Chayito, la maestra
Al paso de los d�as se hab�a convertido en un placentero
ritual: poco despu�s de las seis de la tarde la clase terminaba, la maestra se
levantaba de la silla que antes ocupara y caminaba con pasitos lentos, se
deten�a justo en la puerta que daba paso a la sala, se apoyaba en el marco y
volteaba hac�a mi con aquella tierna mirada. Era la se�al para que la siguiera.
Yo la encontrar�a sentadita en su cama, esper�ndome. Nunca se quitaba la ropa,
aquel adusto y ase�orado vestido oscuro, con el que pretend�a seguir denotando
su duelo. S�lo se levantar�a un poco de la cama para luego meter sus manos bajo
el vestido y bajarse los calzones, entonces se ofrec�a. Unas veces se acostaba y
entreabr�a las piernas, esperando mi ataque, otras era m�s osada: se colocaba de
bruces en la orilla de la cama esperando con ansia a que yo llegara por detr�s,
le alzara el vestido y antes de dejarle ir el pito entre las nalgas contemplara
aquellas medias negras que le llegaban a la parte alta de los blancos y
perfectos muslos. Siempre con aquellas medias negras, de luto, pero excitantes
pues hac�an resaltar la inmaculada blancura de su piel. Aquello aumentaba mi
excitaci�n y la de ella, creo. Luego ven�a lo mejor, penetrar con la verga bien
erecta la peluda pucha de pelos casta�os y labios oscuros, requemados, caf�s,
casi prietos.
Cog�amos los lunes y jueves, de seis a ocho, y durante ese
tiempo le echaba tres palos, tres gloriosas venidas que eran acompa�adas por
seis o siete orgasmos apenas silenciosos, de apagados quejidos de Chayito. Luego
del �ltimo orgasmo ella me proporcionaba su pantaleta para limpiar mi verga de
nuestros chorreantes y viscosos jugos, y antes de irme ella me acompa�aba a la
puerta, delicadamente pon�a en mi mano algo de dinero y su vocesita hac�a la
siguiente cita "�vienes el jueves?", o el lunes, seg�n tocara.
Los inicios
Ambos viv�amos en aquel pueblo bicicletero del estado de
Hidalgo. Con mis potentes 17 a�os cursaba la prepa reci�n abierta en un poblado
cercano y pronto tuve problemas con el �lgebra, corr�a el riesgo de reprobar y
algo ten�a que hacer, entonces conoc� en persona a la maestra Rosario.
Anteriormente la miraba pasar en aquella carreta jalada por una vieja mula,
llevaba a vender la leche que daban sus tres o cuatro vacas. Era una viuda
joven, Chayo tendr�a cerca de 40 a�os y hab�a sido maestra, pero dej� la escuela
cuando su marido enferm� y muri� a los pocos meses. La mujer ten�a una
apariencia enga�osa, siempre sal�a a la calle con vestidos oscuros y largos
hasta los tobillos, sobre la cabeza aquel desgastado reboso negro. As� parec�a
m�s vieja de lo que era, pues ya en su casa y sin reboso desplegaba sus ocultos
encantos: facciones bellas y delicadas, pelo largo y casta�o, prisionero siempre
de una larga y gruesa trensa, su piel muy blanca, casi lechosa, un par de tetas
que pese a su tama�o parec�an firmes y nada aguadas, y su trasero, hummm, dos
perfectas esferas de carne dura y de sinuosas l�neas curvas.
Chayito daba clases privadas a chamacos que como yo andaban
en problemas acad�micos, desde chiquillos de primaria y secundaria, hasta
cabrones ya huevoncitos como yo. Con esto ganaba el dinero necesario para vivir,
adem�s de lo que le procuraba su peque�o establo.
Por fin me decid� a acudir a ella. Me acept� gustosa.
Tendr�amos clase los lunes y los jueves, cobrando cada vez 15 pesitos por la
repasada de �lgebra. Luego de dos semanas la paciencia e inteligencia de ella
lograron que yo dominara las ecuaciones de segundo grado, present� el examen y
aprob�!, casi brincando de alegr�a fui a darle la buena nueva a Chayito, ya no
tendr�a que ir a sus clases. Pero otros eran los planes de la maestra: "pues si,
ya pasaste este examen, pero ser�a bueno que siguieras viniendo para repasar
otras cosas", lo pens� un poco y qued� de ir al siguiente lunes, "no le prometo
nada maestra, no se si pueda seguir viniendo despu�s, se me dificulta un poco
reunir para pagarle la clase", le dije.
