Relato: La toma del colegio Estaban seguros de que su causa era justa y deber�an llevarla adelante hasta lograr lo que pretend�an. Llevaban varios d�as tomando su colegio y no era el �nico colegio tomado en la ciudad de Buenos Aires.
Algunos familiares acompa�aban en esa forma de protesta a los alumnos. As� pasaba en nuestro Urquiza, como tambi�n en el Lola Mora, Larrroque, Avellaneda y Saavedra, Liceo 4, etc.
Mauricio, invito a su novia Patricia a que acompa�ara a su grupo, y esta luego de algunos cabildeos, aviso que venia, pero no sola, vendr�a con su mama, para el lamento de Mauricio, quien hab�a hecho planes para hacerse due�o de aquel cuerpito tan rico de su novia.
A nadie en el grupito, le gusto mucho la idea de compartir aquel lugarcito que ten�an asignado como morada para los del 5toB. Eran cuatro en un peque�o lugar, y ahora se agregaban ellas.
Cuando ca�a la tarde, aquel grupito de amigos, tuvo un cambio sustancial con la presencia de la novia de Mauricio, pero sobre todo por la presencia de la mama de esta, Sof�a.
Sof�a era una bella mujer, much�simo mas formada que su nena, y para los ojos de los tres amigos de Mauricio, aquella presencia fue todo lo contrario de lo que hab�an imaginado y protestado a su amigo.
A las pocas horas de haberse instalado, ya Sof�a se inclinaba arrodillada sobre un coj�n sobre el suelo, preparaba los s�ndwiches de milanesa para la cena. No ten�an luz el�ctrica, la hab�an cortado, y solo se iluminaban con un candil y algunas velas.
A la vista de los muchachos aquella visi�n les despertaba el morbo de forma autom�tica, pues esas piernas tan sexys, ese culito redondo que le hac�an la corta falda de Sof�a eran espl�ndidas.
Para quienes estaban de frente ese escotado que marcaban dos tetazas monumentales eran suficientes para ponerlos cachondos y muy entonados. Sus pensamientos no estaban ahora en el CUES, Coordinadora Unificada de Escuelas Secundarias, ni en el jefe de Gobierno de Educaci�n, diego Fern�ndez�.. nooo�.. Sof�a se acaparaba la mirada de los tres muchachos.
Solo Patricia y Mauricio parec�an hacer rancho aparte en un rinc�n, esperando quiz�s el momento de hacer intimidades de sus juveniles calenturas.
Las milanesas estaban riqu�simas, como riqu�sima estaba esa se�ora que ahora, compart�a recostada en una mullida colchoneta, vivencias de su juventud, la que era atentamente seguida por aquellos tres cachorros que se babeaban mirando los atributos de la rubia que los calentaba tanto. Y tanto fue la cosa que, ella tambi�n fue contando cosas subiditas de tono, como para que los muchachos se animaran a contar algunas de sus pocas experiencias sexuales.
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Eran pocas las velitas que aun estaban encendidas, el candil se hab�a apagado, si ard�a y se encend�a una situaci�n inesperada��.. a Pablo se le hab�a puesto al palo su sexo, tan solo por estar tan cerca de Sof�a, sentado a su lado, mir�ndole las tetas e imaginando las situaciones calientes que esta y sus otros amigos relataban. Las sonrisas c�mplices se cruzaron he inesperadamente sucedi� aquella situaci�n tan natural pero tan perturbadora�� Sof�a, apoyo su mano sobre el miembro endurecido de Pablo haciendo luego peque�os movimientos de frotaci�n sobre el pantal�n, puso al chico en cuesti�n y todo ese rinconcito al rojo vivo.
Pablo cerr� los ojos, aspiro fuerte aquel perfume de mujer que lo embriagaba y se dejo llevar por su imaginaci�n.
De Mauricio y Patricia, nada se sab�a ni ve�a, quiz�s buscaron mejor refugio.
Mario, fue m�s atrevido, porque llevo sus manos sobre el escote de aquella mujer ya caliente, para atreverse a acariciar las tetazas que all� estaban ofrecidas.
Jorge dudo, pero al ver sus amigos rumbo al para�so, no quiso perder el tren��. Tumb�ndose en la colchoneta, comenz� a besar las piernas de Sof�a. No puso resistencia ella a que las manos de Jorge fueran a buscar su caliente sexo.
