FERNANDO, PILAR Y ALEJANDRO
Mi nombre es Fernando y les escribo desde Villavicencio.
Tengo 28 a�os y vivo con una chica, a la que llamar� Pilar por no proporcionar
demasiada informaci�n sobre nosotros, tambi�n de 28. A continuaci�n les relatar�
la experiencia que, propiciada por m� mismo, ha cambiado por completo nuestra
relaci�n, y todav�a est� por ocasionar consecuencias que qui�n sabe qu� giro
dar�n a nuestra vida en pareja.
Empezar� describi�ndome. Me reconozco adicto al cuidado del
cuerpo y me mantengo en muy buena forma f�sica, lo mismo que Pilar. Salvo por
una cierta alopecia, me considero atractivo y ejerzo bastante atracci�n entre
las mujeres, si est� bien que yo lo diga. As� seduje a Pilar, que cualquiera de
ustedes calificar�a como una mamacita si se la cruzara por la calle. No s�lo es
preciosa, morena de pelo rizado y ojos de ensue�o, sino que adem�s tiene unos
pechos y un culo perfectos. Hay chicas que tienen buen aspecto vestidas, pero
decepcionan en cuanto se desvisten: les aseguro que Pilar no. Las tetas son de
anuncio, gordas, duras y bien puestas, con una aureola hinchada que corona su
pezonazo y que se marca se ponga la ropa que se ponga. En otro orden de cosas,
consegu� un puesto muy bien remunerado nada m�s acabar la universidad, y
actualmente llevamos un nivel de vida muy alto.
No puede decirse de Pilar que sea una reprimida en materia
sexual, experimentar�a conmigo cualquier perversi�n. Sin embargo, la idea de
incluir a otras personas en nuestras relaciones nunca le hab�a hecho gracia.
Dec�a que se sentir�a celosa de verme arrecho a causa de otra mujer; y desde
luego nunca se le ocurri� hablar de otros hombres, me quiere y respeta mucho y
nunca dar�a a entender que no la satisfago por m� mismo. La idea de verla
disfrutando con otro hombre la tuve en la cabeza desde varios a�os atr�s. Cuando
nuestro sexo se hizo mon�tono y yo empec� a verla como compa�era m�s que como
amante, ese tipo de fantas�as se me fueron metiendo en la cabeza. Poco a poco,
con tacto, intent� llevarla a ese terreno. Empec� a alquilar porno en el que dos
hombres se culiaban a una mujer, o le proporcion� historias er�ticas en la misma
l�nea. Reconozco que me avergonzaba confesarle mi deseo, y fui tante�ndola
sutilmente. Cierto d�a conseguir llevar la conversaci�n por esos derroteros.
Bajo el pretexto de meter a otra mujer en nuestra cama, fing�
acceder a experimentar primero con un hombre. Ella no quer�a saber del tema al
principio; al final cedi�, algo dolida por mi desconfianza en nuestra
autosuficiencia como pareja.
A partir de entonces empec� a buscar al hombre adecuado,
reflexion� sobre los gustos de Pilar y quise encontrar a alguno que pudiera ser
de su agrado, al menos en lo f�sico. Supuse que un chico delgado y musculoso,
joven y con culo parado ser�a la elecci�n que ella tomar�a para s� misma. Por mi
parte, me calentaba la idea de verla con un superdotado, verla manosear una
verga enorme, estrujar unos huevos redondos y rotundos, pelar un platano
voluminoso y duro.
Despu�s de revisar infinidad de anuncios en peri�dicos, y no
estar nunca seguro de mi elecci�n, incluso llamar a los candidatos por tel�fono
y despu�s ser incapaz de encontr�rmelos cara a cara para visuar el material, al
fin un d�a me decid� a acudir a una agencia de modelos de despedidas de soltera.
Con un falso pretexto ante la due�a que me ense�� el libro, eleg� al tipo que
m�s me sorprendi�. Descart� a hombres de color, porque yo sab�a de la
preferencia de Pilar por los blancos. Escog� a un chico de cuerpo estilizado,
pero muy musculoso, rubio y bien parecido, y con un paquete sorprendentemente
grueso (en la foto vest�a unos slips y s�lo se apreciaba el bulto). Me
permitieron contactar con �l personalmente, habiendo pagado una buena cantidad
en la agencia. Super� mi cortedad y, por tel�fono, le cont� al tipo mi deseo.
