Mujer polic�a de d�a, una zorrita de noche, con sus vestidos
cortos de llamativos colores, su pelo suelto y sus copas de m�s, martini, vodka,
coca cola y con lim�n, moja sus labios y pasa su lengua para secarlos, se los
muerde, se los muerde y deja que la vean, nadie la soporta por que al menos ha
puesto una multa a cada gilipollas de los que ah� en la disco pero a todos les
gustar�a fall�rsela, metersela hasta el fondo, rozarle el co�o y tocarle el
cl�toris hasta que suene como una campanilla. Entre risa y risa va al lavabo y
all� se encierra con cualquiera, le mete la lengua hasta el fondo, le acaricia y
al o�do le susurra mil palabras que no tienen sentido pero despu�s recordar�n
como grabadas con fuego, los hombres son as� y tambi�n algunas mujeres, por que
la mujer polic�a no se resiste a nada, se arrodilla y en su boca se mete lo que
haya, sus labios son tan grandes que todo lo abordan que no sabe que hacer con
ellos cuando todo se le desborda.

Le gustan los salvajes, las amazonas bravas y los b�rbaros
guerreros, esos que te arrancan las bragas con los dientes, que te destrozan el
sujetador que no se fijan en lo que llevas sino en como poder quit�rtelo, le
molan las bestias por que ella es una, la peor de todas ellas, tiene un arma y
no es su pistola, siempre desenfundada y lista. Que la sodomicen y la humillen
le resulta hasta un punto divertido, irrelevante incluso, es s�lo un rato m�s
antes de ser ella la que pone contra las cuerdas, la que r�e, la que domina con
una sola palabra suya los movimientos de sus amantes, ella si que es una
sodomita redomada, una t�a que no le da corte humillar y abusar de su poder para
follar.

Hace un par de noches Laurita termino su servicio y no se fue
directa a casa como hacen las ni�as buenas. Tomo otro camino hasta las afueras
de la ciudad. Fue a una vieja casa de campo, medio abandonada, perdida en medio
de la nada, sin luna en la noche y con el viento moviendo los hierbajos que
crec�an por todas partes. Se acerco con sigilo y cuidado, hab�a un coche en la
puerta, s�lo uno y parec�a no haber nadie en la casa, era la una ya de la
ma�ana, temprano o tarde seg�n se mire.

Frente a la puerta sac� su pistola y le dio una patada a la
puerta que se abri� sin problemas ya que estaba algo suelta y no se hab�a
cerrado con llave. Entro avasallando, crey�ndose la ama y se�ora de la casa,
apunto al t�o que all� estaba con su arma y lo puso de espaldas a la pared, no
mediaron palabras, le puso las esposas y tiro de ellas para llevarlo al cuarto,
habitaci�n que ya conoc�a muy bien, casi lo arrastro, tirado en el suelo estaba
y a malas penas se ayudaba con las piernas para no arrastrar el culo. De un
empuj�n lo tiro encima de la cama y �l mismo se coloc� boca arriba, abri� sus
piernas ella y a horcajadas se subi� sobre �l. Se quit� la gorra y se la puso
tap�ndole los ojos con ella, deshizo su coleta y su melena de leona fue
abri�ndose paso en la habitaci�n. Poco a poco fue quit�ndose la camisa, bot�n a
bot�n aunque �l no la pod�a ver, con el sujetador tan s�lo recogi� el arma que
estaba en la mesilla y le quito con ella la gorra al chico de la cabeza.

-Ahora vas a ver como la poli te puede joder -le dijo Laura
al chico, al t�o, al hombre, a la criatura que ten�a entre las piernas -. Abre
la boca -le dijo autoritariamente susurr�ndole al o�do pero con tanta sutileza
que �l encantado cumplir�a sus �rdenes mientras que si fuera una ama que se
impusiera con gritos tal vez le costar�a mucho m�s. El t�o abri� la boca y ella
le meti� su pistola -. Chupala como si te llevar� la vida en ello... esta
cargada -y sudando el t�o le hizo caso y empez� a tragarse el arma, la chupaba
como si fuera una polla, la mamaba y eso excitaba poderosamente a Laura. Miraba
el arma, no a ella, con miedo en los ojos le costaba hacerlo bien y cuanto m�s
miedo y mayor torpeza m�s se exaltaba Laura y m�s ganas ten�a de desnudarlo y
aprovecharse de �l aunque no queda claro quien se estaba aprovechando de quien.

