Relato: Eduardo, mi amor





Relato: Eduardo, mi amor


EDUARDO, MI AMOR




Hab�a notado preocupaci�n
en la cara de mi madre, cuando vestido de nuevo en el peque�o cuarto,
especialmente reservado para desvestirse y guardar la ropa que hab�a al lado de
la consulta, sal� para dirigirme a la mesa en la que el doctor, que me hab�a
auscultado y mi madre, tambi�n m�dico del mismo hospital, hablaban.


Not� interrump�an el tema de conversaci�n, por el rostro de
sorpresa que pusieron al verme acercar y comenzaron a hablar, simulando
despreocupaci�n, de cuestiones del servicio y de una reclamaci�n que los m�dicos
del centro hab�an hecho a la gerencia, en reveindicaci�n de mejoras laborales.


Reinaba una temperatura m�s bien alta en todo el hospital,
para conseguir que los enfermos, tanto en los boss, como los encamados,
estuviesen confortables. Sin embargo cuando vi como evitaban seguir hablando de
mis males, sent� un fuerte fr�o en la nuca, que se extendi� despu�s por toda la
columna vertebral a lo largo de la espalda. Intu� que hab�a sido algo importante
lo que el doctor acababa de comunicar a mi madre.


Cuando llegu� a su altura me sent� en la silla vac�a que
hab�a junto a la de mi madre, frente la mesa de despacho que se ocupaba el
doctor Santisteban y fueron mis ojos los que interrogaron, a quien momentos
antes hab�a mirado mis anal�ticas y tocado y golpeado con un peque�o martillo
mis articulaciones, para comprobar si reaccionaban bien mis reflejos.



- Est�s perfectamente, Valen - me dijo sonriendo a mi
requerimiento - un poco bajo de hemat�es, de ah� el cansancio que notas.
Buena comida, descanso, sol y algo de hierro que te voy a recetar y te sentir�s
fuerte muy pronto.



Mir� de reojo a mi madre por ver como recib�a estas palabras
y vislumbr� en su cara una sonrisa amarga, que intent� cambiar por otra risue�a,
cuando not� la miraba.



Vamos - me apunt� apresuradamente mam� levant�ndose -
que Arturo tiene m�s pacientes esperando.



Salimos despu�s que le diera las gracias y despidiera del
compa�ero de hospital de mi madre, a quien conoc�a porque hab�a cenado m�s de
una vez en el "choco" o bodega de casa, que hay en la planta baja de nuestro
chalet, donde sol�an celebrar, muchos m�dicos de aquel centro y amigos, algunas
celebraciones, junto a mis padres.


Era la segunda visita que hac�a al centro hospitalario. Hab�a
comenzado a notar, hac�a m�s de un mes, un cansancio que no me parec�a normal. A
lo largo de mi vida he sentido cansancio, pero siempre despu�s efectuar una
actividad intensa, incluso algunas veces sent� falta de fuerzas o desgana, pero
hab�a sido de una manera pasajera y se hab�a quitado al poco tiempo. Lo que
hab�a sentido esta vez, era totalmente distinto, se hab�a apoderado de m� una
sensaci�n de laxitud y de falta de energ�a que me costaba siquiera moverme,
notaba me faltaban fuerzas para continuar respirando y viviendo.


Al principio, aunque hab�a le�do no ten�a ninguna relaci�n,
quise creer se podr�a tratar del excesivo n�mero de masturbaciones que me hac�a,
por lo que resist� durante una semana sin tocarme "aquello". Cuando comprob� que
lo que sent�a no se pasaba, que seguramente iba a ser algo m�s importante que
pajearse, lo dije en casa.


Mi mam� me llev� inmediatamente al hospital donde trabaja,
explic� a sus compa�eros mis s�ntomas y me chequearon en diferentes consultas. A
la mayor�a de los doctores que me miraron, los conoc�a de haberlos visto, bien
en casa, o hablando con mis padres, por lo que las visitas se desarrollaron m�s
como un "�qu� tal est�s chaval?" que como una consulta m�dica seria.


A pesar de ello debi� parecerles, lo que encontraron en m�,
suficientemente importante, porque me sacaron sangre para analizarla cada cinco
d�as y me dieron cita con el doctor Santisteban, que yo sab�a hemat�logo, para
aquella misma ma�ana.



-- - o o o - - -





Durante la vuelta a casa
mam� conduc�a sin decir nada, miraba muy interesada el tr�fico, como si todos
sus sentidos los debiera dedicar a �l, aunque en aquellos momentos era muy
fluido, lo que me convenci� que sus pensamientos estaban en otro sitio y m�s
cuando solt�, durante la espera ante un sem�foro, la mano del volante, la apoy�
en mi muslo y lo acarici� sonriendo sin mirarme la cara.


Al llegar a casa, quiso tranquilizarme a base de sonrisas,
pero sin encontrar decir nada que me dejase tranquilo y disculp�ndose, por tener
que volver al hospital a atender a sus enfermos, se march�.


No s� si es bueno o malo poseer una biblioteca m�dica como la
que hay en la salita peque�a, al lado de la cocina, porque, aunque no lo he
dicho, mi pap� tambi�n es m�dico, aunque de una especialidad diferente, �l es
odont�logo y tiene consulta particular en el centro de la ciudad donde vivo.


Rebusqu� por la casa, como solemos hacer los chicos cuando
queremos encontrar algo que nos interesa especialmente, a la espera de algunos
de los informes que sab�a hab�an dado en el hospital referente a mis consultas y
por fin encontr�, en un peque�o malet�n de mano, que abr� f�cilmente, porque
aunque se cerraba mediante c�digo num�rico, al ser solamente de tres d�gitos,
fui haciendo las combinaciones posibles y tard� solamente veinte minutos en que
saltara la tapa.


