Super Mario y su hermano Luigi hab�an vivido en el mundo de
las tuber�as durante diez largos a�os. En esa regi�n todo, absolutamente todo,
hace referencia al falo o a los genitales femeninos. Salpicando el paisaje
siempre hay una tuber�a, verde, azul o roja, en la cual puede uno meter el
miembro y disfrutar de la suave aspiraci�n de los millones de conductos que
surcan el subsuelo. Y para las chicas, no faltan tubos finos (o no tanto) que
provocan torrentes de placer al ser introducidos en los orificios pertinentes.
No es de extra�ar que las setas o Toads, especie mayoritaria
de este universo, quieran defender sus tierras contra viento y marea, pues de
conseguir los cada vez m�s amanerados d�spotas locales que el acceso a los tubos
no sea gratuito, se le acabar�a el chollo sexual a todo el mundo.
Durante su prolongada estancia en esta peculiar tierra, Mario
y Luigi siempre se las hab�an tenido que ver con el malvado de turno. Eran
muchos en el vasto reino de la princesa Daisy (s�, la rubia cuyos vestidos son
siempre rosas, al igual que su lencer�a m�s �ntima) los que no pod�an soportar
el acento italiano de los hermanos fontaneros, pero solamente Bowser, un h�brido
de tortuga, erizo y drag�n, y Wario, el alter-ego perverso de Mario, hab�an
supuesto problemas serios para los h�roes en alguna ocasi�n.
Precisamente en el palacio de Wario empieza esta historia. El
desquiciado psic�pata de bigote retorcido y p�simo gusto para vestir ha invitado
a Bowser, rey de las tortugas, para fraguar entre los dos el plan que les
otorgue la victoria definitiva sobre su archienemigo Mario. Mientras disfrutan
de unas felaciones realizadas por champi�ones esclavizados, Bowser le pregunta a
su perverso compa�ero:
�Has pensado alg�n plan para deshacerte de los
"fratellos" Bros? -
Algo as�... Como he comprobado que si les hacemos frente,
siempre terminan vapule�ndonos, lo mejor ser� hacer que se destrocen entre
ellos. �
�Genial! � rugi� el drag�n, y calcin� con su aliento al
sirviente de Wario que se la estaba comiendo. � Uuupssss... Lo siento,
Wario. �
No te preocupes. Me sobran esclavos sodomitas. �
Y ni corto ni perezoso, le rompe el cuello a su propio
fluffer, que no muere sin antes escupir un poco de semen.
�Je, je! As� da gusto ser un tirano malvado... Bueno, no
nos distraigamos. �C�mo piensas crear la ciza�a entre esa banda de
jilipollas? �
Wario hizo pasar a un cient�fico con cara de no dormir al
sal�n principal. El hombre explic� que hab�a conseguido destilar una sustancia
afrodis�aca terror�ficamente efectiva, que provocaba una lujuria incontrolable
en quien la consumiese.
Si le damos a Mario ese elixir, violar� a todos los que
est�n cerca, sin importarle un bledo las consecuencias. �
�Genial! � rugi� de nuevo Bowser, reduciendo a cenizas al
cient�fico. � Vaya, esto de ser hijo bastardo de un drag�n tiene sus
inconvenientes. �
No pasa nada, colega. Tengo este frasco con elixir de
reserva... � coment� aliviado Wario, mientras se sacud�a la carbonilla de su
antiguo alquimista.
�Geni...! �
Por suerte para los villanos, Wario tuvo los suficiente
reflejos de taparle las fauces a Bowser con un pu�etazo.
�Ya est� bien!, �no? �
La siguiente parte del plan era pillar a Mario en un momento
de indefensi�n. Escondidos tras unos arbustos, los maquiav�licos compinches
observan como el obeso fontanero se divierte fumando habanos tumbado en una
hamaca.
�Ya es nuestro! Lanc�monos ahora sobre �l, lo sodomizamos
hasta que vomite lefa y... �
Joder Bowser, c�llate de una vez o lo estropear�s todo.
Mira, ahora vierte la p�cima sobre esta flor de fuego de pega. D�jame a m�
el resto. �
Bowser, con mucho cuidado de no tocar el mejunje viol�ceo,
pringa con �l la susodicha planta y la planta (valga la redundancia) en un claro
cerca de Mario. �ste, medio amodorrado por el puro, se rasca los cojones,
ignorando el siniestro plan que han preparado los malos. Cuando el gigante de
concha picuda ha vuelto a su escondite, Wario silba, imitando la voz de Luigi.
