Relato: Las aventuras de Chiquitin - De visita con Papi





Relato: Las aventuras de Chiquitin - De visita con Papi

LAS AVENTURAS DE CHIQUIT�N: DE VISITA CON PAPI






Chiquit�n, tienes que vestirte.




Chiquit�n mir� a su pap�, que acababa de entrar en la
habitaci�n, con cara de fastidio. Le apetec�a quedarse en casa con �l o ir a dar
un paseo los dos juntos; pero Papi ten�a un compromiso importante esa tarde:
deb�a ir a casa de su jefe a hacerle una visita, y su ni�ito ten�a que
acompa�arle.



El d�a anterior en la oficina el jefe le hab�a pedido como un
favor especial que lo visitara en su casa el domingo por la tarde para preparar
una entrevista que ambos deb�an tener el lunes con unos clientes. Era un asunto
importante que supon�a mucha responsabilidad para Papi, adem�s de toda una
oportunidad para hacer m�ritos y prosperar en la empresa. El jefe, que estaba
concretando la hora en que tendr�a lugar la visita, se hab�a quedado distra�do
de repente al fijarse en la foto de Chiquit�n que Papi ten�a sobre su mesa.




Que jovencito tan guapo.




Don Daniel, el jefe, sol�a ser serio y hablar solamente de
temas de trabajo, as� que Papi se qued� sorprendido.




Ah, muchas gracias, Don Daniel. Es mi ni�ito �Papi sonri�
y su jefe le devolvi� la sonrisa mirando con insistencia la foto.


�Qu� edad tiene?


Diecinueve a�os.


Efectivamente, es un ni�o todav�a. Casi de la misma edad
de mi Danielito. Tiene como un aire travieso; me gustar�a mucho conocerlo.
�Por qu� no vienen los dos el domingo por la tarde? Les presentar�a a
Danielito y los ni�os podr�an jugar y hablar de sus cosas mientras nosotros
preparamos la entrevista con los clientes. �Qu� le parece?


Eeeer ..... s�, claro, Don Daniel. Estupendo �respondi�
Papi con una sonrisa nerviosa. No le hac�a mucha gracia la idea; �y si
Chiquit�n hac�a alguna travesura en casa de su jefe? Claro que no pod�a
negarse; y bien pensado, si Chiquit�n se portaba bien y su jefe se llevaba
una buena impresi�n de �l, eso podr�a favorecerle mucho. Y era evidente que
al jefe le interesaba el muchacho.


�C�mo se llama el ni�o?


Ll�melo Chiquit�n, Don Daniel. Yo siempre le llamo
Chiquit�n.


Ah, veo que es usted de los que no tiene prisa en que su
ni�o se haga mayor. Yo soy de la misma idea. Un muchacho de esa edad sigue
siendo muy joven para tener responsabilidades; debe de limitarse a obedecer
a su pap�. �O tal vez es usted un padre liberal de los que no quiere dar
�rdenes y deja que los ni�os usen pantal�n largo?


No, no, Don Daniel. Yo tambi�n soy muy tradicional.


Me alegra mucho o�r eso; me gusta que un jovencito sea
obediente y bien educado. Y si adem�s es tan guapo como su Chiquit�n,
todav�a mejor �sonri� el jefe. Tras una peque��sima pausa, recuper� su
expresi�n seria habitual- Entonces cuento con los dos en mi casa el domingo
por la tarde.





As� que Papi, aunque fuera domingo, hab�a tenido que ponerse
el traje y la corbata. Esto le alegr� la cara a Chiquit�n, porque Papi estaba
muy guapo y Chiquit�n se sentir�a muy orgulloso de estar al lado de un pap� tan
elegante. Pero su expresi�n volvi� a ensombrecerse r�pidamente al ver la ropa
que Papi le hab�a preparado para ir a ver a su jefe: tambi�n Chiquit�n tendr�a
que ponerse corbata y camisa blanca; pero lo peor era el pantal�n: de tela, muy
corto, muy ajustado, y seguramente muy inc�modo, de los que pican.




Papiiiii, �no puedo llevar los pantalones que llevo
siempre, por encima de la rodilla?


No, Chiquit�n. El jefe es muy tradicional y le gusta que
los ni�os lleven pantalones muy cortos, que no tapen el muslo.


Pero ese me queda peque�o.


Los otros muy cortos que tienes est�n sucios. Tendr�s que
ponerte este aunque no sea de tu talla. Para que te apriete menos, lo
llevar�s sin calzoncillos. � en realidad Papi prefer�a que Chiquit�n fuera
un poco ajustado, ya que no le hab�an pasado inadvertidas las miradas que su
jefe echaba con disimulo a los traseros de los empleados m�s j�venes.
Algunos compa�eros que tambi�n hab�an llevado a sus hijos a casa del jefe le
hab�an confirmado la afici�n de �ste por acariciar en el culete a los
j�venes y darles palmaditas. Seguro que Don Daniel apreciar�a mucho unas
nalgas bien marcadas por un pantal�n de talla peque�a.


�Sin calzoncillos? Pero papi, la tela de ese pantal�n
pica mucho. Y hace fr�o para llevar las piernas al aire.




Papi empezaba a ponerse nervioso; no le gustaba que el ni�o
le replicara, y menos esa tarde. Al jefe no le gustar�a nada ver que Chiquit�n
no acataba la autoridad paterna.



- Chiquit�n, no repliques que te la cargas. Vamos, c�mbiate
de ropa.



As� que ten�a que ponerse ese pantal�n tan inc�modo y luego
ir a casa del jefe de papi, que ser�a muy aburrido. Y por culpa de esa est�pida
cita en casa del jefe, papi hab�a estado nervioso todo el fin de semana y no
podr�an jugar juntos ni descansar esa tarde de domingo. A Chiquit�n estaba
empezando a entrarle una rabieta; no pod�a evitarlo aunque supiera que papi no
estaba para bromas y que a la m�nima pod�a ganarse una zurra.




No quiero que pongas mala cara, sabes que no me gusta.
Qu�tate la ropa; y no te pongas tonto, que te caliento.




Papi no soportaba que Chiquit�n tuviera formas de ni�o
consentido, y adem�s la tarde de la visita a su jefe no era precisamente el
momento para ser permisivo con �l.


