Relato: Mi hermosa madre... mi mas bello amor !!!
S� que muchos de los relatos que se hacen aqu� en �stas p�ginas obedecen a la fantas�a de sus autores, y tal vez a un deseo reprimido por todo aquello que hubi�ramos querido vivir en un momento de nuestras vidas. Mi caso fue real y tuvo mucho que ver, el haberme criado entre mujeres; mi madre, y una hermana mayor que yo. Mi padre debido a su trabajo permanec�a gran parte del a�o en medio de sus correr�as, las cuales se hicieron cada vez mas frecuentes y prolongadas. No tuve una relaci�n mayor con �l, y no guardo mayores recuerdos gratos de su papel como padre y ejemplo de formaci�n. De ah� que mi madre debi� ocupar ese espacio, en temas como mi educaci�n sexual, y aun cuando en el colegio recib�a alguna instrucci�n al respecto, la verdad que mi curiosidad por el sexo opuesto, tuvo como referentes las dos mujeres con las cuales conviv�a. Desde los 10 a�os comenc� a experimentar una desaz�n extra�a cuando por alguna circunstancia, observaba involuntariamente a mi madre o a mi hermana en prendas menores, y aun cuando ellas no prestaban mayor atenci�n a mi presencia, sent�a que mi coraz�n lat�a apresuradamente al tener el espect�culo de sus cuerpos semidesnudos. Mi madre es una mujer de mediana estatura, pues mide 1.65, caderas anchas de talla 14, trasero pronunciado y senos grandes. Sus piernas son gruesas y torneadas, y en esa �poca para sus 35 a�os se ve�a muy bien, aunque ella fuera algo recatada en su vestimenta diaria. Trabajaba como docente en la ciudad donde viv�amos. Mi hermana 5 a�os mayor que yo, terminaba su secundaria y se alistaba para entrar a la universidad. No teniendo el cuerpo de mi madre, pues era un poco mas delgada, si hac�a presagiar que con el desarrollo posterior heredar�a sus voluptuosas formas, aunque era un poco mas alta, con 1.70 cmts de estatura.
De un momento para otro y cuando estaba pr�ximo a cumplir 13 a�os, descubr� la masturbaci�n sin que nadie me hubiera hablado de ella. Y justamente ocurri� porque el diario trasegar en casa, era una tentaci�n insufrible, mas cuando ahora yo, d�ndome mis ma�as comenc� a espiarlas mientras se vest�an en las ma�anas luego de tomar su ba�o diario. Me encantaba observar en particular a mi madre, cuando despu�s de ducharse entraba al cuarto y despoj�ndose de su toalla proced�a a embadurnarse de crema humectante por todo el cuerpo, masajeando sus pechos, sus nalgas redondas y grandes, su vientre, sus piernas y sus pies, permaneciendo unos minutos completamente en cueros, mientras alistaba sus ropas. Me deten�a el mayor tiempo posible en el tama�o de sus caderas y sus piernas, y sobre todo en su pubis fant�stico, sembrado de unos vellos lisos y caprichosamente alienados en un incitante tri�ngulo, del cual se desprend�a un caminito de otros vellos mas delicados aun, que le llegaban hasta su ombligo y los cuales no depilaba nunca� el color amarfilado de su piel, algunas pecas que adornaban sus hombros y espalda, sus cabellos mojados cayendo ensortijados sobre su rostro, y la lentitud con la cual efectuaba ese ritual diario, en ese estado de indiferencia, contempl�ndose en el espejo del tocador todo su cuerpo tan seductor y de formas tan voluptuosas que rayaban en lo vulgar, era para mi escaza edad un reto demasiado grande, y no s� c�mo no sufr� un ataque al coraz�n teniendo frente a mi esa Diosa de la concupiscencia, que ajena a todo, continuaba frotando su crema olorosa a vainilla, mientras sus dedos sin penetrar dentro de su sexo adorable, untaban de crema toda esa mata de pelos brillantes y azabaches.
Entonces, intoxicado de toda su desnudez entraba al ba�o a masturbarme para aliviar tama�a tensi�n que amenazaba con dejarme completamente loco. Sal�a con un remordimiento terrible pero al d�a siguiente la tentaci�n hablaba mas fuerte y continuaba con esa pr�ctica solitaria, que despu�s me sum�a durante el d�a en una depresi�n bastante inc�moda. Espiaba a mi hermana tambi�n y me causaba curiosidad que a diferencia de mi madre depilara completamente su pubis, no entendiendo porqu� raz�n lo hac�a, o si ya hab�a iniciado su vida sexual. Sus pechos eran firmes, de talla 36, con unos pezones grandes, que tal vez por el fr�o de la ducha permanec�an erectos al salir del ba�o a vestirse. Ten�a la ventaja que mi madre sal�a mas temprano de casa, y pod�a entonces con toda la libertad del mundo espiar a mi hermosa hermana. Ella un poco mas apurada ten�a la costumbre de pasarse la cuchilla de afeitar por su sexo, estirando sus labios y permitiendo que la afeitadora le dejara esa zona completamente lisa. A veces se acariciaba su vagina con crema como comprobando que estuviera perfecta, y sin mucha prisa proced�a a buscar sus ropas, prob�ndose muchas veces hasta cinco prendas hasta escoger la indicada para su gusto. De todas maneras as� fue transcurriendo esa etapa de mi adolescencia, hasta que cumpl� los 17 a�os y mi desarrollo como hombre ya era bastante notorio, con un miembro de buen tama�o, y una musculatura que por la adicci�n al baloncesto, me hab�a dado una apariencia un poco mayor para mi edad. Mi madre y mi hermana bromeando conmigo, me hac�an comentarios acerca de mi presencia, y dec�an que qui�n sabe cu�ntas nenas en el colegio no estar�an ya haciendo cola para convertirse en mis enamoradas. Estos cumplidos en lugar de agradarme, despertaban en mi una morbosa fantas�a, pensando que no era indiferente como hombre a mis dos mujeres en casa. Me imaginaba que en cualquier momento podr�a tener la oportunidad de acceder a ellas, aunque mis preferencias eran mas marcadas por mi madre.