El descubrimiento
Luego de aquello y ya camino a mi casa me puse a pensar un
poco m�s en la maestra Chayo. Era tan linda mi maestra!, pens�, y luego de un
a�o de viudez..., �tendr�a hombre la Chayito?..., a veces durante las clases
conmigo hab�a descubierto cierto nerviosismo en su voz y en el movimiento de sus
manos. Y aquella vez que se acerc� un poco m�s y nuestras manos se tocaron...
ella casi brinc�, su rostro enrojeci� y su respiraci�n pareci� sofocarse. Sin
embargo parec�a tan seria la maestra, aunque conmigo se portara siempre
sonriente, y hasta podr�a decir que cari�osa...
En la siguiente clase la not� m�s nerviosa que de costumbre,
el l�piz cay� varias veces de su mano y su voz parec�a entrecortada. Por fin
terminamos, y mientras recog�a mis cosas la vi de pie recarg�ndose levemente
sobre el marco de la puerta, dirigir su mirada hac�a mi y con una imperceptible
inclinaci�n de su cabeza me indic� que la siguiera. Eso hice. Iba detr�s de ella
cuando entr� en su cuarto. La vi sentarse en la orilla de la cama sin despegar
su mirada de m�. La vi alzarse un poco para quitarse la ropa interior. Vi que su
respiraci�n se agitaba. La vi recostarse delicadamente sobre la cama. La vi
tomar su vestido con ambas manos y subirlo poco a poco a lo largo de sus muslos,
descubriendo sus medias negras y la blancura de sus piernas. Ya me esperaba, era
obvio.
Con premura me quit� los pantalones y la truza y me acerqu�
conteniendo la erecci�n de mi pito con una mano. Cuando me sinti� cerca de ella
abri� las piernas y el vestido subi� hasta la cintura descubriendo el peludo
sexo casta�o y la blancura de la piel de su pelvis. Entonces me fui acostando
lentamente sobre Chayito, entre sus piernas, cubriendo su cuerpo, nuestros
rostros casi se tocaban y pese a que ella ten�a la cabeza de lado not� su
entrecortada respiraci�n.
Ya estaba sobre ella y mi verga rosando el peludo chumino.
Levant� un poco el cuerpo para apuntar mi palo entre los labios peludos, sent�
aquello caliente y mojado, pero no la penetr�, algo me deten�a, esperaba yo
alguna se�al, pese a ello involuntariamente mov� un poco el garrote, haciendo
que se deslizara a lo largo de la raja, sent� entonces que Chayo abr�a m�s sus
piernas, dobl�ndolas un poco, como para aprisionarme mejor y acto seguido pas�
su mano derecha entre los cuerpos hasta alcanzar el garrote que jugueteaba en su
panochota caliente. Volte� a mirarme con aquella dulce y apasionada mirada y
dijo "todo, d�melo todo!" y ella misma condujo la punta de la verga a la entrada
de su vagina.
Al sentir que mi verga empezaba a entrar en su apretado
agujero, algo se apoder� de mi pito, la carne del canal vaginal se ajustaba con
tal precisi�n que pod�a sentir que aquello me succionaba. Presion� m�s,
lentamente, hasta que media verga estuvo sepultada en Chayito, me contuve pero
lleno de ansiedad por fin arrempuj� todo y nuestros vellos chocaron, ya la ten�a
toda!, en ese momento la mujer emiti� un largo y c�lido suspiro y sus manos
rodearon mi cuerpo hasta posarse en mis nalgas apret�ndome contra ella. Sus
piernas rodearon mi cintura y sus pantorillas me entrelazaron por detr�s. Nos
quedamos quietos, Chayo no me dejaba mover, me apretaba, brazos y piernas me
aprisionaban, fuerte, como queriendo que la penetrara a�n m�s, as� permanecimos
por casi un minuto hasta que ella sola se movi�, apenas algo, imperceptiblemente
su pelvis se alz�, baj� y subi�, pero ni a�n as� afloj� su apretado abraz�, al
contrario, sent� con mayor fuerza sus piernas alrededor de mi y sus manos
empujando mis nalgas contra ella. De repente un ininteligible gemido gutural
escap� de su boca, transfigurado en una mueca, se estaba viniendo!, todo su
cuerpo brinc� violentamente, una y otra vez, sin soltar en ning�n momento la
verga sumergida en su vagina, s�lo mene�ndose con furia sobre la cama. Los
espasmos de su cuerpo fueron disminuyendo, asimismo la fuerza del abrazo.
