EL MEDICO ME LO RECOMENDO
El m�dico me lo recomend�. Me dijo, Fernando, Ud necesita
hacer ejercicio. Vive de modo muy sedentario y eso lo predispone a enfermedades
cardiovasculares y a la obesidad. H�game caso, reg�strese en un gym. Y yo
obediente como pocos, busqu� un buen gimnasio cerca de mi casa y me anot�.
Soy oftalm�logo con una buena pr�ctica. Tengo una linda casa,
un auto nuevo, dos consultorios, un buen trabajo en un sanatorio importante.
Gano bien. Soy miembro de varias sociedades cient�ficas, director de un seguro
m�dico. Tambi�n me cas� muy joven, y a los 44 a�os, reci�n cumplidos, tengo un
hijo de 21 a�os, que un dia se fue a vivir a Espa�a, dejando un vac�o en mi
casa, y en mi alma que no he podido superar.
Me separ� hace dos a�os de mi ex -mujer, porque nuestro
matrimonio ya era una farsa: hab�amos dejado hace mucho de querernos y no
ten�amos sexo. En alg�n momento del largo proceso de disoluci�n de mi
matrimonio, me di cuenta que en el fondo de mi mente hab�a un problema: me
gustan los hombres. Me calientan los machos. Me dan vuelta los tipos bien
masculinos pero muy pasivos. Me muero por un culo bien redondo y fuerte, por un
par de piernas gruesas y musculosas.. Me estremezco por el olor, por la fuerza,
y hasta por el sudor del cuerpo de otro var�n. Me vuelven loco otros machos
preferentemente casados, especialmente si son bisexuales, o si son
heterosexuales curiosos o si tienen poca experiencia. Bueno, puedo decir que
casi todo me viene bien�. A veces creo que soy un puto insaciable.
No se si soy bisexual, no me lo pregunt� nunca. Me siguen
gustando las mujeres, pero para la cama, denme un hombre. Me caliento, con solo
decir la palabra macho, hombre, var�n, y mi pija, que no es chica, (nunca la
med� pero me han dicho que es muy grande), se me para al instante�.Soy el hombre
erectus. Se me para por cualquier cosa como si yo fuera un adolescente. Mi
garcha tiene vida propia y a veces me hace pasar verg�enza.
El gym que eleg�, result� ins�litamente, muy pero muy gay. No
es que sea un gym para gays. Pero van decenas de muchachos musculosos, de
fuertes pectorales, s�lidos b�ceps, dur�simos triceps, brazos enormes, cinturas
peque�as y casi nada de grasa corporal. Todos o la gran mayor�a son
adoradoradores de la santa verga, o sea amantes de las pijas grandes, o
chiquitas, gordas o flacas, lo que venga. No obstante semejante aspecto, muchos
de ellos son bien afeminados, o como se dice en mi pa�s, plum�feros. De lejos
parecen Swartzenneger, de cerca y cuando te hablan son parecidos a Britney
Spears, Paulina Rubio, o la pechugona Luciana Zalazar.
Otros son machos muy machos de aspecto, modales y voz, pero
tambi�n se mueren por chuparse una linda pija, o por que se la entierren hasta
el fondo del culo, o al rev�s si son activos�. Aunque nunca hab�a observado nada
anormal, era evidente que ese gym era un lugar de encuentro y levante gay. Mucha
desnudez innecesaria, mucha exhibici�n de cuerpos, demasiadas miradas cargadas
de morbo, mucho coqueteo y mucha histeria.
