Relato: Demasiado bien





Relato: Demasiado bien

"Demasiado bien"


Por JValet


Traducido por Sigma



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La luz del sol se verti� por la ventana de la alcoba en un
grueso (aunque oblicuo) pilar dorado, su base reposaba al pie de una cama
kingsize con un solo ocupante. El durmiente yac�a enredado en las sabanas,
presentaba una sonrisa cansada despu�s de una aparentemente inquieta, aunque
placentera noche.



El ancho cuadrado de luz del d�a se movi� lentamente al lado
de la cama mientras la ma�ana avanzaba, eventualmente alcanzando un par de
delicados pies, enredados en un rizo de la manta. Con el cambio en temperatura,
el durmiente gimi� mientras la conciencia lentamente se fortalec�a y mov�a sus
pies lejos de la molesta luz. Ahora reposaba con sus largas y ligeramente
bronceadas piernas atrapadas en la retorcida manta. M�sculos subcut�neos se
flexionaron en sus bien formadas pantorrillas y esbeltos muslos cuando
lentamente empez� a mover sus caderas en un lento movimiento de sube y baja. La
luz del sol persisti�, sin embargo, y sigui� a sus pies por la cama hasta que no
tuvieron a donde huir. Mientras sus pies comenzaban a sobrecalentarse, recuper�
totalmente la conciencia, ruboriz�ndose ligeramente cuando se dio cuenta de lo
que hab�a estado haciendo poco antes.



Bostezando delicadamente Josephine Hall se incorpor�,
desenred�ndose de las mantas mientras lo hac�a. Sentada en el borde de su cama,
desliz� una mano por los rizos largos y l�nguidos que llegaban justo arriba de
sus hombros en una cascada roja. Lentamente se levant�, sonriendo ampliamente.
La noche pasada, como cada noche de esa semana, hab�a estado llena de. . .
sue�os placenteros. De hecho, ni una sola ma�ana de las �ltimas cinco hab�a
comenzado su d�a sin tener las bragas h�medas. No sab�a por que demonios se
sent�a tan excitada, pero le gustaba. Que bueno que estaba de vacaciones...
Josephine sab�a que no estaba de humor para volver a trabajar el lunes.



Mirando sobre su hombro, echo una mirada en el espejo montado
al lado de su ropero, y le gust� lo que vio. Despu�s de treinta-ocho a�os
Josephine sab�a que todav�a ten�a el ENCANTO. Quiz� tuviera algunas patas de
gallo empezando a notarse en el borde de sus ojos, y su trasero ya no era lo
bastante duro para no moverse, pero todav�a ten�a unas piernas para morirse, y
sus pechos, aunque peque�os, todav�a no mostraban se�ales de colgarse. Alis� las
arrugas en el peque�o camis�n negro que llevaba, e hizo un puchero. Si hubiera
un hombre aqu�, no hab�a manera de que pudiera resist�rsele... Si hubiera un
hombre aqu�. Josephine suspir�. Pero hab�a otras maneras de reafirmar su
situaci�n de s�mbolo sexual.



Fuera de su cuarto, lleg� el sonido de alguien preparando el
desayuno. Josephine echo una �ltima mirada sexy al espejo, y agarr� la gruesa
bata que yac�a a los pies de su cama. Tras pon�rsela y at�rsela holgadamente,
fue a ver que tipo de desastre hacia Alvin en la cocina.



Andando calladamente y descalza hac�a la cocina, encontr� a
su hijo apur�ndose, tratando de meterse en la boca una tostada y un par de
trozos de tocino simult�neamente mientras beb�a un vaso de jugo de naranja. Dej�
de comer lo justo para verla cuando entr� e intent� un "Buenos d�as" con la boca
llena.



"Buenos d�as cari�o," contest�, y comenz� caminar por la
cocina, como si buscara su desayuno. La bata se abr�a de vez en cuando, y as�
sus piernas aparec�an a la vista para el �nico espectador presente. Josephine no
pod�a suprimir una sonrisa cuando escuchaba su masticar hacerse m�s lento cada
vez que los pliegues de algod�n se abr�an. Sab�a lo que miraba... lo hab�a
estado haciendo toda la semana.



