Relato: La corrida





Relato: La corrida


LA CORRIDA



Me masturbo desde que tengo uso de raz�n. Mis recuerdos se
remontan a la edad de 4 o 5 a�os, �poca en que experimentaba erecciones cada vez
que lograba atisbar las bragas de alguna mujer. Observar los calzones por debajo
de las polleras me produc�a tal atracci�n, que con frecuencia inventaba juegos
consistentes en rodar por el suelo con el s�lo prop�sito de echar un vistazo a
las bragas de cuanta hembra se cruzaba en mi camino. Este ejercicio lo
practicaba particularmente en la cocina de mi casa, donde dispon�a de un lugar
estrat�gico bajo el mes�n de trabajo, posici�n desde la cual pod�a gozar mirando
los calzones de nuestra cocinera cada vez que ella se desplazaba frente a m�.



"No me mires los calzones" reclamaba Emelinda, "eso no se
hace y te voy a acusar a tu mam�".


Pero el placer que la situaci�n me provocaba superaba con
creces el temor al castigo de manera que me manten�a en la misma ubicaci�n,
hasta que mi pija se pon�a dura como palo, provoc�ndome ciertas molestias.


Entonces, me dirig�a a mi cama, me tend�a de costado y
cruzaba mis piernas de manera que mis muslos ejercieran presi�n sobre m�
endurecido miembro. Al cabo de unos instantes de apretones r�tmicos
experimentaba un placer infinito y mi pija se relajaba.



No recuerdo con exactitud cuantas veces al d�a practicaba
este juego, pero intuyo que muchas. Estando ya en segundo grado de colegio,
desarroll� la habilidad de practicar este estilo de masturbaci�n sentado en mi
pupitre. Ese a�o me toc� una profesora muy linda, cari�osa y desinhibida que
habitualmente manten�a abiertas sus piernas mientras estaba sentada. La visi�n
de esas piernas abiertas y de las bragas blancas al fondo me excitaba mucho, y
para calmarme, cruzaba mis piernas y comenzaba a sobar mi pene apret�ndolo entre
los muslos.


Curiosamente, nunca me sent� inhibido ni culpable por
practicar la masturbaci�n. De hecho, esta pr�ctica la ejerc�a en p�blico,
delante de mi familia y nunca fui reprimido por ello. En ocasiones en que la
televisi�n mostraba im�genes excitantes, yo practicaba mi juego sin importar
quien estaba presente.


As�, entre calenturas y pajas pas� mi vida hasta los 14 a�os,
cuando descubr� placeres que jam�s hab�a so�ado o imaginado. Todo ocurri� en el
verano, mientras pas�bamos las vacaciones familiares en la playa. Mis padres
arrendaron una casa por todo un mes en un balneario peque�o y poco concurrido.
Ese verano estaban junto con nosotros mis abuelos maternos, y mi prima Pola de
14. Mi familia se completa con mi hermana de 10 a�os, mi madre y mi padre.


Tal como Uds. lo deben haber experimentado en situaciones
similares, la combinaci�n de sol, mar, arena, escasa vestimenta y relajo
generalizado crean un explosivo ambiente cargado de sensualidad. Mi prima Pola,
foco de mi atenci�n, result� ser bastante desinhibida y se paseaba


por todos lados luciendo diminutas tangas o simplemente en
ropa interior. En ocasiones, especialmente despu�s de la ducha de regreso de la
playa, usaba batas semi transparentes que permit�an apreciar sus bien moldeadas
tetitas. Pezones duros y firmes dibujaban su silueta sobre la bata.


Comprender�n que este ambiente me manten�a el d�a entero
excitad�simo. Para calmar mis ansias, recurr�a a la mesa del comedor donde me
sentaba, cruzaba mis piernas y comenzaba la presi�n r�tmica sobre mi pene.


Nuestra rutina diaria comenzaba con el desayuno en conjunto y
luego las mujeres tomaban sus cremas y toallas, cruzaban la calle y se tend�an
en la arena a practicar su actividad favorita: tomar ba�os de sol. Para mi
abuelo y yo, en cambio, la pesca concitaba todo nuestro inter�s y atenci�n.
Mientras las mujeres se relajaban tendidas en la arena, nosotros nos entend�amos
con corvinas y lenguados.


