El Semental de las May�n
XII y Final
Esa noche, mi hijo Alberto se qued� en mi cama. No dej� que
regresara a la suya, y se qued� bien dormido entre mis brazos, con su cabeza
recostada sobre mis senos. Lo malo es que yo me qued� caliente y no pod�a hacer
nada para desahogarme. Pero como a media noche tom� su mano y la met� entre mis
piernas, apretando mis muslos. �Qu� rico se sinti�!
El d�a siguiente transcurri� sin problemas, como si nada. En
la ma�ana se fueron a clases, todos nuestros hijos, dej�ndonos solas a las
mam�s. Y por supuesto, volvimos a tener una de esas "exhaustivas y agotantes"
pr�cticas. Le chup� el conejo a Berta, ella a mam�, Rosario y Blanqui se
chuparon entre ellas, y despu�s mam� me la chup� a m� y� ya no recuerdo. Lo que
pasa es que nos volvimos desorganizadas y ya ni sabemos quien est� chupando a
quien.
Cuando terminamos quedamos acostadas boca arriba sobre la
cama, las 5 mujeres desnudas con los senos cubiertos de flu�dos y sudor, la piel
brillosa y gestos de satisfacci�n. Cuando les cont� lo que hab�a hecho en la
noche, casi me dan una camorra por haber asustado as� a mi hijo. �Qu� no me
dijeron! Pero todas llegamos a un consenso, hab�a que actuar r�pido antes que el
se hiciera una opini�n desfavorable con respecto a tener sexo con su madre, su
abuelita y sus t�as. Rosario tom� la palabra y dijo:
Yo creo que lo �nico que hay que hacer ya es darle de comer
la carne. � todas nos quedamos mir�ndola por la patanada que acababa de decir.
� Si, el ya vio la carne y le gust�, y estoy segura de que se le hace agua la
boca pero le da miedo pedir un pedazo, as� que hay de d�rselo. � a pesar de su
forma de expresarlo, no dejaba de tener la boca llena de raz�n.
�Y qu� se podr�a hacer? �sugerencias? � dijo Berta
Yo se� � contest� la misma Rosario; yo sab�a que cuando
hablaba tan segura de si misma, era porque algo se tra�a.
�Qu� pens�s hacer? � le pregunt� mama.
Pueeees� solo quiero que pruebe la carne�
��AAhhhh?! � le dije yo, eriz�ndome como una gata.
Est� claro que contigo no se va a atrever tan f�cil, y como
yo soy la que mejor se lleva con el.
Si, a mi me parece l�gico� adem�s hab�amos quedado en que
ser�a ella la que lo enamorar�a por ser la m�s cercana sin ser la mam�. � me
qued� callada, el futuro de mi beb� ya estaba decidido
La ma�ana pas� como si nada, c�mo siempre. Yo estaba
expectante y nerviosa, quer�a saber qu� cosa har�a Rosario. Pero entonces, una
llamada me sac� de mi habitual rutina. Era el abogado que estaba viendo el
asunto de mi hija, que como recordar�n, mi ex marido se la llev� con ella cuando
me abandon� por una est�pida que no es ni la mitad de mujer que yo, solo que
ten�a m�s pisto. Ten�a que presentarme en el juzgado de menores, en la capital
por lo que ten�a que salir de Xela cuanto antes.
Le dije a mi madre y a mis hermanas, y Berta y Blanqui se
ofrecieron a acompa�arme, como la vez anterior. Hicimos nuestras maletas a la
carrera y salimos a la camioneta, sin siquiera poder despedirme de Alberto pues
no hab�a regresado de la escuela. Rosario y mam� se quedar�a a cargo de los
ni�os. Pues bien, ahora Rosario tendr�a mucho tiempo para encargarse de Beto.
Adem�s mi querid�sima madre estaba que solo ganas con el.
Beto lleg� como 30 minutos despu�s que nos fuimos, y mama le
cont� todo. A el no le gustaba que yo saliera corriendo cada vez que el abogado
me deca�a que hab�a hallado a su hermana, a quien ni siquiera conoc�a. Pero lo
comprend�a pues no todos los d�as se pierde a una hija.
