Relato: Casanova (01: El Despertar)





Relato: Casanova (01: El Despertar)

CASANOVA (I) EL DESPERTAR



Tengo un don. No hay mujer en el mundo capaz de resist�rseme.
Es cierto, no miento ni exagero, he logrado follarme a todas las mujeres con las
que me lo he propuesto. No se trata de un poder m�gico o mental, sino como una
especie de instinto que me hace capaz de tratar a cualquier mujer justo como
desea, haciendo que se derritan en mis manos. Y lo que es m�s, s� de donde
procede este maravilloso poder. Directamente de mi abuelo.


Mi abuelo era un hombre fant�stico, incre�ble. Estuvo
follando mujeres hasta su muerte, a los 86 a�os. Y fue as� siempre. Desde que
tengo uso de raz�n, recuerdo a mi abuelo rodeado de mujeres y dicen las malas
lengua que amas� su fortuna a base de tirarse a las esposas de los
terratenientes de la zona. La verdad es que eso es algo que no me extra�ar�a lo
m�s m�nimo.


Mi abuelo fue el mayor admirador del mundo de la belleza
femenina, no hab�a m�s que ver la casa donde viv�amos, donde yo crec�, siempre
llena de mujeres. Era una enorme finca, rodeada de prados y pastos destinados a
los dos negocios familiares, los c�tricos (naranjas y limones) y a la cr�a de
caballos. Incluso hab�a una peque�a escuela de equitaci�n regentada por mi
abuelo mientras que mi padre se encargaba del negocio de la fruta.


Mi padre hab�a sido una gran decepci�n para mi abuelo, tengo
entendido que incluso estuvieron varios a�os sin hablarse, teniendo mi padre que
marcharse de casa. Poca gente conoce el motivo real de la disputa, pero yo, a lo
largo de los a�os, fui dilucidando el porqu�: simplemente, mi padre no era un
mujeriego, era t�mido con las mujeres y eso molestaba mucho al abuelo, ya que
seg�n �l, nuestro don era parte de la herencia familiar y mi padre lo estaba
desperdiciando. Adem�s mi padre era su �nico hijo var�n, pues mi abuelo s�lo
ten�a dos hijos (al menos leg�timos), Ernesto, mi padre, y Laura, mi t�a, 2 a�os
menor que �l. As� pues, mi padre era el �nico que pod�a poseer el don, pero no
lo aprovechaba, y mi t�a, que se cas� muy joven, hab�a tenido dos hijas, pero
ning�n var�n.


Mi padre nunca entendi� la manera de ser de mi abuelo,
supongo que influenciado por mi abuela, que muri� siendo mi padre un
adolescente, y que por lo visto lo pasaba bastante mal con las aventuras del
viejo.


Pero pasaron los a�os, mi padre conoci� a una hermosa mujer
de 17 a�os, Leonor, y se cas� con ella. Esto hizo que mi abuelo, como por arte
de magia, hiciera las paces con mi padre y le invitara a regresar a la mansi�n
con su bella mujer y le nombrara administrador de la plantaci�n de frutas.


Poco despu�s nac�a Marina, mi hermana, lo que tambi�n fue un
palo para el abuelo, que esperaba un ni�o.


Afortunadamente, cuatro a�os despu�s nac� yo, Oscar, y desde
mi nacimiento me convert� en el ojito derecho de mi abuelo, que ve�a en m� la
posibilidad de continuar con su saga. Y vaya si lo consigui�.


Mi historia comienza ya en 1929.


Fue entonces cuando not� que viv�a absolutamente rodeado de
mujeres, pues los hombres en la casa �ramos minor�a. Con el transcurrir de los
a�os me di cuenta de que mi abuelo, a la hora de contratar gente para la casa,
se decid�a siempre por mujeres j�venes y atractivas, que iban cambiando con los
a�os. Es decir, el abuelo contrataba mujeres hermosas, se las follaba, y cuando
comenzaban a hacerse mayores (o se aburr�a de ellas), las desped�a con una buena
paga y contrataba a otra que estuviera bien buena.


En cambio, el personal masculino era siempre muy escaso y
casi no cambiaba. Se limitaba a Nicol�s, que hac�a las veces de mayordomo y
ch�fer de mi abuelo (que era el �nico de la zona que pose�a un coche, tra�do
desde Francia) y Juan que trabajaba tanto de jardinero como de mozo de cuadra,
ayudado por Antonio, su sobrino. Estos tres fueron empleados de mi abuelo
durante muchos a�os y eran los que trabajaban en la casa en el momento en que
arranca mi historia. Naturalmente hab�a m�s hombres trabajando en la plantaci�n,
pero eran jornaleros del pueblo y no viv�an en la propiedad. Adem�s como el
negocio de la fruta lo llevaba mi padre, el abuelo no ten�a contacto con ellos
(aunque s� lo tuvo con muchas de las mujeres que trabajaban recogiendo fruta...)


En la casa viv�amos todos, incluyendo los miembros del
servicio, que ten�an un ala de la casa para ellos, un lujo impensable para la
�poca, pues cada criado ten�a su propia habitaci�n, lo que desde luego ofrec�a
interesantes ventajas para mi abuelo.


Como dec�a antes, la casa estaba repleta de mujeres. El
servicio estaba compuesto por 4 criadas, Tomasa, una muchacha del pueblo, de
unos 20 a�os, bastante tonta, pero con un par de tetas como un demonio; tambi�n
estaba Loli, la m�s guarra de todas, una morena con unos ojazos negros
impresionantes. Tengo entendido que �sta ya sab�a donde se met�a cuando vino a
trabajar a la finca, pero pens� que all� podr�a ganar dinero f�cilmente.
Brigitte, era la doncella francesa de mi t�a Laura, era preciosa, rubia, con los
ojos azules y una sonrisa tan dulce e inocente, que tumbaba de espaldas. Por
�ltimo estaba Mar�a, con un tipo muy atractivo, pero que era bastante seria.
Ella actuaba como ama de llaves, se encargaba de gestionar la casa, ayudando a
mi madre y a mi t�a en las tareas de ordenar el servicio, encargar las compras y
dem�s cosas.


De la cocina se encargaba Luisa, era la mayor de todas, de
unos 40 a�os, aunque nunca supe su edad exacta. Adem�s de estar muy buena, era
una excelente cocinera, lo que la convert�a en el miembro m�s eficaz del
servicio junto con Mar�a, pues suced�a que las dem�s criadas no eran demasiado
buenas en su trabajo, pero eso no importaba demasiado. En la cocina ayudaban
adem�s Vito y Mar, dos chicas que hac�an de pinches y aprend�an el oficio
(supongo que para cuando mi abuelo jubilara a Luisa). Las dos eran muy guapas y
simp�ticas, me mimaban mucho y siempre que yo pasaba por la cocina ten�an alg�n
dulce preparado para m�.


Adem�s mi abuelo hab�a contratado a Mrs. Dickinson, una
institutriz inglesa para que diera clases a sus nietos. Como he dicho, era
inglesa, aunque de madre espa�ola. Era muy alta, por lo que impon�a bastante
respeto, pero era muy simp�tica y alegre, menos cuando est�bamos en clase, eso
s�, porque all� se transformaba en un monstruo severo e inflexible. Las chicas
(mis primas y mi hermana) la detestaban bastante, pero a m� me ca�a bien.


Aparte del servicio, estaba por supuesto mi t�a Laura. Era
morena, muy alta y con los ojos verdes. Se hab�a casado muy joven, a los 16, y
se march� a Francia con su marido, pero �ste muri� de pulmon�a, por lo que
regres� al hogar familiar junto con sus dos hijas peque�as, Andrea y Marta. Con
los a�os, se transformaron en dos chicas preciosas, muy rubias y jam�s perdieron
del todo su acento franc�s, lo que resultaba muy sexy. Al comienzo de mi
historia, ellas contaban con 18 y 16 a�os respectivamente. Andrea era bastante
despabilada, pero Marta era muy t�mida y apocada, por lo que era la mejor amiga
de mi hermana Marina, que ten�a el mismo car�cter. As� pues, Andrea era la jefa
del grupo, y dirig�a siempre a las otras dos. En ocasiones me llevaban con
ellas, pero como yo era peque�o, y ellas hac�an "cosas de chicas", esto no era
muy frecuente.


