Relato: Mi inaudita vida incestuosa (07)



Relato: Mi inaudita vida incestuosa (07)

Mi inaudita vida incestuosa VII



Autora: Incestuosa



POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO



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Cap XII



Despu�s de las confesiones tan calientes que mi hermanita
Luci me hiciera en privado en la soledad de nuestro escondite secreto, y
habiendo descubierto por boca de ella todos los deleites que provienen de las
primicias de la desfloraci�n, de esa primera embestida que al fin y al cabo toda
mujer, lo reconozca o no, desea muy en el fondo de su mente cuando es virgen,
comenzaron a forjarse dentro de m� con mayor fuerza que nunca una serie de
deseos insatisfechos que se manifestaban especialmente debajo de mi vientre;
all� donde precisamente donde se me juntaba la zona interna de mis piernitas; en
esa regi�n prohibida que tan generosamente nos brinda placer cuando somos
penetradas, y en fin; se conmenz� a manifestar en mi sangre el ardiente deseo de
ser penetrada por mi papi lo antes posible. Por eso cuando pensaba en aquellas
cosas que Luci me dec�a: "....est�s a�n muy chiquita para eso...", "...no te
desesperes, que ya llegar� el momento tan anhelado....", "...tal vez papito te
la har� cuando llegues a tener mi edad...", etc., aquellos deseos interiores de
ser desvirgada cuanto antes se convert�an en un calvario para m�, pues a pesar
de estar a�n peque�a, en realidad mis deseos �ntimos por hacerlo rebasaban con
mucho la idea de tener que esperar por m�s tiempo.



Los d�as fueron transcurriendo sin mayores novedades en el
�mbito de mi hogar, mientras me daba cuenta c�mo de vez en cuando papito se
llevaba a mi hermanita Luci al establo, situaci�n que me llenaba de rabia y
desesperaci�n al no ser yo la elegida para eso. Y aunque papi a veces me llevaba
a mi tambi�n y me hac�a lo mismo que las ocasiones anteriores, aquello como que
ya no me llenaba; ya no me causaba ninguna satisfacci�n y sent�a en mi interior
cierta envidia hacia Luci, que era la que en realidad disfrutaba de los placeres
que hasta entronces me hab�an sido vedados. Cuando me hallaba solita, s�lo
pensaba en la forma de poder presenciar, al menos, una escena entre papito y
Luci para irme preparando de alguna manera para cuando llegase mi momento tan
so�ado. As� que dentro de mi calenturienta mente, me di a idear un plan a
espaldas de papi y de Luci, por supuesto, que me permitiera verlos coger, ver
como papi se la met�a a mi hermanita y tambi�n poder deleitarme a escondidas de
los secretos que ellos dos guardaban en sus relaciones incestuosas, y que quiz�s
Luci no me expresaba totalmente por alguna raz�n desconocida.



�Qu� tal si un d�a me anticipaba a ellos, y�ndome al establo
antes, y escondida detr�s de la caba�a, los espiaba para ver todo lo que hac�an?
Eso ser�a genial �pensaba yo para mis adentros- Pero, �Y que tal si me
descubr�an? �Qu� pasar�a si papito se daba cuenta de que los hab�a estado
espiando? �Y qu� sentir�a Luci al saberlo? �Quiz�s pensar�a que yo la hab�a
traicionado? Aquella serie de pensamientos �ntimos y otros m�s me llenaban de
temor e imped�an que yo actuara, hasta que en cierta ocasi�n la suerte me
favoreci� y no dud� en lo m�s m�nimo de llevar a cabo mi anhelado deseo.


Ese d�a del que quiero hablar, estaba en el patio jugando con
Luci cuando vi que papito se acerc� a nosotras y le dijo a Luci:


-Luci..quieres ir conmigo a la orde�a?


-Siiiii....papito....


-Pues arr�glate que nos iremos m�s o menos en una hora.


-Si, Papi. �contest� Luci-



Despu�s de cruzar estas palabras, papi se retir� del lugar y
Luci se alej� de mi con el prop�sito de arreglarse para irse al campo. Yo,
profundamente emocionada, busqu� a mi hermano Carlitos, y le dije:


-Carlitos...me har�as un favor?


