Piso de solteros
C�mo cambiaron nuestras vidas en los d�as finales de agosto.
Fueron s�lo dos noticias pero las dos me dejaron sin habla. Sobre todo porque,
aunque una no ten�a nada que ver con la otra, las consecuencias de ambas me
llevaron al mismo lugar: a los brazos de mi hermano.
El d�a de 15 de agosto David lleg� a casa. Despu�s de la
acampada con su novia Marta, regresaba para preparar los ex�menes de septiembre.
Para m� fue un alivio volver a estar con �l y compartir su tiempo y el m�o. Nada
m�s regresar me sorprendi� con la primera de las noticias que cambiaron mi vida.
Marta y �l hab�an decidido cortar su relaci�n. Me qued� blanca cuando me lo
cont�. Fue una mezcla de pena, porque ambos hac�an muy buena pareja, pero para
que negarlo, tambi�n abrigu� un cierto sentimiento de satisfacci�n interior.
Desde que dej� a mi novio Carlos, mi mente s�lo deseaba a mi hermano. Volver a
besarle y a sentir su piel en la m�a.
Al parecer, seg�n me explic� David, Marta y �l se segu�an
queriendo pero la rutina hab�a acabado por apagar la magia en la pareja. Los 15
d�as que hab�an compartido ellos dos solos en Cantabria de acampada, en lugar de
cimentar su amor hab�a servido para que ambos reflexionaran sobre su futuro. El
resultado de aquello fue que David y Marta decidieron darse un tiempo de
descanso. Continuar�an como amigos pero sin las ataduras de un noviazgo.
La otra noticia la conoc� s�lo una semana despu�s. Una noche
nuestros padres nos llamaron a David y a m�. Quer�an hablar con nosotros de algo
importante. Una vez estuvimos los cuatro en el sal�n fue mi padre quien tom� la
palabra. Nos inform� de que en su trabajo le hab�an ofrecido una gran
oportunidad. Quer�an que dirigiera la delegaci�n de su empresa en Par�s. Le
hab�an prometido que el traslado s�lo ser�a de un a�o de duraci�n, luego
regresar�a a Madrid. Mi padre nos cont� que realmente era una oferta suculenta
porque, adem�s, a su vuelta a Espa�a ser�a ascendido. Mi madre dijo que ella
estaba dispuesta a pedir una excedencia en su trabajo y a acompa�ar a mi padre a
Francia. Por tanto s�lo quedaba por conocer nuestra opini�n. Fue mi padre quien
nos expuso la situaci�n:
- El problema es que vosotros est�is en plena carrera
universitaria y ser�a problem�tico mudaros a Par�s porque adem�s no sab�is
franc�s. Vuestra madre y yo hemos pensado en que os qued�is los dos a vivir
juntos en casa. T�, David, ya tienes 21 a�os, y Elena, t� 20. Los dos sois ya
mayores para vivir solos. Pero ser� si quer�is. Si est�is dispuestos a hacerlo
nosotros nos iremos a Par�s, y si no nos quedaremos con vosotros. Ya surgir�n
otras oportunidades. Tengo que responder en una semana. Tomaos dos o tres d�as
para pensarlo y nos cont�is vuestra decisi�n.
David y yo nos miramos y nos le�mos el pensamiento �Que si
quer�amos estar un a�o solos los dos, sin padres? �Pues claro! No necesit�bamos
dos o tres d�as para pensarlo, lo supimos en mil�simas de segundo. Aun as� hubo
que ser diplom�tico. Fui yo quien tom� la palabra.
- Hombre, yo creo que os echaremos mucho de menos. Pero
pienso que no debemos ser un obst�culo. Creo que deb�is aprovechar la
oportunidad y nosotros nos las arreglaremos aqu� solos en casa.
- S�, yo opino lo mismo que Elena- terci� mi hermano.
Y dejamos v�a libre a mis padres. El diez de septiembre
part�an entre l�grimas a Par�s. David yo fuimos a despedirles al aeropuerto. No
creo que sea mala hija pero he de confesar que aquella tarde mi alegr�a era
grandiosa. No me lo pod�a creer. Una casa para mi sola, bueno para m� y para
David. Sin padres, sin control, si acaso con la m�nima vigilancia de nuestros
vecinos los Pereda. Pero a ellos, a quien consider�bamos casi de la familia, les
podr�amos manejar sobre todo con la complicidad de sus hijas Ana y Mar�a,
nuestras grandes amigas.
Y sobre todo mi j�bilo se desbordaba porque iba a vivir sola
con mi hermano a quien tanto quer�a y cada vez m�s deseaba.
