Relato: Amando analmente No habia un espacio vacio en esa habitaci�n, estaba
totalmente llena de lujuria y pasi�n, desbordando un denso y delicioso vaho de
complicidad,ah� pude mirar a la persona que habia compartido un cap�tulo de
desenfreno y frenes� hasta hace pocos minutos, ella descansaba tiernamente
so�ando con las mieles disfrutadas intensamente antes...
Hacia tiempo que no me era desapercibido que Andreia, mi
esposa, era objeto de deseo de muchos hombres y me deleitaba pensar que nadie
habia pose�do ese cuerpo lleno de dulzura, al tiempo que me venian a la mente
las muchas veces que derrapabamos por hacerlo en cualquier lugar ideal o no para
realizarlo, hacia tiempo que hab�amos descubierto una nueva forma de fundirnos,
y aunque a mi en lo particular el sexo anal no estaba en mi lista de
preferencias amatorias, debo confesar que ahora se ha vuelto una forma de
obsesi�n.
No recuerdo exactamente que d�a fue, si fue travesura o
sencillamente la curiosidad de probar algo nuevo, lo que en este momento llega a
mi mente claramente es el momento preciso en el que escuche a mi amada decirme
que queria probar el sexo anal, que le encantar�a recibirme por ese espacio
estrecho y hasta ese momento vedado, lamentablemente nos faltaba mucho para
poder llegar al grado casi de perfecci�n que desarrollamos a trav�s del tiempo,
por lo cual esa fue una de pocas frustrantes veces.
Ahora, hab�amos logrado un acoplamiento excelente, por lo
cual ahora relato con detalles ese encuentro, que, a manera de hacerlo
inolvidable plasmo en este interminable deseo de compartirlo. Hab�a mencionado
anteriormente la atracci�n que ejerc�a mi esposa en otros hombres, y
especialmente en ese coctel, ella se ve�a excelente, el vestido negro que luc�a
marcaba fielmente sus encantos. Alta, lo suficiente para contrarrestar 1.80 mts.
de mi estatura, piel blanca, ojos miel, y una encantadora boca que al principio
me fue dificil de conquistar, Andreia realmente es muy bella, admito ahora que
su prescencia en aquellos a�os antes de mi noviazgo, me hizo palidecer al grado
de no poder entablar dialogo alguno ni cruzar palabras coherentes, no narrar� la
historia completa de nuestro ilidio, y no es mi intenci�n ensalzar
fervientemente nuestro amor, por lo cual evitar� comentar en la manera de lo
posible en lo subsecuente este tema.
Esa noche le suger� como tantas otras veces, usar aquellas
medias de liga que con tanto esmero, trato de tener siempre, como una manera de
sugerir, el extra�o encanto de embriagarme en esas piernas largas y hermosas que
cada noche deliciosamente acaricio.
No tarde en darme cuenta que en los ojos de aquel tonto
incredulo se estaban posando demasiado en los de mi esposa y sent� una extra�a
sensaci�n de celos que no habia experimentado antes. Aquel infortunado busc�
estar a menos distancia de ella y se acerc� lentamente, yo observ� cada uno de
sus movimientos como quien ve amenazado el tesoro que con tanto sigilo ha
guardado para s�. En esa ocasi�n al verla por detr�s me empezo a invadir una
sensaci�n de deseo ferviente de poseerla, e imaginarme ese trasero hermoso
contoneandose al ritmo de mi lujuria, no pude evitar cerrar lo ojos y planear lo
que deseaba esa noche. Mire con gusto el gesto de desagrado de mi esposa al
rechazar bailar con aquel desconocido, y no pude mas que acercarla a mi cuerpo
en cuanto me fu� posible, y le susurr� al oido que me encantar�a poder
colapsarme con ella en un orgasmo profundo y delicioso, eso la sonroj� de
sobremanera y su tono de piel la hizo aun m�s deseable.
No puedo recordar con certeza como llegamos a casa... ni como
logramos lograr el recorrido en menos tiempo del acostumbrado, lo siguiente que
puedo describir con lujo de detalle es la forma en que llegue a besar su boca
con un frenes� incontenible, mientras mis manos ejecutaban un vaiv�n sobre su
vestido, logrando dejar al descubierto esos senos, que sin ser voluminosos
tienen la forma perfecta que invitaban a devorarlos a mordidas, olvid� por
completo la prudencia y mientras mis besos llenaban cada parte de su espalda y
cuello, mis manos h�bilmente habian vencido aquella vestimenta de suave tacto,
dejando al descubierto la espalda baja que me excitaba de solo mirarla, mis
dedos buscaban insistentemente sus nalgas... por debajo de la tanga.