-Claro Julita...que es?


-Me ensillar�as tu caballo para ir a dar una vueltecita por
el campo?


-No como crees...si mam� lo sabe, me va a rega�ar.


-Anda....no seas malito....yo quiero ir a dar una vuelta...


-Pero, si ni siquieras sabes cabalgar, Juli.


-�Qui�n te dijo eso?....�Qu� acaso no sabes que papito me ha
ense�ado a andar a caballo?


-No, eso no lo sab�a....de verdad ya sabes montar...?


-Claro que s�, tonto...�l me ense��...�ndale, manito, no
tardar� nadita...te lo prometo.


-Hummmm....


-Anda...no seas as� conmigo�s�lo ser� un ratito.


-Bueno...est� bien...pero con una condici�n...


-Cual?


-Que yo vaya contigo....


-No...eso no...quiero subirme solita...


-Pero...y que tal si te caes del caballo?


-Mira, Carlitos, hagamos una cosa...


-�Qu� cosa?....


-T� ensilla el caballo y deja que yo lo monte....dar� algunas
vueltas frente a ti...y si ves que lo puedo manejar bien,...me dejas ir
solita...de acuerdo?


-Mmmmm....est� bien, de acuerdo....pero oye, Julita, si mam�
te descubre, no me involucres a mi para nada...est�s de acuerdo?


-De acuerdo.


Entonces Carlos me ensill� su caballo y r�pidamente me monte
sobre la silla, procediendo a dar algunas vueltas frente a �l de manera que se
convenciera de mi incipiente habilidad como amazona, lo cual al parecer le
agrad�, pues pas� la prueba.


-Bien, Julita...pero no tienes que demorarte mucho, eh?


-No Carlos....te aseguro que no tardar� demasiado.....Ah, y
no lo digas a nadie, si?


-De acuerdo....pero ya vete...anda, antes de que nos
descubran....


-Si....ya nos veremos m�s tarde.


Arri� al animal con direcci�n al camino real que llevaba
hacia el potrero donde se ubicaba nuestro establo. Mi idea era llegar mucho
antes que pap� y Luci para tener el tiempo suficiente de esconder el caballo en
un lugar boscoso, y luego poder acomodarme detr�s de la caba�a, donde ya antes
hab�a espiado a papito. Cuando llegu� a la parte m�s poblada de �rboles y
matorrales, desdend� del caballo y lo at� a un arbol que se ubicaba en el centro
de un tupido bosquecillo lejano al establo. Una vez segura de que el animal no
se podr�a desatar, me alej� cuidadosamente de all� con rumbo al establo, dando
un gran rodeo con la finalidad de evitar que alguien pudiera verme. Si yo
intentara expresar lo que sent�a en aquellos momentos creo que no podr�a hacerlo
con fidelidad, ya que era una especie de ansiedad contenida dentro de mi pecho,
bordada con una serie de sentimientos profundos de agitaci�n y deseos
inconfesables, mientras que por mis piernas flu�a aquel licor espesillo que me
iba saliendo de adentro de mi rajadita, como me suced�a siempre que se avecinaba
alg�n acontecimiento sexual importante, que tanto me excitaba.