Los primeros d�as en el hogar sin padres fueron tranquilos.
David y yo nos comportamos como siempre. Pero ya desde el primer d�a, cuando
alguno de los dos regresaba a casa saludaba al otro con un beso en los morros
como, por otro lado, ven�amos haciendo siempre que est�bamos a solas.
David estuvo algo melanc�lico esos d�as a causa de su ruptura
con Marta. �l me contaba sus penas y yo le intentaba consolar. Le aseguraba que
Marta y �l se arreglar�an alg�n d�a porque ambos se quer�an mucho. Lo suyo, le
dec�a yo, era la t�pica ruptura pasajera de una pareja.
En realidad yo esperaba que no fuera as�, al menos durante un
tiempo. Marta me ca�a bien y, en cierto modo, s� que pensaba que los dos
volver�an alg�n d�a a estar juntos. Pero yo s�lo ped�a tener a mi hermano para
mi sola un tiempo. Y luego que volviera con Marta.
Lo cierto es que aquellos primeros d�as fueron m�s bien
normales. Hasta octubre no comenzar�an las clases en la universidad por lo que
una vez que concluimos los ex�menes de septiembre, yo con mejores resultados que
David, ambos nos dedicamos a salir de juerga con nuestros respectivos amigos.
Hab�a que aprovechar el final de las vacaciones. Montamos las primeras fiestas
en casa, eso s�, con pocos invitados para no molestar a nuestros vecinos, pero
aun as� muy divertidas. En esas celebraciones, claro, no sol�an faltar ni Ana ni
Mar�a.
Para ellas tambi�n fue una gran noticia la marcha de mis
padres. Casi se pasaban m�s tiempo en nuestra casa que en la suya. Adem�s
convirtieron nuestro hogar en su nidito de amor. Ven�an con sus respectivas
parejas y nosotros, gustosos, les dej�bamos una habitaci�n para que desfogaran
sus ansias amatorias.
Pero todo lo bueno se acaba y el curso comenz�. Si bien los
primeros d�as en al facultad no suelen ser excesivamente estresantes, mi hermano
y yo tuvimos que claudicar ante la dictadura de los horarios impuestos. Se acab�
lo de levantarnos cuando el cuerpo lo pidiera. Ahora ser�a el despertador quien
nos diera la orden inapelable.
Y claro, todo tiene tambi�n su lado bueno. Qu� buen recuerdo
guardo de aquellas noches en las que David y yo dormit�bamos viendo la
televisi�n, solos en casa, aguardando el momento en el que debi�ramos acostarnos
para dormir las horas necesarias. Yo en pijama, �l todav�a con la ropa de calle
que no se suele quitar hasta ir a la cama. Seg�n avanzaba la noche, yo me iba
acurrucando en sus piernas, a veces incluso me quedaba dormida sobre ellas
mientras �l me masajeaba la cabeza. Cuando la programaci�n nocturna dejaba de
interesarnos, �l me ayudaba a incorporarme. Nos lav�bamos y nos �bamos a
nuestros cuartos, pero antes siempre reserv�bamos unos instantes m�s para
quedarnos charlando. Normalmente en mi habitaci�n. Yo metidita en la cama y �l a
los pies. Eran s�lo cinco o diez minutos para compartir como hermanos y hablar
de nuestras cosas tranquilamente. Y para despedirnos con un tierno beso en los
labios.
El ritual pas� a convertirse en rutina y, con ello, ese
momento de irse a dormir se convirti� en la parte de la jornada m�s esperada
para m�.
Tambi�n las ma�anas gozaban de su encanto. Quien primero se
levantaba, normalmente yo, preparaba el desayuno al otro. Nos salud�bamos con
otro besito en los morros y nos tom�bamos nuestro caf� antes de ducharnos.
Mientras uno se remojaba el otro sol�a entrar al ba�o sin ning�n problema.
Aunque en casa disponemos de dos aseos, mi hermano y yo tenemos nuestros enseres
higi�nicos en el mismo, y a pesar de la ausencia paterna no alteramos las
costumbres, llev�bamos a�os considerando aquel ba�o como el nuestro y, por
tanto, continuamos ambos utiliz�ndolo. A m� me gustaba, e incluso me excitaba ya
de buena ma�ana, que mientras yo me duchara David, por ejemplo, se lavara los
dientes. Mientras, convers�bamos animadamente y expon�a mi desnudez ante �l sin
ning�n rubor al igual que �l la suya ante m�.
