Relato: La nena de Mami (Esta es una historia de ficci�n, y s�lo refleja una
fantas�a; por lo tanto, as� debe ser interpretada. El autor no es partidario de
ninguna clase de conducta abusiva �sexual o no- por parte de individuos mayores
en perjuicio de menores de edad)
La nena de Mami
(Primera parte)
Mami siempre me dec�a que hab�a deseado una nena. Tal vez por
eso, desde que pap� nos dej�, me trataba como tal. Nunca me permit�a jugar con
los dem�s chicos de mi edad �yo ya ten�a 18 a�os-, porque, seg�n sosten�a,
"son ni�os sucios y groseros, cari�ito; t� eres demasiado delicado y est�s mejor
aqu�, conmigo..." Quiz�s tuviera algo de raz�n. La verdad es que no pocas veces
me confund�an con una ni�a, y esas equivocaciones me provocaban una extra�a
turbaci�n; una mezcla de regocijo y verg�enza que no acertaba a explicarme...
"Vaya, �eres un ni�o...? Lo lamento, se�ora, pero, �es que es
tan bonito que pens�...!" Mami generalmente sonre�a, y asent�a: "�Ya lo s�,
se�ora m�a! Y no es porque sea mi hijo, pero es realmente un ni�o precioso... �Y
es tan dulce y sumiso...! Ver� usted: la verdad es que creo que haya pocas ni�as
que sean tan buenas como �l. Adem�s, le gusta ayudarme con los quehaceres
dom�sticos y, cuando mis amigas vienen a tomar el t�, �l nos sirve, vestido con
un delantal... �Viera usted lo mono que queda...!"
Ante estas manifestaciones, yo enrojec�a y agachaba
sumisamente la cabeza. La verdad era que no me gustaba mucho hacer esas cosas;
pero Mami era muy estricta conmigo, y una respuesta descomedida de mi parte
tra�a aparejada una soberbia azota�na sobre mi trasero desnudo: Mami, si mi
comportamiento lo ameritaba, sol�a calentar primero con la plancha un recorte de
gruesa tela, y me obligaba a sentarme sobre �l con las nalgas desnudas; esto me
arrancaba los primeros ayes, gemidos y l�grimas. Pero despu�s ven�a lo peor:
terminaba de desnudarme por completo y, recogiendo sus faldas, me colocaba sobre
sus bonitos muslos cubiertos por medias de encaje, y me azotaba hasta el llanto
con una cuchara de madera o un cepillo de cabello. Mi culito terminaba
totalmente rojo y ardiente... Por eso trataba de evitar disgustarla... Aunque
debo confesar que luego Mami me estrechaba entre sus brazos, me besaba y mimaba
mientras yo hac�a pucheros, y me acariaba tiernamente las posaderas doloridas...
En m�s de una ocasi�n, apretado contra su turgente pecho, mientras me com�a a
besos y me acariciaba las nalgas, sent�a un extra�o y delicioso calorcillo
recorriendo mi cuerpo, una extra�a sensaci�n que hac�a que mi pene se pusiera
tenso y duro como una varita. En esos momentos, sent�a una extra�a compulsi�n
por tocarme. Pero no lo hac�a, por si acaso... Creo que a Mami no le pasaban
desapercibidos estos extra�os estados m�os, aunque nunca dec�a nada...
Pese a que ya estaba por cumplir 19 a�os, Mami insist�a en
dejar sin cortar mi cabello rubio, que me llegaba ya hasta los hombros. Adem�s,
insist�a en vestirme con prendas que eran a todas luces inadecuadas para mi
f�sico preadolescente; no es que fuera un ni�o corpulento o atl�tico, muy lejos
de ello, pero Mami me obligaba a llevar ce�idas blusas marineras que me llegaban
apenas a la cintura y, peor a�n, unos pantaloncitos cortos, tan cortos y
estrechos, que parec�an a punto de estallar por la mera presi�n de mis
rozagantes posaderas. De hecho, continuamente deb�a estar tirando de su borde
para cubrirme las nalgas.
