LA PORTERA
Era una chica adolescente, de 15 a�os, cuando ocurri� lo que
voy a relatarles. Mi madre y yo viv�amos en un departamento en un segundo piso,
en un barrio c�ntrico de la capital. Mi madre, tras divorciarse de mi padre,
trabajaba como secretaria ejecutiva en una importante empresa, puesto que se
hab�a ganado con su labor eficiente, hecho que le hab�a valido la confianza del
gerente general. Debido a su trabajo, mam� pasaba todo el d�a fuera de casa y,
en ocasiones en que hab�a reuniones de junta Directiva de la empresa, regresaba
hasta bien entrada la noche.
Yo, por mi parte, era una estudiante com�n y corriente, que
comenzaba a sentir las inquietudes de la adolescencia y padec�a, en ese tiempo,
fuertes dudas acerca de mi identidad sexual.
El edificio en que viv�amos ten�a tres pisos y varios
apartamentos. Para administrar el edificio, hab�a una portera, que viv�a en un
peque�o apartamento cerca de la entrada, por lo que era necesario pasar ante
ella siempre que entr�bamos o sal�amos.
Cada vez que pasaba cerca de la portera, al entrar o salir,
especialmente cuando iba o regresaba del colegio, �sta se me quedaba viendo y, a
veces, me dec�a algunas palabras que yo no llegaba a comprender, me alababa mi
peidado o mi arreglo y siempre me dec�a que yo era muy bonita y que le gustaba
mucho, cosa que me sonrojaba, por su insistencia. La portera era una mujer de
unos 45 a�os, pelo corto con incipientes canas y pechos grandes.
Soy parte del grupo de porristas del colegio y una tarde,
despu�s de regresar de un partido de f�tbol, llegu� a casa vestida con zapatos
tenis, una mochila, mi falda cort�sima y mi brev�simo top, que por no llevar
brassier, dejaba traslucir la forma de mis pezones.
La portera sali� a hablarme y not� que se quedaba viendo mi
busto y estaba algo nerviosa, a la vez que la respiraci�n se pon�a pesada.
Extra�ada por su actitud, me fui pregunt�ndome cu�l ser�a el motivo de su
actitud, cuando me encontr� con Clara, la hija de los vecinos en el pasillo y me
entretuve charlando con ella.
En esas estaba cuando lleg� la portera y me dijo que, como
hab�a humedad en la pared, probablemente hab�a una fuga de agua en el
departamento de mi madre y m�o, por lo que quer�a pasar a examinar.
Me desped� de Clara e hice pasar a la portera que, una vez
cerrada la puerta, se detuvo frente a m�, mir�ndome fijamente, al tiempo que me
dec�a en tono muy suave, que yo le gustaba mucho y que le gustar�a mucho ser mi
amiga.
La mujer vest�a una blusa azul, con un profundo escote, que
dejaba ver gran parte de sus grandes senos. Por causa de ello, mi vista estaba
fija en aquel escote y ella se qued� mir�ndome de pies a cabeza. Al notar mi
mirada, se abri� dos botones de la blusa, dej�ndome ver casi todos sus senos.
- �Te gustan? -pregunt�.
T�midamente le respond� que eran unos pechos muy hermosos y
que yo quisiera tambi�n tener unos senos grandes como los de ella.
- �Bah! -dijo-, los tuyos apenas est�n empezando a crecer.
Avanzando su mano lentamente, comenz� a tocar mis senos y
acariciarlos con suavidad. Yo estaba asombrada y un tanto azorada. No sab�a qu�
hacer.
La mujer fue bajando su mano y, sin que yo hiciera nada por
evitarlo, puso la palma sobre mi pubis y comenz� a darme masaje en la vulva y el
cl�toris. Aquello me puso, no s�lo nerviosa, sino excitada. De pronto, ella se
puso de rodillas delante de m�, y con sus manos comenz� a bajarme la lycra que
ten�a abajo de la faldita, junto con mi bikini, dej�ndo mi monte de venus a su
vista. Ella acerc� su cara a mi entrepierna y, acerc�ndo su boca, empez� a
chuparme. Aquello me dej� helada. Yo ni siquiera imaginaba que se hicieran cosas
como esas.
