LA LEONA DE DOS MUNDOS
Por: Horny
La �poca en que mejor amamos es aquella en que todav�a pensamos
que somos los �nicos amadores y que nadie ha amado ni amar� nunca tanto
GOETHE
Con todo cari�o para mi dulce Carlitos.
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Eduardo estaba asistiendo a terapia debido a un problema de
habilidades sociales. A veces le costaba decir "no", y esto hac�a que el jefe y
algunos avispados subalternos se aprovecharan de su falta de asertividad y lo
sobrecargaran de trabajo.
Un d�a cualquiera, el motivo de consulta cambi� de rumbo.
Eduardo: No le hab�a contado antes porque pens� que iba a
ser capaz de manejarlo solo, pero estoy metido en un problema demasiado
complicado y no se que hacer. Tengo una amiga� pero no es cualquier amiga, ella
fue mi primera novia, volvi� a aparecer ahora� el asunto se me sali� de las
manos, la estoy viendo desde hace unos meses. Quiero que me ayude.
Debo reconocer que la noticia me sorprendi�. Eduardo no era
el t�pico mujeriego ni tampoco el hombre inmaduro o afectivamente inestable que
suele enredarse con facilidad. Ten�a 59 a�os, se hab�a casado hac�a 30 despu�s
de 2 de noviazgo, acababa de enterarse que estaba esperando su primer nieto y
ten�a un proyecto de vida organizado. Aunque no se conocen las causas con
certeza, en algunos varones la llegada del primer nieto puede producir un
incremento notable de la infidelidad, pero �ste no era el caso. El quer�a a su
esposa y estaba bien con ella.
Se hab�a encontrado a su ex novia en un supermercado despu�s
de �34 a�os de no verla!, toda una vida�. Cristina era una mujer bell�sima, con
enormes pechos algo afectados por la ley de Newton pero no gorda, alegre y muy
desenvuelta. Con un hijo de 24 a�os, muy bien conservada a los 57. Cuando
Eduardo la vio sinti� que una descarga el�ctrica lo atravesaba de lado a lado.
La boca de el sec� instant�neamente y la lengua se le trab�. Este ataque de
epilepsia amoroso qued� plasmado exteriormente en un gesto de extra�eza cercano
a la estupidez. Ella lo manej� con m�s elegancia. Lo abraz�, le dio un sonoro
beso en la mejilla y solt� el obligado y halagador: "Est�s igualitico, no has
cambiado nada". �l, con la escasa saliva que le quedaba, se limit� a responder
en eco: "Est�s igualitica, no has cambiado nada". Casi de inmediato, en
mil�simas de segundo su mente recapitul� seis a�os de noviazgo. Como una moviola
fuera de control, las im�genes se acumularon desordenadamente mientras la
taquicardia iba en ascenso. Parec�a que se estaba muriendo. Pens�: "La misma
sonrisa p�cara, el mismo brillo en la mirada, la misma voz". La sensaci�n fue la
de tener una revelaci�n.
Hab�an sido novios desde que el ten�a 19 hasta los 25, hasta
cuando Eduardo se fue a estudiar ingl�s a los Estados Unidos. Entonces ella
conoci� a otro muchacho, se enamor� intensamente y abandon� a Eduardo de la
manera m�s inadecuada: por tel�fono. �l se mont� en un avi�n y regres� a
reconquistar el amor perdido. Cristina dud�, no sab�a que hacer, dej� a uno,
volvi� con el otro, se arrepinti�, hizo intentos, en fin, se embroll� de tal
manera que finalmente decidi� casarse con su nuevo amor. A los siete meses
contrajo nupcias con el desconocido y se fue a vivir fuera del pa�s. El d�a de
la boda, Eduardo asisti� a la ceremonia (igual que en las novelas rosa), se par�
en la puerta de la iglesia y cuando ella dio el "si", se retir� definitivamente.
A partir de ese momento deambul� de un lugar a otro tratando de matar la pena.
Por fortuna, r�pidamente conoci� a su actual mujer, la que limpi� y san� cada
una de las heridas dejadas por la temible Cristina. Este amor no era tan intenso
como aquel, pero lo hac�a crecer, le daba paz y una tranquilidad especial
dif�cil de reemplazar.
