Regio esp�cimen. Por un lado, los oriundos de esta ciudad se
autonombran Regios, por el otro, que carajos, tengo debilidad por ellos, por los
norte�otes, se�ores h�biles y de gran porte, simplemente Regios.
Si, por lo menos, en mi experiencia con ellos, son unas
personas bonitas, trabajadoras y bien cachondas.
La mirada del bato, era fija, fija en mis movimientos, en mi
cuerpo, en mi cara. Yo hab�a sentido desde hacia rato en la hilera para checar
el boleto, que alguien me observaba, nunca determine el origen. Sub� a la
pre-sala para abordar, llena y atiborrada, esperando la asignaci�n de punto de
abordaje definitivo. Yo metido en mi libro, me olvide del sentimiento de
observaci�n y continu� absorbido por mi mente y por mi libro.
Llego el momento de llegar a la sala y los ciento y pico de
pasajeros est�bamos ya listos, ah� comenc� mi gusto, j�venes y viejos, mujeres
guapas y se�oras caderonas. Fue cuando por primera vez identifiqu� al alguien
que andaba vi�ndome. Piel exquisita, velludo de todos lados, camiseta reflejando
un gran pecho, cintura peque�a, no mucha nalga y unos pantalones de mezclilla
amplios y a la vez sexys. Quien sabe porqu� sonre�. Quien sabe porqu� movi� su
cabeza, de arriba a abajo y mostr� su espl�ndida dentadura. Eran como dos d�as
de barba que tra�a, bien pod�a ser modelo de revista, pesta�otas y mucha ceja.
Est� bien, una sonrisa no se le niega a cualquiera, pero no
me le iba a quedar viendo todo el d�a, por lo que mi esp�ritu citadino, me
castig� y me puse a ver como ya se preparaba el abordaje. Me form�
mec�nicamente, sin ser ordenado o requerido. Sin darme cuenta de quien o quienes
estaban a mi alrededor.
Pero la curiosidad y la hormona, me hicieron voltear y
buscar, as� como que nadie se da cuenta. Nada, ya no estaba, voltee para el otro
lado, nada. La gente se juntaba m�s y sent�, al dar un paso para atr�s, que
pisaba a alguien, mi sorpresa al virar y pedir perd�n, pues era el Regio, mi "lo
siento", su "yo m�s", mi risa y su sonrisa. Los nervios me entraron, apoco nunca
te ha excitado tener a un ejemplar de m�s de uno setenta, atr�s de ti. Es
cachondo, sentir que pudiera pasar que rozara mis nalgas en �l y comenzara a
sentir su bulto en mis nalgas.
Pues as� como que no quiere la cosa, mi malet�n y mi
calentura, me hac�an parar las nalgas y tratar de que su l�piz escribiera su
aut�grafo en mi piel. El score final, dos veces su mano y uno mas, para la parte
frontal de su pantal�n. �l no evad�a mucho el contacto, pero tampoco se descar�.
Yo pas� primero, me ubique en mi asiento de ventanilla
turista y una se�ora, se ubic� en el pasillo de mi hilera. Avi�n peque�o con
tres asientos y el de en medio, vac�o.
Suerte la m�a que el Regio fuera el feliz ocupante del
asiento a un lado m�o, estrecho y presto al contacto. Pero nada, ni �l, ni mi
est�mago vac�o.
Comenc� a mirar como todav�a met�an m�s maletas al avi�n,
perd� la noci�n de la espera y mis pensamientos rondaban en mis quehaceres en la
ciudad norte�a, dos d�as de vago y hasta el lunes trabajar all�.
Oigo un compermiso y su cuerpo irrumpe mi pensamiento. Que
agradable sensaci�n, estar a un lado de �l, mi Regio. Piernas recias que
pretenden no intimidar, brazos peludos que rozan mis brazos lampi�os, codo en mi
codo, sonrisota la m�a.
Durante el trayecto de m�s o menos una hora, todo un
caballero, rozando mis brazos, sus piernas tocando las m�as, como si me
conociera. Pero nada pas�, solo su calor que me traspasaba y mis ganas de
conocerle m�s.
Llegar y bajar, recorrer pasillos y tomar un taxi, irme al
hotel c�ntrico de una ciudad moderna y bien portada. Salir a caminar y perderme
en sus calles, llegar a la gran plaza y tomar fotos. Ir a la parte renovada y
meterme en un restaurante, comer y seguir leyendo.
Absorto estaba y con mis entretenimientos mentales, me hund�
en mi mismo y oigo una voz, que dice, "que casualidad". Levanto los ojos y si,
ah� estaba, con la misma camiseta, vi�ndome y mi reacci�n inequ�voca de gozo
extremo, "hola, cierto, que coincidencias".
