U N A N O C H E D I F E R E N T E II
Durante toda aquella semana vi las cosas en la facultad de
otra manera. Ese encuentro inesperado con Luciana me hab�a dejado un poco
traumada, pero con una enorme satisfacci�n. Segu�amos juntas como siempre, pero
las cosas no eran como antes, ahora nos mir�bamos de otra manera. Y a pesar de
mi insaciable apetito por los hombres, no pod�a resistirme a estar con ella,
aunque sea una vez m�s.
Al final ya no pude m�s, y la llam� a su casa el mi�rcoles
por la noche para proponerle que nos vi�ramos de nuevo. No pod�amos aguantarnos
las ganas, pero me pidi� un favor antes. Quer�a que le prestara mi portaligas
negro, el que ten�a puesto la noche de nuestra salida. La idea de verla vestida
con mi ropa me provoc� una repentina oleada de calor, y corr� a prepar�rselo
apenas terminamos de hablar por tel�fono.
El jueves por la noche nos fuimos de la �ltima clase unos
minutos antes, y al llegar al ba�o y ver que est�bamos solas se lo di,
delicadamente envuelto. Arreglamos para vernos e ir a comer al mismo lugar de
Puerto Madero el s�bado por la noche, a las once. Hasta entonces no volvimos a
tocar m�s el tema ni nada, pero yo pod�a sentir como ella me devoraba con la
vista, sin siquiera disimular un poco frente a los dem�s. Al fin lleg� el s�bado
y nuevamente me vest� acorde al momento, mientras pensaba con una sonrisa en
c�mo le quedar�a a Lucy mi portaligas negro y qu� se pondr�a para seducirme. No
lo sab�a, pero s� sab�a que har�a yo para encenderla a ella.
Ten�a un cors�t negro de noche sin breteles, muy apretado,
que en la parte de arriba terminaba en dos puntas triangulares que apenas me
llegaban a cubrir la mitad, casi al l�mite con el pez�n. Levantaba y conten�a
mis gigantescos pechos desde los costados, y me los manten�a firmes con toda la
parte de arriba al descubierto, ofreci�ndolos como dos tremendos pedazos de
carne en una bandeja negra. Luego comprob� que al caminar el peso de mis tetas a
veces venc�a lo poco que me tapaba el cors�t, por lo que ten�a que levant�rmelo
para evitar que se me vean. Abajo me puse una pollera negra larga hasta los
tobillos, pero que contaba con cuatro enormes cortes que llegaban casi hasta la
cintura. Debajo de ella me puse mi portaligas blanco, con la cola less y las
ligas blancas brillantes, casi todo lo que llevaba puesto aquella vez en mi
departamento (como ver�n, toda mi lencer�a guarda alguna negra historia), y para
finalizar mis sandalias de taco aguja negras. Me sent�a hecha un infierno por
dentro y por fuera. La pas� a buscar y al verla me dej� boquiabierta. Ten�a un
topcito negro con tiras cruzadas alrededor del cuello y la espalda, y una
pollera corta tambi�n negra y ajustada. Lo que ten�a debajo de eso no necesitaba
m�s explicaciones. Ver c�mo le quedaba mi ropa interior me hizo hervir de deseo,
y tras comprobar c�mo se descubr�an mis piernas entre los cortes de mi pollera,
pude ver en sus ojos las distintas maneras de disfrutarme en las que pensaba. Me
recorri� las piernas con la vista hasta ver asomar el encaje de mis ligas y un
poquito del broche que la sujetaba del portaligas en el inicio del corte, y tras
darle una sonrisa c�mplice me apret� las nalgas y salimos.
Pasamos otra comida parecida a la anterior, y tomamos hasta
emborracharnos de nuevo. Entre risas y miradas sugerentes me sac� a bailar en el
medio del tumulto de gente, sin sacarme los ojos de las tetas ni yo a ella de
esa tentadora y sensual boca. Bailamos un buen rato sin saber bien por qu�
segu�amos ah� aguant�ndonos las ganas. Al final me cans� y agarr�ndola de la
mano nos fuimos del lugar a tomar un taxi directo a su departamento. Est�bamos
ansiosas como dos quincea�eras y calientes a m�s no poder. Luego de sacarnos los
zapatos para descansar los pies, subimos al ascensor y en cuanto se cerr� la
puerta nos tragamos la lengua de la otra en un beso.