Todos los documentos de las auscultaciones y los resultados
de los an�lisis estaban guardados dentro de un sobre, que abr� y revis�. Cada
una de los especialistas por los que hab�a pasado hab�a rellenado un informe,
que fui leyendo. Pon�an en la parte superior mi nombre y los s�ntomas y abajo,
lo que seg�n su criterio podr�a padecer.


As� el primero que revis� fue el del ur�logo porque tambi�n
me hab�an mirado mi polla, genitales y metido el dedo en el recto, para
comprobar creo el estado de mi pr�stata.


Por cierto cuando me meti� el dedo en el culo, el doctor
Ferr�n hizo la cl�sica broma.



Te voy a hacer gozar.


�� Que co�o podr�a imaginarse �l que estaba diciendo la
verdad !!



Me re� cuando lo hizo y no me atrev� a contestar lo que
pensaba.



Mete lo otro y ya ver�s si gozo entonces.



El informe de urolog�a pon�a en la zona de las conclusiones
que todo era normal en mis genitales.



- �� Menos mal !! - pens� aliviado.


Los otros informes, que le� muy interesado, no ten�an mayor
importancia porque todos hablaban de normalidad absoluta hasta que llegu� al de
hematolog�a. Como dato m�s sobresaliente avisaba de la peque�a cantidad de
hemat�es y alta de leucocitos que ten�a mi sangre. Era este departamento el que
hab�a mandado analizarla cada cinco d�as y all� aparec�a copia de todos los
an�lisis que me hab�an hecho.


Compar� r�pidamente los dos factores en todos los an�lisis.
En el primero no llegaba a tres millones los hemat�es que ten�a y en el �ltimo
pasaba poco de dos millones.



- �� Estoy perdiendo gl�bulos rojos con rapidez !! - me
asust�.


Comprobando los gl�bulos blancos, tambi�n hab�an bajado. Tom�
varios libros de la biblioteca y busqu� cuales debieran ser las cantidades
normales y lo que pod�an significar estos s�ntomas. Los libros dec�an que la
p�rdida de hemat�es era un factor muy peligroso, no as� el de leucocitos que
marcaba como positivo, porque se�alaba iba desapareciendo la posible infecci�n
que pudiera tener.


Segu� leyendo durante un rato todo lo que escrib�an aquellos
librotes y llegu� a la conclusi�n de que yo pod�a tener una leucemia. Todos los
s�ntomas coincid�an con aquella terrible enfermedad. De ah�, pens�, la
preocupaci�n de mi madre, sus miradas cruzadas con el doctor Santisteban y su
falta de informaci�n al llegar a casa.


- De haber tenido una nimiedad seguro me hubiera rayado
con sus explicaciones y recomendaciones de cuidarme y comer m�s.


�Qu� se siente cuando se llega a la conclusi�n que se tiene
una enfermedad grave como es c�ncer en la sangre? Sinceramente nada, parece que
la palabra c�ncer pierde todo su maligno significado que ha tenido hasta
entonces, que es algo tan lejano a ti, que si no fuese porque f�sicamente me
sent�a mal en aquellos momentos, me hubiese hasta re�do de que fuese yo el que
pudiera padecer eso tan terrible, de lo que hablamos siempre en voz baja cuando
ocurre a los dem�s.


No sent�a nada pero era tal mi laxitud, cansancio y falta de
ganas de vivir en aquellos instantes, que me qued� sentado, con aquellos papeles
en la mano, durante un largo rato con la mente totalmente en blanco. Guard�
despu�s todo, me ech� extendido en el sof� donde los hab�a mirado y esper� hasta
el mediod�a que vinieran mis padres.


Algunas veces, a la salida del hospital, mam� sol�a pasar por
la consulta y llegaban los dos juntos.


- Este parece ser uno de esos d�as - me dije al verles
atravesar el jard�n, aunque que seguramente esta vez no era casual, que hab�a
pasado por donde pap�, a explicarle las noticias de mi visita al hemat�logo.


Entraron directamente al sal�n. Era raro que pap� no hubiese
pasado por donde yo estaba, como sol�a hacer siempre al llegar a casa,
salud�ndome con alguna frase cari�osa. Al cabo de un rato mam� pas� a buscarme a
la sala donde estaba hab�a estado echado.



- �Como te encuentras? - me pregunt�.


- Bien - contest� sin levantarme del asiento.



�Puedes venir un momento al sal�n?, queremos hablar contigo -
me pidi�.


Asent�, me ayud� a elevarme y pasamos donde estaba esperando
pap�, de pie, mirando al jard�n por la cristalera que da a la piscina, muy
pensativo y con una cara en la que se pod�a comprobar una extrema preocupaci�n.


Not� no sab�an como empezar a decirme lo que cre�a yo saber,
hasta que fue mi mama la que comenz�.



El doctor Santisteban te ha visto bajo de hemat�es, eso
quiere decir que tienes una anemia. No se sabe de donde proviene. El que tambi�n
tengas altos los leucocitos puede representar, que de alguna manera, tienes una
infecci�n interior que la produce y que debemos cortar.


Queremos asegurarnos que no tienes algo m�s grave. Como papa
va a ir a un congreso de odont�logos a M�xico, donde presenta una ponencia,
hemos pensado que podr�a acercarte a Houston y que te miren all� debidamente.
Ese debes de saber que es el mejor hospital para . . .


-S�, diagnosticar el c�ncer - la interrump� - �Es
leucemia mam�?
- pregunt� casi sin voz.


Se qued� cortada porque no esperaba esa reacci�n por mi parte
y menos que dijese esa terrible palabra, antes de que ella continuase
explic�ndome.