Consciente de que su culete corr�a grave peligro, Chiquit�n
obedeci� y empez� a quitarse la ropa ante la mirada impaciente de Papi, que no
tuvo necesidad de decirle que hab�a que darse prisa. Pero los pantalones de tela
ser�an tan inc�modos sin ropa interior ... Cuando ya s�lo ten�a puestos los
calzoncillos, el muchacho dud� antes de baj�rselos.




Vamos, Chiquit�n, qu�tate los calzoncillos.


Papi, no hace falta, seguro que los pantalones no me
aprietan tanto y los puedo llevar con calzoncillos.


He dicho que no. A ver si te va a reventar el bot�n y se
te caen.


No me va a reventar, papi. D�jame probar.


Chiquit�n .......


�Pero por qu� no podemos probar?


QU�TATE EL CALZONCILLO DE UNA VEZ O TE LO QUITO YO Y VA A
SER PEOR � Papi estaba casi gritando. En realidad, no quer�a que Chiquit�n
llevara calzoncillos para contentar a su jefe, que as� podr�a acariciarle
mejor el culete al muchacho. No querer reconocer ante s� mismo que estaba
usando a su ni�ito para prosperar en la empresa de forma tan dudosa era
realmente lo que le pon�a de tan mal humor.




La rabieta de Chiquit�n estall� finalmente:




�Esa visita al jefe es una mierda y no quiero ir!




Casi no hab�a acabado de hablar cuando estaba ya arrepentido
de lo que hab�a dicho. La reacci�n de Papi fue la esperada; tras agarrar el
cuerpo de Chiquit�n con fuerza del brazo, se sent� en la cama y tumb� al
muchacho semidesnudo boca abajo sobre sus rodillas, con el culito al alcance de
su mano en la posici�n adecuada para un buen escarmiento.


Papi estir� el slip de Chiquit�n hacia arriba para marcar
bien la superficie de las nalgas. Las partes laterales de la zona inferior de
los gl�teos quedaron descubiertas al aire. Estaban muy blanquitas, pero su color
cambiar�a en muy poco tiempo. Mientras su mano izquierda agarraba con fuerza a
Chiquit�n de la cintura, Papi levant� su mano derecha por encima de su cabeza,
apuntando amenazadoramente al bonito y redondo culete que ten�a sobre sus
rodillas, mientras el muchacho gem�a sabiendo lo que le esperaba.


El primer azote no fue fuerte, pero Chiquit�n estaba
comprensiblemente alterado y hasta la palmada m�s suave le habr�a hecho estallar
en sollozos.




As� que te quejas; ahora te dar� yo motivos.




Papi empez� a golpear r�pidamente y con mayor fuerza,
alternando los azotes entre las dos nalgas. Una buena paliza ser�a el mejor modo
de garantizar el buen comportamiento de Chiquit�n en casa del jefe, as� que
tendr�a que esmerarse en el castigo; y hacerlo r�pido porque no le sobraba el
tiempo. Propin� una r�faga de azotes r�pidos y fuertes sobre la nalga izquierda,
inmediatamente seguida de otra r�faga igual de intensa sobre la derecha, y, como
no, de muchos y cada vez m�s altos lamentos por parte de Chiquit�n. En
respuesta, Papi le subi� m�s el slip hasta dejar al descubierto buena parte de
las nalgas, que empezaban a estar coloradas. Tambi�n calientes, como comprob� al
acariciarlas durante unos segundos. Cuando Chiquit�n baj� la intensidad de los
sollozos y relaj� los gl�teos, Papi descarg� un tremendo golpe sobre la nalga
derecha y disfrut� del espect�culo de la huella de los dedos dibujada sobre la
parte inferior de la nalga, no tapada por el slip. Chiquit�n grit�:


-PAAAAAPIIIII ..... DUELE MUCHO.


La respuesta fue otro azote igual de fuerte en el otro lado,
y nuevas marcas de dedos. Papi acarici� el culete mientras jugaba a subir y
bajar el slip. Luego continu� con la zurra:




Ya te ense�ar� yo �PLAS-, a ser desobediente �PLAS-, a
responderle a pap� �PLAS-, y a decir palabras feas �PLAS-. Vas a ir a casa
del jefe �PLAS- con el culito como un tomate �PLAS-; te pondr�s la ropa que
te diga pap� �PLAS- y vas a ser un ni�o bueno el resto de la tarde �PLAS-,
vas a hacer todo lo que yo diga �PLAS-. Porque si no cuando volvamos �PLAS-,
te llevar�s una paliza que ya ver�s �PLAS-; a pap� hay que obedecerle a la
primera �PLAS- y no rechistar �PLAS-. As� que no quer�as quitarte el
calzoncillo �PLAS- pues si no te lo quitas t� te lo quito yo �PLAS-.




Papi tir� del slip de Chiquit�n hacia abajo, revelando un
culete muy enrojecido. Al verse privado de la �nica y escasa protecci�n que
ten�a ante los azotes, Chiquit�n se vio acorralado.




Paaaaaapiiiiiiii noooooo, sin slip no, que duele m�s
......




Un nuevo azotazo call� las protestas del muchacho, aunque no
sus sollozos. La mano de Papi sigui� calentando las nalgas, ahora desnudas, a
buen ritmo durante un rato que a Chiquit�n se le hizo muy largo. Sin embargo, el
ni�o apenas se movi� para esquivar la mano que lo azotaba; estaba acostumbrado a
las zurras y Papi le hab�a ense�ado a no alborotar demasiado y a no intentar
poner la mano para proteger el culete cuando se le castigaba.


Papi acariciaba el culo muy rojo que ten�a en su regazo;
miraba su obra complacido mientras escuchaba los lloriqueos y lamentos
habituales de su ni�ito. Se le hab�a ido la tensi�n que ten�a por la visita al
jefe y apenas estaba enfadado ya por la actitud poco sumisa que hab�a tenido
antes Chiquit�n. Nada le relajaba tanto como dar una buena azotaina, y m�s si el
ni�o se la tomaba como un hombrecito. Pens� en darle un broche de oro al castigo
con unos cuantos azotazos con el cepillo de madera; Chiquit�n gritar�a y
llorar�a, y le dejar�a marca en el culete durante unas cuantas horas, adem�s de
bastante escozor; seguro que as� se portaba bien. Papi mir� con deseo el enorme
cepillo para el pelo ovalado de dura madera que reposaba sobre la mesilla de
noche. Pero pens� que si Chiquit�n lloraba mucho, se le hinchar�a la cara y
dar�a mala imagen ante el jefe. Adem�s no hab�a tiempo; Papi se sobresalt� al
ver el reloj: se hab�a pasado un cuarto de hora largo zurrando a Chiquit�n.