Por esas �pocas comenc� a experimentar extra�as y turbadoras
sensaciones: por las ma�anas, sol�a despertar agitado y jadeante, y con mi pene
tieso, h�medo y cosquilleante, luego de so�ar toda la noche sue�os perturbadores
y raros... sue�os que me provocaban una malsana excitaci�n y me incitaban a
aferrarme el miembro y manosearme, mientras reviv�a las escenas que terminaban
por desvelarme. Esos manoseos �primero inexpertos, pero r�pidamente depurados
por la constante pr�ctica- conclu�an cuando una sensaci�n cosquilleante, casi
el�ctrica, me recorr�a el cuerpo y me obligaba a sofocar un jadeo de placer y
sorpresa...
Y como luego, durante el transcurso del d�a, mi pene sol�a
endurecerse ante la s�la evocaci�n de esas inquietantes sensaciones, o cuando,
fingiendo estudiar, rememoraba los extra�os sue�os que perturbaban mi descanso
nocturno, se comprender� lo angustiante que era para m� tener que vestirme con
esa ropa infantil. No hab�a manera de disimular mis turgentes erecciones, las
cuales formaban una visible protuberancia en el frente de mis ce�idos
pantaloncitos.
En poco tiempo, y gracias a di�logos sueltos de los chicos
mayores que o�a en la escuela, comenc� a ampliar mis conocimientos al respecto
de mis turbadoras sensaciones, ayudado adem�s por alg�n librillo pornogr�fico.
As�, comenc� a masturbarme en regla. Lo hac�a varias veces por d�a; a la ma�ana,
antes de levantarme, cada vez que iba al ba�o, y antes de acostarme. A�n no
eyaculaba, pero ya hab�a comprobado que en mis excitaciones manaba de la punta
de mi pene �que ya sab�a que se llamaba glande- abundante y claro l�quido, que
contribu�a a lubricar mi tiesa verga y hac�a m�s f�ciles y placenteras mis
masturbaciones.
Y un d�a sucedi� algo que, definitivamente, cambiar�a mi
vida: Mami, que sol�a entrar sigilosamente a mi cuarto, me sorprendi� haci�ndome
una paja. Crey�ndome s�lo, ni siquiera fing�a que estudiaba y estaba absorto,
sentado a mi escritorio, apretando y manoseando mi pene tieso por encima del
pantaloncito; una visible mancha h�meda y pegajosa se hab�a formado en la cima
de la protuberancia, y sent� que se aproximaba ese inenarrable momento que yo ya
hab�a aprendido que se llamaba orgasmo. En ese momento, cuando la primera oleada
de placer comenzaba a esparcirse por mi cuerpo tenso, Mami carraspe� detr�s de
m�.
"�Estudiando, dulzura...?", me pregunt�, con una fr�a
sonrisa.
"�Ohhh...! Mami, yo...", intent� balbucear, con los ojos
despavoridos, mientras Mami contemplaba con mirada entre enojada e ir�nica mis
contorsiones org�smicas que, incapaz de controlar, me hicieron casi resbalar de
la silla. Pero al mismo tiempo que un placer inenarrable, como nunca antes hab�a
experimentado, sent� que algo denso y caliente brotaba de mi pene y terminaba de
empapar el interior de mis pantaloncitos... algo que nunca me hab�a pasado...
Rojo de verg�enza, casi llorando de terror, volv� a tratar de
balbucear algo, pero Mami ya se hab�a ido.
Corr� al ba�o �se aproximaba la hora de mi ducha- y me
desnud�: en efecto, mis pantalones estaban completamente empapados, en su
interior, por una sustancia blancuzca y pegajosa, que adem�s empapaba mi
miembro, que se hab�a encogido luego de la irrupci�n de Mami en mi cuarto, pero
que a�n cosquilleaba con cierta excitaci�n. Me d� cuenta que hab�a eyaculado por
primera vez en mi vida. Una eyaculaci�n completa y, por lo visto, bastante
abundante. Pese a la agitaci�n, pese a la verg�enza, sent� que mi pene volv�a a
endurecerse.