No pod�a salir de su asombro. Verla otra vez fue un revolc�n
para la memoria. Ya m�s tranquilos, hicieron el mercado a un lado y se
preguntaron por las respectivas vidas, hijos, c�nyuges, padres, madres y amigos
en com�n. Intercambiaron tel�fonos, direcciones y, claro est�, el e-mail (el
incre�ble, encantador y emocionante correo privado donde uno puede hablar cara a
cara sin ser visto). De esta manera, se dio inicio a una fluida y fruct�fera
comunicaci�n. Comentarios, chismes y relatos interminables: "�Te acuerdas de
esto?", "�Recuerdas aquello?" Risas, remembranzas y tristezas pasajeras mal
disimuladas. Eduardo no dijo nada pero pens�, pens�, pens�. No podr�a dejar de
pensar. En c�mara lenta revisaba su historia afectiva.
Eduardo: Estoy confundido doctora. Ella volvi� a
despertar en m� algo que yo cre�a terminado.
T (terapeuta): Es comprensible. El primer amor no es
f�cil de olvidar. Es el debut afectivo y sexual. No es cualquier experiencia.
Eduardo: �sa es una de las cosas que m�s me mortifican.
Nunca hice el amor con ella. Nunca lo hicimos, pese a lo que sent�amos. Nos
acercamos pero jam�s pude hacerla m�a.
T: �Y entonces?
Eduardo: No s�, creo que me lo merezco. Yo estuve ah�
todo el tiempo, en las buenas y en las malas. Fui fiel� creo que tengo el
derecho de ser su amante� me lo gan�.
T: �Ella que opina?
Eduardo: Dice que me ama�.
T: �Y t�?
Eduardo: Creo que tambi�n. Pero pienso que adem�s hay
mucho deseo y algo de orgullo masculino. Estoy confundido. A veces creo que he
estado enga��ndome a mi mismo todo el tiempo. Yo pensaba que me hab�a casado
enamorado y que a�n amo a mi mujer. Ya dudo.
T: �C�mo va el matrimonio de Cristina?
Eduardo: Ella no est� contenta. Quiere que sigamos
adelante. Incluso habla de separaci�n. Ella le pide cama y el loco se le r�e
dici�ndole que tiene 20 mejores que ella y m�s j�venes. Le ha robado dinero
(varios miles de d�lares y en cosas de la casa). Qued� muy destrozada, sobre
todo moralmente.
T: �Y t� que quieres hacer?
Eduardo: No lo tengo claro. Siento que ella forma parte
de m�. No se como explicarlo, hay algo que me empuja a estar all�, como si �se
fuera mi lugar. La vida nos est� dando otra oportunidad. Nos equivocamos una
vez, pero todav�a podemos enmendar las cosas.
T: �Y tu mujer?
Eduardo: Creo que debo hablar con ella. Me siento mal
si�ndole infiel.
T: �Ya has estado sexualmente con Cristina?
Eduardo: No, nos hemos acariciado y besado, pero
solamente han sido aproximaciones�
No hab�a mucho que hacer. Eduardo estaba invadido por
Cristina. Consecuentemente con lo que sent�a, decidi� irse de la casa por un
tiempo e intentar experimentar a fondo su "reencarnaci�n amorosa". Estaba
dispuesto a jugarse el todo por el todo. Y arrancaron.
Seis meses despu�s, lo que dur� su luna de miel, ten�a a
Eduardo de nuevo en mi consulta.
T: Cu�ntame que ha pasado.
Eduardo: Un jueves hace meses nos vimos un par de horas,
charlando en mi coche y convinimos para el lunes estar juntos por primera vez y
que pasara de todo. El lunes a las 7 de la ma�ana la pas� a buscar y volvimos a
la tarde del martes. No le puedo decir lo que fue, casi una relaci�n continua
desde que llegamos al hotel hasta que salimos.
