Relato: La viuda Bego (01)





Relato: La viuda Bego (01)

Este relato est� basado en la historia que me cont� un
amigo como absolutamente ver�dica. Despu�s de cont�rmela no tuve m�s remedio que
llevarlo a mi casa y hacer un tr�o con mi compa�ero y casi marido Mari�. Gracias
Mari� por llevar con tanta dignidad los cuernos que te suelo poner.




. . . .



Ten�a yo 16 a�os. Eran las postrimer�as del franquismo y el
comienzo de la transici�n a la democracia. Yo era virgen y vicioso de la
masturbaci�n cuando conoc� a la viuda Bego�a, o Bego, como la llamaba todo el
mundo.



Por entonces, al salir del instituto, sol�a acudir a la
tienda de ultramarinos de mi padre para ayudarle a ordenarla o hacer repartos a
domicilio. Yo ya hab�a llevado pedidos a la viuda Bego y no me hab�a fijado en
aquella mujer madura y poco atractiva para mi. Me interesaban las veintea�eras,
con ning�n �xito, y mis compa�eras de instituto, con muy pocas oportunidades de
meter mano, y menos de perder mi virginidad. Mi ideal de mujer era entonces la
rubita del grupo Abba.



Pero aquel d�a fue distinto. Cuando la llev� el pedido no me
recibi� con su bata casera, vest�a una blusa ligera con amplio escote que
ense�aba el canalillo y una falda un tanto corta y muy ce�ida a unos gordos
jamones. La visi�n no me interes� ya que mi ideal de mujer se parec�a m�s a una
s�lfide.



Llev� la caja a la cocina y ella me sigui�. Mientras sacaba
las bolsas la mujer me puso una mano en la nuca y pregunt� afablemente:



- �Cuantos a�os tienes ya David?



- Dieciseis Do�a Bego�a.



- Por favor, no me trates de Do�a. No soy tan mayor. Yo tengo
treinta y seis. Ll�mame Bego, como todo el mundo.



- Si ... claro ... Bego.



Segu�a acarici�ndome la nuca y me gustaba. Me bajaba una
agradable sensaci�n por la columna vertebral.



- Eres ya un apuesto hombret�n. �Tienes novia?



- No, a�n no.



- No, claro. Qu� tonter�a, con lo guapo que eres tendr�s cien
chicas tras de ti y no sabr�s a quien elegir.



- Pues la verdad es que no ligo mucho.



- No puede ser, me mientes. Seguro que tu pajarito no para de
trabajar.



- Ojal� fuese as�.



Dije yo un tanto molesto de confesar que no me com�a una
rosca.



- No ir�s a decirme que a�n no te has acostado con una chica.



Colorado de verg�enza no tuve m�s remedio que asentir.



- Oh, vamos, eso habr�a que arreglarlo. Es imperdonable que
tan guapo mocet�n sea virgen.



La mano de la nuca segu�a las caricias y la otra se pos� en
mi mejilla.



- Tienes suerte, hoy ando algo necesitada y estoy dispuesta a
corregir ese fallo. No hay nada mejor, se dice, que perder la virginidad con una
mujer experta.



La mano que estaba en mi mejilla pas� a desabrochar un par de
botones de su tensa blusa que revel� entero el canalillo entre dos tetas que se
adivinaban francamente opulentas. La mano que estaba en mi nuca empuj� suave
pero firmemente mi cabeza para colocarla en medio de aquellos dos abundantes
c�ntaros.



Ya con sus dos manos en mi nuca gui� mi cabeza para que mi
boca, desplazando la tela, se encontrase con uno de sus pezones que comenc� a
chupar ansiosamente.



He de decir, que en mi estado de necesidad sexual y no
habi�ndome pajeado desde la ma�ana, mis gustos por las ni�as anor�xicas fueron
olvidados ante aquellas abundantes masas y mi pajarito, como ella lo llam�, se
resent�a de su encierro en el ajustado vaquero.