Un buen d�a, tomando desayuno y esperando que mi abuelo se me
uniera, apareci� mi madre, en tanga, lista para ir a la playa. Me salud�
cari�osamente y me pidi� que la acompa�ara a tomar sol, puesto que todos los
dem�s dorm�an y se aburr�a estando sola. Luego de comprobar que el abuelo segu�a
durmiendo a pata suelta, acept� su invitaci�n y nos instalamos en la playa. Ella
comenz� a embetunarse con sus cremas y yo a so�ar con el d�a en que mi prima
aceptara que le apretara un pez�n.


De pronto mi madre me pide que le ayude a esparcir bronceador
por su espalda, al tiempo que se tend�a de bruces sobre la toalla. Acced� de
inmediato y comenc� a frotar lentamente su delicada piel. Tom� conciencia que
hac�a mucho tiempo que no acariciaba ese cuerpo color mate. Record� que siendo
yo ni�o ella disfrutaba mucho de las suaves caricias que ella misma me ense�� a
aplicar sobre su espalda. Entonces decid� suavizar la presi�n y rozar esa
delicada piel apenas con la yema de mis dedos, tal cual ella me hab�a ense�ado.
Al hacerlo, not� inmediatamente que su piel cambiaba de textura y se pon�a como
piel de gallina.



"As� me gusta" dijo ella, "me alegra que lo recuerdes" agreg�
en voz muy baja, casi como gimiendo.


Sent� en es momento un leve punzazo en mi bajo vientre y una
tenue palpitaci�n de mi miembro.


"No puede ser, es mi mam�", pens�, mientras trataba de
concentrarme para continuar aplicando las caricias aprendidas en mi infancia.


"Por favor, desamarra el tirante del sost�n" susurr�.


Estaba nervioso y las manos me tiritaban. No se con exactitud
cuanto tiempo me tom� completar esa tarea, pero me parecieron horas


"Es mi mam�" me repet�a a m� mismo, mientras sent�a un
extra�o zumbido como de abejas dando vueltas dentro de mi cabeza, al tiempo que
mi miembro se convert�a en un palo duro.


Sin saber que hacer, y casi por instinto, retir� mis manos de
su cuerpo pero inmediatamente escuch� una s�plica:


"Por favor contin�a, est� muy rico".


Mir� su cara y se ve�a hermosa, con los ojos cerrados y sus
labios carnosos suplicando m�s caricias. Mis temblorosas manos retomaron su
trabajo.


"As�, suave, as� est� delicioso" murmur�.


En ese momento not� que el bajo vientre de su cuerpo
ejecutaba un movimiento de balanceo, casi imperceptible. El movimiento, muy
tenue, de pronto se hac�a rotatorio, para luego volver al balanceo. El estado de
aturdimiento y semi inconsciencia en que me encontraba me hizo perder toda
noci�n y contacto con el mundo exterior. S�lo atinaba a seguir, hipnotizado, las
instrucciones de mi madre.


"As� me gusta,... por favor contin�a..."


Recuper� por breves instantes el contacto con la realidad
para cambiar a una posici�n m�s c�moda al sentir dormida una de mis piernas. La
breve distancia que tom� me permiti� apreciar el bello cuerpo de mi madre,
cimbr�ndose, ahora de manera m�s manifiesta y evidente. Sus brazos se extend�an
paralelos adosados a su cuerpo y sus manos desaparec�an de la vista cubiertas
por su bajo vientre.


"Necesito que sigas... te suplico que contin�es... te lo
ruego" implor�.


Sin comprender mucho lo que estaba pasando, regres� a su lado
y para continuar acariciando la espalda de mi madre. Tampoco lograba entender el
motivo por el cual yo estaba tan excitado.


"Es mi mam�" me repet�a, "es mi propia madre...". Pero mi
pija se hinchaba cada vez m�s y sent�a que en cualquier momento pod�a estallar.


Ahora su cuerpo se mov�a con mayor agitaci�n y violencia,
ejecutando movimientos rotatorios mucho m�s pronunciados. Peque�os gemidos
sal�an de su boca mientras yo continuaba con las caricias. Sus dientes mord�an
el labio inferiror.


"�El culo!", dijo de pronto. "Por favor acariciame el culo...
necesito sentir tus manos en mi culo... �fuerte!... te lo ruego... por favor no
me falles ahora... �t�camelo con ganas!... ".