La voz de Mami, detr�s de la puerta del ba�o, me paraliz�
nuevamente. "Cari�ito, �est�s ah�...?", pregunt�, con dulzura. "Ehhh... S�,
Mami, aqu� estoy... Voy... voy a tomar mi ba�o...", respond�, con voz
balbuceante. Y de pronto, Mami abri� la puerta. Sonri� ante mi desesperaci�n por
cubrir mi desnudez con los empapados pantaloncitos. "Oh, vamos, dulzura...
�Acaso no soy tu Mami...? �O acaso estabas haciendo cosas de hombres...?", dijo,
mientras me taladraba con sus bonitos y fr�os ojos grises. "Oh, no, Mami...
Yo... yo... iba a ba�arme, y... ehhh...", musit�, ruborizado hasta las orejas.
"Muy bien, jovencito �respondi� Mami, call�ndome con un gesto-; yo voy a
ocuparme, de ahora en m�s, de tu higiene personal. Por lo visto, es necesario".
Y, ante un intento de d�bil protesta de mi parte, le bast� una mirada para
silenciarme. "Adem�s �agreg�, en tono inflexible- resulta evidente que tenemos
que trabajar sobre tu comportamiento, como queda claro luego de lo que he visto
hace instantes..." Ante esto, s�lo pude agachar la cabeza, con mi rostro
contrito, y m�s ruborizado a�n... si ello fuera posible...
Antes de que pudiera reaccionar, Mami me arrebat� mis
pantaloncitos, que yo sujetaba contra mi desnudez. Los examin� y sonri�: "Vaya,
dulce, parece que nos estamos haciendo unos hombrecitos, �eh...? Ya nos
ocuparemos de eso...". Luego, con displicencia, lo arroj� en la pila de ropa
para lavar. Vanamente, yo temblaba mientras trataba de tapar mis partes
pudendas. "�Y bien? �Qu� es eso...? �Acaso no te he dicho que soy tu Mami y te
conozco desnudo? �Vamos, quita las manos de ah�, y ponlas en tu nuca...!". Trat�
de protestar, pero, sin hesitar, Mami me aplic� una terrible bofetada, que me
hizo saltar las l�grimas. "No lo repetir�, cari�ito...", me lanz�, con un tono
que no admit�a dudas. Con las l�grimas corriendo por mis tersas mejillas �una de
las cuales me ard�a por el bofet�n- coloqu� las manos detr�s de mi nuca. Qued�
plenamente expuesto, desnudo como el d�a en que nac�, delante de mi Mami.
Mami sonri� y se volvi� hacia el placard, de donde sac� su
bata de ba�o. D�ndome la espalda, se volvi� hacia el enorme espejo del lavatorio
y, para mi incredulidad, comenz� a desnudarse como si yo no estuviera all�.
Turbado, contempl� con ojos perplejos c�mo se quitaba el vestido y revelaba un
corto camis�n negro de encajes, que parec�a revelar m�s plenamente sus
encantadoras formas. Colocando sus piernas esbeltas por turno sobre un
banquillo, se quit� sus medias de seda con movimientos lentos y premeditados.
Para mi sorpresa, sent� que ciertos escozores recorr�an mi cuerpo tenso y,
horrorizado, comprob� que mi pene se ergu�a y nada pod�a hacer para evitarlo.
Para peor, no pod�a quitar la mirada del hermoso cuerpo de Mami. Se quit� el
corto camis�n y, en corpi�o y bragas, parec�a una de las mujeres que figuraban
en las revistas que ocultaba en mi armario, con las que alimentaba mis fantas�as
masturbatorias. Horrorizado, sent� mi pene totalmente tieso, batiendo con
excitado ritmo contra mi terso vientre. Sent� una conmoci�n: Mami, totalmente
desnuda ahora, me miraba a trav�s del espejo, con un brillo extra�o en su
mirada. Una tenue sonrisa decoraba su lindo rostro. Gir� hacia m�,
despampanante, y sent� que mis latidos se aceleraban y la boca se me secaba. Se
coloc� la bata y me sonri�.
