Justamente la existencia de esta maquina fue la que llam� la
atenci�n de la hija de mi vecina. Mi vecina, Norma, de 37 a�os, es una mujer
hermosa, libertina, de las que llegan a su casa en horas de la madrugada,
despu�s de una intensa noche de fiesta, licor y sexo. A pesar de ciertas
insinuaciones, nunca me ha atraido, aun cuando se trata de una mujer muy
atractiva, hermosa, que gusta vestirse de forma muy provocativa. La verdad es
que ese tipo de mujer no me atrae.

Tiene una hija, Greta, que al momento de ocurrir lo que les
he de narrar recientemente hab�a cumplido sus 13 primaveras. Es una chica que
hered� la hermosura y el buen cuerpo de su madre. De piel blanca, de bella
figura que a sus 13 ya le hace competencia a la de su madre. Lindo rostro con
cejas y cabellos negros, ojos verde aceituna, una boquita delicada, algo grande.
Como todas las chicas de su edad, gusta de vestirse con poca ropa, con unos
pantaloncillos tan cortos que en cierta ocasi�n, estando ella sentada de
espaldas a mi, pude ver el comienzo de la raja de su culo.

En varias ocasiones la chica ha estado en mi casa jugando con
mi playstation. A veces jugamos juntos, a veces solo llega a verme jugar. Un par
de veces se ha quedado en mi casa, mientras la zorra de su madre se queda con
algun invitado a pasar la noche en unas cogederas interminables. En ocasiones
hasta hemos escuchado sus gemidos en la madrugada cuando el tipo seguramente la
esta culeando como se debe.

Una madrugada, estando Greta en mi casa, me qued� cerca de la
ventana que da a la calle, escuchando los gemidos de Norma. La imaginaba en la
cama, yaciendo sobre su espalda, con las piernas bien abiertas, con su amante
bien situado en su sexo, metiendo y sacando la verga de su chocho una y otra
vez. Imaginaba sus tetas bamboleandose al ritmo de las cogidas, y el sudor
ba�ando su cuerpo y su rostro, el cual seguro mostrar�a con gestos propios del
momento el placer que le proporcionaba el ser empalada sin piedad por aquel
sable de carne.

Sin darme cuenta me saqu� la verga y comenc� a masturbarme,
mientras escuchaba aquella sinfon�a de gemidos. Mi respiraci�n se agitaba
mientras yo seguia d�ndome placer, sin apartar de mi mente la imagen de aquella
zorra cogiendo como loca. Ten�a mis ojos cerrados, y estaba casi llegando a mi
punto cuando sent� que no estaba solo en aquella parte de la casa. Volte�
r�pidamente para ver por un par de segundos a la chica que qui�n sabe desde
hac�a cu�nto me observaba. Ella dio media vuelta y se fue a mi habitaci�n,
dej�ndome solo nuevamente. Acomod� el sof� y me acost�, pensando en la chica y
en lo que podr�a haber pensado al verme masturb�ndome.

Al amanecer fui a mi habitaci�n a hablar con Greta. No quer�a
que se armara un esc�ndalo por un descuido de mi parte. Ella ya estaba
despierta. Pude notar que sus ropas estaban en un rinc�n de la habitaci�n.
Supuse que ella estar�a con su ropa interior al menos. Le dije:

Por lo que Greta me dec�a, no ten�a caso decirle nada a
Norma. Ella de todas formas deb�a de estar igualmente perdida por el licor, y
mas bien parecia querer que su hija entrara al mundo en que ella viv�a.

Llegamos a mi casa. Entramos a mi habitaci�n, ella todav�a
estaba nerviosa por lo que hab�a ocurrido.

La dej� sola, sal� de la habitaci�n y me fui a dormir al sof�
en el living. Me acomod� y despu�s de pensar mucho en lo que habia ocurrido, sin
darme cuenta, me dorm�.

No se cuanto tiempo habr� transcurrido, para mi fueron horas.
Lo cierto es que la suave voz de Greta me despert�. Pude verla de pie frente a
mi, con s�lo una de mis toallas cubriendo su cuerpo. Su rostro se veia algo
triste.

Luego se hinc�, acercando su rostro al mio, tomando mis manos
con las suyas, sus ojitos tan bellos reflejaban temor, seguramente seguia
nerviosa, unas l�grimas ya se asomaban.

Me levant� y me fui con ella, abrazandola y dici�ndole que se
calmara, dandole besitos en su cabeza y acariciando sus cabellos. Al entrar a la
habitaci�n me abraz� y me pidi� que me quedara con ella, que durmiera a su lado,
que eso la har�a sentir mejor. Nos acostamos sobre las s�banas, yo abraz�ndola
por la espalda, acariciando sus manos y sus brazos. Pod�a sentir el olor de su
cabello, no el de ning�n shamp�, sino que su olor natural, limpio, suave y al
mismo tiempo intenso. Igualmente not� sus hombros, su piel tersa y suave, piel
de chica adolescente, de la cual tambien emanaba un olor agradable, propio de
ella.