La primera ma�ana que lo sorprendi� mir�ndola, Josephine
recordaba haberse sentido m�s que ligeramente asustada y algo repelida por las
miradas furtivas de su hijo. Pero con cada d�a que pasaba, el sentimiento hab�a
sido superado por una sensaci�n de callado orgullo de que sus piernas todav�a
pod�an atraer la mirada de un hombre joven, y una sensaci�n no tan callada de
poder. En alg�n momento de la semana, se dio cuenta de que cada vez que mostraba
sus piernas a Alvin, ELLA era la �nica cosa que ocupa sus pensamientos... cada
vez que �l se alejaba de ella en una posici�n medio inclinada, tratando de
ocultar su erecci�n, ELLA era la que controlaba su pene. As�, se volvi� una
especie de juego para ella �ltimamente, darle un espect�culo y observar como
meneaba su primoroso traserito fuera del cuarto, tratando de ocultar el bulto de
su entrepierna. Despu�s siempre sent�a una incre�ble embriaguez de poder y,
ten�a que admitirlo (aunque de mala gana), un aumento s�bito de excitaci�n.



Eventualmente se decidi� por gran vaso de leche fr�a, se la
sent� junto a �l, cruzando esas largas, encantadoras piernas y causando que la
bata se resbalara de estas por completo, dejando solo las cimas de sus muslos
cubiertas por la indecente falda de su camisoncito. Entonces Alvin dej� de
masticar por un momento, y trag�.



"�Llevar�s el auto a la escuela hoy?" Pregunt�, cruzando sus
piernas al contrario, y gozando internamente cuando lo vio sonrojarse
salvajemente. Era una pregunta absurda - mientras estuviera de vacaciones,
usar�a el auto para ir al campus de la universidad, evitando as� los horrores
del tr�nsito p�blico, aunque sea s�lo por una semana. Asinti� de todos modos.



"Bien. S� cuanto odias el autob�s," alz� el vaso, y empez� a
beber, levantando su barbilla. Un par de hilos blancos escaparon por las orillas
de su boca, derram�ndose sobre la delicada curva de su mand�bula, su cuello, su
escote y dentro de la cima de su camis�n. Alvin gimi� calladamente, y dej� de
comer por completo.



Con un r�pido "me tengo que ir," se alej� tambale�ndose de la
mesa, su cara color escarlata. Josephine ri� entre dientes en su vaso cuando �l
sali� de la cocina, apretando sus muslos.



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Mir�ndose en el espejo de nuevo, Josephine decidi� que
realmente necesitaba m�s tacones. Par�ndose de puntitas, mir� la curva de sus
pantorrillas y su trasero destacarse cuando se levant� m�s alto... y m�s alto...
ten�a piernas hechas para tacones. Se hab�a comprado un par o dos durante la
semana pasada, pero ella definitivamente necesitaba m�s; y mientras m�s altos,
mejor.



Ah, bueno. Hab�a trabajo para el fin de semana. Murmurando
suavemente para si misma, Josephine alis� las arrugas en la playera rosa sin
tirantes tipo tubo que llevaba, acomod�ndola bien ajustada sobre sus peque�os
senos, los pezones destac�ndose en el material. Apretando su est�mago por un
momento, se sinti� complacida al ver aparecer las marcas de sus m�sculos
abdominales... el programa de ejercicios que hab�a comenzado hac�a dos meses
comenzaba a rendir frutos. Ahora, si s�lo pudiera eliminar una pulgada m�s o
menos de sus nalgas, todo estar�a perfecto.



Contempl� su trasero por un momento en el espejo y suspir�
con resignaci�n. Sus cortos pantaloncillos color tierra se tensaban ajustados
sobre sus redondas carnes, el pliegue se introduc�a profundamente en la grieta
de su trasero. Algunas cosas no pod�an mejorarse.



Escucho fuera el inequ�voco sonido de neum�ticos llegando a
la entrada de autos. Poni�ndose un par de zapatillas c�modas del mismo color de
sus pantaloncillos, lanz� una r�pida mirada por la ventana de la alcoba para
asegurarse que era Alvin, presumiblemente llegando a casa para almorzar. Con una
sonrisa salvaje, Josephine corri� a la puerta delantera para saludar a su hijo.



Tan pronto como �l lleg� a la entrada, ella abri� la puerta,
dej�ndolo paralizado por la sorpresa. �l s�lo se quedo all� por un momento, y
Josephine sab�a lo que hac�a- mirar. Ella sabore� la embriaguez de poder que la
invadi� por un instante, y entonces, flexionando una bien torneada pierna, dijo,



"�Te vas a quedar all� todo el d�a, o vas a entrar?"