Con todo, los primeros meses sin nuestros padres yo no
percib� en ning�n momento ni un atisbo de deseo sexual por parte de mi hermano
hacia m�. Creo que segu�a pensando en Marta y en la posibilidad de volver a con
ella. Yo tambi�n me llegu� a plantear arreglarme con Carlos, aunque d�a a d�a
aquello se hizo m�s imposible, la relaci�n con mi ex definitivamente iba a peor.
Tambi�n pens� en iniciar una nueva aventura, oportunidades no me faltaban, pero
hubiera sido enga�arme a mi misma. Yo con quien quer�a estar era con David, pero
como no vi en mi hermano ning�n af�n porque se repitiera el incesto intent�
esconder mis sentimientos. Aunque mi hermano me conoce demasiado bien como para
que no vislumbrara los senderos por donde se dirig�an mis pensamientos.
Fue en diciembre cuando algo cambi�. David finalmente pareci�
descartar volver con Marta. Y yo no es que me alegrara pero algo s� me alivi�.
En ese mes estaba previsto que mis padres regresaran unos d�as para pasar con
nosotros mi cumplea�os, la nochebuena y la nochevieja. Por ese motivo David,
Ana, Mar�a y yo decidimos adelantar nuestra tradicional cena navide�a. Una
celebraci�n que los cuatro amigos y vecinos hab�amos convertido ya en una
tradici�n. Con los a�os a esa cena se ha ido sumando gente ajena a las dos
parejas de hermanos. Normalmente los novios y novias de turno. Ese a�o David y
yo no aportar�amos invitados pero Ana y Mar�a s� traer�an a sus parejas. Esta
vez la novedad era la ausencia de nuestros progenitores as� que pensamos en
cenar en nuestra casa en lugar de en un atestado restaurante. Y es que ya se
sabe que en Madrid en el mes de diciembre no hay quien reserve mesa. Adem�s
habr�a otra ventaja, Ana y Mar�a dir�an a sus padres que se quedaban a dormir en
nuestro hogar con lo que aprovechar�an para compartir cama con sus chicos, es
decir Enrique y Javi. Lo bueno para m� es que Mar�a y Javi dormir�an en el
inhabitado cuarto de mis padres y Ana y Enrique en el m�o. Por tanto yo tendr�a
que compartir cama con David. Y encantada de la vida.
La cena fue un �xito. Cocinaron las hermanas Pereda y Javi.
Mi hermano yo nos encargamos de adornar la casa y Enrique de colocar la
intendencia necesaria en la mesa y de mantenernos a todos con el vaso lleno.
Brindamos por todo lo brindable y re�mos sin parar. Invitamos incluso a los
padres de Ana y Mar�a a que cruzaran el estrecho descansillo que separaba
nuestra vivienda de la suya para que se tomaran una copa con nosotros. Pasado un
tiempo prudencial, claro, les despedimos amablemente porque las presencias
paternas nunca deben ser excesivas en una cena de amigos. Nos tomamos unas
cuantas rondas m�s y nos fuimos a dormir.
Aquella noche, con tanto brindis junto a la ya de por s�
excitante idea de dormir con mi hermano, yo estaba exultante. Cuando lleg� la
hora, me desnud� delante de �l en un santiam�n. Me qued� en bragas y camiseta
mientras �l casi no se hab�a ni descalzado. No es que quisiera provocarle con
tal indumentaria nocturna pero es que la calefacci�n de mi casa es demasiado
intensa como para ataviarse con mas prendas en la noche.
En cuanto nos metimos en la cama me abrac� a �l en un gesto
m�s fraternal que otra cosa. Estuvimos hablando y ri�ndonos un buen rato hasta
que un momento de silencio escuchamos un jadeo procedente de mi cuarto,
claramente de Ana, que deb�a de estar gozando de lo lindo con Enrique.
- Joder con Ana parece que se lo est� pasando bien- observ�
mi hermano.
- S�, qu� envidia-a�ad� yo.
- �Ah s�? �Tienes envidia?- pregunt� indiscreto David.
- Pues mira s�. Quieras que no, desde que lo dej� con Carlos
hace ya cuatro meses no he practicado el sexo, al menos con otra persona.
David se qued� en silencio mir�ndome, sonriente, con cara de
haberme pillado en una confesi�n impulsiva.
- �Acaso me est�s proponiendo algo, hermanita?
La pregunta me pill� desprevenida. Claro que quer�a algo.
Deseaba en ese momento agarrar su pene met�rmelo en la boca y que luego me
chupara �l a m�. Y hacer otra vez el amor. Pero no tuve valor de dec�rselo...
- Pues no, no te estoy proponiendo nada- le dije para a
continuaci�n darme la vuelta y ofrecerle mi espalda.
- Vaya que pena- a�adi� �l manteniendo el tono de broma.