�l acept�, tom�ndolo con mucha naturalidad, posiblemente
hubiera participado en situaciones parecidas en el pasado. M�s por iniciativa
suya que m�a, concretamos la cita para el siguiente s�bado. Me pareci� tan
precipitado, tan pr�ximo, que al principio pens� en echarme atr�s. Al final,
cerramos el acuerdo.
Prepar� a Pilar durante la semana, siempre le di a entender
que esta experiencia ser�a un tributo a ella, que lo pasar�a bien, y que yo
transigir�a. Imagino que a estas alturas, ella ya se habr�a dado cuenta de que
era mi deseo el que iba a satisfacerse.
El s�bado Pilar dedic� parte de la tarde a prepararse.
A�n sin excederse en la indumentaria, se puso muy guapa y
sensual. Cenamos poco y yo procur� emborracharla en cierta medida, a pesar de
que ella nunca ha sido muy partidaria del alcohol. Al llegar la hora, el timbre
son� con mucha puntualidad. Dej� a Pilar en la sala de estar y yo mismo recorr�
el pasillo a abrir la puerta. El modelo me result� un tipo muy atractivo, m�s
corpulento de lo que parec�a en la foto. Aunque parezca una estupidez a estas
alturas, sent� celos por si era m�s del gusto de Pilar que yo mismo, lo que me
pareci� muy probable. Yo soy atl�tico y de buen ver, pero sin duda �l me
superaba. Adem�s, por supuesto yo no me pod�a comparar con el generoso chimbo
que le hab�a adivinado en la foto. Vino con unos jeans ajustados y una camisa,
elegante a pesar de un vestuario tan cotidiano. Le salud� y pareci� simp�tico,
muy seguro de s� mismo. Le hice pasar y se lo present� a Pilar, a quien vi
totalmente avergonzada.
El modelo, Alejandro, la mir� fijamente y sonriendo,
posiblemente pocas veces en su trabajo se hab�a encontrado con tal belleza. Le
invit� a tomar un trago, que acept�. Hablamos de si le hab�a resultado f�cil
encontrar la casa. �l se volc� en atender a Pilar, acerc�ndose a ella e incluso
roz�ndola como por casualidad. Mantuvimos el televisor encendido para relajar la
tensi�n de la situaci�n, Alejandro parec�a el que se encontraba m�s tranquilo y
a gusto. Charlamos de ligerezas y bebimos durante unos veinte minutos, el chico
aprovechaba para insinuarse a Pilar con sus maneras de experimentado seductor.
No lo calificar�a de demasiado brillante, pero era p�caro y ten�a labia.
Cuando se hizo un silencio demasiado largo, le pregunt� a
Alejandro si le gustar�a tomar una ducha, lo que supongo que son� tan est�pido a
ellos como me son� a m�. �l accedi�, y se alz� de la silla, tocando el hombro de
Pilar.
En el cuarto de ba�o tenemos una ba�era circular muy amplia,
un jacuzzi. La iluminaci�n es pastel, ben�vola, y la estancia est� decorada con
varios espejos que la hacen parecer mayor de lo que ya es.
Invit� a entrar a Pilar con Alejandro en el ba�o, mientras yo
me situ� junto a la puerta, observando. Cuando Pilar estuvo cerca de m� le
susurr�: "Esto parece que va a suceder de todos modos, as� que si�ntete libre y
disfruta cuanto puedas". Apenas reaccion� a mi comentario, pero su
comportamiento posterior me confirm� que hab�a aceptado mi consejo. Alejandro se
fue despojando de la ropa despacio y provocando a Pilar, con la mirada y
aproxim�ndose a ella. Desde luego era atl�tico y bastante bronceado. Pilar lo
miraba con timidez. �l le hizo gestos de que desabrochara los botones de su
bragueta, y ella le sigui� el juego.