Por tu mal comportamiento hemos tenido que perder mucho
tiempo en darte una zurra. �Venga, levanta!




Acompa�� las palabras con un azote que hizo a Chiquit�n dar
un respingo. El joven se incorpor� con un gran moh�n de dolor en la cara.




�Puedo frotarme el culete papi?


S� �Papi estaba contento de que le hubiera pedido permiso
como un chico bueno. De lo contrario se habr�a llevado un buen tir�n de
orejas.


Gracias, Papi �y comenz� a frotarse las doloridas nalgas;
se sobresalt� un poco al ver lo calientes que estaban. Pero dentro de lo
malo, Papi no hab�a usado el cepillo ni la paleta. Hab�a sido una zurra
fuerte pero s�lo de mano, as� que el escozor se pasar�a en una media hora.
Claro que durante esa media hora le picar�a el culito .... y como picaba.


No pierdas el tiempo. Acaba de quitarte el calzoncillo y
ponte el pantaloncito. �Y no se te ocurra decir que pica!


S�, Papi �Chiquit�n se quit� el slip, que ten�a ya por
los tobillos.




Papi sonri�. Daba gusto ver lo bueno y sumiso que era despu�s
de una zurra. Pobrecillo. Lo atrajo hacia as� y lo sent� totalmente desnudo
sobre sus rodillas. Al sentarse, el dolor en el culito transform� la cara del
muchacho en una expresi�n que a Papi le pareci� muy graciosa. Al ver a su Papi
sonre�r, Chiquit�n se sinti� m�s confiado y esboz� tambi�n una t�mida sonrisa.
Papi le rode� los hombros con un brazo mientras con la otra mano le acariciaba
las piernas.




Tienes que ser un ni�o bueno, Chiquit�n; ya ves lo que
pasa si eres revoltoso. Ahora en casa del jefe tienes que demostrar que eres
amable y educado. No hablar�s si no se te pregunta; y obedecer�s en todo lo
que te diga Papi y tambi�n en todo lo que te diga el jefe. Esto es muy
importante, Chiquit�n. Si te portas bien, estar� muy orgulloso de ti; como
premio, pasaremos por la confiter�a y podr�s comprarte el pastel que m�s te
guste.


Guaaaaaai, Papi � Chiquit�n volv�a a sonre�r
abiertamente. Papi lo atrajo hacia s� y lo abraz� fuerte mientras le daba un
gran besito en la boca. Cuando Chiquit�n pudo separar sus labios de los de
Papi anunci�: � me voy a portar muy bien.






Papi llevaba a Chiquit�n de la mano por el jard�n que rodeaba
la casa del jefe. Ambos estaban impresionados por lo grande que era la
propiedad; el jard�n, aparte de largo, era muy bonito y se lo ve�a bien cuidado.
Claro que algo distra�a a Chiquit�n de la contemplaci�n de esa belleza; los
azotes que se hab�a llevado todav�a le escoc�an, y el picor que le produc�a
aquel pantaloncito tan min�sculo y tan ajustado hac�a las cosas peores. Se
lle4v� la mano libre a las nalgas para aliviar el escozor; al hacerlo, not� que
la mano de Papi soltaba la suya; un segundo despu�s la sinti� estrujando su
oreja.




Aaaaayyyy ......


No te frotes el culete. Estamos llegando a la casa de Don
Daniel y ay de ti como te pongas a hacer mohines all� dentro. Y alegra esa
cara �estamos?


Es que me pica, Papi. Aaaaaayyyyy �Papi estrujo la oreja
m�s fuerte.


Como no te calles s� que te va a picar. Ah� dentro tienes
que estar sonriente; no empieces a hacer el tonto otra vez, �a que te doy
otra zurra?


S�, Papi � Papi solt� la oreja y volvi� a cogerle de la
mano. Ahora a Chiquit�n le picaba la oreja adem�s del culito. Adem�s el
viento le hac�a sentir fr�o en las piernas desnudas. Pero intent� poner
buena cara pensando en el pastel que Papi le hab�a prometido.





Al llegar a la puerta apareci� un se�or todav�a joven muy
elegante con corbata y chaleco. Era el mayordomo del jefe.




Pasen, por favor. Don Daniel les espera.




Siempre llevando a Chiquit�n de la mano, Papi fue detr�s del
mayordomo hasta una agradable y soleada sala de estar con una gran mesa y varios
sillones y sillas.




Esperen aqu� un momento. �Desean tomar alguna cosa?


Bueno, si no es molestia ..... Un vaso de vino para mi y
un refresco para Chiquit�n.


Ahora mismo se lo traigo. Si�ntese un momento, por favor.




El mayordomo desapareci�; Papi se sent� en uno de los sof�s y
coloc� a Chiquit�n sentado sobre sus rodillas. Le dio un beso en la sien y le
susurr� a la oreja:




Buen chico.




Le gustaba reconfortar al muchacho cuando se portaba bien;
era igual de importante que castigarle cuando se portaba mal. Le acarici� el
pelo un poco y luego pens� que ser�a m�s apropiado sentarlo a su lado que sobre
sus rodillas; as� que hizo que Chiquit�n cambiara de posici�n y esperaron al
jefe sentados uno al lado de otro. Papi empez� a acariciar de forma distra�da
los muslos desnudos de su ni�ito.


El jefe finalmente apareci�. Iba vestido de modo informal con
un jersey de marca y una camisa sin corbata. A Chiquit�n le dio muy buena
impresi�n aquel hombre de mediana edad tan elegante. Sobre todo por el aplomo y
la seguridad en s� mismo que ve�a en �l, propios de quien est� acostumbrado a
mandar. Sab�a resultar cordial y exigente al mismo tiempo. Papi se levant� para
saludarlo, y Chiquit�n hizo inmediatamente lo mismo.




Buenas tardes �le extendi� la mano a Papi con una
sonrisa.