No lo creemos, pero es lo que deseamos descartar - mir� a
mi padre que asinti� con la mirada - Aunque deseamos decirte en todo momento
la verdad, no queremos mentirte en nada sobre lo enfermedad que puedas tener.


Si lo fuese, cosa que desgraciadamente no podemos descartar,
podr�as hacerte un transplante de m�dula. Eres muy joven y habr�amos encontrado
a tiempo el mal.



Solo recuerdo que me ech� en sus brazos llorando y que
abrazada a m� lloraba tambi�n mi mam�, mientras pap� sal�a al jard�n abriendo la
puerta cercana a donde estaba, para que no le vi�ramos, que gruesas l�grimas
tambi�n le resbalaban por su rostro.





- - - o o o - - -




Estuve mucho rato encerrado en mi habitaci�n llorando, no
tanto por el miedo que sent�a a la enfermedad que pensaba ten�a, sino porque
hab�a visto lo que mis padres me quer�an y pensaba lo que estaban padeciendo.


Cuando pasado el mal momento, la cordura volvi� a m�,
calmado, record� que mama habl� de la posibilidad de que pasara por M�xico.
Olvidando el motivo principal de aquel viaje, ante la posibilidad de visitar ese
pa�s, el coraz�n salt� alegremente en mi pecho,


Hab�a algo importante que me hab�a ocurrido �ltimamente con
respecto a esa naci�n. Siempre me ha gustado escribir historias o relatos.
�ltimamente parte de mis escritos, los de tema gay principalmente, los estoy
presentando en una Web llamada .com. Esto ha hecho que muchas
personas me escriban o que directamente, me pidan les a�ada a mi lista de amigos
en el msn.


Entre esas personas hab�a varios de nacionalidad mexicana.
Hab�an sido estos los m�s atentos al presentarse, los que mayores elogios me
hab�an dispensado y con los que m�s veces hab�a intercambiado mail amistosos.
Uno de los primeros chicos mexicanos que conoc� por medio del esa Web, viv�a en
Tampico (Taumalipas), donde tambi�n habitaba un maravilloso chavo, que conoc�a
desde hac�a mucho tiempo. Le sigui� otro de la costa del Pac�fico, de Sinaloa, y
despu�s otro del istmo y as� much�simos m�s, el �ltimo de ellos hace tan solo
dos d�as, vive en M�xico DF, se llama Alan y es tambi�n muy simp�tico y atento.
Fui ubic�ndolos a todos en el mapa de esa naci�n que busqu� en uno de mis atlas.


No he sido capaz de retener la mayor�a de los nombres de los
estados o de las ciudades que viven, porque aunque son, por su sonoridad, unos
preciosos nombres, dado su origen ind�gena, son dif�ciles de pronunciar o
retener para m�.


El que haya gente a la otra parte del mundo que hable tu
idioma, que te lea y entienda lo que escribes, me causa una sensaci�n dif�cil de
definir es una mezcla de orgullo de escritor y un sentimiento de igualdad entre
los seres, un acercamiento entre los diversos pueblos que me satisface y llana
enormemente. Pero es que adem�s los mexicanos, que hab�a ido contactando, hab�an
ganado un lugar en mi coraz�n por la manera tan sencilla y noble con que hab�an
actuado.


Buscaban en m� la persona, no al escritor de relatos gay m�s
o menos pornos. Eso me emocionaba. En cambio m�s de la mitad de los que me
escribieron de Am�rica del sur buscaban hablar solamente de sexo y los hubo que
me quisieron utilizar, como si yo fuese solamente creador de frases guarras,
para su solaz. A estos �ltimos les negu� mi amistad.


De pronto surgi� un d�a en mi ordenador el nombre de Eduardo.
Este nombre tiene agradables reminiscencias en mi cerebro. Uno de mis primeros
amigos en la red con el que intercambi� frases sexuales y amorosas, un poco
subidas de tono, fue hace ya varios a�os, se llamaba as� y viv�a cerca de
Madrid. Una equivocaci�n por mi parte, que �l pens� fue falta de confianza,
rompi� nuestra amistad.


Quiz� por su nombre, por la forma tan educada de expresarse o
no s� por qu�, aunque es dif�cil, en muchas ocasiones, buscar el por qu� de las
cosas, este chico me gust� mucho desde el principio.


Utilizar esta palabra entre los gays significa que se le
quiere pedir que comparta contigo unos momentos agradables gozosos y sexuales,
que sirvan para enardecerte y calentarte y si la ocasi�n es propicia, est�s solo
en casa delante del ordenador y sabe calentarte lo suficiente, llegar a
masturbarte solo o a la vez de �l, intercambiando frases encendidas.


El no tener que hacerlo solitario y buscando recuerdos
placenteros que te animen, que es como lo hacemos desgraciadamente todos, la
mayor�a de las veces, es lo mejor que te puede pasar para este acto tan
solitario e �ntimo.


En todo este para m� desgraciado d�a, era el primer
pensamiento agradable que pasaba por mi mente.



Voy a tener la posibilidad de pasar unos d�as en M�xico y
poder conocer a algunos de estos amigos
- aunque enseguida me correg� -
para conocer a Eduardo que era el que realmente m�s me interesaba llegar a
conocer, tocar, besar y darme por entero
.


Para ello era necesario que en Houston no me diagnosticaran
algo tan maligno que me obligaran a quedarme all�, o que la necesidad de hacer
un examen minucioso de mi cuerpo, me obligase a ingresar varios d�as, mientras
mi padre iba a M�xico al congreso.


Como papa, al tener consulta propia, podr�a ajustar las
fechas de vacaciones del personal, que era a lo que pensaba hacer, para tener
d�as libres para el viaje, pens� que era el momento de pedir algo para m�,
sabiendo me lo conceder�a si era posible.



