E N T R E V I S T A L A B O R A L
Comenz� el lunes pasado, cuando escuch� en mi contestador
autom�tico el mensaje de una empresa a la que hab�a enviado una carta,
postul�ndome como secretaria. El mensaje era com�n y corriente como lo es en
estos casos, pero me pareci� un poco raro el horario para la entrevista, a las
dieciocho horas. No le di mayor importancia y sin perder m�s tiempo me duch�,
pensando en la vestimenta mas adecuada. Termin� decidi�ndome por un lindo
trajecito beige de minifalda y saco un poco ce�idos al cuerpo, debajo una camisa
blanca, y por supuesto la infaltable medibacha de lycra.
Estaba muy bien, s�lo que a trav�s de la camisa se me
trasluc�a todo. Como no ten�a otra decid� ponerme un buen corpi�o blanco, como
para que al menos se viera una linda prenda debajo, aunque despu�s pens� que en
realidad los ojos de todo el mundo se fijar�an en los enormes y gordos pechos
que sobresal�an por detr�s y que dicho corpi�o (aunque es un no. 125) apenas
lograba sostener.
Luego de calzarme las sandalias me tom� el colectivo hasta el
centro y llegu� a un edificio de unos veinte pisos a la hora indicada. Al entrar
en la oficina indicada en el cuarto piso sali� a recibirme un muchacho vestido
de traje de unos treinta y tantos a�os, alto y de ojos claros, con aspecto de
deportista. Present�ndose como Marcelo me salud� muy cordialmente invit�ndome a
tomar asiento, pero no s� por qu� not� algo raro en todo ese asunto. Dej� mi
saco en el respaldo de la silla y me sent� cruzando las piernas mientras sent�a
como su mirada me recorr�a el cuerpo de un extremo al otro, para terminar
pos�ndose inevitablemente entre mis pechos, como ya hab�a supuesto. La
entrevista se desarroll� con normalidad y luego de explicarme de que se trataba
el puesto a ocupar me pregunt� si estaba dispuesta a hacer horas extra para
llevar a cabo "ciertas actividades". Como vi que se incorporo, tambi�n yo me
levant� preguntando qu� quer�a decir con eso. Sin m�s palabras me tom� la mano y
la llev� a su abultada entrepierna, que apret� en se�al de aceptaci�n. Iba
creciendo a medida que lo tocaba y lo mov�a a trav�s del delgado pantal�n, a la
vez que �l me desabrochaba la camisa y la dejaba en la silla. Yo me saqu� el
corpi�o, dejando caer mis grandes tetas y mientras Marcelo comprobaba que no
cab�an dentro de su gran mano, me las apretaba poni�ndome duros los pezones. La
calentura me hizo besarlo, baj�ndome el cierre de la minifalda hasta dejarla
caer al suelo al tiempo que �l se desvest�a totalmente con sorprendente
velocidad. Ya sin bombacha y con las medias h�medas, estaba ardiendo
completamente excitada. Lo hice sentar en su silla sent�ndome yo sobre �l,
contone�ndome un poco y apoy�ndomela toda para humedecerme a�n m�s. Sus manos
recorr�an mis piernas y sub�an hasta mis gomas, acarici�ndolas y apret�ndolas a
medida que su excitaci�n crec�a debajo de mis caderas, calent�ndome del todo.
Despu�s de unos minutos de jugar as� no pude con mi calentura
y me arrodill� delante de �l, bajando el slip hasta descubrir lo que se escond�a
debajo. Ten�a un grueso y colorado pito del que pend�an dos grandes y duros
test�culos, colorados tambi�n. Al agarrarlo con la mano comprob� lo largo que
era y lo duro que estaba. S�lo de verlo as� tan cerca se me ca�a la baba y sin
poder contenerme cerr� los ojos y comenc� a lamerlo y a comerlo despacio,
acarici�ndolo con los labios en cada movimiento, trag�ndolo cada vez m�s hasta
que su cabezota me lleg� a la garganta. Lo saqu� hasta la mitad succion�ndolo
para volver a hacerlo entrar completo, chup�ndolo as� algunos minutos hasta
bajar a sus huevos. Los moj� con los labios y les pas� la lengua para luego
chuparlos y dejar jugar a mi lengua con ellos. Busqu� su enorme pija otra vez y
se la mam� un buen rato mientras me met�a los dedos en la cola, moj�ndome y
prepar�ndome para lo que ven�a. Cuando la tuve bien abierta me levant�, y
baj�ndome las medias justo por debajo de las caderas me inclin� sobre el
escritorio con las piernas separadas, agarrando con las manos el borde opuesto
para sujetarme y dejando mi ano abierto a su disposici�n.