La tarde pas� y lleg� la noche. Rosario se puso a ver
televisi�n y luego lleg� Beto. Los 2 se pusieron a platicar de cosas
intrascendentes y sin importancia, hasta que ella le dijo en son de broma:
Hoy que tu mami no est�, me voy a quedar contigo para
cuidarte, �o�ste?
El comentario le hizo gracia a Beto, que se ri�, pero en el
fondo lo deseaba, el quer�a que su t�a durmiera en el mismo cuarto que el. Lo
malo era que no se atrev�a a dec�rselo, le daba mucha pena.
La noche sigui� su curso, y lleg� la hora de dormir. Cuando
yo no estaba, Beto se quedaba solo, excepto cuando se enfermaba como el d�a en
que todo esto inici�. As� que cuando entr� a la habitaci�n y vio a Rosario
acostada sobre mi cama, leyendo una revista, se sobresalt�. No esperaba ver a su
t�a all� acostada, ni el ni su pene, que tambi�n se "sobresalt�". Apenas pod�a
ocultarlo bajo su piyama.
Rosario estaba tambi�n nerviosa. Ten�a una camis�n normal,
pero bajo el absolutamente nada. Y como la tela era delgada, sus pezones se
protu�an debajo de ella. Una sonrisota se dibuj� en sus labios, de oreja a
oreja, casi se las muerde, cuando lo vio llegar.
Te dije que me iba a quedar cuid�ndote hoy para que est�s
solito. � le dijo, Beto solo se ri�.
�De verdad? � le pregunt� incr�dulo
Si, de verdad.
Se pusieron a platicar de cosas sin importancia, hasta que
Beto le pregunt� de nuevo:
Rosario, �de verdad te vas a quedar hoy aqu�?
Si Beto, de verdad. �Por qu� no me cre�s?
Es que, �en donde que va a quedar Ingrid?
Con tu abuelita.
O sea que la abuelita sabe que vas a dormir aqu�.
Si, no te preocup�s. Ya te lo dije, y hasta tu madre
tambi�n, estamos a tu entera disposici�n.
Mmmm�
�no me cre�s?
No, si, si te creo.
Mmmm� no me convence esa respuesta tuya. � e inmediatamente
se sac� el camis�n, qued�ndose solo con calz�n; a Beto casi se le salen los
ojos
�Por� por qu� te lo quitaste?
Para que de verdad me creyeras que si estamos a tu
disposici�n.
Pero s� te cre�.
Pero ahora no te va a quedar ninguna duda. � y tom� su mano
y la puso a acariciar uno de sus hermoso senos.
Beto la acarici� por un rato, hasta que le dijo:
�Por qu� les gusta tanto que las toque a cada rato?
�Ah? �Qu�? � la pregunta agarr� por sorpresa a mi hermana.
Si, es que la abuelita y mi mam� tambi�n hacen que las
acaricie a cada rato.
Bueno, es que� � no sab�a bien que responderle pues Beto no
ning�n tonto
Si ustedes dicen que est�n all� para orientarme y guiarme
en todas las dudas que tenga, no me parece que hacer que las toque a cada rato
no es normal.
� �!� � Rosario segu�a sin saber qu� decir.
�Ustedes quieren hacer algo m�s conmigo, porque yo no les
he pedido nada todav�a? � ahora Beto era el que hac�a los comentarios y las
preguntas a quemarropa.
� pues� Beto, mir� si�
�Si qu�?
Si deseamos hacer algo m�s contigo.
�Qu� cosa?
Rosario ya no supo qu� decirle, y prefiri� mostr�rselo por
ella misma. Se arrodill� frente a el y de un jal�n baj� su piyama y su
calzoncillo, y se llev� a la boca el pene de mi beb�, que ya estaba erecto,
excitado por tantas caricias. Los 17 precoces cm. de mi hijo entraron completos
a la boca de ella, que los chup� con m�s ansias que pericia, pues era la primer
mamada de ella. La de aquella noche fue m�s bien un accidente.