Desde la primera vez que fui, me empec� a calentar con tantos
hombres desnudos, con tantas pieles exhibidas sin pudor, tantos cuerpos j�venes
marcados y atrayentes, tantas garchas enormes movi�ndose entre piernas
musculosas, entre muslos peludos, tantos culos paraditos, como si fueran una
pompa de jab�n, culos redondeados por el ejercicio, acentuados por el bronceado
que los rodea, culos turgentes ofrecidos a la vista p�blica, culos lampi�os o
peludos. Culos que que parecen decir, cogeme que me gusta�
Al poco tiempo de comenzar en el gym, se incorpor� un hombre
algo mayor que yo. Es un abogado prestigioso de familia aristocr�tica, hijo de
un ex Senador de la Rep�blica, casado con dos hijos ya grandes, que vive a pocas
cuadras de mi casa. Nos conoc�amos de vista, de misa de once los domingos en la
Catedral, y de la Asociaci�n de vecinos de nuestro barrio. Nos saludamos en el
gimnasio como si fu�ramos amigos y luego el intent� por todos los medios,
coincidir con mis horarios, acercarse a mi y eso me puso bien. Yo necesitaba un
amigo. Me sent�a solo y confundido. Nunca pens� que lo que el buscaba era coger
conmigo. En realidad, a pesar de que es un hombre muy sexy y atractivo, no es mi
tipo. Me gustan m�s j�venes que yo, m�s inexpertos, menos mundanos.
La primera vez que nos ba�amos juntos, bajo duchas contiguas
y sin cortinas, nos miramos con curiosidad.y al principio con cierto disimulo.
Como reconoci�ndonos, del mismo modo que los heterosexuales esp�an casi de reojo
los atributos de los otros hombres. Rodrigo tiene un lindo f�sico, sin nada de
grasa corporal, un pecho fuerte y espaldas anchas. Sus pezones son rosados y
salientes y dan ganas de com�rselos. No es muy velludo pero tiene lo suficiente,
siempre esta bronceado porque hace cama solar, y en la zona baja, es grande ,
grande y grueso, grueso. Su vello p�bico es ins�litamente pelirrojo aunque el
sea casta�o de cabellos, ahora algo canosos.
Lo mir� con discresi�n y me di vuelta, d�ndole mi espalda y
mi culo para que constinuara mir�ndome, vi�ndome, escrutando mis varoniles
encantos, y el pareci� decepcionarse parcialmente pues no pod�a seguir viendo mi
pija, mi garcha, que se estaba parando porque es muy sensible a la admiraci�n
ajena. Me segu� enjabonando y el hizo lo mismo y en un momento gir� nuevamente
mi cuerpo y el comenz� a fijar su vista descaradamente en mi pija semi-erecta y
a mi me dio como verg�enza de que el me viera en ese estado y finalmente sent�
orgullo, vanidad, halago por el hecho de descolocarlo de tal modo que el tipo no
pod�a hacer otra cosa que mirar mi pija, que tambi�n es grande, grande, gorda y
fuerte. Claro que tambi�n yo sentia cierta incomodidad pues hab�a otros hombres
ba��ndose. Cuando el �ltimo de ellos sali� de la ducha, se dirigi� al sector de
los armarios para secarse y vestirse y nos quedamos solos.
Era tarde ya, cerca de la hora de cierre del gimnasio y al
rato se escuch� que el �ltimo tipo cerraba la puerta met�lica de su armario y se
iba. Me terminaba de enjuagar el cabello, cuando escuch� la voz de Rodrigo que
me dec�a: me dej�s que te la toque?......Mi nuevo amigo quer�a acariciarme la
pija�. Me pareci� que era un invento m�o, que la calentura de la situaci�n me
hac�a oir visiones: pero el qued� en silencio, mir�ndome la poronga y los huevos
con deseo, casi dir�a con hambre y yo emit� un "si " inaudible, que el si
escucho y se acerc� a mi y me apret� la pija con fuerza y la acarici� con las
dos manos y se agach� en el suelo y la bes� como si fuera un objeto de
adoraci�n: quise apartarlo pero sac� la lengua y envolvi� mi verga con sus
labios gruesos y h�medos, labios aristocr�ticos de puto inconfeso, con sus ganas
impresionantes de gay insatisfecho y secreto.