Palp� su vientre musculado y procedi� a desabrochar aquellos
botones, con parsimonia y picard�a. Mi sensaci�n ante aquello fue confusa, me
sorprendi� el arrojo de Pilar, yo mismo comenzaba a estar muy excitado, a la vez
que tenso y extra�amente celoso.
Pilar iba acariciando su paquete con el rev�s de la mano a la
vez que iba abriendo los pantalones. El bulto que se adivinaba era muy
contundente. Cuando hubo concluido con los botones, descendi� ligeramente los
pantalones y mir� acalorada el paquete que ten�a junto a su mano. Acerc� la mano
lentamente y empez� a palparlo, primero el bulto de las pelotas y despu�s
recorriendo la silueta de la verga, que segu�a hinch�ndose en sus manos.
Alejandro se despoj� del calzado y los pantalones con los slips a�n puestos,
casi incapaces de retener aquel gordo instrumento. Luego la invit� a desnudarlo
del todo. Ella meti� sus dedos bajo el caucho del calzoncillo y lo fue bajando.
Yo miraba expectante y cachondo como pocas veces en mi vida. Apareci� el pubis
rasurado, y luego poco a poco el tronco de su verga, que parec�a interminable;
tanto, que Pilar opt� por meter la mano y sacar la verga ella misma. El chimbo
era gordo y muy largo, Alejandro se encontraba a m�s de un palmo de Pilar y a�n
as� el glande se aplastaba contra el vientre de ella. Pilar lo paje� ligeramente
y el miembro a�n se le puso m�s duro y venoso. El tacto parec�a suave, sin
embargo. Alejandro gimi� y empez� a sobar las tetas de Pilar, s� que eso la
encendi� porque est� muy orgullosa de sus pechos y encuentra placer en calentar
a quien se los toca. Ella agarr� con fuerza el tronco de la verga de Alejandro,
mene�ndosela, y �l estruj� las tetas hasta hacerlas rebosar el escote del
vestido. Vi que Pilar sujetaba con cuidado los huevos de Alejandro con su otra
mano, justo antes de tomarle a �l su mano libre y pon�rsela entre las piernas.
Alejandro le refreg� la mano por la entrepierna, y ella se abri� un poco para
ofrec�rsele.
Despu�s Pilar se coloc� la verga en la entrepierna y lo
aprision� con los muslos, para entonces balancearse adelante y atr�s como
pajeando a Alejandro con sus piernas. En poco rato, Pilar se desvisti� y ambos
se metieron en la ba�era. El brazo del grifo es extensible y dejaron el chorro
de agua templada fluir encima de ellos mientras se entregaban a sus manoseos. Yo
consider� la posibilidad de masturbarme en la distancia, pero finalmente decid�
desvestirme y unirme a ellos. Entr� en la ducha y me coloqu� a la espalda de
Pilar, acariciando su cintura y trasero. A ella pareci� calentarle mucho tener a
dos machos a su disposici�n, peg� su cuerpo al de Alejandro cara a cara y me
atrajo hacia ella para hacerla un sandwich. Los dos chicos nos dedicamos a
palpar y estrujar a Pilar durante largo rato, que se arqueaba y suspiraba como
loca. Ella parec�a sentir predilecci�n por Alejandro, circunstancia que no le
reprocho, y cuando agarraba nuestras dos vergas con las manos yo pod�a ver que
se concentraba en la de �l, que meneaba salvajemente arriba y abajo, apenas
sujetando la m�a entre los dedos.
Entonces nos fuimos a la cama. Yo los dej� actuar solos en
principio. Alejandro tumb� a Pilar bocarriba y �l se sent� sobre su vientre. Los
huevos y la verga descansaban pesadamente sobre las costillas de ella.
Pilar se dedicaba a cogerle el culo, parte por la que ella
tiene predilecci�n, y estrujar sus gl�teos duros y respingones. As� manej�ndolo
del culo le hac�a frotar sus genitales sobre el pecho de ella. Alejandro decidi�
agarrar con ambas manos los pechos de Pilar.