Alberto se qued� est�tico y m�s helado que una estatua de
hielo. �Era su t�a la que le estaba pegando una gran mamada, arrodillada a sus
pies y con su verga entre los labios! �Era alucinante! �El se sent�a como en
otro mundo! Mi hijo no quer�a que eso continuara, pero, hombre al fin y al cabo,
no hall� fuerzas para detener las intensas succiones de mi hermana.
Sencillamente el placer era mayor y el se dej� llevar por el. Mientras, Rosario
tambi�n estaba en otro mundo, hab�a entrado en una especie de trance. Por fin
hab�a logrado algo que a�oraba desde hac�a bastante, algo deseado con todas sus
fuerzas, con todas las fuerzas de su alma, ser la mujer de mi hijo.
Arrodillada desde donde estaba, miraba a Beto como un ser
hermoso e imponente. Alberto ya estaba bastante alto para su edad, a los 13 ya
med�a 1.70 mt. y ya se comenzaba a perfilar el cuerpo robusto y muy varonil que
el tiene ahora.
Rosario se esmeraba en chupar y mamar el miembro de su
sobrino, aunque no sab�a si lo estaba haciendo bien o no pues era primeriza en
eso. Berta era la versada en todos esos menesteres, e incluso Blanca ya lo hab�a
tenido que hacer varias ocasiones anteriores, obligada por el salvaje de su ex.
De all�, ninguna de las otras lo hab�amos hecho antes. Pero de todas maneras,
seg�n nos cont� Beto despu�s aquella su primera mamada hab�a sido maravillosa.
Se met�a el miembro de mi hijo hasta donde le entraba,
mientras lo succionaba con fuerza y acariciaba su glande con la lengua. Esto lo
combinaba con movimientos r�tmicos de su cabeza, adelante y atr�s, c�mo ella
pens� que le ser�a agradable a su jovenc�simo amante. Y no se equivoc�, pues
Beto lleg� al orgasmo pocos minutos despu�s de haber empezado con la mamada.
Arque� su cuerpo y peg� un sonoro gru�ido que asust� a mam�. Tom� a Rosario del
pelo y le clav� aun m�s profundo ya crecidito falo. Ella recibi� toda la carga
de ese semen de ni�o entre su boca, y lo sabore� extasiada como hab�a hecho
aquella noche. Ella misma chup� m�s el pene hasta sacarle las �ltimas gotas de
ese preciado l�quido. No se lo quer�a tragar as�, f�cilmente, mucho menos
r�pido, no ella quer�a jugar con el con la lengua dentro de su boca.
Beto la miraba impresionado, sus ojos denotaban placer,
ternura, amor� y los de Rosario tambi�n, adem�s de una profunda convicci�n de
querer ser suya. As�, arrodillada, sudorosa y con semen en las comisuras de los
labios, abri� la puerta de improviso mi madre. Beto casi se muere del susto, y
tambi�n Rosario. Y mi madre casi grita cuando vio a su hija all�, arrodillada y
desnuda, con el pene semi erecto de Alberto frente a su cara y con los labios
brillosos de ya saben qu�.
Bueno, mam� se alegr� cuando comprendi� que Rosario lo hab�a
conseguido. Entr� al cuarto y habl� con su nieto. Le dijo muchas cosas, entre
ellas que lo amaba y quer�a ser de el. Que lo pensara y que ma�ana le dec�a. Se
despidi� con un tierno beso que le dio a su nieto en la boca, y se llev� con
ella a Rosario. Las dos mujeres se quedaron durmiendo juntas, expectantes a las
noticias que mi hijo les tendr�a al siguiente d�a� y dijo que s�.
Bertita, Blanqui y yo regresamos al d�a siguiente, por la
tarde, nos informaron de todo y no lo pod�amos creer, est�bamos muy felices. Esa
noche la cena fue muy especial, y Beto se sent� a la cabeza por primera vez,
como ser�a por el resto de noches de nuestras vidas. Y desde esa noche, la
primera noche en que me tom�, yo fui su mujer. Con mis hermanas hab�amos
acordado ese ser�a el inicio oficial de nuestra relaci�n con Alberto, por ser la
madre, yo ten�a un trato preferencial.