H�bilmente la viuda me despoj� de la camisa y poco despu�s
desabroch� el cintur�n mientras mis manos ya hab�an entrado en actividad por si
solas y amasaban ansiosamente las pendulonas tetazas.



Con los pantalones y los calzoncillos en los tobillos, la
viuda se agach� ante ni polla y la tom� en sus suaves manos friccion�ndola
dulcemente. Poco rato despu�s experiment� por primera vez en mi vida la entrada
de mi herramienta en un agujero femenino.



Me mamaba la polla con una enorme habilidad que consegu�a
hacerla entrar casi hasta la garganta y pronto estuve a punto del orgasmo. Quise
avisarla de que me corr�a, pero mi calentura me lo impidi� y eyacul� en su boca
sin remedio. Ella no se sorprendi� ni asque�. Es m�s, se trag� mi esperma
tranquilamente.



- Ahora, mi nene, te toca a ti alegrar a esta viudita
desasistida.



Se desnud� mientras yo me deshac�a de los pantalones y de
paso de los zapatos y los calcetines, ya que nunca me ha parecido nada tan
rid�culo en un hombre como encontrarse desnudo y con calcetines. Aprovech� para
evaluar su cuerpo.



Aunque de cara era una mujer anodina, ni fea ni guapa, si que
ten�a una expresividad simp�tica que la hac�a atractiva enmarcada en su corto
pelo negro. Su cuerpo ten�a unos cuantos kilos de m�s, pero la grasa estaba
colocada en los pertinentes lugares y no mostraba ni pizca de celulitis. Las
tetas grandes, largas y encantadoramente pesadas se coronaban en unas inmensas
ar�olas y unos gordos pezones que en aquel momento estaban totalmente enhiestos.



Recios brazos y suaves manos de regordetes dedos donde luc�a
exclusivamente las dos alianzas ilustrativas de su condici�n de viuda. Cintura
estrecha que contrastaba con unas amplias caderas soporte de unas inmensas y
contundentes nalgas que, a su vez, encaminaban a unos jamones vastos y rotundos.
Pata recia de acuerdo con la muslada. Era, en suma, una mujer de las que los
alba�iles califican "de bandera", un cuerpazo de otros tiempos donde las curvas
hac�an estragos en los hombres. Nada de lo que a mi me gustaba, pero que no
afectaba a mi herramienta, ya recuper�ndose del primer polvo gracias a mis a�os
de privaci�n.



La gordita se aup� a la encimera de la cocina con una
agilidad inesperable de su constituci�n, asent� en ella sus posaderas, subi� las
piernas apoyando los pies en la tabla y separando bien los jamones. Y entonces,
de entre la pelambre de su pubis, los bonitos dedos hicieron aparecer ante mi
vista un co�o femenino por primera vez en mi vida al natural. Imp�dicamente me
dijo:



- T�calo David. Ver�s qu� caliente est�.



No necesit� que me animase m�s para poner los dedos sobre la
almeja y acariciarla, notando su tibieza y la humedad que comenzaba a manar de
all�. No tuvo que darme instrucciones para animarme a meter un dedo y poco
despu�s dos. Y el instinto me dijo como moverlos para darle placer.



Pero fue ella la que me pidi� que se lo comiera. Aunque un
poco remiso lo empec� a hacer mientras el agujero ya soltaba un copioso caudal
que en principio me daba algo de asco pero que al poco rato estaba bebiendo
golosamente mientras ella gem�a al tiempo que descubr�a su cl�toris de entre su
capuchita y me indicaba como tratarlo con la lengua.



Se corri� soltando todav�a m�s flujo y me lo beb� en
reciprocidad a lo que ella hab�a hecho con mi esperma.