Y me la chup�, mir�ndome de tanto en tanto a los ojos, y lo
hizo como nadie lo habia hecho, con gula, con deleite, con mucha saliva y mucho
ruido y yo le met� la poronga hasta la garganta y el segu�a chup�ndola ,
mam�ndola, trag�ndose la sin hueso como si fuera una delicia gastron�mica y
comenc� a gemir de placer , de emoci�n , de calentura y el sigui� chupando,
moviendo esa boca puta y linda que tiene, balanceando mi pija en el interior de
su garganta, apret�ndome los huevos para sacarme toda la leche que yo ten�a
acumulada y poniendo su dedo �ndice en mi culo, hasta hacerme gritar de placer y
deseo. Qued� vizco de tanto que me gust�. Lo recompens� con una catarata de
leche que se trag� como si fuera su merienda favorita y mas nutritiva y yo la
saqu� de su boca golosa e insaciable algo preocupado por su inconciencia y
termin� mojando con mi semen copioso, porque soy muy lechero, su cuello su
frente , sus ojos y hasta su nariz perfecta. La cara de Rodrigo, con toda mi
leche chorreando, era para sacar una de esas fotos porno, que a veces se ven en
las revistas.
Extenuado, me puse bajo la ducha, como si el agua caliente,
pudiera calmar mi calentura absoluta, mi deseo inconcluso, mi fiebre sexual,
ins�litamente despertada por un hombre que, curiosamente, no me gustaba .
Mientras ve�a como Rodrigo se enjuagaba, le dije gracias y el
demasiado embargado por la emoci�n, y falto de aliento, levant� la mano como
diciendo que no hab�a sido nada y al rato mascull�, con cierto esfuerzo, que por
favor no se lo contara a nadie. Yo estaba ya separado, pero el tenia un
matrimonio e hijos, un padre ex � Senador de la Rep�blica, una carrera y una
posici�n social y no quer�a exponerse a ning�n riesgo.
Con una sabidur�a que no se de d�nde saqu� , le dije que no
se lo dir�a a nadie y que como lo valoraba m�s como amigo que como amante, nunca
m�s ocurrir�a algo asi, que era muy peligroso, y que nunca m�s tendriamos sexo
entre nosotros.
Quiso protestar, pero encontr� mi resistencia firme y se
convenci� que la experiencia vivida ser�a �nica e irrepetible. Me acerqu� y nos
besamos apasionadamente. Dos hombres adultos que se hab�an dado placer, que
hab�an entregado sus cuerpos el uno al otro , en las sombras, clandestinamente.
Acarici� su pija y esta se puso dura y termin� por hacerle una rica paja que el
agradeci� conmovido. Paja de un macho agradecido a otro macho que a�n no habia
acabado y estaba todav�a caliente como agua a punto de hervir. Se lav�, nos
secamos, nos vestimos. El me pidi� un �ltimo beso y se lo d� con mucha fuerza, y
nuestras lenguas bailaron el �ltimo tango, como una funesta despedida, y salimos
a la calle. Prometimos salir a cenar pero nunca lo hicimos. Dej� de venir al
gimnasio y eso fue un alivio, en cierto modo, para m�. Volv� a verlo en misa y
me salud� discretamente.
Aquella aventura imperfecta y breve de una noche, me dej� un
gran vac�o. Si la ausencia de mi hijo y mi separaci�n me hab�an dejado solo,
aquel instante de sexo tan disfrutado, pero tan inviable, me hizo sentir un
monstruo, un abandonado de la fortuna. Deb�a coger mas seguido o me iba a volver
loco. Hab�a comenzado mi revoluci�n l�ctica: o descargaba mi leche o matar�a a
alguien��
Segu� concurriendo a aquel gimnasio, a mejorar mi estado
f�sico pero tambi�n para mirar esos cuerpos esbeltos y bellos de la primera
juventud. Advert�a las miradas de varios que quiz�s me vieran como el "papito"
ideal, pero no me atrev�a a tomar ninguna iniciativa por miedo al rechazo. A
veces el roce casual de un cuerpo sudado, la percepci�n de un aroma a macho a
punto, los sonidos de tantos hombres bien puestos me excitaban demasiado.