Papa tengo un especial deseo de ir a M�xico, he hecho un all�
un amigo que estar� muy contento de invitarme unos d�as en su casa -
le
comenc� a explicar a la noche cuando cen�bamos los tres en el comedor de diario
- Si en Houston dicen que tengo que ingresar, tanto para someterme a una
revisi�n, como para hacerme una intervenci�n, no voy a poder ir a verle.
Quisiera que primero vayamos a M�xico y despu�s a ese centro. �Podremos hacerlo
as�?
- pregunt� ansioso mir�ndole a los ojos y esperando una respuesta
afirmativa.


Mi padre, debi� de verme una cara tan esperanzadora que me
pregunt� interesado.



�Ese amigo es muy importante para ti?


Si, es un ser maravilloso.



Por la cara creo puse y porque me hab�a salido esta palabra
que no es la m�s adecuada para describir a un amigo, sino eres lo que yo soy, un
homosexual. mis padres se miraron entre s� al o�rla, no la comentaron, pero
aquella mirada que se intercambiaron, me sirvi� para darme cuenta que sab�an que
era gay y que el amigo que quer�a visitar, era de verdad, muy importante para
m�.



Lo arreglaremos como quieres hacerlo - me prometi�
mi padre, mir�ndome fijamente porque seguro mi rostro mostraba totalmente mi
pensamiento, con una sonrisa de complicidad, amor y de �nimo en su cara, que me
hizo le quisiera y respetara m�s, si ello era posible.




- - - o o o - - -





Se prepar� el viaje de
acuerdo a las indicaciones del doctor Santisteban, que pidi� ayuda y
asesoramiento a unos cuantos colegas. Mi padre tuvo que desplazarse hasta
Barcelona al hospital S. Pa�l con una carta de recomendaci�n, desde donde
gestionaron las fechas de mi consulta en Houston.


En este centro barcelon�s gracias a las aportaciones y al
tes�n del tenor de �pera Carreras, que sufri� una dolencia similar a la que se
tem�a tuviese yo, y que despu�s de operado de un transplante de m�dula san�, ha
creado una secci�n, que con la direcci�n y asesoramiento de Houston, atiende
casos similares en Espa�a y que nos ayud� a ser recibidos en ese hospital de
EE.UU.


Ir�amos antes a M�xico, mi padre asistir�a al congreso que
dirig�a el doctor Rosetti, en el que mi pap� iba a exponer sus estudios sobre
implantes dentales y dirigir una mesa redonda, mientras yo permanecer�a en casa
de Eduardo. Despu�s, a la fecha que ten�amos cita en Houston, nos acercar�amos
al hospital para que diagnosticaran mi mal.


Durante los d�as que faltaban para la marcha me trataron la
anemia, sub� mi proporci�n de hemat�es y me encontr� mejor f�sicamente, lo que
repercuti� en mi �nimo, que lo ten�a ya elevado al pensar que conocer�a a mi
querido Eduardo.


Mam�, siempre optimista, me dec�a de continuo que seguramente
en ese hospital, tan reconocido mundialmente, me dir�an que solamente ten�a una
anemia, que se curar�a enseguida, en vez de la terrible enfermedad que yo y se
tambi�n ellos, tem�an.


Le contestaba para tranquilizarla que seguramente ten�a raz�n
y me mostraba contento, porque ya no me importaba que mi dolencia fuese grave e
incluso pudiese morir si hab�a contemplado la cara y el cuerpo de mi adorado y
hab�a llegado a poder tener sexo con �l.


Tomar�amos un avi�n en el aeropuerto de Asturias en Avil�s, a
las siete y media de la tarde del �ltimo s�bado del mes de julio, para llegar a
Barajas alrededor de las nueve y en otro m�s amplio, un Jumbo de la compa��a
Iberia, partir hacia Am�rica alrededor de una hora despu�s.


Le dec�a a mi madre mientras esper�bamos en la sala
correspondiente del aeropuerto avilesino.



Porque deseo compartir con pap� el viaje, quiero visitar
M�xico, sino no iba y me quedaba contigo, me encuentro perfectamente y creo que
todo ha sido, como t� dices, una falsa alarma.


�� Qu� bien mi amor !!, pero no dejes de tomar lo que te ha
mandado el doctor Santisteban
- me contestaba, mientras intentaba no
demostrar el nerviosismo que la asist�a.


La despedida a mi padre, m�s que decirle cosas para �l, fue
para recordarle todas las atenciones que seg�n ella, yo necesitaba mientras
estuviese a su cuidado.



Cu�dale, que tome todo, inf�rmame continuamente como est�, ��
no le fuerces !!, �� qu� no se canse !!.



Hubiera preferido que la atenci�n de mama, hubiese sido
dirigida m�s a mi padre, que a m�, aunque al final, cuando entreg�bamos la
tarjeta de embarque e �bamos a salir hacia la escalerilla del avi�n, o� detr�s
de m�.


- Y tu tambi�n ten cuidado - le recomendaba a mi padre
d�ndole un ligero beso.


Con una bolsa colgada del cuello, bajo la vigilancia atenta
de mi progenitor y sabiendo que tras los cristales quedaban los ojos llorosas de
mam� salimos de Asturias.


La salida de Madrid fue m�s fr�a e impersonal. Volar�amos en
un avi�n Jumbo de la compa��a Iberia que part�a a las 22:32 con destino a M�xico
DF donde llegar�amos . . . . no lo s�, porque all� viv�an casi siete horas
adelantados de nosotros.


No hab�amos comido nada en el aeropuerto porque nos servir�an
una cena en el avi�n, pero cuando pusieron algunos alimentos delante de mi
rostro no pude meter nada en mi cuerpo. A instancias de pap�, porque ten�a que
tomar unos medicamentos, medio engull� algo dulce que hab�a en la bandeja, para
no tener el est�mago vac�o cuando las grageas llegaran a �l y me dispuse a ver
una pel�cula que iban a proyectar.