Yo ya ten�a de nuevo la polla bien enhiesta y deseando
meterla donde hab�a metido la lengua. Cuando ella me la vio, la tom� entre sus
hermosas manos y la condujo a su preciado agujero. No hizo falta que trabajase
como maestra en ese aspecto. Yo ya hab�a visto alguna revista porno para saber
qu� ten�a que hacer. La bombe� fren�ticamente mientras ella se acariciaba el
cl�toris y yo le amasaba los gordos pechos. Me volv� a correr y lo hice al
tiempo que ella.



Sin avergonzarse de su desnudez me ofreci� un refresco y ella
se sirvi� otro. Yo estaba sentado en una silla y ella aposent� su enorme culo
sobre mi regazo ofreci�ndome la oportunidad de seguir jugando con sus tetorras.
Estuve un buen rato palpando todos sus atributos, que ahora ya me parec�an
encantadores, sobre todo la suavidad y tersura de su piel, hasta que nuevamente
mi verga volvi� a coger tono.



Esta vez me ofreci� la posibilidad de follarla desde atr�s
con sus manos apoyadas en la encimera de la cocina, as� pude manosear a placer
sus gloriosas posaderas o aferrarme a las colgantes ubres que se balanceaban
libremente golpeando sobre la encimera.



. . . .



Ni que decir tiene que su oferta de volver cuando quisiera la
aprovech� al d�a siguiente. A partir de entonces se acabaron mis pajas. Hab�a
d�as que ni siquiera acud�a al instituto. Me met�a en su tibia cama y pas�bamos
la ma�ana entera dedicados al sexo. Aquella gordita era insaciable y yo tambi�n.



Mis �ltimo a�o de bachillerato y el PREU no fueron un ejemplo
de aplicaci�n. Mis notas bajaron bastante pero mi destreza follando se
desarroll� con aquella viuda que no ten�a ning�n reparo para ensayar todas las
posturas del Kamasutra.



Cambi� de trabajo. No hay peor patr�n que un padre, ya que
considera que lo que trabajas para el negocio es tambi�n para ti y por tanto te
restringe el sueldo. Me met� en un taller mec�nico y all� conoc� a Lew. Se
llamaba Luciano y era espa�ol, pero como presum�a de haber estado en el Reino
Unido durante dos a�os y ser m�s cosmopolita que los dem�s adopt� la variante
brit�nica de su nombre. Era un poco fantasma e ignorante, hortera y deslenguado.
Lo que contaba de Gran Breta�a no parec�a muy veros�mil aunque estuviera mucho
m�s adelantada que Espa�a. Peor eran los cuentos sobre sus haza�as sexuales.
Cerca de ocho meses de compartir grasa y CO2 con �l no me permitieron conocerlo
lo suficiente hasta algo m�s tarde como ya te contar�.



Tambi�n conoc� a mi jefe, Tom�s, un cincuent�n bajito, calvo
y con muy mala leche. Seguramente por no follar nunca. Tom�s ten�a enfilado a
Lew por algunos desaires a los clientes debido a su deslenguado comportamiento.



Con el tiempo, la viuda Bego y yo ya nos comport�bamos como
un matrimonio y lleg� la rutina al tiempo que yo conoc�a una fascinante chica en
la universidad. Pero la chica era m�s bien fr�gida y poco entusiasta por el sexo
aunque me permiti� desvirgarla al poco tiempo de empezar a salir.



Follar a mi novia no era sino follar a una esfinge. La
comparaba con la viuda y era un iceberg al lado de un volc�n. Pero mi chica era
una belleza y ten�amos verdadera empat�a en lo intelectual. En aquella �poca en
que se impon�a otra vez el an�lisis a la intuici�n, se me ocurri� la est�pida
idea de que mi gorda pod�a ense�ar a follar a mi novia, a la que quer�a como
madre de mis hijos.



Como era un gilipollas no se me ocurri� m�s que insinuar a la
viuda un tr�o. La zorra de ella no dijo que s� ni que no cuando lo suger�. Pero
a los pocos d�as me dijo que le parec�a muy bien y que cuando tra�a a mi �amigO!.