La portera estuvo un rato chup�ndome y yo pon�a los ojos en
blanco, presa de un inmenso placer. De pronto, ella detuvo sus �mpetus y se puso
de pie. Entonces, con r�pidos movimientos, comenz� a quitarse la blusa,
qued�ndose con los senos al aire, �rganos que acapararon mi atenci�n, con sus
enormes pezones, de un color rojo oscuro. Poco a poco, fue desnud�ndose
completamente.
Se acerc� a m�, me tom� en sus brazos y estamp� en mis labios
un beso feroz, mientras recorr�a ardientemente mis peque�os senos con sus manos.
Me ayud� a desvestirme y ya las dos desnudas caminamos hasta mi habitaci�n,
donde la portera me hizo acostar en la cama. Me tom� por las caderas, enterr� su
cara entre mis piernas y comenz� a lamerme y tratar de penetrar en mi vagina con
su lengua, al tiempo que chupaba y mordisqueaba mi cl�toris, haci�ndome gemir
como loca.
- �Te gusta? -pregunt�.
- �Dale! -le respond�-. �Dame m�s por favor!
Aunque yo ten�a ya un par de a�os desde que hab�a aprendido a
masturbarme, frot�ndome el cl�toris, en esta ocasi�n me sent�a muy caliente y no
recordaba haber sentido antes tanto placer. Poco tiempo transcurri�, antes de
que tuviera mi orgasmo.
- No sabes cu�nto te he deseado siempre -me dijo la portera.
Yo me limit� a expresar un suspiro de placer y decid�
retribuirle el gozo que ella estaba provocando en m�. Bajo su direcci�n, me
coloqu� en posici�n de "69" y muy pronto comenc� a lamerla y chuparla, de la
misma forma como ella lo hab�a hecho en m�.
Mientras m�s se prolongaban mis caricias y se iban haciendo
m�s intensas, ella jadeaba m�s fuerte, hasta que la vi contraerse, como una
epil�ptica, s�mbolo de que tambi�n hab�a tenido su orgasmo.
Ambos nos quedamos inm�viles durante un rato, al cabo del
cual, ella se volvi� boca arriba, abri� las piernas y pude ver que su vagina
chorreaba, llena de jugos. Sin poder contenerme, me agach� sobre ella y le
limpi� la vulva con mi boca, hasta que finalmente, se contrajo de nuevo en otro
orgasmo, que la hizo gritar de placer.
Finalmente, nos pusimos de pie, intercambiamos un beso y nos
vestimos lentamente. Luego, la acompa�� hasta la puerta y, al partir ella, cerr�
y me dirig� hacia el ba�o, para asearme.
Esa noche, no pod�a dejar de pensar en lo sucedido y me cost�
dormirme, recordando una y otra vez aquellos fabulosos momentos.
Al d�a siguiente, al pasar hacia el colegio, junto a la
portera, ambas nos miramos muy intensamente y yo me sonroj�. Me detuve y le
pidi� que, despu�s del almuerzo, pasara por el departamento, ya que yo estar�a
sola toda la tarde. Ella s�lo me contest� con una sonrisa.
Apenas regres� del solegio, me prepar� algo de comer, pero
casi no com�, ya que me sent�a muy nerviosa. Despu�s del almuerzo, me sent� en
la sala. Hube de aguardar solamente unos quince minutos.
O� el timbre de la puerta. Era la portera. La invit� a pasar
y not� que tra�a algo en una mano, envuelto en un pa�o. Apenas cerr� la puerta,
nos besamos con pasi�n. Despu�s, nos dirigimos nuevamente a mi habitaci�n,
mientras ella me dec�a papabritas dulces al o�do.