Una cosa que me choc� fue la siguiente: yo tengo por
costumbre, quitar la ropa mutuamente entre besos y caricias, luego a la cama y
all� terminar con la ropa interior. Ella se acost�, se tap� (era invierno y a
pesar de la calefacci�n, estaba fresco pues reci�n hab�an habilitado la pieza) y
cuando yo me met� en la cama, se destap�, se baj� la bombachita y me dijo
"c�geme Eduardo".
Lo rom�ntico, el juego previo, el momento m�s lindo, se vol�
todo al diablo, pero cosa rara, no me afect� f�sicamente y pude cumplir. El
hecho es que yo estaba en un momento muy bueno y muchas veces despu�s de
eyacular, segu�a con una rigidez extrema que pocas veces hab�a sentido.
No s�, quiz�s fuera lo que llaman "atracci�n o cuesti�n de
piel". Jugueteamos un poquito y se puso a mamarme. Cuando estaba cerca le dije
como lo hago siempre con toda mujer la primera vez "�te aviso?" y su respuesta
fue "�para qu�?". Estaba enloquecida con mi verga y se transform� en un vicio
tragarse todo cada vez que pod�a.
Yo nunca vi tantos orgasmos en una mujer. Me cabalgaba porque
mis piernas ya no daban, durante horas y era un orgasmo cada dos o tres minutos,
enloqueci�ndose de tal forma que a veces ten�a que pararla porque con el �mpetu
que se mov�a, arriba m�o y abraz�ndome, su cabeza pasaba al lado de la m�a de
tal forma que si nos lleg�bamos a pegar, por lo menos traumatismo de cr�neo para
los dos.
Luego lo hicimos en su departamento cuando el marido sali� a
trabajar y yo pasaba verg�enza por los gritos y gemidos que daba. Yo pensaba que
cuando me iba, todo el mundo me iba a estar mirando y diciendo "ese es el que la
est� matando".
Era virgen por atr�s. En nuestra primer salida, hablamos de
hacerlo y dijo que s�, que le gustar�a probar. No es tan f�cil "romper" un
culito de tantos a�os. Digo que no es f�cil hacerlo sin que el dolor sea
excesivo. Hay que tratar con mucho cari�o, tiempo y sobre todo muy buena
dilataci�n y lubricaci�n previas.
Ella viv�a tambi�n con su hijo que a cada rato se llevaba a
dormir a su novia, y estando �l, yo ni loco me iba a ir a acostar con su madre.
Iba un momento, saludaba, charlaba y luego me retiraba.
Coincidi� en esos d�as que el hijo se fue a quedar a casa de
su novia y el marido fuera de la ciudad cosa que nosotros aprovechamos para
estar juntos. Un hermoso departamento frente a la rambla en un lugar que no hay
playa, y en un 6� piso, con calefacci�n y una vista de ensue�o.
Si bien en nuestro primer encuentro intentamos la penetraci�n
anal, no la logramos pues por m�s que ella quer�a (estaba recalentada con el
tema), el dolor la venc�a.
Reci�n en la ma�ana del segundo d�a de estar en su
departamento lo logramos. Hab�a comprado (ella) una lata de vaselina como de 10
cms. de di�metro y tres de espesor que iba a dar para romper varias docenas de
culitos.
Bueno, ambos de costado, bien lubricado, ella guiaba mi verga
para acomodarla bien en su lugar (no le fuera a hacer un ano contranatura)
y me dec�a empuja o para seg�n lo que sintiera. Lleg� un momento que se sinti�
un "plop" y chao culito, con muy poco dolor, hab�a entrado la cabeza. El
problema es que el esf�nter tiene como un cent�metro y medio de espesor y si esa
parte no se pasa medio r�pido, es la parte m�s dolorosa.
Con la cabeza adentro, la dej� ir despacito hasta el fondo.
Ya no hab�a dolor y cuando la tuve bien clavada, la gir� suavemente coloc�ndome
encima de ella, ambos acostados boca abajo.
Y ah� comenz� lo bueno.
Me mantuve un minuto quieto, permitiendo que se adaptara,
pero ya no hab�a dolor y ella entr� a gozar.