Me qued� de piedra y no supe reaccionar ni buscar soluci�n en
la media hora que estuve con ella follando. Di largas al asunto durante un par
de semanas pero ella me recordaba:



- � No ibas a traer un amigo para hacer un tr�o? �Te
acuerdas? Yo no dije nada. Fue idea tuya.



Y otro d�a: - Yo no es que tenga muchas ganas y no me parece
bien, pero, cari�o, si quieres hacer un tr�o, yo no me opongo.



Y otro: - Amor, yo solo he probado la herramienta de mi
difunto marido, que en gloria est�, y la tuya. La tuya es mejor, ... pero
�tienes reparo en que conozca otras?.



Y m�s: - Cielo, me pones a cien con la idea de follar con dos
y ... ya ves ... aqu� esperando ... �Qu� pasa?



- Bueno, vale, est� bien. Ya busco otra polla para que est�s
contenta.



- No te enfades, mi ni�o. No es que est� descontenta de tus
atenciones. Es solo curiosidad. ... Ya me entiendes ...



Ya desesperado le propuse a Lew si le gustar�a follarse a una
viudita gordezuela. No esperaba que aquel fantasm�n que, seg�n �l, se hab�a
follado a media humanidad femenina, aceptase soltarle un polvo a mi madura
gordita. Sorprendentemente acept�, lo cual, para mi significaba que no follaba
tanto como dec�a. Puso la condici�n de que, sentase como sentase a mi viuda, si
no le gustaba se largaba y punto final.



Le cont� a mi gorda la condici�n de mi amigo y ella encontr�
natural que si no le atra�a, no la jodiese. Me jur� que no se ofender�a. As� que
una tarde nos presentamos los dos juntos en su casa.



Desde que entramos y la present� a Lew la mala educaci�n y
rudeza de mi colega se hizo patente:



- Que buena est� la vieja. Joder, d�jame verte jamona. La
puta, qu� curvas. Te voy a llenar de lefa el agujero del co�o hasta que te salga
por la boca, chochona.



Ni qu� decir tiene que la Bego se molest� y no le cay� nada
bien. Por un momento pens� que renunciar�a a lo del tr�o, pero tanto tiempo
anhelando e imaginando el asunto la deb�a tener a tope de calentura, por lo que
solo le recrimin� su desverg�enza llam�ndolo maleducado y dejando constancia que
ella no era una vieja si no que nosotros unos beb�s.



- Vale chochona, d�jame ver tus grasas y tus agujeros. Y se
puso a desnudarla sin que ella se opusiera pese a recriminarle su lenguaje
mientras era despojada de sus prendas con muy pocos miramientos. Yo me puse
tambi�n a desnudarla m�s que nada para impedir que Lew le rompiese alguna
prenda.



En cuanto se encontr� en pelotas el lenguaje de Lew se volvi�
m�s grosero por la excitaci�n.



- Joder qu� jamones, y dice que no es jamona. Y el pandero,
m�s grande que la plaza de Trafalgar. Vaya tetazas. Me voy a poner morado con
este saco de carne. Qu� suerte tienes David de tener una puta guarrona y sobrada
como esta gorda.



- Ni soy puta guarrona ni gorda. Est�pido. Vete a la mierda o
c�llate y vamos a la cama los tres.



- Oye vieja, tienes mucha pelambre en el co�o. Ahora las
americanas llevan el chumino afeitado. Deber�as afeitarlo. D�jame que te lo
afeite antes de com�rmelo.



- De eso nada, cretino.



- Pues mira. �A que te gusta mi rabo bien depilado?.



Lew se baj� los pantalones y los calzoncillos a la vez y
mostr� imp�dicamente una enorme herramienta con toda la ingle totalmente
depilada. Contempl� c�mo mi gordi se quedaba pasmada. Desde luego a su lado mi
aparato, que hasta ahora hab�a considerado de discreto tama�o y dentro de la
media, quedaba muy malparado. Para colmo, la tranca del tipo estaba
completamente erguida y arqueada orgullosamente hacia arriba. Bego, a�n en
trance, se arrodill� lentamente para contemplarla a gusto, la tomo delicadamente
en su mano como temiendo que fuese un espejismo y desapareciese. Se la llev� a
la boca lentamente y poco despu�s la mamaba fren�ticamente.