Tambi�n estaban mi madre, Leonor. Durante mi infancia siempre
la vi un poco melanc�lica, pero con el tiempo aquello cambi� y pas� a ser una
mujer muy alegre y feliz. Eso s�, era un poco autoritaria, trataba con dureza al
servicio (que a su juicio dejaba bastante que desear) y esa actitud se extend�a
sobre todos los que la rode�bamos, especialmente sobre mi padre. Mi hermana
Marina ten�a 16 a�os, y se hab�a transformado en una aut�ntica belleza. Era
guapa hasta tal punto que incluso en alguna ocasi�n sorprend� a mi padre
mir�ndola con deseo, cosa que no le hab�a visto hacer con ninguna otra mujer.
Todos los hombres se volv�an para mirarla, lo que la pon�a muy nerviosa, dado su
car�cter apocado.


Pues bien, ya conocen mi particular "teatro de los sue�os",
donde crec�, donde viv�, donde aprend� a usar mi don.


Desde que me acuerdo, siempre estuve cerca de mi abuelo. A �l
le encantaba contarme historias y aunque yo no sol�a entenderlas, me gustaban
mucho. Siempre me aconsejaba sobre c�mo tratar a las mujeres, aunque yo no sab�a
por qu�. Lo que hac�a era prepararme, ense�arme para sacar partido de mi don.
Pero yo era a�n muy peque�o y �l lo sab�a. Lo �nico que intentaba era grabar en
mi subconsciente el inter�s por la mujer. Frases como: "Mira qu� culo tiene
aquella" eran el lenguaje habitual entre nosotros, aunque delante de los dem�s
se comportaba con exquisita educaci�n y yo sab�a instintivamente que aquello era
nuestro secreto, que era importante para �l, por lo que yo tampoco dec�a cosas
como esa mas que cuando est�bamos solos. Incluso en m�s de una ocasi�n se
permiti� cogerle el culo o meter la mano dentro del vestido de alguna de las
criadas cuando sab�a que yo pod�a verle, para despertar mis instintos. Y fue
precisamente as� como sucedi�, espiando a mi abuelo.


Recuerdo perfectamente aquella ma�ana de primavera. Era muy
temprano cuando despert�, y, como cada d�a desde hac�a alg�n tiempo, mi pene
estaba dur�simo dentro de mi pijama. Yo no sab�a muy bien por qu� pasaba eso,
pero me gustaba. Cuando se frotaba con la tela del pijama me produc�a una
sensaci�n muy placentera y eso me encantaba. Estuve as� un rato en la cama y
aquello no se bajaba, por lo que decid� levantarme sin m�s, antes de que alguna
criada pasara para despertarme.


Fui a lavarme al ba�o del pasillo, que era el m�s cercano. La
puerta estaba cerrada, pero se abri� de repente, y sali� mi prima Marta, vestida
con un camis�n.


Hola Marta, buenos d�as.


Buenos d�as, hoy te has levantado temprano �eh?, �a qu� se
debe es...


En ese momento se qued� callada. Yo, extra�ado, la mir� a la
cara y vi que se hab�a puesto muy colorada. Sus ojos estaban fijos en el bulto
de mi pijama y all� se quedaron durante unos segundos. Yo no sab�a por qu�, pero
el simple hecho de verla tan turbada me result� muy agradable (hoy dir�a que
excitante). Y en ese momento mir� a mi prima como un hombre mira a una mujer.
Ten�a un cuerpo magn�fico para su edad, que se adivinaba completamente desnudo
bajo su blanco camis�n, donde se marcaban dos peque�os bultitos coronando sus
pechos. Yo a�n no sab�a qu� eran, aunque mi abuelo me los hab�a mencionado
antes, pero lo cierto es que me gustaron mucho. La mir� de arriba abajo y
comprob� complacido que aquello la turbaba todav�a m�s, sobre todo cuando me
qued� mirando la oscura zona que se transparentaba a trav�s de su camis�n a la
altura de su entrepierna.


Sin saber por qu�, me acerqu� a ella y abraz�ndola le di un
beso en la mejilla.


Primita, hoy est�s m�s guapa que nunca - le dije.


Mientras la abrazaba procur� que mi bulto presionara
fuertemente contra su muslo y al ser ella algo m�s alta que yo, tuvo que
agacharse un poco para que la besara, frotando su pierna contra mi pene muy
placenteramente.


Marta, sin decir nada, se dio la vuelta y se fue corriendo
hasta su cuarto, donde se meti� dando un portazo.


All� me qued� yo, sin saber muy bien qu� hab�a pasado,
habiendo tan s�lo seguido mi instinto. La experiencia me hab�a gustado mucho,
pero me sent�a bastante insatisfecho.


Entr� al ba�o, donde me lav� y pude comprobar que con la
picha en ese estado, no se puede mear. Como quiera que no me quitaba a mi prima
de la cabeza, aquello no se bajaba, por lo que estuve all� bastante rato.
Sucedi� que cuando comenzaba a preocuparme por aquello (pensando si no me
quedar�a as� para siempre), el bulto comenz� a menguar.


Me vest� en mi cuarto, y baj� a la cocina a comer algo. Como
a�n era temprano, faltaba m�s de una hora para tener mi clase con Mrs.
Dickinson, por lo que decid� ir afuera a volar mi cometa. Sal� por la puerta de
la cocina, que daba a la parte trasera de la casa.


Estuve un rato jugando con ella, pero de pronto, un golpe de
viento la enred� en un �rbol que hab�a pegado a la pared. Yo estaba m�s que
harto de subirme all�, as� que no lo dud� un segundo y me encaram� en las ramas.
Mientras estaba desliando el cordel, mir� por una de las ventanas, la que daba
al despacho - biblioteca de mi abuelo. En ese momento Loli estaba pasando el
plumero por los estantes y yo me qued� espi�ndola. Estaba subida en una banqueta
para llegar a los m�s altos y no se dio cuenta de que yo la miraba.


Me gust� esa sensaci�n de prohibido, tampoco es que estuviera
haciendo nada malo, pero me gustaba mirarla sin que me viera. En ese momento mi
abuelo entr� en la habitaci�n y cerr� la puerta.


�Ah! Se�or, es usted, me hab�a asustado - dijo Loli.


No te preocupes Loli, sigue con lo tuyo.


De acuerdo.


Mi abuelo se sent� en su escritorio y se puso a repasar unos
papeles. Yo me iba a bajar ya cuando vi que empezaba a mirarle el culo a Loli
mientras limpiaba. Yo sab�a que all� iba a pasar algo, no s� c�mo, pero lo
sab�a, as� que me qued� muy quieto, sin mover ni un m�sculo Mi abuelo se levant�
y, sin hacer ruido, se acerc� a Loli por detr�s, se agach� un poco y meti� sus
dos manos por debajo de su falda.


Ya estamos otra vez, parece mentira, a su edad �est�se quieto
co�o!.


Vamos Loli, si te encanta.


�Que no! Mire que grito.


Mi abuelo no hac�a ni caso y segu�a abraz�ndola desde atr�s
mientras la magreaba por todos lados.


Qu� buena est�s zorra, voy a met�rtela ahora mismo.


Que nos van a pillar, d�jeme, �no tuvo bastante con lo de
anoche? Bien que lo escuch� en el cuarto de la tonta.


Nunca es bastante puta m�a, mira como es verdad.


La cogi� por la cintura y la baj� del banco, Loli se sosten�a
contra los estantes, mientras mi abuelo le agarraba las tetas y apretaba su
paquete contra su culo. Comenz� a besarle el cuello desde atr�s, mientras le iba
subiendo la falda.


Yo segu�a abrazado al �rbol, mi pene era una roca que yo
apretaba contra el tronco. Nunca me hab�a sentido igual, la cabeza me zumbaba y
no pod�a pensar en nada. Comenc� a frotarme levemente contra el �rbol, y en ese
momento se produjo un leve chasquido. Mi abuelo levant� la vista y me vio. Yo me
qued� helado, aterrorizado, pero entonces mi abuelo me sonri� y me gui�� un ojo.


Bueno, si no quieres follar, de acuerdo, pero no me puedes
dejar as�.


�C�mo?


Loli estaba muy sofocada y no parec�a entender lo que le
dec�an. Mi abuelo cogi� una silla y la coloc� frente a la ventana, de perfil, y
se sent� en ella.