Su mayor goce era el sentirse debajo de m� entregada
totalmente, con su hombre domin�ndola totalmente y adem�s empalada por primera
vez, hasta el fondo. Todo ese entorno mental creado por ella, - ya que yo en
ning�n momento soy dominante pues no me gusta - le produjo una excitaci�n
tremenda. Yo la tom� de las manos, a la altura de su cabeza y ella cruz� sus
piernas por fuera y encima de las m�as. Ah� comenz� el bombeo, suave al
principio, pero en menos de dos minutos estaba a todo ritmo teniendo su primer
orgasmo anal, completamente distinto que el vaginal, m�s intenso y m�s largo en
el tiempo.
Doctora, no se puede imaginar lo que esa mujer goz� y gimi�.
Termin� llorando de felicidad.
A los pocos minutos, tuvo un orgasmo vaginal, sin provocaci�n
ninguna, totalmente producto de su calentura y luego otro anal donde yo la
acompa�� con mi orgasmo. Ah� fue el acabose. Al sentirse inundada en sus
entra�as, fue la gota que derramo el vaso. No puedo decirle lo que esa mujer
goz� en ese momento pues no existen palabras.
Lo m�s lindo es que yo esperaba mi ablandamiento para
sacarla, para evitarle el dolor de la salida con toda mi dureza, pero yo segu�a
igual y ella quer�a bomba. Pero yo no quer�a irritarla en su primera vez, ya
hab�a tenido m�s de media hora adentro.
Bueno�, al final me sal� de ella. Pero a esa altura del
partido ya se hab�a enviciado con el sexo anal y las mamadas. Eran sus vicios
preferidos.
Un s�bado, nos encontramos a las 7 de la ma�ana y estuvimos
hasta el domingo a las 10 de la ma�ana, 27 horas juntos. Eso lo hac�amos en un
motel que est� saliendo de Montevideo, hacia los balnearios del Este. All� no
ten�amos que estar pendientes que alguien nos encontrara ni del reloj cosa que
me saca de quicio. Me gusta cuando hago el amor, tener tiempo por delante y no
estar consultando el reloj a cada rato, ya que muchas veces en una relaci�n se
te pasan un par de horas volando.
Volviendo a ese s�bado que le estaba contando y me sal� de
tema, durante 4 horas no continuas, tuvimos sexo anal, siendo una de las
primeras veces.
El lunes me llam� llorando porque le dol�a todo el vientre y
quer�a irse a la emergencia m�dica. Le contest� "la tuviste metida en el culito
por m�s de cuatro horas, eso te inflam� todo el vientre, el m�dico qu� te va a
decir? T�mese un anti inflamatorio y calmante y qu�dese en su casa descansando".
Y as� fue, a la tarde ya estaba mucho mejor.
Nos d�bamos verdaderas palizas de sexo y qued�bamos
destrozados, pero no hab�a forma de medirla, de hacerla bajar el ritmo. Y as�
fue como en nuestra primer salida, a la segunda ma�ana le encontr� el punto G y
la pude hacer decir "basta por favor". Era la �nica forma.
Ella pasaba su brazo derecho bajo mi cuello y se agarraba de
mi hombro derecho. Yo pasaba de igual forma mi brazo izquierdo y le tomaba su
mano izquierda bien fuerte. Nada de besos o de tocarme el miembro porque me lo
pod�a arrancar o en un beso partirnos literalmente las bocas.
Luego, ella boca arriba y yo de costado, comenzaba a
acariciar su vientre, pasaba suavemente por su cl�toris para excitarla un poco y
luego introduc�a mi dedo mayor dentro de su vagina con la palma de mi mano hacia
la vagina. En el momento que mi mano hac�a tope en la parte delantera de su
hueso p�lvico, simplemente tocaba casi sin hacer presi�n la pared frontal de su
vagina e inmediatamente comenzaba su orgasmo. Entre la yema de mi dedo y la
pared de su vagina, se ubicaba una leng�ita que al momento se retra�a pero ya en
ese entonces, toda la pared trasera de su vagina se cerraba espasm�dicamente
sobre mi dedo, hasta que cesaba su orgasmo que era de una intensidad extrema.