Al llegar a la casa fuimos directamente a su habitaci�n y
dejamos las sandalias de las dos en un rinc�n. Me sent� en el borde de la cama
viendo como ella se desnudaba de la manera m�s provocativa, al tiempo que yo me
tocaba la vulva sin sacarle los ojos de la concha. Apenas termin� se arrodill�
detr�s de m� a acariciarme los hombros, meti�ndome las manos debajo del cors�t
para apretarme bien fuerte las tetas. Mientras sent�a esa presi�n agarr� el
cors�t por encima de sus manos y me lo baj� hasta la pollera para liberar mis
enormes tetas, que cuando Lucy las solt� cayeron con su peso natural mientras me
las acariciaba suavemente y me besaba el cuello, apoy�ndome las suyas en la
espalda con esa suavidad tan propia de ella. Gozando de sus caricias con los
ojos cerrados quise sacarme la pollera, pero ella me retir� la mano y en su
lugar me la corri� hasta que los cortes me descubrieran las piernas. Se sent� a
mi lado y me las acarici� desde la punta de mis pies hasta los ganchitos que me
sujetaban las ligas, para luego meterme la mano debajo de la bombacha y los
dedos en mi vagina, mientras nos d�bamos un beso y yo le met�a como pod�a mis
dedos.
Ya sin poder contenernos me ayud� a sacarme del todo el
cors�t y nos sacamos la bombacha, y mientras yo me acostaba en el centro de la
cama Luciana fue a la cocina a buscar algo. A los pocos segundos volvi� con una
botella de champagne y dos copas, con las que brindamos tendidas en la cama.
Tras dejar las copas ella se me subi� encima bes�ndome y apret�ndome las tetas
mientras yo le abr�a las nalgas meti�ndole los dedos en todos sus agujeros.
Retrocedi� un poco m�s y me chup� las gomas con voracidad, succionando fuerte y
mordi�ndome los pezones hasta volverme loca. Mientras yo me sacud�a debajo de
ella agarrada al respaldo de la cama, gozando de esa boca ardiente que me
devoraba completa, se detuvo de repente. Se incorpor� y se estir� hasta el borde
de la cama, alcanzando la botella de sidra empezada y tray�ndola entre nosotras.
Levant� mis piernas hasta apoyar las rodillas sobre mis desmesuradamente grandes
pechos, que ca�an como enormes bolas de carne hacia mis lados, y luego las abr�
cuanto pude entreg�ndole mi vagina a Lucy. Ella me la acarici�, mordi�
suavemente mis labios y luego la bes�, viendo como mi feminidad se abr�a como
una flor para ella. Al verme as� meti� mis labios en su boca y su lengua en mi
vagina mientras que con una mano jugaba con mi cl�toris, haci�ndome gemir de
gusto. Estaba terriblemente excitada, con la concha muy babosa y bien abierta,
lista para Lucy. Entonces me separ� los labios con sus dedos, dejando mi
conchita abierta y rosada a la vista y con la otra mano me meti� el pico de la
botella hasta hacerlo desaparecer adentro para luego levantarla. Abr� la boca y
los ojos de par en par al ver como lo poco que quedaba de la sidra se iba de la
botella y me hac�a sentir su fr�o y su efervescencia, llen�ndome la concha.
Enseguida Lucy sac� la botella y la tir� al suelo. Ya no pod�a aguantar m�s del
placer, pero antes que nada Luciana peg� la cara a mi entrepierna y se meti� mis
labios en la boca. Luego me meti� la lengua en la concha y sin poder contenerme
solt� todo lo que hab�a en ella. No pod�a creer lo placentero que fue eso. La
sidra brotaba de mi vagina mientras Luciana se la tragaba toda, meti�ndome la
lengua hasta donde pod�a, lami�ndome el cl�toris y mordi�ndome los labios,
haci�ndome gritar sin parar.