�Mario! �Fratello meo! Ven, que Daisy est� en bikini en
el lago. �
Como un resorte, Mario se incorpora en la tumbona y corre por
el prado.
Este t�o es un guarro... �Y luego se las da de h�roe!
Vaya mierda... �
�Ssssshhhh! Ah� viene. Espero que pique... �
En efecto Mario se detiene al divisar la flor de fuego. S�lo
las pizzas con mozzarella extra y peperoni le gustan m�s que las flores de
fuego. Adem�s, si la princesa est� calentorra hoy, la planta le dar� potencia a
su miembro. �No sabe cu�nta, el desdichado!
Mmmm... �Qu� rara sabe! �
El brebaje hace efecto enseguida y Mario siente que se le
pone m�s dura que el corind�n.
Vaya... Me apetece pajearme un rato... �
Los complacidos malvados observan al fontanero bajarse el
peto de trabajo para sacar la polla en avanzado estado de erecci�n. Empieza a
darle al manubrio, masturb�ndose con violencia. Pero no sirve de nada. Cada vez
est� m�s cachondo. Acelera el ritmo de las sacudidas.
Joder... Esto no me alivia... Necesito un co�o ya... �
Entonces se le ocurre tirarse a la princesa, que cree que
est� en el lago. Sale corriendo para all� subi�ndose lo justo los calzones.
Bowser, que est� emocionad�simo, dice:
�Esto no me lo pierdo! Vamos a ver como fuerza a la
asquerosa Daisy. �
Pero Wario est� algo deca�do. Ha visto la picha de su
rival... �y es mucho m�s grande y gorda que la suya!
Hay que ver qu� mango gasta el gach�... �
Venga, no te deprimas. Hagamos de voyeurs en la alcoba de
la princesa. �
Pero Mario no va al castillo. Espera descubrir a su tantas
veces deseada y tan pocas catada princesa en el lago y meterle todo el embutido,
rellenarla como a una pizza siciliana.
Daisy, cari�o. �No estabas ba��ndote por aqu�? �
Viendo que no hay nadie, Mario se enfada. Pero al instante
divisa una tuber�a amarilla junto al monumento a la seta desconocida. �Y es del
tama�o justo para que le sorba la pilila! De un salto se encarama en ella y mete
el pene.
�Puajjj! Creo que este tubo es de segunda polla... �En
fin! Habr� que hacer de tripas coraz�n...-
La tuber�a succiona el glande de Mario demasiado despacio
para su gusto. Intenta aumentar la presi�n, pero s�lo consigue meter un huevo
dentro del estrecho tubo.
Esto tampoco sirve. �Quiero un co�o! �
Totalmente enfebrecido va al castillo. La princesa lo saluda
desde la torre, mimosa.
�Yuuuujuuuuu! �C�mo est� hoy mi fontanero favorito? �
Mario piensa que se cachondea de �l y sonr�e para que se
conf�e.
�Muy bien! �Y t�, guap�sima? �
�Sube, anda, que voy a merendar! �
Hecho un basilisco, el cada vez m�s excitado h�roe de
videojuego brinca por las escaleras. De un portazo entra en la habitaci�n de la
princesa. Wario y Bowser se han colado debajo de la cama ya y apenas pueden
aguantar la risa.
Ven aqu�, ciel�n. �
Haciendo gala de una feminidad apabullante e inocente, la
princesa le da un beso en la frente al pobre hombre. �ste, algo m�s bajo que
ella, s�lo puede ver sus pechos. Son una delicia, a�n encorsetados por el
ajustado vestido fucsia. Sin poder evitarlo pone las manos encima de ellos.
�Pero...! �Mario! �Qu� haces? �
Te voy a fornicar, puta. �
�Q...qu�? �
Sin darle tiempo a reaccionar la empuja sobre la cama. Las
pastas y el t� de la merienda caen sobre las pezu�as del mal oculto Bowser, que
casi delata con sus quejidos el taimado plan.