De rodillas, r�pido. Ya sabes lo que tienes que hacer.


Venga vale, follemos - dijo Loli mientras se sub�a la falda.


No, ahora quiero que me la chupes.


Pero...


�Ya, co�o!


Loli puso cara de resignaci�n y se arrodill� frente a mi
abuelo. Desde mi posici�n ten�a una vista inmejorable del panorama, as� que pude
ver perfectamente c�mo Loli desabrochaba los botones del pantal�n del viejo y
extra�a su dura polla. Era bastante grande, desde luego mucho mayor que la m�a y
la punta me parec�a enorme, muy roja. Loli la agarr� con su mano y comenz� a
subirla y bajarla suavemente. Aquello parec�a gustar mucho al abuelo, pero
quer�a algo m�s, pues tras unos segundos le dijo:


�Chupa ya, puta!


Loli comenz� a lamer aquel m�stil de carne, empezando por la
base y subiendo hasta la punta. All� se deten�a dando lametones y despu�s se
met�a unos 5 cm en la boca. Mi abuelo disfrutaba como un loco, ten�a los ojos
cerrados mientras una de sus manos reposaba sobre la cabeza de la chica y
parec�a marcar el ritmo de la chupada.


S�bete la falda y fr�tate el chocho.


Loli no dud� ni un segundo, se remang� la falda sobre las
caderas y una de sus manos desapareci� entre sus piernas. Comenz� a mover la
mano cada vez m�s r�pidamente aumentando tambi�n el ritmo de la mamada. Los
gemidos de ambos llegaban perfectamente hasta m�, que estaba completamente
hipnotizado. Mi excitaci�n hab�a alcanzado l�mites insospechados, pero no sab�a
c�mo aliviarme. Me sent�a febril, un extra�o calor invad�a mi cuerpo. Jam�s me
hab�a sentido as�.


Mientras, en la habitaci�n, la escena segu�a su curso, Loli
chupaba cada vez m�s r�pido, cada vez m�s hondo. Mi abuelo farfullaba
incoherencias, hasta que, de pronto, sujet� con firmeza la cabeza de Loli,
introduciendo totalmente su polla en su garganta mientras gritaba:


�Todo, puta, tr�gatelo todo!


Loli se puso tensa, apoy� las manos en los muslos de mi
abuelo intentando separarse, pero el hombre era m�s fuerte, y la mantuvo all�
unos segundos. Por fin, la solt� y Loli se incorpor� como movida por un resorte.
Al ponerse de pi� pude ver fugazmente una mata de pelo negro, pero su falda se
desenroll� y lo tap� todo. Loli daba arcadas mientras de su boca ca�a un extra�o
l�quido blanquecino.


�Es usted un hijo de puta! Venga, ni�a, no te enfades, si en
el fondo te gusta.


No vuelva a hacerme algo as�, o le pegar� un bocado en la
polla que se le terminar�n los a�os de picos pardos en un segundo.


S�, y perder tu fuente de ingresos... Vamos, vamos preciosa,
sabes que me gustan estas cosas, adem�s la culpa ha sido tuya, por no dejarme
met�rtela.


Venga ya, si usted sab�a que s�lo estaba jugando un poco...


S�, pero hoy no ten�a ganas de jugar, sino de descargarme.


�Y yo qu�? Venga, ahora vamos contigo...


El abuelo se acerc� hacia Loli y comenz� a subirle la falda.
La bes� en el cuello y la coloc� de espaldas a la ventana. Dirigi� una mirada
hacia donde yo estaba mientras esbozaba una sonrisa. Yo, con la mente
obnubilada, no estaba pendiente de nada m�s, por lo que no vi a mi prima Andrea,
que se acercaba al �rbol.


�Qu� haces ah� subido idiota! �La Dicky te est� buscando para
tu clase!


Del susto casi me caigo del �rbol. Me aferr� fuerte y mir�
hacia abajo. Con frecuencia pienso que aquella ma�ana realmente se despert� algo
en m�. Mi don o lo que sea, pero lo cierto es que desde entonces mi percepci�n
se alter�, me fijaba en cosas en las que nunca antes hab�a reparado, cosas
relativas al sexo y a las mujeres, por supuesto. As� pues, cuando mir� a mi
prima, mis ojos se fueron directamente a sus pechos. Desde mi posici�n pod�a ver
directamente por el escote de su camisa, pues la llevaba mal abrochada. Una
nueva ola de calor recorri� mi cuerpo y mi cabeza parec�a volar.


Andrea se dio cuenta de la direcci�n de mi mirada y se
sonroj� un poco, cerrando el cuello de la camisa con una de sus manos.


Vamos, baja de una vez.


Ya voy, es que se me ha enganchado la cometa.


S�, s�, vale.


Parec�a un poco inc�moda, pues se volvi� hacia la casa y se
dirigi� a la puerta trasera. Yo, mientras bajaba, no paraba de mirar la forma en
que su trasero se bamboleaba bajo su falda. Hasta tal punto me despist�, que me
ca� de culo al llegar al suelo y se parti� el cordel de la cometa, que segu�a
enganchado.


A�n estaba aturdido, sab�a que ten�a que ir a clase, pero
s�lo pod�a pensar en lo que deb�a de estar pasando en el despacho del abuelo.
Quer�a volver a subir, pero entonces se asom� mi madre:


Vamos, ni�o, que ya vas tarde.


Pero mam�, es que...


�Ahora!


Mi madre no admit�a r�plicas, as� que fui hacia la puerta de
la cocina, procurando llevar siempre la cometa por delante para que no se viera
la tienda de campa�a. Atraves� la cocina como una exhalaci�n y sub� al segundo
piso.


El dormitorio de Mrs. Dickinson era bastante grande y ten�a
una salita anexa que hac�a las veces de aula. All� hab�a una mesa camilla, con
un mantel muy amplio que llegaba hasta el suelo, donde nos sent�bamos para dar
clase mientras Mrs. Dickinson daba las lecciones en un peque�o encerado. En
invierno, coloc�bamos all� un brasero. Dicky (como la llam�bamos en secreto) nos
daba clases por turno, primero un par de horas conmigo (que era el m�s peque�o)
y despu�s con las chicas, a las que adem�s de darles una formaci�n acad�mica,
les ense�aba ciertas labores, costura y esas cosas. En esas clases tambi�n
participaban mi madre y mi t�a, e incluso en alguna ocasi�n, una o dos de las
doncellas, espacialmente Brigitte.


Buenos d�as Mrs. Dickinson.


Llegas tarde, Oscar. �Ad�nde vas con esa cometa? Perdone - le
dije mientras me sentaba con cuidado, dejando la cometa en el suelo.


Comencemos.


No recuerdo de qu� iba la clase. No recuerdo nada. Mi mente
funcionaba cien veces m�s r�pido de lo normal, s�lo pod�a pensar en lo que
estar�a pasando en ese cuarto y en lo que hab�a visto. Por mi mente pasaban
im�genes como rel�mpagos, Loli desnuda, mi prima en camis�n, el escote de
Andrea... las tetas de Mrs. Dickinson... �las tetas de Mrs. Dickinson? de
repente volv� a la realidad y frente a mis ojos estaba el majestuoso pecho de
Dicky, me estaba hablando, pero yo no la o�a...


Oscar, querido, �est�s bien?. Est�s muy colorado. �Tienes
fiebre?


Mientras dec�a esto se inclin� sobre m�, poniendo su mano en
mi frente.


Dios m�o, s� que tienes fiebre, espera, avisar� a tu madre.


Si no se llega a marchar en ese momento, sin duda me abr�a
abalanzado sobre ella, aferr�ndome a aquellas dos ubres como una garrapata. En
eso lleg� mi madre junto con Dicky. Me preguntaron si estaba bien y yo acert� a
balbucear que estaba cansado, que no hab�a dormido bien. Entre las dos me
llevaron a mi cuarto y mi madre se qued� conmigo.


Vamos, cari�o, ponte el pijama y m�tete en la cama, que ahora
te traigo un poco de caldo.


Yo no me mov�a, si me desnudaba iba a ver mi polla como un
le�o. Mi madre se impacientaba.


Venga, tendr� que hacerlo yo misma.


