Relato: Ambulancia caliente



Relato: Ambulancia caliente

Como enfermera de regular �xito trabajo para una empresa de
emergencias; es decir, soy de las que andan subidas a una ambulancia dispuesta a
salvar la vida de alg�n paciente. Muchas veces estamos abarrotados de trabajo,
en especial cuando hay luna llena: los pacientes parecen "atacarse" todos
juntos. Muchas otras, ninguno se enferma y quedamos en la central de la empresa
esperando alg�n llamado. Sin embargo, en ciertas ocasiones el jefe nos sugiere
"ir a gastar nafta", esto es, salir de rotation en la ambulancia, con la sirena
encendida y a velocidad media. La finalidad de esto no es mas que el autobombo,
o lo que es lo mismo hacer publicidad a trav�s de la propia ambulancia que lleva
carteles de la empresa. Parecer� un gasto superfluo de dinero pero hoy d�a las
estrategias de marketing, seg�n el jefe, son cada vez mas truculentas.


Cierta tarde salimos rumbo a una emergencia junto a mis dos
compa�eros de trabajo: Arturo y Sebasti�n. El primero es un m�dico al que asisto
en los casos en los que hay que hacer electros y otras cosas, y el segundo es el
chofer de la ambulancia. Arturo, ex jugador de rugby, tiene un cuerpo poderoso,
no es gordo pero s� muy grandote, atractivo y siempre he sentido atracci�n por
�l. Como yo, es casado y lleva el estigma de mujeriego. Lo peor de todo es que
el hombre, de unos 45 a�os, tambi�n tiene fama de indiscreto pues suele contarle
a sus compa�eros todas sus conquistas amorosas sin escamotear el mas m�nimo
detalle. Y yo siempre cre� los rumores que llegaban a mis o�dos acerca de sus
infidelidades ya que tiene muchos atributos con los que atraer a las mujeres.


Desde que lo conoc� se encendieron mis lucecitas de alerta
ante semejante pedazo de hombre. Y no era la �nica, casi todas las muchachas de
la empresa se alborotaban ante su presencia. Claro que siempre pens� estar a
salvo: como mujer casada, no cab�a en mi cabeza tener una aventurilla con �l. A
pesar de eso tuve excitantes fantas�as que lo involucraban, -�qu� mujer no las
tendr�a?- y hasta he so�ado que me lo cog�a, pero nunca hab�a pasado mas que de
jugar un poco con la imaginaci�n y el deseo.


Ya que estamos con las descripciones sigamos con la m�a. Soy
una mujer normal, de 28 a�os, y lejos estoy del prototipo de la enfermera gorda,
arisca y con el pelo estirado y recogido en un rodete. Soy muy femenina y
coqueta y tengo un aspecto mas bien fr�gil pero con una personalidad espont�nea
y fuerte que me ha permitido decir siempre lo que quiero y pienso. Mi cuerpo es
bonito, el que me gusta mostrar en su medida y armoniosamente.


Como dec�a, aquella tarde en que empez� todo salimos rumbo a
una urgencia. Arturo, 24 a�os, amante de la velocidad -que mejor que el puesto
de chofer de ambulancia- y soltero, manejaba como poseso rumbo a una paciente
joven con probables problemas de coraz�n. Llegamos en un santiam�n, a fuerza de
cruzar sem�foros en rojo, y encontramos a una bella joven con el cuerpo
completamente crispado, las extremidades acalambradas y gritos de ahogo que
luchaban por salir de su boca. Enseguida me dispuse a preparar los elementos
para el electrocardiograma. No voy a entrar en detalles t�cnicos pero la
cuesti�n es que la muchacha lejos de tener problemas card�acos estaba
manifestando alg�n brote hist�rico. Arturo le dio una pastilla para
tranquilizarla y le sugiri� a los familiares que visitaran un psic�logo pues
estaba en perfectas condiciones f�sicas. Ya dentro de la ambulancia Arturo
coment� que jam�s hab�a visto semejante crispaci�n en las extremidades y que no
pod�a creer de lo que era capaz de hacer la mente.




