Relato: Mi hermano me tocaba y se tir� a nuestra primita
Si mal no recuerdo todo empez� porque me orinaba en la cama. Yo ten�a siete a�os y dorm�a junto a mi hermano Daniel, de quince. Era obvio que �l se enfurec�a �al igual que mi mam� por el desastre de siempre. Por eso no se me hizo raro que una noche me despertara.
�Claudio, ya s� el truco para que no te orines �alcanc� a o�r en mi modorra�. S�lo no hagas ruido...
Justo al responderle me tap� la boca y meti� su mano h�meda bajo mi pijama, bajo mi calzoncillo. Quit� las cobijas y me orden� que me encuerara, prometi�ndome que ya no me har�a pip�, y si me volv�a a ganar ya no se enojar�a conmigo. Entonces me bes� en el cuello, pase�ndose por mi oreja, mientras susurraba:
��Verdad que te gusta?
Yo no reaccion�, s�lo palp� c�mo su sombra resbalaba por mi ombligo para lamer mis bolitas y chupar mi pene. Ten�a bastante fr�o. Luego me puso boca abajo y sin pensarlo dos veces embadurn� de saliva mi trasero, abri� mis nalgas y sent� su nariz pegada a mi ano, el cual apret� por reflejo. Daniel lo chupeteaba como si fuera helado. El tiempo me parec�a eterno, no hab�a m�s sonido que el tenue rechinar del colch�n.
�Ahora s�, las zorras como t� deben tragar lechita y dormirse.
Me volte� ignorando que, en medio de esa oscuridad, mi hermano estaba desnudo y se chaqueteaba a mil para lanzarme el semen. Tras un gemido impetuoso cay� en mi cara su l�quido caliente y gelatinoso. Por mala suerte prob� su sabor y me dio asco, algo me dec�a que era incorrecto lo que realiz�bamos e inici� a llorar.
�C�llate, zorrita. Vale la pena, ver�s que al rato no te meas.
Y fue cierto. Lo �nico triste era que, seg�n Daniel, todav�a ten�a que pagarle el favor. As� cada noche me tocaba, se volv�a m�s brusco y m�s grosero. A veces ten�a la man�a de oler mis gases, incluso me ped�a que no me limpiara despu�s de ir al ba�o. Leng�eteaba mi ano toda la noche. Poco a poco se atrevi� a clavarme un dedo, le untaba crema y entraba con esfuerzo. La primera vez me lastim� con su u�a, pero luego se la cort�. Y ya que su dedo estaba adentro lo meneaba, enganchando la caca para com�rsela.
En uno de sus furores me dijo:
�Ya me estoy aburriendo de ti. Hagamos esto, Claudio: te dejo por la paz si me ayudas con algo.
��Qu�?
�Que le digas a mis t�os que dejen venir un fin de semana a Melisa.
��Para qu�? �dije tontamente.
Melisa era nuestra prima, dos a�os mayor que yo. Hac�an meses que no la ve�amos. Y estuve a punto de llamar a mis t�os, pero mi mam� me coment� que quiz� pronto iban a visitarnos.
Para evitar alargar el relato, mejor les platicar� desde la parte en que Daniel le rob� las pantaletas del cesto de ropa sucia. Me percat� de eso porque lo cach� masturb�ndose a medianoche.
�Mira, hu�lelas �y me las peg� en la nariz�. As� huele una pucha.
��Y qu� es eso?
��No sabes qu� es una pucha, menso? Es por donde mean las mujeres. Es como un capullo rosita que tiene un botoncito muy rico. Por ese agujero se les mete la verga. Y yo se la voy a meter a Melisa, aunque no quiera.
Al d�a siguiente sucedi� lo que ten�a que suceder. Nos quedamos solos en la casa. Daniel esper� que nuestra prima fuera al ba�o, entonces entr� y comenz� a tomarle fotos mientras ella, sentada en la taza, se cubr�a como pod�a. Me parece que la bes� a la fuerza y fue rasgu�ado en el rostro. Posterior a varios gritos �l la trajo arrastrando hasta el sof� de la sala y, aprovechando su falta de aire, le zaf� la blusa y el corpi�o, develando una piel tierna. Le levant� la falda y r�pidamente le baj� las pantaletas de florecitas, empuj�ndola contra el respaldo.
Yo estaba perplejo. Jam�s hab�a visto unas pompis de ni�a. De por s� Melisa era blanquita y bonita, pero al ser palmeada en su trasero se marcaba un rubor muy antojable. Sus piernas estaban carnudas y su espalda ten�a lunares, su cabello le cubr�a los hombros pero Daniel lo dejaba de lado para bes�rselos �para tener nueve a�os nuestra prima ya parec�a pubertad�. Quiz� aqu� fue mi primer contacto con el deseo sexual, pues una carga de mariposas me rode�, aunque ni siquiera sab�a qu� era eso. En fin, mi hermano se desabroch� el pantal�n y sac� su pito, tan enorme que lo desconoc�a �tal vez porque se hab�a rasurado�. Vi que trat� de met�rselo sin �xito, hasta que s�bitamente mi prima chill� y grit� de dolor y se sacudi� sin ganar nada. Entonces bombe� veloz, como si su vida dependiera de ello. No dur� mucho la agon�a ya que mi hermano se vino instant�neamente. Se mantuvo adherido a ella, presion�ndole sus areolas diminutas en aquellos pechitos que apenas despuntaban.
��Ves? �me dijo con satisfacci�n�. As� se trata a las putitas. Su pucha ya est� desvirgada.
Se acerc� a ella y, antes de ayudarla a pararse y vestirla, la agarr� del pelo y la amenaz� si abr�a el pico.
��ndale, Melisa, ve a ba�arte. No fue para tanto, ya camina bien y deja de lloriquear.
Esa misma noche Daniel no durmi� conmigo, supongo estaba con ella. Luego de esta visita mis t�os se cambiaron de casa y fue m�s dif�cil reunirnos. Las pocas ocasiones que volv� a verla no me dirigi� la palabra, y en verdad yo tampoco quer�a, sent�a l�stima por ella y verg�enza por mi hermano, creo que no debi� de actuar as�. Pero el pasado es pasado, ya son d�cadas de eso, y desde esa fecha me excito al recordar dichas escenas, que ahora comparto con ustedes, camaradas.