Relato: Cuando el destino nos alcanza...





Relato: Cuando el destino nos alcanza...

La tenue luz de aquel bar no imped�a que Ana destacara de
entre los concurrentes, llego ah� casi contra su voluntad, pero no pod�a negarle
el favor M�nica, su mejor amiga de la Universidad, a quien acompa�aba junto con
su novio en esa escapada de jueves por la noche.


Ma�ana solo tendr�a una clase y no importar�a si llegaba a
faltar, as� que le dio un ultimo sorbo a su Margarita, su bebida favorita, en
parte porque ese era el nombre de su Madre, mientras trataba de evitar mirar el
inicio de los juegos er�ticos de sus acompa�antes, que trataban de aprovechar
esos momentos de intimidad, por un momento bajo su mirada y observo sus largas
piernas, delgadas y enfundadas en un par de medias negras a juego con su
minifalda, que mostraba el inicio de sus bien torneados muslos, producto de sus
entrenamientos de nataci�n, era una linda nena a sus 19 a�os reci�n cumplidos,
su chamarra de piel color negro descansaba a un lado, sus pensamientos fueron
interrumpidos por la voz del mesero quien llego con una nueva copa de Margarita.


-Se la env�a el caballero de la barra- dijo se�alando hacia
el lugar, donde la silueta masculina se perfilaba apenas recortada por la azul
l�mpara de ne�n que rodeaba el lugar.


Ana, ensimismada en sus pensamientos solo atino a voltear
siguiendo el movimiento de las manos del mesero, fue en ese momento que sus
miradas se cruzaron por primera vez, �l ya la hab�a observado, era indudable,
as� que ella inicio su escrutinio, lo miro con curiosidad, era de unos 37 a�os,
alto, delgado, cabello lacio acomodado hacia un lado, pero lo que le llamo mas
la atenci�n fue su mirada penetrante y profunda, por un momento trato de
rechazar la copa, pero el mesero ya la hab�a dejado en la mesa mientras se
alejaba hacia otros clientes que requer�an su presencia.


M�nica y Antonio la observaron y al encontrarse con sus
miradas estallaron en risas divertidas al tiempo que M�nica la reprend�a...


-�Y pensar que no quer�as venir amiga!- mientras que Antonio
jugaba con un cigarrillo entre sus labios.


Un nuevo estallido de risas se dejo escuchar por parte de las
chicas universitarias, mismo que fue interrumpido por una voz suave y firme.


-�Puedo acompa�arles?-


Ana no necesitaba voltear para saber a quien pertenec�a esa
voz, se estremeci� cuando la escucho pero permaneci� sin voltear, solo abri� un
poco mas sus ojos cuando M�nica tomaba la palabra para decir, - �Claro! Si�ntate
un rato.... � pero el no se movi�, pregunto una vez mas.


-�y Tu que dices?- dijo casi al o�do de Ana, quien ahora
volteaba para ver de cerca ese rostro, que tan familiar y cercano le parec�a a
pesar de no haberlo visto nunca antes.


- Si�ntate... �c�mo te llamas?- dijo, y al instante se
sorprendi�, como si esas palabras no fueran suyas, pero en su interior sabia que
si, que ese era su deseo... y su entrepierna se manifest� humedeci�ndose ante la
presencia del macho.


Sigui� la charla trivial, las copas menudearon, y al salir
del lugar Ana ya tenia claro lo que quer�a, sabia que deseaba a Enrique, lo
sabia simplemente porque as� se lo dictaba su cuerpo, su mente y su esp�ritu,
pero no pod�a dec�rselo simplemente.. �Oye! Quiero coger contigo�


Por fortuna para su causa Antonio se despidi� cruzando una
mirada c�mplice con Enrique, al tiempo que este le ofrec�a a Ana llevarla a su
casa, con un tono de deseo en su invitaci�n, la cual fue aceptada de inmediato y
se alejaron hacia el estacionamiento, ya enfundados en un c�lido abrazo, y
abordaron el veh�culo con el deseo apenas contenido.


