Relato: Primo y prima casada e infiel (3) Abreviando, solo les recuerdo lo ya publicado en mis dos
confesiones anteriores: tengo 20 a�os, estoy casada, embarazada y les estoy
contando de c�mo desde hace muy pocos d�as me estoy transformando en la amante
de a mi primo favorito. Ahora voy a relatarles lo que sucedi� en la tarde del
d�a siguiente de la mutua masturbaci�n que fue mi reencuentro er�tico con Adri�n
, que esa noche con mi marido dormimos en casa de mis padres porque yo me sent�a
"mal", que en la ma�ana logr� que pasara mi primo a verme, lo que para mi fue
tremendo como tambi�n ya se los cont�, que esa tarde volver�a estar sola, porque
mis padres continuaban con el mismo trabajo, mi marido estar�a en nuestra casa
ocupado con unas visitas de la inmobiliaria, ya que pens�bamos alquilarla, por
lo menos una quincena, a unos veraneantes y lo m�s importante, para m�, era que
ya hab�amos combinado con mi primo que volver�a a tratar de verme esa misma
tarde.
De lo sucedido esa ma�ana, estuve a punto de saltearlo de mi
relato porque, sinceramente, a�n me da un poco de verg�enza. Mismo, y eso es lo
m�s incre�ble, que la forma en que me comport�, en realidad que nos comportamos,
es lo que me llev� a querer, ahora a poco m�s de un mes, compartir con ustedes
lo que me esta sucediendo; a tal punto que para llevar a cabo esto tuve, con el
aliento y apoyo de todos, en especial de un t�o de mi madre (el hermano menor de
mi abuela) que prometi�, si retomaba los estudios, conseguirme un empleo, para
despu�s de que el bebe cumpliera los primeros meses, que inscribirme en un curso
b�sico de computaci�n que ofrece la municipalidad gratuitamente. As� que ahora
en pleno verano voy dos horas semanales a clase y tengo derecho a otras dos de
practica a solas, es en estas �ltimas que les escribo lo que me va sucediendo.
Siempre tengo el cuidado de tener dos disquetes uno para las tareas y ejercicios
que se me mandan y otro para estas confesiones. Pienso, que los disquetes o los
archivos son algo similar a los antiguos diarios �ntimos pero m�s seguros y
f�ciles de esconder. Como ven he llegado un poco tarde a la era de la
computaci�n; m�s all� de lo poco aprendido en la secundaria, aunque desde
siempre me ha gustado escribir cartas, y as� lo he hecho contando las cosas que
estaban sucediendo.
Pero el tema fue: por un lado, que me alucin�, como les
dec�a, con mi comportamiento esa ma�ana y el placer que sent�, entre otras cosas
por lo arriesgada y peligrosa situaci�n que decididamente hab�a creado, dejando
al descubierto que serle infiel a mi marido me sobre excita, no por odio sino
por parecerme quiz�s en algunas cosas demasiado bobo pero lo que s� es seguro
que hacer cosas a escondidas con mi primo me resulta lo m�s y por otro, me dio
un poco de verg�enza, a la hora de contar que me deje meter un term�metro en el
culo, por parec�rmelo bastante infantil pero en el momento de gozarla no lo fue
tanto, por lo menos en el sentido que generalmente se le da al termino
infantil y como no estaba dispuesta a cambiar u omitir detalles ya que sin
esos hechos este relato perder�a para mi, mucho de la gracia. Ahora ya pas� ese
trance.
Pero lo que s� les comunico es que su consecuencia fue
er�ticamente muy positiva, como ya les cont�, y que posibilit� combinar otro
encuentro con mi primo para esa misma tarde.
El hecho es que para antes de las 4 de la tarde de ese d�a ya
ten�a todo organizado. Cargada de energ�a, ya hab�a ordenado la cocina, el ba�o
y ventilado hasta encerado mi antiguo cuarto, todo en menos en menos de dos
horas, sobretodo a partir del momento en que qued� totalmente sola. Hab�a hecho
lo que en mucho tiempo no hacia ni me preocupaba, sin duda toda la familia al
volver estar�a contenta conmigo, pero fundamentalmente ser�a una muy buena
coartada si alguien volviera y mi primo aun estuviera ah�.