Y encima semejante yegua....


Si, estaba para el crimen, dijo Sebasti�n.


No pude evitar que se me parara. Cuando le puse los
electrodos le toqu� un poquito las tetas que no estaban para despreciar.


Sos un hijo de puta




Se re�an a carcajadas como si yo no estuviera presente y me
indign� un poco:




Que falta de �tica profesional


No seas infantil, o te pens�s que los m�dicos somos
santos? Antes de m�dicos somos hombres.


Pobre chica.


Esa necesita una buena cogida y se le pasa toda la
histeria. Te lo aseguro.




Siguieron ri�ndose como si nada y sentada en el medio de los
dos vi como Arturo pon�a la mano encima de su paquete. Disimuladamente mir�
hacia su entrepierna y el muy guarro rozaba uno de sus dedos en lo que imagin�
una verga tan gigante como el resto de su cuerpo. Yo no quer�a mirar pero no lo
pod�a evitar y segu� con la cabeza apuntando al frente pero con los ojos
torcidos y bajos para no perderme detalle de su franeleo. Me reprim� y saqu� los
ojos de la visi�n, no fuera cosa de que Arturo me descubriera espiando aquella
guarrada. El sigui� d�ndole, pod�a sentir como rozaba mi brazo al toquetearse la
verga en movimientos peque�os. No es que se estuviera haciendo una paja
demencial, no, solo rozaba uno de sus dedos por encima del pantal�n como gozando
un poco de su erecci�n y jugando con ella. Empec� a hablar con Sebasti�n de
cualquier boludez para olvidarme de que Arturo segu�a rozando mi brazo en sus
movimientos. En alg�n momento sent� su mirada en la nuca y ahora, adem�s de
seguir con lo que estaba haciendo tambi�n rozaba su pierna con la m�a. Las fui
cerrando de a poco para evitar el roce pero �l no se detuvo: sigui� abriendo las
suyas cada vez mas. Sebasti�n hablaba de su pr�ximo fin de semana y yo, sentada
en el medio de los dos en aquella cabina, empec� a inclinarme hacia el lado del
conductor. Estaba un poco inc�moda ante la situaci�n pero im�genes de su verga
parada se paseaban a cada rato por la mente. Hasta imagin� que yo le pon�a la
mano en la verga, que se la sacaba afuera, la chupaba y lo pajeaba hasta hacerlo
acabar. Me calent� un poco y tuve suerte de que enseguida lleg�ramos a la
empresa. Todo el suceso y mi propia imaginaci�n me estaban mortificando y
agradec� la oportunidad de salir de aquella cabina. Sebasti�n baj� rapid�simo y
Arturo dijo:




Te hubiera gustado tocarla, no?




La pregunta me tom� de sorpresa pero enseguida pude
reaccionar haci�ndome la desentendida.




Que? Qu� cosa?


No te hagas la tonta. Vi tus ojitos como se desviaban. Te
pusiste colorada y hasta podr�a afirmar que te calentaste y todo.


No se de lo que me habl�s.


Tu cuerpo desped�a un calor.....




Tragu� saliva y aceler� el paso. El apur� el suyo y en un
susurro acot�:




Me hubiera encantado que tu mano hubiese estado sobre mi
verga. El calor que desped�a tu cuerpo me puso loco y ahora mismo me
gustar�a un buena chupada de esa boquita roja que ten�s.




