Relato: El tatuaje (4) EL TATUAJE 4
Cuando cre�a que mis aventuras de tr�os aparecieron
nuevamente Claudia acompa�ada de su novio, que se llamaba Cesar, quien era un
verdadero ropero, med�a aproximada-mente 1,90 metros, ten�a unas manotas
grandotas y unas espaldas muy anchas, se me ocurre que debe pesar m�s de 100
Kg., o al menos cerca de eso, ni modo de hacerme el gracioso, me dije a mi
mismo, los atend� con la mayor amabilidad posible, no me interesaba tener pleito
alguno con ese imponente hombre, cre�a tener todas las de per-der ante cualquier
diferencia que tuvi�semos, por lo que trat� de ser lo m�s profesional posible. �
Fue entonces cuando Claudia, despu�s de presentarme a su
novio, me coment� que regresaba para que le tatuara las frutillitas en sus
nalgas, reconozco que me pude un poco nervioso, pero tratando de mantener la
calma, la encamin� al sof� que poseo para dichos casos, la hice recostar boca
abajo, bajo la permanente y curiosa mirada de su amado, le ped� que levantase un
poco su ya peque�a falta, para iniciar la aplicaci�n del anesteciante, que uso
para estos efectos, mientras Cesar permanec�a inm�vil a nuestro costado, para
nervios m�os, trataba de ser muy cauto y cuidadoso; en un momento dado, Cesar se
acerc� a la cabellera de su amada y comenz� a acariciarle su cabello en una
forma casi paternal, pero tanto su imponente f�sico, como su silencio me
preo-cupaban, no obstante segu�a trabajando con el mayor de los cuidados, a�n
cuando re-conozco, que al estar en contacto con las suaves y hermosas nalgas de
Claudia me excitaba de sobremanera, pero nada comentaba ni nada parecido. �
Cuando hab�a terminado de tatuar la primera frutillita en tan
hermoso lugar, Cesar me pregunt� si me gustaban las nalgas de su amada, dude un
momento y con la mayor ca-ballerosidad y respeto posible, le contest�
afirmativamente, tratando de evitar cualquier mal entendido, �l s�lo sonri�,
....................pero luego de unos minutos, retom� las ca-ricias en el
cuello de Claudia, la que le correspondi� acarici�ndole sus genitales, yo no
sab�a que hacer, trat� de disimular, pero no me resultaba nada f�cil y la
situaci�n se complic� a�n m�s cuando Claudia extrajo de los pantalones de Cesar
un descomunal pene que deb�a medir unos 28 cm., en estado de reposo y comenz� a
acarici�rselo pri-mero con las manos y luego con su lengua, conforme pasaban los
minutos el pene de Cesar crec�a y crec�a hasta llegar a unos 35 cm. de longitud,
yo estaba cada momento m�s desconcertado, pero no atinaba a nada, tem�a que
Cesar reaccionara en forma vio-lenta, as� que les dej� a ellos o mejor dicho a
�l toda la iniciativa, pero reconoci�ndome a mi mismo que ten�a una excitaci�n
terrible y que estaba deseoso de participar de la fiesta, m�s excitante me
result� ver como Claudia se atoraba al tratar de chupar todo ese voluminoso
aparato, comprender�n amigos lectores que mi actividad se hab�a transfor-mado en
un mero espectador, hasta que repentinamente Cesar extrajo su pene de la boca de
Claudia y dirigi�ndose a mi me dijo " amigo Ud. me har�a un gran favor" , si
claro respond� yo, pero cual? Como t� comprender�s me ha sido imposible penetrar
analmente a mi Claudia, por el tama�o de mis genitales, se e ocurre que si t� la
inicias con cuidado yo podr� penetrarla a posteriores ( �l cre�a que Claudia era
virgen por su anito, si supiera como la disfrutamos anteriormente entre su
hermano y yo ); me qued� petri-ficado, no supe que responder, por lo que Claudia
acudi� en nuestra ayuda, procedi� a desnudarse y se acerc� a mi lado d�ndome un
apasionado beso en mi boca, a lo cual no pude mantenerme indiferente y respond�
de igual forma, me desnud� y la acomod� con cuidado y ternura en �l sof�, boca
abajo, para luego subirme entre sus piernas, luego Cesar, me alent� a continuar
con su encargo, lo que hice gustoso, fui penetr�ndola lentamente por su colita,
ella se quejaba de a ratos, para luego comenzar a gemir apa-sionadamente, Cesar