Una vez que llegu� al lugar donde siempre me escond�a y desde
donde mejor pod�a ver hacia adentro de la caba�a por entre las rendijas de las
tablas, me sent� en el suelo en espera de que llegaran papi y mi hermana, con el
coraz�n lati�ndome a mil por segundo. Sent�a miedo de que ellos llegaran a
escuchar mis latidos, lo cual convert�a aquel momento en algo inigualable y
lleno de suspenso, con el consecuente ingrediente de ardiente calentura y brama.
No hube de esperar demasiado tiempo en verdad, pues al cabo de algunos minutos
o� los cascos del caballo que se acercaba al establo. De pronto sent� un golpe
en mi pecho al recordar que papito siempre ten�a la costumbre de orde�ar primero
las vacas y despu�s hacer sus "cositas"; por lo cual, presa de temblores en todo
mi cuerpo y tratando de no hacer el menor ruido, me alej� lo m�s silenciosamente
que pude de all� con rumbo a lo m�s espeso del bosque, escondi�ndome r�pidamente
detr�s de los matorrales. Desde mi nuevo escondrijo pod�a ver a pap� mientras
maniobraba con los animales y se daba a la tarea de hacer la orde�a, en tanto
Luci se dirig�a corriendo hacia la otra parte del bosque, como para hacer algo
de tiempo mientras papi acababa su labor. Pero para mi sorpresa, advert� que el
perro de papito hab�a venido tambi�n con ellos, pues me di cuenta cuando se fue
trotando detr�s de mi hermana hacia el bosquecillo cercano. Por supuesto que yo
no quer�a que Luci se diera cuenta de que me encontraba all�, por lo que cuando
la v� dirigirse al bosque me hund� temerosa entre la hierba pero sin dejar de
ver hacia donde se dirig�a. Pasaron algunos minutos y levant� la mirada para
echar una ojeada al panorama. Pude ver c�mo pap� estaba totalmente dedicado a su
faena, pero a mi hermana no la ve�a por ning�n lado. Comenc� a pensar en qu�
estar�a haciendo Luci solita por entre lo tupido del bosque, y de pronto una
idea se me vino a la cabeza. �Y si la espiaba yo antes a ella? �A qu� se
dedicar�a mi hermanita Luci antes de que papito se la cogiera? �En donde estar�a
ahora, que no escuchaba yo ruido alguno? Todos estos pensamientos germinaron una
idea en mi mente, que de inmediato me hizo actuar como lo comentar� enseguida.



Protegida por los �rboles y los tupidos matorrales de la zona
donde me encontraba escondida, me fui reptando cuidadosamente entre la maleza,
tratando de no hacer ruido, con direcci�n al lugar donde hab�a visto dirigirse a
Luci. Los minutos pasaban lentamente, y deb� haber avanzado alrededor de
doscientos metros cuando ciertos ruidos que de repente escuch� detr�s de un
grueso monte de zarzales hicieron que me detuviera en seco. Me qued� quieta
tumbada sobre el musgo tratando de percibir algo m�s, pero al no poder darme
cuenta de nada, pues no pod�a ver detr�s del bosquecillo aqu�l, me fui acercando
lo m�s lenta y silenciosamente posible hacia un costado del matojo de arbustos
de donde proced�an aquellos ininteligibles ruidos, hasta que hall� un agujerito
entre el verdor de las zarzas desde donde pude apreciar con claridad el panorama
que se ofrec�a a mi vista.



V� a Luci sentada sobre la hierba, como jugueteando con el
perro de pap�. El animal se le iba encima y ella met�a en medio sus brazos como
tratando de evitar el contacto, mientras el perro se revolcaba sobre la hierba y
volv�a a arremeter sobre Luci, tumb�ndola sobre la verde hierba. As� estuvieron
jugueteando por un largo rato, mientras yo permanec�a oculta y silenciosa
observando aquel inesperado encuentro, que en principio al parecer no ofec�a
nada nuevo para m�. Pero en realidad yo estaba equivocada. Despu�s de una serie
de largos e intensos jugueteos entre el perro y mi hermanita, quien lanzaba
grititos de alegr�a, me di cuenta que de entre las patas traseras del animal
comenzaba a salir poco a poco aquel pip� colorado y h�medo, que tanta impresi�n
me causara cuando lo hab�a visto aquel d�a en que se lo meti� por detr�s a la
perrita, y mam� me hab�a apartado r�pidamente del escenario. Este nuevo
descubrimiento hizo que se me erizara la piel y que mi entrepierna se
humedeciera m�s a�n de lo que ya estaba. Dispuesta a descubrir a fondo lo que mi
hermanita Luci tramaba, yo trataba a�n de no respirar a fin de que ella no
advirtiera mi presencia. Mientras tanto los jugueteos continuaban, pudiendo ver
c�mo Luci rodaba por el suelo cubierto de musgo con el perro encima de ella, en
tanto sus brazos trataban como de apartar al animal, pero sin conseguirlo. Por
lo que pude apreciar, a Luci no le desagradaba en lo absoluto aquel jueguito,
pues ve�a claramente una amplia y luminosa sonrisa en sus labios, producto del
placer del momento. Dirig� una mirada a la entrepierna del perro y ahora s�
descubr� que su pip� hab�a crecido tanto que parec�a que aquel tubo de carne
rojiza y venosa casi quer�a salirse de la funda que lo albergaba.