Se arrodill� ante m� y comenz� a quitarme el pantal�n. La
situaci�n era delicada, pero yo s�lo atinaba a mirar por los botones
desabrochados de su camisa, viendo la delicada curva de un seno cubierto por un
fino sost�n de encaje. Desde luego, aquello no contribu�a a bajar mi calentura.


En ese momento me baj� el pantal�n, mi pene se escap� del
calzoncillo y casi se la meto en un ojo a mi madre. Ella se qued� helada, sin
hablar. Yo me quer�a morir. No sab�a qu� hacer. Entonces ella, ante mi sorpresa,
estir� mi calzoncillo con una mano mientras con la otra agarraba mi polla y la
volv�a a guardar en su sitio. Despu�s y como si nada hubiese pasado, continu�
poni�ndome el pijama, me meti� en la cama y me dio un beso en la mejilla.


Descansa, cari�o, luego vendr� a verte.


En ese momento me di cuenta de que un fino rubor te��a sus
mejillas, y eso me excit� a�n m�s. Mi madre se incorpor� y se march�. Yo
permanec� en la cama, mirando al techo. El calor desbordaba mi cuerpo, �mujeres,
mujeres!, no pod�a pensar en otra cosa, mi abuelo, Loli, Andrea, era una
obsesi�n. Casi sin darme cuenta, met� mis manos bajo las s�banas, y me aferr�
fuertemente el miembro. Aquella presi�n me gustaba, as� que comenc� a darme
estrujones, lo que resultaba placentero, pero un poco doloroso.


No s� cuanto rato estuve as�, pero de pronto vi a mi hermana
junto a mi cama con un taz�n humeante en las manos.


�C�mo est�s? Mejor, Marina.


Aparentemente no hab�a notado nada extra�o.


�D�nde te dejo esto? Dice mam� que te lo tomes todo.


�Podr�as d�rmelo t�?


No s� por qu� dije eso, ella me mir�, sonri� un poco y dijo:


Sigues igual que un beb� �eh?


Si ella supiera...


Por favor...


Bueeeno...


Se sent� en el lado derecho de la cama, justo a mi vera. Yo
me incorpor� un poco y me arrop� hasta el cuello. As� mientras con una mano
sujetaba las s�banas, la otra empu�aba mi b�lano bien tieso.


Abre la boca, aahh...


Ella abr�a la boca, como para demostrarme c�mo hacerlo y
hasta eso me resultaba excitante. Yo la miraba disimuladamente, sus ojos, su
pelo, su cuello, sus pechos y mientras, me iba dando apretones en la polla.
Estaba a mil, mi hermana me ten�a cachond�simo. Ella, inocentemente, me daba la
sopa y yo pensando en c�mo ser�a que ella me hiciera lo que la Loli al abuelo.
En esas est�bamos cuando me envalenton�. Poco a poco encog� mi pierna derecha,
hasta que mi rodilla qued� apoyada en su culo. No hab�a contacto real, hab�a
s�banas, colcha, ropa, pero a m� me daba igual, casi me desmayo. Cerr� los ojos
y creo que me mare�. Sea como fuere, deb� de poner una cara muy rara, porque mi
hermana, pareci� asustarse y se incorpor�, inclin�ndose sobre m�.


�Est�s bien? S�, s�, es que me he quemado.


Al incorporase, me sobresalt� y saqu� la mano de mi pijama,
dej�ndola sobre el colch�n. Mi hermana fue a sentarse otra vez y yo,
instintivamente, mov� la mano de forma que su culo aterriz� justo sobre ella.
S�lo la colcha separaba mi mano de la gloria. Me iba a morir, me agarr� la polla
tan fuerte con la izquierda, que me doli�.


Yo esperaba que ella dijese algo, que me gritara, pero no lo
hizo. Sigui� d�ndome sopa mientras hablaba de banalidades. Era raro que mi
hermana hablara tanto y fue entonces cuando pens� que quiz�s le gustara un poco
aquello, o quiz�s no se hubiese dado cuenta. Lo que hice fue apretarle el culo
con la mano. Ella se puso muy roja, pero sigui� con la sopa; ya no hablaba,
estaba muy callada, as� que yo comenc� a magrearle el culo. Es cierto que hab�a
una colcha de por medio, pero fue incre�ble. Las manos de un hombre son
alucinantes, estaba bastante seguro de cuando tocaba una parte cubierta por las
bragas y cuando era carne libre. Curiosamente, en vez de estallarme la cabeza
por la excitaci�n, se apoder� de m� una extra�a calma. "Le est� gustando" me
dije, "mi hermana tambi�n es una zorra como Loli".


A pesar de todo, no me atrev�a a hacer nada m�s; le dec�a
"ch�pamela zorra" como el abuelo, le cog�a una teta, o qu�. Afortunadamente mi
instinto me dijo que de momento era mejor dejar las cosas as�, por lo que
continu� sob�ndola con delicadeza, hasta que se acab� la sopa. Pas� un momento
cr�tico cuando vi sus pezones marcados en su jersey, estuve a punto de lanzarme
sobre ella, pero me control�. Ella se levant�, recogi� el taz�n y se march� como
si nada hubiese pasado. S�lo el rubor de sus mejillas y los bultitos de su
jersey demostraban lo que ella experimentaba (y la humedad entre sus piernas
supongo). Mientras sal�a le dije:


Marina, ven tambi�n a darme la cena - mientras esbozaba una
sonrisa p�cara. Ella me mir� con los ojos echando chispas y sali� dando un
portazo.


All� me qued�, caliente como un horno, pero, curiosamente,
algo m�s calmado, como si supiera que lo bueno en mi vida estaba por llegar, que
aquello s�lo era el principio. Trat� de dormir un rato, pero no lo consegu�. No
hac�a m�s que dar vueltas en la cama y pensar. Quer�a levantarme e ir a hablar
con el abuelo, seguro que �l me entender�a, pero mi madre no lo permitir�a de
ninguna manera. De pronto, y como respuesta a mis plegarias, se abri� la puerta
y mi abuelo se asom�:


Oscar, �est�s despierto? S�, abuelo, pasa por favor.


Espera un segundo.


Volvi� a salir y regres� enseguida con una silla del pasillo.
La coloc� junto a mi cama y se sent�. Me puso una mano en la frente.


No se te pasa la calentura �eh? Je, je - dijo con una sonrisa
de oreja a oreja.


........


Vamos, chico, que te he visto en el �rbol. �Te gust� el
espect�culo? Lo hice en tu honor. L�stima que te perdiste el final.


S�.


�Ves?, as� me gusta. �Qu� te pareci�?


En ese momento decid� confesarme, si alguien pod�a explicarme
lo que me pasaba, �se era el abuelo.


Fue incre�ble, jam�s me hab�a sentido as�. �ltimamente he
sentido cosas raras, pero nunca como hoy.


Ya lo supongo, en serio, �no me hab�as visto otras veces? No,
abuelo, de verdad, bueno, escucho tus historias y eso, pero nunca me pude
imaginar algo as�.


No son historias hijo, son lecciones, y te aseguro que a
partir de ahora las entender�s mucho mejor.


Abuelo, �puedo preguntarte algo? Lo que quieras.


�Qu� puedo hacer con esto?


Baj� las s�banas y dej� a la vista el bulto en mi pijama.


Vaya, veo que est�s hecho todo un hombre. Gracias.


A ver, ens��amela.


Sin dudar ni un segundo me baj� el pijama.


Est� muy bien para tu edad. �la usas mucho? �C�mo? Que si te
la meneas mucho, es normal aliviarse.


No s� de qu� hablas.


Chico, no me digas que llevas as� desde que me viste esta
ma�ana.


Y desde antes.


�En serio? S�, me despert� as�, �ltimamente me pasa mucho,
pero se baja sola al rato, pero hoy con todo lo que ha pasado...


Ya, Loli est� muy buena �eh? S�, y las dem�s tambi�n �Las
dem�s? S�.


Me decid� a cont�rselo todo, desde que me despert� hasta ese
momento. Lo �nico que no le dije fue lo del culo de Marina, porque no sab�a c�mo
iba a reaccionar, pues una cosa es mirarle las tetas a tu prima o que se te
salga el pito del pantal�n y otra magrear a tu propia hermana. Mi abuelo se
part�a de risa:


�Y tu madre qu� hizo? Guard�rmela otra vez.


�Qu� bueno! Casi puedo ver su cara, con lo que le gustan
las...