Cuando lo sent� llegar, estaba en el cuarto de mis padres ya
duchada y vestida, mientras lo esperaba, me terminaba de arreglar. En realidad
fantaseaba con mi aspecto y mi ropa frente el espejo; me hubiera gustado
peinarme, maquillarme, y perfumarme con m�s onda, pero no era el momento de
exagerar con mi aspecto, no por mi primo, por supuesto, sino por el resto de las
personas que le llamar�a mucho la atenci�n tan repentino cambio; pero estaba
segura que, si nos mov�amos con cuidado, despu�s de lo experimentado esa ma�ana,
muy pronto tendr�a la oportunidad de producirme, hasta de fantasearme, como m�s
me gustara para estar con �l.
Sal� a recibirlo vestida con larga camiseta negra de algod�n
con un logo de un grupo de rock, en el frente, abrochada en sendos flancos,
ci�endo un poco la cintura, que la hac�a parecer un vestidito muy corto, pero
bastaba soltar ambos broches para que volviera a ser una amplia y larga
camiseta. Debajo de ella solo una peque�a tanga roja de mi �poca de soltera que
hac�a mucho que no usaba, por la falta de oportunidad y ahora, m�s que nunca,
por un tema de tama�o. �l solo de bermuda, camiseta sin manga y el "oportuno"
sweter deportivo atado en la cintura, para disimular llegado el caso alguna
inoportuna erecci�n o mancha comprometedora. Ambos calz�bamos esas chinelas moda
con las dos tiritas que se unen entre los dos dedos mayores. Se le ve�a tambi�n
reci�n ba�ado aunque con el cabello seco. Sinceramente, y como ejemplo de c�mo
cambian algunas cosas, en esos momentos se me presentaba que estaba todo super
bien. Me encant� su aspecto y la impresi�n que le caus�.
Luego de la tormenta y la lluvia de la noche anterior la
temperatura hab�a descendido bastante pero sin llegar a hacer fr�o, una brisa
fresca se colaba por las persianas. El silencio, la tranquilidad, la frescura y
hasta la aroma de la casa estaban de nuestro lado. Nos besamos como si fu�ramos
novios, tomamos tranquilamente un jugo de naranja natural, preparado por m�, que
nos pareci� delicioso.
Adr�an no dejaba de decirme lo positivamente asombrado que
estaba de verme tan bonita al lo que yo le devolv�a el cumplido con respecto a
�l y su aspecto mientras lo guiaba tomada de su mano por la casa revisando
puertas y ventanas. La puerta del frente, generalmente cerrada, desde afuera
solo se abr�a con llave, la de atr�s era la m�s usada, pero tambi�n la que
permit�a una m�s discreta entrada y salida ya que el fondo daba a una calle
menos transitada y lindaba con unos terrenos bald�os, con bastante vegetaci�n y
arboles, en los que de ni�os jug�bamos y que siempre us�bamos, entre otras
cosas, como cortada para dirigirnos a la playa que se encontraba a unas pocas
cuadras de distancia, pero lo mejor para esta situaci�n era que quedaba fuera de
la vista de donde se encontraban mis padres y en direcci�n contraria desde,
seguramente, volver�a mi marido. Sal� al fondo, recog� de la cuerda el
calzoncillo de mi marido que, a la ma�ana, yo hab�a usado para limpiarle los
restos de semen y yogurt al pene de mi primo y que hab�amos convenido que
colgara en se�al de que estaba sola. Tambi�n me asom� discretamente a la calle y
trab� el port�n de forma que al abrirlo hiciera el mayor ruido.
Mi primo me observaba tranquilamente desde la cocina. Cuando
entr� nos besamos sin demasiada ansiedad pero con un poco m�s de pasi�n. Otra
vez de la mano lo gui� hasta cuarto de mis padres all� estar�amos mucho m�s
tranquilos porque desde su ventana pod�amos tener el mejor panorama de lo que
estaba sucediendo afuera. Entramos y fuimos directamente al viejo sill�n, que se
encontraba debajo de la ventana; amplio y mullido y como siempre cubierto con
una sabana, pero esta vez reci�n puesta y elegida por mi de un color salm�n
claro. Me sent� en su falda abraz�ndolo mientras a trav�s de las rendijas de la
persiana de madera pod�a ver, sin ser vista, a lo lejos, la tranquila escena de
mi padre pintando el frente y mi madre entrando y saliendo de la casa a su
cuidado.