Estaba a punto de darle un cachetazo cuando el jefe llam� a
Arturo para otra emergencia. En esta yo no acudir�a pues solo iba en casos de
problemas card�acos, de modo que me qued� en la empresa con el suficiente tiempo
para pensar acerca de lo sucedido. Estaba indignada por su atrevimiento pero no
pod�a negar que todo lo que hab�a dicho era cierto. Con el paso de los minutos
la indignaci�n fue cediendo pero la calentura parec�a envolverme cada vez mas.
Im�genes de su verga siendo chupada por mi boca me pasaban por la cabeza sin que
pudiera controlarlas al tiempo que sent�a mojarme un poco mas en cada visi�n.
Trataba de evitar todo eso pero mientras mas fuerza hac�a para obviarlas mas
osadas se volv�an las im�genes. As� llegu� a estar completamente penetrada por
una verga enorme con la que me sent�a llena y satisfecha. Imagin� la llegada de
miles de orgasmos producto de esa verga metida bien hasta el fondo de mi concha.
Me pregunt� si llegar�a a ser capaz de acostarme con �l y no pude obtener un
respuesta cierta; y luego pens� c�mo ser�a cogerlo. Aun mas que las fantas�as,
imaginar una realidad que podr�a concretarse me estremeci� el cuerpo y me dej�
sin aire. En ese momento lleg� una de las otras enfermeras, Carmen.




Qu� te pasa que ten�s esa cara?


Nada, nada.


Seguro?


Si




Al rato lo vi llegar. Me ech� una mirada de galancete y
desvi� mis ojos hacia la nada temerosa de que mi cara revelara mi imaginaci�n
desbocada. No tuve oportunidad de estar a solas con �l y tampoco la ansiaba
mucho. Tem�a a mi reacci�n y, para ser sincera, no ten�a ganas de cuernear a mi
marido. Pero esa misma noche, mientras hac�a el amor con �l, imagin� que era su
verga la que me entraba y as�, imagin�ndolo sobre mi, llegu� a tres orgasmos en
una misma noche. No se si mi marido lo habr� notado pero no estaba cogiendo con
�l sino con Arturo.


Durante algunos d�as no fueron necesarios mis servicios junto
a Arturo y casi no lo vi. Un martes por la ma�ana lo enganch� coqueteando con
una de las doctoras y los celos me pusieron los pelos de punta. Por alguna raz�n
me sent� defraudada y traicionada y me negu� a seguir vi�ndolo como objeto de mi
deseo. Me dije a m� misma que no podr�a convertirme en otra de sus recurrentes
conquistas. S�, me lo hab�a jurado pero me fue bastante dif�cil llevarlo a cabo.
Pronto volv� a caer en sus brazos y esta vez literalmente.


Una nueva urgencia nos requer�a y los tres fuimos en el aire
en busca de un anciano al que no pudimos salvar. Cuando llegamos el pobre ya
hab�a fallecido. En la ambulancia el silencio casi cortaba el aire y mir� a
Arturo: estaba destrozado.




No hubo nada que pudi�ramos hacer Arturo.


Ya lo se, pero en estos momentos me siento completamente
impotente.


Ya estaba a la merced de Dios, un papel que no es el
nuestro.


Ya se, ya se.


No pienses mas, ya est�. Dejalo ir en paz.


Si, ten�s raz�n.




Lo mir� a los ojos y no pude mas que sentir cierta compasi�n.
Yo tampoco estaba del todo bien despu�s de aquello pero evidentemente era mas
fuerte que �l. Me dieron muchas ganas de besarlo y me contuve mirando para otro
lado. El conquistador de Am�rica ten�a coraz�n y con solo eso logr� hacerme
derretir. Si me avanzaba lo dejar�a correr hasta donde el quisiera. Y si no me
avanzaba pronto arremeter�a yo.


Ya mas calmados dentro de la empresa Arturo me trajo un caf�
y se sent� a mi lado. Sin poder resistirme lo bes� en la boca. Calcul� un beso
tierno pero parece que me saf� un poco porque enseguida sus manitas fueron a mi
trasero y me hicieron sentar, con las piernas abiertas, sobre su porongueta que
apenas se hac�a sentir debajo del pantal�n. Me desilusion� un poco, esperaba un
recibimiento mas evidente y mas grande. Empec� a moverme sobre �l mientras le
refregaba las tetas sobre el pecho y sent� mojarme cuando su verga se fue
endureciendo de a poco. No pod�a dejar de moverme, me animaba su lengua en mi
oreja y sus constantes paseos por mi espalda y mi culo.