Las rutinas de los fines de semana en casa estaban dedicadas a las tareas dom�sticas las cuales nos repart�amos equitativamente. Sin embargo mi estr�s aumentaba debido a que mi madre y mi hermana permanec�an los s�bados en casa, vistiendo sus pijamas de dormir, cuya tela de seda me permit�a observar claramente sus peque�os interiores y como �stos entraban en medio de sus voluminosas nalgas, cuyo movimiento arm�nico al caminar me dejaba perplejo, as� como sus pechos que se mec�an deliciosamente, libres de la incomodidad del brasiere. Yo trataba de observarlas discretamente y acorde con la situaci�n solamente me colocaba un short, con el cual l�gicamente se me notaba el tama�o de mi miembro y mis test�culos bastante grandes por cierto. Alguna vez mi hermana se qued� mir�ndome burlona y me dijo que estaba muy bien armado, y esas palabras me hicieron sonrojar, por lo cual guard� silencio. Ella percibiendo mi turbaci�n hizo el comentario con mi madre, que para rematar me dijo que l�stima que fuera su hijo, pues era muy apuesto, y que ella estaba necesitando un noviecito que la consintiera pues mi padre hac�a mas de tres meses permanec�a fuera de casa. No dije nada, pero sus palabras aumentaron mi confusi�n y mis deseos incestuosos. No era indiferente a sus miradas, y eso me agradaba mas de la cuenta. No sab�a hasta qu� punto esos piropos estaban abriendo una puerta que yo deseaba abrir cuanto antes. Para colmo de males, ellas en la tarde aprovechaban para hacerse el pedicure mutuamente, despreocupadas de que sus piernas quedaran expuestas, mientras proced�an a arreglar sus hermosos pies. Decid� una tarde cualquiera quedarme junto a ellas, para observar como lo hac�an, hasta que mi madre me dijo que tambi�n deb�a arreglarme los m�os y me pidi� que me sentara mientras ella proced�a a acicalarme. Me sent� en una silla y ella en una butaca peque�a frente a mi� trajo un plat�n de agua tibia, me pidi� que sumergiera mis pies dentro y acomod�ndose sin el menor cuidado, comenz� a cortar mis u�as y a hacer su trabajo. Mientras me frotaba los pies con la piedra p�mez, sent� una sensaci�n placentera con esos masajes deliciosos, y sobre todo cuando ella d�ndose cuenta o no, abr�a sus piernas permiti�ndome mirarle su peque�a tanga que aprisionaba los grandes labios de esa vagina inconmensurable, dejando de lado algunos vellos.
El espect�culo era tormentoso, teniendo ante mis ojos todo el contorno de sus piernas gruesas, con una incipiente celulitis que le daba un toque de belleza inusitada, y era inevitable que tambi�n observara sus pechos y sus pezones, cuando se agachaba a tomar las limas y los dem�s aparatos de su labor. No sab�a qu� hacer debido a todo lo que ocurr�a en ese momento, mientras mi hermana sentada a mi lado hac�a comentarios banales acerca de su universidad y de los chicos que comenzaban a asediarla. Mi madre le dijo que deb�a cuidarse y que era preciso que si iba a acostarse tuviera todas precauciones, para evitar una enfermedad o un embarazo indeseado. Ella nos confes� que era virgen y que por el momento ten�a mucho temor de eso, dado que no quer�a meterse en problemas que arruinaran su carrera. Mi madre me dijo que estaba segura de que yo ya deber�a andar haciendo locuras con toda esa cantidad de ni�as, a las que se les notaba el desparpajo de sus vidas y sus ganas de sexo, y que ella no estaba dispuesta convertirse en abuela tan temprano. Le dije que no se preocupara, pero tampoco afirm� nada, dejando la duda latente en ellas, cuando en realidad yo era virgen hasta ese momento, dado que en el fondo era demasiado t�mido y mis incursiones al sexo con algunas de mis compa�eras se hab�an limitado a besos y caricias intrascendentes. Para acabar de molestarme me dijeron que con ese tama�o de mi herramienta, deber�a ser muy apetecido por todas esas loquitas que estudiaban el �ltimo grado conmigo. Y como un par de amigas comenzaron a hacer apreciaciones morbosas, acerca de lo que era el tama�o de los penes en los hombres, buscando tal vez que mi timidez se viera confrontada, para ver que argumentaba yo. No s� de donde saqu� arrestos y les dije que en realidad ellas tambi�n estaban muy hermosas y que lamentaba que fueran mi madre y mi hermana o de lo contrario ya habr�a procedido a cortejarlas. Adem�s fui incisivo en mis comentarios acerca de sus cuerpos, y les dije que no estaba seguro de la virginidad de mi hermanita. Ella respondi�, dici�ndome que era una pena que no pudiera mostrarme, para que comprobara que estaba cero kil�metros. Mi madre re�a con las estupideces que discurr�amos, no d�ndole importancia a esa conversaci�n que para mi ya se constitu�a en toda una afrenta.