Abr�, en el �ngulo conveniente, la puerta central del viejo
ropero con su gran espejo y pudimos vernos reflejados de cuerpo entero en esa
apacible posici�n. Si bien, �ramos f�sicamente diferentes en nuestros rostros se
pod�a encontrar, quiz�s en la forma de los ojos, cejas y boca un familiar
parecido. Coincidimos de que, en ese momento, nos ve�amos como una hermosa
pareja, como de cat�logo comercial. Pero ambos sab�amos que, ahora, eso era pura
ilusi�n y que la realidad era otra.
Sin embargo me gust� este corto imp�s en la locura sexual que
comenz�bamos a vivir porque, entre cosas me dio un respiro y cierta
tranquilidad, en tanto, a que pude percibir por el cari�o con que ahora me hab�a
tratado que pod�a contar con �l en situaciones no necesariamente er�ticas
Porque, luego hab�a sentido una leve inquietud de como mi primo, pasado el
desenfreno de la calentura, me considerar�a y tratar�a luego de lo
exageradamente audaz y demente de mi comportamiento de esa ma�ana aunque el de
�l hab�a sido, quiz�s, el m�s perverso.
Pero lo nuestro era justamente esto �ltimo y estabamos ahora
all� para disfrutarlo al m�ximo.
Entonces, nos entregamos de cuerpo y mente a al juego
er�tico. Los chupones y los manoseos se hicieron m�s intensos. Y a medida que
avanz�bamos en calentura, tambi�n lo hac�amos en ansiedad y precauci�n, aunque
en teor�a aun ten�amos bastante tiempo.
Cuando comenzamos a acalorarnos de forma que nuestra
calentura ser�a indisimulable prefer� incarme en el sill�n para desde ah� estar
muy atenta a lo de afuera mientras �l parado desde atr�s me hac�a sentir su duro
pedazo en mi cola a la vez que besaba mi cuello y orejas. Sus manos por debajo
de mi camiseta llegaron a mis senos y yo llevando una mano hacia atr�s y masaje�
su verga por encima de la tela, al apretarla con fuerza la percib� durisima.
. R�pidamente se sac� toda la ropa y yo la camiseta, entonces
en el espejo nos vimos reflejados; yo solo con la peque�a tanga roja
contrastando con el rosado p�lido de mi peque�o cuerpo de un metro 65, pero m
bien proporcionado con mis delicadas tetas ahora apuntando perpendicularmente a
mi cuerpo y mi rodondo culito que por la posici�n en que me encontraba,
sobresal�a notoriamente en sensual y exagerada curva en el nacimiento de de mi
espalda. Mis nalgas, como dos globitos, son de las que se separaban naturalmente
y bastaba que me incline solo un poco para que mi apretado y rosado oscuro del
ojetito de mi culo sea visible. Ya lo hab�a comprobado, yo misma alguna vez, en
ese mismo espejo. Desde muy ni�a supe que mi trasero era mi mayor atractivo, los
piropos y acosos que recib�a, y los comentarios y hasta los apodos que me dec�an
mis amigas, lo confirmaban. Incluso, como ya les he contado, fue el objeto
protag�nico en los juegos sexuales infantiles con mi primo. Pero como si fuera
mi joya m�s preciosa, solo algunas pocas veces especiales, lo exhib�a un poco
imp�dicamente con alguna ajustada calza, una peque�a mini falda o una atrevida
tanga pero no me plac�a compartirlo er�ticamente y si alguno de los novios que
tuve intentaban algo siempre me negaba porque realmente me incomodaba y dol�a,
pero en realidad, quiz�s ego�stamente, lo reservaba para los recuerdos y las
fantas�as de mi intimidad. Era algo que como mis juegos secretos de infancia, en
esos momentos, eran solo muy m�os.