Cre� que mi vieja se hab�a olvidado de mi y de mi humillada
polla, cuando la escuch� mascullar apenas sacando el tremendo glande de su boca,
que la comiese el co�o. Me puse presto tumbado boca arriba bajo su co�o y
metiendo los dedos para apartar su pelambre y entreabr� sus cerrados labios para
meterle la lengua en la raja ya h�meda.



De pronto, Lew apart� su verga y le dij�.



- Bueno put�n, afeitamos ese co�o o me guardo el instrumento.



- Hijo de puta. Bastardo.



- Ya, pero a lo que estamos. Tu ver�s golfa sebosa.



- Eee ... yo ... lo pensar� esta noche.



- Si no te quito la melena no hay polvo ni ahora ni nunca.



- Est� bien cabr�n. D�nde me lo vas a hacer.



- En la cocina. Trae maquinilla y jab�n.



Bego se fue y volvi� al rato con la maquinilla, brocha y
jab�n de su difunto que yo hab�a visto en el armario de ba�o y que hab�a
utilizado alguna vez que no me hab�a afeitado en casa.



Para entonces Lew ya estaba totalmente despelotado y yo
estaba en la labor. Hube de reconocer que aquel hortera estaba muy bien
constituido, cosa que advirti� de inmediato la viuda echando mano a los robustos
b�ceps primero y apretando las duras y salientes nalgas despu�s. A fin de
cuentas era posible que el chaval no exagerase sobre sus innumerables ligues.



- A ver golfa, pon tu rollizo trasero en la encimera y separa
los jamones.



Mi amante gordita obedeci� sin rechistar la orden y no dijo
nada mientras Lew le cortaba la pelambre y despu�s afeitaba totalmente el monte
de Venus y el entorno del agujero del culo. Ella, cuando pod�a, sobaba
lascivamente la parte del cuerpo del chico que le quedase a mano.



Desde luego el espect�culo que ofreci� el pubis de la Bego
una vez se limpi� la espuma fue subyugante. Un monte de Venus deliciosamente
abultado, blanco y suave se encontraba dividido por una larga y apretad�sima
raja que no permit�a ni adivinar los labios interiores. No fui capaz de
contenerme y all�, como estaba, sentada en la encimera me arroje a comer aquel
jugoso bollito cremoso. Lew aproxim� su soberbio aparato a la boca de la gordi
que prosigui� con avidez su interrumpida mamada.



- C�mete mi nabo chochona �dec�a Lew- que despu�s ver�s como
lo disfrutan los otros agujeros. Te voy a poner el culo como un bebedero de
patos.



- Mi ojete trasero ni tocarlo. Nadie me ha dado por ah�
nunca.



- Pues ya es hora de que lo uses. Para que crees que Dios te
dio esas orondas nalgas, m�s que para adornar ese agujero y que sea bien
aprovechado.



- Eso se lo har�s a las furcias con las que vas, pero conmigo
vas de ala.



- Mira zorrona, tu no te distingues de ninguna furcia. �C�mo
si no has aprendido a comer las pollas casi enteras?. Estoy seguro que si que te
han dado por el trasero m�s de una vez.



- Te repito que no soy una furcia. Solo he conocido a mi
marido y a David cuando me qued� viuda. Mi marido era un buen amante y me ense��
a mam�rsela a fondo.



- � Y nunca us� tu enorme pandero?. No ser�a tan buen amante.
Mejor, as� estar� bien cerradito y disfrutar� m�s.