Ella apenas tuvo que inclinar el cuello para meterse en la
boca el glande de Alejandro, muy grande para entonces. Vi que Pilar dedic� una
de sus manos a masturbarse, y en tal actitud estuvieron bastante rato. Yo no
hab�a previsto la posibilidad de que este otro hombre penetrara a mi esposa, en
mis fantas�as siempre era yo quien me la culiaba mientras nuestro acompa�ante
era apenas un espect�culo a los ojos o las manos de ella, pero en aquel momento
dese� ver aquella verga descomunal abriendo de par en par a Pilar, m�s de lo que
nunca he deseado echar un polvo yo mismo. Busqu� r�pidamente condones y se los
acerqu� a Alejandro, quien entendi�. Pilar ni siquiera me mir�, arrecha como
estaba, y desde luego dispuesta y deseosa de ser culiada. Alejandro se coloc� el
cond�n, y a�n desenroll�ndolo completo le faltaron varios cent�metros para
cubrir la base de la verga. Volte� a Pilar, a quien coloc� debajo de �l, y
mir�ndola fijamente le arrim� el glande a la vagina. Ella hizo un ruido como de
animal en celo y se mordi� los labios. Alejandro empez� a hinc�rsela cent�metro
a cent�metro, en vaivenes. Al entrar le arrastraba los labios hacia dentro,
parec�a imposible que aquel grueso cilindro pudiera estar entrando en su
chochita, sin duda lo posibilitaba la por entonces abundante lubricaci�n de
Pilar. Ella se impacientaba por tener todo aquel cacho dentro, y le atra�a con
fuerza del culo. Alejandro se agarr� a las tetas de Pilar mientras le hincaba
dentro cuanto pod�a, y se puso a menearse sobre ella. As� la culi� varios
minutos, despu�s la alz� encima de �l y, sent�ndose al borde de la cama, la fue
ensartando una y otra vez. Ella se agarraba a los prominentes pectorales de �l,
mientras �l alternaba su atenci�n entre los pechos de ella y su culo, que
manejaba a fin de controlar las penetraciones. Aunque Pilar es alta, �l era
capaz de manejarla con ligereza. Con las manos bajos sus cachetes, que
aprovechaba para abrir bien y facilitar la invasi�n, la manejaba como una
mu�eca. Culiaron bastante rato m�s, que a m� se me hizo corto sin embargo. Pilar
lleg� a correrse con mucha intensidad, la vi poner caras de �xtasis que ya no
recordaba, le grit� vulgaridades que conmigo apenas si se atreve a susurrar en
los orgasmos, se agarraba a �l como si le fuera la vida. Al correrse, dej�
escapar un gemido muy largo y articul�:
-Parteme con esa vergota que tienes, hijo de puta. Quiero
toda esa cosota bien honda dentro de m�.
En cierto momento, Alejandro relaj� el ritmo y dijo a Pilar
que se corr�a, y prefer�a que ella le acabara con la mano. Pilar le sac� el
cond�n y empez� a mene�rsela con much�sima fuerza y velocidad, casi con rabia.
�l tensaba los m�sculos y la besaba agarr�ndola del pelo.
Cuando la corrida era inminente se tumb� hacia atr�s sobre la
cama, alz� las caderas, con lo cual su impresionante verga qued� en alto como un
m�stil, y dej� que Pilar le diera las �ltimas salvajes sacudidas hasta correrse.
Vi la cara de puta de Pilar estrujando aquella gruesa verga, orgullosa de
arrancar toda la leche de aquellos grandes huevos, sacando uno tras otros
inacabables chorros de esperma, exprimiendo el tronco como poseida. Cuando
acab�, pas� un rato sob�ndole de arriba abajo el chimbo, e incluso besando el
abdomen de Alejandro. En todo este tiempo ambos me mantuvieron ignorado, sin
echar cuentas de m�.
Hablar de aquella experiencia con Pilar es todav�a dif�cil
para m�. Despu�s de aquello s�lo hemos culiado un par de veces, y esto ocurri�
ya hace m�s de dos meses, y para colmo estos dos polvos me han resultado tan
m�seros ahora como supongo le han parecido a ella.
Creo que como pareja estamos acabados, aunque a�n nos
queramos y ninguno se atreva a decirlo. Me planteo si repetir de nuevo la
experiencia, o si incluir a otra mujer en nuestro juegos esta vez. Creo que
estas perversiones son la �nica salida a nuestra monoton�a. FIN