No hab�a notado que mi madre llevaba puesta una tanga tan
diminuta que dejaba todas sus nalgas a la vista. Eran unas nalgas duras,
prominentes, hermosas que brillaban gracias a la acci�n de los aceites y cremas.
A esas alturas mi conciencia era nula y como zombi s�lo atinaba a seguir sus
instrucciones. Comenc� a acariciar ese culo con toda mi pasi�n mientras el
cuerpo de mi madre se estremec�a en forma cada vez m�s violenta, ahora
ejecutando movimientos hacia arriba y abajo. Sus manos frotaban su vagina y las
m�as su culo ahora en forma violenta y rabiosa. Habiendo perdido yo todo control
y actuando por instinto, descargu� una fuerte palmada en ese culo que no cesaba
de moverse hacia arriba y hacia abajo en forma cada vez m�s violent�. En ese
mismo instante mi madre solt� un grito ronco y ahogado que se prolong� por
varios segundos. Se detuvo, tomo aire y volvi� a emitir un gemido, esta vez m�s
parecido a un suspiro, al tiempo que su cuerpo deten�a sus movimientos
lentamente. Inspir� por tercera vez, emiti� un peque�o suspiro y su cuerpo se
distendi� completamente.


"Gracias, fue maravilloso" me dijo pasados unos segundos.


Con mi pija a punto de estallar, di media vuelta y comenc�
con mi particular remedio para estas situaciones. Mi miembro estaba
particularmente duro y me tom� algunos minutos acomodarlo para ejecutar mi
singular acto de autosatisfacci�n. Apret� mis muslos una vez seguro que a la
segunda todo terminar�a cuando sent� que una mano se deslizaba dentro de mi
traje de ba�o y agarraba mi pija con fuerza y energ�a.


"No, dijo mi madre, as� no se hace. Yo te voy a ense�ar como
son las pajas de verdad".


Cogi� mi verga y comenz� a dar peque�os y suaves apretones, a
la vez que deslizaba su mano hacia mis bolas. Manteniendo el miembro apretado
con dos dedos, utilizaba los otros tres para acariciar mis test�culos. No
pasaron ni dos segundos hasta experimentar el placer m�s grande que hab�a tenido
hasta ese momento de mi vida. Una intensa sensaci�n de gozo recorri� todo mi
cuerpo, partiendo desde las bolas hasta llegar al �ltimo pelo de mi cabeza.
Qued� exhausto y me desplom� de espaldas en la arena.


"Eso es una paja de verdad" dijo mi madre. "Me mor�a de ganas
de ense�arte... ya no m�s sentado con las piernas cruzadas", agreg�. "Y para que
aprendas, debes saber que la m�a tambi�n fue una paja y de las mejores que me he
dado" sentenci�.


Yo entre mi confusi�n y cansancio no atinaba a responder
nada. S�lo ve�a estrellas. Luego me qued� dormido, no s� por cuanto rato. Al
despertar vi. a mi madre de pie a mi lado, indic�ndome que ya era la hora de
almorzar.


A partir de ese d�a mi vida cambi� completamente. Hasta ese
momento mi foco de atracci�n sexual lo constitu�an Pola. Siempre buscaba estar
cerca de ella para provocar alg�n roce de piel, observar alg�n cruce de piernas
o simplemente deleitarme con la observaci�n de su cuerpo semi desnudo en la
playa.


Pero ahora, era mi madre quien concitaba toda mi atenci�n. La
segu�a por la casa, observando y deleit�ndome con su cuerpo. Me acercaba a ella,
la abrazaba, y no perd�a oportunidad de acariciar su culo subrepticiamente. Ella
me dejaba hacer, especialmente en los breves instantes en que logr�bamos estar
solos.


"Ahora te vas al ba�o y te das una tal como te ense��" me
dec�a cuando notaba que mi calentura llegaba a los l�mites m�ximos.


Sin embargo, pese a la intimidad y cercan�a lograda con mi
madre, no tuve oportunidad de repetir con ella la experiencia vivida en la
playa, sino hasta varias semanas despu�s de terminadas nuestras vacaciones.


Estaba ella recostada en su cama, al parecer, dormitando. Su
pollera se hab�a subido dejando a la vista buena parte de sus hermosos muslos.
Mi madre est� deliciosa, pens� en el momento en que con sumo cuidado entr� a la
habitaci�n y me instal� al otro extremo de la cama matrimonial. Encend� el
televisor y me dispuse a observar un importante partido de basketball. Baj� el
volumen al m�nimo de manera de no despertarla. El partido estaba bueno y muy
disputado, sin embargo no pod�a evitar dirigir cada cierto tiempo la vista a los
muslos de mi madre. Poco a poco mi pija comenz� a hincharse mientras yo ejerc�a
unos suaves apretones sobre ella.


De pronto percib� un sutil bamboleo de la cama. Mir� hacia el
lado y apreci� que el cuerpo de mi madre comenzaba a ejecutar los mismos
movimientos de aquel d�a en la arena.