Cuando aflojaba, no pasaban 10 segundos que volv�a la
leng�ita y comenzaba otro orgasmo. Llegu� a contarle 41 seguidos (cada 4 o 5 yo
volv�a a presionar la yema de mi dedo, pero s�lo un instante y eso bastaba para
seguirla).
No s� si le mencion� que el primer d�a con ella, yo tuve 7
eyaculaciones, cosa que nunca hab�a alcanzado con nadie, y a mi edad, me parece
una muy buena producci�n.
Pero hubo veces que yo no llegaba por m�s que me esforzara.
Jam�s fui de eyaculaci�n precoz ya que me preocupe por ello desde mis inicios.
Puede decirse que hasta me cuesta llegar, pero como mi intenci�n es m�s dar
placer que recibir, no me preocupa mucho. Imag�nese que una vez erecto, la mujer
puede gozarla el tiempo que desee y yo tendr� tambi�n mi goce.
Los primeros tiempos con ella, se me hab�a irritado de tal
forma el cuello del glande que sufr�a horrible porque eran peque�os tajitos en
la piel, casi imperceptibles pero que en contacto con los jugos vaginales me
ard�an mucho. Pero muy pronto se encarg� de formarme un callo que aguantaba
todo. No, no fue un callo pero la piel nueva era m�s resistente y por ende, no
se her�a durante la penetraci�n.
Entre las cosas a destacar est� un d�a que haciendo sexo
anal, mis gemelas ya soplaban, ten�an s�lo aire adentro porque la producci�n era
ampliamente superada por la demanda. Entonces ella me ped�a "mi lechecita",
quer�a sentir mi chorro en su culito, desesperada, hasta que me pidi� que le
orinara. Tuve que concentrarme mucho y llegu� a mandarle un chorrito. Se
enloqueci� con ello y me pidi� m�s.
Yo sab�a que si le hac�a el gusto, iba a ser el enchastre del
siglo, ya que si el culito no reten�a una descarga de semen, menos iba a retener
algo mucho m�s l�quido.
Est�bamos en la posici�n de siempre, ella abajo y ambos
mirando hacia abajo. Me gir� sin sacarla quedando los dos boca arriba, yo abajo,
me deslic� en la cama hasta sacar las piernas y quedar sentados. As�, en
trencito, sin sacarla la llev� hasta la ducha y ah� le di parte de lo que
quer�a, es decir, un buen chorro.
Ni qu� decir que lo disfrut� como una bestia y luego, cuando
la saqu�, empez� a salirle todo el l�quido que ten�a adentro. Yo para ese
entonces, hab�a abierto la ducha. Cuando termin�, me pidi� que le diera el
resto, o sea, una lluvia dorada, agach�ndose y dirigiendo ella el chorro sobre
sus pechos y al final, hacia su boca, tragando la parte final pues no se la sac�
de la boca hasta que me hizo eyacular mam�ndome. Qued� enloquecida, aunque no lo
volvimos a repetir.
Una cosa que tambi�n le gustaba era mamar acostada, ambos de
costado, ella se bajaba hasta la altura de la verga y se la introduc�a en la
boca mientras yo con movimientos de cintura, le cog�a la boca. Lo disfrutaba
mucho.
Una an�cdota jocosa ocurri� en nuestra pen�ltima salida.
Fuimos a un hotel que a ella le hab�an dado un volante de propaganda. Era un
viejo hotel en el centro, cerca de su casa. Fuimos caminando unas 10 cuadras.
Pasamos la noche con un terrible esc�ndalo pues ah� mismo
funcionaba un pub. Ya habiendo amanecido, ser�an las 7, yo me levant� y fui al
ba�o. Volv� y me acost�. Ella ya se hab�a despertado y se fue tambi�n al ba�o.
Entre alg�n mimo que le hice antes de levantarse y la famosa erecci�n matutina,
yo estaba como un hierro y como s�lo ten�amos la s�bana y un cubrecamas fino,
arm� la carpa. Saque las manos afuera para que ella las viera y al mismo tiempo
tensar a los costados m�os la ropa de cama para tener armada la carpa.