Buenas tardes, Don Daniel.


Y este ni�ito debe de ser su Chiquit�n � se dirigi� al
muchacho, que le tendi� la mano como hab�a hecho Papi. Esto le result�
divertido al jefe- Ja, ja, �te crees mayor para darle un par de besos al
jefe de tu pap�?




Chiquit�n retir� la mano un poco avergonzado, pero la sonrisa
del jefe le devolvi� la confianza en s� mismo. Estir� un poco la cara mientras
el jefe, que era muy alto, se inclinaba para besarlo en ambas mejillas. Don
Daniel ol�a muy bien. El jefe mir� al ni�o con atenci�n y le acarici� con ambas
manos el pelo y la cara.




Eres muy guapo, Chiquit�n. �Quieres sentarte aqu�
conmigo?


S�, se�or �Aparte de tener que hacerlo por compromiso, le
apetec�a estar con ese hombre.


Muy bien. Ven aqu�.




El jefe se sent� en el sof� contiguo a donde hab�an estado
sentados Papi y Chiquit�n, mientras Papi volv�a a ocupar su puesto frente a
ellos. Atrajo a Chiquit�n hacia s� y se lo sent� encima de sus rodillas. Sigui�
con la mirada fija en �l mientras le acariciaba los muslos y las rodillas con
una mano y lo sosten�a con la otra.




Tienes las piernas muy suaves, y bien afeitaditas, sin un
solo pelo. Me gusta.




A Chiquit�n le costaba aguantar esa mirada tan penetrante y
tuvo que retirar la suya; era muy seductora la forma en que el jefe lo dominaba
clav�ndole la mirada y toc�ndole las piernas con tanta confianza.


Un joven sirviente entr� con las bebidas. Vest�a con pantal�n
corto ajustado, aunque no tan corto ni tan ajustado como el de Chiquit�n. El
jefe ech� una mirada aprobatoria a su pantaloncito, tanto por delante como por
atr�s, cuando se agach� para servir los vasos.




�Le has dicho a Danielito que venga con nosotros? �le
pregunt� el jefe.


Se�or, Danielito no est� en su habitaci�n.


�C�mo que no est�?


No se�or, fui all� a buscarlo y la habitaci�n estaba
vac�a.


�Y estaba ordenada al menos?


Bueno, se�or, la verdad .......


Ya � la cara del jefe estaba muy seria-. No ha venido al
sal�n a la hora en que le dije ni ha recogido su habitaci�n. Habr� que tomar
medidas al respecto. Desde luego que s�. Dile a Angel que lo busquen por
toda la casa y el jard�n y que lo traigan aqu� inmediatamente. Y que no se
le ocurra poner ninguna excusa para no venir.


S�, se�or.


Que vaya Ricardo tambi�n en su busca. �l sabe como
tratarlo.


Como ordene, se�or.




El joven se retir�. Era realmente guapo, y Papi no pudo
evitar seguir con la mirada su culete ce�ido por el pantaloncito.


El jefe ten�a expresi�n de enfado. Chiquit�n sinti� su mano
m�s tensa sobre el muslo. Estaba como concentrado; pero de repente pareci�
recordar que ten�a invitados y mir� a Papi con la misma sonrisa cordial de
antes.




Los ni�os ..... no hace falta que le cuente como son.


No, naturalmente.


A veces os port�is mal los chiquitines �dijo mirando de
nuevo a Chiquit�n a los ojos mientras le hac�a una caricia en la nariz-.
Est� muy feo que se�is desobedientes. �Por qu� no hac�is siempre lo que os
dice pap�? Mmmm � le hizo una mueca a Chiquit�n y le dio unas palmadas en el
muslo. Ambos sonrieron.


Lo comprendo perfectamente � intervino Papi-. No es f�cil
educar a los ni�os.


Danielito est� muy dif�cil �ltimamente. Y no me gusta que
sea dif�cil, me gusta que sea dulce y obediente. As� es como deben ser los
ni�itos. Voy a tener que darle unos azotes por no haber estado conmigo para
recibirles.


Oh, por favor, no lo castigue por eso ..... No nos
sentimos para nada molestos.


Es usted muy amable; y Chiquit�n tambi�n es muy amable
�dijo d�ndole un nuevo achuch�n al peque�o y atray�ndolo hacia s�. Chiquit�n
se dej� caer sobre su pecho y el jefe lo agarr� para que no se resbalara de
su regazo-. Pero no se trata de eso; me ha desobedecido, y adem�s no ha
arreglado su habitaci�n. �Usted no castiga a Chiquit�n cuando no arregla su
habitaci�n?


S�, s�, Don Daniel. Yo tambi�n soy estricto con
Chiquit�n.


Claro que s�, los ni�os necesitan la autoridad de su
pap�. Cuando el mayordomo y Ricardo traigan a Danielito voy a castigarlo. Si
no les importa, lo har� delante de ustedes; puesto que tambi�n a usted y a
Chiquit�n les ha faltado al respeto al no venir a recibirlos, tienen derecho
a presenciar el castigo.


Como usted prefiera, aunque s�lo si usted lo ve
conveniente.


Me parece muy conveniente. Voy a darle una buena
azotaina, a menos que Ricardo le haya calentado ya el culo. Ricardo es el
m�s mayor del personal del servicio de esta casa; conoce a Danielito desde
que naci� y no tiene reparos en zurrarlo como es debido cuando hace falta.
Lo castigar� delante del servicio y de ustedes, para que le sirva de
escarmiento. �O es usted contrario a los azotes?


No, no, en absoluto. Lo cierto es que a Chiquit�n lo
zurro con mucha frecuencia.


�De verdad? Me alegro que estemos tan de acuerdo en ese
punto. �Mir� a Chiquit�n y a�adi�-: As� que este ni�ito a veces tambi�n se
porta mal. La verdad es que tienes un aire p�caro; aunque no creo que seas
tan descarado como Danielito. Pero olvid�monos de �l por ahora y vamos a
centrarnos en este Chiquit�n. Lev�ntate para que vea otra vez lo alto que
eres.