Ese s�bado marc� demasiadas cosas en nuestro posterior convivio, y sin darnos cuenta a partir de entonces las conversaciones acerca del sexo, eran cada vez mas frecuentes. Mi madre en alguna ocasi�n nos confes� que su vida sexual con mi padre dejaba mucho que desear, pero que el hecho de estar con nosotros hab�a impedido que ella cometiera cualquier locura con alguno de los muchos tipos que la persegu�an a diario. De hecho le dijimos que entend�amos c�mo se sentir�a de frustrada, y que a lo mejor con la ausencia cada vez mayor de mi padre, en cualquier momento todo se terminaba de una buena vez entre ellos, y que la verdad eso no nos afectaba para nada. Yo trataba con tales argumentos que ella fuera desprendi�ndose de sus prejuicios, y quiz�s contemplara la idea, en un futuro, de tomarse algunas libertades, pero mi intenci�n no era que lo hiciera con otro hombre distinto a mi. Estoy seguro que el clima de tensi�n y la tentaci�n entre nosotros en casa, era una realidad que no pod�a ocultarse, y que debido a la confianza que nos ten�amos, esto daba pie para avanzar cada vez mas en esas peligrosas pl�ticas. Fuera de eso, comenc� a sentir un deseo tenaz por oler la ropa �ntima de las dos, cuando dejaban sus prendas en la lavadora, y sin que se dieran cuenta, las olfateaba como un sabueso, sintiendo el aroma de sus sexos, y chupando fren�ticamente la entrepierna de sus prendas, proced�a a masturbarme con ese pecaminoso olor en mi boca y mi bozo.
Alguna tarde en que quedamos a solas en casa, mi hermana me dijo que necesitaba hacerme algunas preguntas acerca de los hombres� yo asent� complacido, y ella luego de hablar acerca de un poco de tonter�as que no recuerdo y de dar rodeos innecesarios, me coment� que la �nica referencia que ten�a de un pene era el que se imaginaba en medio de mis piernas� se ri� con maldad mir�ndome de forma extra�a, al tiempo que me dec�a que deber�a ser muy doloroso que una cosa as� le entrara, pues su vagina era demasiado estrecha para dar paso a semejante instrumento. Le pregunt� que si de verdad era virgen pues segu�a dudando, y sin mas ni mas se levant� la levantadora y corriendo su tanguita, me dijo que pod�a comprobarlo con mis propios ojos, mostr�ndome sus grandes labios totalmente cerrados y depilados. Le ped� que si no se molestaba los abriera un poco lo cual hizo despacio, dej�ndome alucinado, al ver la telita de su virginidad completamente ilesa, pero con un flujo claro que no pod�a ocultar o impedir. Mi coraz�n lat�a a mil por hora, pero temeroso de quebrar ese momento con alguna imprudencia le dije que estaba muy bien que se hubiera cuidado hasta ese momento. Mi hermana sin mostrarse molesta me dijo que era mi turno para dejarla ver lo m�o� le ped� que deseaba que esa conversaci�n quedara entre los dos y ella respondi� que por supuesto. Tir� mi short y mis calzoncillos y qued� desnudo frente a ella, mientras mi miembro comenzaba a levantarse palpitando de emoci�n. Lo mir� fijamente, suspirando inquieta, mientras me dec�a que era hermoso, y que ahora si entend�a como todas sus amigas comentaban todo lo que disfrutaban con sus casuales amantes o novios.
En un momento en que la cercan�a de los dos era menor a un metro, pues nos sentamos en la cama, coment� que si quer�a tocarlo pod�a hacerlo pero ella me dijo que le daba verg�enza, mas siendo hermanos. Tom� una de sus manos y la coloqu� encima de ese trozo de carne brillante y erecto, y le dije que ya que hab�a planteado conocerlo, pues pod�a tocarlo sin problemas, que yo sabr�a conservar mi lugar con ella. Con su respiraci�n agitada, y sin ofrecer resistencia lo tom� en sus manos y comenz� a acariciarlo con suaves movimientos, tomando al tiempo mis huevos y palp�ndolos con una curiosidad que me ten�a desesperado, hasta que no pudiendo controlarme, eyacul�, empap�ndola toda con el chorro de semen que sali� disparado hacia ella. Mas curiosa a�n acerco una de sus manos untadas de mi leche y la oli� detenidamente, hasta que sacando su lengua prob� uno de sus dedos� �sabe a blanqueador� , me dijo y se ech� a re�r. Nos miramos avergonzados pero inquietos, y tratando de tranquilizarla le dije que era normal que eso ocurriera, debido a nuestra juventud y nuestros �mpetus, y que ella no se quedaba atr�s pues su tanga se encontraba totalmente empapada por sus fluidos. Adem�s le argument� que era inevitable que mi erecci�n fuera la consecuencia de la intimidad del acto que est�bamos haciendo, y que la lubricaci�n de su vagina era la respuesta l�gica a la excitaci�n de haberme masturbado, as� fuera de manera involuntaria. Le pregunt� si se masturbaba, pues yo lo hac�a con frecuencia, y me confes� que �ltimamente despu�s de que convers�bamos de sexo en casa, quedaba demasiado inquieta y entonces en la noche, proced�a a tocarse su vulva hasta alcanzar una emoci�n deliciosa que no era otra cosa que un orgasmo. Le ped� que me dejara contemplar sus pechos y baj� las tirantas de su pijama hasta dejarlos libres, con sus pezones duros y desafiantes. Los tom� delicadamente en mis manos, acariciando el contorno de su aureola, hasta que ella comenz� a excitarse demasiado, buscando la forma de aprisionar de nuevo mi miembro. �Eres preciosa hermanita�, fue todo lo que alcanc� a decirle, y estaba