos aletazos ubic�ndose justo frente m�o bloque�ndome el paso. Mi susto
hizo que cayera de culo en aquel nido de plumas quedando desnuda de piernas
abiertas. Ella me miro primero a los ojos y luego recorr�a con su mirada llena
de lujuria mis piernas y mi conchita mojada por aquel suelo gelatinoso.


Pude ver que sus boca se abri� como cuando vez al pastel mas
rico de la pasteler�a y te relames para com�rtelo, luego dio unos pasos hacia
mi, fue entonces que pode observar un bultito entre sus piernas y mas arriba de
su vagina. Asomaba casi con sorna un peque�o cl�toris, esto no me preocup�
demasiado hasta que empez� a estirarse lentamente a medida que ella se lo
pajeaba.


No pod�a creer que estuviese viendo esto!!, yo, una mujer lo
suficientemente instruida como para saber que esto no pod�a ser real, mi mente
se nublaba por completo no pudiendo procesar toda esa situaci�n incomoda y
excitante a la vez.


Luego de haberse pajeado por espacio de unos minutos el
cl�toris se mov�a totalmente independiente del cuerpo de su ama, estir�ndose
como un metro hasta mi, parec�a oler los aromas sexuales que estaba despidiendo,
como si fuese una serpiente excitada. Como dec�a, de verdad parec�a una
serpiente, una cabeza en forma de hongo decoraba aquella manguera color rosa y
adem�s era lisa de apariencia aceitosa.


El tiempo se detuvo en mi mente mientras aquella mujer
atravesaba la recta final hacia mi sonriendo y agitando sus alas y sus brazos.
Entr� en el nido inclin�ndose sobre mi, yo me mor�a de miedo aunque ya mis
pezones estaban duros y sent�a la sangre recorrer mi cuerpo con furia. Era
extremadamente hermosa a pesar de sus raras extremidades, su rostro bajo
lentamente hasta estar nariz contra nariz, de pronto alargo su lengua hasta mi
para unirse en un apasionado beso, a la vez h�medo y provocador. Sus manos
descansaban en mi cintura suavemente mientras sent�a el movimiento de sus alas
mientras lo hac�a.


Lentamente recorri� mis caderas con una mano y con la otra de
pinchaba los pezones con paciencia y amor. Me sent�a explotar bajo las gentiles
caricias de sus manos y su boca, ella tambi�n disfrutaba al parecer, se erizaban
lo pelillos de la nuca y los pezones estaban oscuros y parados apunt�ndome. Un
aroma intoxicante invad�a el lugar, era el olor de nuestros sexos preparados
para el ritual de la carne, vi con dulzura como su cl�toris finalmente hizo el
movimiento esperado, buscando con certeza la abertura de entre mis piernas. Fue
un poco dolorosa la sensaci�n de la cabeza ingresar a trav�s de los labios y
canal vaginal, estaba totalmente lubricada al igual que yo.


Entro la primera vez, suficiente para que tuviese un orgasmo
en ese instante, luego como conoci�ndome de toda la vida ella me sonre�a y
observaba mi rostro cuando ella volvi� a meter hasta el fondo unos 20 cm de
cl�toris dentro de mi. Es ah� en ese instante cuando el ritmo de nuestro cuerpos
comenz� a funcionar como una m�quina bien aceitada, los gritos se alcanzaban a
o�r en todas direcciones seg�n me cont� Elizabeth, mientras que aquella figura
respiraba fuertemente y se agitaba sobre mi a una velocidad impresionante.


Mis caderas no paraban de convulsionar por el ritmo de las
embestidas, mientras que sent�a en mi cuerpo el choque de sus tetas y su lengua
dentro mi sin dejar de respirar. Luego de tomarme por espacio de unas cuantas
horas pude notar que el cl�toris estaba de color negro y mucho mas grueso que al
principio, en uno de mis estruendosos orgasmos ella me tom� con sus brazos y me
apretaba contra su cuerpo agitado como queriendo unirse a�n m�s a mi. (Luego me
enterar�a que esta raza de arp�as se procreaban sin la necesidad de machos por
lo tanto pose�an ambos sexos en un solo ser.)


Un deseo incontrolable parec�a dominarla aumentando su
velocidad hasta la inconciencia explotando al cabo de unos 20 minutos m�s dentro
de mi con algo que parec�a similar al semen de los hombres. Ese cl�toris que se
hab�a puesto negro ahora estaba como una manguera descontrolada llen�ndome toda
con esa sustancia caliente y pegajosa.


Un abrazo enternecedor con esa protuberancia violadora
todav�a en mi me hizo reconocer la cercan�a de su partida, as� desnuda
chorreando esa sustancia blanca y viscosa qued� en medio del nido dormitando
cuando vi como estiraba sus alas y part�a hacia la jungla que oculta todo a los
ojos.


Al otro d�a despert� en mi choza desnuda como siempre, pero
esta vez gracias al sonido de un helic�ptero que aterriz� en medio de la aldea.
Escuche bajar unas personas del aeronave y eso es todo lo que recuerdo del
lugar.


Con los d�as, ya en mis dominios pude conocer que nos hab�an
estado buscando por semanas en medio de esa espesura pero no hab�an perdido la
esperanza de encontrarnos. Seg�n el marine encargado de la b�squeda nos ubicaron
a Elizabeth y a mi totalmente desprovistas de ropa y con nuestras conchitas
irritadas a mas no poder por una actividad sexual desmedida, pero que no hab�an
detectado a ning�n habitante en la zona que nos haya drogado y violado al
parecer. Tampoco me creyeron las cosas que les cuento a Uds. a lo cual me
respondieron mandando a mi casa a una hermosa psic�loga que luego averiguar�a
que estaba mas loca y pervertida que yo.


Lo que mas me asust� es que pasadas 2 semanas del regreso,
ten�a v�mitos y mareos, as� como un hambre terrible. Mi abdomen se hinchaba a
pasos agigantados mientras ya cre�a que estaba embarazada de alg�n ente me
paseaba por la casa y por la calle con vestiditos de maternidad,


�


A mi Laura esto parec�a llevarla a nuevos limites de
perversi�n, siempre me cont� que quer�a poseer a una embarazada y lo hizo,
viol�ndome todos los d�as con su famoso consolador cada vez que me ve�a con mi
barriguita y en tanguita. A los sent� unas ganas poderosas de orinar, me dirig�
a mi amplio ba�o con yacuzi para descargarme, en verdad me descargu�, por que de
mi sal�a un liquido color rosado, estuve as� un largo rato hasta que me di
cuenta que mi barriga se hab�a desinflado. Por suerte Uds.. son los �nicos que
saben de esto, porque de lo contrario me mandar�an a un laboratorio o algo as�.


Lo de la psic�loga es otra historia, que tratare de
relatarles luego.


Kitty, perdida en la selva (II y Final).


Escr�banme, cu�ntenme que le pareci� y ya saben, escr�banme
que me excitan.:

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