Chiquit�n se levant� y se qued� de pie delante del jefe, que
lo miraba de arriba abajo. Don Daniel lo hizo dar media vuelta para admirar su
culete, bien marcado por la ajustada tela del pantal�n. El jefe empez� a
palparle las nalgas con decisi�n pero al mismo tiempo con delicadeza; Chiquit�n
cruz� las manos detr�s de la cabeza en se�al de sumisi�n, como Papi le hab�a
ense�ado a hacer en esos casos. Papi miraba la escena con una curiosa mezcla de
celos y de excitaci�n; era morboso ver a otro pap� acariciarle el culo a
Chiquit�n.




Precioso culito. �Puedo preguntarle si el ni�o est�
completamente afeitado?


S�, Don Daniel. No tiene ni un pelo.


Perfecto. Me gustar�a verlo desnudo, si no le importa.


Esto ..... por supuesto. Adelante � a Papi no le hac�a
gracia que otro hombre desnudara a su Chiquit�n, pero no pod�a negar que el
inter�s de su jefe por el chico era halagador, y adem�s muy excitante.
Tambi�n para el muchacho la idea de que el jefe de Papi lo viera desnudo le
daba mucha verg�enza, aunque tambi�n le produc�a deseo.


As� me gusta, Chiquit�n. No, no, d�jame a mi �el jefe le
hizo dar otra vez media vuelta, le desabroch� el bot�n del pantal�n, con
gran alivio para Chiquit�n, y le baj� la cremallera. A continuaci�n tir� del
pantaloncito hacia abajo; como ya se hab�a imaginado al tocarlo, el muchacho
no llevaba calzoncillos. Su miembro, totalmente afeitado como el de un ni�o
peque�o, pero en cambio de tama�o y grosor apreciables, qued� liberado y a
la vista. El jefe lo mir� con aprobaci�n y luego gir� a Chiquit�n para
apreciar su culito, apetitosamente redondo y sonrosado.


Muy bien, Chiquit�n. Ahora col�cate sobre mis rodillas.




El jefe lo hizo inclinarse y tumbarse boca abajo sobre sus
rodillas en una postura que Chiquit�n conoc�a muy bien. A continuaci�n, Don
Daniel le subi� la camisa para poder acariciar el bonito culo desnudo que ten�a
sobre su regazo. Las manos del jefe palparon con detalle todos los rincones de
las nalgas de Chiquit�n ante el estupor de �ste. Estupor y excitaci�n, puesto
que la idea de que ese hombre tan seductor lo dominara y manoseara de tal forma
le estaba empezando a producir una gran erecci�n. Cuando el jefe le separ� las
nalgas para contemplar su ano, la verg�enza que sent�a ante la situaci�n
solamente consegu�a incrementar el crecimiento de su pene.




Perfecto, est� completamente afeitado. Es delicioso.




Papi sonri� satisfecho; afeitar a Chiquit�n hab�a llevado
mucho tiempo y tambi�n mucho trabajo, incluyendo varias zurras para que se
estuviera quieto. La zona m�s delicada, la del perin� y alrededor del ano, hab�a
sido especialmente dif�cil: convencer a Chiquit�n para dejarse afeitar esa parte
hab�a requerido la paliza m�s fuerte y agotadora, proporcionada con una gran
raqueta de madera que Papi guardaba para los comportamientos especialmente
rebeldes. Era agradable que su jefe apreciara el resultado.



El tono rojo p�lido de las nalgas de Chiquit�n podr�a haber
sido atribuido al rato que estuvo sentado sobre las rodillas del jefe, pero un
experto en castigos corporales como Don Daniel no dud� en identificar las
se�ales medio borradas de una azotaina.




Este culito se ha llevado unos azotes hoy �verdad? �dijo
mientras segu�a acarici�ndolo.


Efectivamente, Don Daniel. Chiquit�n estuvo un poco
desobediente esta tarde.


�Es eso cierto, Chiquit�n?


Sssss�, se�or. Fui desobediente y Papi me dio una zurra.


Eso no estuvo bien, Chiquit�n. Nada bien � le dio unas
palmaditas suaves- Separa las piernas, por favor.





Chiquit�n dud�. �El jefe le iba a dar una segunda azotaina?




�A qu� esperas? � La mano del jefe descarg� un azote
sobre la nalga izquierda. Chiquit�n no pudo evitar un quejido; separ� las
piernas inmediatamente.


As� me gusta. Veo que eres un ni�o de los que necesitan
mano dura, Chiquit�n. Y cuando un ni�o necesita mano dura, yo se la doy.




El jefe introdujo su mano entre las piernas abiertas del
peque�o buscando sus genitales. Al agarrarlos, not� la enorme erecci�n de
Chiquit�n, que se hab�a disparado ante la posibilidad de recibir unos azotes.


Pero el ni�o no era el �nico con una fuerte erecci�n; el
espect�culo de las nalgas de Chiquit�n ofrecidas sobre las rodillas de su jefe,
abiertas y separadas mostrando los genitales de una forma tan sensual, hab�a
disparado tambi�n el miembro de Papi, que presionaba con fuerza contra los
pantalones del traje. Si el jefe empezaba a azotar a Chiquit�n, Papi se ve�a
capaz de eyacular.


No obstante, tanto Chiquit�n como Papi se quedaron con la
duda de si el jefe ten�a o no intenci�n de castigar al peque�o. En ese momento
se oy� ruido de pasos y voces, y el mayordomo, �ngel, apareci� en el sal�n en el
que se encontraban, inmediatamente seguido de Ricardo, el mayor de los
sirvientes, que tra�a de la oreja a un guapo joven que no pod�a ser otro que
Danielito.


Los tres reci�n llegados se detuvieron mirando a Don Daniel a
la espera de sus �rdenes. Claro que tambi�n miraban el hermoso culito que Don
Daniel ten�a colocado sobre sus rodillas. En sus miradas hab�a curiosidad y
deleite ante el bonito espect�culo, aunque ni rastro de asombro; al parecer en
aquella casa era muy habitual que los jovencitos que ven�an de visita acabaran
desnudos y en posici�n de sumisi�n ante el amo y se�or del lugar. Intrigado al
mismo tiempo que muy avergonzado, Chiquit�n no se atrev�a apenas a girar la
cabeza para ver a los reci�n llegados. El jefe dirigi� la vista hacia su hijo
durante unos segundos, mientras segu�a acariciando las nalgas de Chiquit�n.
Finalmente, despidi� al peque�o con una palmada final:




Has sido muy simp�tico, Chiquit�n. Ahora s� bueno y vete
con tu pap�, que yo tengo que arreglar otro asunto.