Que rico tenerte subida sobre mi verga. Nunca cre� que
fuera a suceder


Por qu� no?


Porque te deseo desde que te conoc�


Ah, si?


As� es. Tan correcta con tu maridito, tan intolerante
ante las cuestiones de la carne. Me gusta que finalmente te hayas decidido y
mas me gusta que fueras vos la que tomaras la iniciativa. Me excita.


En serio? Le dije mientras me mov�a sin piedad sobre �l.


Hummm. Ahora andate que nos van a pescar.


Un poquito mas....


Andate, dale.




Le di un beso de lengua y me retir� de all�. Estaba excitada,
no me hubiera importado cog�rmelo ah�, sent�a la bombacha toda mojada y tuve que
cerrar un poco las piernas para hacer caer el flujo que formaba globitos
inc�modos entre mis piernas.


Esa noche me tocaba guardia y grande fue mi sorpresa cuando
apareci� Arturo:




Vamos a gastar un poco de nafta con la ambulancia.


Y Sebasti�n?


Est� en otro m�vil. Vamos.


Y si nos llaman?


Vamos, dejamos la radio prendida.




Arturo se sent� al volante y yo me sent� muy pegada a su
lado. Apenas salir de la empresa puso su mano sobre las piernas, acarici�ndolas
hasta casi llegarme al pubis. Me encantaba sentir sus manos en mi piel y me
estaba excitando de lo lindo. Enseguida meti� una de sus manos por debajo del
guardapolvo y de la pollera y me acarici� la vulva por sobre la bombacha.




Ya estas mojada y todav�a no hice nada


No soy de fierro.




Sigui� acarici�ndome entrecortadamente pues su mano iba y
volv�a de mis piernas y mi bombacha a la palanca de cambio.


Viv�amos en un suburbio y vi que enfil� la ambulancia hacia
la ruta. Me llev� a un camino de tierra completamente sin luces en el que
podr�amos despacharnos de lo lindo. Una vez all�, en el medio de la nada,
apagamos las luces exteriores y Arturo dej� las interiores prendidas y tambi�n
la radio por si nos llamaban para alguna urgencia.


Enseguida se tir� sobre mi y lo recib� con las piernas
abiertas. Su lengua se meti� en mi boca y jugu� con ella durante un rato,
envolvi�ndola con la m�a y apret�ndole los labios.




Vamos atr�s.




Nos metimos en la caja y me acost� en la camilla. Se sent� al
lado m�o y me contempl� de pies a cabeza.




Doctor, creo que estoy enferma




Una sonrisa p�cara se dibujo en su rostro y me sigui� el
juego.




Qu� le anda pasando, se�ora?


Tengo un hormigueo en el est�mago y se me acumula una
humedad entre las piernas que no se que es


Humedad?




Me desabroch� el guardapolvo y de un sopet�n me levant� la
pollera. No pod�a creer lo que estaba haciendo pero me sent�a tan libre junto a
�l que no me importaba absolutamente nada. Abri� los ojos y se qued� inm�vil.




Ac� se acumula la humedad. Ve? Dije se�alando en mi
entrepierna.




Se acerc� sobre mi pubis y dijo:




Es cierto, su bombacha aparece con algunas aureolas.


Vio? Qu� podr� ser?


Tendr�a que hacer una prueba r�pida para sacar una
muestra.


Lo que usted diga doctor.




Pas� los dedos alrededor de la bombacha y luego los meti�
dentro de ella. Fue exquisito sentir sus dedos en mi vulva y en el cl�toris y
empec� a arquearme.




Veo que tiene algunas reacciones. Vamos a sacarle la
bombacha para trabajar mas c�modos.