seguro que de haber intentado poseerla, ella no hubiera opuesto resistencia. Mi coraz�n estaba disparado, y sentado en la cama le ped� que me dejara acariciar sus pies, con sus u�as pintadas de un suave tono nacarado. Los frot� suavemente en tanto ella se retorc�a suavemente, y entonces le dije que hab�a le�do recientemente que una mujer puede llegar al orgasmo con una muy profesional caricia en sus pies. No resist� y los met� a mi boca succionando todos sus dedos y pasando mi lengua por en medio de �stos, hasta que ella en una mezcla de risa y lubricidad me pidi� que parara pues no resist�a mas. Tuve mil intenciones frente a ella, pero me contuve de avanzar hasta el final porque cualquier otra actitud, habr�a podido despertarle un resquemor, desconfianza, o el arrepentimiento de haber llegado tan lejos con su hermano menor. Queriendo dar un espacio a lo que estaba ocurriendo me pregunt� porque yo la espiaba cuando ella sal�a del ba�o a vestirse y sin darme tiempo a responder me dijo que ella tambi�n lo hab�a hecho, y que alguna vez estuvo mir�ndome en la ducha mientras yo me masturbaba. Nos re�mos los dos aliviando un poco la tensi�n� le ped� entonces que me permitiera seguirla contemplando y yo har�a lo mismo siempre y cuando nuestra madre no estuviera en casa, y acept� sin darle importancia. Vest� mi short de nuevo y le pregunt� que si sent�a mal por lo que acab�bamos de hacer, y me dijo que en efecto estaba algo mal, pero que en el fondo hab�a salido de esa incertidumbre. La abrac� suavemente, d�ndole un beso en la mejilla, y sal� del cuarto. Pienso que actuar de esa manera dejaba el campo libre para un nuevo encuentro �ntimo, lo cual ocurri� alg�n tiempo despu�s.
A la semana siguiente mi hermana debi� ir a la casa de una t�a que se encontraba reci�n operada y no ten�a quien la cuidara ese fin de semana. No hab�amos vuelto a hablar del tema, haciendo de cuenta que nada hab�a pasado entre los dos. Ese viernes la lleve en el carro al barrio donde viv�a mi t�a, y la dej� all� acordando que la recoger�a el lunes en la ma�ana. Nos despedimos con un beso en la mejilla y queriendo saber que pasaba por su mente, le toqu� una de sus piernas� sonri�, murmurando que yo era un morboso, pero no dio muestras de estar enojada. Para mi, todo estaba marchando de acuerdo a mis planes. Al llegar a casa mi madre estaba tomando una ducha, lo cual aprovech� para correr un poco la cortina de su cuarto, pues as�, al salir a vestirse podr�a verla desnuda de nuevo. Ya era de noche, y apagu� la luz que daba a la cocina para que ella no se diera cuenta de que la espiaba. Sali� con su toalla de ba�o alrededor de su cuerpo, y con otra toalla envolviendo sus cabellos h�medos, y no se visti� inmediatamente sino que permaneci� as� en la cocina, ordenando algunas cosas y preparando algo de comer. Verla en ese estado, con la toalla tapando solamente sus senos y sus bellas nalgas me pon�a demasiado excitado. Me acerqu�, la abrac� por la espalda cuidando de no arrimar mi miembro a su culo, y le di un beso en la mejilla dici�ndole que se ve�a muy hermosa, y que menos mal nadie mas la ver�a as�, pues era un pecado para cualquiera que no fuera yo� se ri� mucho con mi comentario, y me dijo que si en serio se ve�a bien, a lo que respond� que era la mujer mas linda que hab�a visto en toda mi vida. Dio la vuelta y me abraz� tiernamente, juntando su cuerpo al m�o, mientras me daba un beso cerca de mis labios, murmurando que era la mujer mas feliz del mundo con su beb� ya hecho todo un hombre y que se sent�a protegida por mi. No sab�a que decir� Por Dios � � algo estaba gest�ndose entre nosotros, pues no era usual que ella actuara de esa manera. Le propuse entonces que ya que era viernes, porqu� no aprovech�bamos para salir un poco al centro comercial , y que la convidaba a unas cervezas� me pregunt� si ten�a dinero y le dije que ella muy bien sab�a de mis ahorros, por el dinero que mi padre me enviaba mensualmente. Me mir� asombrada y respondi� que estaba bien, y que esperara entonces que se vistiera para que sali�ramos. Yo entre tanto me duch� r�pidamente y me coloqu� la mejor ropa que ten�a para que ella se sintiera bien a mi lado. No quise fisgonearla para no poner en riesgo mi invitaci�n. Cuando sali� del cuarto estaba preciosa. Vest�a una falda corta de color negro, una blusa escotada de color blanco y unas zapatillas oscuras, bastante altas. Silb� emocionado y me dio otro beso sonrojada. Subimos al auto y nos dirigimos al centro comercial. En el trayecto al lugar que era no tan cercano cruz� sus hermosas piernas, brillantes por una crema especial que hab�a comprado y que le imprim�a visos, debido a las part�culas de escarcha. Era todo un pedazo de mal camino por el que indefectiblemente quer�a perderme para siempre. Sus pies, enmarcados por esas sandalias de tiras negras y doradas, eran hermosos, coquetos, retadores, con unos dedos largos y delicados y un arco pronunciado que acentuaba su escultural tama�o, acorde con su estatura. Quise olvidar para siempre que ella me hab�a parido, y como nunca la dese� con todas las fuerzas de mi alma. La observ� de reojo, dejando de lado mis temores y prejuicios hijo, y me decid� a convertirme en su hombre, su marido, su amante, y su mas grande amor.