Chiquit�n se puso en pie y se subi� sus min�sculos pantalones
hasta la mitad del muslo, lo suficiente para poder recorrer los pocos pasos que
lo separaban de Papi sin tener que andar en estilo ping�ino. Papi lo recibi� en
sus brazos, le subi� el pantaloncito aunque sin abrocharle el bot�n, y lo sent�
sobre sus rodillas. Chiquit�n not� la punta del miembro de Papi, todav�a
hinchado, haci�ndole cosquillas en la nalga.


Mientras, el jefe se acerc� a Danielito, que segu�a estando
cogido de la oreja por Ricardo. Sin embargo, el muchacho no parec�a avergonzado
y aguantaba la mirada de su progenitor con una cierta expresi�n de desaf�o. Don
Daniel se dirigi� a Ricardo y �ngel:




Muchas gracias por traerlo. �Le ha dado su merecido,
Ricardo?


No se�or, no quise quitarle el placer de hacerlo usted
mismo.


Bien hecho. �D�nde estabas, jovencito?


Por ah� � respondi� Danielito de forma insolente.




La mano del jefe propin� un veloz sopapo a la mejilla derecha
del muchacho; Ricardo dej� de agarrar la oreja izquierda del peque�o y se retir�
sutilmente para que su padre, que manten�a en todo el momento la serenidad,
pudiera reprenderle y corregirle a sus anchas.




�Esa te parece una respuesta educada?




El muchacho mir� a su padre con aire dubitativo.




S�.




Evidentemente, no era la respuesta que Don Daniel quer�a o�r.
Esta vez no fueron uno, sino dos, uno en cada lado, los cachetes que Danielito
recibi� por su insolencia.




Creo que no te he o�do bien, Danielito. �D�nde estabas?




El muchacho se acarici� las mejillas, levemente coloradas;
pareci� pens�rselo mejor.




En el jard�n, pap�.


En el jard�n; que bonito. �Y qu� hac�as en el jard�n
cuando yo te hab�a pedido que estuvieras aqu� para recibir a nuestros
invitados?




Danielito no contest� nada. Su pap� segu�a con aire muy
serio, pero tambi�n muy tranquilo.




Has sido un ni�o muy desobediente; has sido maleducado no
solo conmigo, sino tambi�n con Chiquit�n y su pap�, y con Ricardo, �ngel, y
To�o, que tuvieron que perder su tiempo en ir a buscarte. Ahora vas a ver lo
que es bueno. �ngel, por favor; trae a To�o para que presencie tambi�n el
castigo de este peque�o sinverg�enza.


S�, se�or � el mayordomo sali� en b�squeda del criado m�s
joven de la casa.




El jefe devoraba a Danielito con la mirada; pero el muchacho
tambi�n era fuerte y no agachaba la cabeza. Ricardo se manten�a profesionalmente
retirado a unos pasos de ambos. La escena dur� algo m�s de un minuto, hasta que
�ngel apareci� seguido de To�o y ocuparon, igual que Ricardo, su lugar como
espectadores, los tres de pie y con las manos a la espalda.


Viendo que ya estaban todos, el jefe pareci� decidir que ya
era hora de empezar:




B�jate los pantalones, Daniel -no utilizar el diminutivo
indicaba que la cosa era seria.




La respuesta del muchacho sorprendi� a Chiquit�n; mientras
este �ltimo ante la inminencia de una azotaina hubiera empezado inmediatamente a
protestar y gimotear, quejas y sollozos que s�lo le hubieran puesto las cosas
peores, Danielito se baj� los pantalones sin titubear, con aire decidido y casi
desafiante. Los pantaloncitos eran casi igual de cortos y de ajustados que los
que llevaba Chiquit�n, y debajo de ellos el ni�o, de nuevo igual que Chiquit�n,
tampoco llevaba calzoncillos; Papi se hab�a apuntado un tanto: hab�a acertado
plenamente con los gustos de su jefe en cuanto a la ropa de los chicos.


El magn�fico trasero de Danielito qued� a la vista, igual que
sus genitales, completamente afeitados.




Qu�tatelos completamente.




Con calma, el muchacho se inclin� para quitarse los zapatos,
bajarse los pantalones hasta los tobillos, y sac�rselos a continuaci�n.
Totalmente desnudo de cintura para abajo, puso las manos en la nuca en se�al de
sumisi�n. Una se�al, eso s�, incoherente con la expresi�n arrogante que segu�a
luciendo en su cara. Chiquit�n admir� la entereza con la que ese ni�o,
seguramente de su misma edad aunque m�s corpulento, sab�a llevar la situaci�n:
se iba a llevar una dolorosa paliza, estaba desnudo frente a su padre, tres
criados y dos desconocidos, y mostraba sin reparo su culete macizo y su miembro
viril con total naturalidad, y casi con una pizca de orgullo.


Don Daniel lo tom� de la oreja y lo acerc� a la mesa. El
muchacho se qued� de pie frente al mueble con aire indiferente.




Incl�nate � dijo su padre mientras se remangaba el brazo
derecho.




Sin lamentarse ni pedir ning�n tipo de clemencia, Danielito
tumb� la mitad superior de su cuerpo sobre la mesa. Don Daniel ech� un poco m�s
hacia arriba la falda de la camisa del muchacho para que el culo acabara de
quedar totalmente expuesto, justo en frente de donde se encontraban Papi y
Chiquit�n, visiblemente fascinados por la escena que contemplaban. A pesar de su
aire indiferente, los bultos en los pantalones de los tres criados revelaban que
tambi�n ellos segu�an los acontecimientos con enorme inter�s.




Separa las piernas.




Al hacerlo, los genitales de Danielito quedaron claramente
visibles entre sus nalgas, mejorando todav�a m�s la vista a todos los presentes.


Don Daniel apoy� la mano izquierda firme sobre la espalda de
su hijo, y sin m�s pre�mbulos ech� la derecha hacia atr�s y golpe� con fuerza la
nalga izquierda del peque�o.