Ya lograba tocar parte del clitoris, humedeciendo mi dedo
medio y jugueteando con sus pezones entre mis labios, ahora s�lo me separaba de
su piel esas sedosas medias que me encantaba mirar, y no vacile al empezar a
bajar a trav�s de su cuerpo buscando aquel delicioso el�xir de pasi�n, baj�
recorriendo con mi lengua el vientre plano de Andreia, al tiempo que un peque�o
susurro de placer escapaba de su apetitosa boca, no aguant� las ganas de chupar
con ah�nco esa vagina rosada, tan deliciosa y jugosa, mi pene parec�a
incontrolable bajo mis ropas... y mi lengua hac�a un trabajo riquisimo, al
lubricar toda su vagina. Era tal la cantidad de exitaci�n de Andreia que sus
jugos escurrian casi sin desearlo hasta su trasero... al quitarme la ropa, y mi
esposa levantar las piernas me di cuenta a trav�s del brillo de ese liquido
delicioso que su peque�o ano se empezaba a dilatar a medida que ella se
excitaba, mi pene fue jalado con dulzura pero tambien con firmeza mientras ella
abria su boca recibiendo deliciosamente mi henchido miembro, ahog�ndose con �l
buscando desaparacerlo, mientras mis manos jugaban ya con su vagina insertando
dos dedos y a�adiendo uno mas para penetrar con el su sonrojado trasero, parec�a
venirme en ese vaiv�n de sensaciones, y s�lo me control� al sentir que mi esposa
tenia un orgasmo intenso.
La observ� abriendo esa boca gimiendo de placer, y me encanto
ver como sus pechos vibraban al comp�s de sus espasmos, quise insertar ahora mi
pene venoso y ardiente en su vagina, y por una exquisita y rara raz�n mi pene
resbalo hacia su trasero, quise recomponer mi camino y mi esposa lo impidi� con
su mano, me excito demasiado ver en ella esa sonrisa p�cara al morderse el
labio, y asentir con la cabeza a la idea de penetrarla por su trasero, ella
estaba boca arriba y yo enfrente arrodillado sobre mis piernas, mientras ella
jalaba con sus piernas mis caderas invit�ndome a entrar m�s profundo cosa que no
era tan posible en ese momento, Tomando la batuta en ese momento mi esposa se
separo de m� y con una mano us� su propia saliva para lubricar deliciosamente mi
pene, y conducirlo nuevamente con deseo hacia su trasero...
La saliva cumpli� su cometido y esta vez penetr�
deliciosamente, sintiendo mi pene hundirse cada vez m�s en ese espacio reducido
y h�medo, para esto mi esposa habia subido sus pies en mis hombros y cerraba los
ojos en cada estocada profunda, pude observar como las sensaciones la hacian
presa de sus reflejos y c�mo sus ojos se entreabrian mientras tambi�n la
masturbaba con mis dedos, en un arraque de locura quite las medias de sus
piernas sintiendo la suavidad de la piel de sus piernas y gozando observando su
piel blanca que me encanta, para esto el penetrar su ano me deleitaba cada vez
mas ya que ella utilizaba su mano izquierda para comprobar lo profundo que se
enterraba mi falo, y aprovechaba para acariciar mis test�culos, levante sus
piernas hasta que ella quedo solamente sobre su espalda y sus caderas me
permitieron montarla completamente, mientras su piernas jalaban mis hombros
hacia ella, a punto estuve de venirme, y solo reaccion� cuando con una voz super
sexy me pidio que saliera para intentar algo m�s, bajo las almohadas de la cama
y se recost� sobre ellas en el piso, pego su espalda al borde de la cama y alzo
sus piernas completamente al aire, yo acepte la invitaci�n besando con mi boca
su delicioso ano, y parado tome sus piernas mientras al inclinarme un poco
insertaba mi pene en su redondo y suave trasero, eso lanzo en mi sensaciones
indescriptibles, Andreia movia las caderas de una forma deliciosa bajando un
poco la cadera y haciendo circulos insertada en mi pene, nunca habia visto a mi
mujer tan excitada al hacerselo por sus caderas, y solo atin� a decirle que se
moviera, que me gozara tan dentro... mi sudor y el suyo empapapa por completo
las almohadas y sus pernas parecian unas tiernas pinzas, que me aprisionaban con
cari�o.
Separ� mi falo de sus caderas y con deleite pude observar
como mi hembra no deseaba que saliera, la levante lentamente, y me recost� sobre
la cama boca abajo, la invite a montarme boca arriba, y ella se sent� �vidamente
sobre mi falo, yo entre tan profundo en su recto que imaginaba que estaba
desgarrando sus entra�as, al verla gozar tanto no pude mas que disfrutar de su
espalda desnuda mientras con mi mano izquierda la masturbaba, ella repet�a una y
otra vez m�s que se la metiera, que no parara,su co�o parec�a fuente de placer
dejando escapar sus deliciosos jugos, mi pene al fin la hizo venirse con unas
contracciones salvajes, ella grit� delicioso, no hay placer tan grande para mi
que verla disfrutando mi falo adentro y corri�ndose como gata en celo, su
espalda se flexion� de manera que pude entrar tan profundo que fu� imposible
para m� venirme, sent� como Andreia estaba consciente de mi gozo, movi� en
circulos su trasero, eso hizo que mi leche llenara su cavidad de espeso l�quido
que la calent� al grado de venirse una vez m�s...
Su espalda luc�a hermosa, bajo la tenue y sensual luz que se
alcanzaba a filtrar por la ventana, al verla dormida desnuda, contempl�
celosamente sus caderas y la bes� suavemente, al tiempo que acariciaba su
espalda. intent� dormir profundamente... y me d� cuenta que la noche a�n era
joven.
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Relato: Amando analmente
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