Relato: Madre, no pude guardar silencio (2 - Final)



Relato: Madre, no pude guardar silencio (2 - Final)

NO PUEDO GUARDAR SILENCIO ... 2


Esas Vacaciones de verano, no fui a visitar a mi madre, pues
acepte la invitaci�n de Roberto, un amigo de mi promoci�n, que me llev� a
conocer su casa y su familia, ubicada en un lugar de ensue�os llamada La Serena,
una ciudad balneario al centro norte de Chile, lo pas� de pel�cula y el tiempo
me pas� volando, conoc� nuevas amistades, aunque por las noches y en mis
momentos de sosiego, no pod�a quitar de mi mente la figura erotizada de mi media
hermana Loreto, con quien manten�a un secreto e intimo comportamiento y donde
ambos satisfac�amos todos nuestros placeres sexuales en las placenteras y
solitarias habitaciones de mi nuevo hogar, ello me llevaba a masturbarme,
recordando todas sus exquisitas bondades de su cuerpo y su especial manera de
ser, pero lo curioso de ello es que cuando estaba a punto de eyacular, se me
trastocaba la viva imagen de mi madre Tania y de recordarla a ella, me iba con
todo.



Fue en las vacaciones de invierno del a�o siguiente, que
viaje nuevamente a Los �ngeles Chile, lugar donde viv�a mi madre, aproveche esas
dos semanas para ir a visitarla y estrecharla con ansias en mis brazos antes
nuestro reencuentro de casi un a�o y medio.


No quiero mentir al decirles que encontr� a una mujer
estupenda, si desean qu�tenle un porcentaje que a lo mejor exagero por tratarse
de una mujer adorable para mi y que me costaba a esta altura mirarla como lo que
ella era, mi madre, le acompa�aba espor�dicamente Natalia, una amiga de su
infancia que ven�a por las noches (No siempre) ha acompa�arla. Mi estad�a ten�a
ese encanto especial de retornar a mi querido hogar, de salir con mis amistades
pasadas y volver a saborear las deliciosas comidas hechas en casa.



Por circunstancias de la vida y del negocio que llevaba mi
cu�ado Luis Eduardo, manten�an una sucursal muy beneficiosa en la ciudad de
Concepci�n, distante a una hora y fracci�n de donde viv�a mi madre, por lo que
sanamente este negocio le exig�a cierta permanencia en esa ciudad, por lo que a
veces los fines de semana en vez de viajar a Santiago, lo hac�a a casa de mam�
para visitarle y as� mantener contenta a mi hermana al tener noticias frescas de
Tania.


Ese fin de semana en que Luis Eduardo iba a pasarlo en casa
de Los �ngeles, not� algo especial en mi madrecita a quien yo no le perd�a el
rastro pues toda ella me excitaba de sobremanera y me hacia mil conjeturas de
c�mo abordarla sin recibir el rechazo de ella y un quiebre talvez en nuestra
relaci�n madre-hijo. Para estas ocasiones ella se esmeraba por vestir muy sexy
lo que marcaba en mayor profundidad su encendida sensualidad de mujer madura ( a
poco de cumplir los 42 ). Esa noche de s�bado Luis Eduardo nos hab�a invitado a
cenar en un muy buen restauran en las afuera de la ciudad, pero yo me excus� de
asistir pues ten�a la invitaci�n a casa de una ex compa�era de colegio que
celebrar�a su cumplea�os y ello normalmente se prolongaba hasta muy tarde la
madrugada.


Todo impecable, todo bien, pero la estad�a en los festejos de
mi amiga, no me sent� del todo bien y fue su propio hermano mayor quien se
encargo de llevarme de regreso a mi hogar a eso de la 01,30 A.M. Mi madre y su
yerno, ya hab�an regresado a casa, pues la camioneta de Luis Eduardo, se
encontraba guardada, desde fuera se pod�a ver la suave iluminaci�n del cuarto de
mam�.