Se par� delante de la camilla y me levant� la cadera y las
piernas. Estaba encorvado un poco hacia delante y ve�a sus ojos clavados en mi
entrepierna. De a poco fue quit�ndome la bombacha y se arrodill�, acomodando mis
piernas sobre sus hombros.




Ahora que tengo una buena posici�n voy a inspeccionarla.


Si doctor.




Sin tocarme sus ojos se estaban dando un fest�n con mi vulva
peluda, se le notaba en la cara. Yo estaba ansiosa de que me chupara o que
volviera a tocarme pero me dej� hacer completamente expuesta a su mirada.




Se ve muy mojada. Siente que est� mojada?


Siiiii, dije ri�ndome.


Vamos a ver si lo que hago ahora la moja mas o no




Comenz� a pasar la palma de su mano sobre mi vulva una y otra
vez de arriba para abajo. Luego los dedos empezaron a tocarme el cl�toris y los
labios vaginales. Mis flujos corr�an sin pausa y me mov� para darme mas placer.
Me estaba poniendo loquita y era una delicia como sab�a tocarme el cl�toris. No
me faltaba mucho para el orgasmo.




Se est� mojando mucho se�ora.


Si, mucho.




Ahora me hab�a metido dedos en la concha haci�ndome gemir en
sus entradas, meti� uno y luego otro mientras segu�a girando exquisitamente
sobre mi cl�toris. Enseguida sent� un dedo meterse en mi ano y empez� a bombear.
Ten�a ganas de sentir su verga ya mismo, lo deseaba llen�ndome y eyaculando
dentro.




Met�mela, met�mela que no aguanto mas


Que puta sos, jam�s lo habr�a pensado.




Se desabroch� la bragueta y me la fue metiendo despacio.




Te gusta putita?


Me encanta, dije entre jadeos.




Que me dijera puta me excitaba aun mas. Me sent� sin l�mites
y sin tapujos y empec� a moverme para hacer que me penetrara hasta el fondo. El
pareci� haberse dado cuenta y con fuerza me ensart� completamente. Casi grit� de
placer y me estremec� cuando su verga toc� mi �tero. Empec� a jadear cada vez
mas fuerte a medida que empujaba sobre mi una y otra vez con un ritmo que se
aceleraba en cada envestida. Me bombe� hasta hacerme acabar y lo vi
incorporarse. Se sent� sobre mi est�mago y me sac� la remera y el corpi�o. Me
agarr� y toc� las tetas, apretando las puntas de los pezones y luego,
junt�ndolas, meti� su verga parada entre ellas. Empez� a empujar dentro del
canal formado por mis tetas mientras me apretaba los pezones con bastante ganas.
Dej� mi lengua afuera para que cada vez que su verga se acercara darle un
leng�etazo. As� estuvo durante un ratito, sus masajes en mis tetas estaban
haci�ndome mojar otra vez y ya cuando hab�a alcanzado un ritmo infernal me la
meti� en la boca.




Chup�mela que se que el otro d�a no te faltaban ganas.




Le di con toda mi lengua por el rabo y el glande, el empujaba
dentro de mi boca ya cercano a eyacular y no hizo falta mucho para que dejara su
leche en mi boca. En esa posici�n tragu� casi todo y me extra�� de no negarme.
Jam�s hab�a sorbido el semen de mi marido, ni siquiera lo dejaba terminar en la
boca pero como ya dije me sent�a libre con Arturo, lejos de suegros, hermanos,
parientes y compromiso. Con �l era puro sexo y placer.


Al otro d�a, tambi�n de guardia, terminamos en el mismo lugar
que la noche anterior. Esta vez fuimos sin escalas hacia la caja del fondo donde
nos desvestimos con suma rapidez movidos por la necesidad imperiosa de tocarnos.
Le gustaba la posici�n de mis piernas sobre sus hombros y me dio una sorpresa.
Mientras ten�a sus dedos metidos en mi concha, varios dedos metidos que me
volv�an loca, con la otra mano intentaba penetrarme el culo, primero con un
dedo, luego con dos y luego con la punta del glande. Me estremec� y casi me
negu� pero mi calentura era tal que ten�a ganas de que me la metiera por
cualquier lado.