�Mario! �Socorrooooo! �Su�ltame! �
La princesa deja de gritar cuando su hasta entonces mejor
amigo la besa a la fuerza. Intenta apartar el rostro, pero no es capaz de
levantar de encima suyo al fornido fontanero. �ste, con la libido fluy�ndole
libremente por todas las venas, sobetea todo el cuerpo de su v�ctima. De un
tir�n rasga el vestido rosa. Los pechos saltan al romperse el sost�n de encaje
que los guardaba. Nunca hab�a visto nada que pidiese m�s ser chupado. Succiona
el pez�n derecho, mordisquea el cuello de la joven gobernadora de las setas y
luego trata de abarcar con una mano la otra teta. Daisy no sale de su asombro.
Pero tampoco jadea pidiendo auxilio como antes.
Mario...No... Por favor... Para. Para. Por favor... �
Calla. �
Es tajante. Daisy obedece. Empieza a pensar que hab�a deseado
esto desde hac�a tiempo. La corte es muy aburrida. Necesitaba algo de acci�n. No
se refer�a a esto, claro, pero de una cosa estaba segura: prefer�a ser rescatada
de las garras de Bowser a estarse todo el a�o aguantando el protocolo de las
setas. Y Mario... Le atrae. Y ahora estaba demostr�ndole que era un sentimiento
mutuo.
Mario... �
... �
Mario... Yo... �
Mario no piensa en nada de eso. Ha conseguido su objetivo.
Las braguitas de la princesa corren la misma suerte que su sost�n. Haciendo caso
omiso de los sollozos de su amada, la penetra. Lo hace con rudeza, ansioso de
gozar a su patrona. La sensaci�n de placer es absoluta. Convertido en un
aut�mata insaciable, bombea su sexo en el sagrado agujero rosado (a juego con la
ropa).
�Aaaaahhh! Aaaaaahhh... �Ah! Ah, ah.... Ah... mmmmm...
Aaaaahhh. Sssss...Sssss�iiii. �
La princesa ha cedido tambi�n a su propio deseo carnal y
comienza a disfrutar de las salvajes acometidas. A veces, cuando el miembro de
Mario llega a su m�s profunda intimidad, tiene que morderse los labios para no
chillar. No quiere que piense que le est� gustando. No es una golfa, �es una
princesa!
Toma.... �Zaaaassss! �
No consigue eyacular, y no desea otra cosa. Daisy empieza a
sentirse exhausta por el prolongado esfuerzo. Abraza con fuerza al fontanero,
intentando hacerle comprender que tiene que bajar el ritmo o estallar�. No sirve
de nada. Le clava las u�as. Tampoco hace efecto.
�Ooooooohhhhhhh! �Ve... ah, ah, ah... Ve.... Mmmmmm, un
poco m�s lento,... �Casi no puedo jadear, me falta el aire! �
Wario y Bowser est�n tambi�n cachondos debajo de la cama. O�r
los gemidos contenidos de la princesa les pone a cien. Bowser incluso se est�
acariciando la polla verdosa, pero para al escucharse un portazo. Wario asoma la
cabeza y el Rey Drag�n le secunda enseguida. �Acaba de entrar Luigi en la
habitaci�n!
Pero qu� co�o .... �
El fontanero flaco casi se desmaya al ver la escena. �Su
hermano se lo est� montando con la jefa! Mario, en cuanto lo divisa, le pide a
gritos:
�Fratello! ��nete a la fiesta! �
Luigi no sabe qu� hacer. Le ponen cachondo las org�as. Duda
un instante, pero al ver la cara de sofoco de la princesa, se lanza sobre la
cama para comerle las tetitas.
�Qu� ganas te ten�a, maldita puerca! �
La pobre Daisy no da a basto. �Si apenas puede con Mario!
�c�mo piensa hacer frente a la picha de Luigi?
De... ahhhh�ahhhhh! ... De uno en unooooaaaah!!! �
Mario impide que los gemidos de Daisy prosperen comi�ndole
los morritos. Harto del chochete rosado, se lo cede generosamente al vicioso
hermano y �l se dispone a dar por culo a la princesa.
Espero que ya est�s dilatada...�Uumppffffff! �
�Aaaaaayyyyyyy! �Por detr�s no! �Te has vuelto loco?