Hab�a viajado varias veces en avi�n pero siempre distancias
cortas, no superiores a hora y media de vuelo, y pasar toda la noche all�
arriba, en un artefacto tan grande como un tren, me impon�a, pero no quise
delatar ante mi pap� esa preocupaci�n e intent� dormir, a lo que contribuy� el
"petardo" de pel�cula que tuvieron la amabilidad de pasarnos.


Cuando llegamos al aeropuerto de la Ciudad de M�xico no sab�a
que hora era, hab�a perdido la noci�n del tiempo, hab�a dormido a ratos, so�ados
otros y pensado los m�s. Me hab�a retornado la debilidad y no me encontraba en
las mejores condiciones f�sicas. Estaba peor que cuando hab�a salido aquella
tarde de mi casa de Asturias. Me limit� a seguir a mi padre que era m�s ducho en
estas lides de viajar y hasta que no estuvimos en un taxi que nociva a llevar al
hotel no hablamos.



- �C�mo te encuentras? - me pregunt� interesado, sentado
a mi lado, preocupado porque seguramente mi cara mostraba que ten�a ganas de
devolver y que sent�a un fuerte desfallecimiento.



Contento, pero no muy fuerte - contest� evasivo sin
dirigirme directamente a �l.



No has cenado, ni desayunado en el avi�n, tienes que estar
mal por ello.


Ser� eso - contest�, pero temiendo que el estado tan
d�bil y desalentador que hab�a padecido el mes anterior volviese,



Ahora que me iba a encontrar con mi amor, con mi querido
Eduardo, quisiera encontrarme fuerte -
es lo �nico que pens�


Desde Espa�a le hab�a escrito a mi querido mexicano un mont�n
de mails teni�ndolo al corriente de todo lo que iba a hacer. Me esperaba en su
ciudad donde pasar�a los cinco d�as que mi padre me dejaba libre. No le hab�a
permitido que se acercara a la capital azteca a recogerme. Me hab�a indicado
minuciosamente la manera de acercarme hasta su casa, los medios de comunicaci�n
de que dispon�a y hasta los horarios que estos ten�an y ten�amos planeado mi
viaje y a petici�n m�a, nuestro encuentro, hasta en los m�s peque�os detalles.


Deber�a salir a las 14:30 de Ciudad de M�xico en un tren y
nos encontrar�amos en la estaci�n de . . . ., perdonarme no d� detalles del
departamento, ciudad, nombre completo o correo de Eduardo, no quiero que nadie
sea capaz de localizarle.


Cuando en el hotel me duch�, com� algo, tom� las medicinas
que necesitaba y descans� un par de horas recostado en un amplio butac�n, estaba
bastante recuperado para ir en busca de mi amor.




- - - o o o - - -





Cuando el tren entraba en
la estaci�n de destino eran las 19:50, como en Espa�a ten�a un peque�o desfase
de horario. Estaba nervioso, deseando ver a Eduardo y temeroso de que no le
gustase, a primera vista, que suele ser la que despu�s perdura y se recuerda.


Rememor� su �ltimo mail



- "Llevar� pantalones cortos, por debajo de la rodilla, tipo
bermudas, de color blanco, camisola roja y debajo del brazo derecho un libro de
Stephen King".



Me re� al recordar el que le puse de contestaci�n.



"No necesito decirte como voy a ir vestido, cuando veas a un
chico muy feo, con cara de despistado, que se baja al anden, ese soy yo"



Despu�s, ya en serio, le puse otro especificando como
vestir�a y lo que llevar�a en la mano y un c�mulo de detalles de manera no
tendr�a dificultad en encontrarme.


As� sucedi�. No hab�a bajado a�n al and�n, estaba en la
puerta mirando la gente que hab�a esperando el tren, con mi saco a la espalda,
dispuesto a bajar cuando se parase del todo cuando o� gritar.



Valeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen



Salt� la escalerilla como un loco y me abrac� a un chico
moreno, guap�simo, que me abri� los brazos para que me cobijase en ellos.



- - - o o o - - -



Estoy acostado en un c�modo
lecho, totalmente despejado, sin sue�o, aunque me met� en �l hace ya bastantes
horas. No s� si Eduardo, en el de al lado, tambi�n est� despierto. No quiero
hablar, porque s� que en todos los relatos gays en los que sucede una situaci�n
semejante, el de la cama de al lado, tampoco duerme, espera, hablan, se dicen de
nuevo cosas calientes y terminan en una sesi�n de sexo desaforado y no deseo
suceda ahora eso.


Bueno, si lo deseo, pero no quiero suceda. Explico el l�o de
estas contradicciones. Desear hacer sexo con Eduardo lo dese� desde que le vi en
la estaci�n, y me abrac� a �l, cuando avanzaba detr�s y miraba aquel culo que se
mov�a bailar�n delante de m�, cuando iban pegadas nuestras piernas en el asiento
trasero del coche que tomamos, cuando nos miramos, nos re�mos, nos abrazamos y
nos besamos por primera vez escondi�ndonos para que nos viera el chofer.


En todos los momentos, desde que llegu�, lo dese�
ardientemente, mientras me presentaba a los de su casa, me ense�aba su hogar, su
habitaci�n donde estamos ahora, el ordenador desde donde habl�bamos y durante
todos los minutos que llevo a su lado.


Pero por la emoci�n, por el viaje, por los medicamentos, por
mi posible y terrible enfermedad, sent�a que me iban a fallar las fuerzas, que
no iba a ser el amante ideal que Eduardo esperaba encontrar y le ped� d�ndole
otros motivos et�reos que posterg�ramos hasta por lo menos al d�a siguiente
cualquier acercamiento de nuestros cuerpos.