Ahora, por la pose en que me encontraba y el �ngulo del
espejo, mi culo ocupaba el primer plano de la imagen reflejada mostrando como el
rojo de tanga se inscrustaba entre mis nalgas. El cuerpo de Adrian por lo
contrario, estaba totalmente bronceado, y casi que no se le v�a marca de ba�ador
o bermuda, porque no hab�a pasado el �ltimo invierno y, a veces, en las playas
desiertas usaba una peque�a sunga e incluso tomaba sol pr�cticamente desnudo al
abrigo de alguna duna. Bastante alto, poco m�s de un metro ochenta, complexi�n
delgada, m�sculos nerviosos y peque�as caderas. .Pocos pelos en su torso y
espalda. Su rostro, bien afeitado y de un dorado oscuro con grandes ojos
marrones, nariz afilada, boca grande y rojos labios, estaba enmarcada por largos
cabellos lacios casta�os deste�idos por el sol y la sal del mar.
Lo que el espejo mostraba me pareci� alucinante; el contraste
del color y tama�o de los cuerpos, Mi pose sumamente ofertante y receptiva.
Adrian domin�ndome y metiendo mano desde atr�s, casi con furia desesperada. Se
me ocurri�, una ni�a-mujer, quiz�s oriental y un mestizo sudamericano. Yo me
hab�a recogido en una cola mi negrisimo, y a�n mojado cabello dejando totalmente
al descubierto mi p�lido rostro, donde resaltaban mis rasgados ojos oscuros que
brillaban como chispas, mi delicada nariz que se dilataba y mi roja boca
esbozando una sonrisa, casi imposible de describir, vi deseo y asombro,
inocencia y experiencia, alegr�a y miedo, perversidad y suplica de quiero todo y
m�s. La blanca pancita que sobresal�a por encima del tri�ngulo rojo de la tanga
hacia m�s perversa aquella imagen ani�ada que en el espejo aparec�a.
Mi posici�n no solo era la m�s conveniente en tanto a nuestra
tranquilidad y seguridad, sino que me resultaba muy c�moda ya que hincada y
seg�n la inclinaci�n que prefiriese darle a mi cuerpo, pod�a o no apoyar: mi
cara, mi pecho, brazos o manos en el mullido respaldo del sill�n y nunca sentir
aprisionada mi barriga, pero fundamentalmente le permit�a, dada la apertura de
mis piernas, a mi primo que se encontraba atr�s, la mayor visibilidad y sus
manos pod�an alcanzar con total libertad cualquier lugar de mi cuerpo, a la vez,
que yo no dejara de ver , a trav�s del espejo, todo lo que me hac�a.
As�, por detr�s, me bajo y sac� la tanga. Yo sab�a que lo
primero que �l quer�a ver era mi anito y yo, para facilitar el m�ximo a su
visi�n. me inclin� hacia delante a la vez que giraba hacia atr�s la cabeza para
no perderme detalle de la im�genes que el espejo devolv�a. Se agach� un poco
para que su cara quedase a la misma altura de mi culo; primero beso y mordisque�
el peque�o machuc�n, a�n sensible, que �l mismo hab�a hecho chicote�ndome con
una camiseta en una de mis nalgas, para luego, separando aun m�s los dos
hemisferios de mi ya expuesto trasero, posar sus labios en mi ojetito de forma
tan deliciosa que me estremec� toda y le devolv� la caricia en su boca apretando
y soltando los m�sculos de mi esf�nter. Su lengua circund� los pliegues de mi
ano y jugueteando con �l, poco a poco, consegu�a con ella una peque�a
penetraci�n. Yo ya no pod�a permanecer quieta; gem�a y rebolaba mi cola
lascivamente, al punto de llevar mi mano derecha hac�a atr�s para acariciar su
cabeza y despu�s apretarla con fuerza hasta encerrar su rostro entre mis nalgas
como queriendo que lo �nico que sintiera, viese, oliera, gustase y, porque no,
oyera fuera mi culo que con sus reboleos y contracciones musculares no dejaba de
responder a sus besos. En una extra�a mezcla de cosquillas y contracciones
comenc� a corcovear descontrolada, estaba alucinada, al punto de tener que
soltarlo porque deb� agarrarme del respaldo para no perder el equilibrio.