Recuerdo esa noche. Despu�s de la cena especial que
preparamos, hablamos y le dijimos claro lo que quer�amos todas. Necesit�bamos a
un hombre en nuestras vidas y el era el �nico en el que pod�amos confiar. El se
har�a cargo de nosotras y de los asuntos relacionados con la casa y el negocio
de la familia. A cambio nosotras le dar�amos a nosotras mismas, sin
restricciones de ning�n tipo. Un poco temeroso al principio, el acept�.
Pues bien, para esa noche, mi madre y mis hermanas me
prepararon esmeradamente. Tom� un ba�o especial y ellas mismas lavaron mi
espalda y mi cuerpo. Me depilaron cuidadosamente y me perfumaron en todas mis
partes, especialmente las pudorosas. Us� un camis�n especial para la ocasi�n, de
encaje blanco y semi transparente, me apretaba mucho, por lo que mis senos tan
grandes y mi abultado trasero se miraban muy bien, muy sensuales. Me sent�a como
su me fuera a casar, como si aquella fuera mi primera vez.
Llegu� as� al cuarto, Beto ya se encontraba all�. Lo bes�
tiernamente con cierta timidez y me acost� a su lado, pronto nos encontramos
retozando y rodando entre las s�banas. A mis 33 a�os todav�a me encontraba muy
bien, aparentaba muchos menos a�os. Beto, de 13, era un ni�o entrando a ser
joven, pleno y rebosante de fuerzas y de hormonas. Sin darme cuanta, ya nos
est�bamos metiendo mano mutuamente.
Me levant� de la cama de improviso, y dej� caer mi camis�n
frente a sus ojos, qued�ndome con absolutamente nada. Beto ten�a los ojos muy
abiertos contemplando mis senos colgando libremente al fr�o aire de la noche,
temblando al comp�s de mi respiraci�n acelerada, enrojecidos y con los pezones
erectos. Mi vello p�bico revuelto en un matorral rubio, deseoso de ser
penetrado. Y mis ojos� deb� tener una gran mirada de sexo.
Le saqu� el b�xer a Beto jal�ndolo suavemente. Su pene erecto
salt� y se clav� en direcci�n al techo. Yo lo contempl� un momento� y pensar que
ese era el mismo pene que a�os antes no era mayor que mi dedo pulgar, ahora con
sus 17 cm ya no parec�a esa misma palomita que yo miraba cuando le cambiaba su
pa�al, la misma que yo misma le ense�� a usar para ir al ba�o. No, ya era un
hombre mi hijo.
Pos� una mano sobre su miembro, y lo comenc� a acariciar. Sin
olvidar los consejos de Bertita sobre como mamar bien una verga, me la llev� a
la boca y pude experimentar por primera vez su sabor. Me encant�, me gust�
mucho. Primero lam� el glande como si fuese un helado. Le pas� la lengua varias
veces por encima, formando c�rculos o d�ndole lametones como una paleta. Despu�s
me la met� entre la boca, succion�ndola suavemente, tratando de sentir el sabor
de sus fluidos lubricantes, que no tardaron en llegar. Con la otra mano
acariciaba sus test�culos despacio.
Alberto estaba gozando much�simo todas mis atenciones, y no
tard� en llegar a su primer orgasmo dentro de mi boca. Eyacul� con fuerza toda
su carga de semen, me agarr� de improviso y varios goterones se me salieron de
los labios. Yo no quer�a desperdiciar nada. Al final, me puse a lamer los restos
que dej� de su esperma en su pene y sobre mi mano.
No dej� que la cosa acabara all�, volv� a chup�rsela para que
se le pusiera dura otra vez, y no tard� en ello. Pronto estuvo en posici�n de
firmes otra vez y lista para la acci�n. Lo mir� con ternura a los ojos, y me
mont� encima de el, todav�a no me penetraba, tom� uno de mis senos entre mis
manos y se lo ofrec�, el se prendi� a el como un ni�o de pecho, y comenz� a
mamar. Record� la primera vez que le di pecho, me ve�a d�ndole mi pez�n mientras
el se alimentaba �vidamente de aquel alimento que con tanto amor le ofrec�a.