Se que te va a gustar esto putita, tanto como me gusta a
mi. Te voy a coger tanto por el culito que vas a acabar como una loca y
pedir�s que te la meta hasta el cansancio.




Sus palabras me calentaban y me sent� mojar hasta el
infinito. Sent�a la punta del glande pasando por la raya del culo y mov� el culo
para que me la metiera de una vez. Enseguida sac� sus dedos y trat� de meter el
glande. Se le complic� un poco as� que me meti� los dedos en la concha, sin
perder la oportunidad de tocarme el cl�toris, y con el jugo de mi concha
lubricada, se masaje� la verga. Enseguida lo sent� entrar, me doli� y ni tiempo
para que me acostumbrara me la meti� un poco mas. Volvi� a dolerme y grit� pero
ten�a sus dedos dentro de mi concha que ni un momento hab�an dejado de
toquetearme intempestivamente el cl�toris, los sacaba y los met�a haci�ndome
desear cada vez mas. El dolor y el placer estaban juntos y lleg� un momento en
que no pude distinguir uno del otro y empec� a jadear y a moverme. El se meti�
otro poco y salt� de placer, sent� acabar cuando me ensart� por completo y me
derram� en un orgasmo riqu�simo. Sin tiempo a nada y mientras segu�a toc�ndome
la concha con sus dedos me ensart� por delante y me bombe� sin piedad hasta que
lo sent� acabar dentro de mi agujero.


As� entregu� mi culo por primera vez. Jam�s se lo hab�a
permitido a mi marido pero con �l no hab�a cosa que pudiera decirle que no. Todo
lo que me hac�a y dec�a me gustaba y me dejaba satisfecha y saciada de verga. Me
convert� en su amante y repetimos aquellas escenas en el medio del campo unas
cuantas veces.


Cierta noche, mientras yac�amos exhaustos en la caja de la
ambulancia Arturo me dijo:




Sebasti�n anda deprimido


Si? Que tiene?


La novia lo dej�.


Pobre.


Y estuve pensando...




Sus ojitos brillaron y me dispuse a escucharlo atentamente.




Que estuviste pensando?


Que me gustar�a verte cogida por �l.




Debo haber puesto cara de indignaci�n porque enseguida acot�.




Bueno, si no quer�s no, era solo una fantas�a.




Me qued� en silencio y volvimos a coger. Ya en casa pens� en
la propuesta y no me pareci� del todo mala. Con Arturo hab�a experimentado cosas
nuevas y siempre me hab�an gustado. A pesar de que solo fuera mi amante, en
materia de sexo, me sent�a mas complacida y segura con �l que con mi marido.


As�, cierta vez que volv�amos los tres de una urgencia,
conmigo sentada en el medio de los dos, tom� la mano de Arturo y la puse bajo el
guardapolvos y la falda. El r�pido empez� a tocarme por encima de la bombacha
hasta lubricarme y hacerme respirar cada vez con mas ganas. Despu�s fue directo
a mi concha, cl�toris y vagina y meti� dedos acariciando toda mi zona h�meda.
Empec� a jadear y enseguida vi que Sebasti�n me miraba mientras manejaba. Vi sus
ojos abrirse cuando Arturo se agach� y empez� a chuparme la concha como poseso
sac�ndome una gran cantidad de jadeos.




Che, que hacen?




Nadie le contest�. Arturo sigui� chup�ndome y explor�ndome
con los dedos, sintiendo como su lengua entraba y sal�a de mi vagina y otra vez
Sebasti�n habl�:




Paren un poco que voy a chocar.