�C�mo? No nada, nada.


Se me qued� mirando fijamente y me dijo:


No sabes lo orgulloso que estoy de ti.


�Por qu� abuelo? Porque veo que te gustan mucho las mujeres,
tanto como a m�. Afortunadamente no has salido a tu padre.


�Mi padre? S�, hijo, tu padre. Mira Oscar, los varones de
esta familia tenemos un don, yo lo llamo la herencia de Casanova.


�Casanova? S�, el gran amante. �Y qu� tiene que ver con
nosotros? Nada, pero las mujeres se rinden a nuestros pies, como lo hac�an con
�l. Es un don del cielo, y ni se te ocurra desperdiciarlo.


�Desperdiciarlo? S�, como hace tu padre. Si quisiera podr�a
tirarse a todas las mujeres del pa�s, y sin embargo no se atreve ni con tu
madre.


�Qu�? Bah, olv�dalo, eso no es asunto tuyo. Volvamos a lo de
antes, as� que te gustan mucho las mujeres �eh, brib�n? S�.


�Has visto alguna desnuda? S�lo hoy, un poco a Loli.


Eso hay que solucionarlo, espera.


Se levant� y sali� del cuarto. Mi pene lat�a de expectaci�n,
�qu� ir�a a hacer? Unos minutos despu�s el abuelo regres�.


Escucha bien hijo. Las mujeres son la m�s sublime obra de
Dios, son las que aut�nticamente dirigen el mundo, porque tienen el poder de
doblegar a los hombres a su voluntad, usarlos y manipularlos. Por una mujer
hermosa, los hombres son capaces de cometer cualquier locura, el patriota
traicionar� a su pa�s, el marido fiel olvidar� a su esposa, el hijo se
enfrentar� al padre. No hay nada en el mundo como las hembras.


Ya veo.


No, a�n no lo ves, pero lo ver�s cuando seas mayor, m�s
maduro. Lo �nico que quiero que entiendas es esto, cuidado con las mujeres,
�malas, �salas, f�llalas, pero s�lo en la medida en que ellas te amen, usen y
follen a ti. Jam�s las desprecies o subestimes. Si atiendes a esta simple regla,
disfrutar�s como ning�n otro mortal, porque nosotros s� sabemos c�mo tratar a
las mujeres, pues nuestro don es justo eso. Sabemos si a una le gusta dominar u
obedecer, ser amada o maltratada, tratada con delicadeza o con dureza. Parece
una tonter�a, pero as� conseguir�s ser el m�s poderoso entre los hombres, pues
las mujeres siempre te querr�n.


Creo que lo entiendo abuelo.


S�, ya s� que eres muy listo. Bueno, tras este peque�o
discurso que hace tiempo ten�a preparado (Dios sabe las ganas que ten�a de
usarlo), vamos a comenzar tu adiestramiento.


�Adiestramiento? S�. Ver�s, a lo largo de tu vida aprender�s
muchas cosas sobre las mujeres, m�s que cualquier otro hombre, pero eso no quita
que yo pueda darte un peque�o empuj�n.


Se acerc� a la puerta y dijo:


Pasa.


All� estaba Loli. Con el rostro muy colorado y una expresi�n
de azoramiento que yo jam�s le hab�a visto.


�Est� usted seguro? Vamos, pasa, ni�a. Tranquila, que nadie
se va a enterar de esto.


Pero...


Tranquila te digo, adem�s s�lo vamos a ense�arle c�mo es una
mujer. Ya te he dicho que te pagar� bien.


S� Loli, por favor - dije mientras me incorporaba en la cama.


�Eso es por m�? - dijo ella mientras echaba una mirada
apreciativa al bulto de mi pijama y sonre�a p�caramente.


S�, Loli, s�lo por ti - le dije mientras los ojos del abuelo
brillaban.


Bueno, si es as�...


Vamos, desn�date - dijo el abuelo mientras cerraba el
pestillo de la puerta.


Loli suspir� y comenz� a quitarse la ropa, la falda, el
refajo, el corpi�o, fueron cayendo al suelo en un confuso mont�n. Yo no pod�a
quitarle los ojos de encima, cada pedazo de carne que iba mostr�ndose a mis ojos
era como un pinchazo en mi miembro. Casi sin darme cuenta, me lo saqu� del
pantal�n y empec� a apretarlo.


Joder con el ni�o - dijo la zorra - Va a arranc�rsela.


Para eso estamos aqu�, para que aprenda - dijo mi abuelo.


Cari�o, no te hagas eso, d�jame a m�.


No, espera, vayamos por partes - dijo el abuelo.


En ese momento lo hubiera matado, le ech� una mirada
llameante mientras �l sonre�a divertido.


Para aprender hay que sacrificarse, hijo. Y t� termina de
desvestirte.


Loli, a�n cubierta por la combinaci�n, puso cara de
circunstancias, se sent� en la silla y comenz� a bajarse las medias. Me mir� a
los ojos, y al darse cuenta de que amenazaban con salirse de las �rbitas decidi�
divertirse a mi costa. As� pues, comenz� a quit�rselas muy despacio, deshaciendo
los nudos de las medias poco a poco, mientras se acariciaba las piernas con las
manos. Cruzaba y descruzaba las piernas con deleite, frot�ndolas entre s�,
impidi�ndome ver ese m�gico tri�ngulo que mis ojos pugnaban por ver. Sus manos
recorr�an sus muslos, sub�an por sus caderas, sus costados, sus brazos, su
cuello y luego descend�an describiendo la curva de sus pechos...


Ya no pude m�s, sent� como una electricidad por el cuerpo,
experiment� una especie de espasmos en la ingle, jam�s me hab�a pasado algo as�.
Y me corr�. De mi pito surgi� un l�quido blancuzco, semitransparente, como si de
un surtidor se tratara. Pero no brotaba simplemente, sal�a disparado. No s� por
qu�, pero me la agarr� fuertemente y apunt� hacia Loli, de forma que varios
pegotes de l�quido fueron a caer en su regazo, e incluso uno alcanz� de lleno su
cara. Supongo que lo hice como castigo por haberme torturado.


�Qu� co�o haces cabr�n? - grit� mientras se incorporaba.


Shiisst. Calla, que te van a o�r - sise� mi abuelo.


�Me importa una mierda! Mira, zorra, o te callas o te despido
ahora mismo. Adem�s ha sido culpa tuya, ya hab�as visto c�mo estaba el chico y
has tenido que montar el numerito.


........


De pronto llamaron a la puerta, era mi t�a Laura.


�Qu� pasa ah� dentro? Nada Laura, estoy cont�ndole batallitas
a Oscar, no te preocupes - dijo mi abuelo mientras hac�a gestos a Loli para que
se metiera bajo la cama, cosa que la chica hizo sin dudar.


�Por qu� est� esto cerrado? - dijo mi t�a mientras giraba el
picaporte.


Tranquila, ya te abro.


Mi t�a entr� en la habitaci�n. Yo me hab�a vuelto a arropar y
la miraba con cara de ser el m�s bueno del mundo.


Ay, Dios, qu� estar�is tramando los dos.


�Quieres quedarte? No, gracias, pap�, que tus cuentos ya me
los conozco. Y t� no te creas nada de lo que te diga �eh? No t�a.


As� me gusta. �Ah!, no hag�is tanto ruido que los dem�s est�n
durmiendo la siesta.


Vale.


Mi t�a se dispon�a a salir, cuando sus ojos se quedaron fijos
en el mont�n de ropa que hab�a en el suelo. �La muy zorra no hab�a recogido la
ropa antes de esconderse! Laura mir� fijamente a mi abuelo y despu�s a m�.


�Pasa algo cari�o? - pregunt� mi abuelo.


No, nada.


Y se march�. Yo estaba nervioso, �se habr�a dado cuenta?. Mi
abuelo, en cambio, como si nada, cerr� el pestillo de nuevo.


Vamos Loli, sal. Anda que no eres tonta ni nada.


Lo siento, pero es que el enano este se me ha corrido encima.


Ya y resulta que eso ahora no te gusta.


Bueno, pero es que no me lo esperaba.


�Y lo de dejar la ropa en el suelo? Perd�n.


Pues mi hija se ha dado cuenta, �y ahora qu� hago? ......


Parec�a compungida de verdad, sac� un pa�uelo de entre sus
ropas y se limpi� la cara, me dio hasta l�stima.