Tanto Luci como el perro continuaban rodando por el suelo, en
tanto que el animal mov�a de un lado a otro su pene endurecido y jugoso. Lleg�
un momento en que mi hermana, alentada seguramente por aquella agradable visi�n,
abraz� al animal por el cuello con la finalidad de detener el juego y los
movimientos del perro, quedando ella sentadita en el piso. El perro de pronto se
qued� quieto, y Luci, como sabedora de lo que el can deseaba, dirigi� su manita
hacia la parte que queda debajo de las patas traseras, y dando suaves toquecitos
con las yemas de sus dedos a aquel pedazo de carne palpitante y caliente,
comenz� a tallarla y a frotarla lentamente, en tanto que el animal, animado por
aquellas caricias que por lo visto tanto le gustaban, abr�a sus patas traseras
deposit�ndolas con fuerza sobre el suelo a fin de que Luci pudiera maniobrar con
mayor soltura sobre su endurecido pene, erguido hasta m�s no poder, y del cual
ya manaban chorritos de l�quido blanco que pude ver muy bien desde el �ngulo
donde me hallaba escondida.



A pesar de lo despierta que yo era para entonces, por todas
las experiencias que hab�a pasado y lo que mi hermana Luci me hab�a contado, me
qued� estupefacta, lo digo sinceramente, ante la mansa actitud del animal, que
se comportaba como de forma casi humana, dej�ndose hacer con toda tranquilidad y
hasta con placer todo aquello que Luci le prodigaba con la puntita de los dedos
de sus manos. Ella le tomaba el pip� bien parado, largo y duro entre sus manitas
y se lo tallaba a todo lo largo, frot�ndoselo con suavidad y ayudada por los
abundantes fuidos que le sal�an de la puntita, a lo que el perro respond�a
arqueando m�s sus cuartos traseros y con la mirada perdida en el infinito,
seguramente disfrutando al m�ximo el placer que las manos de Luci le
proporcionaban. Al paso de los minutos y debido a la continuidad de aquella
deliciosa manipulaci�n del pene, pude ver que el perro comenz� a emitir ciertos
gemidos y chasquidos, para al cabo de algunos segundos endurecer su cuerpo e
iniciar ciertos movimientos de mete y saca de su pip� cubierto por la mano de
Luci, hasta que v� c�mo comenzaron a salirle a adentro de su pito bien parado
unos fenomenales chorros de l�quido gris�ceo que ca�an como lluvia torrencial
sobre las hojas del suelo. Al darse cuenta de ello, Luci lo solt� del cuello y
llev� r�pidamente la mano disponible hasta debajo del pip� del animal para que
aquel l�quido delicioso no se perdiera, sino que quedara depositado entre la
palma de su mano. No obstante que el perro hab�a eyaculado de manera abundante
sobre el piso del bosque, pude ver que sobre la mano de Luci deposit� una enorme
cantidad de semen que rebosaba su palma derram�ndose por los lados, por lo cual
Luci, antes de perder aquel preciado el�xir, llev� la mano llena de lechita
hasta su boca para saciar su preciosa sed, por lo visto, debido a la fruici�n
con que se bebi� todo el l�quido transparente y viscoso del perro.



Despu�s de haber presenciado aquella incre�ble visi�n entre
mi hermanita y nuestro perrito, yo supuse que todo acabar�a all�, por lo cual me
dispuse a moverme del lugar y alejarme silenciosamente, pero cual no ser�a mi
sorpresa al ver que el perro a�n ten�a su pip� endurecido, parado y dispuesto,
raz�n por la que decid� quedarme un rato m�s para ver qu� hac�a mi hermana.



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CONTINUARA........



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