Relato: Un encuentro casual





Relato: Un encuentro casual

Roberto era un amigo que conoc� a traves de Internet, en un
Chat..


Me sorprendi�. Ten�a una gran ternura, que escond�a un
coraz�n fogoso e imaginativo.



Nuestra com�n afici�n que es la escritura, quiz�s es lo que
al principio nos acerc� un poco. Aprovech�bamos algunos momentos cada d�a
para compartir ideas, y como no, para dar rienda suelta a nuestras fantas�as
sexuales.



Una noche de domingo mientras jug�bamos al domino, para
hacerlo mas interesante nos jugamos nuestros n�meros de m�viles. Perd� yo como
de costumbre y le envi� un msm para que quedara constancia de mi n�mero. La
verdad es que no me sab�a mal haber perdido porque solo nos conoc�amos por
fotograf�a. Diablos, nos apetec�a conocer nuestras voces, era querer saber algo
m�s de nosotros.



Me llam� el lunes por la ma�ana, yo estaba trabajando y al
o�r el tel�fono tuve el presentimiento que ser�a el.



--Hola�..Soy Roberto�dijo con una voz un tanto susurrante,
parec�a como si le ahogasen las palabras por la emoci�n del momento.



Ten�a una voz sensual y dulce. No se como me la imaginaba,
quiz�s mas blanda por la forma que ten�a de escribir, acabando muchas veces
las frases con puntos suspensivos. Pero me encant� su voz. El dijo que yo
tambi�n le hab�a sorprendido, que no esperaba ese acento en mi voz, que le
desconcert�



--Si que lo tengo, de Canarias�dije



--Ya dec�a yo que lo conoc�a, conozco muy bien las islas, soy
un enamorado de ellas y de Tenerife en particular, del Puerto de la Cruz,
Garachico�Icod�,



Empezamos a hablar de mi querida Isla y as� pasamos un rato,
interrumpidos de vez en cuando por alg�n cliente que necesitaba de mi atenci�n,
pero siempre pendiente del tel�fono y deseando continuar la conversaci�n





Por la noche cuando jug�bamos nuestra acostumbrada partida de
domino, me dijo que durante unos d�as estar�a desconectado. Se iba de
vacaciones con su esposa a la costa. Bueno� me resigne. Continuar�a jugando
solitarios porque a esas horas no tengo ning�n otro amigo aficionado a los
juegos.



Pasaron unos d�as y el viernes por la tarde mientras estaba
trabajando, me pareci� ver una cara conocida. El no sab�a donde vivo y mucho
menos donde trabajo, por lo tanto pens� que deb�a ser alguien que se parec�a
mucho. No obstante lo segu� un rato con la mirada. Vi. como se mov�a empujando
un carrito de la compra detr�s de la que yo deduje deb�a ser su mujer. Se le
ve�a aburrido. Yo en realidad no estaba segura que fuese el, no ten�a ninguna
fotograf�a a mano para comparar y la imaginaci�n a veces nos juega malas pasadas


Mi curiosidad pudo m�s que mi sensatez. Yo quer�a asegurarme
de que era el, pero sin que se enterase que me ten�a tan cerca. Por eso decid�
hacerle una llamada. Si era �l desde luego contestar�a, y yo desde mi rinc�n
podr�a observarlo todo. Fui al directorio de mi m�vil y marqu� sobre su nombre.
Mis ojos no se apartaban de el. Lo segu�an en cada paso que daba. Y luego vi.
Como pausadamente sacaba su tel�fono del bolsillo, miraba quien le llamaba y
como al ver el nombre, observaba a su mujer y vi�ndola distra�da se apart� un
poco para contestar la llamada.



--Hola�



--Hola, �Qu� haces? �Qu� tal las vacaciones?



--A�or�ndote, estoy de compras con mi mujer�



�Pues que bien, te lo debes pasar de muerte-



�Malvada, encima no te burles.



Hablamos solo un ratito, yo ve�a como no le quitaba el ojo a
su mujer, y al darse cuenta que ella le miraba se despidi� r�pidamente. Se
acerc� a ella y se alejaron por el pasillo.



Al poco rato, tuve que llevar unos papeles a una cajera, y
justo en ese instante ellos estaban abonando la compra. Nuestras miradas se
cruzaron por un instante, pero ni el hizo el menor gesto de haberme conocido,
ni yo le dije nada.



Lo m�s r�pido que pude, explique a la cajera el contenido de
los papeles y me alej�. Volv� la cara cuando estaba a una distancia prudencial
y observ� que me estaba mirando pensativo.



Acab� mi jornada de trabajo y volv� a casa. Ya a la noche
cuando me conecte a Internet pens� en lo que hab�a pasado. ��� Que casualidad,
con lo grande que es Espa�a!!! Me envi� un mensaje al m�vil dici�ndome que me
extra�aba y le conteste que yo tambi�n.