Sin cuidado Laura quit� el arma de la boca del chico y la
tiro al suelo, se quit� el sujetador y dej� las lolas al aire, cogi� una y se
lami� un pez�n, subi� la camiseta del t�o y le tap� la cara con ella, presiono
sobre su bajo vientre y le hizo da�o al apretarle la espalda contra las esposas,
se reclino un poco y le lami� todo el torso desde el ombligo hasta el cuello
donde comenz� a morderle con fuerza, le clavaba sus dientes, los labios y le
besaba fuertemente, le dejaba completamente marcado con su saliva, una flor roja
brot� en su cuello y sus ra�ces se extend�an poco a poco y como si lo tuviera
engangrenado, el rojo intenso dio paso a un bello morado que se extend�a, que se
mov�a por su cuerpo como los moratones de una paliza, la que ella le iba a dar,
la que le estaba dando.

Jugaba con sus tetillas mientras no dejaba de mover su pelvis
de un lado para otro y sent�a como la polla del t�o crec�a y cre�a sin ning�n
control, no es que fuera una monstruosidad pero a cada instante su miembro se
mov�a a un lugar diferente, con un tama�o y una forma que no dejaban de variar,
sus pantalones eran finos, un ch�ndal. A Laura le gustaba sentir como aquel t�o
se excitaba y todav�a no consegu�a tenerla, le gustaba pensar que pod�a hacer
que m�s de un t�o se corriera sin llegar a sacarle la polla de los pantalones,
del ch�ndal, de los vaqueros, era una visi�n que le atra�a demasiado. Jugaba a
ara�arle con sus u�as y a decirle guarrerias. Jugaba a que no jugaba y eso
todav�a los encend�a m�s.

Laura se quit� toda la ropa y puso su trasero en la cara del
t�o, con la camiseta por medio no pod�a hacerle nada aunque ella tan s�lo quer�a
que �l lo sintiera, lo tuviera muy cerca, supiera que estaba, all� tan cerca de
su boca, tan cerca de sus labios, tan cerca de su saliva. Le restreg� el co�o
por toda la cara, haciendo circulitos cada vez m�s grandes, cada vez m�s
peque�os para luego seguir restreg�ndose por todo su pecho, para bajarle los
pantalones con las manos y dej�rselos en los tobillos, continuar restreg�ndose y
bajarle los calzoncillos con la boca, ver de primera mano como su polla saltaba
como una liebre a la que han pillado por sorpresa. Laura la manoseaba sin tacto,
lo hac�a con fuerza, palp�ndola toda y movi�ndola de abajo a arriba, pegada a su
cuerpo, con fuerza, sus huevos que colgaban tambi�n se dejaban llevar por sus
manos y era a ellos a los que m�s apretaba, a los que m�s separaba y a los que
menos consideraci�n les ten�a, paso su lengua por ellos con rapidez y celeridad,
un contacto m�nimo.

Simplemente se la estaba poniendo m�s dura, si es que eso era
posible para despu�s cabalgarle, montarse sobre �l y demostrarle todo lo que sus
caderas pod�an hacer y todav�a no hab�an hecho as� que se la meti� entre las
piernas y poco a poco se la fue hundiendo en su interior, �l la iba retorciendo
para los lados, sabiendo que eso le encantaba. Su fren�tico balanceo comenz� y
no fue todo lo duro y r�tmico que ella hubiese deseado pues llegaba a pensar que
en una de esas veces pod�a arrancarle la polla aunque lo �nico que pasar�a es
que su leche saldr�a disparada con m�s fuerza como un aspersor que se acaba de
encender, mucho m�s r�pida y directa para llenarla.

Al rojo vivo estaba su polla, ya no aguantaba los embistes
que ella le met�a, el potrillo no resist�a, se quedaba a mitad de camino,
demasiada hembra, demasiada fuerza o camino por recorrer o velocidad o tal vez
demasiado d�bil el cuadr�pedo. Caliente a m�s no poder, hirvi�ndole la sangre y
la leche calent�ndose hasta evaporarse por su capullo, saliendo helada al
contacto con el co�ito de Laura que herv�a, herv�a, herv�a de deseo, de ganas de
satisfacci�n, de placer.

�Oh!

Un �oh! De proporciones, de tama�o por el cual se bajo del
caballo y tumbo en la cama arrastr�ndolo a �l que se le echo encima pero pronto
se marcho cuando ella le dio una patada en las piernas, se visti�, le dio la
vuelta, recogi� sus cosas incluidas las esposas y all� tirado en la cama lo
olvido hasta otra noche en la que terminar� tarde el servici� y necesitar�
desfogarse.