-23/04/2005
--Toc-Toc- (llaman a la puerta)
Clara va a abrir y recibe gran sorpresa.
-Clara:�Oh, se�or vendedor! Qu� sorpresa me da usted, qu� tal!
-Agust�n: pues mira, pasaba por la ciudad y he pensado venir a hacerte una
visita.
-Clara: oh, qu� atento es usted, celebro volver a verle porque la vez en que nos
conocimos fue...bueno, usted ya sabe la particularidad con la que estuvo marcado
nuestro conocimiento, pero oh! pase, pase, no se quede en la puerta que podremos
platicar mucho mejor dentro.
Ambos entran en la vivienda y siguiendo las indicaciones de Clara, se sientan en
el sof�.
-Clara: le repito que me encanta volver a verle, desde el d�a en que nos
conocimos he pensado a diario en usted y en la maravillosa experiencia que me
regalo. O sea, d�jeme explicarme. A partir de amigas, revistas y otros pocos
medios, he obtenido diversas opiniones de las llamadas "primeras experiencias
sexuales" de mujeres. Las hay buenas y malas, pero la que me dio usted no fue ni
una cosa ni otra, fue maravillosa!
-Agust�n: me alegro de que as� pienses hija, a decir verdad yo s�lo trat� de
pasarlo bien, pero si con ello te alegr� tanto, lo celebro tanto como t�.
-Clara: Uy, no se inmagina la de cosas que he pensado durante estas pocas
semanas que nos han separado. He pensado muchas pero de momento se las resumir�
en que me gustar�a volver a hacer el amor con usted.
-Agust�n: mmm, bien, a mi tambi�n me gustar�a repetirlo �te gustar�a hacerlo
ahora mismo?
-Clara: s�, pero d�jeme que le cuente, la anterior vez lo hicimos en la
habitaci�n de mis padres, y el acto estuvo marcado de verdadera magia. Pero mmm
tengo que revelarle como una especie de secreto, me gustar�a hacerlo a pleno
sol. Es esto como una fantas�a rara que tengo, pues como me gusta tanto parar el
sol, me gustar�a hacer el amor a la vez que me bronceo.
-Agust�n: mm bien, eres una mozalbeta valiente y tratar� de corresponderte pero
�como vamos a hacerlo? a pleno d�a la playa est� m�s repleta que el metro a las
8:00am.
-Clara: uy s� claro, no he pensado hacer una locura. Tengo aqu� arriba, encima
de todo del edificio, una amplia terraza oculta a la visi�n de ninguna otra
terraza. Y cerramos la puerta con llave, dejando la llave metida por fuera, y no
habr� nada que temer.
-Agust�n: mmm, has planeado sabiamente la satisfacci�n de tu fantas�a, estar�
encantado de emprender esta aventura contigo.
-Clara: fenomenal, pues no creo que haya tiempo a perder, ahora mismo hace un
rico sol, podr�amos subir ahora mismo y...bueno, ahora me da como corte decirlo.
-Agust�n: tranquila ni�a, no vamos a hacer nada malo �cuando quieras!
Clara toma tres toallas para emplearlas como colch�n en el duro suelo del
terrazo, y ambos se encaminan escaleras arriba hacia la testa del edificio. Una
vez ah�, Clara cierra la puerta como preparado y extiende las tres grandes
toallas en el suelo, una encima de otra para preparar el lecho conyugal. Una vez
preparado todo, ella llama a su amante.
-Clara: venga, me gustar�a que fuese como la primera vez, usted me va desnudando
poco a poco, prenda a prenda, y yo har� lo mismo con usted.
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Don Agust�n se acerca a Clara y lo primero que hace es propiciarle un profundo
beso franc�s, mientras con las manos empieza a subirle el fresco vestido que
llevava desde el primer momento. De pronto don Agust�n se agacha y pega su boca
en la descubierta barriga de ella para iniciar su progresivo chupar hacia arriba
mientras a la vez va subiendo el vestido. Agust�n acaba derecho chupando los
desnudos pechos de Clara con la cara de esta tapada y cegada por el vestido. Don
Agust�n se dispone tambi�n a jugar a un juego, y no retira el vestido de la cara
de ella, cuando toma la segunda parte del desnudo y de rodillas vas bajando las
braguitas de Clara con sus propios dientes. La nariz de �l es la primera que
recorre los labios inferiores cuando le baja totalmente las braguitas y caen
estas al suelo. Don Agust�n chupa durante un rato el sexo de su pareja y al cabo
de este tiempo, se levanta y destap�ndola del vestido que la cegaba le dice.