Abr� la puerta con mis llaves y trat� de ingresar sin hacer
ruidos, antes de irme a mi habitaci�n quise avisar a mam� que hab�a vuelto sin
novedad, al llegar junto a su puerta del dormitorio, sent� unos extra�os ruidos
combinados de gemidos ya familiares para mi, hech� a volar mi mente y todo me
indicaba que all� adentro mi madre disfrutaba sobre la cama del encuentro con un
hombre, que para m� no pod�a ser otro que Luis Eduardo. Quise accionar el
pestillo de la puerta, pero �ste se encontraba asegurado. De pie frente a esa
puerta, me agobiaba la incertidumbre, sent�a rabia y celos, pero a su vez una
inexplicable sobre excitaci�n y morbosidad de saber que era lo que realmente
estaba ocurriendo all� dentro.


Pronto record� que el ba�o de mi madre, ten�a una puerta que
daba hacia el exterior, por donde se pod�a ingresar al patio posterior de mi
casa. Sab�a donde se guardaba esa llave, por lo que sin hacer ruidos delatorios,
la tom�, sal� al patio y cual ladronzuelo experimentado abr� silenciosamente la
puerta y me introduje al cuarto de ba�o, desde la alcoba de mi madre llegaba una
tenue luz que se colaba por la puerta interior, que se encontraba semi abierta,
lo que si escuchaba con claridad eran los gemidos placenteros de mi madre en
plena acci�n sexual. Yo trataba de controlar mi agitada respiraci�n, asom�
levemente mi cabeza y el espect�culo que se me ofrec�a, no pod�a ser mas claro y
excitante para m�, mi madre en toda la esplendidez de su desnudez, proced�a a
cambiar de posici�n, mientras que el hombre que yac�a de espaldas sobre la cama
y que no era otro que Luis Eduardo, mi cu�ado, mostraba en toda su longitud ese
tremendo falo, grueso, largo y musculoso que Loreto, casi no se lo soportaba,
pero sin embargo mi madrecita, al sentarse sobre �l lo observaba como
repetidamente se lo perd�a totalmente en su rica vagina, hasta tocar la base de
los test�culos de Luis Eduardo. Mi pene me estallaba dentro del pantal�n,
mientras cual insigne vollerista observaba con lujos y detalles toda esa
apasionada fornicaci�n de la suegra con su yerno.


Vi doblegarse a Tania en dos
oportunidades tras incontrolables movimientos del sube y baja, posteriormente
les observ� cambiar nuevamente y ahora fue Luis Eduardo quien se bajo de la cama
y tomando ambas piernas de ella se la llev� sobre sus hombros y la penetr� sin
compasi�n, lo hacia con toda su fuerza de macho, sus potentes picaneadas hac�an
a mi madre estremecer de placer, que deseos mas grandes pensaba yo, estar entre
las piernas de esa tremenda mujer, su rostro rejuvenec�a hasta parecerse como
una gota de agua a su hija Loreto, deb� liberar mi enloquecido pene y me fui con
todo viendo a mi madre caer un nuevo y conmovedor orgasmo, en silencio limpi�
los vestigios de mi leche derramada sobre la losa del cuarto de ba�o y abandone
mi posici�n sin que nadie se diera cuenta.



Me cuestionaba al d�a siguiente enfrentarme a esta pareja de
amantes, pensaba en Loreto, mi hermana, all� lejos en la capital a mas de 500
kil�metros de distancia, alabando a su marido por visitar a su casi solitaria
suegra. --- � Desde cuando vendr�a funcionando as� este cuadro ? --- Yo creo que
hace mucho tiempo.


Trataba de entender la l�gica de Luis Eduardo, quien adem�s
era mi tutor, puesto que yo viv�a en su casa de Santiago, ser�a que �l con
Loreto no pod�a usufructuar de buen sexo, mientras que mi madrecita, tan
parecida a su hija, con la complicidad del secreto y su ardiente experiencia, se
entregaba en cuerpo y alma a su yerno, permiti�ndole satisfacer todos sus deseos
sexuales en plenitud y de eso yo fui testigo visual.


No dije nada y ellos actuaron como si nunca haya sucedido
nada, que buenos actores y actrices somos algunos seres humanos pensaba yo,
mientras urd�a un plan para posesionarme de ese cuerpo de mujer que hab�a
trastornado mi visi�n y mi cerebro juvenil esa noche.