Entonces su lengua baj� hac�a mi ya empapada vagina y se introdujo f�cilmente;
yo le ayud�, para facilitar su leng�eteo, alzando una de mis piernas en uno de
los posa brazos. As� �l fue subiendo su cuerpo por entre mis piernas, a la vez
que lo giraba para quedar boca arriba hasta apoyar su cabeza en el la parte baja
del respaldo quedando su cara justo frente a mi vulva. Ahora su lengua y su boca
se entreten�an suavemente con mi cl�toris.
Y yo, mientras disfrutaba, compart�a el estado de embriaguez
sexual en que me encontraba pregunt�ndole cosas: como si sab�a lo que
significaba para m� lo que estaba sucediendo ya que despu�s de mucho tiempo
estaba teniendo sexo con alguien con quien realmente quer�a hacerlo y que estaba
dispuesta hacer cualquier cosa morbosa para no dejar de sentir la calentura que
estaba disfrutando y paraque �l sintiera lo mismo. No me respond�a con palabras:
solo con besos, mordiscos y leng�etazos. A lo que yo le dec�a: "- Ves,
estamos totalmente desnudos en el cuarto de mis padres y no se como decirte lo
fuerte que me resulta poder verlos, sin que ellos me vean, mientras me comes la
concha e imagina la cara que pondr�a mi madre si entrara y nos viera as�: yo
totalmente abierta y tu con esa verga tan dura -" En respuesta, los
movimientos de su lengua aumentaban en intensidad que me daban mas ganas de
o�rme decir las cosas m�s guarras "- Es la primera vez curto sexo con
alguien, y nada menos contigo , en este sill�n sobre todo frente a este espejo,
en el cual fantase� tantas veces desde ni�a y ahora pude ver como me chupabas
deliciosamente el culito y como me estas, ahora, comiendo la conchita a la que,
pensando en ti, depil� hoy a medio d�a dej�ndole solo ese peque�o tri�ngulo de
pendejos y que me hubiera gustado la vieras totalmente pelada, para enloquecerte
m�s porque s� que es algo que te encantar�a -" �l ya no pod�a parar de
mordisquearme el co�o. Mientras yo continuaba "- Y si no fuera que no sabr�a
como explicarle a mi marido lo hubiera hecho, pero te prometo lo voy a hacer-"
La lengua ya hab�a vuelto a entrar en mi vagina y yo agarrada del respaldo del
sill�n, comenc� un vaiv�n con mis caderas, y como hicimos con mi cara y mi boca
esa misma ma�ana, comenc� a cogerme su rostro a la vez que no pod�a parar de
decir perversidades "- �Te das cuenta de los cuernos que le estamos metiendo
a mi marido que en menos de dos d�as todas las cosa ya he hecho y no siento una
pizca de remordimiento al contrario cada vez me excito y m�s hasta podr�a estar
ahora vi�ndolo como veo a mis padres mientras me haces de todo. Quiero que lo
hagamos un cornudito completo -" �Mientras balbuceaba esto vi en el espejo,
una expresi�n tan morbosa en mi rostro, que ahora se me hace indescriptible, y
antes de cerrar los ojos para abandonarme al orgasmo que llegaba tambi�n pude
ver, a mi culo, bien abierto por sus manos, su ment�n surgiendo desde debajo de
mis nalgas y no muy lejos su duro pene, de casi 20 cent�metros de largo, que
erecto y solitario apuntaba inclin�ndose hac�a nosotros.
Su lengua, continuaba en su mete y saca, pero yo aplastaba su
boca, ahog�ndolo con mis empapados labios vaginales. Y gui�ndome con las manos
desde las nalgas y acarici�ndome con un dedo el redondito orificio de mi
trasero, �l mismo me ayudaba, a que paseara mi cl�toris por su lengua, boca y
nariz. El orgasmo me lleg� con tal desenfreno que me corr� sentada sin compasi�n
en su empapado y desencajado rostro cuando su nariz entr� levemente en mi
vagina, mientras �l respirando por la boca trataba llegar con su lengua a mi
ano. Me afloj� tanto que falt� poco para que tambi�n volcara todos mis otros
fluidos en su boca.
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Relato: Primo y prima casada e infiel (3)
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