Relato: Qu� rico me obligaron Iba caminando por la calle un d�a cualquiera. Ese d�a
llevaba una minifalda cortita y un top que dejaba muy obvias mis grandes tetas,
siempre he sido talla 36C, con unos pezones que se ponen duros y parados
f�cilmente y, como no llevaba brassier, se mov�an al ritmo de mi caminar.
Mis tetas y mis piernas siempre han llamado la atenci�n y siempre me ha gustado
hacerlo. Pongo locos a los hombres. Les fascina verme y eso a m� me
exita y me hace sentir muy cachondita.
Dos tipos ven�an caminando y no paraban de verme y hecharme piropos a los cuales
estoy acostumbrada. Pero nunca me imagin� que al pasar junto a ellos, me
atrapar�an entre ambos y me comenzar�an a hacer lo que hicieron conmigo,
dej�ndome totalmente a su merced.
Uno de ellos me tom� por detr�s, deteniendo mis brazos con uno suyo y amenazando
con lastimarme si gritaba o me negaba a obedecer. El otro se me puso al
frente y me empez� a decir que yo era una putita para disfrutarse.
Este comenz� sin ninguna verg�enza a masajearme las tetas con un morbo que yo no
sab�a que hacer. El hacer algo forzadamente trae siempre una sensaci�n de
rebeld�a ante ello, quer�a hecharme a correr, pero no me lo permit�an.
El que estaba detr�s m�o comenz� a tocar mis nalgas con la manaza que le quedaba
libre, apret�ndomelas y pellizc�ndomelas a su antojo, mientras me dec�a que las
ten�a muy ricas y carnosas y que me las iba a chupar hasta que yo gritara de
placer.
El de adelante ya me hab�a dejado las tetas al aire y hab�a comenzado a coger
mis pezones hac�endome vueltitas, y con el aire fr�o, estos se pusieron
totalmente duros y salidos, d�ndole toda la impresi�n de que yo estaba
exit�ndome con sus juegos, mientras que yo lloraba desesperada por sentir mi
cuerpo utilizado por dos hombres que no conoc�a de nada y con los que yo no
quer�a jugar de esta manera. Pero al mismo tiempo, mi co�o hab�a comenzado
a soltar una cantidad de leche que sent�a me iba a empapar todas las piernas,
pero supuse que no se daban cuenta de ello.
El de atr�s me estaba apoyando su enorme bulto a las nalgas y yo sent�a que lo
ten�a gigantesco y duro como una piedra, mientras me susurraba al o�do: "A
ver putita, p�rtate bien, como debes de hacerlo, al f�n y al cabo seguro te
gusta perra". De pronto sent� algo que me picaba en la espalda y me dijo
de nuevo: "Si no te pones perrita, te voy a dar un piquete, as� que
coopera con nosotros y d�jate llevar ricurita". "Abre las piernitas un
poquito m�s nena".
Yo obedec�. Ten�a miedo de que me hiciera da�o, pero tambi�n ten�a unas
ganas incontenibles de gozar ese momento. Nunca hab�a estado bajo la
voluntad de dos hombres domin�ndome de esta manera, sin mi consentimiento, me
sent�a m�s puta que nunca, m�s cachonda que cualquiera.
El de adelante me subi� la faldita solo hasta que pudo ver mi co�o, el cual
estaba tapado por una braguita negra de encaje que no tapaba demasiado mis
nalgas, sino al contrario y el segundo aprovech� para meter sus dedos en la raja
de mi culo y poder separarmelas dici�ndome que que culo tan encantador ten�a.
Dios, me estaban haciendo sentir como una verdadera ramera y creo que ese era su
cometido final. Poco a poco iba cediendo ante ellos ya no tanto por el
miedo sino por la calentura que me estaban provocando. Adem�s, estar en
medio de la calle, donde pod�a pasar la gente y verme a la merced de dos hombres
as�, me daba verg�enza, pero me gustaba pensarlo. Estar en exhibici�n,
para quien quisiera ver el espect�culo, mmmmhhh... que barbaridad, no me sab�a
tan cachorrita.
De pronto el de adelante me arranc� la braquita dejando mi co�o al aire y me
dijo: "Abre m�s las piernas puta, que te voy a lametear para que saques
m�s leche", mientras pasaba sus dedos por mi co�o que ya estaba empapado y listo
para correrme.
Este se arrodill� ante m�, sin dejar de agarrarme las tetonas que me cargo
primero, pero despu�s utiliz� sus manos para tomar mis muslos por adentro y
separ�rmelos lo m�s que pudo, mientras el de atr�s se hab�a sacado la verga y me
la hab�a comenzado a pasar por el culo, con esa cabeza hinchada que pod�a
imaginar roja como un tomate.
Yo estaba deseosa de sentir la lengua del de adelante en mi co�o, la estaba
esperando y no me permiti� hacerlo por mucho tiempo. Comenz� a chuparme el
co�o, con la lengua bien sacada, desde abajo hasta el cl�toris, record�ndome en
momentos: "As� putita, est�s haci�ndolo muy bien rica, mueve esas nalgotas
para darnos m�s placer" y yo no pod�a dejar de menearme ya en estos momentos
vuelta loca, gimiendo sin parar, apretando mi co�o contra su cara, mientras me
met�a la lengua hasta donde llegaba, sintiendo la verga del de atr�s queriendo
meterse en mi culo, un culo que ya estaba abierto despu�s de tanto trabajo de
ambos, deseoso de tener su verg�n hasta el centro de mi, rompi�ndome el culo a
gusto, lo cual en un solo instante hizo, sin dejarme ni respirar, mientras el de
adelante ya hab�a sacado lo suyo y mientras me mamaba no paraba de pajearse
r�pidamente y yo sab�a que me iba a dar la leche donde �l quisiera.
Me corr� como tres veces sintiendo el culo lleno y el co�o lamido y mojado, le
llen� la cara con mi leche y de pronto se par�, mientras el otro me empujaba
para quedar con la espalda hacia abajo y el de adelante me meti� esa polla
enorme en mi boca, dici�ndome: "A mamar puta, que las putas buenas les
encanta" y no pare de lamer esa polla mientras ten�a la otra encul�ndome sabroso
hasta que ambos no pudieron m�s y me llenaron de leche cada uno en su lugar,
trag�ndomela con gusto por el culo y por la boca como una puta de verdad.
He pasado de nuevo por esa calle, pero nunca los he vuelto a ver. Me
dejaron sin bragas y con las tetas al aire y se fueron corriendo despu�s de
terminar conmigo. Como pude me puse en orden y segu� caminando con esas
mis tetas que tantas historias tienen para contar.
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Relato: Qu� rico me obligaron
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