"Bien, caballerito. De ahora en m�s me encargar� de tu ba�o
diario yo misma. Y adem�s, aplicar� ciertas reglas, inamovibles, para cuidar tu
comportamiento", dijo, y se acerc� a m�, aparentemente ignorando mi vergonzoso
estado de excitaci�n. Se sent� en un banquillo y sin contemplaciones me coloc�
sobre sus muslos desnudos. Mi pene erecto qued� sujeto entre sus piernas, que
apret� fuertemente. Pese a mi terror, sent� una sensaci�n de placer tan intensa
que, durante un momento, tem� eyacular entre las piernas de Mami. Pero pronto
dej� de pensar en ello: una tremenda azota�na comenz� a caer sobre mis nalgas
desnudas, haci�ndome chillar de dolor y retorcerme fren�ticamente. Al mismo
tiempo, mi verga tiesa, apretada entre sus muslos, se mov�a hacia atr�s y hacia
delante, provoc�ndome un placer contra el que no pod�a luchar... Llor� y grit� y
patale�, tanto por el dolor de los azotes de Mami, como por las vergonzantes y
malsanas sensaciones er�ticas que me causaba la forma en la que me ten�a sujeto.
Cre� perder la cabeza cuando sent�, desesperado y lloroso, que estaba a punto de
experimentar otro orgasmo...
Trat� de no retorcerme mientras los azotes se multiplicaban
sobre mis nalgas ya rojas y ardientes pero, para mi horrorizada sorpresa, Mami
comenz� a frotar sus muslos entre s�, sin por ello dejar de azotarme. Rechin�
los dientes y gem�, mientras sent�a que mi verga chorreaba de fluido preseminal.
Ya no pod�a contenerme m�s. Los movimientos de los muslos de Mami se aceleraron
y sent� algo as� como una descarga el�ctrica que me recorr�a el cuerpo y cre�
que me desvanec�a mientras comenzaba a experimentar sensaciones de placer sexual
inenarrables. En ese preciso momento Mami dej� de azotarme y, sujet�ndome de los
brazos, con fuerza irresistible, se puso de pie y me coloc�, sudoroso,
ruborizado y jadeante, frente al gran espejo del ba�o. Azorado, con el rostro
ba�ado en l�grimas, y retorci�ndome presa de los espasmos org�smicos que
recorr�an mi cuerpo, me contempl� a mi mismo, con ojos desorbitados y lanzando
grititos de sorpresa y placer, mientras de mi verga h�meda y batiente brotaban,
descontrolados, espesos chorros de semen que pronto empaparon mi vientre
contra�do y mis muslos crispados.
Mami, sujet�ndome de los brazos con fuerza, impidi� que me
tocara y contempl� mi orgasmo con sard�nica sonrisa. Sent� su c�lido y h�medo
aliento en mi oreja, mientras yo a�n me retorc�a y gem�a, casi en puntillas de
pie y lanzando mis caderas hacia delante, acompa�ando la eyaculaci�n de las
�ltimas gotas de mi esperma.
"Ahora, se�or, es el momento de su ba�o", anunci� Mami,
mientras por fin me abandonaba, medio derrengado, y me permit�a sentarme en el
banquillo del ba�o aunque, eso s�, con las piernas abiertas y las manos detr�s
de la nuca. Mami llen� la amplia ba�era con agua caliente y, algo que yo nunca
hac�a, ech� en el agua humeante sales arom�ticas. Mami me orden� que me
recostara en la ba�era, cosa que hice con placer, tanto para que las burbujas y
la espuma disimularan un poco mi desnudez, como porque realmente lo necesitaba,
porque hab�a quedado hecho polvo. Adem�s, en mi estado de confusi�n, me sent�a
incapaz de oponerme a ning�n deseo de Mami.