Los brazos soltaron mis nalgas y l�nguidamente cayeron a los
lados de su cuerpo, empec� a moverme sobre ella, sacando poco a poco todo el
miembro, para luego sepultarlo de nuevo, as� una y otra vez, recre�ndome con
aquellas deliciosas sensaciones, pero ahora la pucha hab�a cambiado, ya casi no
apretaba, estaba floja, tremendamente abierta, con aquellos ap�ndices carnosos
que se adher�an al lomo de la verga cuando mi pito arremet�a.
En determinado momento me alc� un poco, tan s�lo para mirar
como entraba y sal�a el garrote y lo que vi que quit� el aliento, all� abajo
estaba la pucha abiert�sima y lo incre�ble!, la cantidad de jugos expulsados por
Chayo era tal que ambos est�bamos empapados de aquellos l�quidos viscosos y
blanquecinos, escurriendo hac�a abajo hasta embarrar parte del negro vestido y
la colcha de la cama.
Me la segu� cogiendo, con fuerza, sacando el garrote por
completo para luego arremeter con furia dentro de abierto agujero. Chayo volvi�
a gemir, respirando con fuerza. Entonces alz� las piernas hasta apuntar con
ellas el techo de la habitaci�n, las sostuvo as� ayud�ndose con los brazos, con
lo que hab�a m�s libertad para cog�rmela.
Seguimos montados, estrechamente conectados, embriagados
ambos por aquel penetrante olor a mujer caliente, a orgasmo femenino, hasta que
en el en�simo empuj�n Chayito con voz entrecortada me dijo "sigue, anda sigue,
d�melo todo, lo quiero entero, ya, ya...., hummm, ya, m�s, todo, lo quiero
todo", entonces de nuevo su cuerpo vibr�, se estremeci�, hasta que casi
convulsionada se empez� a venir. Metiendo y sacando mi verga de su albergue mir�
hac�a abajo para ver como la pucha escurr�a sus jugos, los expulsaba con fuerza,
me mojaba con aquellos continuos chorros, hasta que incapaz de soportar tanto
placer me dej� ir por completo y mis chorros fueron los que ahora inundaban el
tremendamente abierto sexo de la mujer.
Todav�a mi verga segu�a inyectando mocos en Chayito cuando
ca� sobre ella, nos fundimos en apretado abrazo y su boca busc� la m�a, nos
besamos apasionadamente una y otra vez, sintiendo como los movimientos de
nuestros cuerpos aumentaban el placer sentido, hasta que poco a poco �ste fue
disminuyendo. Seguimos abrazados, hasta que ella afloj� sus brazos y yo me fui
deslizando fuera de ella hasta quedar acostado junto a la mujer que al sentir
que la verga abandonaba su vagina presurosa llev� su mano hasta mi pelvis,
buscando aquello que la hab�a hecho tan feliz. Tom� la pringosa verga, la
acarici� suavemente y con voz bajita apenas dijo "ya tienes que irte, disculpa".
Chayo se levant� de la cama y tomando su pantaleta procedi� a
limpiar mi sexo y sus alrededores con cuidado y delicadeza, luego proced� a
vestirme. Con mis �tiles bajo el brazo estaba ya en la puerta cuando ella me
detuvo: "�vienes el jueves?, debes seguir repasando, no hace falta que pagues,
mira ten un poco de dinero para tus gastos, de ah� compras algunos condones...,
�quieres?". Brincando de felicidad sal� de la casa de Chayo, tendr�a clases,
dinero y verija gratis!