Ahora ya no hay leche en mis senos, pero igual se los ofrezco con grana amor.
Mam� por unos minutos, y luego se cambi� de chiche, y volvi�
a hacer lo mismo. Mi sexo chorreaba l�quidos, sent�a como me escurr�an por los
muslos. Mi vulva ard�a como una braza, sent�a que palpitaba muri�ndose de las
ganas de ser penetrada como hac�a m�s de 13 a�os no era.
Por fin lleg� el momento, comenc� a acomodar el miembro de mi
hijo en la entrada de mi vagina. Ya era bastante grueso para ese entonces, y por
mi falta de experiencia y de pr�ctica no me fue f�cil. Empec� moviendo mis
caderas, restregando mi sexo con la cabeza del suyo. Como no me encontraba
ovulando no hubo necesidad de usar cond�n. Dej� que mi pusa chorreante mojara
por completo la verga hinchada de mi hijo, e intent� met�rmela dentro.
No entr� f�cil, como les dije, pero si poco a poco. Intensos
escalofr�os recorrieron mi cuerpo a medida que ese monstruo se ensartaba dentro
de m�. Gem� cada cm. que entr�, gruesas gotas de sudor ca�an de mi frente y
todita yo estaba ba�ada de un fino roc�o, tambi�n de sudor. La sensaci�n de
tener un pedazo de carne al rojo vivo solo puede ser comprendida por una mujer
con una vida sexual muy buena. Re repente me di cuenta que mis nalgas hab�an
topado con sus huevos, ya me encontraba totalmente ensartada y ni me hab�a dado
cuenta.
Entonces vino lo mejor de todo, inici� a moverme, subiendo y
bajando sobre ese falo. Sentir su cabeza dentro de m� abri�ndose paso entre mis
paredes vaginales era una sensaci�n de lo m�s dulce, lo m�ximo. Sin darme
cuenta, estaba ya casi saltando sobre el, levant�ndome r�pidamente hasta casi
sacarme su pene, y dej�ndome caer con todo mi peso, rebotando cobre su vientre.
Mi madre y mis hermanas estabas muriendo de la curiosidad, se mor�an por saber
lo que hac�amos all�, y tuvieron que detener a Rosario varias veces para que
fuera a pegar el o�do a la puerta de la rec�mara. De todas maneras se escuchaba
perfectamente todo lo que all� suced�a, pues mis gemidos y gritos de placer eran
bastante fuertes. No s� c�mo las ni�as no se dieron cuenta de lo que all�
pasaba.
Cabalgu� sobre mi hijo como unos 10 minutos, hasta que vi en
sus ojos que estaba a punto de llegar al cl�max. No quer�a que aquello acabara
tan r�pido, as� que par� y saqu� su pene de m�. Me acost� a su lado y abr� las
piernas. El comprendi� y se puso sobre m�. Esta vez fue el quine posicion� su
pene en mi entrada. Presion� sobre ella y su glande se escurri� sin ning�n
problema all� dentro. Lo abrac� del cuello y me comenz� a penetrar, con veloces
movimientos de embolo que me volv�an loca. Estaba perdiendo la cabeza mientras
era pose�a por mi hijo. Tuve mi tercer orgasmo en esta posici�n.
Por fin Beto ya no dio m�s de si, y se chorre� todo en mi
interior. Gimi� mucho, y sus golpes de cadera se hicieron m�s fuertes
arranc�ndome gemidos y gritos. Fue lo m�ximo. Sent� su esperma inundarme la
vagina, sent� sus chorros calientes salir de su pene convulsionado. Y en ese
momento me sent� propiedad completa y permanente de el.