Bien educado me pide sentarse, yo sonriente le digo que
adelante, porqu� no.
Que qu� haces en mi ciudad, de donde eres, que te trae por
ac�. Multitudes de preguntas, saber que estudia en la capital y que lleg� a su
casa y no hab�a nadie, que no trae llaves y que se le ocurri� venir a este
restaurante, que qu� voy a hacer, que si me gustan las chelas, que si soy
casado, que si tengo hijos.
Demasiadas preguntas y demasiadas desviaciones del camino
principal. Cabr�n, pienso entre m�, demasiada insistencia, demasiada confianza.
Pero mi sentimiento capitalino, cede y mi esp�ritu de aventura sale, dirigimos
nuestros esp�ritus a conocernos m�s. Mejor en el bar del lobby del hotel, le
digo y �l acepta.
Seis de veinte mesas est�n ocupadas, acudimos a una apartada
de los dem�s y en vez de sentarse frente a m�, se sienta al lado. Su camiseta ya
no se encuentra en el pantal�n, ahora juega afuera y como que no quiere la cosa,
muestra su ombligo, lleno de mucho pelo. En la Universidad privada en la que
estudia, tiene la oportunidad de darle al gimnasio y su inter�s es el pecho y
que le crezcan las nalgas. R�o de la ocurrencia, exploro con mi mirada su
cuerpo, nada que me evite pensar que algo anda mal, en este encuentro y en su
cuerpo. Acompa�a su pl�tica con ademanes que llegan a mi cuerpo, toques en mi
brazo y en mis hombros. Peque�os indicios que le gusta estar aqu� y que no sabe
que hacer, marca su celular y nadie le contesta.
Es un chavo como de veintitantos a�os, flor de exuberancia,
juventud insultante. La conversaci�n llega al tema de que no tiene donde
quedarse y que lo que har� es seguir insistiendo en su casa para ver quien
llega. Quer�a que fuera sorpresa y sorprendido se qued� �l.
Comienza una peque�a discusi�n, yo, dici�ndole que no hay
pedo, que se quede en el hotel, �l defendi�ndose a medias de mis insinuaciones.
Mi insistencia y mi soledad como pretexto, le dicen que por algo suceden las
cosas. Que no se preocupe, que no tengo malas ma�as y que si las tuviera, me las
aguantar�a. Sonr�e, pero pone una condici�n, �l paga la parte que le corresponde
del bar y no hay bronca.
Desde que lo vi en el Restaurante, mi calor inguinal no ha
cedido. Ahora con sus palabras me siento m�s caliente que nunca y pagamos, yo
voy por delante y subimos al elevador al sexto piso. Salgo y me pregunta que
tipo de ejercicios hago, que mi cuerpo est� bien y que mis nalgas est�n duras y
grandotas. M�s intimidad no es posible, le digo que nunca he hecho nada para
tener las nalgas as�, que solo hago mucha pierna, pecho y abdomen.
Habitaci�n de hotel de ejecutivos, caray, una sola cama y un
gran sill�n, que ah� estar� bien, que me da las gracias de recibir a un
desconocido, que no me preocupe y que todo saldr� ching�n. Entra al ba�o con su
mochila y yo me lapido por atrevido, que no me haga ilusiones, pero cede mi
hormona y me estoy cambiando a unos shorts con camiseta sin mangas, blanca y
olorosa.
Prendo la tele y veo lo que pasa. Sale del ba�o, igual, con
unos shorts de lycra y una camiseta como la m�a, nada m�s que de b�squetbol.
Este chavo se rasura, tiene demasiados parejos los vellos del pecho y nada del
mismo en las axilas. Sonr�o y le invito a que destape dos chelas del peque�o
refrigerador de la habitaci�n. Le cambia al termostato de la habitaci�n y ahora
afuera, como adentro de m� hay calor.
No ha quitado la conversaci�n y las preguntas, ahora las m�as
rondan por averiguar si tiene novia, dice que no, que si tiene amigas, dice que
pocas, que de que se mantiene en la ciudad y es donde pongo mis ojos abiertos,
me dice que baila. Averiguo m�s y mi boca se abre de par en par. Es un striper,
en varios clubes, tanto gays, como de mujeres y saca buena lana.
Ya se me hac�a demasiado buen cuerpo, todo un metrosexual. La
curiosidad y mi calentura, hacen que conozca su vida, no tiene pareja y de vez
en cuando lo invitan a cenar, tanto hombres como mujeres. Bueno, pues le pongo
en un canal de videos musicales y la m�sica de discoteca me hacen pedirle me
ense�e sus artes. La segunda chela ya est� abierta y me pide me siente en el
sill�n, que en la cama no se le da.