No pude resistirme y le di un ligero beso en su hombro
derecho, fue casi un roce de mis labios con su piel, sin embargo lo suficiente
para que ella lo notara y se estremeciera, como si repentinamente se hubiera
asustado por algo. Inmediatamente not� que su piel se eriz�, como cuando hace
mucho fr�o. Quise decir algo pero ella se volte� a mi, hasta quedar cara a cara
conmigo, viendo fijamente a mis ojos. Aquellos ojos bellos me miraban, con una
mirada no de enojo sino de franqueza, como queriendome decir "si, estoy de
acuerdo".

Te gusto? - Me pregunt�. � Tu me gustas. � Me dijo, sin
darme tiempo a responder. � Desde hace tiempo me vengo fijando en ti. Se que
vas a decir que soy muy chica para ti, que 13 a�os no es edad para que venga
a decirte estas cosas, pero creo que te quiero. Me gustas mucho, y me da
pena verte asi tan solo.

Se qued� en silencio por unos instantes, los cuales
aprovech� para decirle

Tu tambien me gustas, pero tengo sentimientos de culpa
cuando pienso en ti como en una mujer. No quiero ser el que te arrastre a un
mundo de sexo a tan temprana edad�

Desde que tengo memoria - me interrumpi� - mi madre nunca
ha guardado discreci�n ni intimidad cuando est� con sus amantes. Muchas
veces la he sorprendido en la ducha con algun tipo cuando regreso de clases.
La he visto cogiendo en varias posiciones y hasta la he visto mamandole la
verga a uno que otro tio. Si crees que soy inocente, que no se nada del
sexo, despreocupate porque no es asi.

Sin darme lugar a decir nada m�s, se incorpor� en la cama y
se quit� la toalla, dejando todo su cuerpo al desnudo, ofreciendolo al deleite
de mis ojos. Sus caderas todavia necesitaban ser un poco mas anchas, pero asi
como estaban ya definian su cintura, sus pechos peque�os aun pero ya bien
formados y firmes me observaban desde lo alto de su torso. El vello p�bico ya
estaba bastante tupido, cubriendo su sexo con su oscura sombra, tal como el de
una mujer hecha y derecha. Esto ya me lo esperaba ya que sus hermosas cejas
asi lo delataban. Sus piernas ya estaban definidas, un tanto delgadas pero
lindas, justamente como se veian cuando ella lucia aquellos pantaloncillos
cortos.

Su carita de angel adolescente me miraba con una expresi�n
de entrega total. Se acerc� a mi y me ofreci� su boca para darle un beso,
mientras mis manos recorrian su cuerpo desnudo. Acariaba sus caderas y sus
nalgas, que ya se sentian llenitas y firmes, sus piernas, su espalda. Mi verga
ya habia alcanzado su punto de erecci�n total, y ella presionaba su sexo
contra mi bulto, dandome a entender que ya se habia percatado de mi pija.

Rapidamente me deshice de mis ropas. Lo primero que Greta
hizo fue tomar mi verga erecta con sus manos, rodeandola con sus dedos,
contemplandola por primera vez, aunque en realidad sin saber que hacer o por
donde seguir. Fue por eso que decid� tomar la iniciativa. Acomod� la toalla
por debajo de sus nalgas y la hice yacer sobre su espalda, contemplando todo
el esplendor de su anatomia que se ofrecia para mi. Me lanc� sobre sus pechos,
los cuales chup� y bes� con mucha pasi�n. Ella jadeaba y respiraba
agitadamente, con sus manos sobre mi cabeza. Estuve alternando, subiendo a su
cuello, luego a su boca, nuevamente a su cuello y luego a sus tetas. Luego fui
bajando por su vientre, juguete� un poco con su ombligo, le di unos cuantos
besos a su vientre y a sus ingles, hasta colocarme con la cabeza enmedio de
sus piernas, con mi cara justo frente a su tesoro adornado con vellos negros,
tan negros como su cabello.

Con mis dedos separ� los labios, dejando al descubierto la
entrada a su vagina. La entrada a su cuevita de amor estaba justo frente a mi,
al alcance de mi boca. No esper� mas y cubr� por completo el sexo de aquella
chica. Era la primera vez que probaba el sabor de una conchita de una chava de
13 a�os, un sabor que me estaba encantando, que me estaba gustando mucho, que
me hacia desear quedarme con ella por el resto de mi vida, para poder gozar de
adolescente miel sexual durante muchas noches.