Bueno, abuelo, da igual - dije.


S�, ya s� que t� lo que quieres es que sigamos �eh? S� claro.


Loli me dirigi� una mirada de agradecimiento, y sin tener que
decirle nada, desliz� los tirantes de su combinaci�n por los hombros, de forma
que �sta cay� al suelo. Me qued� alucinado, bajo la combinaci�n no llevaba nada.
Luego supe que sol�a hacerlo por petici�n expresa de mi abuelo, que quer�a
tenerla siempre accesible.


Era preciosa, delgada, sus caderas eran un poco anchas, pero
qu� importaba. Su piel era blanca, delicada, hermosa, impropia de una chica de
pueblo. Sus pechos eran grandes, firmes, las areolas rosadas estaban culminadas
por dos pezones gruesos, bien marcados, apetecibles y completamente excitados.
Sus piernas eran largas, exquisitas, las rodillas afeaban un poco el conjunto,
pues estaban un poco marcadas, supongo que de tanto arrodillarse para fregar
suelos y chupar cosas, pero sus muslos eran perfectos. Entre sus piernas
destacaba una mata de pelo negr�simo como el azabache, misterioso, tentador.
Durante la ma�ana hab�a tenido una visi�n fugaz de esa maravilla y ahora lo
ten�a ante m�, hermoso, sublime. �C�mo pod�a mi padre ignorar tanta belleza? Ese
pensamiento penetr� por sorpresa en mi mente, y creo que durante un segundo
llegu� incluso a odiar un poco a mi padre, as� estaba de alucinado. Sin darme
cuenta me hab�a puesto de rodillas sobre la cama, por lo que las s�banas cayeron
y mi pene volvi� a surgir majestuoso. Ni me hab�a dado cuenta de que volv�a a
estar duro. S�lo ten�a ojos para Loli.


Ella dirigi� su mirada a mi miembro, y con placer not� que se
ruborizaba un poco.


Vaya, parece que te gusto �eh? Eres preciosa.


Gracias.


Sus manos se deslizaron hasta su nuca, deshaciendo el mo�o
que recog�a su cabello. �ste cay� en bucles lujuriosos sobre su espalda. Ten�a
un pelo precioso. Dio una vuelta sobre s� misma mientras dec�a:


�En serio te gusto? Eres la mujer m�s hermosa que he visto en
mi vida.


Loli se ri� como una ni�a, se acerc� a la cama y puso una
rodilla sobre ella, e inclin�ndose sobre m�, me dio un ligero beso en los
labios.


Gracias, eres maravilloso.


Si yo era maravilloso, �qu� palabra podr�a usar entonces para
describir lo que sent� al ver c�mo sus pechos colgaban cuando se inclin�?
Aquello era demasiado. Mi abuelo nos interrumpi�.


Vamos, chico, levanta de ah�, y t�, t�mbate en la cama.


Ambos obedecimos sin rechistar. Loli se tumb� sobre las
s�banas y curiosamente, se tap� el pecho con un brazo y el co�o con la otra
mano, como si de pronto todo aquello le diese verg�enza. �Manda huevos!


Mi abuelo se inclin� y con delicadeza puso los brazos de Loli
junto a sus costados mientras le daba un beso en la frente.


Tranquila mi ni�a, lo que ha dicho es verdad.


Loli sonre�a como una ni�a. Yo, en cambio, ten�a pensamientos
muy poco infantiles. Hab�a decidido dejar mi picha por fuera del pantal�n,
porque me gustaba mucho ver c�mo Loli desviaba de vez en cuando los ojos hacia
ella, me hac�a sentir mayor, no s�.


Bueno, Oscar, aqu� tienes uno de los m�s bellos ejemplares de
mujer que podr�s encontrar. A lo largo de tu vida ver�s otras y aunque todas se
parecen en lo f�sico, cada una de ellas es en realidad todo un mundo que
explorar.


Mi abuelo pas� a explicarme los pormenores del cuerpo
femenino, usando como modelo la maravilla que hab�a en mi cama, de la misma
forma que Dicky usaba el mapamundi para explicarme geograf�a, s�lo que esta
materia me gustaba (y me gusta) infinitamente m�s. Me habl� de los pechos, los
pezones, los muslos, el monte de Venus (me encant� esa expresi�n)...


...La mujer est� compuesta de infinidad de zonas er�genas, y
hay que saber cuales son las que le gustan m�s a cada una. Por ejemplo, a Loli
le encanta que le besen y acaricien el cuello �verdad? .........


Abuelo, �y c�mo se sabe eso? Lo sabr�s, tranquilo, probando y
aprendiendo. La experiencia es un grado.


Genial.


Pero hay una zona que a todas les encanta.


�Cu�l? El co�o, a�n no he encontrado una mujer a la que no le
guste que le estimulen el chocho.


�C�mo? Con cualquier cosa, un dedo, una mano, lo que se te
ocurra. A veces he usado incluso un palo o un pepino. Pero lo mejor, lo m�s
satisfactorio, es hacerlo con los labios y con la lengua.


�Con la boca? S�, es muy placentero, tanto para la mujer como
para el hombre.


�En serio?


Mi abuelo se acerc� a mi o�do y me dijo:


Recuerda lo de esta ma�ana.


......


Sigui� habl�ndome durante una hora al menos, de las mujeres,
del sexo, de c�mo saber si una mujer est� excitada mir�ndola a los ojos, o
mediante las se�ales externas, dureza de los pezones, hinchaz�n de los labios
vaginales, humedad entre las piernas, me explic� lo que era el cl�toris. Fue as�
como me di cuenta de que Loli estaba terriblemente excitada.


�Ves?, eso es el cl�toris.


Abuelo...


�S�? Ya no puedo m�s.


Pues ver�s ahora. Ven.


Me llev� hasta los pies de la cama e hizo que Loli se abriera
bien de piernas.


Ahora vas a saber a qu� sabe un co�o.


Me hizo colocarme entre las piernas de Loli. Pude sentir la
fragancia que de all� surg�a, era el mismo olor que hab�a en la habitaci�n, pero
mucho m�s fuerte. No hay nada en el mundo como el aroma de mujer.


Torpemente, acerqu� una de mis manos hacia la espesa mata de
la chica, fue tocarla y un estremecedor espasmo recorri� su cuerpo y pareci�
contagiarse a mi pene. Era incre�ble, por la ma�ana yo era s�lo un ni�o, y por
la tarde estaba entre las piernas de una hermosa mujer.


Acerqu� mi cara y aspir� profundamente. Ten�a el pito tan
duro que hasta me dol�a. Mir� detenidamente el co�o que ante m� se abr�a, era
maravilloso, los labios, sonrosados, se mostraban entreabiertos, dejando
adivinar el oscuro hueco que ocultaban. Los acarici� con la punta de mis dedos y
poco a poco introduje uno entre ellos.


Aahhhh. Dioosss.


�Te gusta? L�melo, le gustar� mucho m�s - dijo mi abuelo.


Sin pens�rmelo m�s, pos� mis labios sobre el co�o, estaba muy
caliente. Record� lo que hab�a visto por la ma�ana, as� que comenc� a recorrerlo
de arriba abajo con la lengua.


Aahhhhhh - gem�a Loli.


Me concentr� en seguir las instrucciones del abuelo, le
separaba los labios con los dedos y met�a mi lengua en su interior, movi�ndola
hacia los lados. Chupaba y tragaba los flujos que de all� brotaban. Sub�a y
lam�a el cl�toris, d�ndole delicados mordisquitos, lo que parec�a volver loca a
Loli.


Oooohhh. As�, as�...


En estas est�bamos cuando mi abuelo me separ� de aquel volc�n
y me dijo con voz queda:


As� es una mujer excitada.


Mir� a Loli, estaba como pose�da. Se estrujaba los pechos con
las manos, se tironeaba de los pezones, se acariciaba el cuerpo, la cara, el
cuello, se met�a un dedo en la boca y lo chupaba. Estaba ardiendo.


Una mujer es este estado har� cualquier cosa que le pidas.
Recu�rdalo.


Yo asent� con la cabeza y volv� a sumergirme en las entra�as
de Loli.


As�, cabr�n, no pares, no pares m�aaaaas...


De pronto el cuerpo de Loli se tens�. Su co�o pareci�
contraerse, se puso a�n m�s caliente.