Estacion� la camioneta en medio de la ciudad que estaba
pr�cticamente desierta y se qued� contemplando como Arturo segu�a chup�ndome. Yo
estaba que no pod�a mas y en cualquier momento largar�a un buen orgasmo. Estaba
excitada por Arturo y tambi�n por los ojos de Sebasti�n que se mantuvo est�tico
mirando como mi amante me chupaba. Se anim� a tocarme y perd� la cuenta de
cuantos dedos estaban recorri�ndome. Era un mar de oleadas de placer que me
llegaban sin pausa y acab� all� mismo. Arturo se corri� y enseguida Sebasti�n
tom� su lugar.




Si, chup�sela que a la putita le gusta.




Ahora me chupaba la concha tan rico, mientras sent�a la
llegada de los �ltimos espasmos, que dese� que me la metieran cualquiera de los
dos, aunque deseaba mas la de Sebasti�n, por eso de la novedad y porque estaba
caliente de poder cogerme a los dos en un mismo momento.


En mi excitaci�n vi salir a Arturo de adentro de la
camioneta, dar la vuelta y meterse en el lado del conductor. Sebasti�n y yo nos
corrimos con sus dedos metidos en mi concha, y como era la costumbre fuimos al
descampado. La noche era completamente cerrada y sin escalas fuimos directo a la
cajuela de la ambulancia. Me tir� en la camilla y Sebasti�n sigui� chup�ndome la
concha con dedos que entraban y sal�an y Arturo meti� su verga en mi boca. Se la
chup� como nunca antes, me encantaba todo lo que estaba pasando y ten�a ganas de
tragarme todo el semen. Me sent�a caliente, excitada y muy puta lo que me
movilizaba aun mas. Sent� como me entraba con fuerza la de Sebasti�n y gem� como
pude mientras succionaba con toda pasi�n sobre la verga de Arturo que estaba
dura como un garrote.




Por el culo, te la voy a meter por el culo, dec�a Arturo
completamente sacado.




Ni bien dijo eso sent� dedos de Sebasti�n meti�ndose en mi
ano y me relam�. Lo que mas me gustaba era ser ensartada por el orto, me hac�a
sentir completamente llena y me desquiciaba de placer. Enseguida sent� su glande
entr�ndome y la lujuria me inund�. Empec� a gemir y amoverme como posesa y a
apretar tanto la verga de Arturo que hubiera jurado que lo har�a acabar en mi
boca. Ya con la pija gorda de Sebasti�n completamente enterrada en mi culo sent�
oleadas de orgasmos que corr�an raudos desde mi centro y me dej� venir una y
otra vez. Estaba disfrutando de todo al m�ximo, me estaban penetrando de a dos y
me sent� la mujer mas satisfecha de todas. Sebasti�n sigui� bombe�ndome por el
culo abierto pero tambi�n lleno y enseguida me penetr� por la concha hasta que
se descarg� completamente dentro de mi. Arturo se movi� y apunt� su pija dura
hacia mi culo ya bastante dilatado, empujaba lento pero con una fuerza que me
hac�a ver las estrellas y me llevaba a gozar como loca. Sebasti�n se dedic� a
chuparme las tetas para darme un placer tan intenso que otro orgasmo sent�
avecinarse. Finalmente despu�s de un mar de jadeos propios y ajenos Arturo
descarg� su leche caliente en mi culo abierto y me dej� laxar para recibir otro
orgasmo quedando completamente exhausta ante la experiencia.


Y hoy, en vez de un amante tengo dos. A veces lo hacemos los
tres juntos y otras veces cuando no hay oportunidad me conformo con solo uno de
ellos. Ha sido y sigue siendo mi mejor experiencia y no creo que me desligue de
ellos en mucho tiempo. Mi marido aun sigue crey�ndome pudorosa y jam�s le he
permitido, a pesar de toda mi experiencia, acabarme en la boca o penetrarme el
culo. Eso est� reservado a mis placenteros amantes.



Espero les haya gustado. Sus mails y comentarios ser�n muy
bien recibidos pues me estimulan a seguir escribiendo. Un beso.



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Relato: Ambulancia caliente
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