Con la cabeza agachada para ocultar la timidez de su rostro,
Alvin pas� a lado de su madre, aunque ella tuvo se asegur� de rozar su pierna
contra la de �l. Mientras cerraba la puerta ante un calido d�a de primavera,
Josephine estaba bastante segura de haberlo escuchado murmurar para si mismo
algo sobre autocontrol.



Sigui�ndolo a la cocina Josephine no apart� la vista del
trasero de Alvin, pensando en que traserito tan primoroso ten�a. �Y porqu� no?
Era un ni�o del primoroso... quiz� un poco t�mido, pero eso s�lo aumentaba su
dulce apariencia de inocencia. Casualmente se pregunt� si ya tendr�a novia.
Josephine sab�a que su hijo ten�a un par de amigas en su peque�o c�rculo de
compa�eros, pero no cre�a que hubiera invitado a ninguna de ellas todav�a.
Simplemente no ten�a las pelotas, figurativamente hablando. Dado el volumen de
semen que ella ten�a que lavar de sus s�banas, Josephine sab�a muy bien que
ten�a pelotas del tipo literal.



Sin embargo, recientemente parec�a haber aumentado en
popularidad. No era que hubiera un s�bito aumento del flujo de visitas a la
casa; pero el volumen de correo que recib�a se hab�a triplicado desde hac�a un
par de meses. Incluso hab�a recibido aquel paquete de Alema...



La idea de que �l fuera, en todo el sentido de la palabra,
virgen, hac�a todo m�s dulce para Josephine. Si Alvin no fuera tan, tan
virginal, toda la diversi�n de la persecuci�n se perder�a para su madre. Ning�n
cazador quiere que su presa se quede quieta... es la cacer�a lo que hace que
valga la pena. Por eso ella disfrutaba sus miradas furtivas, el profundo
escarlata de su cara cuando lo atrapaba mirando su carne expuesta. . .



Josephine lami� sus labios... hambrienta.



Apareciendo detr�s de Alvin, ella lo rode� con sus brazos,
presionando sus duros pezones en su espalda, asegur�ndose de que �l la sintiera.
Abraz� a su hijo de la manera m�s maternal posible, d�ndole un beso en la
mejilla, y habl�ndole al o�do. "Y bieeeen..." comenz� juguetonamente, "�c�mo ha
estado tu d�a hasta ahora?"



"Erm, bien," Alvin suavemente se desembaraz� del abrazo de su
madre, y casi corri� a la cocina. Cuando comenz� a buscar algo para el almuerzo,
Josephine lo tranquiliz� sent�ndolo en la mesa de manera met�dica.



"Oh no, no lo har�s," le amonest�, agitando un dedo, "no
despu�s del desastre que hiciste esta ma�ana. Si�ntate, y te preparar� algo."
As� empez� a bailar por la cocina, haciendo que la simple creaci�n de un
s�ndwich de jam�n pareciera un strip-tease. Poniendo el bocadillo en frente de
su hijo, le dijo que lo disfrutara, haci�ndolo sonar casi como una pregunta.



Se alej� de la mesa con sus caderas sacudi�ndose y ondulando
con una fluidez casi l�quida. Tras llegar a la ventana y ver al patio trasero,
Josephine se apoy� en el alf�izar, levantando ligeramente su trasero en el aire.



"Es un d�a tan bello," coment� como para si misma, "Creo que
quiz� saldr� y mejorar� mi bronceado." Alvin se atragant� ligeramente. Ella se
permiti� una peque�a sonrisa, recordando el d�a anterior, cuando la encontr� en
el patio trasero, usado solo unas tiras de brillante licra rosa y una capa de
aceite bronceador. Alvin solo ech� una mirada antes de irse corriendo,
probablemente hac�a su alcoba.



La idea de �l all� arriba, bombeando su carne fren�ticamente
mientras observaba a su madre asolearse hab�a causado que su co�o goteara como
un grifo descompuesto. De hecho, estaba teniendo el mismo efecto justo ahora.



Volteando para mirar a Alvin por encima de su hombro y de la
curva de su cadera, sonri� y pregunt�, "�Que opinas, cari�o?"



Lentamente �l apart� la mirada de los ajustados
pantaloncillos largos de Josephine, pero de todos modos consigui� mascullar una
respuesta afirmativa. Ella suspir�, estiro las piernas, y se volvi� de nuevo
hacia la ventana.