Quiero degustarte de una manera sosegada, te deseo tanto,
estoy tan ansioso de ti, que mis test�culos derramar�an r�pidamente mi semen en
cuanto inici�ramos algo. No quiero eso y creo que t� tampoco lo quieres. Gocemos
primero de los pre�mbulos, de las caricias, del amor, de los sentimientos,
dejemos pasar el impulso animal, hagamos prevalecer la mente sobre el cuerpo,
usemos la boca solo para hablar, mientras nos acariciamos, cont�ndonos nuestras
vidas anteriores.



No s� si era lo que �l pensaba que yo debiera hacer pero lo
acept�.


Cuando ya solos, nos encerramos en la habitaci�n donde �bamos
a dormir, tendidos sobre el lecho, apoyada su cabeza sobre mi est�mago, nos
hicimos miles de caricias, miradas amorosas y frases de amor, mientras le met�a
mi mano entre su negro pelo, le pasaba amoroso mis dedos por su rostro y pecho,
circunvalaba sus pezones o me doblaba, de vez en cuando, para posar mis labios
sobre los suyos, habl�bamos, nos cont�bamos nuestras vidas hasta el momento de
conocernos, record�bamos palabra por palabra, todo lo que nos hab�amos dicho por
el msn y lo que hab�amos sentido al vernos.


Tuve que contenerme y posiblemente Eduardo tambi�n lo hizo,
por no arrancar aquel pijama que le cubr�a y ponerme encima de �l y, con los
cuerpos unidos, dejar actuar libremente nuestro deseo.


Ahora que ha pasado ese momento dif�cil de la contenci�n de
los instintos, me alegro de haberlo hecho as�, porque ma�ana me sentir� mejor y
porque Eduardo al momento de separarnos, para meterse en su cama, me dijo
emocionado.



- Valen me alegro que esta primera noche se haya desarrollado
as�. Veo me quieres, me amas a m�, no solo mi cuerpo te interesa, te atraigo
como ser humano, como persona, gracias mi amor



Si supiese lo que me hab�a costado contenerme.. . . .


Al d�a siguiente es cuando not� el cansancio del viaje, el
cambio de horario, la altitud sobre el nivel del mar de la ciudad de M�xico.
Tuve la suerte que la familia de Eduardo fuese entera a pasar el d�a en el campo
a un rancho de unos amigos suyos y nosotros tambi�n les acompa�amos. Pasamos
all� toda la jornada, solos pudimos estar solos algunos minutos que pudimos
separarnos del grupo sin que lo notaran y que aprovechamos para acariciarnos,
besarnos y declararnos nuestro mutuo amor.


Como el rancho estaba a bastante distancia y salimos ya de
noche de all�, cuando llegamos a casa y nos pudimos acostar estaba tan rendido,
tan falto de fuerzas, que si Eduardo me llega a pedir me metiese en su lecho, no
s� qu� le hubiera podido decir.


No s� si �l estaba tambi�n cansado y aunque vi en sus ojos el
deseo que ten�a de estar conmigo, no me dijo nada cuando le di las buenas
noches.



Descansa, amor. �� Hasta ma�ana !!.



Esperaba fuese yo el que tomase la iniciativa. En aquellos
momentos le quer�a aun mucho m�s por la manera tan maravillosa como se estaba
portando conmigo.


Nuestro ayuntamiento, nuestro contacto f�sico tendr�a que
ocurrir la tercera noche de mi estancia. Al cuarto d�a a primeras horas de la
tarde tomar�a el tren de nuevo hacia la capital del estado donde me esperaba mi
padre. Durante la cena nuestras miradas se cruzaron varias veces y cuando
ocurr�a, nos sonre�amos tontamente. Sab�amos ya que tendr�a que ser aquella
noche, cuando despu�s de acariciarnos, besarnos, declararnos amor eterno,
unir�amos nuestros cuerpos.


Nada m�s entrar en la habitaci�n, Eduardo cerr� la puerta y
se lanz� a mis brazos, que ten�a ya abiertos para acogerle. Nuestras bocas se
buscaron locamente y cuando nuestros labios se pusieron en contacto, salieron
las lenguas, succionaron las saliva y las palabras que entrecortadas quer�an
salir de nuestras gargantas.



- Te amo - consegu� decir al librar mis labios.


-Eres el motor de mi vida - me empuj�, ri�ndose de la
cara de extra�eza que hab�a puesto al o�r esta frase y contestarle se�alando mi
bragueta.



- Este motor solo tiene este cilindro - se lo se�alaba.


Ri�ndonos de una manera enloquecedora, ca�mos abrazados
encima de mi cama. Al pronto nos quedamos serios, separamos un poco el cuerpo
para podernos colocar nuestros rostros, frente a frente, para poder mirarnos.



- �� Dios m�o !!, �se puede ser tan feliz? - me dije
admirando aquella morena y oscura cara, donde unos brillantes, negr�simos y
rientes ojos, me observaban.


Murmur� al poder contemplar de cerca mis ojos marrones que le
transmit�an todo el amor que soy capaz de darle.



Eres muy bello, Valen



Mi boca fue acerc�ndose lentamente a la de Edu, que hizo lo
mismo con la suya y cuando nuestros labios se encontraron, en un beso el�ctrico,
salt� una chispa, un rameado rel�mpago ilumin� el firmamento, una tormenta de
rayos encendi� la noche, un castillo de fuegos artificiales alumbr� la ciudad y
todo el universo estall�, a la vez, sobre M�xico que qued� inundado de una
luminosa y brillante luz. Fue el m�s largo y mejor beso que hab�a dado y
recibido nunca.