Marcelo se me acerc� por detr�s toc�ndose el pito hasta
apoy�rmelo, frot�ndose en mi mientras me acariciaba la espalda y parte de mis
grandes y carnosos senos, ahora aplastados contra el escritorio.
Sent�a su gran pija crecer y endurecerse todav�a m�s,
movi�ndose entre mis nalgas buscando mi agujero, haci�ndome desear. Apoy� su
enrojecida cabeza sobre mi esf�nter y presion� hasta abrirlo, ensanch�ndolo
hasta el dolor para luego hund�rmela de un envi�n a lo m�s profundo de mi culo.
Su cabeza ya me tocaba fondo, pero a�n doli�ndome un poco se la ped� entera
dentro del culo, y despu�s de unos cortos movimientos me tom� de las caderas y
me la hinc� tan adentro que sent� sus huevos y mi ano como una sola cosa.
Semejante empalada me hizo gritar de calentura.
Empez� con movimientos lentos y suaves, recorri�ndome entera
de principio a fin, gozando ambos de la estrechez de mi colita que ced�a al paso
de tan tremenda berga. Sent�a como entraba entera hasta llenarme m�s de la
cuenta, empujando para ir m�s all�, para luego salir despacio y volver a
empezar. Marcelo se deshac�a en expresiones de gusto y yo gozaba con los ojos
cerrados, mordi�ndome el labio del deseo, hasta que no aguant� y le ped� por m�s
y m�s fuerte. Empez� a bombearme m�s duro y enseguida me encontr� con la
respiraci�n acelerada y gimiendo, cogida muy a gusto.
Seguimos as� sin parar un rato hasta que cambiamos de
posici�n; fuimos hasta el sof� y �l se sent�, sent�ndome yo sobre �l. Una vez
acomodada encima de Macelo apoy� la espalda sobre su pecho y puse los pies sobre
el sof� abri�ndome de piernas, dej�ndome coger.
El tom� su pito con la mano y comenz� a introduc�rmelo de
nuevo por completo hasta quedar con toda la berga adentro. Ten�a la pija muy
colorada y dura como una piedra, por lo que no cost� nada enterr�rmela otra vez.
Retom� el ritmo de vuelta y segu�a cogi�ndome hasta gritar, mientras me agarraba
las tetas con las dos manos. En ocasiones me apretaba los pezones penetr�ndome
m�s duro, haci�ndome gritar como loca. En plena culeada me inclin� hacia delante
y comenc� a moverme yo subiendo y bajando con las caderas, clav�ndome ese gran
trozo de carne dura como a mi me gusta para sentirlo de otra manera. Unos
minutos despu�s Marcelo sinti� que ya no aguantaba, por lo que yo me puse de
rodillas y tom�ndolo de una mano lo hice parar, con su pija justo delante de mi
cara a punto de explotar. El avanz� un poco y yo escond� toda su tranca entre
mis tetas, las que agarr� de los costados y desde abajo, haci�ndolas subir y
bajar, freg�ndolo una y otra vez. No dur� mucho as�, ya que �l mismo la sac� de
ah� y ofreci�ndole mis gordos pechos se masturb� hasta acabarme sobre ellos.
Grandes gotas de un blancuzco pero caliente semen ca�an por todo mi pecho
moj�ndome y esparci�ndose hacia abajo, cubri�ndolos casi por completo hasta caer
al suelo. Lejos de secarse en mi piel, esas grandes gotas bajaban lentamente por
la curva de mis senos hasta quedar pendiendo de mis pezones erectos, lo que
aprovech� para juntarlas con la punta de los dedos y, abriendo la boca y sacando
bien la lengua, ponerlas ah� para trag�rmelas.
Al ver mis ansias de leche expresadas de esa manera,
inmediatamente me meti� la pija en la boca otra vez y yo segu� chupando hasta
par�rsela otra vez, saboreando un poco que todav�a le quedaba en la cabeza. A
medida que mi lengua y mis labios acariciaban todo ese tronco de principio a
fin, sent�a como se endurec�a m�s y m�s hasta quedar como yo necesitaba que
estuviera. Suavemente le mord� el tronco y la cabeza, y tras comprobar que
estaba como yo quer�a me corr� para atr�s y me puse en cuatro patas, bien
abierta y ligeramente inclinada hacia abajo. Con un poco de saliva en los dedos
toqu� mi culo hasta dilatarlo lo suficiente como para mostrarle a Marcelo su
negro fondo, invit�ndolo a entrarme una vez m�s, dejando mi todav�a estrecha
colita a su merced para que me cogiera si misericordia. Se me acerc� por detr�s
para montarme y sin perder tiempo puso su enorme cabeza sobre mi ano y empuj�
hasta hund�rmela en lo m�s profundo, llegando a presionarme el fondo otra vez.