"Estoy de acuerdo," la voz de Josephine estaba tensa mientras
se mord�a el labio, saboreando el placer que jugar con Alvin le brindaba. Pero
definitivamente tendr�a que cambiarse los pantaloncillos muy pronto.



Por alguna insondable raz�n, Alvin devor� vorazmente su
almuerzo tan r�pidamente como le fue posible sin ahogarse, y se march� al
colegio de nuevo.



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L�nguidamente, Josephine se enjabon�, lavando el bronceador
de su cuerpo. Su mano se movi� despacio, disfrutando la resbalosa sensaci�n del
jab�n en su piel, y el calor de la ducha. Siempre disfrutaba cuando se relajaba
al tomar el sol, pero la posterior ducha era mucho mejor. Deslizando la barra de
jab�n sobre sus piernas, admir� el ligero bronceado dorado que hab�an adquirido
en la semana. Demasiado oscuro ser�a incongruente con su cabello color
escarlata, pero tampoco quer�a tener la piel de ese color blanco p�lido con el
que algunas pelirrojas estaba condenadas a vivir.



Mientras el sedoso rastro de espuma se mov�a m�s y m�s alto,
por sus muslos, sinti� una punzada de pesar por que Alvin no hab�a llegado a
casa a tiempo para verla tomando el sol lujuriosamente. Que pena, realmente, se
hab�a perdido el espect�culo -pens� mientras frotaba suavemente sus tetas-
cuando se quit� la parte superior de su ba�ador. Josephine podr�a haberse
quedado afuera m�s tiempo, especialmente para �l, pero consider� la posibilidad
de quemarse demasiado elevada. Nadie encontraba la piel rojo-cereza y ampollada
atractiva; al menos, nadie con predilecciones sexuales mas o menos normales.



Deslizando el jab�n por el pulcramente arreglado conjunto de
rizos rojos en la uni�n de sus muslos, Josephine ri� entre dientes guturalmente
cuando record� la mirada que Alvin hab�a tenido el d�a anterior en el traspatio.
Esa mirada de perrito extraviado, mezclado con el dolorosamente obvio deseo por
su madre. Su mano se qued� donde estaba, deslizando el jab�n sobre sus ahora
hinchados cl�toris y labios.



Recarg�ndose contra la pared de la ducha, lo imagin� ayer,
fren�ticamente corriendo a su cuarto, para poder acariciar su carne. En el ojo
de su mente lo vio, quit�ndose los pantalones para liberar su hinchado pene. Las
pelotas hinchadas de Alvin giraban en su imaginaci�n mientras su mano trabajaba
r�pidamente sobre su erecci�n, observ�ndola... dese�ndola... de repente, se
sacudi� y espesos hilos de semen salieron disparados sobre la ventana, mientras
miraba el llamativo y bello cuadro en bikini rosa en el traspatio.



Josephine llor� suavemente mientras el orgasmo inund� su
cuerpo y sus rodillas se agitaron, mand�ndola desliz�ndose en �xtasis al suelo
de la ducha. Tomando un momento para recuperarse, se pregunt�, y no por primera
vez, que tan grande era la polla de su hijo.



Fue s�lo despu�s de que se levant�, y extrajo el maltratado
jab�n de su co�o, que Josephine decidi� joder con su hijo.



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M�s tarde esa ese d�a Alvin se sent� en la sala, mirando la
tele y sinti�ndose m�s que un poco nervioso. Aunque no llevaba mucho en casa, su
mam� todav�a ten�a que aparecer, y no pod�a quitarse la sensaci�n de que ella
esperaba calladamente por �l, como una tigresa en la selva. Casi salt� cuando
escuch� la puerta de su madre abrirse y cerrarse suavemente con un discreto
clic. El sudor empez� a surgir en su frente, y Alvin se retir� al extremo del
sof�. Lentos y firmes pasos se acercaban a la sala, inexorables, inevitables.