Sobre la nalga se dibujaron con claridad los dedos de pap�;
sabiamente, �ste dej� pasar unos segundos antes de echar de nuevo la mano hacia
atr�s e impulsarla con fuerza, esta vez sobre la nalga derecha. Ahora Danielito
llevaba la firma de su padre en ambos lados.


Don Daniel acarici� un poco el trasero del muchacho antes de
golpearlo otra vez. Le gustaba espaciar los azotes e intercalar caricias entre
ellos para no entumecer las nalgas y que la piel sintiera todo el dolor de cada
golpe. La alternancia de los azotes sobre ambas nalgas dur� m�s de quince
minutos; el color del culete de Danielito evolucion� sucesivamente de un rosa
p�lido a un rosa fuerte, y de ah� a un rojo intenso. Chiquit�n ve�a con
fascinaci�n c�mo aquel ni�ito se llevaba una gran paliza sin apenas gemir, y con
qu� fuerza sus nalgas se convert�an en el centro de inter�s de toda la
habitaci�n; todos los ojos estaban clavados en el culo muy rojo de Danielito, y
el �nico sonido que se o�a en la habitaci�n era el chasquido de los azotes,
seguido a veces de un gemido viril muy distinto de los llantos de ni�ito de
Chiquit�n. El peque�o admiraba a Danielito, que con su actitud arrogante
convert�a la humillaci�n de la zurra en un triunfo y casi en una dominaci�n.
Tambi�n el jefe zurraba con un gran estilo, sin inmutarse ni resultar crispado;
era muy excitante, aunque le faltaba la calidez de las rega�inas que Papi
siempre daba mientras azotaba. En cierto momento, Chiquit�n not� que Papi
buscaba un kleenex y a continuaci�n met�a la mano discretamente bajo la
cremallera de su pantal�n; los espasmos que, sentado sobre las rodillas de Papi,
no pudo evitar notar a continuaci�n, no le dejaron ninguna duda sobre lo que
estaba pasando. Chiquit�n hubiera querido acariciarse tambi�n, pero Papi se lo
ten�a muy prohibido; era algo feo en un ni�o y se llevar�a una buena zurra si lo
hac�a.


Cuando el cansancio de Don Daniel empezaba a hacerse patente,
el jefe se qued� acariciando el trasero muy rojo de su ni�o durante un buen
rato, y se dirigi� a �ngel:




�ngel, por favor, tr�eme la paleta.


�La grande de madera, se�or?


S�, la grande.




El mayordomo se dirigi� a un mueble de bastante extensi�n que
hab�a en la pared al lado de la mesa y lo abri�; aparecieron un mont�n de
cepillos de madera, correas, varas y dem�s instrumentos para azotar culetes
desobedientes. Todo aquel almac�n evidenciaba que el jefe daba mucha importancia
a los castigos y se complac�a en las formas m�s refinadas de mortificar el
trasero de los m�s j�venes. �ngel escogi�, entre una gama de paletas de formas
curvas, la m�s grande de las de madera. Chiquit�n dio un respingo; era
pr�cticamente id�ntica a la que Papi utilizaba cuando era muy desobediente, la
que hab�a probado unos d�as antes cuando le afeitaron.


�ngel ofreci� el instrumento de castigo a su jefe, que le
respondi� con un escueto gracias. A continuaci�n, Don Daniel aplic� la pala de
madera al trasero de su hijo de la misma forma flem�tica y concienzuda con la
que le hab�a azotado con la mano unos minutos antes; pero a Danielito le era
cada vez m�s dif�cil mostrar la misma entereza: aunque su reacci�n segu�a muy
lejos de los chillidos y lloros que hubiera proferido Chiquit�n ante un castigo
similar, no pod�a evitar temblar ante cada azote y emitir gemidos cada vez m�s
altos.


Los azotes con la dolorosa pala siguieron durante cinco
intensos minutos en los que el culito del muchacho pas� del rojo brillante al
escarlata oscuro. Finalmente, Don Daniel acab� la paliza con un golpe
especialmente fuerte que hizo pegar un salto al joven.




Lev�ntate.




Danielito se puso en pie con esfuerzo y se llev� las manos a
las nalgas, que probablemente estuvieran tan calientes como insensibles. A pesar
de los inevitables mohines de dolor, no dejaba de mantener una cierta altaner�a.




Ahora ponte en esa esquina cara a la pared. Te quedar�s
ah�, sin pantalones, un rato muy largo hasta que aprendas a comportarte. Y
no se te ocurra girar la cabeza �luego, mirando a los sirvientes, su jefe
dijo: - muchas gracias. Pueden retirarse.




Baj�ndose de nuevo la manga, el jefe recuper� su anterior
puesto frente a Papi y se disculp� por la larga interrupci�n. Dijo estar agotado
despu�s de propinar una paliza tan larga, pero lo cierto es que no se le notaba.




Dar una buena zurra es lo mejor para estar en forma �
dijo con una sonrisa.




Papi levant� a Chiquit�n de sus rodillas y, con un azotito,
lo mand� ir a jugar a otro sitio mientras los mayores discut�an. Pero tanto Papi
como el peque�o no dejaron de mirar de reojo durante todo el rato al culito
ardiente que estaba en la pared; las im�genes de la azotaina y de ese hermoso
trasero expuesto con los genitales asomando no se les iban de la cabeza.


Al cabo de aproximadamente una hora, el jefe permiti� a
Danielito separarse de la pared y ponerse los pantalones para despedir a los
invitados. Papi y Chiquit�n besaron al peque�o, y luego se despidieron a su vez
de Don Daniel, que, mientras acariciaba largamente el culito de Chiquit�n, les
hizo prometer que volver�an pronto. El jefe debi� pulsar entre tanto alg�n
bot�n, porque justo en el momento adecuado apareci� el mayordomo.




�Por qu� no ha venido To�o? � pregunt� el jefe.


Se olvid� de planchar su traje para ma�ana, se�or.
Ricardo ha tenido que castigarlo.


Ah, estupendo, Ricardo siempre est� en todo. Acompa�a t�
entonces a los se�ores hasta la puerta.


S�, se�or.