Cuando termin�, me levant� totalmente euf�rica y agarr�ndola
de la cabeza le com� la boca de un beso, y acost�ndola me apoy� sobre ella.
Empec� por chuparle las tetas y moj�ndola con la lengua baj� hasta la pelvis, a
comerme esa concha rosada y tiernita. Tras un buen rato de chuparla y morderla a
mi antojo y de escucharla gemir volv� a acostarme boca arriba en el centro de la
cama abri�ndome de piernas, y al darle una mirada que lo dec�a todo ella se dio
vuelta y se sent� en mi boca, agarr�ndome las piernas para volver a chuparme
mientras yo hac�a lo mismo.
Nos chup�bamos y gem�amos con la boca llena de la concha de
la otra, cuando volvimos a escuchar el ruido de la puerta al abrirse. Era Adri�n
otra vez, pero esta vez no ven�a solo. Lo acompa�aba un muchacho negro, alto y
con el f�sico marcado. Ten�a el pelo largo hasta los hombros hecho diminutas
trencitas que terminaban en peque�os brochecitos blancos. Luciana se levant� y
bes� en la boca a ambos, luego Adri�n me bes� a m�.
El negro y yo nos miramos a los ojos por unos segundos como
si nada m�s existiera. Yo le adivin� un generoso bulto debajo del pantal�n y �l
clav� sus ojos en mis carnosos y abultados pechos.
Sin hablar ni perder un minuto se desvistieron, pero yo me
sent� al borde de la cama, agarr� al negro y lo traje hacia m� para bajarle el
slip yo misma. Al hacerlo, una pijota gruesa y larga como una morcilla apareci�
de repente cayendo entre mis manos con la cabeza gorda y negra a la vista. Era
impresionante. Los grandes huevos, hinchados casi hasta reventar, colgaban
debajo repletos de semen. Babe�ndome de la tentaci�n se la agarr� y me la met�
en la boca ante la sonrisa de los tres, haci�ndola tocarme la garganta hasta
rozar sus huevos con los labios. El me agarr� la cabeza con las manos y me
empujaba hac�a s�, apoyado mi cara contra su vientre y trag�ndomela un poco m�s,
casi atragant�ndome con la cabeza.
Despu�s de sentirla as� unos minutos empec� a chuparla
fren�ticamente con todo mi arte, de principio a fin saboreando cada cent�metro
de esa larga manguera negra. El la levant� un poco hasta sac�rmela y
apoy�ndomela en la cara lam� sus huevos, los chup� y volv� a pasarles la lengua
ansiosa de chuparle la berga de nuevo. Al verme tan hambrienta me la meti� de
nuevo en la boca y la chup� con tantas ganas que se me ca�a la baba al ir y
venir una y otra vez, mientras Luciana, arrodillada en el suelo, se la chupaba a
Adri�n como una profesional. Gem�an de gusto mientras nosotras d�bamos
exclamaciones ahogadas con la boca llena, disfrutando de esas tremendas pijas.
Se las comimos un buen rato hasta que cambiamos de pareja; yo me arrodill�
frente a Adri�n al tiempo que Lucy se llenaba la boca con el negro.
Adri�n disfrutaba de mis labios y mi lengua rodeando su
terrible tranca, y a pesar de que el negro la pasaba muy bien con Lucy me hac�a
sentir su mirada penetrante en la entrepierna, visiblemente h�meda.