�Aaaaayyy! �No te das cuenta de que duele y �ayyyyy! es una marranada? �
Luigi ya ha sustituido con su aparato el incombustible pene
de Mario. Penetra a su adorada jefa con angustia, prisa y hasta miedo. No sabe
lo que suceder� despu�s de esta fechor�a. Tal vez los exilie...
Mario por su parte se divierte metiendo la punta de su
capullo en el ojete de Daisy, quien, acostada de lado, sufre el suplicio de una
polla doble. Su mente le juega una mala pasada: lo que est� haciendo es
totalmente inmoral. Pero su cuerpo reacciona, excit�ndose. Se siente un animal
en celo.
Debajo de la cama, Wario y Bowser ya van por su segunda
pajilla. No contaban con la presencia del hermano menor de Mario, pero despu�s
de un rato se les ha ido la preocupaci�n: parece que Luigi est� igual de salido
que su hermano.
Vaya pareja... No me explico como pueden ser ellos los
buenos. �
Cosas de la Nintendo... �Qu� se le va a hacer! �
Luigi siente cercano el orgasmo. La princesa no es capaz de
distinguir los suyos. El �nico que no parece satisfecho es Mario, que comenta
contrariado:
Nada... Ni siquiera pet�ndole el ojal a esta guarra me
vac�o. �
Abandona a los ya extenuados Luigi y Daisy, que siguen a lo
suyo, inmersos en un coito placentero. Se mira la picha. Est� inflada, llena de
semen. Pero no quiere salir. �Por qu�? Cuando llega a la planta baja se mete en
la cuadra. Quiz�s ver a su montura, el drag�n Yoshi, le anime un poco.
Yoshi ronca pl�cidamente en un rinc�n del establo. Se pasa el
d�a durmiendo o comiendo manzanas y tortugas koopa. Tiene el ojal demasiado a la
vista. Mario lo ve y no puede evitarlo: su pene lo lanza hacia el bicho.
Yoshi, que so�aba con volar por el cielo rodeado de lagartas
strippers, siente que su sue�o cambia por una pesadilla. Una inmensa lengua lo
persigue hasta acorralarlo en una caverna y all�...�Zas!
Se despierta dolorido por la sodomizaci�n que Mario le ha
empezado a practicar. No piensa en averiguar qui�n es el malnacido que le est�
enculando. Con los ojos fuera de las �rbitas sale trotando. A Mario no le da
tiempo a soltarse y lo acompa�a, enganchado por el pito, que ha quedado encajado
en el ano escamoso de su mascota.
Yoshi no se detiene hasta llegar al castillo de Wario. All�,
viendo que el dolor anal no mengua, se da cuenta de la identidad del violador.
�Mario! Pero... �c�mo has podido? �
�Ayayaya! �Qu� viaje me has dado, canalla! �
�Y t� a m� qu�? �Por qu� me estas porculizando, so
pervertido? �
Haciendo un soberano esfuerzo Mario consigue separarse de
Yoshi. Justo entonces aparecen por el horizonte Wario y Bowser, que celebran,
corriendo en pelotas por el camino, su victoria sobre el fontanero.
Mario se esconde y as� se entera de lo sucedido. Quiere
venganza. Montado en Yoshi, entra a lo bruto en el castillo de sus enemigos y
los pilla por sorpresa.
�As� que mi erecci�n es cosa vuestra! �eh? �
��Mario!! �
La furia del fontanero hace in�tiles cualquier ataque. Bowser
y Wario se rinden acojonados por el enorme y amenazante pene de Mario, que se
aproxima inexorable a sus nalgas.
�No, piedad! �
���NO HAY PIEDAD PARA LOS MALVADOS!!! �
��No nos des por el culo o moriremos desangrados por
almorranitis atroz!! �
En el fondo Mario est� dispuesto a perdonarles la
sodomizaci�n. Cuando consigue el ant�doto de la p�cima afrodis�aca, decide
aplicarles tan s�lo un castigo ejemplar. Al d� siguiente, en el sal�n de actos
del palacio de Daisy, un travestido Bowser es obligado a practicar una felaci�n
a Wario. Los colmillos del erizo-drag�n terminan perdidos de leche de Wario, que
a cambio sufre las deficiencias felatorias de su compa�ero de castigo, que no
para de clavarle los colmillos. Pero al final los sueltan, porque si no fuera
por sus chapuceros planes el reino de Daisy ser�a un rollo patatero.