Bego no pudo contestar porque mi trabajo con la boca en su
co�o surti� efecto y alcanz� el primer orgasmo. Como consecuencia aument� el
flujo de su co�o que yo me beb� con deleite. De vez en cuando retiraba mi boca
para admirar aquel blanco, abultado y sedoso pubis. L�stima de a�os follandola y
mamando entre aquella pelambrera sin imaginar el primor que se ocultaba tras
ella. Cada vez me congratulaba m�s de haber incorporado a Lew en mis relaciones
con la gordi. Esperaba ansiosamente que la convenciese de dejarse sodomizar. La
discusi�n prosigui�:



- Zorra, si no me das el culo soy capaz de hacerme una paja
antes de meter la polla en tu otro agujero. Y para castigarla retir� su soberbia
herramienta de la golosa boca de Bego y se puso a pajearse.



- te voy a soltar la lefa en las tetas y la cara. Ag�rratelas
y sube esos sacos. Qu� l�stima no tengan leche. Con semejantes aldabas seguro
que alimentar�as a un batall�n. �Has tenido hijos?.



- No, no he tenido ni�os. Vamos m�temela en el co�o.



- Ni hablar si no me prometes despu�s el culo.



- Me doler�a mucho. No quiero.



- Mira cretina. M�teme un dedo en mi culo, pero antes
ch�palo. Dijo d�ndole la espalda.



La viuda se mostr� curiosa y, aunque con timidez, fue
introduciendo delicadamente su regordete y hermoso dedo �ndice en el ano de Lew.



- Ahora m�teme dos.



La viuda obedeci� preguntando: �Eres maric�n o qu�?



No soy maric�n. Te demuestro que hay que disfrutar de todo lo
que tenemos en el cuerpo. D�jame meterte a ti un dedo, ver�s como no duele.



- Solo un dedo.



- Date la vuelta. �D�nde est� el aceite?



- �Para qu�?. Pregunt� con aprensi�n.



- Para untarme el dedo y que entre m�s f�cil.



Lew se unt� el dedo mientras la Bego se colocaba de rodillas
con el culo en pompa hacia mi desenvuelto compa�ero. Yo cambi� de posici�n bajo
ella para seguir mamando de aquel bello y caudaloso co�o y observar en primer
plano la maniobra de la penetraci�n anal con el dedo.



Mi colega meti� el dedo en el culo de la gordi sin mucha
paciencia ni delicadeza, pero ella apenas se quej�. �Ya est�?, pregunt�.



- Espera, que no est� entero dentro. Minti� como un bellaco,
ya que yo ve�a todo el dedo enterito dentro del recto de mi amante.



Retir� el dedo y esta vez meti� dos, el �ndice y el mayor.



- Me molesta un poco. Siento como si se me fuera a rasgar el
ojete. S�calo.



- Tranquila rel�jate mientras te distiendo y ver�s c�mo en
unos instantes ya no te molesta.



Ella apoyo la cabeza sobre sus brazos dispuesta a seguir
pacientemente la indicaci�n.



Lew comenz� a girar los dedos suavemente en el ano y a
separarlos para distenderlo. Tambi�n hac�a maniobras de entrada y salida. Yo me
hab�a olvidado de trabajar mi lengua sobre el cl�toris absorto en el desvirgado
del glorioso agujero, pero Lew me indic� que siguiese, sin duda para distraer la
atenci�n de mi gordita. Us� mi lengua sin dejar de observar y vi c�mo el
cabronazo sustitu�a el dedo mayor por el �ndice de la otra mano y comenzaba a
estirar hacia lados opuestos el esf�nter.



La viuda protest� d�bilmente ya que estaba al borde de otro
orgasmo logrado con mi ya h�bil lengua y labios. Cuando se corri� profundamente
Lew aprovech� para dilatar brutalmente el agujero sin que ella, indefensa en sus
convulsiones hiciese otra cosa que gemir suavemente.



Cuando se recuper�, Lew le pregunt�:



- �Qu� tonelillo?. �Tan malo ha sido?.



- No, no mucho. Pero no me gusta.