Enrique le dijo, - Creo que te caer� bien un cafecito, para
que llegues mas fresca a tu casa, mi departamento esta muy cerca de aqu�. � y
sin mas arranco el auto, al tiempo que Ana afirmaba en silencio y se acercaba a
su pecho, el cual empez� a acariciar con suavidad, como temiendo ser rechazada,
Enrique sonri�, en su interior era lo que esperaba as� que su brazo derecho
rodeo su cabeza y acaricio la espesa cabellera de color casta�o oscuro,
ligeramente ensortijada que se enredaba con sus dedos, y en un sem�foro beso la
frente de Ana, quien no desaprovecho la ocasi�n para levantar la cara y ofrecer
su boca, sin mas palabras se fundieron en un beso suave, que se convirti�
fren�tico a los pocos segundos, el deseo ya estaba exaltado por lo que a la
se�al verde del sem�foro las llantas del auto chirriaron mostrando la
impaciencia del conductor.


Apenas cerraron la puerta del departamento ella se prendi� de
su cuello, bes�ndolo, recorriendo con su fina y delgada lengua el contorno de
sus dientes, encontrando a su contraparte, luchando en un deseo ya rebasado, y
dif�cilmente contenido, era una sensaci�n muy grata, lo cual manifest� con leve
quejido de gusto al tiempo que sent�a esas manos grandes recorrerle la espalda y
despojarla de su chamarra de negr�sima piel, en el movimiento bajo las manos
para dejar que saliera y el sigui� con las suyas el movimiento de la prenda para
finalmente detenerse en la curva de sus nalgas, donde la mano derecha encontr�
el cierre que le sujetaba, junto a un bot�n brillante que le cerraba el paso.


Ana no se quedo inm�vil, pero se estremeci� cuando una mano
se escabullo entre su falda y su blusa dejando salir esta ultima, y para no
quedarse atr�s desabrocho los siete botones de la camisa de el, terminando justo
cuando su falda ced�a y se deslizaba por sus piernas hacia el suelo, acompa�ando
a la chamarra, y dos pares de zapatos a los que se uni� la camisa azul satinada,
un poco mas lejos, pues avanzaban lentamente hacia el sof�.


-No pod�a equivocarme contigo...- aseguro Enrique, -�eres una
puta!-


Ana lo miro con asombro, �como era posible que este idiota
arruinara as� el momento? Se separo un poco para dejarle ver su desconcierto,
pero el atrapo su cintura y la atrajo hacia si mismo y en el mismo movimiento
atrapo un seno, por encima de la blusa, masaje�ndolo con habilidad, pero ella
protesto aunque d�bilmente - �c�mo te atreves...?-


Por toda respuesta la mano en la cintura bajo hacia su
espesura, y un dedo extra�o cruzo por encima de sus labios hacia el cl�toris,
los senos reaccionaron poniendo dura su parte mas alta, y sus siguientes
palabras fueron un sonoro �����Aahhhh!!!�no lo pod�a entender, a pesar de esas
palabras duras, secas e insultantes segu�a excitada con el, y sin mas triunfo el
deseo sobre el orgullo, - �solo soy tu putita! Coj�eme y hazme lo que quieras!-
fueron sus palabras, pero no parec�an ser suyas.


En respuesta fue levantada del suelo y premiada con un
larg�simo beso, el cual termino al ser depositada en la amplitud del sof�, con
la blusa abierta totalmente y sus pantaletas sobre los muslos, estiro las
piernas para facilitar la expulsi�n de las mismas, Enrique acepto la invitaci�n
y al tiempo que las retiraba recorr�a con su lengua por encima de las partes
donde esta pasaba, por un instante dudo sobre sacar o no el par de medias
largas, pero no lo hizo, y recorriendo de nuevo el camino, ahora en sentido
inverso llego a los blancos muslos, besando, lamiendo, acariciando, acompa�ado
por los coros de gemidos apenas contenidos por ella.


Se detuvo justo en esa espesa mata de cabellos, Ana al sentir
el calido aliento junto a su concha se mojo aun mas por el deseo, los dedos
separaron la espesura dejando al descubierto la concha, que al contacto con la
h�meda lengua pareci� abrirse para ofrecer su almeja al reci�n llegado.