Muy pronto yo estaba acostada boca arriba en la cama,
solamente en bikini, abierta de piernas. La mujer me miraba con ojos lujuriosos
y se desnud� r�pidamente. Su pechos colgaban y sus pezones se ve�an inflamados y
duros. Se acost� en la cama sac�ndome el bikini y se aplic� a mamarme la vulva
con avidez. A trav�s de la habitaci�n se escuchaban nis gemidos, en tanto yo
agarraba a la portera por la cabeza.
Al ver y sentir la avidez con que aquella mujer mamaba mi
vulva, tuve un primer orgasmo que me dej� un poco m�s relajada, pero segu�a
excitada. Me coloqu� nuevamente de tal manera de poder practicar ambas un "69".
Tras unos cinco minutos, la portera se acomod� y, haci�ndome
girar, me coloc� en cuatro patas y, poni�ndose atr�s de m�, baj� con su boca y
empez� a chuparme el culo, mientras trataba de meterme un dedo. Yo mov�a las
caderas de puro gusto y casi gritaba de excitaci�n.
En aquel momento, la portera tom� el objeto que hab�a tra�do
y lo desenvolvi�. Qued� sorprendida al verlo. Era un pene artificial, hecho de
l�tex, de unos 15 cm de largo, que reproduc�a fielmente todas las venas e
irregularidades del �rgano masculino. Entonces me dijo:
- Me gustar�a penetrate, pero para no romperte el h�men,
prefiero hacerlo por detr�s. �Me dejas?
Yo no respond�, ya que me hab�a quedado paralizada por la
sorpresa. Antes de que yo saliera de mi asombro, ella estaba apoyado su verga
artificial sobre la entrada de mi culo. Empuj� un poco con el glande, metiendo
una peque�a parte en mi trasero. Sent� dolor y grit� un poco, pidi�ndole que,
por favor, fuera despacio.
Ella se qued� detenida un momento y luego empez� a met�rme la
verga de goma, con lentitud, en tanto yo mov�a el culo, ayud�ndola en la
penetraci�n. Sigui� con este movimiento y me la fue metiendo despacito, hasta
que me la enterr� completamente, hasta tenerla empalada a fondo. Sentir aquel
pene artificial enterrado en mi culo y tenerlo clavado en m�, me provoc� un
segundo orgasmo, que me dej� conmocionada.
La portera empez� a bombear duro, mientras yo mov�a mis
caderas en forma circular, acompa�ando el movimiento de ella, que empec� a gemir
y a gritar cada vez m�s fuerte, hasta que nuevamente me estremec� de placer.
La portera continu� en su bombeo bien duro y, poco a poco,
fue aumentando el �mpetu de sus embestidas. Me daba cada vez m�s duro hasta que,
agarr�ndome por los hombros, empez� a atacarme inmisericordemente. Ella
accionaba el falo cun una mano y se masturbaba con la otra, al tiempo que yo
gritaba que me encantaba aquello y le ped�a que me siguiera partiendo el culo.
Ella ten�a una sonrisa de felicidad, y sigui� bombeando hasta
que sent� un nuevo cl�max y ella me clav� el pene hasta el fondo, cayendo luego
la portera sobre m� en la cama, mientras se contorsionaba en lo que supuse era
la llegada de su orgasmo.
Reposamos un rato hasta que me sac� el falo de l�tex de mi
ano. Me bes� el culo y, mientras yo me qued� tirada sobre la cama un rato, ella
se puso de pie y fue hasta el ba�o a limpiar el pene.
Cuando regres�, la portera se qued� callada y luego me mir�
con una sonrisa p�cara. Le puse las manos en sus pechos e instant�neamente sent�
en mis palmas la reacci�n de su cuerpo, que se excitaba r�pida y
apreciablemente. Pude palpar sus pezones erectos y duros. Ten�a unos pechos
realmente grandes. Ella, aprovechando la ocasi�n, comenz� a darle masaje a mis
pechitos que comenzaban a crecer.
- Chup�melos -le supliqu�.
Sin chistar ella aplic� su boca a mis pezones e inici� una
acci�n mamadora, que pronto los puso duros y turgentes, haci�ndome gemir de
placer. Luego, se puso de rodillas y se ubic� entre mis piernas. Mientras tom�
mi cl�toris con una mano, su lengua empez� a jugar con toda mi vulva.