Lleg� el s�bado, y con el la aglomeraci�n de gente que por
motivos de trabajo no pueden hacer la compra diaria y compran para toda la
semana. Estaba colocando unas barras de pan en la estanter�a, cuando una voz
hizo que me sobresaltara, el vello se me eriz�. Fue un escalofri� que me
recorri� todo el cuerpo.



--�Eres tu verdad?-- Dijo Roberto



--Hola Roberto�dije t�midamente, al tiempo que sent� morirme.
Sent� la necesidad de esconderme....



--No pod�a creer que fueses t�, tuve que volver para
asegurarme.---



Estuvimos hablando un rato sobre mi precioso pueblo. El a�o
anterior vino aqu� de vacaciones con un viaje programado y se qued� con las
ganas de conocer muchos de sus pintorescos rincones. Por eso este a�o hab�a
venido por su cuenta para recorrer toda la zona.



-- Podr�as hacerme de �gu�a�, seguro que conoces sitios que
yo nunca podr�a encontrar solo�



--Sabes que no puedo, no salgo con nadie y menos de Internet,
es mi norma---



--Si, y las normas se hacen para romperlas. �� Ven a comer
conmigo!!�



--No puedo, ya sabes, mi marido---



-- No seas mentirosa, tu marido no come en casa los s�bados,
estas harta de dec�rmelo---



Era verdad, mis perspectivas para la tarde del s�bado eran
quedarme en casa chateando, y a lo mas coger una toalla e irme a la playa a
tomar el sol.



Era tentador, comer en buena compa��a y hablar, hablar hasta
que se me quedase la lengua seca (era algo que nunca pod�a hacer un s�bado).
Ufffff pero mi marido era muy celoso y si se enteraba, no se lo que podr�a
pasar.



--No, de verdad, no puedo�



--Si que puedes, �de que tienes miedo? Si quieres subimos al
coche y nos vamos a otro sitio----



Mis defensas estaban cayendo, una buena comida, una buena
charla. �Qu� mal hab�a?



--Vale a las dos termino, pero he de ir a casa para
arreglarme. Rec�geme aqu� a las tres. �



Me mir� como si no se lo creyese, pero me dijo que all�
estar�a.



A mi no me interesaba que supiese donde viv�a y mi mente
r�pidamente hab�a calculado. A las tres y media estar�amos comiendo, que menos
que dos horas para comer y hablar, o sea que a las cinco y media estar�a lista (
no cre�a que �l pudiese estar mas rato, su mujer lo deb�a esperar) Entonces me
quedar�a toda la tarde libre y no me apetec�a volver a casa una vez que me hab�a
decidido a salir. Por eso al ir a cambiarme me hab�a puesto un bikini, y encima
un vestido fresquito de tirantes con un gran escote en la espalda, y hab�a
preparado una gran toalla para luego quedarme en la playa.



Cuando volv� estaba esperando recostado en su coche. Desde
lejos me entretuve a mirarlo, era elegante, vest�a camisa mao de lino color
verde kaki, pantalones beig tambi�n de lino, y calzaba zapatos marrones, me
encant� su estilo y nerviosa me dirig� hacia el. Volvieron los temores, �y si
alguien me ve�a?... al diablo con todos, una vez tomada la decisi�n hab�a que
seguir adelante.



Su coche pod�a ser todo, menos discreto, un Audi rojo
descapotable que el llevaba con la capota bajada.



--Ah no, ni pensarlo, yo no subo en ese trasto, �no querr�s
que todo el mundo me vea?



Paciente, subi� la capota me ayud� a acomodarme, nos fuimos a
comer a Torredembarra un pueblecito t�pico pescador. Comimos una riqu�sima
mariscada acompa�ada de un fresquito vino de Ribeiro que pasaba como el agua, y
casi sin darnos cuenta hab�amos vaciado dos botellas.



Se pas� la tarde r�pidamente, el me hablaba del libro que
estaba escribiendo, me hab�a enviado una copia por mail y me encantaba su
estilo, yo le hablaba de las locuras que yo escrib�a y sin darnos cuenta se
hicieron las seis de la tarde.



La idea era que me acompa�ase a una playa cerca de casa donde
yo me quedar�a hasta las ocho. Pero el diablo no descansa y siempre est� a punto
para hacer de las suyas.



Est�bamos demasiado mareados para conducir, por lo que
pensamos que lo mejor ser�a un ba�o para despejarnos, en el maletero Roberto
llevaba una toalla y un ba�ador y entr� a los servicios a cambiarse.