Mami, tiernamente, me enjabon� y frot� todo el cuerpo con una
suave esponja; enjabon� mis pezoncillos rosados y juguete� con ellos. Al
escap�rseme una risita, me pregunt� si ten�a cosquillas. Y otras risitas y
cosquillas experiment� cuando Mami, concienzudamente, comenz� a enjabonar y
frotar mi pene. "�Mami...!", trat� de protestar, cuando ella, con la mano bien
enjabonada, tom� mi miembro y comenz� a frotarlo, arriba y abajo, con incre�ble
suavidad. Se me escap� una tonta risita y, algo turbado, sent� que mi verga
comenzaba a erguirse nuevamente. "�Si, cari�o...?", pregunt� Mami, en tono
distra�do, sin dejar de frotar mi pene, que se hab�a endurecido otra vez al
m�ximo. "Este, yo... �Ahhh...!", gem�, porque Mami hab�a hecho ahora un anillo
con su dedo pulgar y su �ndice, y lo deslizaba arriba y abajo por mi verga
erecta.
"�Juegas con tus partes, dulzura? �Te tocas...? Vamos,
cu�ntale a Mami...", me dijo, sin dejar de masturbarme, y mir�ndome a los ojos.
Ella estaba arrodillada frente a la ba�era, y su bata se hab�a abierto, de
manera que uno de sus poderosos senos estaba literalmente contra mi rostro
enrojecido. "Yo... yo... mmmhhh... �balbuce�- A... a veces... ahhh..." Sent�a
que mis test�culos bull�an, listos otra vez para descargar su contenido. Estaban
duros como piedras y Mami, con su mano libre, comenz� a juguetear con ellos,
haci�ndolos rodar uno contra otro. Esa maniobra me hizo emitir una especie de
maullido de placer. "�En qu� piensas cuando te tocas? �En Mami...? �En alguna
ni�a...? �O en alg�n amiguito...?", me pregunt�, sin dejar de frotar mi pene
erecto. "Yo... no s�... �Mmmhhh...!", gem�. "Bien �dijo Mami-; vamos a terminar
con eso. Primera regla: no podr�s tocarte sin mi permiso. �Est� claro?". Su tono
no admit�a lugar a dudas. Hab�a interrumpido sus maniobras y me miraba
seriamente. "Si, Mami, si... �respond�, ruborizado y jadeante- No... no me
tocar� sin... sin tu permiso..." Mi pene lat�a, erecto. Pero Mami, para mi
inmensa frustraci�n, dej� las cosas ah� y me orden� que me apoyara sobre el
fondo de la ba�era, sobre mis manos y rodillas.
"En tu higiene diaria el lavado de tu ano tendr� de ahora en
m�s un lugar muy importante", me anunci� Mami. Sin darme tiempo a reaccionar, ya
que segu�a a�n muy excitado por sus tocamientos, Mami se enjabon� bien las manos
y desliz� sus dedos por la hendidura que separa mis pimpantes nalgas, haci�ndome
emitir un sofocado jadeo. Tragu� saliva y cerr� los ojos cuando sent� los largos
y fuertes dedos de Mami explorando mi abertura m�s �ntima, rosada y virginal.
Desliz� su mano libre por debajo de mi vientre y aferr� mi pene a�n erecto,
haci�ndome suspirar. Pero mi cuerpo se tens� y crisp� cuando, de improviso,
sent� que su dedo mayor comenzaba a forzar la entrada de mi delicado y estrecho
esf�nter. Sin hacer caso, Mami comenz� a lubricar mi ano con abundante jab�n.
"No te resistas, cari�o �susurr� contra mi o�do-; s�lo afl�jate... Ver�s qu�
bien se siente..."