Se hizo en silencio entre los dos al tiempo que segu�amos
escuchando los jadeos de Ana y Enrique. A los pocos minutos ellos tambi�n se
callaron, sin embargo, debieron de pasar varias horas hasta que logr� conciliar
el sue�o recomi�ndome por mi falta de valor para volver a tirarme a mi hermano.
A la ma�ana siguiente nos levantamos todos tarde, desayunamos
y nuestros invitados se fueron yendo a sus respectivos hogares. Una vez solos
David me inform� de sus intenciones inmediatas.
- Elena, voy a ducharme.
Yo me qued� en la cocina recogiendo los vasos del desayuno,
sin evitar que mi mente evocara continuamente la imagen de mi hermano, desnudo,
introduci�ndose en la ba�era. Realmente mi nivel de deseo sexual estaba
alcanzado cotas hasta entonces inimaginables.
Empujada por una incomprensible decisi�n me acerqu� al cuarto
de ba�o. Sin reconocerme a mi misma abr� la puerta y me met� dentro. David
estaba ya duch�ndose.
- �Qu� haces?- pregunt� �l.
- Vengo a mear.- No era nada extra�o que mi hermano y yo
comparti�ramos ba�o, con lo cual, mi presencia no debi� de parecerle sospechosa.
Levant� la tapa del urinario, me baj� los pantalones del
pijama y las bragas y me sent�, pero de ah� no sal�a nada. Realmente yo no hab�a
entrado para mear. Espoleada por tanto deseo reprimido, decid� dejarme de
maniobras de distracci�n. Me quit� el resto del pijama y me acerqu� a la ducha,
descorr� la cortina y me encontr� con el cuerpo de David, mojado y reluciente.
-�Qu� haces?- volvi� a preguntar David entre sorprendido y
divertido.
- �No me dejas ducharme contigo?- Y sin esperar respuesta de
David me introduje en la ba�era.
�l se qued� mirando, sujetando distra�do el mango de la
ducha. Se lo quit� de las manos y sin decir palabra moj� mi cabeza y mi cuerpo.
Pero yo tampoco estaba all� para lavarme. Hab�a dado el paso definitivo y ahora
no era cuesti�n de entretenerme. Dirig� el agua hacia su pene, que para mi
tranquilidad, mostraba ya se�ales de cierta excitaci�n. David cada vez m�s
at�nito miraba el chorro con cara de no comprender bien lo que estaba
ocurriendo.
Pronto le saqu� de dudas. Me abalanc� hacia su boca y le met�
la lengua con una furia inesperada tanto para �l como para m�. Reaccion�. Su
lengua respondi� a la m�a, mientras sus manos poco a poco se acercaban a mi
trasero. Las m�as las llev� hacia su polla ya definitivamente erecta. No duraron
mucho estos besos. Yo deseaba m�s y r�pido. Llevaba tres a�os esperando un nuevo
encuentro con mi hermano.
Me agach� a lamerle su pene. Lo hice con mezcla de cari�o y
voracidad. �Cu�nto hab�a deseado volver a tener ese pene en mi boca! Y �l
parec�a responder encantado a mis est�mulos.
- Joder, hermanita, c�mo me pones- acert� a decir.
Yo centrada en lo m�o segu� chupando con hambre su miembro.
Pero ansiaba m�s, deseaba tener una vez m�s su pene en mi concha.
Me incorpor� mientras el agua saliente del hidrotel�fono
abandonado en el suelo chocaba contra mi cuerpo desnudo. Ofrec� a mi hermano un
r�pido beso h�medo y le di la espalda, apoyando los brazos en la pared de la
ducha y mostrando mis nalgas desde donde se deb�a de atisbar mi co�o.
No tard� David en ponerse en marcha. Lentamente fue
meti�ndome su tan esperada verga. No fue tanto el placer f�sico que me provoc�
como el goce que supone mitigar un acto tan codiciado durante tanto tiempo. Me
sent�a feliz de por fin entregarme otra vez a David, ser tomada por mi amado
hermano.
Su penetraci�n fue suave, intensa y h�meda, muy h�meda. Pero
poco a poco fue incrementando sus movimientos alentado por mis jadeos, sonidos
podr�a decirse casi de j�bilo. Me sujetaba con fuerza las caderas y yo me dejaba
hacer. Pero el tambi�n deb�a estar muy excitado por la situaci�n porque no tard�
en decirme...
- Elena me corro.
Not� como abandonaba mi rajita. Inmediatamente me di la
vuelta, cog� su polla y la mene� con premura mientras le besaba. No tard� en
percibir en mi mano un l�quido m�s denso que el agua al tiempo que sus gemidos
se intensificaban. Sacud� un poco m�s lento su pene y lo dej� para concentrarme
en el beso a mi hermano.