Me corro, me corrooo...


Yo segu�a pegado a ella como una ventosa. Cada vez sal�a m�s
l�quido del aquel glorioso chocho y yo intentaba chuparlo todo.


S�iiiii.


Loli alzaba la voz cada vez m�s, as� que mi abuelo se sent�
junto a ella y la bes�. Alc� los ojos, y desde mi posici�n, mirando a trav�s de
las tetas de Loli, vi c�mo la muy zorra mord�a los labios de mi abuelo.


Por fin Loli se relaj�, pareci� apoderarse de ella una
extra�a laxitud.


�Ves? As� es como se corre una mujer.


Incre�ble, abuelo - dije mientras miraba hacia abajo y ve�a
mi polla a punto de estallar.


Tranquilo, Oscar. D�jala reposar unos instantes y enseguida
se ocupar� de ti.


Eso espero, abuelo. Empieza a dolerme.


Lo s� hijo, lo s�. Ver�s, te he torturado un poco a posta.


�Por qu�? Para que no olvides esto jam�s. Lo incre�bles que
son las mujeres.


No lo olvidar�.


Estoy seguro - dijo mi abuelo mientras me revolv�a el pelo
cari�osamente.


Abuelo, �las mujeres se quedan siempre as� tras correrse? No,
hijo. Ver�s, la situaci�n hoy era muy er�tica y eso incide en la excitaci�n de
la persona, eso s� lo sabes �verdad? Vaya que s�.


Pues eso, el orgasmo es una experiencia muy intensa y en �l
inciden muchas cosas, el placer f�sico, la excitaci�n, los sentimientos...


Comprendo - dije, aunque en realidad no lo entend�a del todo,
s�lo pod�a pensar en los latidos que sent�a en la punta del cipote.


Abuelo...


S�, tranquilo. Loli, hija...


�Ummmm? Mi nieto necesita que lo alivies.


�Ummmm? �Levanta ya, co�o!


Loli se desperez�, estir�ndose sobre la cama, se puso boca
abajo, y se incorpor� coloc�ndose a cuatro patas sobre el colch�n. Parec�a una
gatita satisfecha.


Si�ntate aqu� nene - me dijo dando palmaditas sobre el
colch�n - que mami va a mostrarte lo agradecida que est�.


Ni que decir tiene que no tard� ni un segundo en tumbarme
all�, con la polla como un le�o. La calentura hac�a que mi pene tuviera peque�os
espasmos, parec�a estar vivo.


Loli mir� inquisitivamente a mi abuelo y �l dijo:


Con la mano.


Loli se apoder� de mi pene y comenz� a subir y bajar la mano
a lo largo del m�stil muy lentamente. Cre� que me mor�a, cerr� los ojos y me
dediqu� a disfrutar; qu� sensaci�n tan fant�stica, desde entonces me han hecho
muchas pajas, pero sin duda aquella fue una de las mejores. Loli sab�a lo que
hac�a. Poco a poco incrementaba el ritmo, lo que me pon�a a cien, pero
m�gicamente parec�a saber cuando estaba a punto de correrme, deteniendo entonces
su mano, me soltaba la polla, recorri�ndola en toda su longitud con uno de sus
dedos, desde la punta a la base de los huevos, donde daba un ligero apret�n que
parec�a tener la virtud de calmarme. Entonces volv�a a masturbarme, pero m�s
lentamente que antes, era enloquecedor.


Escuch� un gemido y abr� los ojos. Vi que Loli ten�a los
suyos cerrados y que su otra mano se perd�a entre sus muslos.


Ac�rcate m�s - le dije.


Ella abri� los ojos y me dirigi� una mirada de entendimiento.
Se acerc� a m� y se sent� a mi lado. Volvi� a empu�ar mi pene y comenz� de nuevo
a masturbarme, pero esta vez fue mi mano la que se perdi� entre sus piernas.
Aquello parec�a un charco, estaba empapada. Comenc� a mover mi mano all� dentro,
a tocar, a palpar, a meter y mientras, ella daba bufidos, gemidos, desde luego
aquello le gustaba. Yo deseaba que se corriera, pero ella parec�a querer que yo
lo hiciera antes, por lo que increment� el ritmo de su mano. No s� por qu�, pero
no quer�a correrme antes, por lo que intent� retrasar mi propio orgasmo,
concentr�ndome en ella, quer�a "ganar" esa carrera. Y lo logr�, simplemente tuve
que buscar su cl�toris con mis dedos y apretarlo un poco.


Aaaaahhhhh. Diosssss.


Loli apret� sus piernas, atrapando mi mano y se derrumb�
sobre mi pecho, dejando de masturbarme. Mi polla se quejaba pero yo no pod�a
evitar un sentimiento de triunfo. Loli me mir� a los ojos y vi que los suyos
estaban vidriosos, llorosos.


Acaba con la boca por favor, como al abuelo - le dije.


Loli s�lo atin� a asentir con la cabeza. Se desliz�
lentamente sobre el colch�n y su cara qued� a la altura de mi polla. No la
chup�, ni la lami�, se la meti� directamente hasta el fondo y su lengua, sus
labios, su boca, su garganta parecieron apretar simult�neamente sobre mi
torturado pene. No aguant� m�s. Si la corrida de antes hab�a sido bestial, �sta
la super� con creces.


Dioss, Diosss, Loli, joder...


No atinaba ni a balbucear, me incorpor� como si me hubiesen
dado una descarga y s�lo acert� a sujetar la cabeza de Loli con mis manos y
apretarla contra mi ingle, aunque ella no parec�a tener ninguna intenci�n de
separarse de m�. Yo notaba c�mo ella iba tragando lo que de mi polla surg�a y
ese mismo efecto de succi�n acentuaba el placer. Finalmente el orgasmo termin�
con unos leves espasmos que recorrieron mi cuerpo. Me dej� caer hacia atr�s,
rendido, pero ella permaneci� a�n con mi polla en la boca durante un rato, hasta
que empez� a decrecer.


Finalmente, fue sac�ndola de su garganta, pero lentamente,
recorriendo con sus labios toda la longitud de mi miembro que empezaba a perder
su dureza, como si quisiera limpiarla por completo. Se incorpor�, quedando
sentada y con las manos apoyadas en el colch�n. La mir� fijamente y es una
imagen que jam�s olvidar�, su piel, empapada de sudor, sus ojos, negros como la
noche y con un extra�o brillo en el fondo, sus pechos, redondos y perfectos, su
vagina, a�n entreabierta y brillante por los flujos, pero lo que me mat�, lo que
m�s me excit�, fue esa gota de l�quido blanco que asomaba por la comisura de sus
labios y el instante en que su lengua recorri� esos labios relami�ndose, como si
en vez de haberse tragado mi esperma hubiese sido un simple vaso de leche.


Todo esto me excit�, pero de momento mi pene no reaccionaba.


Loli, v�stete, ya est� bien por hoy - dijo mi abuelo.


Ella me mir� a mi abuelo y sin decir palabra se levant� y
comenz� a vestirse. Yo no pod�a apartar los ojos de ella. Quer�a m�s.


�Qu� te ha parecido? - dijo mi abuelo.


Fant�stica - le respond�. Loli me dirigi� una mirada
c�mplice.


Bien, bien.


Nadie a�adi� nada, �ramos dos hombres mirando c�mo una mujer
se vest�a. Loli termin� y se sent� en la cama para ponerse los zapatos. Tras
hacerlo se acerc� a m� y me bes� en la boca. Yo respond� al beso y not� c�mo su
lengua se introduc�a entre mis labios y se enroscaba con la m�a. Estuvimos un
segundo as� y de pronto acab�.


Loli se fue hacia la puerta, pero antes de salir se volvi�
hacia m� y me sonri�. Mi abuelo cerr� la puerta tras ella. All� estaba yo,
saboreando a Loli, pero tambi�n mi propio sabor, y no me desagrad�, supongo que
es verdad que los hombres no nos la chupamos porque no llegamos.


Hay otra cosa que debes saber- dijo mi abuelo.


�El qu�? Como habr�s observado Loli segu�a cachonda tras
vuestro encuentro.


�Toma, y yo! S�, pero �a que tu pito no est� en pi� de
guerra? No, es verdad.