Para mi estupor, apenas pude emitir un breve jadeo y un
suspiro cuando, sin inconvenientes, Mami desliz� de improviso su dedo hasta el
fondo de mi ano. Inconcientemente, curv� la espalda y sent� que mi verga erecta
se encabritaba en la mano libre de Mami, al comenzar a experimentar una extra�a
sensaci�n... �de placer...? Mami comenz� a deslizar su dedo adentro y afuera,
presionando con delicadeza los m�sculos tensos, hasta que estos comenzaron a
relajarse y cedieron definitivamente ante la intrusi�n. No pude contener un
gemido: "Ahhh... Mami... Ahhh..."
Mami ahora me masturbaba al mismo ritmo con que penetraba mi
ano. Chapote� en la ba�era y tenues gemidos brotaron de mi garganta acompa�ando
cada movimiento de Mami. Aprovechando mi creciente excitaci�n, Mami introdujo
ahora dos dedos en mi ano. Gimiendo y lanzando grititos de excitaci�n, comenc� a
elevar mis nalgas en movimientos espasm�dicos, directamente yendo al encuentro
de los dedos de Mami, que exploraban mi esf�nter con ritmo creciente, adentro y
afuera. Ya no me masturbaba y se limitaba a cerrar su mano sobre mi pene tieso,
ya que yo mismo me encargaba de masturbarme contra su mano. Con voz suave, Mami
me dijo: "�Vas a correrte, cari�o...? Vamos, d�melo..."
Sent� un mill�n de cohetes que explotaban en mi vientre, y en
sucesivas ondas expansivas desperdigaron por mi cuerpo crispado oleadas de
indecible placer. Literalmente estall� en un orgasmo tan fuerte y profundo que
me hizo sollozar al correrme, y derramar oleadas de espeso semen en el pu�o de
Mami. "�Ay, si! �Ay, si! �Si, Mami! �Siii...! �Siii...! �Ahhhhhhh...!"
Mami me llev� a su propio cuarto, desnudo, y me hizo sentar a
su tocador. No pude evitar una sonrisita tonta al sentir la suave pana del
taburete en mis nalgas desnudas. Mami me sec� el cabello y cepill� y pein� mis
bucles. Cada tanto, yo elevaba mi rostro hacia ella y, con un moh�n, le ped�a un
beso. Mami, tiernamente, depositaba cada vez sus suaves labios sobre los m�os y,
con su lengua, los abr�a y me aplicaba un largo, h�medo y caliente beso, que me
hac�a suspirar. Mi verga estaba nuevamente erecta, y Mami me dio permiso de
tocarme, lo que hice espi�ndola mientras se vest�a con un vaporoso deshabill� de
encajes sobre su cuerpo desnudo.
Pero no me dej� correrme. Al verme algo frustrado, me pidi�
que esperara un momento. Busc� algo en el caj�n de un chiffonier. Cuando lo
encontr�, me lo mostr� con una sonrisa: era un par de diminutas braguitas de
seda, de color rosa, con encajes y puntillas. La mir�, boquiabierto. "Esta,
cari�o, ser� tu ropa interior a partir de hoy", me dijo. Apenas atin� a balbucir
una t�mida protestas: "Pero... pero... Mami...". Ella me mir� con fijeza y
enarc� una ceja. "�Si...?". Yo s�lo pude bajar la vista y, ruborizado, limitarme
a asentir: "Nada... nada... Yo... est� bien, si tu lo dices...".
Mami me hizo poner de pie. Mi verga a�n estaba tiesa por mis
tocamientos anteriores, pero ella no hizo ning�n caso. "Ver�s qu� bien te
sientan, dulce...", me dijo, y desliz� las suav�simas braguitas por mis piernas,
hasta que la delicada tela se desliz� con susurro apenas perceptible entre mis
nalgas y pareci� envolver mi pene erecto con una caricia tan sutil que me hizo
estremecer. Pese a mi ruborizada consternaci�n, se me escap� una risita
nerviosa, excitada. Aquello... aquello estaba mal... �Eran bragas de mujer...!