Cuando nos separamos nos miramos sonrientes. Pero yo
necesitaba m�s. Me sent� en el borde de la ba�era y anim� a mi hermano, con un
leve pero claro gesto, a que se agachara. No hubo que insistir, su disposici�n
fue inmediata. Abr� mis piernas y dej� que me besara y lamiera hasta desembocar
en un orgasmo intenso, como hac�a mucho tiempo que no gozaba.
Al terminar me qued� unos segundos con los ojos cerrados y
con la cabeza apoyada en la pared. Por eso no pude ver como mi hermano me
introdujo la lengua como buen final de la fiesta fraternal que nos acab�bamos de
montar.
- �Qu� te ha pasado hoy? �Qu� has desayunado para estar tan
marchosa?- me pregunt�.
- Anoche me dejaste con ganas y hoy me he resarcido- respond�
yo.
- Pero si me dijiste que no pretend�as nada anoche.
- Pues te ment�.- Y para acallarle volv� a besarle.- �No te
habr� molestado?
- Hermana hac�a tiempo que no foll�bamos pero para m� nunca
ser� molestia hacer el amor contigo.
Su respuesta me dej� tranquila. S�lo me faltaba sentir
remordimientos por haber presionado a David para que me follara. Pero veo que
no, mi hermano siempre ser� un encantador calentorro.
Aquel d�a ambos tuvimos compromisos sociales que nos alejaron
de casa. No nos volvimos a ver hasta la noche. Y lo volvimos a hacer. Otro polvo
entre hermanos apasionado y amoroso. Nuestra voracidad filial, invernada durante
tres a�os, hab�a salido del frasco.
Repetimos los tres d�a siguientes sin ning�n remordimiento ni
sensaci�n de culpa, ya hab�amos superado esa fase. Ahora David y yo pod�amos
follar tranquilos sin darle demasiadas vueltas a lo que hac�amos.
Pero al cuarto fue la fecha en que nuestros padres regresaban
a casa. Al d�a siguiente era mi cumplea�os y se acercaban las navidades. No es
que no me alegrara volver a ver a mis padres despu�s de tres meses, pero ahora
que hab�a logrado retomar la relaci�n sexual con mi hermano no era el mejor
momento. En fin, todos nos debemos a ciertas obligaciones familiares.
David y yo tuvimos que hacer una pausa en nuestra fogosidad.
Con los padres en casa nuestros encuentros se ce��an a los besos con lengua y
toqueteos que nos regal�bamos en cuanto nos qued�bamos solos.
En nochevieja decidimos quebrar la tregua. David y yo fuimos
a fiestas diferentes pero con la disculpa de volver juntos a casa quedamos a
desayunar antes del regreso. Borrachos y drogados como est�bamos al comenzar el
a�o, el encuentro sexual fue inevitable. Tuvimos la lucidez de no perpetrarlo en
casa. Lo hicimos en un parque de nuestro barrio y fue quiz� uno de los polvos
m�s morbosos que recuerdo.
Aquella noche llevaba un vestido, me sent� levant�ndome la
falda encima de David que previamente se hab�a bajado los pantalones y me
aguardaba en un banco del parque. Hicimos el amor ajenos a todo lo que ocurr�a a
nuestro alrededor, que no era otra cosa que un desfile de borrachos regresando a
sus casas. Cuando nos dimos cuenta ten�amos al menos a cuatro chicos mirando
como foll�bamos. Me daba igual. El alcohol me desinhibi� lo suficiente como para
seguir montando a mi hermano. La presencia de los mirones incluso acrecentaba mi
excitaci�n, y David por lo que not�, debi� de sentir sensaciones parecidas.
Ambos nos corrimos a la vez, �l dentro de m�, con cond�n claro. Y al terminar
los voyeurs nos despidieron con aplausos. Supongo que al llegar a casa se har�an
una paja en nuestro honor. Menos mal que no sab�an que �ramos hermanos porque
hubieran flipado.
El d�a tres de enero mis padres regresaron a Par�s. David y
yo solos de nuevo en casa nos convertimos en pr�cticamente una pareja de
enamorados. Cada noche dorm�amos juntos no sin antes follar sin tapujos.
As� estuvimos unos 20 d�as. Tuvimos que detener nuestra
actividad sexual por otro motivo, los ex�menes de febrero. Pero hubo otras
causas, el regreso de nuestras ex parejas Carlos y Marta. Sin embargo David y yo
supimos afrontar la nueva situaci�n con un fin de fiesta espectacular.
CONTINUAR�
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