"Por favor, t�came el culito", susurr� de pronto


Hirviendo como estaba, acced� de inmediato a su solicitud,
pos� mi mano sobre su trasero y comenc� a acariciarlo lentamente.


"No, as� no", protest�. "Tienes que meter la mano por debajo
de la falda y tocar mi piel".


Transpirando de caliente acced� a su petici�n. Deslic� mi
mano por debajo de su falda y mis dedos escalaron por sus muslos hasta dar con
la piel tersa y suave de su culo. Un peque�o gemido escap� de su boca, mientras
el movimiento rotatorio de su cuerpo aumentaba en velocidad e intensidad.


"Ahora en la entrepierna", orden�. "T�came la entrepierna".


Fiel a sus ordenes, deslic� mi mano hacia abajo en direcci�n
a la entrepierna hasta llegar a la zona h�meda. En ese momento comprob� que no
llevaba calzones y su dedo anular presionaba su vagina.


"Un �ltimo favor" solicit�,... "Necesito tus dedos... m�teme
tus dedos"


Ayudado por su propia mano, logr� introducir dos de mis dedos
en su vagina, mientras ella ejecutaba con su propia mano movimientos rotatorios
sobre su vulva. Aprovechando mi mano libre comenc� a masturbarme tal como ella
me hab�a ense�ado. A los pocos segundos su cuerpo se puso tieso mientras su boca
emit�a un quejido gutural apagado por la almohada. En ese mismo momento acab�.


Guard� mi pija al tiempo que retiraba mi mano del culo de mi
madre. Baj� su falda hasta tapar completamente su trasero.


"Gracias" la escuch� decir mientras me pon�a de pie para
dirigirme al ba�o donde me corr� otra gran paja.


Ya m�s calmado, volv� a la habitaci�n para observar el final
del partido de basketball. Encontr� a mi madre sentada sobre la cama con las
piernas cruzadas delante de ella. Su falda dejaba los muslos a la vista. Sus
manos estaban sobre su regazo, pero los dedos desaparec�an bajo su pollera. Su
cuerpo se mec�a a lado y lado.


"No lo puedo evitar", confes� de improviso con voz resignada
y cansada.


"�Que cosa?", pregunt� sorprendido.


"Esto", contest�. "Esto que estoy repitiendo... la paja es mi
vicio y no lo puedo controlar".


Se produjo un largo y tenso silencio.


"Tampoco tengo inter�s por evitarlo", agreg�. "Por m� estar�a
todo el d�a as�", continu� confesando. "Soy capaz de tener mil orgasmos
diarios"...


Estaba como ida, pensando o reflexionando en voz alta. Yo
escuchaba atentamente, sus palabras. Cada frase, cada confesi�n era una
inyecci�n de sangre en mi pene que nuevamente estaba completamente erecto.


"Este orgasmo que se acerca es el s�ptimo de la tarde... el
que tu me provocaste fue el quinto... mientras estabas en el ba�o tuve el
sexto"...


No pude resistir m�s. Saqu� mi pija y me la corr� delante de
ella. Acab� en el preciso instante en que su garganta emiti� un especie de
bufido.


Pasaron varios minutos en que no articulamos palabra alguna.
Mi madre estaba ensimismada y en la misma posici�n hab�a comenzado una vez m�s a
tocarse.


"Ya te dije... este es un vicio incontrolable"


Aceler� el ritmo. Pr�cticamente saltaba sentada sobre la
cama, con los ojos cerrados y su cara desencajada.


"�Que delicia!" exclam�, "el placer que siento es infinito...
y mayor a�n cuando s� que alguien me observa... especialmente si ese alguien
eres tu"


Hab�a perdido todo pudor. Su falda estaba enrollada alrededor
de su cintura, su vagina completamente expuesta a mi vista. Ocupaba una de sus
manos para abrir los labios vaginales y con la otra se sobaba apasionadamente,


"Pero m�s me calientan tus caricias... en este momento... �te
ruego!... �te suplico!... que me aprietes los pezones".


Me acerqu� a ella, deslic� mi mano por debajo de su blusa
hasta encontrar un bot�n duro que somet� a presi�n.


"�Aprieta fuerte!... �con ganas!", gimi� ella, "m�s... por
favor... aprieta m�s"...


Y mientras exhalaba un largo y quejumbroso gemido, su cuerpo
se desplom� hacia un costado. Tom� mi mano, la apret� y cayo profundamente
dormida.


�FIN?


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