Nos agarramos y revolcamos hasta caer al suelo, donde los
labios tuvieron que separarse para que los pulmones, exhaustos, recuperaran
ox�geno, aunque imantados se un�an de nuevo, se quedaban pegados, permitiendo
rozar nuestras lenguas, mezclar nuestras salivas, encender nuestros deseos,
dirigir nuestras manos en ansiosa busca, palpando nuestra caliente y sudorosa
piel.


Me sent�a con suficientes fuerzas esta noche, cosa que
agradec� al medicamento que tomaba. Lo �nico que no deseaba era, que mi adorado
Eduardo no se diera cuenta que me fallaba la salud.


Los pre�mbulos, las caricias y las frases cari�osas hab�an
sido utilizadas y agotadas las dos noches anteriores, hoy ten�a que
desarrollarse la verdadera uni�n entre nosotros la comuni�n de los cuerpos.


Indudablemente necesit�bamos una iniciaci�n, un empiece, una
forma de guardar, por lo menos ciertas normas, pero r�pidamente olvidadas estas
por el deseo tan arrollador que sent�amos, tom� la verga de mi amado e inici�
una sublime mamada.


Moj� primeramente con mi lengua todo su tallo, antes de
dedicarle atenci�n al glande que lam� locamente despu�s, mientras mis manos
agarraban y acompasaban las nalgas morenas de mi amor, a los movimientos de mi
lengua.


Despu�s arrodillado, metida en mi boca toda su polla la hice
deslizar desde mis labios hasta la garganta, mientras Edu agarraba tr�mulo mis
cabellos y dirig�a los movimientos de mi cabeza para que su polla entrase hasta
el fondo y no se separase de los labios de mi boca, en el movimiento de
retroceso.


Gozamos as� los dos durante un rato esta posici�n hasta que
deseosos de probar todas las maneras posibles del sexo, cambiamos nuestras
posiciones.


En cuanto not� mi pene en su cavidad, ensalivada y caliente,
sent� estremecimientos de placer bajo mis test�culos, que le ped� acariciara a
la vez que me chupaba la verga.


Sus suaves dedos pasaron y repasaron esta sensible parte de
mi anatom�a y comenc� a gemir sin evitarlo, calladamente para que la familia de
mi amor no nos oyese cuando se retrasaron y buscaron mi agujero.


Deseaba que Eduardo me hiciera feliz y usara mi cuerpo de la
manera que quisiera, pero quer�a tambi�n que lo fuera �l. A veces le mandaba
parar, para poderle repetir sobre su cuerpo lo que me acababa de hacer.


Hubo un momento, que tumbados en la alfombra, para saciar
nuestras hambrientas bocas, hicimos durante un rato, un 69 sublime, placentero y
delicioso como nunca anterior hab�a disfrutado.


Est�bamos llegando, en nuestro hacer sexual, al punto que se
unieran nuestros cuerpos. El breve descanso que nos permitimos mientras
cambi�bamos las posturas y posiciones nos permitieron, arrodillados uno frente
al otro, acariciar de nuevo nuestros sudorosos cuerpos y darnos un beso, pero
esta vez m�s de amor que de deseo.



Quiero Valen seas t� el que penetres en mi cuerpo, qu� me des
tu semilla, qu� te derrames entero en m�. �� Mi cuerpo es enteramente tuyo !!
- me pidi� mi cari�o, demostr�ndome de nuevo su entrega y amor.


Aunque a algunos les parezca que no digo verdad, soy virgen a
pesar de la edad que tengo. Ocasiones para dejar de serlo comprender�is he
tenido muchas a lo largo de la vida pero es que para mi la palabra follar o
coger no existe. Yo siempre lo he llamado en mi interior "hacer el amor", para
mucha gente una manera cursi de expresar la uni�n corporal, entre dos mam�feros,
pero no para m�.


Cuando alguna vez lo he llamado as� ante amigos y conocidos
en internet habr� recibido asentimientos y sonrisitas al leerlo en la pantalla,
pero para mi forma de verlo ese acto encierra no solo un intercambio de jugos
sino la culminaci�n del amor entre dos seres


Pienso que es una entrega, una d�diva de todo lo que los
mortales consideramos m�s importante, nuestro poder de creaci�n, de dar vida, de
masculinidad.


As� mismo, si el que lo recibe, lo entiende as�, que es el
receptor del amor que le entregan y no como un frotamiento de algo duro en su
recto y empuje sobre su pr�stata que le produce un cosquilleo de placer, el
misterio del ayuntamiento se produce entre los enamorados.


Indudablemente he estado en otras ocasiones con chicos, nos
hemos acariciado, besado y masturbado pero nunca he permitido que me sodomizasen
y tampoco lo hice a ellos.


Entregar mi cuerpo, siempre lo he tenido muy claro, ser�a
solamente a la persona de quien est� enamorado y sin criticar la manera de
actuar de nadie, Eduardo para mi suerte, hab�a pensado lo mismo que yo y tambi�n
era virgen para poder entregarse a m�.


Por ello, al o�r estas palabras, valor� en su justa medida lo
que encerraban. �� Se me entregaba porque me amaba !!. Es ese momento solo tem�a
no saber estar a la altura suficientemente y no saber hacerle feliz y que
nuestra falta de conocimiento en la materia, estropease este momento tan
maravilloso en nuestras vidas.


A partir de ese momento, m�s que acariciarle le ung� con mis
manos, m�s que besarle le ador�, como se hace a un dios pagano, al que se desea
entregarse en cuerpo y alma. Era mi dios, que me esperaba tumbado encima de su
lecho, como si fuese el ara de un altar, dispuesto a entregarse y recibirme.


Temblaba azorado cuando le di vuelta, separ� sus piernas
morenas y apareci� su culo, duro, elevado, turgente, redondito, cortado al medio
por una hendidura de piel m�s clara que el resto del cuerpo de mi amor, que mis
manos abrieron en busca de su escondido, guardado, reservado para m�, agujero
del tesoro, que not� palpitaba de deseo intentando abrirse.