Pero se sent�an tan bien... Sin poder hacer nada para evitarlo, mi pene tieso
comenz� a vibrar de excitaci�n er�tica. Mami, advirti�ndolo, sonri� con dulzura:
"Y bien, �no te dije que te sentar�an bien...? Ahora, si�ntate ante el
espejo..."
Mami me aplic� una base de maquillaje, y luego,
cuidadosamente, me aplic� rimel y rubor, y pint� mis labios con un l�piz de
intenso rojo carm�n. Para finalizar su obra, sujet� mi largo cabello hacia
arriba con un mo�o de color rosado. "�Es perfecto...! �exclam�, alegre- �Ahora
s� pareces una ni�a...!" Azorado, me contempl� en el espejo. No pod�a reer lo
que ve�a: Mami me hab�a convertido en una... en una mujercita... Parec�a una
precoz ni�a adolescente... o una prostituta muy joven... seg�n se mire. El
coraz�n me dio un vuelco... Mi propio aspecto me turbaba y me maravillaba al
mismo tiempo. Me sent�a tan suave, tan delicado... tan femenino... "�Oh,
Mami...!", musit�, mientras mi verga formaba una protuberancia indecente en la
suave tela de mis braguitas rosadas, tan prominente que �stas parec�an a punto
de estallar...
Pero Mami me ten�a reservada otra sorpresa. Tomando asiento
en un taburete hizo que colocara las piernas en su regazo y, con la pr�ctica
habilidad que caracterizaba las maniobras que llevaba a cabo con el evidente
objetivo de transformarme en una nena, pint� las u�as de mis piececitos con un
esmalte de intenso color rojo. Tras soplar para que se sequen, me hizo poner de
pie y me entreg� un par de sandalias de cuero rojo, de taco alto, pero sin
hebillas, que s�lo se sujetaban al pie con una tira de cuero por encima de los
dedos. Satisfecha de su obra, me coloc�, de pie, ante el enorme espejo de su
cuarto. Qued� perplejo y, ruborizado y con los ojos desorbitados, no pude
contener un gritito de sorpresa al contemplarme: desde el espejo, me contemplaba
una esbelta ni�a adolescente, semidesnuda y ruborosa. El �nico detalle
incongruente parec�a ser la impresionante erecci�n que ostentaba, la cual
amenazaba hacer estallar el frente de sus delicadas braguitas...
Alc� las manos hacia mi delicado rostro, excitado y turbado
hasta lo indecible y, cuando mir� hacia mis pies, enfundados en esas p�caras
sandalias, mis piernas suaves y torneadas parec�an medir un kil�metro de largo.
Tragu� saliva, mis latidos se aceleraron y sent� que todo daba vueltas en torno
de m�; de improviso, la sutil caricia de las delicadas braguitas sobre mi pene
embravecido se volvi� m�s insidiosa y provocadora. Sent� que la excitaci�n
crec�a en m� con una fuerza incontenible y, lanzando grititos entrecortados, me
retorc� espasm�dicamente en un furioso orgasmo, que me hizo inundar de semen mis
braguitas. Casi sollozante y a�n sacudido por continuos estremecimientos, me
volv�, tembloroso, hacia Mami, mientras mis fluidos infantiles goteaban por mis
muslos y llegaban hasta mis pies. "Ohhh, Mami... Yo... Yo no pude evitarlo...",
musit�, desesperado. Ella mene� la cabeza de un lado a otro, con aparente
seriedad, pero con un extra�o fulgor en sus maravillosos ojos: "Qu� pena,
preciosura... Has arruinado tus bragas, as� que deber�s permanecer desnudo hasta
la hora de acostarte..."
(Fin de la primera parte. Continuar�, mes amis, si la
historia les interesa lo suficiente y as� me lo hacen saber. Hasta cualquier
momento...).
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Relato: La nena de Mami
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