Aprendiendo m�s
No obstante la primera cogida Chayito no cambi� su trato
conmigo. Ya fuera en la calle o tomando clases era la misma que siempre hab�a
conocido. Cuando la llegu� a ver llevando a entregar la leche de sus vacas
siempre la misma, vestidos oscuros hasta el tobillo, reboso negro y desgastado
sobre la cabeza, evadiendo mi mirada, callada. En clase igual, pero atenta y
eficiente en sus explicaciones. Luego casi al terminar la clase, cuando los
dem�s chicos se iban me dec�a: "t� espera un poco, voy a ponerte otros
ejercicios".
Ya sab�a de qu� "ejercicios" se trataba. Ya conoc�a el camino
a su rec�mara. Ella estar�a esper�ndome ah�, sin quitarse la ropa, l�nguida
sobre la cama con las piernas abiertas, cubiertas por sus infaltables medias
negras.
As� ocurri� un d�a de tantos, pero ahora las cosas
cambiar�an. Ahora ella no estaba recostada de espaldas sobre la cama. La
encontr� arrodillada en la orilla de la cama, parando las nalgas. Ya cuando le
alzaba el vestido negro me lo dijo: "ahora ser� diferente, aprender�s una nueva
lecci�n". De momento no entend� a que se refer�a. Pero cuando ya mi verga
apuntaba entre sus nalgas sent� la delicada caricia de su mano, que hab�a pasado
entre sus piernas, con ella tom� la verga erecta, empero no la dirigi� a su
pucha abierta y peluda, hizo algo diferente, peg� m�s su cuerpo a la cama, como
para que mi pito quedara a otra altura, sent� como ella dirigi� el �mbolo hacia
otro lugar, a su culo!, con emoci�n contenida sent� como la punta de mi garrote
apuntada directamente a ese apretado conjunto de pliegues renegridos.
Cuando ella sinti� que ya la ten�a en el sitio correcto su
vocesita dijo: "ahora empuja un poco, despacio, poco a poco". Segu� sus
instrucciones, manteniendo la presi�n de mi verga sobre aquello tan apretado y
de pronto un inesperado "ayyyy" y la sensaci�n de que algo me apretaba de forma
dolorosa sobre la verga me confirm� que ya estaba dentro de ella, dentro de su
culo!, ya casi estaba en el cielo sintiendo esas maravillosas sensaciones cuando
Chayo me sac� de trance: "espera..., poco a poco, m�telo despacio que me
destrozas!...". S�lo mantuve la presi�n de la verga y fui penetrando, todo,
completamente, hasta que la base de mi verga peluda choc� contra los cachetes de
sus nalgas, ah� me mantuve, sintiendo esa doble sensaci�n. Por un lado la dura
presi�n del anillo anal sobre mi verga, por el otro la deliciosa y placentera
sensaci�n de aquello que parec�a succionarme y contagiarme con su tremendo
calor.
Durante minutos estuve recreando todo aquello, hasta que la
maestra se empez� a mover, lentamente. Yo la segu�, agarrado fuertemente de sus
nalgas, apretando con fuerza mis manos sobre aquella carne rotunda y hermosa,
lentamente se la fui sacando, mi pito iba hacia afuera con tal lentitud que con
la respiraci�n contenida mir� como la carne que rodeaba el pito se aferraba al
garrote, y cuando s�lo la cabeza qued� dentro de ese ardiente y apretado
agujero, volv� a meter todo el palo, repet� la misma operaci�n dos o tres veces
m�s, descubriendo como ahora ese apretado conducto se hab�a distendido pues ya
mi verga iba y ven�a con cierta facilidad. Chayito s�lo emit�a leves murmullos,
moviendo sus caderas al comp�s de mis arremetidas, entonces el ritmo aument�, la
carne de sus nalgas brincaba con cada furiosa arremetida y sus apagados quejidos
se hicieron m�s intensos, sus "ahhhh, hummmm, ahhhh", llenaron la habitaci�n, y
dos o tres metidas antes de que mi leche le llenara las entra�as todo su cuerpo
se estremeci� y casi gritando anunci� que se estaba viniendo, por fin el placer
se hizo insoportable y mi verga escupi� chorros de leche dentro del culo de mi
maestra.