Por el movimiento que presentaba su esfinter y lo mojado de
mi pene, quiz� no necesit�bamos lubricante, pero no quer�a que mi amado sufriese
ning�n dolor, solo deseaba disfrutara del mayor placer posible, por lo que unt�
la zona, de una crema que hab�a transportado directamente desde Espa�a guardada
entre lo necesario para mi aseo en mi malet�n.



Si sientes dolor me avisas, mi amor - le advert� antes de
empezar.



De ti no me importa sentir dolor, se transformar� dentro de
m�, en placer
- contest� amoroso.


Le bes� repetidamente en la nuca, cuello y orejas y a la vez
fui tomando la postura que me ayudara a unir nuestras carnes. El empiece, la
iniciaci�n de la entrada de mi pene en su ano fue f�cil, resbalaban nuestros
�rganos en contacto. Cuando empez� la necesidad de que mi verga buscase camino y
apret� mi cuerpo contra el suyo, Eduardo gimi�.



�Paro? - pregunt�.



No, sigue por favor, aprieta, atraviesas esa barrera, r�mpeme
entero, penetra en m�.



La excitaci�n de mi amor, unida a mi deseo y al aguante del
dolor que le pudiera ocasionar, hicieron el resto y mi polla penetr� hasta el
fondo, en aquel tostado, morenito y bello cuerpo que ten�a debajo.


Continuamos nuestra lecci�n de amor, Eduardo me ayudaba con
sus acompasados movimientos y el placer que yo estaba sintiendo hizo que me
olvidara de mi estado, que aumentara mi �mpetu, gastase mis pocas energ�as en
reserva y me derrumb� agotado y exhausto encima de �l.



�Te has corrido? - me pregunt� - no he sentido entrar
tu semen.


No, descanso, porque quiero alargar este momento -
disimul� mi cansancio.


Tuve el cuidado de que mi polla no se saliera y durante esos
segundos que me conced�, mientras recobraba el aliento, fui consciente de que
una parte de mi cuerpo si perduraba en este mundo pertenecer�a para siempre a
Eduardo.


Cuando me recobr�, continu� aunque m�s lentamente, busqu�
darle otro tipo de est�mulos a mi amado, as� cuando mi polla llegaba al tope de
la entrada, le acariciaba, le besaba, le pellizcaba amoroso en el culo y hac�a
que mi cuerpo diera un empuj�n adicional, que me dijo le causaba terrible
placer.


Al derramarme roto, convulso y desmadejado, sent� una enorme
felicidad al o�r sus palabras.



Ahora s�, noto que tu vida entra en mi cuerpo. Me has hecho
muy feliz mi amor.



Mientras recuper�bamos las posiciones normales, consegu�
disimular mi agotamiento, el terrible esfuerzo que para m� hab�a resultado el
amar a mi querido Eduardo y desnudos como est�bamos felices y abrazados quedamos
echados sobre el lecho donde nos dormimos.


Cuando amanec�a me despert�, continu�bamos destapados. Hab�a
sentido el fr�o ma�anero en mi espalda que me hizo estremecer. La parte
delantera de mi friolero cuerpo se hab�a asido al caliente y juvenil de mi amor
que segu�a abraz�ndome. Cuando me mov� tambi�n se despert� Eduardo. Nos besamos
si decir nada. Nuestras miradas dec�an todo el amor que nos ten�amos. Era un
acto de agradecimiento mutuo por lo que hab�amos intercambiado la noche
anterior. Mis manos bajaron hasta encontrar sus calientes nalgas y atraje su
cuerpo hacia el m�o. Nuestros sexos, ya parados, se pusieron en contacto.



Quiero que me penetres Eduardo - le dije muy quedo al
o�do.


Sonri� agradeciendo mi ofrecimiento



�Lo quieres de veras mi amor?


S�, deseo llevarte dentro de mi cuerpo.



No conoc�a, mi adorado, el terrible significado que yo daba a
esta frase, como el que di, cuando la noche anterior al derramarme yo, me dijo.



Noto que tu vida entra en mi cuerpo.



Pens� que quiz� nunca lo llegar�a a saber.


Hab�a recuperado parte de mis fuerzas durante la noche y
debido tambi�n a una dosis superior de medicina que hab�a tomado a la que el
doctor Santisteban me hab�a pautado.


Pens� adem�s que el esfuerzo de recibir a mi querido amor,
ser�a inferior al que yo hab�a desarrollado la noche precedente. As� fue y
aunque no quise aparecer como excesivamente pasivo, los gastos energ�ticos
fueron m�s para Eduardo que para m�.


Repetimos la operaci�n que hicimos a noche precedente pero a
la inversa, ahora fui yo el que mordi� la s�bana por no mostrar el dolor que la
verga, en su avance por el recto, me produc�a. Cuando consigui� penetrar entera,
calmado el dolor producido, un placer inmenso me inund�. La notaba entrar y
salir de mi cuerpo y su rozamiento me produc�a un intenso placer sexual


Pero esa sensaci�n, comparada con la que sent�a al comprender
que era mi Eduardo, el que ten�a parte de su cuerpo en contacto con mi organismo
interno, era una gota de agua en un baso lleno de l�quido.


Cuando a borbotones derram� en m� su lefa, pens� que aquella
iba a ser la mejor medicina que mi cuerpo necesitaba y me promet�, que si ten�a
la suerte que en Houston me diagnosticaran algo leve o que siendo grave,
pudieran hacer algo por m�, volver�a al lado de Eduardo al que me entregar�a
totalmente y del que no me alejar�a nunca.


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Relato: Eduardo, mi amor
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