Orale, voy a tener un show particular. Comienza la m�sica y
sus movimientos er�ticos, primero para calentar el ambiente, luego para
calentarme a m�. Primero a un metro de aqu� y luego va acortando la distancia,
quit�ndose la camisa, mostr�ndome su pecho y veo que la lycra le hace verse
sensacional. Baila por delante y por detr�s, mi erecci�n se encuentra escondida
en mis shorts de mezclilla, pero siento como comienzo a lubricar.
Conoce su chamba, es todo un maestro en el arte er�tico del
baile, pero ahora la distancia m�s corta, sus curvas hechas y naturales, se
acercan m�s y m�s a m�. Como todos los stripers, sabe mover su cadera, que
acerca peligrosamente a mi boca, yo aplaudo y emito piropos, que bien te mueves,
al decirlo yo, comienza a bajar la lycra y me ense�a su pubis rasurado en
tri�ngulo. Se voltea y me muestra que en la espalda no tiene nada, m�s que
m�sculos, sus brazos portentosos hacen movimientos querendones. Mete la mano al
short y asoma una cabeza no circuncisa, se est� erectando.
Cae en el sill�n a un lado m�o y me sonr�e, no mames cabr�n,
le digo y toco su brazo, le digo que est� ching�n. Su mano me paga, pellizcando
mis pezones. Me dice que qu� buena suerte y que no hay pedo, que ahora anda de
vacaciones. Qu� me querr� decir, que ahora no cobra, que es de a gratis.
Pues t� no estas mal, me dice y acaricia mi pecho, sus manos
lo aprietan, acerca su cara y la deposita en mis piernas. La peda que traemos
hace romper inhibiciones, tanto de palabra, como de sentimientos, que se siente
muy solo y lo bueno fue ubicarme y encontrarme, todo el tiempo como gato en mi
regazo, acumula sus energ�as en mi vientre, su mano la mete por las piernas de
mi short y comienza a acariciar mis nalgas, que sin ropa interior se encuentran.
Comienza a morderme la verga encima del pantal�n corto, es la antitesis del
striper que solo le gusta hacerla de macho.
Al recibir semejante tratamiento, mi mano explora su espalda
y acaricio, detecto lo cachondo que es. Comienza a violarme el ombligo con su
lengua, no ha dejado que su mano salga de mis nalgas, urga y encuentra mi culo.
Cada camino que hace con su boca provoca que mis m�sculos abdominales se
contraigan, soporto con extenuante cara, el trabajito.
Cada quien con sus manos ha llegado a introducir ya un dedo.
Sin pena, saca su mano y chupa su dedo, no temo lo peor, soy bastante pulcro,
pero eso nunca me hab�a sucedido. La m�sica en la televisi�n, moderna y
electr�nica, despu�s de que ya me ha dejado en posici�n horizontal y ahora est�
encima de m�, hace que su cuerpo me este culeando, sin culearme. Recorre su
lengua mis pechos y mis peludas axilas, aspira y chupa. Muerde levemente sin
dolor la parte del b�ceps que est� a un lado de mi axila. Ubica su boca en mi
hombro, mientras observo que se pretende quitar el ajustado medio pantal�n.
En vez de irse directo a mi boca ansiosa, me besa el o�do,
f�bula fant�stica, su lengua, ahora, pretende penetrar mi cavidad auditiva. Sabe
calentar, sabe perfectamente su faena. Mis hombros se contraen, sus dientes
muerden mi oreja. Encabronadamente me debilita. No se que hacer, pero le pago
con la misma moneda, faltaba m�s. Tiene mis mismas reacciones, ojos cerrados,
boca abierta, hombro contra�do y languidez moral.
Ahora si, nos besamos, nos comemos en un beso monumental, con
las bocas abiertas y acarici�ndonos las lenguas, nos abrazamos y no deja de
mover su pelvis en la m�a.
Me voltea, ya desnudo y me quita todo, introduce su arma
viril entre mis piernas, mi sudor como buen lubricante y su tama�o, hacen que la
cabeza de su instrumento choque con mis test�culos, r�gido hasta la chingada,
hace como si me estuviera penetrando. Sus manos delante de m�, tocan mi chingona
verga. Su cara recrea su contorno en mi cuello, volteo yo la cara y su lengua
hace nuevamente el milagro, que yo pierda la conciencia. Claro, moment�neamente,
porqu� yo no me lo iba a perder.