Me mor�a de ganas de chupar esas pijas tan grandes, y hubiera
seguido por horas, pero las intenciones de los chicos eran otras. Lucy y yo nos
subimos a la cama y mientras yo me acostaba con los chicos ella sac� algo del
caj�n de su mesita de luz. Era un enorme consolador de silicona con todo y
test�culos, con la forma de un pito gordo y cabez�n y con una especie de
cintur�n de cuero rojo, lo suficientemente largo como para hacernos disfrutar a
las dos juntas, que una vez puesto quedaba erecto a la altura de la pelvis. Se
lo empez� a poner mientras ella segu�a chup�ndole la berga a su marido, al
tiempo que yo me met�a los dedos en la concha h�meda, comi�ndome la del negro
otra vez. Cuando ya hab�a terminado las cosas empezaron a tomar otro color:
ahora eran tres pijas, todas para m�. Adri�n me hab�a dado toda una sorpresa
trayendo a su amigo, pero lo de Lucy no me sorprendi� para nada; ella siempre
fue la parte masculina de nuestra pareja, y por lo que se ve�a estaba totalmente
dispuesta a poseer a su hembra. Pensando que por coger con dos hombres al mismo
tiempo o por rendirme a los encantos de una hermosa lesbiana hab�a probado todo,
ser cogida por otra mujer era algo tan nuevo para m� que el coraz�n me dio un
vuelco. Mientras ellos miraban a los costados de la cama Luciana me agarr� de la
cabeza y me hizo chuparle el consolador para lubricarlo un poco con mi propia
saliva, tras lo cual me dijo que me acostara en el medio de la cama, abierta de
piernas. El coraz�n me lat�a cada vez con m�s fuerza al ver como Lucy se
acercaba a mi entrepierna con el pito erecto, pero lo deseaba tanto que no pod�a
esperar. Hab�a llegado el momento: mi concha siempre fue suya, y ahora, a punto
de penetrarla, m�s que nunca.
Ella me lam�a el cl�toris, que no tard� en abrir mi jugosa
cueva para ella como invit�ndola a mi interior, hasta que apoy� la cabezota de
silicona entre mis labios y agarr�ndome de las piernas me la enterr� hasta tocar
fondo, haci�ndome gritar de gusto. Los chicos se calentaban a�n m�s mirando como
Luciana me cog�a y me hac�a gemir del gusto, clav�ndome esa estaca en la concha
una y otra vez, sin parar ni darme respiro. Como vi que se me acercaban les
agarr� la cabeza a ambos y pronto sent� la succi�n en mis pezones, duros y
erectos de lo excitada que me puso mi amiga. Chupaban y mord�an mis pezones con
fuerza mientras Luciana me sacud�a las tetas con cada envi�n, que disfrut� como
loca.
Despu�s de unos minutos ella se sac� el consolador y se sent�
sobre la berga dur�sima del negro, meti�ndosela entera en el culo mientras
Adri�n le llenaba la boca con su pija y yo le separaba las piernas para comerle
la concha. Ella mamaba la tranca de su marido mientras el negro le arrancaba
gritos de placer haci�ndole sentir su tremenda morcilla. Con la cara entre sus
piernas abiertas le met�a la lengua lo m�s profundo que pod�a en la vagina,
lami�ndole luego los labios, el cl�toris, todo. Se la chup� con todas las ganas
y me tragu� sus jugos mientras me excitaba escuchando sus gritos ahogados, ya
cerca del orgasmo, y los del negro que me daba golpecitos con sus huevos en cada
empuj�n.
Luciana no pudo m�s y sac�ndose la berga de Adri�n de la boca
dio un grito enorme de placer, en un orgasmo brutal que comparti� con el negro,
que en ese momento se la clav� entera y grit� larg�ndole toda la leche dentro
del culo. Fue de incre�ble, y todav�a falt�bamos Adri�n y yo. Ahora me hab�a
puesto en cuatro patas y ten�a la berga toda babosa de Adri desliz�ndose con
placer sobre mi lengua, acarici�ndola con los labios y haci�ndola llegar hasta
mi garganta, mientras el moreno me untaba su saliva en el ano y me met�a los
dedos de a poco. Mientras el marido de mi amiga gozaba de la suavidad de mi boca
y el otro trabajaba en dejarme lista para coger, Lucy se ubic� por debajo de m�
y agarr�ndome las tetas con las manos las chupaba dulcemente como una bebita,
haci�ndome arder del placer.
El negro vio que ya estaba lista y sin m�s demora apoy� la
gorda cabezota de su berga y me la hundi� hasta el fondo, dej�ndome con la boca
entreabierta, para luego agarrarse mejor de mi cintura y darme una estocada
profund�sima que me toco fondo y me hizo estremecer del gusto.