Mi culo no estaba muy abierto todav�a por lo que Marcelo me lo forz� un poco en
su intenci�n de tocar mis nalgas con los huevos; a�n as� le ped� lo mismo que la
vez anterior, que presionara mi fondo y me diera un buen empuj�n para hac�rmela
sentir completa.
Me dio el gusto con un envi�n que me empal�, haci�ndome
sentir a�n m�s esos gordos y peludos test�culos, pidi�ndole por m�s.
Solt� un quejido medio ahogado con el segundo y con el
tercero, y despu�s de acomodarnos un poco empez� a bombearme con energ�a. Hac�a
entrar y salir su pito de mi culo a ritmo normal pero gozando cada cent�metro y
logrando que su berga hinchada se aloje por completo adentro como las primeras
veces. Mi estrechez finalmente cedi�, y cuando hubo logrado eso empez� a
bombearme s�lo con la cabeza, meti�ndola apenas en mi colita y sac�ndola para
repetir la operaci�n unas cuantas veces m�s. El disfrutaba de mi culo
apret�ndome los pechos y yo gem�a como loca de la calentura sintiendo como mi
ano se abr�a y se cerraba repetidas veces d�ndome sensaciones nuevas. Ardiendo
de deseo no pude m�s y le ped� que me cogiera con fuerza y lo m�s adentro
posible.
Tom�ndome fuerte de la cintura me la clav� hasta adentro
haciendo el bombeo mucho m�s intenso y pronunciado, con un poco de dolor.
Mientras yo gritaba y me estremec�a de placer el segu�a d�ndomela por el culo
cada vez m�s fuerte, al punto de sentir como sus huevos me golpeaban las nalgas
sin parar. Marcelo aument� el ritmo a�n m�s haci�ndome gritar y disfrutar como
una marrana en una mezcla de placer con algo de dolor, mientras mis enormes
tetas se sacud�an violentamente hacia delante y hacia atr�s. Gozaba con los ojos
cerrados y la boca abierta s�lo para gritar y gemir por la fenomenal enculada
que me estaba dando. Logr� arrancarme tales sensaciones del culo que mis manos
agarraban la alfombra con una fuerza terrible, dej�ndome los nudillos blancos y
permaneciendo as� por unos quince o veinte minutos, hasta que mis tetas se
empezaron a hinchar terriblemente.
Me ard�an los pezones a m�s no poder y grit� hasta sentir un
orgasmo que me revent� el culo de placer por la brutal cogida. Fue un orgasmo
tan intenso que me duro un par de minutos por el bombeo constante. El tambi�n
empez� a gritar mientras su pija se deslizaba dentro de mi con movimientos m�s
r�pidos pero m�s cortos, hasta que al fin tuve lo que tanto deseaba. Tan
espectacular cogida hizo que yo siguiera gritando por la dilataci�n de mi ano y
por la irritaci�n que el pito de Marcelo me provoc�, mezcl�ndose los gritos de
los dos alternadamente. La excitaci�n hab�a dejado su pija demasiado inflamada y
ya estaba a punto de acabar cuando me la hinc� tan adentro y con tanta fuerza
que mi grito fue ahogado, dej�ndome con la boca y los ojos abiertos por la
sensaci�n.
Un largo y voluminoso chorro caliente de leche que parec�a no
tener fin comenz� a llenarme el culo, a�n con la pija de Marcelo todav�a
adentro.
Rendida, me dej� caer hacia delante todav�a en cuatro patas
mientras �l no paraba de descargar el espeso contenido de sus huevos en mi
interior.
Mi culo estaba literalmente lleno, por lo que trat� de
moverme para que deje de penetrarme, pero no pude y todav�a sent�a los empujones
y la leche saliendo por la eyaculaci�n, hasta que unos segundos despu�s par�.
Lentamente sac� la pija de mi maltratada colita y se par�
detr�s de mi con una sonrisa. Fue un orgasmo impresionante y la cantidad de
leche que sali� fue incre�ble. Mi culo se hab�a tragado la mayor parte de toda
esa leche, pero todav�a quedaba una buena cantidad en �l que no lleg� a mi
interior y comenz� a caer en chorritos hacia fuera. Rezumaba blancos hilos cada
vez m�s gruesos hasta que en un reflejo, mi ano expuls� el semen a chorritos. Al
ver como su esperma saltaba de mi ano de semejante manera, Marcelo se excit�
tanto que me la meti� en la boca. La chup� unos minutos y al final decidimos
vestirnos.
Tras limpiarme como pude los pechos y la cola me vest�a con
lentitud por la tremenda enculada que hab�a recibido, debiendo guardar mis
medias todas chorreadas de semen en la cartera. Una vez vestidos nos despedimos
cordialmente hasta el d�a siguiente, donde empezar�a como su secretaria privada
en el que fue el trabajo m�s gratificante de mi vida, sobre todo en las
reuniones...