-Agust�n: es tu turno querida.
-Clara: bien pues, t�mbese, que lo quiero desnudar tumbado en las toallas.
As� se tumba y Clara se acerca a �l a 4 patas dispuesta a desnudarlo y jugar su
turno. Le desabrocha pausadamente la camisa bot�n a bot�n mientras unta de
saliva todo el torso desnudo del Don a medida que lo va desponjando de la
camisa. Tambi�n se entretiene un rato ella sorbiendo las peque�as tetillas de
Agust�n, que al estar este un poco obeso, le cuelgan cual si fuera una ni�a.
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Clara contempla el abultado entrepierna de Agust�n, donde se esconde su amado
premio. Decide tambi�n ella, hacerlo con calma. Baja la cremallera de los
pantalones y mientras fija su embrujadora mirada en los ojos de su amante, mete
la mano dentro de la abertura y tortura el pene de su vendedor a domicilio
mientras no retira su incandescente mirada de los ojos del vendedor.
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El pene de nuestro var�n no tarda en salir de la abierta cremallera como
pidiendo ser engullido. Clara capta al instante el mensaje del miembro y lo
traga de un bocado enteramente. Ella pero, ve que le facilitar� la tarea bajarle
los pantalones y as� lo hace. Con el vendedor tumbado en el suelo, Clara se le
coloca en posici�n 69 para amar y ser amada a la vez.
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Al cabo de un rato m�s de locura, la pareja est� totalmente sudada, por la
pasi�n de la relaci�n y por el fuerte sol que le pertenece al m�s de Julio.
-Clara: ha llegado el momento querido.
-Agust�n: claro hija, espero tus �rdenes.
-Clara: quiero hacerlo tambi�n en una posici�n un tanto rara.
-Agust�n: �c�mo me pongo?
-Clara: usted si�ntese en el suelo, con las piernas estiradas y el tronco
erguido, ap�yese si quiere con las manos atr�s.
As� se sienta don A. y Clara se sienta tambi�n encima suyo con las piernas
estiradas casi a tocar la cabeza de �l y las manos apoy�ndose tras ella para
mantenerse en vilo encima del entrepierna de su amante.
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Don Agust�n hace lo que tiene que hacer sin que le sea pedido y acomoda su pene
en la concha de Clara. Esta avanza de improviso su cadera tragando completamente
el miembro viril.
-Clara: ooooooh.
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-Agust�n: mmmm muy bien hijita, ni yo lo hubiera echo mejor.
Clara empieza a trotar su amante pero es a ella misma que se trota, pues a cada
avanze de sus caderas, no nota como folla sino como es follada. El trotar de la
pareja salta y salta un largo rato, a medida del cual, cada una de las uniones
de ambos sexos, se hace m�s �ntima y visceral.
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A la vez que el sudor salpica de los cuerpos de �mbos encharcando incluso el
terrazo fuera de las toallas. Cuando don Agust�n nota que va a venirse, agarra a
Clara y se abraza a ella con la tremenda fuerza que le da el orgasmo. Ella
tambi�n ve la luz del otro lado del mundo y se abraza a �l exalando salvaje
gemido a cada una de las descargas de semen que nota dentro de s�.
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A medida que las fuerzas flaquean, la pareja se suelta y quedan ambos mir�ndose
en la posici�n en que empez� la penetraci�n. Las respiraciones tardan tambi�n un
rato en recuperarse y cuando ambos est�n ya m�s o menos a punto, Clara toma una
manguera y abriendo el grifo se duchan y limpian ambos. Una vez secos, recojen
las toallas para no dejar pista alguna y se encaminan de nuevo al domicilio de
Clara.
Unos cuantos besos m�s, otros tantos cari�os, y un mont�n de promesas y la
pareja se separa.