Comenc� a acosarla deliberadamente, la tomaba por detr�s y
besaba su cuello y nuca como regalone�ndole y demostrando la alegr�a que sent�a
el estar nuevamente juntos despu�s de tanto tiempo, ella lo entend�a as� por lo
que no se mostraba esquiva para nada y no me rechazaba hasta no sentir que mi
que mis prop�sitos eran algo pecaminoso.


Esa noche, ella se fue m�s temprano que de costumbre a su
cama, ingres� a su alcoba con una bandeja y dos tragos cargados al dulce y al
alcohol.




Tania --- � Que te parece si te acompa�o un rato, prepar�
este par de tragos muy suaves para que pruebes mi mano? � le dije � aunque
reconozco que el trago de ella estaba un tanto m�s cargado al alcohol.


�Mmmm.! --- Me parece muy buena esa idea --- me dijo
sonriente --- aceptando el vaso, yo vest�a solo mi pijama, por lo que me
acomod� a su lado al interior de la cama, hicimos nuestro primer brindis
donde afam� mi mano de barman.


Este trago est� delicioso me dijo, tomando otro sorbo y
agregando --- Te has dado cuenta mi amor que a mi me cuesta asimilar que ya
eres un jovencito casi un hombre y yo todav�a te trato como el hijito
regal�n de a�os atr�s.



�Por un lado est� bien! � dije --- pues yo a�n me siento
tu regal�n y me encanta acariciarte como antes y recibir tus caricias
tambi�n. Dejando mi vaso en la mesita de luz , apegu� mi cuerpo al de ella y
pude notar de inmediato que solo llevaba puesto la parte superior de su
camis�n de dormir y nada m�s, la desnudez y reconfortante suavidad de su
piel me electriz� instant�neamente, ello gatill� mi calentura y nuevamente
sent� la reacci�n de mi pene que se erectaba peligrosamente.



Ella, lejos de lo que yo pensaba que rechazar�a mis
atrevidas caricias, me arrull� a su lado, tal como lo hac�a cuando era m�s
peque�o y as� jugamos un tiempo a la mam� y su beb�. Sin que ella se
percatara pronto me quite el pijama quedando tambi�n desnudo a su lado.



�Uy � --- Exclamaba mientras recorr�a con sus manos mi
cuerpo --- Mi Dios, como ha crecido mi bebito � m�renlo si parece todo un
hombre ... y que hombre --- dijo cuando fue a tomar mi erecto pene. � Veamos
cuanto le ha crecido el pil�n a mi ni�o? ---- �Oh, que maravilla � ---
exclamo nuevamente al lanzar las ropas de cama hacia atr�s --- D�jame darle
un besito -- me dijo � Y sent� sus labios sobre la cabeza de mi pene, una y
otra vez, mientras observaba yo su maravillosa anatom�a, ah� junto a m�.
Pronto lo sent� todo dentro de su boca, lami�ndolo con suavidad y
entusiasmo, no esper� m�s tiempo e invert� mi cuerpo para quedar con mi
rostros hundido en su estimulante vagina, mi lengua con todo el
adiestramiento que me hab�a dado Loreto, empez� a surtir efecto en Tania,
que aprisionaba mi cabeza con sus suaves muslos, mientras se retorc�a de
placer. Yo para no perder la respiraci�n retiraba de vez en cuando mi cabeza
de su ardiente sexo y pod�a apreciarlo tan peque�o y apretado como el de mi
media hermana Loreto, y no conceb�a como pod�a comerse todo el tremendo
verg�n de Luis Eduardo.



Mi acelerada lengua se toc� con su bien desarrollado y
sensible cl�toris y sin darle tregua not� como consegu�a de ella un tremendo
orgasmo, en los momentos que mi leche inundaba con verdaderas ansias su
garganta. Este s�lo acto entre mi madre y yo me ten�a inmensamente contento,
se hab�a roto definitivamente el hielo de esa posibilidad y comprend�a que
ello me daba luz verde para continuar una relaci�n totalmente distinta y eso
me alegraba de sobremanera.