Quedamos sudando la gota gorda, el jadeaba encima de mi
todav�a, con su fierro metido en mi interior todav�a. Se sali� solito en cuanto
se puso suave otra vez. Entonces me bes� tiernamente y se acost� a mi lado. Yo
me di la vuelta puse mi cabeza sobre su pecho y lo abrac�. Me qued� dormida
all�, totalmente desnuda junto a mi beb�, como me quedar�a por casi todas las
noches de mi vida que vinieron despu�s.
Al d�a siguiente no me dejaron en paz con los detalles,
quer�an que les dijera hasta cu�ntos poros ten�a el en el cuerpo. Y por
supuesto, fue una celebraci�n de la familia. La noche siguiente le toc� a mam�,
luego a Blanqui, despu�s a Bertita y por �ltimo a Rosario. Entonces, el fue
oficialmente nuestro due�o.
Bueno, hasta aqu� llega este relato, este es el final
oficial, pero la historia sigue, Beto se hizo cargo de la casa y de nosotras
desde ese d�a. Al principio lo iban a asistir mi madre y mi hermana Blanqui,
pues un adolescente no puede estar al frente de una casa solo. Pero la idea
pronto dej� de ser pr�ctica, quedamos todas muy sorprendidas cuando nos dimos
cuenta de lo sumisa que result� ser nuestra madre con su nieto, pr�cticamente le
permit�a hacerle de todo y ella ni rechistaba. Incluso, a menos de 3 meses de
haber empezado esto, los sorprendimos en la cocina, el la ten�a amarrada y la
estaba penetrando violentamente. Pronto qued� claro que si alguien ten�a que
ponerle un l�mite a Alberto no podr�a ser ella, por ello, yo tom� su lugar.
Tambi�n ocurri� lo mismo con Bertita. Ella, por su largo
historial de abusos f�sicos y psicol�gicos que tra�a, se entreg� ciegamente a su
sobrino y se convirti� casi en su esclava. Digo casi, porque Rosario y yo
intervenimos en esa situaci�n. De todas maneras mi hijo tiene pleno control de
su vida, especialmente en lo que al sexo se refiere.
Blanqui tambi�n result� ser totalmente sumisa a Beto, pero
solo en la cama, all� lo dejaba hacer lo que quisiera con ella. Pero fuera de
ella, Blanca mandaba y dirig�a con mano firme la finca de la familia hasta que
Alberto tuvo la suficiente edad y criterio para hacerlo el solo. Rosario y yo
�ramos las menos sumisas, pero igual nos dejamos de �l cuando tenemos sexo. No
es que Beto fuera malo y por ello lo tuvi�ramos que controlar, no, lo que pasa
es que a sus 13 a�os se encontraba al frente de 5 mujeres muy bellas y de la
familia en general, no ten�a la madurez para ello aun, as� que fue como un rey
bajo el cuidado de regente hasta que cumpliera la mayor�a de edad.
El tiempo pas�, y muchas cosas pasaron tambi�n con nosotras y
con el, pero ese es tema de otros relatos. Mis sobrinas se convirtieron en sus
amantes, y hasta mi hija cuando ella apareci�. Incluso una t�a m�a y mis primas
tambi�n. Pronto Alberto May�n tuvo a su disposici�n una extenso harem de hembras
calientes y sedientas de su esencia.
Y la �ltima de ellas, alguien a quien ustedes ya conocen muy
bien, Laura Ovalle, mejor conocida dentro de este c�rculo como Garganta de
Cuero. Ella y Beto eran mejores amigos durante la adolescencia de ambos. Siempre
andaban juntos, se platicaban a diario, y nosotras nunca comprendimos porqu� no
se hac�an novios. Creo que no hay una mejor mujer para el en el mundo.
Pero como les dije antes, todo ello es materia de otras
historias. Por lo pronto me despedir�. Les mando un beso y gran abrazo. Gracias
por acompa�arme.
FIN.
Garganta de Cuero.
Puedes hacer los comentarios que tengan al correo de debajo
de mi nuera, Garganta de Cuero. Asimismo quisiera saber que otras cosas les
gustar�a saber sobre la vida de las May�n.
Besos