Al llegar, el lugar estaba atestado de gente, por lo que le propuse que busc�ramos un sitio mas tranquilo donde pudi�ramos conversar. Encontramos un peque�o bar cerca de la zona rosa, que menos mal ten�a bastantes lugares desocupados. Al preguntar al mesero por el precio de las cervezas, le propuse que mejor tom�ramos algo mas fuerte, a lo que ella accedi�. Ped� una botella de aguardiente, y comenc� a servirle peque�as copas, mientras yo me absten�a de beber sin que se diera cuenta, debido a que no quer�a que en medio de la embriaguez pudiera cometer cualquier acto imprudente, y adem�s queriendo que mi madre al calor de los tragos se relajara, y conversara con toda la tranquilidad posible acerca de los dos� en efecto as� fue. Comenz� por decirme que se sent�a muy sola y ansiosa, y que percib�a que algo le faltaba, pues era una mujer joven y con muchos deseos reprimidos, pero que evitaba relacionarse con alguien hasta tanto la situaci�n con mi padre no se hubiera definido. Estuve de acuerdo con todo lo que me dec�a, mientras continuaba sirvi�ndole licor� conversamos de muchas cosas mas, hasta que notando que ya estaba a punto de embriagarse decid� ir para casa. Quedaba menos de media botella y la llev� conmigo para que se tomara otro par de copas. Al entrar en la sala le ped� que se sentara un ratico mas, pues esa noche era demasiado linda para darla por terminada tan r�pido. Se sent� en el sof�, tir� sus zapatillas y cruz� sus piernas con la falda bastante arriada, permiti�ndome deleitarme de nuevo con sus bellas piernas. Me acomod� a su lado, acerc�ndome poco a poco, hasta estar pr�cticamente pegado a ella. Comenc� a acariciar sus cabellos, en tanto ella ya bastante alicorada se recostaba en mi pecho� me corr� un poco y le ped� que se acostara sobre mis piernas para charlar mas c�modos� el peso de sus hombros en mis rodillas me excit� mas de la cuenta, y s� que pudo haberse dado cuenta pero no se movi� para nada, mientras yo segu�a acarici�ndole su cabeza y su rostro. Tom� sus manos suaves en las m�as, transmiti�ndole todo el volc�n de deseo que rug�a dentro de mi. Ella me apretaba suavemente mis dedos, murmurando que me adoraba, y que no sabr�a qu� habr�a sido de su vida sin sus dos hijos. Dobl�ndome hasta donde pude comenc� a besar su frente, y el nacimiento de sus cabellos hasta que se estremeci� continu� posando mis labios en sus ojos cerrados, y bes� sus mejillas surcando el rededor de su boca de fuego.
En un momento vi que fue adormil�ndose, y entonces con todo el cuidado la recost� en el sof�, esper� que se durmiera y me dediqu� a contemplarla alelado, en toda la extensi�n de su abandono, mientras dorm�a pl�cidamente. Ten�a sus piernas ligeramente abiertas lo cual aprovech� para mirar el tri�ngulo que enmarcaba su tanga�. La llam� suavemente pero no me respondi�, lo que me indic� que estaba ajena a todo lo que ocurr�a.... pasando mis manos por su espalda y sus piernas la cargu� hasta llevarla a su cama. La dej� as� unos minutos mientras tomaba un refresco en la cocina y buscando que se profundizara en su sopor. Al regresar al cuarto estaba con su falta levantada casi hasta su sexo y su blusa abierta. Estir� sus piernas sintiendo la suavidad de su piel, de sus pies, de sus rodillas y de sus muslos� Muy levemente pas� mis manos por su vientre, hasta desbotonar del todo su blusa, mientras sus bellas tetas amenazaban con salirse del sost�n. Indefensa, no s� si totalmente dormida, me demostraba que era indiferente a todo lo que estaba ocurriendo� Despacio fui subiendo su falda hasta llegar a su hermoso sexo, aprisionado por esa tanga negra, h�meda de sudor y por todo lo que bajaba de sus entra�as. Pos� mis labios suavemente sobre esa delicada seda, lamiendo todo ese n�ctar que me iba poniendo al borde la de la locura. Ansioso pero con cuidado, la fui volteando de lado, hasta tenerla de costado. Desabroch� su sost�n, y tir� de la cremallera de su falda baj�ndola poco a poco hasta quit�rsela. Su culo era alucinante, grande, blanco, con unas peque�as estr�as, y unos lunares que marcaban todo el camino al pecado que estaba dispuesto a cometer con ella� tir� de su peque�a tanga hasta dejarla en sus tobillos, y la volte� de nuevo boca arriba. Era divina; sus tetas grandes, firmes a pesar de haber tenido hijos y su ombligo era profundo. Su vientre adornado de ese caminito de vellos y unas diminutas estr�as provocaba demasiado, y su monte de venus era el espect�culo mas indescriptible; pronunciado, cubierto de esa selva negra de fibras como cabellos de beb�, que poblaba los labios de su vagina grande y retadora hasta su entrepierna, invadiendo la entrada de su ano apretado, con esos pliegues que mas tarde tendr�a el placer de abrir totalmente. Decidido a recrearme como nunca lo hab�a hecho tir� mi ropa y comenc� a besar sus bellos pies, chupando sus