Ver�s hijo, los hombres nos excitamos m�s f�cilmente que las
mujeres, pero tambi�n mermamos nuestro vigor antes. Es decir los t�os nos
ponemos a punto enseguida, pero excitar a una mujer requiere tiempo y
dedicaci�n. Adem�s, tras el orgasmo, el hombre se viene un poco abajo, pero la
mujer sigue dispuesta �me sigues? Creo que s�.


Hoy lo has hecho muy bien, preocup�ndote tanto de su placer
como del tuyo. No hay peor amante que aquel que se dedica a satisfacer sus
apetitos dejando a su pareja insatisfecha.


Comprendo.


Bien.


Abuelo.


�S�? �Por qu� has hecho que Loli se fuera? Porque quer�as
foll�rtela.


S� �y qu�? Mira Oscar, yo te he ayudado hoy, y siempre estar�
ah� para darte consejo de lo que quieras, pero no es bueno que yo te haga todo
el trabajo. Tienes un don, y debes aprender a desarrollarlo por ti mismo.
Adem�s, no quiero que te enco�es demasiado con Loli, a tu edad es peligroso.


�C�mo? Sup�n que te la hubieras tirado, podr�as ver en ella a
la mujer perfecta, que te da todo lo que deseas. Loli es muy experta en estos
temas y podr�a llegar a sorberte el seso.


�Y qu�? Pues que tienes todo un mundo que explorar, en esta
misma casa hay un mont�n de mujeres, debes probar un poco de cada cosa para
disfrutar plenamente tu vida, no dedicarte a una sola. Ser�a un desperdicio.


Ya.


Pues eso. Sin duda acabar�s foll�ndote a Loli, tranquilo,
pero hay muchas m�s.


De acuerdo.


Otra cosa.


Dime.


A�n eres muy joven, te queda mucho por aprender sobre tu don
y sobre c�mo seducir a una mujer.


Claro.


Pues eso, habr� ocasiones en que est�s muy caliente y no
tengas una mujer para aliviarte.


Ya, hoy por ejemplo.


Exacto. Pues cuando pase eso o simplemente cuando te
apetezca, hazte una paja.


�C�mo ha hecho Loli? Eso es, puedes hacerlo t� solo. Al final
te corres igual; no es tan bueno como con una mujer, pero alivia.


Entiendo.


Y no hagas caso de las habladur�as de viejas que dicen que te
quedas ciego y otras gilipolleces. Yo me la he cascado muchas veces y aqu�
estoy.


S�, je, je.


Bueno, te dejo que descanses. Apuesto a que ahora s� ser�s
capaz de dormir. Espera, abrir� la ventana para ventilar esto un poco.


Tras abrir la ventana, se dirigi� a la puerta.


Abuelo.


�S�? He dejado a Loli muy caliente �verdad? S� hijo, s�. De
hecho, esta noche yo me aprovechar� de ello.


�Ir�s a su cuarto? Todas las noches voy a alg�n cuarto.


Y sali� de la habitaci�n.


Abuelo.


Volvi� a asomarse.


�S�?


Lo mir� fijamente y le dije:


Gracias.


�l me gui�� un ojo y sali�, cerrando la puerta.


En una cosa s� se equivoc� mi abuelo. Fui incapaz de dormir
en toda la tarde. Mi cabeza era un torbellino de im�genes y sensaciones y poco a
poco mi pito fue despertando. Estaba bastante decidido a intentar el sistema que
me recomend� el abuelo, pero no pude.


Mi madre entr� a verme, y al notar que estaba mejor y que ya
no ten�a fiebre dej� la puerta abierta "para que me diera el aire". Adem�s todo
el mundo empez� a pasar por el cuarto para interesarse por mi estado, mi padre,
mi t�a, mis primas, Dicky... La �nica que no vino fue Marina.


No fue del todo desagradable, porque mientras las chicas iban
desfilando por mi cuarto y me tocaban la frente, me daban besos, me revolv�an el
pelo... yo no paraba de sobarme la polla bajo las s�banas. De todas ellas creo
que s�lo mi t�a sospech� algo, pues me mir� con cierto reproche en los ojos,
pero no dijo nada.


Por la noche fue mi padre quien me trajo la cena, con la
consiguiente decepci�n, por lo que le dije que ya estaba bien, que pod�a comer
solo. As� que me dej� la bandeja y se march�.


Pasaron un par de horas, el silencio se apoder� de la casa,
pero yo segu�a despierto. Volv�a a tenerla dura, as� que comenc� a pajearme.
Desde luego no era tan bueno como con Loli, pero no estaba mal. De pronto se me
ocurri� que pod�a estar mejor. Record� lo mucho que me hab�a excitado espiar al
abuelo �por qu� no repetirlo? Sab�a exactamente donde deb�a estar.


Si me pillaban me la cargaba, pues no ten�a ninguna raz�n
para ir al ala de los criados, pero �qu� co�o!.


Me levant� sigilosamente y me calc� las zapatillas. Sent�a mi
pene bien duro, presionando contra el pijama. Encend� el candil de mi mesilla y
sal� del cuarto tapando la luz con la mano, para que no me vieran.


Me dirig� lentamente hacia la escalera, pero, al pasar por
delante del dormitorio de mis padres, escuch� unos ruidos. Me qued� helado,
esperando que la puerta se abriera, pero no fue as�. Aguc� el o�do y logr�
distinguir unos gemidos. Algo m�s tranquilo me acerqu� a la puerta y me agach�
para mirar por el ojo de la cerradura.


La luz estaba apagada, pero por la ventana abierta entraban
los rayos de la luna, lo que me permit�a ver bastante bien lo que pasaba.


Mi madre yac�a tumbada sobre la cama, mientras mi padre se la
follaba en la postura del misionero (entonces no sab�a su nombre). El culo de mi
padre sub�a y bajaba r�pidamente mientras una de sus manos sobaba los pechos de
mi madre. Bueno - me dije - pues aqu� mismo.


Apagu� el candil de un soplido, me arrodill� en el suelo
mirando por la cerradura y me saqu� el pito del pijama. Comenc� a pajearme
lentamente, disfrutando, pero enseguida vi que no era igual que por la ma�ana,
no estaba tan excitado. Se o�an los bufidos de mi padre, pero mi madre
permanec�a extra�amente laxa, no colaboraba, no parec�a estar disfrutando
demasiado. De vez en cuando mi padre la besaba y ella respond�a, pero no hab�a
pasi�n. Fallaba algo.


De pronto mi padre peg� dos o tres culetazos m�s fuertes, se
puso tenso y se derrumb� sobre mi madre. Poco despu�s se deslizaba hacia un lado
en la cama y se arropaba.


Yo permanec� all�, espiando con la polla en la mano. La luz
de la luna me permit�a ver bastante bien a mi madre, con las piernas abiertas,
el camis�n subido y uno de sus pechos asomando por un lado. Miraba al techo,
como distra�da. De pronto se levant�.


Voy al ba�o - dijo.


Ummmm.


Joder, qu� susto. Casi me caigo de culo. Iba a correr hacia
mi cuarto, pero afortunadamente vi el candil en el suelo. Lo recog� y me
precipit� en mi habitaci�n. Entorn� la puerta y me qued� observando por la
rendija.


No hab�a tanta prisa, pues mi madre a�n tard� un poco en
salir, supongo que estuvo encendiendo la vela que llevaba en la mano. Yo la
espiaba desde mi puerta y me qued� alelado. Estaba preciosa con el pelo
revuelto, adem�s aunque se hab�a bajado el camis�n, no lo hab�a colocado bien
por arriba, por lo que uno de sus pechos asomaba libre. Se dirigi� con paso
cansino hacia el ba�o del pasillo.


Mientras lo hac�a, yo me la machacaba silenciosamente. Ella
entr� al ba�o, pero yo no acab�, por lo que decid� esperar a que saliera. Esper�
unos minutos, pero no sal�a, as� que me atrev� a asomarme al ba�o. Por debajo de
la puerta pod�a ver la luz de la vela de mi madre y si �sta se mov�a, regresar�a
corriendo a mi cuarto.


Como estaba cerca, dej� mi candil apagado en la mesilla y
sal�. Escuch� unos segundos por si hab�a ruido y me arrodill� frente a la
cerradura del ba�o. All� estaba mi madre. Hab�a encendi

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Relato: Casanova (01: El Despertar)
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