El contacto con su exquisito cuerpo, la belleza madura de
su rostro iluminado de sensualidad, hac�an irrefrenable mis deseos de
continuar haci�ndola m�a. Fue as� que minutos mas tarde la ten�a en la misma
posici�n en que la hab�a sorprendido con Luis Eduardo. Con sus piernas ahora
sobre mis hombros, pulsaba con fuerzas mi pene hacia su interior y ella me
respond�a oponiendo sus resistencia a mis enviones lo que me permit�a perder
totalmente mi cada d�a m�s fuerte miembro dentro de su apetecible vagina que
me enloquec�a de fuertes deseos, especialmente a escuchar sus incontrolables
gemidos de mucho placer, tambi�n se los he dicho, mi placer era inmenso de
tenerla por fin a mi merced y darle vida a todas esas fantas�as que hab�a
so�ado hacia ella. La realidad superaba con creces todo lo imaginable, que
rica era mi madre sobre la cama, ahora comprend�a a mi cu�ado Luis Eduardo
la imposibilidad de sustraerse a los encantos de su rica y solitaria suegra
y de las ansias con que le vi hacerle el amor. Sin darle tregua la vi
desvanecerse en orgasmos por dos veces m�s ante de ba�ar su �tero con mi
semen.



Al rato y al volver de la sala de ba�o, ella dorm�a
profundamente sobre la cama, me qued� unos instantes observando su hermosa
desnudez, sus redondas y firmes a�n par de tetas, las que sabore� con todas
mis ansias solo un rato antes y esas formas tan perfectas de su cuerpo y el
embrujo de un par de piernas deliciosamente acariciables las que levemente
abiertas me permit�an observar su velludo sexo que tanto goce me hab�a
entregado esa noche.


Mi joven sobreexcitaci�n nuevamente a tener una nueva
erecci�n, de pie y observando su deseable figura, me vinieron unos
incontrolables deseos de masturbarme recordando lo que ese cuerpo me hab�a
hecho gozar hacia s�lo unos instantes atr�s, inesperadamente le vi moverse y
darse vueltas, quedando a mi vista erotizada un hermoso trasero que al
parecer me invitaba a penetrarlo. Sub� a la cama y junto con acariciar ese
trasero de oro, lo levante algo, ella inerte se dejaba mover, humedec� su
entrada con sus jugos vaginales y apunte mi duro pene en un enrojecido
orificio del que estoy cierto era producto de las penetraciones que su yerno
le hab�a hecho algunas noches anteriores.


Pulse sobre �l lentamente hasta perd�rselo todo por su
estrecho canal, solo escuche un peque�o gemido de dolor al entrar en ella,
mis penetraciones y movimientos la sacaron de su pesado y agotado sue�o y no
s�lo atin� a mejorar su posici�n si no dio inicio a una participativa
colaboraci�n, nuevamente mis manos se multiplicaban para recorrerla entera,
que hermoso y buen culo el de mi madre, que juego de tetas tan acariciables
y que bien culeaba. Esa noche no habr�a querido bajarme nunca de ella y
gozarla hasta la saciedad, pero el sentirla aullar de placer y gusto, me
hac�a estallar nuevamente llev�ndome tambi�n en su alocado orgasmo. Me
arrull� a su lado y nos dormimos pesadamente.





Al d�a siguiente y ya tarde, me despert� en su cama, cuando
ella me tra�a una gran bandeja con un reconfortante desayuno, se seno sobre la
cama a mi lado y me dijo.




Ya papito, le traje un rico desayuno para que reponga
todas las energ�as que le dio anoche a mamita.


�Oh �--- madre le dije --- estoy muy preocupado y
avergonzado por lo de anoche y si tu no lo deseas, esto no volver� a
ocurrir.


Yo nada te he reprochado y no debes avergonzarte delante
de mi, yo lo acept� y te prometo que me has hecho gozar como un verdadero
hombre y me siento feliz que as� haya sucedido, lo �nico que te pido es que
ser� un hermoso secreto entre ambos.





Atras� en cinco d�as mi regreso a la Capital y a retomar mis
estudios, ella misma llam� a mi Colegio, informando que me hab�a tomado una
fuerte gripe y el m�dico me hab�a recetado cinco d�as en cama. No se imaginan
como lo pasamos en esa oportunidad, ella complac�a todos mis caprichos y
fantas�as. Cada vez que se me erectaba el pene, la buscaba con desesperaci�n y
la tomaba hasta penetrarla y ambos goz�bamos por igual. Dentro de casa andaba
sin calzones o bragas y vest�a cortos vestidos que al agacharse le ve�a todo su
rico "chorito" que mi lengua saboreaba en plenitud.