Ah� mismo empez� a bombearme con fuerza, acompa�ando a
Adri�n, que me agarraba de la cabeza con las manos y bombeaba tambi�n en mi
boca, mientras Luciana me dejaba los pechos colorados de chupar y apretar y
morder con tanta euforia. Me estaban destrozando el cuerpo, pero el placer era
tan grande que me hizo pedir m�s, y me dieron el gusto. El negro me estaba
rompiendo el culo empuj�ndome muy duro, casi hasta el dolor; Adri�n no me daba
respiro y a veces me la met�a hasta la garganta y me la dejaba as� unos
segundos, agarr�ndosela por la base d�ndome empujoncitos como si se masturbara
en mi boca, y mi amiga me chupaba y me mord�a los pezones mientras me clavaba
las u�as en mis gordas tetas.
El gran placer que me daban los tres fue en aumento de tal
modo que me inund� el cuerpo, empezando en el culo y lleg�ndome a las tetas, que
las sent�a a punto de explotar.
El moreno la ten�a tan dura que gimiendo apur� el bombeo y al
gritar me la hinc� por �ltima vez tan adentro que largu� un grito ahogado y lo
sent� acabar. Sin poder aguantar ni un segundo m�s apret� las s�banas con fuerza
mientras gritaba el orgasmo anal m�s placentero de mi vida, sinti�ndolo en todo
el cuerpo. A�n con la pija de Adri�n todav�a en la boca lo disfrut� y lo grit�
como la puerca que soy, mientras un largo y espeso chorro de leche caliente me
iba llenando el culo r�pidamente, seguido de dos grandes gotas, tambi�n espesas
y calientes que su pito me escupi� bien adentro segundos antes de terminar. No
s� qui�n era ese chico, pero estaba segura de que har�a lo posible por verlo de
nuevo. Mientras, Adri�n se excit� tanto al vernos coger a los gritos y acabar de
esa manera que enseguida me agarr� de la cabeza y apoy�ndome la cara contra su
pelvis me la meti� hasta la garganta para acabarme ah�. Abundante como antes, me
larg� toda su crema en grandes cantidades, caliente y pegajosa, que al llenarme
la garganta y ahogarme tragu� de golpe qued�ndome con algo en la boca. Despu�s
de unos segundos de saborear tan magn�fica berga empapada de semen sent�a la
boca y la garganta pastosas y con el caracter�stico gustito amargo del esperma,
a la vez que m�s leche empezaba a caer en finos hilitos desde los bordes de mi
ano, todav�a atravesado hasta lo m�s profundo por ese negro y duro pedazo de
carne qu8e me volvi� loca de placer. Los dos se quedaron as�, con sus pitos
todav�a un poco duros dentro de m� sin aflojar la penetraci�n, y los tres
disfrutamos de esa manera durante unos minutos mientras Lucy se masturbaba y me
lam�a con placer la vulva, que ya estaba chorreando semen del negrito en
cantidad.
Reci�n un rato despu�s de descansar de esa forma decidimos
pasar lo que quedaba de la noche los cuatro juntos, en esa amplia cama
matrimonial, escenario de las incre�bles cogidas en las que particip�.
Reci�n a la ma�ana siguiente, ya m�s descansados desayunamos
los cuatro charlando animadamente de nuestros encuentros sexuales, ellos
desnudos y nosotras todav�a en portaligas, y antes de vestirse le ped� el n�mero
de tel�fono al negrito. Ten�a un nombre raro, pero le dec�an Jos�, y era de
Jamaica creo, o alg�n pa�s del Caribe.
Luego de desayunar se vistieron y se fueron, y prometi�ndole
vernos de nuevo Jos� me dio una amplia sonrisa que contrast� sus blancos y
alineados dientes con el color negro oscuro de la piel. Mientras tanto, Luciana
se levant� de su lugar y d�ndome besos en cuello con sus manos sosteniendo mis
pechos, me invit� de nuevo a la cama, a la que me llev� dulcemente de la mano y
donde nos quedamos disfrutando de nuestros cuerpos a solas durante varias horas.