Volv�a cachondo a mi casa, caliente por algun macho que hab�a
visto en bolas, con mi pija h�meda de deseo, y la necesidad imperiosa de sexo.
No hice nuevos amigos en el gym y luego de asistir a un congreso en Bruselas,
volv� al gimnasio luego de varias semanas de ausencia, sin muchas ganas y con el
cuerpo cansado por aquel largo viaje.
Cuando lo vi me llam� la atenci�n porque ten�a la cabeza
rasurada, pelada, o como le dicen aqu� rapada, los ojos azules tirando a grises
enormes, con largas pesta�as y una nariz desafiante. Una boca de labios grandes
no muy gruesos y rojos como una cereza. Parec�a tener unos treinta y cinco
a�os., aunque la calva que luc�a le agregar�a algunos.
Pero lo que m�s me llam� la atenci�n de aquel macho hermoso,
eran sus brazos muy desarrollados bajo esa camiseta blanca de algod�n y sus
piernas, gruesas, fuertes, varoniles. Piernas de ciclista o de atleta, piernas
que me gustaron enseguida, y cuando levant� un poco la mirada advert� un bulto
grande y prometedor. El pelado estaba re fuerte. Era un canto a la sexualidad. Y
hablando de cantos, sus nalgas eran redondas, fuertes, bien de macho.
Otra cosa que not� adem�s de ese bulto prometedor, y aquellas
piernas gruesas como para sentarse a upa caballito, fue su alianza de
casamiento. Otro casado pens�.
Como me gust� ese hombre. � Tendria, calcul� mejor, treinta y
seis a�os, un metro ochenta y cinco de estatura y unos macizos ochenta kilos. Y
result� absolutamente lampi�o.
El apenas si not� mi presencia aquel d�a, y yo me fui a casa
con la triste impresi�n de que mi tiempo de atraer a otros hombres ya hab�a
pasado.
Conformate con lo que ten�s me dije y me promet� no buscar a
nadie , no necesitar de nadie, hacer la vista gorda a todo hombre atractivo que
se me acercar y si me calentaba alguien, hacerme una paja antes de dormir. Te
lleg� la hora del retiro, me dije, y ya nadie te hallar� atractivo.
Pero mis promesas, no son respetadas por mi cabeza baja como
dicen en M�xico, esa cabeza baja busca un agujerito amistoso, quiere que la
mimen, que le den aliento, calor, saliva, ternura , cari�o, pasi�n y no tiene en
cuenta los dictados de la raz�n.
Volv� al gym y alli estaba el de las piernas gruesas, el del
bulto tentador. Supe que se llamaba Rolando, y que hab�a vivido en el exterior
un tiempo. Era gerente de marketing de una compa��a canadiense.
Pero c�mo dirigirse a un macho que uno no sabe si es o no es.
� C�mo seducir a un tipo que te gusta, sin saber si es gay o bisexual o si es un
mataputos de esos que si hac�s un movimiento en falso, se ofende y te da una
tremenda paliza?. Era dif�cil averiguarlo, pero no fue necesario investigar m�s
cuando por primera vez nos miramos a los ojos, los dos al mismo tiempo, y en esa
mirada nos dijimos miles de palabras , frases desesperadas de dos personas solas
en el mundo que intercambian pedidos de auxilio, articulaciones de deseo. Ganas.
Me acerqu� y le dije mi nombre. Me di� la mano, y en el calor
de su diestra, sent� un golpe de electricidad. Me llamo Rolando Acu�a me dijo, y
mientras mis dedos comenzaban a sudar de calentura, agreg�, en voz muy baja: me
gustaste desde el momento en que te vi.