dedos, sus plantas y subiendo por sus tobillos hasta las rodillas� not� un ligero estremecimiento, gimiendo suavemente pero no despert�. Creo que a lo mejor so�aba con lo que en realidad estaba ocurriendo. Abr� sus tentadoras piernas lo que mas pude y me adentr� en el calor de su sexo, mamando todo lo que continuaba emanando de dentro de su vulva. Hubiera querido entrar de nuevo por ella para que me pariera de nuevo si con ello la conservaba para el resto de mis d�as. Recorr� cada cent�metro de su piel y chupe sus tetas con locura, hasta su boca ligeramente abierta. Previendo que acostarme encima para penetrarla podr�a despertarla, la volv� a colocar de costado� mi verga no resist�a mas, y poco a poco fui situ�ndola en medio de sus nalgas� sent�a la humedad que continuaba bajando de su sexo, y sin contenerme, me retir� para relamer todo su apretado culo, meti�ndole mi lengua hasta donde fuera posible. Todo lo que brotaba de ella era delicioso, y el aroma de su ano me enloquec�a como hasta ahora me sigue alucinando, sobre todo cuando llegaba del trabajo sudorosa por el calor de la ciudad, y yo tirando sus interiores me dedicaba a chuparla paseando mi lengua desde su cl�toris hasta su orificio anal, del que era inevitable que emanara el olor de sus entra�as, mezclado con ese perfume a or�n y sudor�. satisfecho de haber probado todo lo suyo, me puse de lado mientras mi pene buscaba ansioso la entrada de su vagina. Cada paso que di esa noche hac�a parte de algo que hab�a elucubrado millones de veces, m�xime cuando queriendo aprender de sexo, me dediqu� a explorar en la internet lo mas sucio de este tipo de relaciones, para poner todo en pr�ctica cuando llegara el momento de hacerla m�a.
No fue f�cil penetrarla, y no quise forzarla por temor a lastimarla, causarle dolor y recibir una respuesta contraria a lo que quer�a� a pesar de estar lubricada, su �tero era bastante apretado por lo que decid� no met�rsela toda sino juguetear poco a poco en un ritmo casi imperceptible, abriendo el camino hasta llegar al final. Cuando ya una parte de mi miembro estaba dentro de s�, se movi� angustiada; despert� asustada tratando de zafarse de mis brazos pero ya era tarde. Me dijo que qu� hac�a por Dios, que me suplicaba que no la poseyera, pero el tono de su voz suplicante era mas de aprobaci�n que de rechazo� la abrac� con mas fuerza dici�ndole que la amaba con toda mi alma, y que poseerla era lo mas grande que podr� pasarme en mi vida. Ella quiso resistirse pero tapando su boca con mis labios le implor� porque me dejara continuar a su lado� Con mi mano izquierda tom� su carita y mientras musitaba frases de amor continuaba metiendo mi lengua en su boca, en tanto ella se iba relajando hasta que su angustia fue desapareciendo, abandon�ndose a su suerte. Gimi� y se estremeci� al sentir que mi verga entraba totalmente en ella, pero comenz� a moverse suavemente dando ligeros quejidos que aumentaban, al ritmo de nuestros movimientos, mientras apretaba mis manos sollozando. Sabiendo que podr�a continuar retir� mi miembro de su cuquita recost�ndola boca arriba� comenc� a besar su boca con locura, su cuello, sus senos, hasta volver a su sexo, a continuar embriag�ndome con todos sus l�quidos� abr� sus piernas de par en par, tom� sus pies en mis manos chup�ndolos de nuevo, mientras encogiendo sus muslos coloqu� mi verga en la entrada de sus velludos labios. Arrodillado empec� a empujar toda mi hombr�a dentro de su vagina, hasta que no qued� nada por fuera, y con un movimiento imperceptible la fui llevando a mi terreno, bes�ndola y mordiendo delicadamente su cuello� nuestros movimientos aumentaban as� como sus quejidos y en un momento no resisti� mas y comenz� a sollozar pidi�ndome que no parara y que se la metiera mas duro, porque sent�a que la estaba desgarrando pero que la ten�a loca de placer. Tuvo por lo menos tres orgasmos, hasta que no pudiendo aguantar mas , descargu� todo mi semen dentro de ella, sintiendo las convulsiones de su sexo apretando mi glande. Me qued� unos minutos encima de su cuerpo, pero apoyando mi peso en los codos para no asfixiarla. No pod�a parar de besar sus labios carnosos que ahora se me entregaban totalmente� jugu� con su lengua, viendo sus bellos ojos con unas pocas l�grimas, ahora de excitaci�n. La abrac� con fuerza, pidi�ndole que fuera m�a para siempre, y en ese momento me dijo que estaba loco, pero que desafortunadamente hac�a alg�n tiempo mi sexo la ten�a inquieta, y que l�gico no iba a intentar nada conmigo por ser su hijo, pero que si se excitaba imagin�ndose como ser�a ese miembro tan rico dentro de ella. Agarr� con fuerza sus nalgas, queriendo fundirla a mi cuerpo, con sus senos desnudos en mi pecho� y sin dejar que la emoci�n entrara en declive la volte� de espaldas, para continuar besando su nuca y toda la extensi�n de su bella geograf�a.