Cuando lleg� al cuarto, de repente vio la carpa y grit� "TODO
ESO ES PIJA" e incr�dula levant� la s�bana. Cuando lo comprob� cierto, grit� "ES
M�A" y de inmediato me mont� y se empal� hasta el tope. Era de pel�cula c�mo
gozaba y las cosas que dec�a.
Eduardo se call� un momento, dudando si seguir o no y
mir�ndome asombrado por todas las cosas que me hab�a soltado de sopet�n,
confidencias que a nadie mas se atrever�a a decir, motivado por la confianza que
yo le inspiraba.
T: �Y donde est�s ahora?
Eduardo: A pesar del �mpetu y las ganas, la realidad se
hizo evidente, ya no somos los mismos.
Ya Eduardo hab�a regresado a su casa, estaba de vuelta,
disfrutando del matrimonio y habl�ndole al abdomen de su hija.
Eduardo: No s� qu� pas�. Fue como despertar. Todo en ella
era distinto y ajeno a m�. Sus gustos, su manera de pensar, sus metas. No era la
Cristina que yo conoc�a.
T: �Qu� pas� con el derecho a la sexualidad del que
hab�as hablado?
Eduardo: A pesar de la pasi�n no la pude sentir m�a. Creo
que uno se acostumbra a la fisiolog�a de la pareja. �Por qu� no segu� con ella?
Por varias causas. Nuestra meta era formar una pareja y vivir juntos, pero yo
not� varias cosas que me dec�an "NO EDUARDO, no te metas".
En primer lugar al mes de nuestra relaci�n, me gritaba y me
insultaba por tel�fono. �Qu� quedar�a para cuando vivi�ramos juntos?
Por otro lado ella sab�a perfectamente cu�l era mi situaci�n
marital y la comprend�a y aceptaba, pero as� como ella deb�a cuidar un poco su
imagen con su hijo, yo deb�a cuidar la m�a con mis hijos, ya voy a ser abuelo�.
Adem�s, ella comenz� con "cuando vivas conmigo se te va a
acabar esto y aquello y lo otro...". No se cambia a una persona as� y menos a
nuestra edad. Se pueden lograr cambios, pero con amor, con dulzura y no con
imposiciones anunciadas de antemano.
Tanto ella como yo, est�bamos pasando un momento econ�mico
muy malo. Ir a su casa significaba un gasto y yo trataba de acomodar mis
quehaceres con las visitas.
Por ejemplo, no bien me jubil�, llev� el auto a ajustar el
carburador, lo cual me implicaba ir cerca de su casa y dejar el auto temprano,
en la ma�ana y pasar a buscarlo en la tarde. Ideal para irme a su casa y estar
un rato con ella, aunque fuera conversando ya que su hijo trabajaba a media
cuadra y en cualquier momento pod�a aparecer. Pues no quiso. Dijo que no la iba
a cambiar a ella por un carburador. Ella quer�a que yo fuera dejando todo lo
dem�s de lado.
Otros d�as le preguntaba si ten�a algo que hacer al otro d�a
y siempre ten�a la ma�ana y tarde ocupadas en algo. Entonces yo no dec�a nada,
pero luego me echaba en cara que no la iba a ver.
Bueno, al final, ella me pidi� de terminar con lo nuestro,
por tel�fono como ten�a ya por costumbre. Yo estuve de acuerdo y le pregunt� si
quer�a continuar una amistad, a lo cual se neg�. Intentamos volver de nuevo,
retomar lo vivido pero no se pudo.
La se�ora me dej�, enojada porque le hab�a dedicado poco
tiempo (si ella no ten�a tiempo para nada los pocos d�as que nos ve�amos) y ni
siquiera un mail me mandaba. Yo le escrib� y me contest� unos disparates y ah�
le dije que el rompimiento que ella hab�a propuesto la vez anterior y que
hab�amos reintentado anularlo, segu�a en toda su vigencia.
No tuve muchas m�s noticias ni quiero tenerlas. La cama no es
todo.
Y aqu� termina la historia�
T: �C�mo te sientes ahora?
Eduardo: Arrepentido, liviano, libre. Por suerte mi mujer
me perdon� el affaire.
T: �Y que hay de Cristina?
Eduardo: Ha vuelto a llamarme. Pero ya aprend� a decir
"no".