Cuando Josephine entr� en el cuarto, a Alvin le record� de
nuevo alg�n tipo de gran felino depredador al acecho. Su madre se mov�a con una
gracia l�quida mientras sus caderas ondulaban como en una pasarela de
dise�adores de moda. Su melena carmes� a su espalda, Alvin pod�a ver que se
hab�a aplicado una sutil capa de l�piz de labios, pero ning�n otro maquillaje.
Todav�a usaba la playera rosa del almuerzo, pero hab�a reemplazado los
pantaloncillos color tierra con una ajustada falda negra que le llegaba hasta el
tobillo, ajustada a la cadera, dejando as� desnuda una torturante parte de su
abdomen. Aunque la falda estaba hecha de alg�n material el�stico, una abertura
corr�a hasta arriba de su rodilla, permitiendo al borde moverse al ritmo de las
caderas de Josephine, y revelando la visi�n dorada de sus esculpidas
pantorrillas. Ayudando a la sin igual forma de sus piernas hab�a un par de altos
tacones negros en forma de cu�a, que alcanzaban los diez cent�metros y dejando
sus pies desnudos, salvo por una peque�a tira sobre los deliciosos dedos del pie
de Josephine.



Sonri� a su hijo antes de tomar asiento en el extremo opuesto
del sof� y cruzar sus piernas con calculado estilo.



Se sentaron en silencio por un tiempo, ninguno de ellos pon�a
particular atenci�n al espect�culo electr�nico relampagueando frente al sof�.
Con facilidad practicada, Josephine cruz� sus piernas, y sonri� internamente
cuando Alvin se reacomod�.



Mirado al muchacho, pregunt�, "�Hay algo malo con mis
piernas?"



"Ahhhh... no," Alvin forz� una risa por ninguna raz�n del
particular.



"Pero te les quedas viendo," Josephine empez� a hacer
balancear en el aire un zapato colgando de su pie.



"�No!" �l salto ante la contestaci�n, pero se qued� en su
asiento; no era dif�cil de hacer: Las manos de Alvin se sujetaban a los
repozabrazos del sof�, sus dedos presionando profundamente en el suave material.



"Oh." La televisi�n murmuraba en silencioso y desatento
cuarto por un rato, entonces, "�Son mis zapatos, entonces? Piensa que demasiado
sexys para una vieja como yo, �verdad?"



"No, yo... Quiero decir que son... es que, yo... �se ven
bien!" Se estaba fatigada, tensa como una banda de hule.



"�De veras lo crees?" Josephine sonaba deleitada.



"S�," Alvin contest� en un tono casi culpable.



"�De verdad te gustan?" Ella extendi� una pierna fuera de su
falda, apuntando su pie a la televisi�n, y dando a su hijo una vista mucho mejor
de su extremidad.



"Uh, s�," No estaba seguro de a donde iban las cosas, estando
distra�do en ese momento.



"�Entonces porqu� no las besas?"



"��Que?!" Se pensar�a que le hab�an pedido que comiera
esti�rcol de caballo.



"Dijiste que te gustaban, �no?" Josephine pregunt� con su
tono m�s herido; incluso hizo un peque�o puchero, aun sabiendo que en realidad
el no estaba mirando en esa direcci�n en ese momento.



"S�lo un besito." Cambi� de posici�n en el sof�, poniendo
ambos pies en el regazo de Alvin. �l pudo ver un destello de la parte superior
de su muslo antes de que pudiera reajustar el borde de su falda.



Antes de que pudiera protestar, ella levant� su pie izquierdo
a la boca de Alvin. Con manos temblorosas, �l sostuvo su sexy y peque�o pie, y
le dio un casto beso a la punta de los dedos. Su madre se ri� ani�adamente, y
levant� el otro pie.



"Ahora el otro," dijo innecesariamente. Mientras Alvin tomaba
el pie por la zapatilla, Josephine dirigi� su pie libre hacia la entrepierna de
sus pantalones. Estando distra�do por la impresionante imagen dorada que se
revel� cuando la falda cay� completamente de la pierna que ten�a enfrente, no se
dio cuenta de que la otra se dirig�a a su regazo hasta que fue demasiado tarde.



De hecho, ya estaba probando sus peque�os dedos cuando se dio
cuenta de a donde iba su otro pie; cuando alcanz� su destino, toda lo que pudo
hacer fue congelarse en donde estaba, y empezar a rezar.



"Awwww," Josephine susurr�, "�el bebito est� durito por su
mamita? �El hombrecito de mam� est� caliente y perturbado por los pies de mam�?"
Ella pos� su pie sobre su pene. "Pero claro, el hombrecito de mam� ya no es tan
peque�o, �verdad?"