Definitivamente el per�metro de su culo era impresionante� la suavidad de esa piel blanca, la tersura de la cara interna de sus piernas y las dos arrugas que demarcaban la circunferencia de cada nalga, de donde nac�an sus muslos gruesos, fueron lo que me marc� por el resto de mis d�as, a�orando a�os despu�s en cada mujer que observaba, un trasero como el de mi madre. Por eso separ� esas nalgas con toda la libertad del mundo y segu� lamiendo su orificio con furia hasta que ella me dijo que no la martirizara mas, y que le daba miedo, que le hiciera lo que estaba pensando. Ese comentario fue el salvoconducto perfecto�.fui hasta su tocador, tom� un frasco de aceite y lo esparc� por toda esa �rea, meti�ndole el dedo �ndice y lubric�ndolo�. Me pidi� que no; que era virgen por ah� y eso me estimul� a seguir� me recost� encima de ella, acarici�ndola y murmurando las palabras mas dulces hasta que mi verga encontr� dilatado su peque�o culito sin estrenar � se revolvi� dolorida mientras le iba entrando, pero me permiti� continuar hasta que dio un grito mordiendo su almohada. Estando dentro de su recto desvirgado, empez� a menearse queriendo quiz�s un poco mas� los gemidos aumentaban hasta que un nuevo orgasmo estall� con toda la fuerza de su alma. Un nuevo chorro de semen se deposit� esta vez dentro de s�. Solloz� de nuevo, cuando se lo saqu�, y abraz�ndonos con fuerza, seguimos bes�ndonos hasta quedarnos dormidos.
Al despertarme, continuaba dormidita, y al reparar en las s�banas, vi que hab�a unas ligeras manchas de sangre, lo cual me comprobaba que en realidad si hab�a desvirgado ese ano divino. Fui al ba�o, me duche, me cepill� los dientes y regres� desnudo a su lado, acarici�ndola con todo el amor de hombre mezclado a la ternura que me inspiraba ese ser hermoso que adem�s de ser mi madre, era ya mi mujer. Se despert� desperez�ndose, y me aplic� un mordisco en el brazo, pero sin llegar a lastimarme� sus hermosos ojos estaban hinchados, pero se notaba en ellos la satisfacci�n por todo lo ocurrido. La bes� metiendo mi lengua en su boca, la cual cerraba, pues ripost� que no se hab�a lavado su boca, pero el aliento de su resaca me excit� de nuevo� Todo lo que proviniera de ella me enloquec�a; todos sus aromas eran el perfume mas grande que hubiera podido oler hasta entonces. Sin darle tiempo a nada volv� a penetrarla hasta que terminamos en un nuevo gozo� quer�a com�rmela sin parar y ella estaba dispuesta a que siguiera haci�ndolo� ese s�bado hicimos el amor hasta que nuestros cuerpos no resistieron� lo �nico que me pidi� en un momento en que fue a la ducha, era que por favor ese d�a no me le comiera mas su culito pues estaba sangrando� y lo dijo como una ni�a mimada que implora por no ser castigada y ante la ternura de su pedido acced� continuamos hasta entrada la noche que salimos en el carro a buscar algo de comida� no sent�amos mas hambre que la de nuestros cuerpos ansiosos por entregarse mutuamente� Le dije que no era preciso que habl�ramos de algo que nuestras almas deseaban tanto� y preferimos comentar otras cosas� regresamos a casa a desnudarnos de nuevo� a seguir acarici�ndonos, a satisfacer ese deseo incontenible que nos embargaba hasta el cielo� continu� chupando su vagina mientras ella engull�a toda mi verga dentro de su boca hasta que volvimos a excitarnos tanto, que decidimos acabar en nuestras bocas. Entrelazadas nuestras piernas, refregando nuestros pies por todo lo que pudieran abarcar, comprobamos que nuestros cuerpos encajaban perfectamente y que no sobraba un mil�metro de nuestras humanidades donde no experiment�ramos el contacto de la piel y el latir de nuestras venas al un�sono. Nos amamos embelesados por haber descubierto en ese pecado eterno e inagotable, la grandeza de una pasi�n irrefrenable y un deseo incontenible.
Me extasi� para siempre en toda su belleza indescriptible y no hubo un solo detalle de su cuerpo que no me despertara la lujuria mas asombrosa. Sus manos supieron estimular en m� las mas rec�nditas sensaciones y emociones� y nada pudo impedir que nos am�ramos; aun, cuando su per�odo menstrual aparec�a convirti�ndose en otra fuente de regocijo, bebiendo todo ese extra�o brebaje que descend�a de sus ovarios, mientras ella sedienta de sexo, se chupaba todo el semen que lograba arrancarme con sus pervertidas mamadas. S� que la convert� en la depravada mas grande del mundo; en mi puta, mi geisha, mi esclava y yo fui y soy, lo mismo para ella. Y la ador� como mi Diosa cuando su coqueter�a diaria en las ma�anas, me hac�a presagiar todo lo que ocurrir�a en las noches o tardes que pudi�ramos estar a solas. Abrazados, mirando al cielo raso en silencio, dejando que hablaran nuestras manos, nos dormimos hasta el medio d�a del domingo� prepar� el desayuno y lo lleve a su cama� le di un beso en la frente y otro en los labios� desnuda, sin el menor pudor se sent� a comer, mientras elogiaba mis dotes de cocinero� Llen�ndome de coraje le ped� que me aceptara como su hombre pues desde muy ni�o sent�a todos los tipos de amor posibles por ella� le cont� que era virgen hasta ese d�a, pues no deseaba otra mujer mas que ella, y que siempre en mis incursiones solitarias al pecado estaba su imagen impura en mi mente� No dijo nada, pero me abraz� de nuevo, acarici�ndome con esa dulzura que ya conoc�a�. continuamos lamiendo nuestros cuerpos, d�ndole paso a esa nueva y extra�a emoci�n� nos miramos profundamente a los ojos, en un pacto de silencio que solo ella y yo compartir�amos como hasta ahora, que hemos decidido comentarlo, luego de haber vivido juntos tantos a�os. Ese fin de semana quedar� en mi mente como el mas grato recuerdo, en tanto que ella juguetona como una nena, me hac�a todo tipo de caricias, mientras yo buceaba por todos los contornos de su excitante piel, deseando marcar mi territorio en ese cuerpo que en adelante ser�a m�o, como ocurri� durante un tiempo tan exultante, que dif�cilmente algo podr� llegar a superarlo.