Las confidencias
Continuamos cogiendo lunes y jueves de cada semana, en el
mismo ritual, sin que cambiara ella su actitud hacia mi, ante los dem�s o en la
calle era la misma mujer apagada y oprimida por un duelo que no se quer�a
quitar. Cuando est�bamos a solas se transformaba, era entonces una mujer
apasionada, pose�da de una intensa calentura sexual, capaz de realizar todas sus
fantas�as, pero luego de darle placer hasta llenarla a m�ltiples orgasmos,
volv�a a su retraimiento. Yo me iba a mi casa con la verga dolorida de tanto
coger y ella satisfecha apenas se atrev�a a depositar un casto beso en mi
mejilla y su anhelante pregunta: "�vienes el jueves?", o lunes, seg�n tocara.
Pasaron los meses y una tarde luego de darle verga en
distintas posiciones le anunci� que har�a el examen de admisi�n en la
universidad del Estado, que quer�a estudiar qu�mica y que posiblemente si
aprobaba tendr�a que irme a vivir hasta la capital, donde adem�s tendr�a que
buscar un empleo de medio tiempo para poder sufragar mis gastos.
Aquello desencaden� sentimientos muy reprimidos en Rosario,
de repente se puso a llorar, pero no en silencio, sino a grito abierto, casi
hist�rica me reclamaba "�por qu� te vas?, �qu� te falta conmigo?, �qu� no te he
dado?, �por qu� me abandonas si sabes cu�nto te quiero?", y m�s y m�s reproches.
Su reacci�n me sorprendi�, nunca esper� algo as�, la dej� llorar a solas,
mientras me ba�aba.
Cuando sal� su ataque hab�a terminado, ya vestido la alcanc�
en la cocina, donde ella estaba preparando caf�, entonces me dijo: "tienes
raz�n, disc�lpame, tienes que seguir tu camino, eres un chico muy inteligente y
si tienes la oportunidad debes aprovecharla, perd�name por haberte dicho tantas
cosas..., deseo que te vaya bien, pero cuando vengas procura pasar a visitarme".
Yo le dije que para eso faltaban algunas semanas, que no se
preocupara, que nos seguir�amos viendo, que no ten�a por qu� ponerse triste, que
yo la quer�a mucho y que le agradec�a enormemente haberme ayudado tanto para
sacar la prepa, aquello la calm�. Cenamos rodeados de tal calidez y felicidad
que podr�a decirse que �ramos ambos una perfecta pareja de casados, contentos y
satisfechos.
Cuando supe el resultado del examen y lleno de contento se lo
particip�, Chayo me ten�a una sorpresa: hab�a vendido una parcela de terreno que
su difunto marido le hab�a dejado, con ese dinero podr�a yo rentar un
departamento y sufragar mis gastos m�s apremiantes, "pero si descubro que andas
metiendo viejas a tu casa, soy capaz de matarte, tu eres m�o". Por supuesto que
me opuse, me negu� terminantemente, le dije que un familiar lejano hab�a
aceptado rentarme un cuarto en la azotea de su casa, que ah� vivir�a y que
aparte mi familia me enviar�a algo de dinero.
Ella se opuso: "de ninguna manera, ya vend� el terreno, el
dinero es tuyo, tu sabes lo que haces con �l, cuando est�s instalado me avisas
para ir a verte o cuando tu puedas vienes aqu�, yo no quiero perderte, te quiero
much�simo, me haz hecho una verdadera mujer, despu�s de tantas noches de
soledad".
Luego de discutir un rato, ambos acordamos seguir juntos, yo
vivir�a en el cuarto del familiar aquel y ella podr�a ir a verme, quedar�amos en
alg�n lugar y nos ir�amos a coger rico, o bien si yo pod�a vendr�a al pueblo a
verla. De todos modos ella me dio la mitad del dinero obtenido con la venta del
terreno, pero quedamos que aquello era sin compromiso para ninguno de los dos.
El acuerdo funcion� el primer a�o. La pasi�n que sent�amos
ayud� a mantenernos juntos. A veces Chayito me sorprend�a llegando un d�a antes
como para tratar de sorprenderme en alguna movida, pero eso nunca ocurri�.
Siempre llegaba llena de cosas para mi, ropa o libros y m�s dinero. La lana se
la regresaba, no ten�a tantos gastos, adem�s ya ten�a trabajo, por las noches
ayudaba en un restaurante de tacos y con el sueldo y las propinas ten�a para los
gastos de la semana, adem�s ya ten�a novia, la hija del due�o del restaurante.