Movi�ndose r�pidamente, Josephine salt� (aunque
inc�modamente) de su extremo del sof�, quitando las piernas de su regazo y
mont�ndose en su todav�a inm�vil cuerpo. La falda se rindi� rasg�ndose a lo
largo de toda su pierna al ser estirada m�s all� de los l�mites heroicos de la
mezcla de licra y algod�n. Sosteniendo firmemente la cabeza de Alvin en sus
manos, se inclin� y le dio un ardiente beso retuerce-almas.



Todo lo que �l pudo hacer fue mirarla fijamente.



"�El hombrecito de mam� no hab�a sido besado antes?" �l
consigui� sacudir su cabeza d�bilmente. La espalda de Josephine ondul� con
anticipaci�n. "Bueno, no te preocupes beb�. Mami va a ense�arle a su hijo como
se hace. No quiero que mi hombrecito aprenda tonteando con alguna sucia zorra en
el asiento de un auto. Va a aprender, y va a aprender bien." Con una risita
depredadora lo bes� de nuevo, metiendo la lengua en su boca. Despacio, Alvin
respondi�, y pronto estaban enzarzados en un intenso combate lingual.



Josephine rompi� el beso eventualmente, dejando a su hijo
jadeante y murmurando pidiendo m�s. "Espera un segundo," le dio un
decepcionantemente breve beso en los labios, "Mami tiene algo m�s que
mostrarte." Con eso, la mam� de Alvin se inclin� y en un solo movimiento se
quito su playera. Sus redondas tetitas se sacudieron levemente tras ser
liberadas, unos pezones rojos llenaron la visi�n del chico. Sin una palabra se
clav� en ellos, y Josephine dio una boqueada de deleite cuando la boca de Alvin
se cerr� alrededor de su pez�n.



"Mmmmmm," empez� a ondular sus caderas, "eso est� realmente
bien. El hombrecito de mam� est� aprendiendo todo por si mismo." Una mano
sostuvo la cabeza en su teta mientras la otra se extendi� para desabrochar la
rasgada falda. Sus propias manos estaban temblorosas, le tom� un momento
desabrocharla, pero una vez hecho, se levant�, apartando a Alvin lejos de su
seno. De nuevo, �l solo pudo gemir una protesta.



Frente a �l, como una celestial visi�n dorada, Josephine puso
sus manos en sus esbeltas caderas y esboz� la sonrisa salvaje que hab�a estado
guardando para este momento en particular.



"Besas realmente bien, cari�o. �Porqu� no bajas y besas el
co�o de mami?" Sin otra palabra, Alvin estaba de rodillas, con la cabeza
firmemente plantada entre sus muslos, y la lengua �vidamente cavando en los
misterios del delicioso co�o de su madre.



Entonces, ella empez� de verdad a instruirlo...



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Alg�n tiempo m�s tarde, Alvin yac�a despierto en la cama de
su madre, sudoroso, agotado, y saboreando sus l�quidos y los de ella. Josephine
estaba apretadamente enrollada alrededor de �l, r�pidamente dormida, con una
ampl�a sonrisa en su cara.



Con apariencia preocupada, Alvin calcul� su pr�ximo
movimiento. Claramente las cosas hab�an progresado demasiado lejos, y demasiado
r�pido... demasiado bien. La M�quina de los Sue�os que hab�a instalado bajo la
cama de su mam� obviamente hab�a trabajado como por encanto, inculcando en ella
todo lo que �l quer�a: el deseo sexual incrementado; la provocativa y sexy
personalidad; incluso su incrementado inter�s en el ejercicio. Aunque su
comportamiento dominante era totalmente inesperado. �l simplemente quer�a follar
con su sexy mama, no ser follado.



Refunfu�ando, tir� de los pa�uelos de seda que lo manten�an
atado a la cabecera de la cama. Los nudos aguantaron. Su movimiento, sin
embargo, caus� que ella se agitara.



"�El hombrecito de mama quiere otra lecci�n?" Pregunt�
so�olientamente, dejando caer una mano sobre su maltratado pene. �l no dijo a
nada.



"Tenemos mucho tiempo," Josephine se recarg� en su pecho.
"Mam� nunca, nunca jam�s dejar� que su hombrecito se vaya, aunque signifique que
�l se quede aqu� por siempre y para siempre, y siempre..." Se durmi� de nuevo,
roncando suavemente.



Alvin yaci� all�, con los ojos bien abiertos, pensando en sus
palabras.



Pas� un buen rato antes de que pudiera dormirse.



FIN


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