Mi hermana con el tiempo comenz� a sospechar que algo no filial pasaba entre nosotros, y una tarde me pregunt� que ocurr�a con nuestra madre� guard� silencio pero ella incisiva continu� pregunt�ndome el porque de nuestra mutua cercan�a, y de las miradas coquetas de nuestra madre, en la que parec�amos marido y mujer , mas que madre e hijo. Tratando de ganar alg�n terreno en el interrogatorio mencion� lo que pas� entre ella y yo hac�a algunos meses, y c�mo mi hermana continuaba tranquila a�n cuando era usual que me continuara mirando desnudo, aunque yo ahora evitaba espiarla dado el grado de enamoramiento que sent�a por mi madre. Le ped� que no le mencionara nada a ella, pero que en efecto sent�a demasiadas cosas por ella y que esperaba su comprensi�n, m�xime cuando nuestra peque�a familia era todo lo que ten�amos los dos, y no era conveniente resquebrajar esa relaci�n que era todo para los tres. Ella guard� silencio al comienzo, pero en una actitud demasiado madura, me dijo que ella sab�a que mi madre y yo nos hab�amos acostado, pues en alguna oportunidad que lleg� a la casa, entr� despacio sin hacer ruido y nos vio haciendo el amor. Que al comienzo fue algo muy traum�tico pero que decidi� guardar silencio, porque en el fondo esa escena la excit� demasiado, y debi� masturbarse pensando en lo extra�o de ese incesto que tambi�n la hab�a contagiado a ella. Qued� mudo cuando con toda la desfachatez del mundo, me dijo que yo no pasaba de un maldito ego�sta y que si quer�a que nada se alterara, era mejor que hiciera algo al respecto, pues ella tambi�n quer�a tener su parte. No supe que decir, pero el desaf�o era inminente y no pod�a colocar en riesgo mi relaci�n con el amor de mi vida. Sacando arrestos de donde no los ten�a avanc� hasta ella abraz�ndola con fuerza, refregando mi cuerpo al suyo, para que sintiera mi sexo pegado del suyo�. No dijo nada y abraz�ndome busc� mi boca para darme un prolongado beso, en el que se conjugaba un deseo y una incontinencia imposible de resistir. Me mordi� los labios, mientras bajaba su mano buscando sacar mi pene de su encierro. Como vest�a solo su pijama, la fui subiendo mientras acariciaba sus nalgas redondas y duras, y en eso se diferenciaba de las de mi madre, ya un poco blandas pero para mi mas deliciosas. Tir� su pijama, y la conduje hasta su cuarto en mis brazos, sin dejar de besarnos. Empec� a lamer sus tetas duras y puntiagudas hasta adentrarme en la lisura de su sexo empapado� la chup� hasta hacerle gritar; tir� mi ropa totalmente y ante la excitaci�n que ella sent�a apunt� mi miembro hasta la entrada de su vagina, refreg�ndola de arriba hacia abajo, arrancando suspiros y gemidos entrecortados de mi l�brica hermana� era extra�o pero no sent�a lo mismo que con mi madre, pero sab�a que ten�a que hacerla m�a por las circunstancias que viv�amos. Poco a poco comenc� a penetrarla, lo cual era doloroso incluso para mi�. Ella abr�a sus ojos desmesuradamente en una mueca de dolor y placer. Por fin sent� como su himen dio paso a mi verga y esforz�ndome se la met� mientras ella gritaba y me ped�a que la sacara un minuto. Al retirar mi pene vi c�mo sangraba, y decidido a satisfacerla comenc� a lamer el producto de su desvirgada hasta que ella abriendo totalmente sus piernas me indic� t�citamente que pod�a continuar� S� que el dolor fue mas grande que sus orgasmos, pero que el sentirse mujer compensaba cualquier molestia. Nos besamos tiernamente recostados y temerosos de que de pronto apareciera nuestra madre decidimos ir a ba�arnos pero juntos. Se quej� de un gran dolor en sus caderas, y en su sexo, pero sonri� maliciosamente, dici�ndome que en adelante ella participar�a de muchas cosas en esa relaci�n, y que era inevitable que sintiera por mi un gran amor, aparte del deseo� continuamos bes�ndonos en la ducha prometi�ndonos permanecer guardando el mayor de los secretos como hasta hoy ha ocurrido. Mi hermana se cas� tres a�os despu�s, luego de haber aprendido mil desviaciones en el mas degenerado de los sexos conmigo, y quiz�s eso me liber� de tener que ser infiel a la mujer que he decidido amar, a mi bella madre a quien los a�os han acentuado una belleza indescriptible y un deseo que en lugar de disminuir aumenta cada vez mas� as� pienso seguir am�ndola con devoci�n y locura hasta que sea posible