Mi excitaci�n llega al climax. Moment�neamente deja que un
brazo acuda a su mochila, abra un cierre y saque un pl�stico. Todo esto, sin
dejar de moverse. Oigo el zurco del paquetito que se abre y con demasiada
habilidad se pone el cond�n. Yo estoy viendo hacia abajo y siento que mis nalgas
se abren y que una enorme presi�n acude a mi ano. Su mano tapa mi boca y pujo
hasta que algo avanza. Arde mi coraz�n y mi intestino, arde como fuego en mi
interior.
Venia preparado, saca un tubo y con una sola mano lo abre y
deposita en sus dedos el l�quido transparente. Embadurna todo y mi todo. Abre
mis piernas con sus piernas y yo proyecto mis nalgas hacia su cuerpo. Ahora ya
no siento m�s ardor, siento la calidez del tubo que avanza y avanza.
Pero algo toca en mi interior y le impide avanzar m�s,
esquiva el impedimento y ahora me ensarta m�s. Siento el pulso de su verga y mi
pulso en �l. Siento como sin avanzar expande mi interior. De una posici�n
totalmente acostado, con mis fuerzas lo voy subiendo y sintiendo que entra todo.
Su verga es m�s ancha en su parte m�s baja, lo que hace que yo ponga los ojos en
blanco. Sus manos se ubican en mis hombros y �l ahora hincado y yo ahora
colmado, recibo la despedida y la bienvenida. Sabe el trayecto que me pone loco.
Caliente y vaporizante situaci�n, como se moviera al bailar,
con m�sica apropiada y ben�fica, de fondo, sale casi todo y entra totalmente. Ay
cabr�n, me est�s dando placer, hasta donde nunca pens� que suceder�a. A veces
para arriba se dirige, a veces para abajo. No lo puedo creer, por lo que una de
mis manos se van atr�s de mis test�culos y palpan la magnitud de la abertura, el
que me la est� dejando ir todita.
Baja sus manos a mi pecho y me aprieta con sus manos. Me
siento exprimido y suculento. Baja m�s y confirma que estoy evacuando l�quidos
por mi pene. Su mano acaricia mi pene y mis huevos, me hace abrir m�s las
piernas y ahora incrementa su velocidad. Golpe de su cadera en mis nalgas,
interrumpe su mete y saca. No se quiere venir todav�a. Hace movimientos en los
cuerpos, para que ahora yo est� viendo a la pared, al cuadro marino y que mis
manos toquen ese arte.
Lame mi espalda, mi cuello, yo hincado en el sill�n y �l de
pie. Hay un espejo que no hab�a notado, a mi izquierda. Largo, que refleja a un
hombre recibiendo y a otro dando. Nos estamos viendo en el espejo, me calienta
m�s observarlo y ver como me acaricia y como se contrae. Comienza el acto final.
A una velocidad ind�mita, me perfora, me pistonea.
Va a llegar, ya se va a venir, lo veo en su cara reflejada,
en sus movimientos r�pidos, en su profundidad que alcanza. Jadea, casi grita y
engorda m�s su falo. Incrusta en el latex sus mecos, su semen. Y va por el
segundo empuje diestro. Casi me alza de tanto que quiere estar en m�. Incre�ble,
pero siento en mis cavidades como su semen recorre desde abajo para arriba, por
tercera vez y ya totalmente con su cara en mis espalda, me da el estoque
maestro. Ching�n me acuesta y no se sale de mi interior. Trata de recuperar la
respiraci�n.
Sale del interior, pero el cond�n queda adentro de mis
cavernas. Con una mano, se apiada y lo saca. Me voltea y conserva en su mano el
cond�n. Lo toma de la punta cerrada y lo exprime en mi verga. Comienza a lamer
sus mecos en mis test�culos y engulle mi pinga.
Su educaci�n y su chamba, le dicen que yo falto. Hace que mi
verga se erecte y que y vea al cielo. Poco a poco, sin mucha indiscreci�n,
quiere y logra que yo casi me venga, su boca me sopla y me lubrica, su semen
mezclado con su saliva, provocan que yo disponga mis manos a su cabeza, �l por
otra parte, dirige sus dedos a mis nalgas y mete dos dedos en mi interior. Que
placer, masajea mi pr�stata y saborea mis mieles. No ha dejado espacios de
tiempo y yo me endurezco m�s y le suelto todo en su boca. Dos veces impacto mis
l�quidos en su paladar y su garganta.
Saborea y me suelta, es un fetichista de semen, porqu� sube
su cuerpo y me besa conmigo en su boca. No sabe mal, pero tampoco es com�n que
me suceda, que tenga un Regio ching�n conmigo y que falten dos d�as para que lo
suelte.