Me encantaban los juegos de exhibirme y dejarme manosear,
aunque siempre mi esposo insisti� en que quer�a verme con otro hombre, cosa que
siempre me negu� y �l respet�, aunque luego de los �ltimos juegos, estaba
replanteando mi decisi�n. Lo convers� con �l y le dije que lo har�a con un solo
hombre y que dejaba en �l toda la organizaci�n ( para lo cual era un experto).
El me dijo que me dejara llevar y que me quedara tranquila, que se encargar�a de
todo. Pens� que recurrir�a a alg�n profesional, o que concertar�a una cita por
internet o algo arreglado, pero no era su estilo, como de costumbre super� mi
capacidad de asombro, y ese factor sorpresa que siempre le agrega a los juegos
creo que es lo que m�s me exita.
Esa noche me dijo que me vistiera sugestiva, para lo cual
recurr� nuevamente a las ultracortas polleritas y una blusa de amplio escote, no
sab�a mi destino, pero creo que mi vestimenta entre esport e informal ir�a con
cualquier evento y lugar.
Salimos en el auto, pero a los pocos minutos de viaje, en una
calle semioscura y solitaria me dijo que me bajara y esperase all� por �l, que
en minutos regresar�a, no pas� mucho tiempo que vinieron por m�, no precisamente
mi marido, sino un patrullero con dos polic�as que amablemente solicitaron mi
documentaci�n, y que dicho procedimiento lo hac�an ante la denuncia de una
persona de comportamiento sospechoso en la zona. L�gicamente no ten�a nada
encima, y en vano fue tratar de explicarles que esperaba a mi esposo, me
llevaron sin m�s retenida en " averiguaci�n de antecedentes". Al llegar a la
delegaci�n las reglas permit�an un llamado telef�nico, que por supuesto fue de
urgente socorro a Alberto, quien al contestarme me dijo: Ya est�s all� ?, que
eficientes son, esp�rame que voy para all�. Evidentemente el de la llamada de
alerta de una mujer de actitud sospechosa lo hab�a hecho �l, lo odiaba, pero a
su vez me intrigaba que se tra�a entre manos.
En la dependencia policial estaban cuatro agentes que cubr�an
la guardia esa noche, m�s los dos que me trasladaron, haciendo que me encontrara
sola ante seis hombres que no apartaban la vista de m� ni ocultaban su deseo
ante el espect�culo que mis piernas ofrec�an.
El interrogatorio no se hizo esperar, y no fue precisamente
muy cort�z ni galante, en forma muy dura me preguntaban si ejerc�a la
prostituci�n, que cuanto cobraba, quienes eran mis clientes, si traficaba
estupefacientes etc.etc., un inmenso miedo me invadi�, y solo pude llorar
desconsoladamente.
Por fin se me abri� el cielo cuando pude observar a trav�z de
una ventana que mi esposo entraba a la delegaci�n, y present�ndose como mi
abogado, exibi� mis documentos y requiri� mi inmediata liberaci�n.
Las reglas imped�an mi inmediata libertad por formalismos
t�cnicos, que solo podr�a efectuarse en la ma�ana, pero Alberto les exigi� un
trato preferencial dadas las circunstancias, y manifest� mi voluntad de pegarme
una ducha.
El destacamento era peque�o ( uno de barrio), y contaba con
dos o tres cuartos comunicados entre s� y un ba�o, el que me ofrecieron
disculp�ndose por ser el �nico que ten�an, acced� a su uso y entr� a ducharme,
adrede dej� la puerta semiabierta y comenc� a desnudarme y dejar correr la
lluvia de agua caliente sobre mi cuerpo, sent�a como todos trataban con disimulo
que no los viera que estaban observ�ndome.
A estas alturas mi exitaci�n crec�a, me envolv� en una
diminuta toalla que me proporcionaron ( que deb�a optar por cubrirme el sexo y
dejar al descubierto los pechos o visceversa), y as� sal� hacia el cuarto donde
la guardia hacia su descanso y contaba con un div�n cama.
Muy pronto los siete estaban junto a m�, su rudeza cambi� a
fuertes halagos sobre mi figura y lo bonita que era, y mares de disculpas por lo
acontecido, pero que cumpl�an su deber, era evidente el deseo de esos hombres
por hacerme suya, por poseerme, como tambi�n supongo era evidente mi calentura y
mi transformaci�n en gata en celo.
Mi " abogado" dio el primer paso y acerc�ndose a m� comenz� a
besarme mientras desprend�a la tohalla dej�ndome totalmente desnuda, y
acaric�ndome el sexo arrancaba suspiros de placer en m�, los dem�s obserbaban
at�nitos el espect�culo, y� entre gemidos y� estaba entregada al placer. Se
apart� un poco de m� como dej�ndome para que pudieran observarme totalmente sin
impedimentos y les dijo: creo que mi clienta acceder�a a tener relaciones con
uno de ustedes si pueden olvidarse de las reglas y dejarla regresar a su casa.
El de mayor rango no vacil� en aceptar el trato, pero para
poder mantener la complicidad de los dem�s agentes, por lo menos tendr�a que
permitirles que la tocasen, un trato es un trato, asi que acced�.
Los seis se abalanzaron sobre m�, ten�a una boca para cada
pez�n, otro besaba fuertemente mis labios, otros recorr�an mi cuerpo, sent�a
como en mi vagina una lengua succionaba mis calientes jugos, me hicieron poner
en cuatro patas y producto de las masturbaciones chorros de esperma ca�an sobre
mi espalda y chorreaban por la raya del culo sintiendo como bajaban por mi ano y
llegando a mi vagina produci�ndome una sensaci�n extrema, un orgasmo tremendo
que me hizo gritar, pero a�n faltaba lo mejor.
El de mayor graduaci�n se estaba reservando, tambi�n era el
del mayor pene, de solo verlo lo ansiaba dentro de m�., este apart� a los dem�s
y tom�ndome por la espalda en la posici�n que estaba me penetr� sin
contemplaci�n, pude sentirlo hasta las entra�as, parec�a que no ten�a fin,
comenz� a moverse entrando y saliendo de m�, y� mi estado era de inconciencia,
estaba en otro mundo, el mundo del placer. El termin� en una larga eyaculaci�n
que me dej� llena de leche chorreando por mis nalgas, y que cientos de manos
sent�a que la desparramaban como quien me est� poniendo bronceador. Todos
terminamos cansados y desparramados por todo el cuarto, pero Alberto se
reservaba algo a�n, nuevamente me puso en cuatro patas y abriendo mis cachetes
enfil� la cabeza de su pene hacia el augero de mi culo, los dem�s miraban
absortos lo que se ven�a, lentamente me fue introduciendo su cabeza entre mis
gritos de dolor, solo lubricado por los restos de semen de seis hombres que se
vaciaron en mi cuerpo, el trozo de carne se perd�a en mi interior y el dolor
dej� paso al placer, sent� como nuevamente se acercaban , un pene se introdujo
en mi boca y no pude m�s que chuparlo con todas mis ansias hasta hacerlo
terminar y beber el delicioso nectar que representaba.
Todos quedamos muertos, mi esposo me llev� nuevamente a la
ducha y me lav� , no pod�a caminar, me dol�a todo el cuerpo, pero el placer
proporcionado bien vali� la pena.
Nuevamente mi marido cumpli�, y esta vez doblemente, hice lo
que me gusta y solo un hombre extra�o fue due�o de mi cuerpo por unos instantes.
Dem�s est� decir que esto dur� toda la noche y sal� en
libertad por la ma�ana cumpliendo con las reglas policiales a pesar del trato
para conseguirlo antes.