A las seis de la tarde despu�s de darle el sol todo el d�a,
el agua estaba riqu�sima. Jugamos y retozamos como crios. Cada vez que nuestros
cuerpos se rozaban saltaban chispas de la excitaci�n que se estaba generando, y
no se si por efecto de la bebida o por el deseo contenido empezamos a tocarnos
peligrosamente.



Alejados de la orilla nuestras manos exploraban los cuerpos,
buscando los puntos sensibles. Sus manos oprim�an mis gl�teos me apretaba contra
�l sintiendo en el vientre la presi�n de su pene duro y erecto. Sin ninguna
palabra y casi al mismo tiempo, sacamos nuestros ba�adores y nuestros sexos se
frotaron deseosos, sus manos apretaron mis nalgas y me levant� ligeramente (fue
f�cil el agua hac�a que mi cuerpo flotase) me subi� por encima de su pene y me
dej� caer introduci�ndose hasta el fondo.



Es hermoso hacer el amor en el mar, los cuerpos ingr�vidos
flotan y se acoplan perfectamente. Entraba y sal�a fren�ticamente, y mi conchita
lo acog�a como si siempre hubiese esperado su llegada, fue un polvo r�pido pero
placentero, al sentir como mis paredes vaginales oprim�an su miembro en los
espasmos del orgasmo, aceler� sus movimientos y besando fuertemente mis labios,
se vaci� dentro de m�.



Quedamos abrazados, quietos, sintiendo como nuestros
corazones volv�an al ritmo normal, pero a�n deseosos.



No muy lejos vimos una peque�a y solitaria cala, y nos
pusimos a nadar hacia ella. Llegamos agotados por el esfuerzo y nos dejamos caer
en la arena, uno al lado del otro tocando nuestras manos, sintiendo nuestra
respiraci�n agitada.



El agua fr�a, el cansancio por la nataci�n, y sobre todo la
excitaci�n sexual a que est�bamos sometidos hab�an conseguido disipar por
completo los efectos del alcohol.



Ya no ten�a la excusa de la bebida, y cuando sus manos
comenzaron a acariciar mi vientre, me estremec� toda. Cerr� mi mente a cualquier
pensamiento que me distrajese de este instante y me dispuse a gozar de las
habilidades de Roberto.



Me tumb� sobre el y mi cuerpo fue resbalando sobre el suyo,
hasta que mi boca estuvo a la altura de de su glande rojo y brillante. Primero
lo acarici� con los labios, sin atreverme totalmente a satisfacer mis deseos.
Mire su cara y vi que ten�a los ojos cerrados y una expresi�n de placer
inigualable. Entonces con la lengua recorr� su contorno y fui bajando por la
verga hasta llegar a los test�culos, con los labios los oprim�a, mientras que
con la lengua le daba unos golpecitos que lo volv�an loco, volv� a subir con
la lengua hasta el glande, donde unas peque�as gotas anunciaban el inminente
orgasmo. Pas� la lengua deleit�ndome con el dulce sabor de su n�ctar,
saboreando sus jugos mientras el apretaba mi cabeza contra su pene, entr�ndome
en la boca hasta la garganta. Sent�a los latidos en mi lengua y eso me excitaba
de tal manera que volv� a tener un orgasmo furioso y placentero. Mi sexo se
agitaba en unas contracciones interminables, cuando sent� que mi boca se
inundaba de su semen dulce y caliente.



Estaba oscureciendo, no sab�amos la hora que era, pero una
vez relajados empezamos a tener fri�, decidimos volver r�pidamente y nos metimos
en el mar nadando hacia la playa. Llegamos agotados, nos vestimos y entramos en
un bar a tomar unos calamares con cerveza. Eran casi las nueve de la noche, y
aunque est�bamos muy bien juntos sab�amos que ten�amos que separarnos.



Me acompa�� hasta el aparcamiento del supermercado, estaba
oscuro y apret�ndome contra su cuerpo me bes� apasionadamente.



--�Cu�ndo volvemos a vernos?�dijo



--Nunca, esto no ten�a que haber pasado y nunca mas pasar�---



--�Te arrepientes?�



--No, ya esta hecho y lo he disfrutado, pero tenemos que ser
sensatos.---



-- Esto no podremos olvidarlo---dijo Roberto



--Imaginemos que es una historia que hemos escrito juntos.
As� cada vez que la leamos podremos recordarla y disfrutarla�



Nos ten�amos que separar, as� que lo bes� suavemente en los
labios y antes de que pudiese reaccionar, escap� corriendo por una esquina.



Llegu� a casa y no hab�a nadie, tom� una ducha y esper�
paciente la llegada de mi marido, como hac�a cada s�bado, solo que este hab�a
sido diferente a todos los dem�s.



Este s�bado, no hab�a tenido que matar mis horas de
aburrimiento conectada a Internet.



--


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