Papi y Chiquit�n acompa�aron al mayordomo. Al atravesar los
pasillos, oyeron ruido de golpes y quejidos, el muy familiar sonido de los
azotes sobre un trasero desnudo y los lamentos del muchacho que los recibe. La
zurra sonaba m�s claramente a medida que avanzaban; fue en el recibidor donde se
encontraron con Ricardo sentado en una de las sillas dando una contundente
azotaina a To�o. Los quejidos del joven eran comprensibles, ya que su peque�o y
redondo culete estaba ya bastante colorado, y la mano de Ricardo segu�a cayendo
pesada sobre �l. Ten�a los pantaloncitos por las rodillas y tampoco llevaba
calzoncillos; no les deb�an estar permitidos en esa casa a los m�s j�venes. Al
ver entrar a los invitados en esa improvisada sala de los azotes, Ricardo detuvo
su mano en alto sin atreverse a descargarla sobre el culito del joven sirviente.




Contin�e, por favor. No nos molesta � le incit� Papi.


Gracias, se�or.




Los azotes y sus correspondientes quejidos se reanudaron.
Papi y Chiquit�n contemplaron el castigo durante un rato mientras esperaban que
�ngel les trajera sus abrigos.


De vuelta a casa, pararon en la pasteler�a y Papi, tal como
prometi�, le compr� un dulce a Chiquit�n por haberse portado bien en casa del
jefe. Papi segu�a teniendo en mente todo lo que hab�a visto esa tarde. Mir� a su
ni�o, que com�a su pastel tranquilamente, y le acarici� el pelo. Pens� si
Chiquit�n se llevar�a una zurra antes de acostarse esa noche. Sonri�. Casi
seguro que s�.


Por favor vota el relato. Su autor estara encantado de recibir tu voto .


Número de votos: 0
Media de votos: 0


Si te gusta la web pulsa +1 y me gusta






Relato: Las aventuras de Chiquitin - De visita con Papi
Leida: 786veces
Tiempo de lectura: 26minuto/s





Participa en la web
Envia tu relato







Contacto
Categorias
- Amor filial
- Autosatisfacci�n
- Bisexuales
- Confesiones
- Control Mental
- Dominaci�n
- Entrevistas / Info
- Erotismo y Amor
- Fantas�as Er�ticas
- Fetichismo
- Gays
- Grandes Relatos
- Grandes Series
- Hetero: General
- Hetero: Infidelidad
- Hetero: Primera vez
- Intercambios
- Interracial
- L�sbicos
- MicroRelatos
- No Consentido
- Org�as
- Parodias
- Poes�a Er�tica
- Sadomaso
- Sexo Anal
- Sexo con maduras
- Sexo con maduros
- Sexo Oral
- Sexo Virtual
- Textos de risa
- Transexuales
- Trios
- Voyerismo
- Zoofilia


Encuestas

Afiliados



























Miermano el grande relato geisIncesto con la abuela relatadosrelatoxxxincestoRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatoLos 50 mejores relatos pornoRELATOS HEROTICOS ANARelatos eroticos gratis incesto sobrina de 13 añitos primera vezrelatos me cojo a mi hija y a su amigarelato real erotico pornografico demujer infiel puta de su compadrerelatos pornos orgia en familiarelatoxxx enfermeras en femeninorelatos porno mi papi me convirtió en su putita y me coge rico y duromujeres incestuosas pajiandomaridos mirandomi hijita de 9 añitos relatoRelatos pornos me peg� la profesora Relatos xxx mi hija de 8la ni.ita queria manejar relatos eroticosRelato de mujer la violo un perro callejero por meter asu casadespedidas de solteras porno gratisfollando restauranterelatos cuentos incesto lesbicoIncesto con la abuela relatadosrelatos eroticos infiel por todos mis agujerosRelatos eroticos de tienditasrelatos xxx con mi hermanoviaje con mama relato de incestorelatos reales y exitantes de vecinas y sus hijas follandorelatos eróticos el maldito portero se coje a mi madremi tia borracha relato pornorelatosxxxd de vecinos con las hijas de las vecinasRelatos d gays d mi pajeada con mi amigocerdo sexual en el metro relatos eroticosrelatos porno entrenando a mi hijo de 8 Relato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatofollando dormidasporno sonic x amyrelato erotico gay chacalesrelatos sexuales amateurrelatos de incesto con el abuelogran orgia gaymejores trios pornoIncesto con la abuela relatadosrelato porno le quedo el culo abiertomaridos culeadosrelatos calientes juegando con mi ijoLas monjas relatos eroticosrelatos erotico custodia de la nenarelatos zoofilia gayRelatos eroticos de incestorelatos calientes con primas culonas con shorts lycraRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatomi hijita de 9 añitos relatoencontré a mis 3 hermanitas desnudas jugando historias hotrelatos eroticos mi perro me pre�o y ahora tengo asus hijos perrunosrelatos cuentos porno bdlol.ru Todo en familiami hija es mi putita relatos porno relato coji a mi mama embarazadaporno relato mi abuelo me masturbapapa me case pero sere tuya relatos pornorelatos mi abuelo me desvirgoRelatos eroticos de mi esposa y don...relatos eroticos mi vecinitarelatos cuentos porno bdlol.ru fincami hijita de 9 añitos relatoRelatos eroticos gratis la violacion por mi anorelatos relatos eróticos mi hija Laura 2porno español zorrasRelatos porno gay el mayordomorelatos eróticas. de sexo con mis comadresetrechas llorando al desvirgarlasfotos de maduras gorditasRelatos porno descubri a mi hija bdlol.ruRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatorelatos mi culo roto primera vezrelato porno mi t�a mi prima y yoRelatos Papá a mi mama no le entra toda meteme esa vergota ya le entro toda a tu hija cojemeincesto relatos eroticos mi hermana enviudo y ahora es mi amanteporno zohofiliarelatos eroticos tio sobrinavideo y relatos porno free sadicosrelato porno me chantajeomaduros sexome fui de vacaciones con mama y mi tia y icimos un trio relatorelatos insestos lesbicos madres y nenitasRelatos pornos mi sobrino me lleno el culo de lechecapataz historias xxx gayrelatos eroticos me folle a mi nieta inocentepequeña relato eroticoninas cogiendomi prima mariel de 12 relatoRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatoRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatoRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatorelatos eroticos bdlol.ru padresrelatos de mamas enemasRelatos eroticos de incestohistorias eroticas de nenas de 8 gratisRelatos eroticos de incestodibujos porno de doraemon y nobita