-�Es riqu�simo!- exclamo ella mientras tomaba su cabeza
dirigi�ndola hacia si, -�mas adentro... por favor, mas adentro!- y se abandono a
las oleadas de placer que le brindaban las arremetidas fren�ticas de la lengua,
sus manos entre los cabellos del macho, al que termino ofreci�ndole una calida
derramada de sus propios jugos, en agradecimiento a su labor.


-�T�mame!, Mmmm! Que rico!...- dec�a ella, acompa�ando sus
palabras con movimientos convulsivos, arqueando la espalda, aferr�ndose a esa
cabellera, hasta caer vencida por las emociones, cerro sus ojos para disfrutar
los �ltimos espasmos de su goce...


Al abrir los ojos, se encontr� frente a ella el pen� erguido,
apuntando al cielo y emanando su aroma a almizcle, coronado por una gota
lubricante en la punta, cual roci� de flor.


-Te toca corresponder- le dijo la voz, mas como orden que
como invitaci�n, pero no era cosa de ser descort�s, y abri� la boca para
engullir de una sola vez todo el arma de Enrique, se arrepinti� casi de
inmediato, pues casi se ahoga en el esfuerzo, sus senos ahora estaban brincando
al aire, pues en los movimientos anteriores hab�an escapado de su prisi�n, y
colgaban por encima del brasier de media copa asom�ndose como entre telones por
la blusa totalmente abierta.


Desde su posici�n Enrique pod�a ver esa estupenda cola
levantada hacia el aire, y se inclino para acariciarla, la otra mano se perdi�
hacia esos senos, masajeando y pellizcando de vez en vez cada pez�n, acompa�aban
sus movimientos los gemidos de Ana, que parec�a disfrutar de su golosina, y del
tratamiento.


-Mmmhgh.. Ammmgh... mmmm, Mmmhhg.. ummmh�-


Al sentir un dedo juguet�n en los bordes de su ano, se puso
tensa, pus nunca hab�an perforado su esf�nter, pero sin perder la concentraci�n
en su labor, acariciaba los huevos con sus dedos y los ara�aba con sus largas
u�as produciendo sensaciones intensas a Enrique, en respuesta este introdujo un
par de dedos por entre la pelambrera de su concha, y jugando con el cl�toris
rosado procedi� a penetrar su cavidad, deleit�ndose entre el placer que
produc�a, y el que recib�a, conten�a sus gemidos, no quer�a demostrar que estaba
disfrutando demasiado, un extra�o ego de macho que sin embargo fue vencido
cuando ella acelero el ritmo de la masturbada que acompa�aba a la mamada,
simplemente se vendr�a en breve..


-�Ahhhh! Me vengo!, �Ana... me vengo!- Ana disfruto esas
palabras, y en reacci�n aumento la intensidad de su mamada, cuando de pronto
sinti� el primer lechazo en su paladar, era espeso y caliente, su placer fue en
aumento...


-�Que bien lo haces cabrona! � le espeto Enrique, pero ella
no contesto, segu�a entretenida bebiendo a sorbos lo borbotones que llenaban su
boca.


Tras los �ltimos tremores de la eyaculaci�n Enrique este se
dejo caer de espaldas, ocupando el silloncito, a donde le sigui� la hembra
deshaci�ndose del reto de sus prendas, la verga de el no perdi� totalmente su
rigidez, pero si acuso signos de debilidad, por lo que ella esperaba mas
combate, y decidida recorri� los muslos con su lengua, acarici�ndole las nalgas
y lami�ndole despu�s el pecho, el cuello y finalmente la boca...


-Toma mis pechos... soy tu putita...- le dijo a manera de
invitaci�n, y ante esas palabras el pen� recobro sus fuerzas levant�ndose
orgulloso hacia el techo.


-Lo sabia, y lo sigo diciendo.... �eres una zorra!- le dijo
con una c�nica sonrisa, a lo que ella contesto: -�Si lo soy!, pero solo para ti
y para tu deleite...- acomod�ndose sobre el, y abriendo sus piernas por encima
de los brazos del sof�, mostrando su elasticidad, y apuntando con cuidado para
caer sobre la erguida verga que reclamaba ser engullida en esa c�lida cueva.