Sof�a fue consiente de que estaba cometiendo una locura, pero dejo avanzar al muchacho entre sus piernas disfrutando de los besos que este le daba�. Pero cada vez mas cerca�. Cada vez que ella abr�a algo mas las piernas, el avanzaba mas sobre su objetivo�...
Y se dejo caer sobre la mullida colchoneta, ya no solo las manos de Mario frotaban sus tetas, ahora, este se las chupeteaba como un desesperado bebe hambriento�� y abri� las piernas para dejar que Jorge llegara hasta su cueva con las manos tan llena de atrevidos dedos.
Pronto aquella mujer que estaba all�, por indicaciones morales para cuidar a su hija de cualquier avance del novio, se estaba dejando llevar a un desenfrenado juego con los amigos del novio.
Supo de pronto que aquello que Jorge relatara cuando aprendi� con su t�a a comer conchitas, era cierto��muy cierto para su goce��. Goce que la llevo a dejar al aire la poronga de Pablo, a la que comenz� a chupar con unas ganas indescriptibles.
Aquella caliente noche, se dio una ducha en una improvisada regadera en el ba�o de mujeres, luego de haberle mamado las pijas a los tres muchachos hasta hacerlos acabar y recibir ella tantos besos y caricias en su conchita que la hicieron mojarse en charco de orgasmos voluptuosos.
El nuevo d�a se presento c�lido, pero las soluciones al conflicto no llegaron, la falta de mantenimiento en los establecimientos hab�a hecho que ahora fueran 23 los colegios tomados.
Tomados por una profunda emoci�n, aquellos tres j�venes, hab�an tenido una aventura que los manten�a bien animados. Ya poco era lo que bajaban a tener reuniones con el resto de sus compa�eros, si estuvieron atentos a tener algunos roces cari�osos con aquella �mama� que ahora ten�an de �compa�erita�. Ella pareci� a gusto, cuando ellos la manoseaban por turno, respondi� a besos calientes, desenfrenados, ardientes que auspiciaban una salida incierta o salvaje.
Fue despu�s del almuerzo, que asegurados que Mauricio y su novia concurrir�an a una reuni�n con los rectores, los cuatro calientes seres se encerraron en la piecita que compart�an.
El desenfreno lo inicio ella, chupando los viriles sexos de sus tres benjamines, que la desnudaron totalmente para regalarse una fiesta visual de impresionante calidad femenina. Sab�a ella hacia donde dirig�a el grupo, a una fiesta grupal muy favorable para ella.
Sinti� preferencias por la verga de Mario, al que tenia tumbado bes�ndole y mam�ndole su larga porci�n�� de rodillas ella, abri� sus piernas para ofrecer su sexo por la parte trasera, donde su raja h�meda brillaba entre los labios vaginales en el centro de aquellas nalgas que coronaban tan hermoso culo. Pablo y Jorge, se turnaron en chupar aquel manantial jugoso, que se les abr�a al juego de sus posibilidades m�s osadas, por lo que uno de ellos fue acercando la ya endurecida verga para introducir en aquella cuevita tan rica.
Sof�a se dejo fifar por el chico, y cuando estaba por estallar, sinti� que Pablo le regalaba un polvaso dentro�� y as� dejo que Jorge se la enterrara, para ahora si, ser ella la que llegara al punto del orgasmo��eso le provoco convulsionados movimientos, pero no impidi� que saboreara las pollas mojadas de sus dos penetrantes, mientras recib�a la tercera porci�n del d�a, cuando Mario, con su s�per verga la empalo tan rico que hizo de Sof�a un trapito de gemidos y suspiros por un muy buen rato.
Ocho d�as mas estuvieron en la toma del colegio, ocho d�as que tuvo Sof�a en la gloria de compartir una etapa juvenil de esas inolvidables. Nunca dejo de asegurarle a su marido, que cuidaba bien a su hija Patricia, ni aun cuando este la llamaba al celular mientras ella estaba en ese preciso instante, gozando de aquel tr�o de desfachatados jovencitos.
Los cuatro estaban seguros que era una causa justa.
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Relato: La toma del colegio
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