- Ver�s c�mo a las tres o cuatro veces te encantar�. Que
sepas que has tenido dentro dos dedos. Casi de ancho en total como la polla de
David. �l ser� el primero en darte por el culo.



- �Ahora?. Ni lo sue�es. Tengo que acostumbrarme.



- Pues ahora empezar�s a acostumbrarte. Desde hoy.



- No estropeemos lo que puede ser una hermosa tarde.



- No ser� hermosa si no te desvirgamos el orondo culo con un
cipote. Y como sigas poniendo pegas me piro con una puta que no sea tan
remilgada como tu.



- Est� bien. Pero solo me la mete David. Tu, otro d�a.



- �Prometido que la pr�xima vez te la meto en el ojete
trasero?



- Prometido. Me preparar� meti�ndome los dedos o alguna cosa
que encuentre. Pero quiero abrirme yo sola el culo y estar lista antes de que me
metas esa tranca tan gorda y larga.



- Pues vamos a la cama, que ser� m�s c�modo.



Yo estaba dichoso con la idea de meter mi pija entre las
extensas, mantecosas y blancas nalgas de mi amante. Le deb�a un favor inmenso al
cabr�n de Lew. Bego me embadurn� la verga con aceite de oliva y fuimos a la
habitaci�n. Lew coloc� a mi gordita boca arriba sobre la cama con la cabeza
colgando por un costado. En principio no entend� la raz�n.



- Put�n, ag�rrate tus patazas bien abierta para darle paso al
colega que te va a ense�ar a usar y ser feliz con tu pandero.



No tuve que debatirme mucho para llegar a tener la polla
dentro. Bego solo gimi� un poco pero Lew la empez� a follar literalmente la boca
hasta la garganta. Apremiada por la necesidad de respirar, Bego se olvid� de las
molestias de su ano y comenc� a bombear en su intestino sin los remordimientos
que ten�a cuando gem�a.



Mientras bombeaba en su ano, Lew se inclin� y comenz� a
acariciar el co�o de la Bego. Meti� dos dedos dentro y con el pulgar le
acariciaba el cl�toris. Despu�s le meti� tres dedos y por �ltimo los cuatro.
Todo ello sin olvidarse de bombear �l mismo en la boca de mi madurita y rolliza
amante.



El morbo de mi primer culo junto al espect�culo de la
tremenda verga de Lew follando sin piedad la boca de la viuda y casi toda su
manaza taponando la enorme raja pelada y mojada como nunca hizo que me corriera
en su interior en poco tiempo.



Cuando saqu� mi polla estaba pringada de mierda as� que me
fui al ba�o a limpiar, al tiempo que Lew sacaba su garrote de la boca de Bego y
se dispon�a a utilizar su empapado co�o. Cuando regresaba del ba�o, la zorra
estall� en un ruidoso tercer orgasmo. Lew se sac� la herramienta del co�o y la
puso entre las largas tetas pidi�ndole una cubana. Bego manej� con maestr�a las
flexibles aldabas y pronto un copioso chorro de esperma aterriz� en su cara. No
tuvo ning�n remilgo en abrir la boca para recibir los posteriores y recoger con
el �ndice las manchas de la cara para beb�rselas con glotoner�a. Se acurruc�
sobre la cama con una sonrisa beat�fica entreg�ndose a una siesta mientras mi
colega y yo �bamos a por unas cervezas a la cocina.



En vista de que no se despertaba, renunciamos a soltarla otro
polvo y nos fuimos dej�ndole una nota escrita �con faltas de ortograf�a- por
Lew. Le dec�a que volver�amos el viernes por la tarde y la recordaba la promesa
de entregar el ojete a su polla. Que se entrenase. Que comprase en la farmacia
una pera de irrigaciones para limpiarse los intestinos antes de sodomizarla y le
suger�a que se pintase las u�as de sus suaves y hermosas manos en rojo, que eso
le pon�a.




Continuar�.


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