no se perd�a detalle alguno, me tranquilic� del todo cuando �l se acerc� a la
cabeza de su amada y le volvi� a colocarse pene en su boquita, ella entendio
enseguida el mensaje y comenz� una verdadera mamada, como si en ello se le fuera
su vida, �ste hecho me motiv� m�s a�n y comenc� un delicioso mete y saca,
acompa�ado por un exquisito movimiento circular de las nalgas de ocasional
hembra, me sent�a en el para�so, pero como todo lo bueno tiene un final feliz,
no puede prolongar mucho tiempo �sta pl�cida situaci�n y comenc� mi eyaculaci�n,
en medio de los gri- tos y gemidos de Claudia, la que obviamente hab�a soltado
provisoriamente el miembro de su amado. �
Cuando me relaj� un poco extraje mi pene de tan preciosa y
deliciosa vaina y proce- d� a dirigirme al ba�o para higienizarme, permiti�ndole
de esa manera un mayor privacidad a la pareja , al retornar a la sala me
encontr� con que la pareja no hab�a perdido el tiempo, estaban en un hermoso y
apasionado "69" , estando ella sobre �l, cuando me sintieron entrar detuvieron
su labor, para comentarme, que necesitar�an de mi ayuda; en efecto ella se sent�
sobre el miembro de su amado y se lo comenz� a introducir lentamente en su
vagina, debo reconocer que me sorprendi� ver como lentamente el tremendo embolo
iba desapareciendo de mi vista, hasta que se "perdi�" por completo, l�gicamente
no era la primera vez que Claudia sent�a en su interior ese magestuoso
instrumento, hubo un breve coito y ella me dijo, ahora es cuando te necesitamos,
queremos que nos ayudes para que Cesar me penetre analmente, ya est� lubricada
mi colita y �l tiene lubricado su miembro, dicho eso, ella trat� de sentarse
nuevamente sobre Cesar, tratando de introducirse el miembro por colita, pero era
casi imposible, disi�ndome " abreme las nalgas, porfa", acud� a colaborar con la
tarea encomendada, en efecto, con mi ayuda Claudia logr� introducirse el glande
de su amado, grit�, m�s no intent� zafarse, Cesar la afirmaba de las caderas y
la empujaba lentamente, para acelerar la introducci�n, luego de unos 10 minutos,
hab�an ingresado unos 10 � 12 cm., Claudia gem�a, gritaba, pero no se rend�a, al
contrario cooperaba con la misi�n autoimpuesta, su rostro reflejaba dolor y
placer al mismo tiempo, mientras Cesar pod�a ver y sentir como su miembro se
introduc�a gradualmente en el ano de su amada, ya que ella estaba d�ndole su
espalda a �l, en un momento dado, ella me pidi� que me acercase a ella, lo hice
y tom� con sus manos mi miembro llev�ndoselo a si linda boquita, comenzando una
linda y placentera mamada, �l grado de excitaci�n de los 3 era realmente
indescriptible y Cesar segu�a atrayendo a Claudia hacia �l, hasta que logr� su
cometido y comen-z� el acostumbrado mete y saca, primero lentamente y
r�pidamente despu�s, a mayor prisa de Cesar, mayor �nfasis en la mamada de
Claudia, para placer m�o, parec�a que me
quer�a comer mi ardiente herramienta, Cesar daba muestras
inequ�vocas de que su ella- culaci�n se acercaba, ya que pr�cticamente bufaba,
eceleraba el mete y saca de su em- bulo en el ano de su amada, hasta que se
sinti� un grito de su parte e inund� los intesti-nos de Claudia, la que al
sentir el semen en sus entra�as aceler� a�n m�s su tarea para conmigo, logrando
r�pidamente que volviese a eyacular ahora en su preciosa boquita, sin dejar caer
ni una gota de mi semen, trag�ndoselo placenteramente; obviamente tan-to ajetreo
trajo consigo un necesario y merecido descanso, lo que m�s me impresion� fue ver
como Claudia se levantaba lentamente para extraerse el miembro de su amado, �l
que hab�a desaparecido completamente en su preciosa cuevita; lo m�s gracioso del
caso es que Cesar no dejaba de agradecerme, por mi valiosa colaboraci�n. �
Nos higienizamos, nos vestimos y ellos se retiraron de mi
consulta llenos de dicha y gratitud y yo me qued� muy satisfecho por haberles
colaborado en tan delicada misi�n. -
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Relato: El tatuaje (4)
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