En esa oportunidad me volv� a encontrar con Natalia, la amiga
de mi madre, que como les he relatado ven�a a acompa�arla algunas noches, cuando
ella se encontraba sola. Natalia era una mujer que no pasaba desapercibida, por
su elevada estatura y un f�sico bien cuidado.



Durante algunas de sus visitas en el d�a la notaba muy
preocupada por mi madre con atenciones llenas de cari�os que a mi a mi edad me
parec�an extra�as, es por ello que cuando esto ocurr�a las dejaba a solas, no
obstante me dedicaba a espiarlas y por sus ademanes y lo que observ� me pude dar
cuenta que algo oscuro pasaba entre ellas. Para cerciorarme de ello, en una de
sus visitas, invent� salir a visitar a unos amigos y limit� incluso a tres horas
mi regreso, simul� todo sin hacerlo y busqu� un refugio en casa. No pas� mucho
tiempo que sent� cerrar la puerta de la alcoba de mi madre, con la sagacidad que
me caracteriza ingres� al ba�o por la puerta exterior y al igual que cuando
sorprend� a Tania con Luis Eduardo, pude darme cuenta que tanto mi madre como
Natalia, su amiga de siempre, eran bisexuales y gustaban de hacerse el amor
entre ellas.


El espect�culo que ofrec�an sobre la cama, eran para mi
abismantemente excitante y s�per calientes. Si la desnudez de mi madre me pon�a
a cien, la de Natalia y su forma de manejar a mam� me puso a mil. Al observarlas
en acci�n, estuve tentado de irrumpir en la habitaci�n y penetrar a todo dar a
Natalia, pero me retuve para no delatar mi intimidad con mi madre.


Pasado unos
momentos vi a Natalia bajar de la cama, mientras mam� continuaba tendida sobre
ella, agotada e inerte producto de su infatigable entrega l�sbica. Yo estaba
paralogizado y no me percate que su amiga se dirig�a desnuda al cuarto de ba�o,
solo atin� a esconderme detr�s de la puerta cuando ella hizo su ingreso. Por
supuesto me descubri� por lo que mi reacci�n fue tomarla y tapar su boca con una
mano para evitar que gritara, le ped� se tranquilizara y no hiciera nada por
delatarme, actuaba yo con una personalidad tal, que desconoc�a yo mismo mis
reacciones.


Una vez aquietada la situaci�n, puse cerrojo asegurando a esa
bendita puerta y sin que ella se resistiera mucho, la penetre con inusitada
pasi�n y me nutr� de su cuerpo de la misma forma que ella se nutria de las
bondades de mi madre y lo hicimos hasta caer ambos en fuertes espasmos producto
de nuestra inusitada entrega.



Hoy a mis 23 a�os, estoy pr�ximo a dejar la Universidad,
donde espero graduarme como Ingeniero Comercial, Luis Eduardo me est� esperando
para que le ayude en su empresa. Loreto mi media hermana y amante, tiene un
peque�o de dos a�os llamado Luis Rafael, se parece mucho a mi pero el padre
legal es Luis Eduardo. Loreto se oper� de su problema y ahora le exige m�s a su
marido y a su amante hermano. Mi cu�ado continua viajando a Concepci�n y de ah�
a Los �ngeles Chile, a casa de mi madre y entre ambos, mas su querida amiga
Natalia, la mantenemos activa, atractiva a�n y una joyita en la cama.


Todos
aprendimos a mantener nuestros secretos y as� somos felices a nuestra manera, o
sea somos una "Familia Feliz", donde Tania, se encarga y se esmera de que a su
lado pasemos las mejores vacaciones jam�s so�adas. Mientras a Natalia, la visito
en su casa para no despertar sospechas. Creo ser un tipo muy afortunado, aunque
en mi inteligencia reconozco la anormalidad del asunto, pero que ricos han sido
estos a�os de mi vida.



Rafael...




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Relato: Madre, no pude guardar silencio (2 - Final)
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