Sinti� el roce de la cabeza, respiro profundamente como su
fuera a zambullirse en una alberca y sin mas pre�mbulo se sent� de golpe en
ella...


-�Ummmmhhh!, - Ahhhh!- dijeron casi a coro, y Ana se detuvo
en este punto, sintiendo la dura verga en su interior, y el dolor placentero que
esta le causaba.


Pero solo fue un instante, enseguida empez� a subir y bajar
recorriendo la tranca a toda su extensi�n, sus manos se apoyaban sobre los
brazos del sill�n, por lo que se concentro en su bamboleo de sube y baja, se
dejaba ir en la bajada y sub�a lentamente para reiniciar el ciclo una vez mas.


Enrique aprovecho mientras tanto para seguir sobando esas
tetas firmes y erguidas, pellizcando los pezones, mientras el ritmo segu�a
creciendo lentamente, el sudor cubr�a ambos cuerpos, e inundaba la habitaci�n el
inconfundible aroma del deseo y la pasi�n.


Ana se detuvo un momento para descansar, y sus brazos
estirados tuvieron un temblor por el esfuerzo de sostener su cuerpo, lo cual fue
como una se�al para que Enrique se levantara con la hembra aun ensartada a el, y
as�, de pie, sigui� d�ndole a un ritmo mas salvaje aun, rodeado por sus brazos
en el cuello y por las piernas en su cintura.


Tras unos minutos de esta evoluci�n ella se fue soltando poco
a poco, y una vez fuera de el, se volteo agach�ndose sobre el sill�n, ofreciendo
sus nalgas y su concha abierta y chorreando de deseos, la cual fue una vez mas
perforada, ahora desde la espalda y sujetada firmemente por la cintura, las
arremetidas desde esta posici�n eran mas profundas, y el ritmo ya era algo
dif�cil de aguantar por lo que ella le dijo � �Aguanta...! as�, �no pares! �Que
me vengo y quiero correrme contigo! Sigue! Ahhhh! Sigue... damelo ya! Me vengo!-


-Tomate esta!- contesto el � �Toma mi leche! Esta es tuya!
Aghhh! Ahhhh! Mmmmhhhh!.


Y al tiempo se dejaron llevar por el placer, ella se dejo
caer sobre el respaldo del silloncito, y en su espalda se dejo caer el peso de
su macho, abraz�ndola en medio de los �ltimos tremores del orgasmo reci�n
concluido...


Epilogo


El caf� prometido fue servido en la ma�ana, Ana ya hab�a
dicho a su madre que se quedar�a en casa de M�nica y tras ducharse con �l
salieron juntos a su casa, ahora hablaban de sus intereses comunes, Enrique
estaba sorprendido que Ana viviera en la misma colonia que el cuando fue joven,
en el veh�culo pasaron por la preparatoria en la que recientemente hab�a
terminado ella sus estudios, en la cual curiosamente fuera estudiante Enrique en
su juventud y reconoc�a como en un sue�o las calles de ese barrio al que dejara
hace ya dos d�cadas, pero no lograba recordar cual fue la raz�n para abandonar
as� su vida, esa raz�n la hab�a olvidado o la hab�a tratado de olvidar
arrincon�ndola en lo mas profundo de su memoria.


-Esa es... aqu� vivo- le dijo Ana se�alando el edificio de
departamentos de estilo Art deco, sali� a abrirle la puerta y mientras la besaba
para despedirse volvi� los ojos hacia la puerta de entrada, recordaba esa
entrada, �cuando fue? �con quien fue?...


-Mira, es mi mama, te presentare...- dijo con alegr�a Ana al
tiempo que besaba a la mujer de unos 36 o 38 a�os, demasiado joven para ser
madre de esta mujercita.


Los recuerdos le apabullaron de golpe, se pod�a ver a si
mismo Enrique hace ya 20 a�os en ese mismo lugar cuando Margarita le dec�a
"Estoy embarazada y quiero tener este hijo..."


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