Incr�dulo, como quien recibe la noticia de que gan� la
Loteria, sin saber si tiene el billete, le contest�, sin temor ni verg�enza
alguna : y vos tambi�n a mi.
Fuimos a tomar algo a la salida del gym y nos contamos
nuestras vidas, y ah� confirm� que estaba casado y ten�a una hija de pocos a�os.
Que no era feliz en su matrimonio, que siempre hab�a sido un gay tapado y que se
cas� porque era lo que correspond�a pero sin amor.
Caminamos largamente por la costanera del r�o y nos
confesamos casi todos los secretos, los sue�os, las fantas�as. Como ibamos muy
juntos y nos dese�bamos, nuestros cuerpos se rozaban y nuestras manos se tocaban
casi sin querer, aumentando el sobresalto, la tensi�n, las tremendas ganas de
coger el uno al otro.
Entramos al hotel por horas como quien sabe que eso era parte
de una historia que alguien escribi� y de la que no pod�amos apartarnos y ya en
el ascensor nos abrazamos por primera vez y nos besamos como si no existiera el
ma�ana.
En la habitaci�n nos miramos de nuevo a los ojos y no puede
resistir la tentaci�n de tocar su cuerpo vestido todavia, de acariciar aquel
pecho musculoso , aquellos brazos fuertes, aquel culo redondo, sus muslos
gruesos, ese bulto inmenso que se deshacia en mis manos, y su culo redondo y
fuerte de macho.
El me desnud� despacio como quien est� atendiendo a una pieza
de fina porcelana, y mi ropa cay� pesadamente en el suelo, y sobre ella, cayeron
sus pantalones, su remera, su abrigo, su peque�o slip celeste claro y sus
medias.
Tir� sin cuidado sus zapatos a distintos lugares de la
habitaci�n y yo lo miraba sonriendo, y ya desnudos nos abrazamos y besamos. Ol�a
a jab�n de s�ndalo y a madera, ol�a a macho limpio, y su aliento era terso y
suave como una espuma. Acarici� cada centr�metro de su piel con mi boca, con mi
lengua, con mis manos temblorosas y calientes y el gem�a , se daba vuelta como
si no soportara tanto placer. Bes� cada parte de su geograf�a y el devolvia los
besos, en mi cabeza, en mi pelo, en mi cuello. Me tir� sobre el, encima de su
cuerpo deseado y el me dec�a que siguiera, que no me detuviera, y ya apretado a
su cuerpo, sent� su piel frot�ndose con la mia, su escaso vello p�bico
acariciando mi vientre, su pija dibujando un mapa h�medo en mis piernas, su culo
haci�ndose miel y mermelada entre mis dedos . Le chup� la pija con ganas y el
grit� que se mor�a y yo segu� hasta que el acab�, sobre mi cuello y mi pecho,
hasta que su leche recorri� el sinuoso camino hasta mi ombligo. Y cuando a�n no
se recuperaba de esa peque�a muerte del orgasmo, levant� aquellas piernas
gruesas y fuertes, aquellos muslos impresionantes y busqu� su culo, su hermoso
culo, y tras masajear su agujero largamente con uno y dos dedos, lo penetr� de a
poco, mientras el gem�a, sollozaba, gritaba, maldecia, y se abr�a a mi, se
dilataba, franqueaba el paso para que mi pija escribiera en su alma, con las
letras indelebles de mi esencia mas �ntima, que eso que nos hab�a pasado, era
para siempre.
Despu�s mucho despu�s, luego que su pija oradara mi culo
ansioso y dispuesto y estallara en mil gotas de semen pesado e hirviente, luego
del abrazo final y de los besos desesperantes y desesperados que nos dimos,
luego del momento de uni�n imposible de describir con palabras, nos quedamos
dormidos abrazados. Mas tarde, mucho m�s tarde comenz� a llover.
galansoy.
En mi relato N� 101 para , todo mi afecto a tantos
amigos que he ganado en esta p�gina. Un abrazo argentino. g