Finalmente, su lengua comenz� a penetrar en mi vagina y
chupar mi cl�toris, el que devor� golosamente, haci�ndome delirar de placer.
Con una mano yo la iba masturbando, mientras la otra se
adue�� del falo artificial. La masturb� con lentitud y suavidad, mientras gem�a
de placer, d�ndome cuenta de que la estaba llevando a un valle de deleites.
Yo estaba muy excitada, por lo que, entre sollozos, le ped�
que me dejara meterle el pene de goma. Ella, por toda respuesta, se tendi� boca
arriba en la cama y yo, siguiendo sus instrucciones, ayudada por su mano y su
experiencia, le fui ensartando en la vagina cada cent�metro de aquella pija
artificial, hasta que finalmente, se la clav� por completo.
- Si existe el cielo, debe sentirse algo as� -exclam�.
Y comenc� a met�rsela y sac�rsela lentamente, prolongando
aquel movimiento de �mbolo, durante unos diez minutos hasta que, al ver que su
culminaci�n se aproximaba, yo comenc� a apurar en mis embestidas, preparando su
orgasmo, que no tard� en llegar, arrollador.
Entonces, ella me hizo detenerme y le squ� el falo. Cuando se
hube serenado, me pidi� que la cojiera por detr�s y yo, acced�. Con una mano le
toqu� el orificio del culo y lo sent� enormemente excitado.
La portera se coloc� ante m� y tomando mi pene con su mano,
apunt� mi estoque contra su ano. Sin detenerme y sin piedad, la ensart� y ella
lanz� un grito de dolor.
La portera me hizo quedarme quieta durante un momento,
permitiendo que su recto se acostumbrara al tronco. Tras unos segundos, comenc�
a moverlo de nuevo, lentamente al principio y m�s r�pido despu�s. Su cuerpo
respond�a de manera nunca vista y su excitaci�n iba llegando a la c�spide otra
vez.
El pene entraba y sal�a de ella fren�ticamente, hasta que muy
pronto, grit� fuertemente y un bestial orgasmo la acometi�.
Qudamos quietas, en silencio, durante un rato. Finalmente,
ella tom� el pene de l�tex y fue al ba�o a lavarlo nuevamente. Cuando regres�,
yo me estaba masturbando. Se qued� mir�ndome un momento y luego se sent� a mi
lado. Pas� su mano por mi vulva y me introdujo un dedo en mi vagina, sintiendo
la fiebre que me acomet�a.
- Creo -dijo blandiendo el pene de goma-, que ha llegado el
momento de meterte esto.
Vi aquel cilindro amenazador acercarse a mi vagina. Sent� el
roce de la cabeza contra mi vulva y, luego, ella empuj�. Sent� un leve dolor y
el pene se fue hasta el interior. Gem� de gusto.
Igual que yo lo hab�a hecho antes, ella comenz� con el
r�tmico mete-saca. Ayudada por su otra mano y sus labios, fue estimulando mi
cl�toris, no tardando m�s de unos minutos para tenerme al borde de una
espectacular explosi�n.
Ella sigui� bombeando y cuando anunci� la llegada de mi
orgasmo, aceler� el ritmo y, tras un par de movimientos r�pidos, sent� que un
show de fuegos artificiales se desataba en mi interior, al tiempo que lanc� un
gemido prolongado que ella temi� se escuchara afuera del apartamento.
Nos abrazamos, enlazadas como dos tiernos amantes,
cubri�ndonos de besos, hasta que vencidas por la fatiga, nos quedamos dormidas.
Cuando despertamos, ya estaba oscuro afuera. La portera se visti� y se despidi�
de m�, prometiendo volver la tarde siguiente.
Ella me bes� y yo me di cuenta de que una nueva etapa se
abr�a en mi vida; una nueva etapa que desde entonces, me ha dado enorme placer.
Autora: ANASO
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