Ella arqueaba su espalda y gemia de placer, con sus manos
siempre sobre mi cabeza. Sus caderas se levantaban de la cama para presionarse
contra mi cara. Sus dedos se crispaban sobre mi cabeza y entre mi cabello
mientras sus gemidos iban en aumento. Con mi verga a como estaba no quise
esperar ni un segundo m�s. Me incorpor� sobre ella, con la punta de mi pija
apuntando hacia la entrada de su adolescente hoyo. Acomod� el glande
justamente en la entrada, y comenc� a empujar suavemente. Ella sujetaba mis
brazos con firmeza, con sus manos ejerciendo bastante presion en mis
antebrazos. Ella no me habia dicho nada pero yo sabia que estaba a punto de
llevarme su virginidad, misma que en ese instante le impedia a mi glande la
entrada plena. Finalmente, con nuestras miradas fijas la una en la del otro,
empuj� con fuerza, entrando m�s de la mitad de mi pija en sus entra�as. Ella
no grit� como supuse que har�a, sino que apret� los dientes mientras gru��a y
bufaba, luchando contra el dolor que le causaba la primera penetraci�n de su
vida. Finalmente dej� escapar un quejido, seguido de sus jadeos. El color de
su rostro se habia tornado muy intenso, producto de la agitaci�n. Bes� sus
labios y mientras me qued� quieto, dandole tiempo para que se acostumbre al
intruso de carne que acababa de romper a la vagina de ni�a para convertirla en
una vagina de mujer. De pronto sent� uno de sus pies sobre mis nalgas,
empuj�ndome para que terminara de penetrarla. Le obedec�, dejando entrar lo
que aun estaba afuera de su conchita. Esta vez se quej� con fuerza cuando por
fin entr�, arrugando la cara porque el dolor nuevamente se manifestaba. Una
vez m�s me qued� quieto, en espera de que ella se sintiera un poco mas a
gusto.

Finalmente empec� a moverme, cosa que ella no me impidi�
hacer. No la saqu� de su conchita para luego volverla a meter, sino que me
movi haciendo fuerza hacia dentro de ella, dando empujones fuertes y algo
r�pidos. Ella se quejaba cada vez que yo empujaba, gemia fuertemente, casi
gritaba. Yo me mantenia bien pegado a ella haciendo presi�n en su conchita,
seguro de que su clitoris estaba recibiendo el masaje tambien. Hubo un par de
veces que ella grit� cuando empuj�, luego de eso la sent� tensionarse, con
gemidos mas r�pidos e intensos. Era su primer orgasmo, fruto de su primera
cogida. Me mov� un poco m�s r�pido para ayudarla a venirse con m�s gusto. A
este punto yo tampoco aguantaba m�s. El sentir sus fluidos vaginales fluir en
su conchita y sumergir mi verga fue lo ultimo que soport�. Me vine bufando
como un toro, dejando escapar chorro tras chorro de semen dentro de su
vientre, inund�ndolo, sintiendo como mis jugos se escapaban de su co�o
mezclados con los suyos, llegando hasta el colch�n mismo, hasta que qued�
completamente seco.

Nos quedamos asi por un rato, yo dentro de ella, ambos
jadeando, recuper�ndonos de nuestro orgasmo. Era la primera vez que desvirgaba
a una chava de 13, y para ella yo era el primero en su vida.

Te quiero - Me dijo

Y yo a ti - Le dije

Por pura suerte, Greta no se embaraz� esa noche. Pero esa
no fue la �nica preocupaci�n que la chava tuvo. Norma se emput� como nunca
cuando su hija le dijo que se iba a vivir conmigo, pero a los pocos dias se le
pas� e hizo las paces con Greta. Al parecer ella, cuando estaba fuera de la
influencia del alcohol, si se preocupaba por Greta, sin embargo tuvo que
reconocer que ella iba a estar mejor conmigo que a merced de sus ebrios
amantes.

Greta y yo ya tenemos tres a�os de vivir juntos. Planeamos
tener hijos cuando ella cumpla 22, mientras tanto queremos disfrutar del sexo
a plenitud. Cogemos 4 o 5 noches a la semana. Todavia guardamos como recuerdo
la toalla de aquella noche m�gica, en la que la sangre de su primera vez la
manch�. La tenemos en un caj�n junto con la maquina de playstation haciendole
compa��a.

Norma se mud� a otro vecindario con un tio que le propuso
una relaci�n formal. Creo que la edad la hizo entrar en raz�n. Ahora que se
fue, los vecinos ya no escuchan sus gemidos por las noches cuando cog�a con
sus amantes, ahora escuchan los de Greta, cuando la estoy empalando por el
co�o o por el culo.

Del autor de "La sobrina de mi esposa" y "Mi cu�adita, mi
consuelo".