Eso si, durante ese a�o, Chayito sigui� siendo igual de
caliente, como ahora le daba verga s�lo una vez por semana, pues llegaba a mi
llena de ganas. En diciembre, mientras festej�bamos cogiendo me dijo que tal vez
ya no podr�a ir tan seguido a la capital, que las cosas con sus vacas no andaban
bien y que estaba un poco recortada de gastos. Eso no importa, le dije. "Yo
vendr� a verte".
Sorpresas te da la vida...
Sin embargo, cuando en enero por fin pude ir a visitar a mi
familia me encontr� con noticias inquietantes: "f�jate que la maestra Chayo anda
de novia con el boticario y al parecer est� embarazada, dicen las malas lenguas
que la Chayito le dio puerta al gachup�n ese y que al parecer prontito tendremos
casorio", me coment� una de mis hermanas.
Escuchar aquellas noticias por supuesto que me inquiet�, pero
no hice nada, durante esos d�as no busqu� a Rosario, fue ella quien me llam� un
d�a antes de mi partida, ya no podr�amos vernos, en unos d�as se celebrar�a su
matrimonio por el civil y luego de una semana se casar�a con el espa�ol por la
iglesia, me pidi� perd�n y me asegur� que siempre me amar�a, s�lo alcanc� a
preguntar: "dicen que est�s embarazada...", "si..., es tuyo", fue lo que dijo y
luego colg�. Lleno de preguntas y totalmente confundido reinici� mis estudios..
Ese fue el final de mis aventuras con la maestra Chayo. Al
paso del tiempo y a pesar de los contratiempos me gradu�, mi noviazgo con la
hija del taquero no prosper�, en parte porque el se�or no aceptaba que un simple
ayudante de su negocio se quisiera casar con su hijita, y lo peor, que siendo �l
un esforzado taquero, su ayudante ya convertido en ingeniero fuera m�s que �l.
Le ment� la madre y me fui.
Antes de aceptar la oferta para trabajar en Pemex, en la
sonda de Campeche, tuve tiempo para visitar mi pueblo y a mi familia. Todos
estaban m�s que contentos con mi promisorio futuro.
Y una tarde en que acompa�ado de mis m�s cercanos familiares
com�a en un restaurante de los portales del z�calo pueblerino, curioso vi pasar
a una elegante se�ora, muy bien vestida, caminando despacio, como luciendo su
belleza y su posici�n, llevaba de la mano a un chiquillo, un hermoso ni�o de tez
blanca como su madre y pelo lacio y casta�o. "Es Chayo, tu maestra, el gachup�n
no le aguant� ni un a�o, se le muri� prontito, ahora es muy rica, el viejo le
dej� toda su herencia, dos o tres farmacias, dos vecindades y hasta este
restaurante, donde comemos, son de ella, pero dicen las malas lenguas que el
ni�o no es del espa�ol..., �qui�n sabe?", coment� una t�a.
La vi pasar con ese paso lento y pausado, como disfrutando de
su posici�n, Chayo ten�a lo suficiente como para ya no preocuparse jam�s. Antes
de subirse a su lujoso auto la vi mirar a donde est�bamos, como dirigi�ndome un
adi�s. Por supuesto que la busqu�. Me recibi� una ma�ana en su casa y me
present� a su hijo. Estaba contenta y feliz de verme, "bueno ahora que conoces a
tu hijo que dices?", coment�.
No supe que decirle. "Desde la primera vez que estuve contigo
desee tener un hijo tuyo, ahora lo tengo y se que mientras lo tenga te tendr� a
ti, aunque ya no est�s aqu�, perd�name por no haberte dicho nada de mi embarazo,
y por supuesto de los avances del boticario, pero era m�s importante que tu
siguieras tu carrera, �l era un buen hombre y aunque no lo creas acept� que nos
cas�ramos a pesar de que yo estaba embarazada, yo se lo dije en su momento y
pese a ello acept�, supo que el hijo era tuyo", ese d�a volvimos a hacer el
amor, como en los viejos tiempos, siguiendo ella aquel ritual que tanto nos
hab�a unido, lo hicimos como dos amantes desesperados y ansiosos luego de una
angustiosa separaci�n.